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Riesgo Radiológico en El Caso de Exposiciones Potenciales
Riesgo Radiológico en El Caso de Exposiciones Potenciales
de exposiciones potenciales
Chiossi, C.E.
Chiossi, C.E.
1. INTRODUCCIÓN
Todas las actividades realizadas por el hombre a los efectos de obtener algún beneficio
material implican, inevitablemente, riesgos de producir efectos dañinos en los individuos o en la
sociedad. Así, actividades tales como las industriales, comerciales, deportivas, turísticas, etc.
propenden, por un lado, a mejorar las condiciones de la vida diaria de las personas pero
conllevan, por el otro, la posibilidad de ocurrencia de accidentes con consecuencias no
deseadas para las mismas. Los riesgos a que están sometidas las personas no solo devienen
de las actividades imputables al hombre sino también de la eventual ocurrencia de sucesos
naturales tales como fenómenos telúricos (terremotos, erupciones volcánicas etc.), fenómenos
meteorológicos (huracanes, tornados, etc.) epidemias (cólera, tifus, etc.) y otros. Resulta
entonces, que los riesgos son componentes normales de la vida que pueden ser, en muchos
casos, notoriamente reducidos pero nunca por completo eliminados. El conocimiento de estos
riesgos ayuda a tomar decisiones sobre asuntos que hacen a la seguridad particular y colectiva
de las personas, en el marco de situaciones de carácter natural o imputables al hombre que
pudieren acontecer.
2. CONCEPTO DE RIESGO
Si bien no existe una definición universal de riesgo, conceptualmente las distintas definiciones
técnicas del riesgo se basan, en general, en los siguientes aspectos:
♦ es posible concebir eventuales daños para las personas debidos a los sucesos peligrosos,
en el caso que éstos efectivamente ocurran (daños a la salud, al patrimonio, etc. que son
denominados consecuencias accidentales).
Como ejemplo de lo expuesto, considérese el caso de varias personas que deciden emprender
un viaje en automóvil. El viaje se hará por una carretera determinada y durará un cierto tiempo.
A priori del inicio del viaje es posible concebir que durante el mismo, el automóvil podría chocar
contra un objeto (otro automóvil, un árbol, una máquina vial, etc.) en algún lugar de la carretera
y que como consecuencia del impacto los pasajeros podrían sufrir daños físicos (contusiones,
heridas o, aún, la muerte).
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Resulta, entonces, que los sucesos:
El riesgo de los pasajeros resulta ,entonces, no solo del hecho de que durante el desarrollo del
viaje los sucesos A y C sean concebibles sino ,además, de que la ocurrencia de ellos es
incierta. Si los sucesos A y C no fuesen concebibles o siendo concebibles se estuviese bajo
condiciones de certeza en relación con la ocurrencia o no de los mismos, no habría riesgo para
los pasajeros porque estos sabrían de antemano que si viajan, o bien nada les podría pasar -con
lo cual harían el viaje- o bien sufrirían daños inevitablemente, por lo que entonces no viajarían.
Dado que los sucesos A y C son concebibles y que, además, es imposible eliminar las
incertidumbres acerca de la ocurrencia de los mismos, el riesgo siempre existe y lo único que
puede hacerse es disminuirlo a niveles tolerables, actuando sobre la naturaleza del sistema
considerado (v.g. sobre los medios técnicos de seguridad del automóvil, sobre las condiciones
de la carretera, sobre los factores humanos involucrados, etc.)
Brevemente, puede decirse que el riesgo está asociado con el peligro, con el daño y con la
incertidumbre, y que para disminuirlo es necesario obrar sobre estos aspectos constituyentes
del mismo.
Dado que las actividades realizadas por el hombre o la ocurrencia de sucesos naturales
implican, inevitablemente, riesgos de producir efectos dañinos en los individuos o en la
sociedad, el riesgo puede concebirse desde el punto de vista individual o desde el social.
Para ilustrar acerca del riesgo individual y del riesgo social, considérese el caso de una ciudad
hipotética (sistema de referencia) en relación con la cual se desea establecer el riesgo
individual y social de muerte por accidentes automovilísticos. Al respecto, un modelo posible de
aplicación es el que contempla las siguientes definiciones técnicas del riesgo:
N fatalidades
F
R =
∆t unidad de tiempo
riesgo social:
S
RS fatalidades
riesgo individual: RI = persona − unidad de tiempo
N
E
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El riesgo social puede expresarse de la siguiente forma:
NF NA NF
RS = = = F ⋅M
∆t ∆t NA
donde:
N A accidentes
F=
∆t unidad de tiempo
es la frecuencia de accidentes, y
NF fatalidades
M= accidentes es la magnitud de los accidentes.
NA
En este modelo, entonces, el riesgo social puede interpretarse como una frecuencia de
fatalidades o como el producto de una frecuencia de accidentes y de la magnitud de tales
accidentes.
En este modelo, entonces, el riesgo individual puede interpretarse como el cociente entre la
probabilidad de que una persona (habitante de la ciudad) sufra una fatalidad en un período ∆t
de referencia, y este período.
resulta entonces:
Con modelos similares podría evaluarse los riesgos individual y social correspondientes a otros
tipos de daños tales como heridas no mortales o pérdidas económicas.
En el presente ejemplo, el conocimiento de los valores de los riesgos individual y social ayudan
a tomar decisiones sobre asuntos que hacen a la seguridad particular y colectiva de las
personas, en relación con el tránsito automotor de la hipotética ciudad considerada.
Así, un habitante de la ciudad en conocimiento del valor del riesgo individual antes calculado
podría decidir aceptarlo sin más, o disminuirlo tomando medidas tales como desplazarse en
modernos (y por tanto más seguros) automóviles, residir y trabajar en zonas suburbanas, o
directamente mudarse a otra ciudad.
305
Por otra parte, la autoridad municipal en conocimiento del valor del riesgo social antes
calculado podría, asimismo, decidir aceptarlo sin más, o disminuirlo tomando medidas tales
como promover una campaña de educación vial, mejorar las condiciones de circulación
peatonal y vehicular en la ciudad, o modificar las normas de tránsito (límites de velocidad,
régimen de multas, etc.).
El riesgo asociado a un sistema de interés puede -de acuerdo a lo visto- ser definido
cuantitativamente, es decir, calculado en términos objetivos. Sin embargo se ha observado que
cuando diferentes personas efectúan estimaciones subjetivas del riesgo -con referencia a un
mismo sistema de interés y en base a un mismo concepto de riesgo- tales estimaciones
pueden diferir substancialmente entre sí o con respecto al valor objetivo correspondiente.
Algunos aspectos que influyen en la percepción del riesgo son los siguientes:
♦ un gran número de accidentes de un mismo tipo atrae más la atención que similar número
de accidentes de distinta naturaleza, aunque las consecuencias globales sean análogas.
♦ un accidente aislado que resulte en un gran número de fatalidades es tenido en cuenta con
más detenimiento que un gran número de accidentes con pocas fatalidades cada uno de
ellos.
♦ los accidentes que implican consecuencias inmediatas causan más inquietud que aquellos
cuyas consecuencias se manifiestan mucho tiempo después de ocurridos.
♦ los riesgos asociados con sucesos no deseados son mucho menos aceptados que los
asociados con sucesos anhelados.
La percepción del riesgo es una cuestión que puede incidir en el proceso de toma de
decisiones acerca de la aceptación de los riesgos asociados a las actividades humanas,
cuando son comparados con los beneficios que de éstas se derivan.
5. RIESGO RADIOLÓGICO
En lo que sigue se tratará, solamente, el tema del riesgo radiológico en el caso de exposiciones
potenciales asociadas con prácticas que involucren instalaciones tales como centrales
nucleares, reactores de investigación, o repositorios de residuos radiactivos. Estas
instalaciones contienen fuentes de radiación de envergadura como ser el núcleo de un reactor,
un depósito de elementos combustibles irradiados, etc. por lo que dichas instalaciones deben
diseñarse, construirse y operarse de tal manera que resulten seguras, es decir, aceptables
desde el punto de vista del riesgo radiológico.
Las instalaciones consideradas son sistemas tecnológicos de alta complejidad en las cuales
pueden ocurrir -eventualmente- sucesos accidentales de carácter aleatorio (v.g. rotura de
elementos combustibles irradiados, fallas de equipos o dispositivos técnicos, errores humanos
de operación, etc.) que, a su vez, podrían causar la exposición de personas a radiaciones
ionizantes. Este tipo de exposición -que también es un suceso de carácter aleatorio y por lo
tanto tiene asociada una dada probabilidad de ocurrencia- se denomina “exposición potencial”.
306
En el caso de exposiciones potenciales, el riesgo radiológico está asociado a dos sucesos
aleatorios: la eventual exposición de personas a radiaciones ionizantes y la eventual ocurrencia
de efectos dañinos en la salud de las mismas como consecuencia de la exposición.
No hay acuerdo universal acerca de las filosofías y metodologías de seguridad en que estos
estudios se fundamentan, por lo que diferentes países hacen diferentes estudios de seguridad,
aún tratándose de instalaciones análogas. No obstante, tales estudios requieren contar con
criterios de aceptación del riesgo radiológico que permitan evaluar los respectivos riesgos
radiológicos asociados a las instalaciones de interés, criterios que, consecuentemente, resultan
diferentes entre sí.
A continuación se verán algunos de los criterios de aceptación del riesgo radiológico que fueron
desarrollados con este fin.
En el año 1967, F.R. Farmer propuso un criterio de aceptación cuyos conceptos fundamentales
subyacentes, inauguraron lo que podría llamarse la “era probabilística” de la seguridad nuclear.
donde:
C [curie] es la actividad del I131 contenido en los productos de fisión liberados, si ocurriese la
secuencia accidental.
Ri - Fi - Ci con 1≤ j ≤ k.
307
LINEA LÍMITE DE FARMER
10 0
10 -1
10 -2
FRECUENCIA ANUAL
A2
10 -3
A1
10 -4
R2
10 -5
R1 R0
10 -6
10 -7
10 1 10 2 10 3 10 4 10 5 10 6 10 7
Figura 1
De acuerdo a lo expresado, la línea límite original resulta ser una línea de riesgo constante e
igual a R0 con una pendiente de valor -1 en el plano log-log.
Como, por otra parte, la j-ésima secuencia accidental potencial asociada a una instalación bajo
estudio está representada en la Figura N°1 por un punto Ai de coordenadas [Fi - Ci] resulta que
si por Ai pasa una línea de riesgo Ri < R0 tal secuencia accidental le corresponde un riesgo
menor que el límite, y por lo tanto la secuencia es aceptable desde el punto de vista de la
seguridad; en caso contrario no lo es. Se tienen, entonces, dos regiones en el plano log-log
separadas por la línea límite, tales que la inferior es una región aceptable desde el punto de
vista del riesgo radiológico, mientras que la superior no lo es.
Por ejemplo (ver Figura 1) supóngase tener una instalación modelada por dos secuencias
accidentales:
puede verse que S1 tiene asociado un riesgo R1= 10-2 curie/año puesto que A1 se sitúa sobre la
línea que corresponde a este riesgo (lo que puede verificarse teniendo en cuenta que R1= F1.
C1 = 10-4 x 102 curie/ año = 10-2 curie/ año); en cambio la secuencia representada por A2 tiene
asociado un riesgo R2= 10 curie/año, por razones análogas a las anteriores.
308
Como R1= 10-2 curie/año < 1curie/año en tanto que R2= 10 curie/año>1curie/año resulta que la
primera secuencia accidental es aceptable pero la segunda no.
La hipotética instalación -de acuerdo al criterio de Farmer- no es, entonces, aceptable. Para
que fuese aceptable, también debería ser R2 ≤ 1curie/año lo que podría lograrse mediante
modificaciones de diseño u operación introducidas a la instalación original, siempre que las
características de ésta lo permitan.
El criterio de la simple y doble falla -de origen canadiense- considera que en una instalación
(central nuclear o reactor de investigación) pueden definirse dos categorías de fallas, a saber:
♦ falla simple: falla que ocurre en uno cualquiera de los sistemas de proceso de la instalación.
♦ falla doble: fallas simultáneas que ocurren la una en uno cualquiera de los sistemas de
proceso de la instalación y la otra en uno cualquiera de los sistemas de seguridad de la
misma.
Para cada categoría de falla, se admiten una máxima frecuencia de fallas y máximas dosis
individuales y colectivas.
Según este criterio, para que una instalación de interés resulte aceptable desde el punto de
vista de la seguridad, las frecuencias de las eventuales fallas simples o dobles que en la misma
pudieran ocurrir así como las correspondientes consecuencias radiológicas (dosis individuales
y colectivas) de estas fallas en la población, no deben superar los respectivos valores
indicados.
309
filosofía subyacente del sistema de limitación de dosis usado con fines de protección
radiológica, recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (acrónimo
en Inglés: ICRP).
El criterio establece que en el diseño u operación de una instalación o de una práctica, se debe
prevenir la ocurrencia de accidentes así como mitigar sus consecuencias radiológicas en el
caso de que éstas ocurran, tanto para miembros del público como para los trabajadores
correspondientes.
En el caso del público, al calcularse las dosis efectivas se debe tener en cuenta las condiciones
meteorológicas y su probabilidad de ocurrencia y no se debe tener en cuenta, en cambio, la
eventual aplicación de contramedidas.
También el criterio dice que puede simplificarse el tratamiento de las secuencias accidentales
eligiendo a una secuencia accidental para representar a un grupo de ellas. En este caso debe
seleccionarse aquella secuencia accidental que dé lugar a la peor consecuencia radiológica de
las del grupo, y su probabilidad anual de ocurrencia resultará de la suma de las probabilidades
anuales de ocurrencia de las secuencias accidentales que componen el grupo.
310
CURVA CRITERIO PARA EL PÚBLICO
Figura 2
Figura 3
311
Las dos curvas criterio presentadas se aplican, entonces, la una a la evaluación de los
eventuales accidentes radiológicos que involucren al público y la otra a los que involucren a los
trabajadores. En ambas curvas se utiliza el concepto de riesgo individual y se imponen sendos
límites a los valores de tales riesgos.
X= “exposición” y
R = P(X • F)
resulta
R = P(X) . P(F / X)
siendo
La probabilidad P(X) depende de diversos factores como, por ejemplo, las características
tecnológicas de la instalación o práctica de que se trate, las peculiaridades del emplazamiento
(topogáficas, meteorológicas, etc.) la ubicación de las personas (público o trabajadores)
asociadas, etc.
P(F / X) = f(E)
312
Rj = P(X j) . f(Ej)
RT = ∑R j
N
de la cual se tiene:
R T = ∑ P(Xj) . f(Ej)
N
También la Autoridad Regulatoria Nuclear estima que con N=10 secuencias accidentales se
contempla todos los accidentes potenciales significativos de una instalación o práctica; si fuese
N<10 pueden igualmente utilizarse las “curvas criterio” antes mostradas sin modificación
alguna, ya que esta situación es más conservativa, a favor de la seguridad, que para el caso de
N=10; en cambio si N>10, los valores de la escala de ordenadas de las “curvas criterio” deben
ser divididos por la relación N/10 antes de graficar a los puntos representativos de las
secuencias accidentales de que se trate.
Considerando, entonces, N=10 y RT = 10-6 por año para el público o RT = 10-5 por año para los
trabajadores, y dado que tanto para el público como para los trabajadores se cumple la
relación:
RT = ∑R j
N
se adopta como valor máximo para la contribución Rj de cada accidente radiológico potencial
al riesgo total RT, el valor Rj = 10-7 por año para el caso del público y el valor Rj = 10-6 por año
para el caso de los trabajadores; con estos valores de los Rj no se exceden los límites previos
de RT = 10-6 por año para el público o RT = 10-5 por año para los trabajadores, respectivamente
(puede corroborarse ahora lo antes afirmado sobre las situaciones en las que el número de
secuencias accidentales es N<10 ó N>10).
R = P(X) . f(E)
puede verse que considerando a P(X) y E como variables y a R como un parámetro, se tiene la
función:
R
P( X ) =
f (E)
Adoptando para el público R = 10-7 por año y para los trabajadores R = 10-6 por año, resultan
las funciones:
313
10 −7 10 −6
P( X ) = y P( X ) =
f (E) f (E)
Graficando estas funciones en sendos planos “probabilidad - dosis” (log-log) se tienen las
“curvas criterio” para el público y los trabajadores, respectivamente, antes mostradas (ver
Figuras 2 y 3).
Ambas curvas son relaciones entre la probabilidad anual de ocurrencia de una exposición
potencial y la correspondiente dosis efectiva incurrida por el individuo más expuesto (grupo
crítico en el caso del público, o trabajador más expuesto en el caso de los trabajadores).
♦ un tramo horizontal superior: estos tramos -que resultan de truncar las funciones anteriores
en el valor P(X) = 10-2- indican que la Autoridad Regulatoria Nuclear no acepta instalaciones
o prácticas donde podrían ocurrir accidentes radiológicos con probabilidades elevadas,
independientemente de las dosis involucradas.
♦ un primer tramo oblicuo: estos tramos -con pendiente negativa de 45° en el plano log-log-
corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) es lineal con una pendiente α ≅ 5 x10 -2 Sv-1.
♦ un segundo tramo oblicuo: estos tramos corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) es
sigmoidea, lo que en rigor implicaría que estos tramos también fuesen sigmoideos en el
plano log-log; sin embargo la Autoridad Regulatoria Nuclear, por simplicidad, decidió
aproximarlos (de manera conservativa) por sendas rectas trazadas en el plano log-log tal
como se indica en las Figuras 2 y 3.
♦ un tramo horizontal inferior: estos tramos corresponden al dominio de dosis en el cual f(E) ≅ 1
(dosis del orden de 6 Sv o mayores).
De lo visto hasta aquí surge que las “curvas criterio” pueden considerarse curvas “isorriesgo”(1)
en todos sus tramos excepto en los tramos horizontales superiores, porque todos los puntos de
los tramos oblicuos y de los tramos horizontales inferiores tienen asociados valores de riesgo
constantes cuales son 10-7 para el público y 10-6 para los trabajadores; los puntos de los tramos
horizontales superiores, en cambio, tienen asociados valores de riesgos menores que 10-7 o
106 - según se trate de público o trabajadores - por lo que si bien no son tramos “isorriesgo”, la
situación es conservativa a favor de la seguridad.
Las “curvas criterio” limitan, en sus respectivos planos “probabilidad - dosis”, dos regiones
identificadas como “aceptable” y “no aceptable” (ver Figuras 2 y 3).
Todos los puntos de las regiones “aceptable” tienen asociados valores de riesgo menores que
10-7 o 10-6 (según se trate de público o trabajadores), mientras que los puntos de las regiones
“no aceptable” tienen asociados respectivos valores de riesgo mayores. En efecto; si para el
caso del público en la función:
R
P( X ) =
f (E)
se asignan a R valores tales que R < 10-7 se tendrán curvas “isorriesgo” que se sitúan en la zona
“aceptable”; si en cambio se toma R > 10-7 se tendrán curvas “isorriesgo” situadas en la zona “no
aceptable”; para el caso de los trabajadores la situación es análoga, salvo que se toma R < 10-6 o
R > 10-6. Asimismo, todas las curvas “isorriesgo” están truncadas en el valor P(X) = 10-2.
En las “curvas criterio”, cada accidente radiológico potencial de una instalación o práctica está
representado por un punto Aj (con 1 ≤ j ≤ N) cuyas coordenadas son [ P(Xj) - Ej ]. Entonces, si
(1)
Término propuesto por el presente autor.
314
para el caso del público se tienen Np secuencias accidentales y para el caso de los trabajadores
Nt secuencias accidentales, se tendrán, a su vez, una “constelación” de Np puntos Aj y otra de
Nt puntos Aj constelaciones éstas que pueden representarse en los planos de las respectivas
“curvas criterio”.
A modo de ejemplo considérese una hipotética central nuclear, para la cual -según la norma AR
3.1.3 “Criterios Radiológicos Relativos a Accidentes en Centrales Nucleares” de la Autoridad
Regulatoria Nuclear- corresponde sólo aplicar la “curva criterio” para el público.
Así, si la hipotética central estuviese modelada por los siguientes accidentes potenciales:
10-1
10-2
DE SECUENCIAS ACCIDENTALES
NO ACEPTABLE
PROBABILIDAD ANUAL
-3
10
A4 A1
10-4
A5
10-5
A2
A3
10-6
A6
10-7
10-8
10-4 10-3 10-2 10-1 100 101 102
Figura 4
315
Puede verse, en la Figura 4, que los puntos A1 y A6 se encuentran sobre la “curva criterio”, que
los puntos A2 A3 y A4 se ubican dentro de la zona “aceptable” y que, en cambio, el punto A5 se
sitúa en la zona “no aceptable”; por lo tanto, todas las secuencias accidentales son aceptables,
excepto la S5.
Por esta razón -y de acuerdo al criterio de aceptación argentino- la hipotética central nuclear
debe ser rechazada. Para que fuese aceptada sería necesario “introducir” al punto A5 también
dentro de la zona “aceptable”, lo que se lograría modificando los valores de P(X5) o de E5; esto,
a su vez, puede lograrse obrando sobre las causas que inciden en estos valores como, por
ejemplo, efectuando modificaciones de diseño u operación a la central original (agregando o
mejorando algún sistema de seguridad, reentrenando a operadores con mayor frecuencia, etc.).
Ocasionalmente, podría ocurrir que se tuviese una constelación de puntos Aj tal que RT ≤ 10-6 y
sin embargo la central nuclear correspondiente no cumpliría el criterio de aceptación argentino.
Por ejemplo, si se tuviesen solo tres accidentes potenciales A1 , A2 y A3 con riesgos asociados
R1 = 3 x 10-8 , R2 = 10-7 y R3 = 6 x 10-7 resultaría:
R T = ∑ R j = R1 + R2 + R3 = 3 x 10 + 10 + 6 x 10 = 7,3 x 10 < 10
-8 -7 -7 -7 -6
no obstante, como el punto A3 se encuentra en la zona “no aceptable” de la “curva criterio” para
el público, la instalación debe ser rechazada a pesar de que RT < 10-6; nuevamente, para
tornarla aceptable debería “introducirse” al punto A3 tal como se indicó.
El último ejemplo muestra, una vez más, cuán conservativo es el criterio de aceptación
argentino en lo que a la seguridad se refiere.
Existen situaciones donde corresponde utilizar conjuntamente las “curvas criterio” para el
público y para los trabajadores como es el caso, por ejemplo, de un reactor de investigación
(ver la norma AR 4.1.3 “Criterios Radiológicos Relativos a Accidentes” de la Autoridad
Regulatoria Nuclear). En este ejemplo, el reactor de investigación es aceptado sólo si todos los
puntos Aj de las constelaciones del público y de los trabajadores se ubican en las respectivas
zonas “aceptable” de las “curvas criterio” correspondientes. Basta que uno o más puntos en
cualquier curva o en ambas se sitúen en las zonas “no aceptable” para que la instalación sea
rechazada; en el caso de ser rechazada se puede proceder -sobre una cualquiera o ambas
curvas- como ya se explicó, para lograr que la instalación sea aceptable.
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