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Riesgo radiológico en el caso

de exposiciones potenciales

Chiossi, C.E.

Publicado en la Revista Seguridad Radiológica, Nº 17, p.7-27, 1998


RIESGO RADIOLÓGICO
EN EL CASO DE EXPOSICIONES POTENCIALES

Chiossi, C.E.

Autoridad Regulatoria Nuclear


Argentina

1. INTRODUCCIÓN

Todas las actividades realizadas por el hombre a los efectos de obtener algún beneficio
material implican, inevitablemente, riesgos de producir efectos dañinos en los individuos o en la
sociedad. Así, actividades tales como las industriales, comerciales, deportivas, turísticas, etc.
propenden, por un lado, a mejorar las condiciones de la vida diaria de las personas pero
conllevan, por el otro, la posibilidad de ocurrencia de accidentes con consecuencias no
deseadas para las mismas. Los riesgos a que están sometidas las personas no solo devienen
de las actividades imputables al hombre sino también de la eventual ocurrencia de sucesos
naturales tales como fenómenos telúricos (terremotos, erupciones volcánicas etc.), fenómenos
meteorológicos (huracanes, tornados, etc.) epidemias (cólera, tifus, etc.) y otros. Resulta
entonces, que los riesgos son componentes normales de la vida que pueden ser, en muchos
casos, notoriamente reducidos pero nunca por completo eliminados. El conocimiento de estos
riesgos ayuda a tomar decisiones sobre asuntos que hacen a la seguridad particular y colectiva
de las personas, en el marco de situaciones de carácter natural o imputables al hombre que
pudieren acontecer.

Las tareas humanas que involucran la utilización de materiales radiactivos y radiaciones


ionizantes están, obviamente, comprendidas dentro de los conceptos generales hasta aquí
expuestos. Dichas tareas aportan significativos beneficios en ámbitos tan diversos como, por
ejemplo, la medicina, la agricultura o la generación de energía eléctrica, beneficios que, para
ser aceptables, no deben implicar riesgos que excedan los normalmente admitidos en la vida
diaria en relación con otras actividades o situaciones humanas.

2. CONCEPTO DE RIESGO

Si bien no existe una definición universal de riesgo, conceptualmente las distintas definiciones
técnicas del riesgo se basan, en general, en los siguientes aspectos:

♦ es posible concebir sucesos peligrosos que eventualmente podrían ocurrir en un sistema


de interés (sucesos denominados accidentes).

♦ es posible concebir eventuales daños para las personas debidos a los sucesos peligrosos,
en el caso que éstos efectivamente ocurran (daños a la salud, al patrimonio, etc. que son
denominados consecuencias accidentales).

♦ es imposible eliminar las incertidumbres acerca de la ocurrencia de los sucesos peligrosos o


de los daños asociados (incertidumbres evaluadas por las probabilidades o frecuencias de
los accidentes y consecuencias accidentales que pudieran ocurrir en un período y lugar de
referencia).

Como ejemplo de lo expuesto, considérese el caso de varias personas que deciden emprender
un viaje en automóvil. El viaje se hará por una carretera determinada y durará un cierto tiempo.
A priori del inicio del viaje es posible concebir que durante el mismo, el automóvil podría chocar
contra un objeto (otro automóvil, un árbol, una máquina vial, etc.) en algún lugar de la carretera
y que como consecuencia del impacto los pasajeros podrían sufrir daños físicos (contusiones,
heridas o, aún, la muerte).

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Resulta, entonces, que los sucesos:

A = “choque del automóvil contra un objeto” y

C = “daños físicos de los pasajeros”

son sucesos de carácter aleatorio cuyas probabilidades de ocurrencia dependen de muchos


factores; en el caso del suceso A hay que considerar factores tales como la pericia del
conductor, las condiciones técnicas del vehículo, el estado del pavimento, la observancia de las
reglas de tránsito o la señalización adecuada de la ruta; en el caso del suceso C, factores tales
como la utilización de cinturones de seguridad, la existencia de “air bags”, la fortaleza física de
los pasajeros, o las características del impacto. El suceso A es el accidente (suceso peligroso)
y el suceso C es la consecuencia accidental (suceso dañino).

El riesgo de los pasajeros resulta ,entonces, no solo del hecho de que durante el desarrollo del
viaje los sucesos A y C sean concebibles sino ,además, de que la ocurrencia de ellos es
incierta. Si los sucesos A y C no fuesen concebibles o siendo concebibles se estuviese bajo
condiciones de certeza en relación con la ocurrencia o no de los mismos, no habría riesgo para
los pasajeros porque estos sabrían de antemano que si viajan, o bien nada les podría pasar -con
lo cual harían el viaje- o bien sufrirían daños inevitablemente, por lo que entonces no viajarían.

Dado que los sucesos A y C son concebibles y que, además, es imposible eliminar las
incertidumbres acerca de la ocurrencia de los mismos, el riesgo siempre existe y lo único que
puede hacerse es disminuirlo a niveles tolerables, actuando sobre la naturaleza del sistema
considerado (v.g. sobre los medios técnicos de seguridad del automóvil, sobre las condiciones
de la carretera, sobre los factores humanos involucrados, etc.)

Brevemente, puede decirse que el riesgo está asociado con el peligro, con el daño y con la
incertidumbre, y que para disminuirlo es necesario obrar sobre estos aspectos constituyentes
del mismo.

3. RIESGO INDIVIDUAL Y RIESGO SOCIAL

Dado que las actividades realizadas por el hombre o la ocurrencia de sucesos naturales
implican, inevitablemente, riesgos de producir efectos dañinos en los individuos o en la
sociedad, el riesgo puede concebirse desde el punto de vista individual o desde el social.

Para ilustrar acerca del riesgo individual y del riesgo social, considérese el caso de una ciudad
hipotética (sistema de referencia) en relación con la cual se desea establecer el riesgo
individual y social de muerte por accidentes automovilísticos. Al respecto, un modelo posible de
aplicación es el que contempla las siguientes definiciones técnicas del riesgo:
N  fatalidades 
F
R =
∆t  unidad de tiempo 
riesgo social:
S

RS  fatalidades 
riesgo individual: RI =  persona − unidad de tiempo 
N
E
 

donde NF es el número de fatalidades (transeúntes o pasajeros fallecidos como consecuencia


de los accidentes) ocurridas en un período ∆t de referencia y NE es el número de personas
expuestas a sufrir accidentes (todos los habitantes de la ciudad).

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El riesgo social puede expresarse de la siguiente forma:

NF NA NF
RS = = = F ⋅M
∆t ∆t NA
donde:

NA es el número de accidentes automovilísticos ocurridos en el período ∆t de referencia,

N A  accidentes 
F=
∆t  unidad de tiempo 
es la frecuencia de accidentes, y

NF  fatalidades 
M=  accidentes  es la magnitud de los accidentes.
NA  
En este modelo, entonces, el riesgo social puede interpretarse como una frecuencia de
fatalidades o como el producto de una frecuencia de accidentes y de la magnitud de tales
accidentes.

El riesgo individual puede expresarse de la siguiente forma:


NF NF
RS ∆  fatalidades 
RI = = t = NE 
N NE ∆t  persona − unidad de tiempo 
E

En este modelo, entonces, el riesgo individual puede interpretarse como el cociente entre la
probabilidad de que una persona (habitante de la ciudad) sufra una fatalidad en un período ∆t
de referencia, y este período.

Supóngase los siguientes datos estadísticos correspondientes a la citada ciudad hipotética:


NE = 4.000.000 (igual al número de habitantes de la ciudad)

F = 300.000 accid / año

M = 0,004 fatal / accid (1 fatalidad cada 250 accidentes)

resulta entonces:

R S = F ⋅M = 300.000 [accid / año] 0,004 [fatal / accid] = 1200


. [ fatal / año]
R
S 1200
. [fatal / año]  fatal 
RI = = = 3 ⋅10 − 4  pers − año 
NE 4.000.000 [personas]  

Con modelos similares podría evaluarse los riesgos individual y social correspondientes a otros
tipos de daños tales como heridas no mortales o pérdidas económicas.

En el presente ejemplo, el conocimiento de los valores de los riesgos individual y social ayudan
a tomar decisiones sobre asuntos que hacen a la seguridad particular y colectiva de las
personas, en relación con el tránsito automotor de la hipotética ciudad considerada.

Así, un habitante de la ciudad en conocimiento del valor del riesgo individual antes calculado
podría decidir aceptarlo sin más, o disminuirlo tomando medidas tales como desplazarse en
modernos (y por tanto más seguros) automóviles, residir y trabajar en zonas suburbanas, o
directamente mudarse a otra ciudad.

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Por otra parte, la autoridad municipal en conocimiento del valor del riesgo social antes
calculado podría, asimismo, decidir aceptarlo sin más, o disminuirlo tomando medidas tales
como promover una campaña de educación vial, mejorar las condiciones de circulación
peatonal y vehicular en la ciudad, o modificar las normas de tránsito (límites de velocidad,
régimen de multas, etc.).

4. PERCEPCIÓN DEL RIESGO

El riesgo asociado a un sistema de interés puede -de acuerdo a lo visto- ser definido
cuantitativamente, es decir, calculado en términos objetivos. Sin embargo se ha observado que
cuando diferentes personas efectúan estimaciones subjetivas del riesgo -con referencia a un
mismo sistema de interés y en base a un mismo concepto de riesgo- tales estimaciones
pueden diferir substancialmente entre sí o con respecto al valor objetivo correspondiente.

Esta situación se denomina “percepción del riesgo” y un ejemplo elocuente lo constituye el


conocido hecho de que hay personas que prefieren viajar en automóvil antes que en avión, a
pesar de que -objetivamente (estadísticamente)- este último medio de transporte es más
seguro que el primero.

Algunos aspectos que influyen en la percepción del riesgo son los siguientes:

♦ un gran número de accidentes de un mismo tipo atrae más la atención que similar número
de accidentes de distinta naturaleza, aunque las consecuencias globales sean análogas.

♦ un accidente aislado que resulte en un gran número de fatalidades es tenido en cuenta con
más detenimiento que un gran número de accidentes con pocas fatalidades cada uno de
ellos.

♦ los accidentes que implican consecuencias inmediatas causan más inquietud que aquellos
cuyas consecuencias se manifiestan mucho tiempo después de ocurridos.

♦ los riesgos asociados con sucesos no deseados son mucho menos aceptados que los
asociados con sucesos anhelados.

La percepción del riesgo es una cuestión que puede incidir en el proceso de toma de
decisiones acerca de la aceptación de los riesgos asociados a las actividades humanas,
cuando son comparados con los beneficios que de éstas se derivan.

5. RIESGO RADIOLÓGICO

En lo que sigue se tratará, solamente, el tema del riesgo radiológico en el caso de exposiciones
potenciales asociadas con prácticas que involucren instalaciones tales como centrales
nucleares, reactores de investigación, o repositorios de residuos radiactivos. Estas
instalaciones contienen fuentes de radiación de envergadura como ser el núcleo de un reactor,
un depósito de elementos combustibles irradiados, etc. por lo que dichas instalaciones deben
diseñarse, construirse y operarse de tal manera que resulten seguras, es decir, aceptables
desde el punto de vista del riesgo radiológico.

Las instalaciones consideradas son sistemas tecnológicos de alta complejidad en las cuales
pueden ocurrir -eventualmente- sucesos accidentales de carácter aleatorio (v.g. rotura de
elementos combustibles irradiados, fallas de equipos o dispositivos técnicos, errores humanos
de operación, etc.) que, a su vez, podrían causar la exposición de personas a radiaciones
ionizantes. Este tipo de exposición -que también es un suceso de carácter aleatorio y por lo
tanto tiene asociada una dada probabilidad de ocurrencia- se denomina “exposición potencial”.

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En el caso de exposiciones potenciales, el riesgo radiológico está asociado a dos sucesos
aleatorios: la eventual exposición de personas a radiaciones ionizantes y la eventual ocurrencia
de efectos dañinos en la salud de las mismas como consecuencia de la exposición.

La prevención de accidentes con consecuencias radiológicas para las personas -trabajadores


de las instalaciones correspondientes y miembros del público en general- requiere la
realización de estudios de seguridad como parte del proceso de toma de decisiones para
aceptar o rechazar una instalación, desde el punto de vista de la seguridad.

No hay acuerdo universal acerca de las filosofías y metodologías de seguridad en que estos
estudios se fundamentan, por lo que diferentes países hacen diferentes estudios de seguridad,
aún tratándose de instalaciones análogas. No obstante, tales estudios requieren contar con
criterios de aceptación del riesgo radiológico que permitan evaluar los respectivos riesgos
radiológicos asociados a las instalaciones de interés, criterios que, consecuentemente, resultan
diferentes entre sí.

6. CRITERIOS DE ACEPTACIÓN DEL RIESGO RADIOLÓGICO

A continuación se verán algunos de los criterios de aceptación del riesgo radiológico que fueron
desarrollados con este fin.

6.1 Línea Límite de Farmer

En el año 1967, F.R. Farmer propuso un criterio de aceptación cuyos conceptos fundamentales
subyacentes, inauguraron lo que podría llamarse la “era probabilística” de la seguridad nuclear.

El criterio establece un límite al riesgo individual de miembros del público potencialmente


expuestos a un accidente radiológico, en relación con una instalación (central nuclear) de
interés.

Define al riesgo como sigue: R = F.C

donde:

F [año -1] es la frecuencia de ocurrencia de una dada secuencia accidental potencial, y

C [curie] es la actividad del I131 contenido en los productos de fisión liberados, si ocurriese la
secuencia accidental.

Como en una instalación, en general, pueden concebirse k secuencias accidentales potenciales


resulta, de lo anterior, que a la j-ésima secuencia accidental potencial de una instalación de
interés, le corresponde una triupla:

Ri - Fi - Ci con 1≤ j ≤ k.

El criterio establece que ninguna de las k secuencias accidentales potenciales de la


instalación bajo estudio debe tener un riesgo asociado Rj que supere a un riesgo límite R0
para que tal instalación sea aceptada desde el punto de vista de la seguridad. El riesgo
límite es R0 = 1curie/año.

Graficando la función F = R = f (C) en un plano log-log (tomando a R como parámetro y haciendo


C
R=R0) se tiene la línea límite originalmente propuesta por Farmer en la época citada.

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LINEA LÍMITE DE FARMER

10 0

10 -1

10 -2
FRECUENCIA ANUAL

A2
10 -3

A1
10 -4
R2

10 -5
R1 R0

10 -6

10 -7
10 1 10 2 10 3 10 4 10 5 10 6 10 7

ACTIVIDAD DE I 131 (Ci)

Figura 1

De acuerdo a lo expresado, la línea límite original resulta ser una línea de riesgo constante e
igual a R0 con una pendiente de valor -1 en el plano log-log.

Si en la función F= f( C ) se toma R < R0 se tendrán líneas de riesgo constante cuyos valores


de R asociados, no superan el límite admitido; si en cambio se toma R > R0 ocurre lo contrario.

Como, por otra parte, la j-ésima secuencia accidental potencial asociada a una instalación bajo
estudio está representada en la Figura N°1 por un punto Ai de coordenadas [Fi - Ci] resulta que
si por Ai pasa una línea de riesgo Ri < R0 tal secuencia accidental le corresponde un riesgo
menor que el límite, y por lo tanto la secuencia es aceptable desde el punto de vista de la
seguridad; en caso contrario no lo es. Se tienen, entonces, dos regiones en el plano log-log
separadas por la línea límite, tales que la inferior es una región aceptable desde el punto de
vista del riesgo radiológico, mientras que la superior no lo es.

Por ejemplo (ver Figura 1) supóngase tener una instalación modelada por dos secuencias
accidentales:

♦ la secuencia S1 representada por A1 [F1=10-4 año-1; C1=102 curie] y

♦ la secuencia S2 representada por A2 [F2=10-3 año-1; C2=104 curie]

puede verse que S1 tiene asociado un riesgo R1= 10-2 curie/año puesto que A1 se sitúa sobre la
línea que corresponde a este riesgo (lo que puede verificarse teniendo en cuenta que R1= F1.
C1 = 10-4 x 102 curie/ año = 10-2 curie/ año); en cambio la secuencia representada por A2 tiene
asociado un riesgo R2= 10 curie/año, por razones análogas a las anteriores.

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Como R1= 10-2 curie/año < 1curie/año en tanto que R2= 10 curie/año>1curie/año resulta que la
primera secuencia accidental es aceptable pero la segunda no.

La hipotética instalación -de acuerdo al criterio de Farmer- no es, entonces, aceptable. Para
que fuese aceptable, también debería ser R2 ≤ 1curie/año lo que podría lograrse mediante
modificaciones de diseño u operación introducidas a la instalación original, siempre que las
características de ésta lo permitan.

La línea límite de Farmer original experimentó, posteriormente, diversas modificaciones una de


las cuales se muestra en la Figura 1 como una línea de trazo continuo; esta línea límite
coincide con la original excepto en su tramo superior, el que es curvo y aplanado. Este tramo -
que surge de una limitación que se impone a la función F= f( C ) en el plano log-log- no
corresponde a un riesgo constante y se justifica porque no es deseable tolerar instalaciones
en las cuales podrían ocurrir frecuentes accidentes, aún cuando sus implicancias radiológicas
fuesen poco significativas.

6.2 Criterio de la Simple y Doble Falla

El criterio de la simple y doble falla -de origen canadiense- considera que en una instalación
(central nuclear o reactor de investigación) pueden definirse dos categorías de fallas, a saber:

♦ falla simple: falla que ocurre en uno cualquiera de los sistemas de proceso de la instalación.

♦ falla doble: fallas simultáneas que ocurren la una en uno cualquiera de los sistemas de
proceso de la instalación y la otra en uno cualquiera de los sistemas de seguridad de la
misma.

Para cada categoría de falla, se admiten una máxima frecuencia de fallas y máximas dosis
individuales y colectivas.

Tales valores máximos se expresan en la siguiente tabla:

Categoría Frecuencia Condiciones Dosis individual Dosis colectiva


máxima meteorológicas máxima máxima
admitida supuestas admitida admitida
La peor condición local 5x10-3 Sv 102 Sv-hombre
Falla simple 1 en 3 años o en su (cuerpo entero)
defecto la condición f 3x10-2 Sv 102 Sv-tiroides
de Pasquill (tiroides)
La peor condición local 0,25 Sv 104 Sv-hombre
Falla doble 1 en 3000 años o en su (cuerpo entero)
defecto la condición f 2,5 Sv 104 Sv-tiroides
de Pasquill (tiroides)

Según este criterio, para que una instalación de interés resulte aceptable desde el punto de
vista de la seguridad, las frecuencias de las eventuales fallas simples o dobles que en la misma
pudieran ocurrir así como las correspondientes consecuencias radiológicas (dosis individuales
y colectivas) de estas fallas en la población, no deben superar los respectivos valores
indicados.

6.3 CRITERIO DE ACEPTACIÓN ARGENTINO

La Autoridad Regulatoria Nuclear de la Argentina ha establecido un criterio de aceptación que


se basa en la concepción probabilística del riesgo radiológico individual y que emplea la

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filosofía subyacente del sistema de limitación de dosis usado con fines de protección
radiológica, recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (acrónimo
en Inglés: ICRP).

El objetivo del criterio es limitar el riesgo individual asociado a exposiciones potenciales, a


valores del mismo orden de magnitud que el riesgo individual asociado a las exposiciones
normales que ocurren corrientemente en las instalaciones o prácticas.

El criterio establece que en el diseño u operación de una instalación o de una práctica, se debe
prevenir la ocurrencia de accidentes así como mitigar sus consecuencias radiológicas en el
caso de que éstas ocurran, tanto para miembros del público como para los trabajadores
correspondientes.

Para estimar el riesgo se debe identificar el conjunto de secuencias accidentales previsibles


con implicancias radiológicas para miembros del público o para los trabajadores -según
corresponda- y, posteriormente, se debe calcular las probabilidades anuales de ocurrencia de
tales secuencias, así como las dosis efectivas en el grupo crítico del público o en el trabajador
más expuesto -según sea el caso- resultantes de las respectivas exposiciones potenciales.

En el caso del público, al calcularse las dosis efectivas se debe tener en cuenta las condiciones
meteorológicas y su probabilidad de ocurrencia y no se debe tener en cuenta, en cambio, la
eventual aplicación de contramedidas.

También el criterio dice que puede simplificarse el tratamiento de las secuencias accidentales
eligiendo a una secuencia accidental para representar a un grupo de ellas. En este caso debe
seleccionarse aquella secuencia accidental que dé lugar a la peor consecuencia radiológica de
las del grupo, y su probabilidad anual de ocurrencia resultará de la suma de las probabilidades
anuales de ocurrencia de las secuencias accidentales que componen el grupo.

La identificación de las secuencias accidentales y el cálculo de las probabilidades anuales de


ocurrencia se efectúan aplicando las técnicas del árbol de eventos y del árbol de fallas, lo que
incluye la utilización de métodos adecuados para la determinación exhaustiva de los eventos
iniciantes a considerar. El análisis debe tener en cuenta todas las fallas previsibles (incluyendo
las fallas dependientes) las acciones humanas, los procedimientos de mantenimiento y prueba
de dispositivos, etc.; además, los parámetros de confiabilidad (tasas de fallas, tiempos de
operación, etc.) que se refieran tanto a sistemas tecnológicos como a acciones humanas y que
se necesiten para estos cálculos deben obtenerse experimentalmente cuando sea posible o, en
su defecto, validarse o justificarse con fundamento.

Finalmente, el criterio establece que para el caso de accidentes con consecuencias


radiológicas para el público, ninguna secuencia accidental debe tener una probabilidad anual
de ocurrencia que graficada en función de la dosis efectiva, resulte en un punto ubicado en la
zona no aceptable de la “curva criterio para el público” (ver Figura 2); de igual manera
establece que para el caso de accidentes con consecuencias radiológicas para los
trabajadores, ninguna secuencia accidental debe tener una probabilidad anual de ocurrencia
que graficada en función de la dosis efectiva, resulte en un punto ubicado en la zona no
aceptable de la “curva criterio para los trabajadores” (ver Figura 3).

Si en el caso del público o de los trabajadores el número N de secuencias accidentales fuese


mayor que 10, los valores de la escala de ordenadas de la respectiva “curva criterio” deben ser
divididos por la relación N/10 antes de graficar a cada punto representativo de cada una de las
secuencias de que se trate.

310
CURVA CRITERIO PARA EL PÚBLICO

Figura 2

CURVA CRITERIO PARA LOS TRABAJADORES

Figura 3

311
Las dos curvas criterio presentadas se aplican, entonces, la una a la evaluación de los
eventuales accidentes radiológicos que involucren al público y la otra a los que involucren a los
trabajadores. En ambas curvas se utiliza el concepto de riesgo individual y se imponen sendos
límites a los valores de tales riesgos.

El criterio de aceptación argentino define técnicamente al riesgo individual como la probabilidad


de que en un dado período, un individuo se exponga accidentalmente a radiaciones ionizantes
y fallezca debido a tal exposición.

Siendo los sucesos:

X= “exposición” y

F = “fallecimiento atribuible a la exposición”

el riesgo individual R asociado a un accidente radiológico potencial es, por definición:

R = P(X • F)

siendo X • F el suceso intersección de los sucesos “exposición” y “fallecimiento atribuible a la


exposición”.

Teniendo en cuenta que

P(X • F) = P(X) . P(F / X)

resulta

R = P(X) . P(F / X)

siendo

P(X) : la probabilidad de exposición del individuo, incurriendo en una dosis efectiva E.

P(F / X) : la probabilidad de fallecimiento atribuible del individuo, después de haberse expuesto


y por ende incurrido en una dosis efectiva E.

La probabilidad P(X) depende de diversos factores como, por ejemplo, las características
tecnológicas de la instalación o práctica de que se trate, las peculiaridades del emplazamiento
(topogáficas, meteorológicas, etc.) la ubicación de las personas (público o trabajadores)
asociadas, etc.

La probabilidad condicional P(F / X), en cambio, es función de la dosis E incurrida por el


individuo expuesto; es decir:

P(F / X) = f(E)

Esta probabilidad aumenta al principio de manera lineal en el dominio de dosis de hasta 1 Sv


aproximadamente -con una pendiente α ≅ 5 x10-2 Sv-1- y luego de manera empinadamente
sigmoidea para dosis mayores que 1 Sv hasta alcanzar valores cercanos a la unidad para dosis
del orden de 6 Sv o mayores.

Resulta, entonces, que el riesgo individual puede expresarse como sigue:

R = P(X) . P(F / X) = P(X) . f(E)

En relación con una instalación o práctica, en general pueden ocurrir N secuencias


accidentales cada una de las cuales tiene asociado un riesgo individual dado; así, a la j-ésima
secuencia accidental le corresponde un riesgo:

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Rj = P(X j) . f(Ej)

Suponiendo que la ocurrencia de una cualquiera de las N secuencias accidentales excluye la


ocurrencia de las otras (secuencias accidentales disjuntas) el riesgo individual total RT asociado
a las N secuencias accidentales puede calcularse con la siguiente relación:

RT = ∑R j
N

de la cual se tiene:

R T = ∑ P(Xj) . f(Ej)
N

De acuerdo a lo expresado oportunamente, el criterio de aceptación argentino limita el riesgo


individual asociado a exposiciones potenciales, al mismo orden de magnitud que el riesgo
individual asociado a exposiciones normales, empleando la filosofía subyacente del sistema de
limitación de dosis recomendado por el ICRP. Siguiendo estas recomendaciones y teniendo en
cuenta, además, las limitaciones de las metodologías empleadas para evaluar la seguridad
(v.g. el Análisis Probabilístico de Seguridad) la Autoridad Regulatoria Nuclear ha limitado el
riesgo radiológico individual en el caso del público, al valor RT = 10-6 por año (valor
correspondiente al grupo crítico del público) y en el caso de los trabajadores, al valor RT = 10-5
por año (valor correspondiente al trabajador más expuesto).

También la Autoridad Regulatoria Nuclear estima que con N=10 secuencias accidentales se
contempla todos los accidentes potenciales significativos de una instalación o práctica; si fuese
N<10 pueden igualmente utilizarse las “curvas criterio” antes mostradas sin modificación
alguna, ya que esta situación es más conservativa, a favor de la seguridad, que para el caso de
N=10; en cambio si N>10, los valores de la escala de ordenadas de las “curvas criterio” deben
ser divididos por la relación N/10 antes de graficar a los puntos representativos de las
secuencias accidentales de que se trate.

Considerando, entonces, N=10 y RT = 10-6 por año para el público o RT = 10-5 por año para los
trabajadores, y dado que tanto para el público como para los trabajadores se cumple la
relación:

RT = ∑R j
N

se adopta como valor máximo para la contribución Rj de cada accidente radiológico potencial
al riesgo total RT, el valor Rj = 10-7 por año para el caso del público y el valor Rj = 10-6 por año
para el caso de los trabajadores; con estos valores de los Rj no se exceden los límites previos
de RT = 10-6 por año para el público o RT = 10-5 por año para los trabajadores, respectivamente
(puede corroborarse ahora lo antes afirmado sobre las situaciones en las que el número de
secuencias accidentales es N<10 ó N>10).

Retomando la expresión genérica del riesgo:

R = P(X) . f(E)

puede verse que considerando a P(X) y E como variables y a R como un parámetro, se tiene la
función:

R
P( X ) =
f (E)

Adoptando para el público R = 10-7 por año y para los trabajadores R = 10-6 por año, resultan
las funciones:

313
10 −7 10 −6
P( X ) = y P( X ) =
f (E) f (E)

Graficando estas funciones en sendos planos “probabilidad - dosis” (log-log) se tienen las
“curvas criterio” para el público y los trabajadores, respectivamente, antes mostradas (ver
Figuras 2 y 3).

Ambas curvas son relaciones entre la probabilidad anual de ocurrencia de una exposición
potencial y la correspondiente dosis efectiva incurrida por el individuo más expuesto (grupo
crítico en el caso del público, o trabajador más expuesto en el caso de los trabajadores).

En ambas “curvas criterio” se distinguen 4 tramos, a saber:

♦ un tramo horizontal superior: estos tramos -que resultan de truncar las funciones anteriores
en el valor P(X) = 10-2- indican que la Autoridad Regulatoria Nuclear no acepta instalaciones
o prácticas donde podrían ocurrir accidentes radiológicos con probabilidades elevadas,
independientemente de las dosis involucradas.

♦ un primer tramo oblicuo: estos tramos -con pendiente negativa de 45° en el plano log-log-
corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) es lineal con una pendiente α ≅ 5 x10 -2 Sv-1.

♦ un segundo tramo oblicuo: estos tramos corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) es
sigmoidea, lo que en rigor implicaría que estos tramos también fuesen sigmoideos en el
plano log-log; sin embargo la Autoridad Regulatoria Nuclear, por simplicidad, decidió
aproximarlos (de manera conservativa) por sendas rectas trazadas en el plano log-log tal
como se indica en las Figuras 2 y 3.

♦ un tramo horizontal inferior: estos tramos corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) ≅ 1
(dosis del orden de 6 Sv o mayores).

De lo visto hasta aquí surge que las “curvas criterio” pueden considerarse curvas “isorriesgo”(1)
en todos sus tramos excepto en los tramos horizontales superiores, porque todos los puntos de
los tramos oblicuos y de los tramos horizontales inferiores tienen asociados valores de riesgo
constantes cuales son 10-7 para el público y 10-6 para los trabajadores; los puntos de los tramos
horizontales superiores, en cambio, tienen asociados valores de riesgos menores que 10-7 o
106 - según se trate de público o trabajadores - por lo que si bien no son tramos “isorriesgo”, la
situación es conservativa a favor de la seguridad.

Las “curvas criterio” limitan, en sus respectivos planos “probabilidad - dosis”, dos regiones
identificadas como “aceptable” y “no aceptable” (ver Figuras 2 y 3).

Todos los puntos de las regiones “aceptable” tienen asociados valores de riesgo menores que
10-7 o 10-6 (según se trate de público o trabajadores), mientras que los puntos de las regiones
“no aceptable” tienen asociados respectivos valores de riesgo mayores. En efecto; si para el
caso del público en la función:

R
P( X ) =
f (E)

se asignan a R valores tales que R < 10-7 se tendrán curvas “isorriesgo” que se sitúan en la zona
“aceptable”; si en cambio se toma R > 10-7 se tendrán curvas “isorriesgo” situadas en la zona “no
aceptable”; para el caso de los trabajadores la situación es análoga, salvo que se toma R < 10-6 o
R > 10-6. Asimismo, todas las curvas “isorriesgo” están truncadas en el valor P(X) = 10-2.

En las “curvas criterio”, cada accidente radiológico potencial de una instalación o práctica está
representado por un punto Aj (con 1 ≤ j ≤ N) cuyas coordenadas son [ P(Xj) - Ej ]. Entonces, si

(1)
Término propuesto por el presente autor.

314
para el caso del público se tienen Np secuencias accidentales y para el caso de los trabajadores
Nt secuencias accidentales, se tendrán, a su vez, una “constelación” de Np puntos Aj y otra de
Nt puntos Aj constelaciones éstas que pueden representarse en los planos de las respectivas
“curvas criterio”.

Si en el caso del público (trabajadores) un punto Ai se sitúa en la zona “aceptable”, significa


que por él pasa una curva “isorriesgo” de riesgo Ri ≤ 10-7 (10-6) y por lo tanto la secuencia
accidental asociada es admisible desde el punto de vista de la seguridad; en caso contrario no
lo es.

A modo de ejemplo considérese una hipotética central nuclear, para la cual -según la norma AR
3.1.3 “Criterios Radiológicos Relativos a Accidentes en Centrales Nucleares” de la Autoridad
Regulatoria Nuclear- corresponde sólo aplicar la “curva criterio” para el público.

De acuerdo al criterio de aceptación argentino la central es aceptada -desde el punto de vista


de la seguridad- sólo si todos los puntos Ai, al ser graficados, se encuentran dentro de la zona
“aceptable” (puesto que de esta manera no se supera el riesgo total RT ≤ 10-6 en un año); en
cambio si uno o más puntos Ai se ubican en la región “no aceptable”, entonces la central es
rechazada.

Así, si la hipotética central estuviese modelada por los siguientes accidentes potenciales:

♦ la secuencia S1 representada por A1 [P(X1) = 10-4 ; E1 = 2x10-2 Sv]


♦ la secuencia S 2 representada por A2 [P(X2) = 10-5 ; E2 = 3x10 -3 Sv]
♦ la secuencia S3 representada por A3 [P(X3) = 5x10-6 ; E3 = 10 -1 Sv]
♦ la secuencia S4 representada por A4 [P(X4) = 4x10 -4 ; E4 = 10 -3 Sv]
♦ la secuencia S5 representada por A5 [P(X5) = 5x10 -5 ; E5 = 2,5x10 -1 Sv]
♦ la secuencia S6 representada por A6 [P(X6) = 6x10 -7 ; E6 = 2 Sv]

entonces la constelación de puntos Aj sería:

10-1

10-2
DE SECUENCIAS ACCIDENTALES

NO ACEPTABLE
PROBABILIDAD ANUAL

-3
10

A4 A1
10-4
A5

10-5
A2
A3
10-6
A6

10-7

10-8
10-4 10-3 10-2 10-1 100 101 102

DOSIS EFECTIVA (Sv)

Figura 4

315
Puede verse, en la Figura 4, que los puntos A1 y A6 se encuentran sobre la “curva criterio”, que
los puntos A2 A3 y A4 se ubican dentro de la zona “aceptable” y que, en cambio, el punto A5 se
sitúa en la zona “no aceptable”; por lo tanto, todas las secuencias accidentales son aceptables,
excepto la S5.

Por esta razón -y de acuerdo al criterio de aceptación argentino- la hipotética central nuclear
debe ser rechazada. Para que fuese aceptada sería necesario “introducir” al punto A5 también
dentro de la zona “aceptable”, lo que se lograría modificando los valores de P(X5) o de E5; esto,
a su vez, puede lograrse obrando sobre las causas que inciden en estos valores como, por
ejemplo, efectuando modificaciones de diseño u operación a la central original (agregando o
mejorando algún sistema de seguridad, reentrenando a operadores con mayor frecuencia, etc.).

Ocasionalmente, podría ocurrir que se tuviese una constelación de puntos Aj tal que RT ≤ 10-6 y
sin embargo la central nuclear correspondiente no cumpliría el criterio de aceptación argentino.

Por ejemplo, si se tuviesen solo tres accidentes potenciales A1 , A2 y A3 con riesgos asociados
R1 = 3 x 10-8 , R2 = 10-7 y R3 = 6 x 10-7 resultaría:

R T = ∑ R j = R1 + R2 + R3 = 3 x 10 + 10 + 6 x 10 = 7,3 x 10 < 10
-8 -7 -7 -7 -6

no obstante, como el punto A3 se encuentra en la zona “no aceptable” de la “curva criterio” para
el público, la instalación debe ser rechazada a pesar de que RT < 10-6; nuevamente, para
tornarla aceptable debería “introducirse” al punto A3 tal como se indicó.

El último ejemplo muestra, una vez más, cuán conservativo es el criterio de aceptación
argentino en lo que a la seguridad se refiere.

En resumen, el criterio de aceptación argentino permite tomar decisiones no solo en el sentido


de aceptar o rechazar a una central nuclear desde el punto de vista de la seguridad, sino
también en el sentido de cómo modificarla para tornarla aceptable, en el caso de resultar
inicialmente rechazada; esta propiedad del criterio alcanza, obviamente, a otras instalaciones o
prácticas pertinentes.

Existen situaciones donde corresponde utilizar conjuntamente las “curvas criterio” para el
público y para los trabajadores como es el caso, por ejemplo, de un reactor de investigación
(ver la norma AR 4.1.3 “Criterios Radiológicos Relativos a Accidentes” de la Autoridad
Regulatoria Nuclear). En este ejemplo, el reactor de investigación es aceptado sólo si todos los
puntos Aj de las constelaciones del público y de los trabajadores se ubican en las respectivas
zonas “aceptable” de las “curvas criterio” correspondientes. Basta que uno o más puntos en
cualquier curva o en ambas se sitúen en las zonas “no aceptable” para que la instalación sea
rechazada; en el caso de ser rechazada se puede proceder -sobre una cualquiera o ambas
curvas- como ya se explicó, para lograr que la instalación sea aceptable.

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