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Unidad 4

Análisis de riesgos y puntos críticos de control


Gestión de la calidad 3c6B
4.2 ATLAS DE RIESGO

Gestión de la calidad
Integrantes: García Bermudez Viary Shadany
Morales Tiburcio Daniel Eduardo
Moderador: Rodríguez Castro Rosario Ariday
Secretaria: Beristain Apale Isis Victoria
¿Qué es y para qué sirve?

Un atlas de riesgos debe ser un expediente que nos permita, a través de mapas,
simbología y datos, tener una perspectiva de las vulnerabilidades de las colonias.

Este documento, que sí existe a nivel nacional, debe mostrar fenómenos


climatológicos —como cambios de temperaturas, lluvias e inundaciones—,
movimientos de la Tierra —sismos, deslaves, fallas, fracturas y socavones— y los
riesgos, que se miden con parámetros globales, para identificar las zonas que se
inundan más, se hunden o se inclinan.

“Todo debe estar documentado para que las autoridades tomen decisiones y
sepan actuar de acuerdo con las condiciones de los suelos”, explica Carla Flores
Lot, integrante de Cartocrítica, iniciativa civil especializada en mapas y datos
abiertos que forma parte del colectivo Ciudadanía 19S. “Así asignarían permisos
de construcción donde los riesgos sean bajos, se endurecerían las reglas de
edificación y las posibilidades de corrupción inmobiliaria deberían de ser nulas (o
menores, al menos)”.

De acuerdo con la investigadora, el atlas de riesgos también beneficiaría a los


ciudadanos, ya que les permitiría tomar decisiones informadas sobre los lugares
en los que viven y las situaciones que enfrentarían en caso de comprar, arrendar o
laborar en una zona determinada.

“Sabemos que el suelo de la ciudad tiene ciertas características porque


originalmente fue un lago, aun así hay colonias con mayor riesgo que otras y esas
no las estamos identificando bien”, sostiene Flores Lot. “Tener la información
precisa nos va a permitir salvar vidas y patrimonios en una ciudad en la que
sabemos que va a temblar y que va a llover”.
Requisito incumplido

Diecisiete días después del sismo de 7.1 grados del 19 de septiembre del año
pasado, la Secretaría de Protección Civil capitalina publicó un Atlas de Peligros y
Riesgos de la CDMX. Sin embargo, a decir de especialistas, se trató de un
documento para salir del problema y no de una verdadera zonificación.

La versión pública (atlas.cdmx.gob.mx/index.php) cuenta con información


geológica, hidrológica, químico tecnológica (incendios forestales), socio-
organizativa (edificios de gobierno, hospitales públicos, escuelas, bancos y
mercados), así como escenarios de fallas en los emisores Poniente, Central y
Gran Canal y el impacto que dejó el 19s.

El problema es que no hay metadatos o información de respaldo que permita que


cualquier interesado pueda leerlo y comprenderlo, pues solo se muestran mapas
sombreados, con combinaciones de colores, rayas y puntos que ilustran los tipos
de suelo y sus condiciones; no hay explicaciones que permitan inferir los niveles
de riesgo.

“El vínculo dado por el Gobierno de la Ciudad de México como atlas de riesgos no
es tal, lo que proporciona es una colección de capas (…); si se pudieran
superponer mapas con información de catastro, se podría vincular dónde están las
personas, infraestructura y bienes con posibles vulnerabilidades, estimar los
riesgos y elaborar políticas púbicas y protocolos de emergencia”, señaló la
agrupación vecinal Suma Urbana después de la presentación del documento.

Además de las dudas que existen con el documento estatal, hay otros 16
problemas, pues todas las delegaciones —hoy alcaldías— incumplieron con el
artículo 16 de la Ley del Sistema de Protección Civil que obliga a la actualización
semestral de la información.

Carla Flores Lot explica que hay atlas de riesgos en los que no se avanza desde
2004. “Te puedo decir que Xochimilco es el más actual, recién se publicaron los de
Azcapotzalco y Tlalpan y se anunció el de Iztapalapa, pero los más opacos son
Tláhuac y Benito Juárez, que no tienen nada”, asegura.

El de la Magdalena Contreras no ha sido actualizado por falta de recursos; la


Gustavo A. Madero y Cuajimalpa respondieron que le correspondía a instancias
federales; en Milpa Alta “no encontraban” la información en sus archivos e
Iztacalco reservó los datos por tratarse de información sensible.

Iztapalapa solo cuenta con información impresa desactualizada; Venustiano


Carranza y Miguel Hidalgo no tienen datos de respaldo; la Cuauhtémoc respondió
“en clave” al dar una dirección IP a la que no es posible ingresar, mientras que
Benito Juárez respondió en dos ocasiones que no entendía la solicitud, dijo la
especialista.

¿Cuál es la utilidad de los Atlas de Riesgos?

Son instrumentos que sirven como base de conocimientos del territorio y de los
peligros que pueden afectar a la población y a la infraestructura en el sitio

CONURBA asesora a los gobiernos para la elaboración de Atlas de Riesgos y


para la determinación de políticas públicas territoriales para la gestión de riesgos
naturales.

El tema del riesgo dentro de la prevención de desastres ha sido abordado por


diversas disciplinas mismas que han conceptualizado sus componentes de
manera diferente. Un punto de partida es que los riesgos están estrechamente
ligados a las actividades humanas. La existencia de un riesgo implica la presencia
de un agente perturbador (fenómeno natural o generado por el hombre) que tiene
la posibilidad de ocasionar daños a un sistema afectable (asentamientos
humanos, infraestructura, planta productiva, etc.) en un grado tal, que constituye
un desastre. Así, un movimiento de terreno provocado por un sismo no constituye
un riesgo por sí mismo, si se produjese en una zona deshabitada, pues no
afectaría a ningún asentamiento humano y por tanto, no se produciría un desastre.
Es decir, para que exista un riesgo, debe haber una probabilidad de que ocurran
daños, pérdidas o efectos indeseables sobre sistemas constituidos por personas,
comunidades o sus bienes y esto es mediante la exposición de los mismos a los
agentes perturbadores (CENAPRED, 2004).
México es considerado como uno de los países con mayor propensión a la
manifestación de peligros de origen natural, esto debido a que presenta una
elevada actividad sísmica y volcánica y por su ubicación geográfica está expuesto
a las trayectorias normales de los huracanes tanto en el Océano Pacífico como en
el Atlántico (SEDESOL-COREMI 2004).

Aunado a lo anterior, se han incrementado los niveles de riesgo por la


combinación con peligros de origen antropogénico, asociados con la
transformación del medio natural y la conformación de asentamientos sobre
terrenos de poca aptitud (SEDESOL-COREMI 2004).

Como consecuencia del alto grado de incidencia de los fenómenos naturales, en el


país cada año ocurren un importante número de desastres de distinta magnitud y
con niveles de pérdida y daños diferenciados. Pese a ello, hasta el momento, la
mayoría de las estrategias instrumentadas han omitido el énfasis que se debe
asignar a las acciones de prevención y mitigación así como a la evaluación de la
vulnerabilidad de la población, enfocándose básicamente a perfilar acciones
reactivas ante una situación de desastre (SEDESOL-COREMI 2004).

Al considerar los daños que puedan ocasionarse a las vidas humanas así como a
los bienes materiales, se pueden definir los conceptos de riesgo, peligro,
vulnerabilidad, exposición, prevención y mitigación, tomando en cuenta la Guía
Básica para la elaboración de Atlas Estatales y Municipales de peligros y riesgos
(CENAPRED, 2004).

Una de las definiciones más aceptadas del RIESGO es que este es producto de la
combinación de tres factores: la probabilidad de que ocurra un fenómeno
potencialmente dañino (peligro), la vulnerabilidad y el valor de los bienes
expuestos (CENAPRED, 2013).

Geoprocesamiento con información cartográfica para la modelación


territorial e identificación de riesgos naturales
El peligro se define como la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno
potencialmente dañino de cierta intensidad (peligrosidad), durante un cierto
periodo de tiempo y en un sitio dado (CENAPRED, 2004).
La vulnerabilidad se define como la susceptibilidad o propensión de los sistemas
expuestos a ser afectados o dañados por el efecto de un fenómeno perturbador o
peligro, es decir la capacidad de resistencia. En términos generales pueden
distinguirse dos tipos: la vulnerabilidad física y la vulnerabilidad social. La primera
es más factible de cuantificarse en términos físicos, por ejemplo la resistencia que
ofrece una construcción ante las fuerzas de los vientos producidos por un huracán,
a diferencia de la segunda, que está relacionada con aspectos económicos,
educativos, culturales, así como el grado de preparación de la comunidad
expuesta. Por ejemplo, una ciudad cuyas edificaciones fueron diseñadas y
construidas respetando un reglamento de construcción que tiene requisitos
severos para proporcionar seguridad ante efectos sísmicos, es menos vulnerable
que otra en la que sus construcciones no están preparadas para resistir dicho
fenómeno. En otro aspecto, una población informada, que cuenta con una
organización y preparación para responder de manera adecuada ante la
inminencia de una erupción volcánica o a la llegada de un huracán, por ejemplo
mediante sistemas de alerta y planes operativos de evacuación, presenta menor
vulnerabilidad que otra que no está preparada de esa forma (CENAPRED, 2004).

La exposición o grado de exposición se refiere a la cantidad de personas, bienes y


sistemas que se encuentran en el sitio y que son factibles de ser dañados. Por lo
general se le asignan unidades monetarias puesto que es común que así se
exprese el valor de los daños, aunque no siempre es traducible en estos términos.
En ocasiones pueden emplearse valores como porcentajes de determinados tipos
de construcción o inclusive el número de personas que son susceptibles a ser
afectadas (CENAPRED, 2004).

El grado de exposición es un parámetro que varía con el tiempo, el cual está


íntimamente ligado al desarrollo de los asentamientos humanos. En cuanto mayor
sea el valor de lo expuesto, mayor será el riesgo que se enfrenta. Si el valor de lo
expuesto es nulo, el riesgo también será nulo, independientemente del nivel del
peligro. La exposición puede disminuir con el alertamiento anticipado de la
ocurrencia de un fenómeno, ya sea a través de una evacuación o mejor aún,
evitando el asentamiento en el sitio peligroso (CENAPRED, 2004).

Mapa de susceptibilidad de inundaciones y deslizamiento de taludes


Por otra parte, el concepto de riesgo ambiental, se considera importante abordar a
nivel y escala municipal, ante el riesgo de pérdida de los potenciales ambientales
de la región, derivado de los fenómenos meteorológicos atípicos, así como el
incremento de las actividades urbanas y rurales sobre el suelo que conserva su
cobertura vegetal original. Este análisis se elabora desde el enfoque de “manejo
de cuencas”, para poder evaluar los impactos ambientales correspondientes en la
gestión de riesgos físico naturales.
Fases, escalas y productos del proceso de gestión de riesgos naturales
Dimensionamiento para obras de protección de inundaciones

 
Referencias
geográficas, I. (2015). Los Atlas de Riesgo municipales en México como instrumentos de
ordenamiento territorial.

Izquierdo, J. M. (2017). atlas de riesgo . Mexico.

Mexico, G. d. (2018). atlas de riesgo. Mexico.

Rivera, N. R. (2015). atlas de riesgo.

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