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SUB EJE TEMATICO 2.

2.1 Conceptos de : declaraciones , derechos y garantías.

DECLARACIONES: Son formas generales, afirmaciones, una toma de postura de Nacion en cuanto a su relación con si
misma, otros estados, las provincias, la iglesia , etc.

Art 1. La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal.

Representativa: porque el gobierno se gobierna para sí a través de sus representantes.

Republicana: como forma organizativa de gobierno, caracterizada por: a) división de poderes b) elección popular de los
gobernantes c) temporalidad del ejercicio del poder. d) publicidad de los actos de gobierno. e) responsabilidad de los
gobernantes f) igualdad ante la ley.

Federal: por la descentralización territorial del poder, en el que coexiten por un lado un Gobierno federal que detenta
y ejerce el poder en todo el territorio y sus habitantes y por el otro una pluralidad de estados miembros (provincias)

Art. 2- el gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.

DERECHOS: facultades, atribuciones otorgadas por la Constitucion a los habitantes. Destinados a ejercer erga omnes.

GARANTIAS: es un remedio, un camino o via procesal a favor de los ciudadanos para asegurar el pleno ejercicio de los
derechos y lograr la reparación de un derecho constitucional violado , menoscabado, ultrajado, etc.

2.1.1 Los derechos de primera, segunda y tercera generación.

Derechos de primera generación: civiles y políticos.

Nacen con el constitucionalismo clásico, destinados a limitar el poder estatal en la vida privada , garantizar la
participación política y resguardar derechos fundamentales del hombre como la libertad , igualdad y la propiedad.

La libertad y la igualdad.

Alfredo Money: la libertad individual como la posición de cada individuo mediante la cual tiene la posibilidad de
desarrollar su actividad natural, determinándose sugun su popria voluntad , para lograr sus fines y la satisfacción de los
intereses que puede tener como hombre , siempre que no incurra en en los prohibidos por el derecho.

El principio de libertad está expresado en el preámbulo, cuando propone asegurar los beneficios de la libertad.
Hay normas de tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional que, a su modo, reconocen el
derecho a la libertad.

La igualdad. Igualdad como la no discriminación.

La corte sostuvo que el principio de igualdad de todas las personas ante la ley no es otra cosa que el derecho a que no se
establezcan excepciones o privilegios que se exluyan a unos de lo que se concede a otros en igualdad de circunstacias.

a) el estado debe remover los obstáculos de tipo social, cultural, político y económico
que limitan "de hecho” la libertad y la igualdad de todos los hombres;
b) mediante tal remoción el estado ha de hacer viable un orden socioeconómico justo
que iguale las posibilidades de todos los hombres;
c) se ha de promover con políticas adecuadas el acceso efectivo al goce de los
derechos personales de las tres generaciones, para todos los hombres de todos los
sectores sociales.

La reforma de 1994 ha especificado otros aspectos de la igualdad. Así:


a) el congreso debe legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y
de trato; ej: las leyes de cupo femenino que garantizan la incorporación de mujeres en las listas a cargos electivos y
dentro de los órganos de conducción partidarios. Art. 37
b) ello se ha de enderezar al pleno goce y ejercicio de los derechos;

El repertorio de pautas sobre la igualdad en la jurisprudencia de la Corte se condensa así:


a) hay que tratar de igual modo a quienes se hallan en iguales situaciones;
b) es posible crear categorías o grupos a los que se dé trato diferente, a condición de que el criterio utilizado para
discriminar responda a razones objetivas suficientes (sea razonable y no arbitrario);
c) las desigualdades arbitrarias son inconstitucionales

Esta consagrada constitucionalmente en el art 16.

Recientemente se a dictado la ley antidiscriminatoria 23592.

LA LIBERTAD RELIGIOSA
Aspectos, contenidos y aplicaciones
1. — En materia de libertad religiosa la constitución argentina acoge la confesionalidad del estado que, dentro de la
categoría por nosotros definida como “secularidad”, implica asumir, desde la realidad religiosa de la sociedad, un
reconocimiento institucional a tenor con la fisonomía del fenómeno espiritual.
Dada la mayoría numérica y la influencia cultural del catolicismo, la iglesia Católica Apostólica Romana cuenta,
constitucionalmente, con el status de persona jurídica de derecho público "no-estatal”, en tanto las demás iglesias,
confesiones o cultos no se hallan en pie de igualdad de status.

El Concilio Vaticano II ha definido a la libertad religiosa como un derecho civil de todos los hombres en el estado que, tal
como lo diseña en su Declaración “Dignitatis Humanae”, deja inmunes de coerción a las personas tanto por parte de
particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana. Que no se obligue a nadie a obrar contra su
conciencia, ni se impida actuar conforme a ella, en privado y en público, solo o asociado, pero siempre dentro de los
límites debidos El reconocimiento de iglesias, confesiones y
comunidades religiosas admite una razonable reglamentación que establece la registración correspondiente, pero
satisfecho tal recaudo el estado no debe imponer el requisito formalista de que las instituciones religiosas se revistan
ficticiamente de la máscara de asociaciones civiles.

LIBERTAD DE EXPRESION

Consiste en el derecho de hacer publico , difundir , exteriorizar un conjunto de ideas, opiniones, criticas etc, a través de
cualquier medio, oral , visual, mediante signos, símbolos , en forma escrita, televisiva, entre otros.

De este derecho básico se desprenden otros, derecho a escuchar, derecho a guardar silincio, secreto profesional,
publicidad comercial, a la libertad de creación artística, etc.

Encuentra recepción desde el artículo 1 de la CN.

La censura
El art. 14 de la constitución prohíbe la censura previa. También la prohíbe el Pacto de San José de Costa Rica.
Entendemos que, los tratados de derechos humanos incorporados en 1984 y 1986 equipararon todos los medios de
expresión, de forma que a partir de allí no se pudo diferenciar a la prensa o imprenta de los arts. 14 y 32 de la
constitución respecto de la expresión vertida a través de otros medios. Por eso, todos ellos quedan cubiertos en pie de
igualdad con la prohibición de censura previa.

La prohibición de censura previa deja a salvo cuantas responsabilidades ulteriores de índole penal o civil pueden caber
por las expresiones vertidas a través de cualquier medio.

El derecho a replica

Cuando lo que ingresa al circuito informativo es -según vocabulario del Pacto de San José de Costa Rica en su art. 14- un
informe agraviante o inexacto respecto de una persona determinada, hay que dar oportunidad a ésta para que responda
o rectifique a través del mismo medio. De no ser así, el público que recibió el informe inexacto o agraviante oye una sola
campana, y su información queda incompleta al faltarle la respuesta de la persona afectada

En 1992, la Corte dictó una sentencia referida a la réplica en el caso “Ekmekdjian c/Sofovich”.

El art. 32 de la constitución consigna que el congreso federal no puede dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta
ni que establezcan sobre ella la jurisdicción federal.

En 1970 la Corte falla el caso “Batalla, Eduardo J.”, e imprime un giro total a su jurisprudencia centenaria. El nuevo
criterio puede resumirse de la siguiente manera:
a) el art. 32 fue incluido en la constitución en 1860 para evitar que la libertad de imprenta fuera totalmente regida por
leyes federales y, como consecuencia, quedara sometida a la jurisdicción de los tribunales federales;
b) el congreso en ejercicio de su competencia para dictar el código penal puede legislar sobre delitos comunes con
independencia del medio empleado para cometerlos (por ende, también cuando se cometen por medio de la prensa), y
el juzgamiento corresponde a los jueces federales o locales según la jurisdicción que en cada caso es procedente.
24. — De las explicaciones anteriores, conformamos nuestra opinión de la siguiente manera: el congreso está habilitado
para dictar leyes que “reglamenten” razonablemente la libertad de prensa (arts. 14 y 28), y para crear delitos que se
pueden cometer por medio de la prensa, incluyéndolos en la legislación penal uniforme para todo el país (art. 7º inc.
12). Las provincias no.

LA EDUCACION Y LA CULTURA
Derechos y deberes en relación con “enseñar y aprender”
1. — El art. 14 reconoce el derecho de enseñar y aprender. En torno de esta norma no se duda de que tiene el alcance
de habilitar a toda persona o a toda asociación para impartir enseñanza, y a todo habitante para recibirla. Lo que
importa es el efecto jurídicamente relevante que surte tal enseñanza, de modo que, el estado reconozca los títulos,
certificados, diplomas o constancias de los estudios cursados.

EL DERECHO DE ASOCIARSE
La libertad de asociación y sus contenidos
1. — El art. 14 reconoce el derecho de libre asociación con la fórmula de “asociarse con fines útiles”, listo concepto de
"utilidad” debe interpretarse como referido a un fin que no sea dañino para el bien común, o sea, neutro o inofensivo.

Tiene dos aspectos:


a) Como derecho “individual", implica que toda persona dispone de libertad para: a') formar una asociación: a”) ingresar
a una asociación ya existente: a”') no ingresar a una asociación determinada, y no ingresar a ninguna; a””) dejar de
pertenecer a una asociación de la que se es miembro. En síntesis, acá se aloja la libertad de asociarse y de no asociarse.
b) En cuanto derecho “de la” asociación, implica reconocerle a esta un status jurídico y una zona de libertad
jurídicamente relevante que quede exenta de interferencias arbitrarias del estado.
UN PLEXO DE DERECHOS ENUMERADOS E IMPLICITOS
El derecho de reunión
hay que recordar que nuestra constitución no lo integró al catálogo de los derechos enumerados, Pero nadie duda de
que forma parte de los implícitos.
Ahora bien, cuando el art 22 incrimina a toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuye los derechos del
pueblo y peticiona a su nombre, deja espacio para interpretar que la reunión pacífica queda reconocida.
Si las reuniones se dividen en públicas y privadas, creemos que el criterio para distinguir una clase de la otra es éste;
pública resulta toda reunión que queda abierta indiscriminadamente al público, o sea, a cualquiera; privada es la que no
goza de esa apertura.

La jurisprudencia de la Corte ha dejado en claro que una reunión no puede prohibirse a causa de las ideas, opiniones o
doctrinas de sus promotores, sino únicamente en razón de sus fines (en caso de ser éstos contrarios a la constitución, las
leyes o la moral pública, o de resultar la reunión peligrosa para el orden y la tranquilidad pública en una situación u
oportunidad determinadas)

El derecho de petición
El art. 14 cita el derecho de peticionar a las autoridades. Pero “toda fuerza armada o reunión de personas que se
atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición” conforme al art. 22.
El sujeto activo del derecho de petición es la persona humana y las asociaciones, por lo que puede ejercerse
individualmente o en grupo. El sujeto pasivo es siempre el estado a través de sus órganos gubernamentales.
Damos por verdad que el derecho de peticionar obliga al órgano requerido a dar una respuesta en tiempo razonable; o
sea, a contestar sobre lo que se le pide. Pero no implica un derecho a obtener lo peticionado.
Si bien estamos analizando la petición que se dirige a una “autoridad”, no ha de omitirse la idea de que también hay
derecho de “peticionar” a un sujeto (individual o colectivo -por ej.: una asociación, un banco, un registro de datos-) que
no es “autoridad”; por ej.: para recabarle una información.

El derecho de circular
El art. 14 menciona el derecho de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio, que es equivalente a la libertad de
locomoción o circulación o movimiento, y que deriva de la libertad corporal o física, en cuanto ésta apareja el
desplazamiento y traslado de la persona, así como su residencia, radicación o domicilio en el lugar que elige.

La libertad de comercio e industria


La correlación de los arts. 14 y 20 permite agrupar en un rubro común a los derechos de comerciar, navegar, ejercer
industria lícita, trabajar y ejercer profesión.

LOS DERECHOS IMPLICITOS


Cuando con un enfoque muy personal, que no elude algún nexo con las perspectivas iusfilosóficas que se filtran al
derecho constitucional, decimos que hay derechos “con" normas y "sin" normas, pisamos un primer umbral hacia el
tema de los derechos no enumerados o derechos implícitos.

Un listado abierto
Cuando rastreamos lo que al día de hoy puede y debe incorporarse a la nómina de derechos implícitos, todo con base en
lo que decimos en los parágrafos antecedentes, hemos además de citar;

a) el derecho a la propia dignidad personal,b) el derecho a la vida;c) el derecho a la salud, (ahora lo menciona el
art. 42 en el ámbito específico deconsumidores y usuarios de bienes y servicios);d) el derecho a la intimidad,
e) el derecho a la identidad y a la diferencia, (incluido el derecho a la propia identidad sexual); f) el derecho a la
reparación o al resarcimiento del daño; g) el derecho al honor, h) el derecho a la integridad física, síquica y
moral; i) el derecho a tener una nacionalidad, j) el derecho a elegir el proyecto personal de vidak) el derecho a la
objeción de conciencia que es inofensiva para terceros; l) el derecho a la información y la comunicación. ll) el
derecho a indagar, conocer y emplazar la propia filiación, m) el derecho de reunión; n) el derecho a la tutela
judicial efectiva; ñ) el derecho de contratar, o) el derecho a la imagen propia y a la voz personal; p) el derecho a
la cultura q) el derecho a la paz, r) el derecho a la legitimación procesal; s) el derecho a la calidad de vida y el
nivel de vida dignos; t) el derecho de rectificación y respuesta (réplica); u) el derecho a la libertad jurídica y a la
seguridad jurídica, v) el derecho al desarrollo;

EL DERECHO DE PROPIEDAD
Su encuadre
El derecho de propiedad ha sido uno de los derechos “individuales” que con más intensidad protegió el
constitucionalismo moderno, para luego tener adjudicada una función social con la irrupción del constitucionalismo
social en la primera mitad del siglo XX (la propiedad "obliga”, secón la constitución alemana de Weimarde 1919).
El derecho “a tener propiedad” se concreta en un derecho “de” propiedad sobre un bien determinado cuando el
derecho positivo confiere a un sujeto el título respectivo (de propiedad) según un acto jurídico reconocido como
adquisitivo de propiedad. De ahí que la propiedad aludida en los arts. 14 y 17 de nuestra constitución enfoquen el
derecho respectivo en su aspecto de propiedad "adquirida”.

Por su obligación de promover los derechos, el estado debe estructurar un orden socioeconómico justo, que haga viable
el acceso de las personas a la propiedad de los bienes necesarios para poder vivir, ejercitando su iniciativa privada,
conforme a la dignidad del ser humano.
Acá hacen presencia las políticas generales de bienestar y desarrollo.
La reforma de 1994 reconoció a los pueblos indígenas argentinos la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que
tradicionalmente ocupan.

Los contenidos
La amplitud abarcativa de lo que es propiedad en sentido constitucional fue estereotipada en la pauta que, conformé a
la jurisprudencia de la Corte Suprema, incorpora al contenido de la propiedad todos los intereses apreciables que el
hombre puede poseer fuera de sí mismo, de su vida y de su libertad. Por ende, todos los bienes susceptibles de valor
económico, o apreciables en dinero, alcanzan nivel de derechos
patrimoniales rotulados unitariamente como derecho constitucional de propiedad. No hay duda de que le corresponde,
entonces, el calificativo de derecho o libertad “preferidos” dentro del plexo de los derechos personales.

Inviolabilidad
Cuando el art. 17 dispone que la propiedad es inviolable no quiere decir que sea absoluta o que carezca de una función
social, sino que debe ser garantizada, para lo cual la constitución establece que;
a) a nadie se puede privar de su propiedad sino mediante sentencia fundada en ley:
b) la confiscación de bienes queda borrada para siempre del código penal (y si es así en cuanto pena, con igual o mayor
razón la prohibición de confiscar rige para situaciones que se hallan al margen del derecho penal);
c) ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones o exigir auxilios de ninguna especie.

Limitaciones
Dejando de lado las limitaciones a la propiedad en interés privado, o las de interés público -como restricciones
administrativas, servidumbres administrativas, ocupación temporánea-conviene tener presente que con la reforma de
1994 en la constitución se reconocen limitaciones "sociales " en diversos ámbitos, tales como: a) en el derecho al
ambiente sano (art. 41); b) en el derecho de consumidores y usuarios (art. 42); c) en lo
que viene diagramado como orden social y económico justo. Y ya con antelación a 1994, hemos de mencionar las
limitaciones referidas a derechos que se relacionan con el trabajo y la seguridad social (art. 14 bis)

LA EXPROPIACION
Encuadre: requisitos y etapas
En cuanto limitación al derecho de propiedad en el tiempo, la expropiación es un acto unilateral del estado por el cual
éste priva de la propiedad de un bien al titular del derecho sobre el mismo, con fines de utilidad pública. Hace falta
calificación por ley de esa utilidad, e indemnización previa e integral del valor del bien

Entre las condiciones que ha de satisfacer la indemnización, a más de ser previa, podemos mencionar:
a) debe ser justa e integral: no debe empobrecer ni enriquecer al expropiado, sino dejarlo en igual situación económica;
aunque se paga en dinero, la deuda no es de dinero sino de valor, ello ayuda a entender que ha de restituir al
propietario el mismo valor económico de que se lo priva;
b) la sentencia que fija la indemnización tiene que tomar en cuenta lo que el bien vale a la fecha de ser dictada, porque
se supone que es en ese momento cuando se transfiere el dominio, lo que equivale a dar por cierto que la
indemnización ha de cubrir el valor “actual” del bien y que debe pagarse antes de que se transfiera la propiedad
expropiada;
e) la indemnización tiene que pagarse en dinero, salvo acuerdo de partes que escoja vías sustitutivas o compensaciones
no dinerarias.

DERECHOS DE SEGUNDA GENERACION.

LOS DERECHOS SOCIALES Y EL TRABAJO


El constitucionalismo social
1. — Desde la primera postguerra del siglo XX cobró nacimiento y auge progresivo el llamado constitucionalismo social,
que ofrece una pluralidad de lineamientos. Así:
a) incluye en las constituciones escritas una declaración de derechos sociales y económicos, abarcando la educación, la
cultura, la familia, el trabajo, la asociación profesional o sindical, la propiedad, la economía, la minoridad, la ancianidad,
la segurida social, etc.;
b) asume regulaciones de la “cuestión social” que atiende a la relación entre capital y trabajo, los factores de
producción, los sindicatos y el estado, la situación del hombre en función del trabajo, etc.;
c) acusa una tendencia a remarcar la función social de los derechos;
d) se preocupa por estructurar un orden social y económico en el que se remuevan los obstáculos que impiden acceder
a una igualdad de oportunidades y a un ejercicio efectivo de las libertades y los derechos.

El derecho de trabajar
Nuestra constitución histórica no omitió consignar en el catálogo de derechos, a favor de habitantes y extranjeros, el
derecho de trabajar (arts. 14 y 20).
El trabajo humano se basa en la dignidad de la persona y, lejos de ser una mercancía, es una conducta humana valiosa,
en la que se comprometen la vida, la salud, la energía, la subsistencia y la seguridad de la persona que trabaja. Por todo
ello, el trabajo no debe esclavizar, denigrar, expoliar ni enajenar a la persona.

El plexo de derechos
Los derechos emergentes del art. 14 bis pueden agruparse así:
a) Condiciones de trabajo, definidas como dignas y equitativas:
b) Remuneración justa, comprensiva del salario mínimo vital y móvil; de igual remuneración por igual tarea, y de
participación en las ganancias de la empresa (este aspecto juega -por un lado- frente al empleador que debe satisfacer
todo lo acá involucrado, y frente al estado que debe protegerlo y hacerlo operativo mediante leyes);
c) Duración del trabajo, diversificada en la jomada diaria, el descanso y las vacaciones pagados, y la protección contra el
despido arbitrario:
d) Control de la producción y colaboración en la dirección de la empresa.

LOS DERECHOS GREMIALES


Los “gremios” y el pluralismo sindical
El art. 14 bis en su segunda parte está destinado a los “gremios”. Comienza diciendo que “queda garantizado a los
gremios” todo cuanto luego enuncia la norma.

Los derechos gremiales en el art. 14 bis


El párrafo segundo del art. 14 bis que venimos comentando enumera tres derechos reconocidos a los gremios: a) la
huelga, b) la concentración de convenios colectivos de trabajo, c) el recurso a la conciliación y al arbitraje.

La huelga
La huelga no puede entenderse como el derecho “individual” de no trabajar porque el sentido con que la constitución lo
consagra es el de una abstención colectiva de trabajo, o sea un “no trabajar" plural.
Cuando hay que referirse a los sujetos de la huelga, debemos hacer un desdoblamiento: por un lado, el sujeto que
declara la huelga, o que dispone hacer huelga; por otro lado, los sujetos que participan en la huelga. El otro sujeto
activo -que no declara ni conduce la huelga- sino que participa en ella, es
cada persona (trabajador) que se adhiere. El derecho de participar en una huelga implica
también el de respetar la libertad personal de no hacer huelga.

La contratación colectiva

Los convenios colectivos de trabajo permiten con facilidad reconocer que el art. 14 bis da recepción al llamado "poder
normativo" de las asociaciones profesionales. Tal poder normativo significa que mediante la contratación colectiva se
crean normas de carácter general y obligatorio.

los convenios colectivos tienen como sujetos a una entidad sindical y a un empleador o grupo de empleadores (o, en
caso de existir, a una asociación patronal similar a las sindicales). Para ser típicamente tal, el convenio colectivo requiere
la homologación por la autoridad administrativa del estado y, a partir de allí, su aplicación se extiende no solo a las
partes contratantes que han intervenido en su celebración sino a todos los trabajadores y empleadores de la actividad,
categoría o zona comprendidas en el convenio; tal es el efecto “erga omnes”, o la generalidad normativa

Conciliacion y arbitraje

Cuando el art. 14 bis enuncia entre los derechos gremiales el de recurrir a la conciliación y al arbitraje, nos está dando a
entender que queda “permitido” dirimir conflictos colectivos fuera de la órbita del poder judicial mediante
procedimientos conciliatorios y arbitrales.

La representación sindical
El art. 14 bis dispensa, además, garantías necesarias a los trabajadores que son representantes legales, para que puedan
cumplir su gestión sindical. Tales garantías se extienden a la estabilidad en sus empleos. Es una tutela al trabajador en
mérito a la función gremial que desempeña.

LA SEGURIDAD SOCIAL
Su encuadre constitucional
La tercera parte del art. 14 bis está dedicada a la seguridad social. La expresión “seguridad social”, muy en boga en el
vocabulario jurídico, tiene varias acepciones. Una, demasiado elástica, la hace coincidir con el bienestar general de la
sociedad y hay que descartarla; las otras dos apuntan a riesgos, contingencias o necesidades de: a) todas las personas,
porque son comunes a cualesquiera y al conjunto, como la protección y co bertura de las enfermedades, el desempleo,
la vejez, la muerte, el accidente; b) esa misma protección y cobertura con respecto a los trabajadores. Además, si
prioritariamente se ha tomado en cuenta lo que es riesgo o infortunio, enfoques más amplios incorporan eventos (como
la maternidad y las cargas de familia) y situaciones que provocan necesidades (como los gastos de vacaciones o de
estudios).

El citado art. 14 bis consigna que el estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter integral e
irrenunciable y luego añade que la ley establecerá el seguro social obligatorio, las jubilaciones y pensiones móviles, la
protección integral de la familia, la defensa del bien de familia, la compensación económica familiar (que es el llamado
salario familiar), y el acceso a una vivienda digna.

LOS NUEVOS DERECHOS DE LOS ARTICULOS 41 Y42


El derecho ambiental
Una lectura atenta del nuevo art. 41 en materia ambiental nos autoriza a sostener que:
a) La referencia al “derecho de todos los habitantes” a un ambiente sano y con todas las calificaciones que utiliza la
norma, personaliza a este derecho en cada uno, al modo como lo hace el texto del art. 14, pero: a’) ha de tomarse en
cuenta que la alusión del art. 43 a los derechos “de incidencia colectiva" (cuando depara la vía del amparo para proteger
al ambiente) asume además la dimensión colectiva y grupal que reviste el derecho al ambiente;
b) Se ha de advertir la relación con el derecho de los recursos naturales -por ej., en lo que atañe al agua, la flora, la
fauna, los bosques, el suelo, la tierra, etc.- y la titularidad que el art. 124 asigna a las provincias sobre el dominio
originario de los recursos naturales existentes en su territorio;
c) El ambiente queda propuesto como sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para las actividades
productivas que satisfagan las necesidades humanas;
d) Cuando se agrega en el art. 41 que ello no ha de comprometer las necesidades de las generaciones futuras, se echa
mano de la expresión “desarrollo sustentable”, con la que se configura un tipo o modelo de desarrollo duradero para
hacer posible la vida de los seres humanos en el marco de un entorno que cumpla las veces de hábitat; o sea, las
políticas ambientales han de tomar en cuenta el futuro con un claro sesgo de solidaridad social:
e) El vocablo “ambiente” merece a nuestro juicio un contenido plúrimo y amplio que no se agota en el entorno físico y
sus elementos naturales (agua, atmósfera, biosfera, tierra, subsuelo), sino que abarca todo cuanto atañe a la vida,
subsistencia y desarrollo de los seres vivos (ecosistema y ecología) y, además, el patrimonio histórico, cultural, artístico,
natural, etc., que goza de menciones en el inc. 19 del art. 75.
Obligaciones que diversifican tutelas
Hay una serie de obligaciones constitucionales respecto del ambiente. Veamos en quiénes recaen y en qué consisten.
a) Después de enunciar el art. 41 que todos los habitantes tienen derecho a un ambiente sano, agrega que tienen el
deber de preservarlo. Como mínimo, preservar equivale acá a no dañar ni deteriorar. También a cuidar.
b) La norma grava a las “autoridades”. Latamente, al estado, tanto federal como provincial
y municipal en los tres departamentos de gobierno, cada uno según sus competencias.
Asimismo, al defensor del pueblo, al ministerio público, y a lodos los organismos y reparticiones estatales. Pero, ¿cuál es
la obligación? El art. 41 la resume afirmando que proveerán a la protección de “este derecho” (del que tienen todos los
habitantes a un ambiente sano, etc.). Desdoblando el deber, cabe afirmar que tanto es de omisión -para
no dañarlo- como de prestaciones positivas con el fin de preservarlo, de evitar que otros lo alteren o destruyan, de
recomponerlo, etc., así como comprende el deber de exigir a los particulares cada obligación concreta en cada
circunstancia en que el ambiente queda comprometido o perturbado.
c) En conexidad, el art. 41 imputa a las autoridades antes citadas la obligación de proveer a la utilización racional de los
recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural (que es parte del ambiente, según lo dijimos
antes) y de la diversidad biológica; además, el estado debe proveer a la información y la educación ambientales.
d) Cuando el siempre citado art. 41 consigna que el daño ambiental generará prioritariamente la obligación de
recomponer según lo establezca la ley, hay que aclarar que tal recomposición prioritaria no elimina ni reemplaza a la
reparación. Asimismo, hay situaciones en que lo qué se “des-compuso” no puede ser “re-compuesto”. En suma,
cuando tas cosas son susceptibles de volver a su estado anterior, la obligación prioritaria es recomponer.
El art. 41 ha de presumirse operativo, y aplicable aun a falla de ley, lo que no significa que resulte innecesario el
desarrollo legislativo; pero los jueces -como “autoridades” que son- no pueden abstenerse de tutelar el ambiente
porque falte la ley o porque la que hay sea insuficiente.
"Los derechos que protegen al ambiente” cuentan, según el art. 43 con la vía del amparo para esa protección. Puede,
por ende, llamarse amparo ambiental o amparo ecológico.
La información y educación ambientales se ligan muy estrechamente a la libertad de expresión e información, a la
comunicación social y a la enseñanza. La obligación estatal en tal sentido abarca una vía indirecta, cual es la de prestar
ayuda a las asociaciones y entidades que tienen como finalidad la tutela ambiental en todos los contenidos que hacen
parte del ambiente.
Las competencias federales y provinciales
La parte final del art. 41 establece que al estado federal le incumbe dictar las "normas de presupuestos mínimos”, y a las
provincias las normas “necesarias para complementarlas". Se trata de una categoría especial de competencias
concurrentes, porque las normas mínimas escapan a la competencia provincial, y las complementarias
de competencia local son una añadidura para maximizar lo mínimo. Seguramente, equivale a una versión del
federalismo concertado.
Consumidores y usuarios: derechos, protecciones y deberes
El nuevo art. 42 traza un marco elástico, pero de parámetros inesquivables, para el mercado de consuma y usa de bienes
y servicios.
No hay duda de que en aquel marco aparece un eje direccional hacia el sistema económico que es propio de la
democracia social. Las alusiones a la competencia, al control de los monopolios, al consumo, etc., presuponen la
existencia del mercado, pero ello no equivale a sostener que el estado retraiga su presencia razonable en el área de la
libertad y de la competencia. En suma, el art. 42 no da pie para alentar una postura abstencionista del estado.
Partamos de la mención que la norma hace al “derecho de los consumidores y usuarios" para eslabonarlo con las
puntualizaciones que el art. 42 efectúa en los párrafos segundo y tercero y de allí en más, comprender que el ya citado
sistema democrático coN su plexo de derechos apuntala la presencia estatal para evitar desigualdades injustas y para
mantener -o recuperar cuando haga falta- el equilibrio en las relaciones de consumidores y usuarios. Todo con una
finalidad muy ciara: incluir la atención de las necesidades primarias y fundamentales que, por un interés jurídico
relevante –de naturaleza colectiva— han de ser satisfechas por el consumo, los bienes y los servicios.
La lealtad comercial, la propaganda competitiva, el deber de veracidad, el espíritu de lucro, La tendencia al consumismo
en muchos estratos sociales, y ante todo la dignidad de la persona y los derechos que le son propios, obligan a que en el
orbe del consumo y los servicios se procure equilibrar la protección de la persona con el mercado, la competencia y la
oferta-demanda.
En el "derecho de consumo" hay que ordenar cuanto, conforme al art. 42, gira en torno de los "derechos” de
consumidores y usuarios, tanto cuando tienen perfil de derechos personales (o individuales) como si ofrecen el de
derechos de incidencia colectiva o de intereses de pertenencia difusa.
En la letra del art. 42 según su párrafo primero aparecen:
a) el derecho a la protección de la salud (que incluye el derecho a la vida y a la integridad);
b) el derecho a la protección de la seguridad personal, en cuanto se halla en juego por la índole y calidad de bienes y
servicios;
c) el derecho a la protección de los intereses económicos del usuario y consumidor,
d) el derecho a la información veraz y adecuada en la oferta y provisión de bienes y servicios;
e) el derecho a la libertad de elección,
f) el derecho a condiciones de trato equitativo y digno.
El segundo párrafo destaca la defensa del consumidor y del usuario por parte del estado, al decir -de modo análogo al
art. 41 en materia ambiental- que “las autoridades proveerán a la protección de esos derechos” (los enunciados en el
primer párrafo). Y a renglón seguido la norma extiende igual obligación de proveer a;
a) la educación para el consumo,
b) la defensa de la competencia en el mercado;
c) el control de los monopolios;
d) el control de la calidad y eficiencia de los servicios públicos;
e) la formación y participación de asociaciones de consumidores y usuarios.
El párrafo final del art. 42 remite a la legislación para que establezca procedimientos eficaces en orden aprevenir y
solucionar conflictos en la triple relación de “consumidores y usuarios-prestadores de bienes y servicios-estado”. La ley
ha de discernir también los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia “nacional”. Para lodo ello la
ley tiene que prever la participación necesaria (en los organismos de control) de las asociaciones de consumidores y
usuarios y de las provincias interesadas.
El perfil de los nuevos derechos
La recapitulación global de los “nuevos derechos” emergentes de los arts. 41 y 42 incita a insistir en:
a) la dimensión colectiva y transindividual que se suma a lo que de personal e individual tienen;
b) la estrecha intersección con muchísimos otros derechos (libertad de expresión; de
comercio e industria; de contratar; de asociación, etc.; derecho al desarrollo: a la calidad
de vida: a la igualdad de oportunidades; a la reparación del daño; a la propiedad; al tráfico
negocial, etc.).

LAS GARANTIAS
La seguridad
Hay que recordar que el constitucionalismo moderno o clásico procuró desde su inicio organizar al estado en defensa de
las libertades y los derechos del hombre, lo que equivale a decir que ha tendido a asegurar al hombre frente al estado.
Todo el andamiaje constitucional se armó para proporcionar seguridad y garantías, tal como lo testimonian las dos
partes tradicionales en que se divide la constitución: la parte dogmática con su declaración de derechos, y la parte
orgánica con la llamada división de poderes. El baluarte último de la seguridad jurídica es, sin duda, el poder judicial.
la acepción más restringida de lo que es “garantía” apunta a la disponibilidad que tiene la persona para movilizar al
estado en protección suya, tanto para evitar ataques como para restablecer la situación anterior al ataque, o para
compensarle el daño sufrido, sin dejar de lado la sanción al transgresor.
El derecho de la jurisdicción
Nuestra Corte elaboró el derecho a la jurisdicción como lo que ahora se denomina derecho de acceso a la justicia; es
decir, el derecho de acudir a un tribunal en procura de justicia. Este derecho de la persona calificada como “justiciable”
es recíproco de la función del poder que consiste en administrar justicia, y que está a cargo de los órganos del poder
judicial. Lo que en rigor se busca es que mediante ese primer paso de acceso a un tribunal seguido por el desarrollo del
proceso judicial (debido proceso), el justiciable disponga de tutela judicial electiva.
Queda claro que acudir u un tribunal es pisar el umbral; hay que recorrer en seguida las etapas del proceso, para
culminar en la sentencia que resuelva con justicia la pretensión del justiciable.
La Corte tiene dicho en su jurisprudencia que todo justiciable tiene derecho a que no se excluya compulsivamente la
intervención suficiente de un órgano del poder judicial, Para satisfacer el derecho a la jurisdicción como correlativo del
deber estatal de administrar justicia el estado debe: a) establecer los órganos (tribunales) del poder judicial; b)
asignarles jurisdicción y competencia, c) dictar las normas de procedimiento. Tales órganos deben ser los “jueces
naturales.
El derecho a la jurisdicción exige que la persona que, con suficiente razonabilidad, pretende acceder a una vía procesal
para el reconocimiento y la tutela de sus derechos, disponga de lo que se denomina legitimación procesal activa, como
capacidad para provocar y tramitar el proceso, y/o para intervenir en él con eficacia.
1El plexo de derechos relacionados con el acceso a la justicia cuenta con reconocimiento en varios tratados de derechos
humanos de jerarquía constitucional.
Los “jueces naturales”
La garantía de los " jueces naturales’' tiene el siguiente significado: para cada causa o proceso judicial “su” juez natural
es el tribunal judicial cuya creaión, jurisdicción y competencia provienen de una ley anterior al “hecho” que da origen a
aquella causa (o proceso).
El art. 18 dice que nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, ni “sacado” de los jueces designados por la ley
antes del hecho de la causa.
La garantía del juez natural rige no sólo para el proceso penal, sino para toda clase de procesos.
Nuestro derecho constitucional consagra: a) la unidad de jurisdicción, que radica exclusivamente en el poder judicial,
con las solas, excepciones de los fueros reales y las jurisdicciones especiales (para cuyo caso siempre debe quedar
expedita una última vía de acceso a un tribunal judicial; b) la igualdad de todos ante la jurisdicción, lo que elimina a los
jueces especiales, tanto a título de privilegio como de castigo,.
El Pacto de San José de Costa Rica y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos contienen cláusulas afines con
la garantía del juez natural.
La sustracción prohibida
Cuando el art. 18 prohíbe “sacar” a un justiciable de sus jueces naturales (“designados por la ley antes del hecho de la
causa") hemos de entender que: a) “después” del “hecho” que va a dar lugar (en el futuro) a una causa judicial, o que b)
ya ha dado lugar a una causa (iniciada o pendiente), c) no se puede cambiar o alterar la competencia del tribunal (juez
natural) al que le fue otorgada por ley anterior a aquel “hecho” para transferirla a otro tribunal que recibe esa
competencia “después” del hecho.
Si este es el alcance que atribuimos a la prohibición de “sacar”, resta añadir que la prohibición de someter a alguien a
enjuiciamiento por comisiones especiales implica impedir que se creen organismos ad-hoc o ex-post facto (después del
hecho) o especiales para juzgar determinados hechos o a determinadas personas, sin la generalidad y permanencia que
son propias de los tribunales judiciales.
La jurisprudencia de la Corte, más benigna que nosotros en su interpretación en torno del alcance que reviste la
prohibición de “sacar”, tiene establecido que no es indispensable que un tribunal, para satisfacer el requisito de “juez
natural” de una causa, haya recibido jurisdicción y competencia por ley anterior al “hecho” que da origen al proceso.
Pero, de todos modos, hay un “momento” procesal después del cual ya no es viable sustraer el proceso al tribunal que
está conociendo de él; ese “momento” es la traba de la litis (para el proceso no penal); para el proceso penal podría ser
–como equivalente- la acusación.
Asimismo, no es posible retrotraer el proceso a etapas procesales válidas ya cumplidas para privarlas del efecto
producido.
Para los tribunales de alzada rige el mismo principio: han de ser creados con jurisdicción y competencia por ley anterior
al “hecho” que dio origen al proceso en la instancia inferior. (Por excepción, admitimos que por ley posterior se añada
una instancia de alzada que antes no existía, porque así se mejora la justiciabilidad.)
Los denominados fueros reales, de materia o de causa, no son inconstitucionales ni vulneran la garantía del juez natural.
El más importante de tales fueros es la jurisdicción militar, para cuya constitucionalidad la Corte exige que sus
sentencias sean susceptibles de revisión por un tribunal judicial.
La inmunidad de declaración
El art.18 consigna que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo. Según la Corte, esta garantía rige solamente
en materia penal, pero -discrepando con tal interpretación- nosotros afirmamos que el art. 18 no contiene tal limitación
y que, por ende, la prohibición debe extenderse a todo tipo de causas, aunque no con el mismo rigor.
Por supuesto que la no autoinculpación significa también destituir de valor probatorio a la declaración prestada bajo
coacción, apremios, uso de drogas para indagar la conciencia, etc. Protege asimismo la relación confidencial entre el
cliente y el profesional
La inmunidad de arresto
Nadie puede ser arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Esta cláusula del art. 18 no define
cuál es la autoridad competente, pero se interpreta que, como principio, solamente lo es la autoridad judicial, y
únicamente -por excepción- la que no lo es.
Nuestra Corte tiene dicho que las dos únicas figuras que en la constitución dan base a la privación de libertad son el
proceso penal y el estado de sitio (ver, para ése. el art. 23)..
Entendemos que mediante ley razonable se puede atribuir a la autoridad policial la facultad excepcional de detener
personas en casos muy especiales de urgencia (delitos infraganti, indicio vehemente de delito) con la obligación de
ponerlas de inmediato a disposición de juez competente.
Desde el fallo de la Corte del año 1957 en el caso “Mouviet”, los edictos policiales no pueden establecer sanciones
privativas de libertad.
Varios tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional contienen normas equivalentes a ésta que
comentamos de nuestro art. 18.
El debido proceso
El punto de arranque se halla, nuevamente, en el art.18: es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los
derechos. En su brevedad, esta frase condensa el núcleo y contenido esencial del debido proceso, que es un aspecto del
derecho a la jurisdicción y a la tutela judicial efectiva.
El esquema seria éste: a) todo justiciable tiene derecho a un procedimiento que no es cualquiera, sino el “debido”; b) si
no hay ley razonable que lo tenga establecido, el juez de la causa debe arbitrarlo; c) en la tramitación del proceso, el
justiciable ha de disponer de oportunidad para su participación útil y suficiente: d) cuando hay disputa entre partes que
controvierten sus pretensiones o derechos, el debido proceso exige la bilateralidad o contradicción, para que cada una
de aquellas partes tenga derecho de defensa y de control de los actos procesales propios y ajenos; e) el principio de
congruencia prescribe que la sentencia no se puede apartar, en lo que resuelve, de las pretensiones articuladas por las
partes, ni para excederse ni para omitir algo respecto del material que es objeto del proceso..
La duración del proceso tiene que ser razonable a tenor de cuál sea la naturaleza de la pretensión que, como siempre,
requiere gozar de tutela judicial eficaz; en consonancia, la sentencia se ha de dictar en tiempo también oportuno para
que sea capaz de rendir utilidad y eficacia al justiciable.
Como resumen, queda bien visible el derecho del justiciable a lograr una decisión judicial (sentencia) rápida y eficaz. Tal
derecho se viola cuando los tribunales dilatan sin término la decisión de cuestiones planteadas ante ellos.
La “formalidad” (o “formas”) del proceso no ha de incurrir, por exceso, en lo que la Corte descalifica como exceso ritual
manifiesto. Ello porque la verdad material u objetiva tiene que prevalecer sobre la verdad formal.
Las formas regulares y básicas del debido proceso son condición indispensable para que la sentencia que pone fin al
proceso goce de la inmutabilidad y del efecto de la cosa juzgada, que se convierte así en un contenido del derecho de
propiedad inviolable.
Para dictar La sentencia, los jueces tienen obligación de suplir el derecho que las partes no le invocan o que le invocan
mal; ello porque así lo establece el principio del “iura novit curia”. En cambio, en cuanto a los hechos, el juez debe
atenerse a los alegados y probados por las partes, con miras a conocer la verdad material u objetiva.
El debido proceso se extiende asimismo a la segunda instancia, cuando la hay. Seconsidera segunda instancia la etapa
procesal que, a continuación de la primera, se propone revisar lo resuelto en ella; si la ley abre una tercera instancia, hay
que involucrarla latamente en lo que llamamos la instancia múltiple.
Cuando la doble instancia no es exigible, pero está establecida en la ley, resulta inconstitucional impedir el acceso a ella.
Aunque los derechos y garantías están conferidos a los particulares frente al estado, hay que tener muy en claro que
cuando el estada litiga en un proceso como un justiciable equiparable a cualquier otro, se le ha de respetar y garantizar
el debido proceso y la defensa enjuicio.
La irretroactividad de la ley
La retroactividad de la ley suscita problemas constitucionales, y aun cuando la constitución no contiene -salvo en
materia penal- norma alguna que resuelva expresamente cuándo la retroactividad queda prohibida, contamos con una
pauta en la jurisprudencia de la Corte, conforme a la cual el principio de que las leyes no son retroactivas sólo emana de
la ley, pero adquiere rango constitucional cuando una ley nueva viene a privar a alguien de un derecho ya incorporado a
su patrimonio, porque en ese caso transgrede la garantía de inviolabilidad de la propiedad del art. 17.
Este standard resguarda actos administrativos pasados en autoridad de cosa juzgada administrativa: actos procesales
válidamente cumplidos en un juicio conforme a la ley en vigor al tiempo de llevarse a cabo; y los derechos y obligaciones
emergentes de contratos válidamente celebrados entre particulares (salvo la excepción ante legislaciones de
emergencia), así como de los derivados de convenios colectivos de trabajo.

LAS LIMITACIONES EN EL SISTEMA DE DERECHOS


Las limitaciones permanentes y las excepcionales

Es un axioma constitucional el que asevera que los derechos no son absolutos sino relativos, lo que presupone que; a)
tienen límites porque son oncológicamente “limitados”, y b) son “limitables” por las normas que, a tenor del art. 14,
reglamentan su ejercicio. Todo ello es consecuencia natural de un dato real; sociológicamente, hay Derechos porque hay
convivencia societaria entre las personas que titularizan entre sí esos derechos.
Las limitaciones a los derechos son de dos clases; algunas son permanentes, y otras son excepcionales y transitorias.
Mientras a los derechos se los debe interpretar siempre con criterio amplio, a las limitaciones se las tiene que
interpretar de manera restrictiva.
En el derecho constitucional se ha acuñado la expresión “poder de policía” (pólice power en el derecho norteamericano)
para aludir a la competencia limitativa de los derechos, y se lo divide según dos conceptos; a) el concepto amplio,
propio del “broad and plenary” de Estados Unidos, incluye en el ámbito del poder de policía a todas las limitaciones de
que son susceptibles los derechos; b) el concepto restringido, en cambio, sólo incluye las limitaciones que, con un
objetivo bien específico, tienden a proteger la salubridad, la moralidad y la seguridad públicas.

El poder de policía estricto no consiste únicamente en la facultad de dictar normas, sino que añade todo acto de
autoridad que sea conducente al fin de proteger la salubridad, la moralidad y la seguridad públicas.
Cuando se adopta la tesis amplia y, por ende, poder de policía significa toda clase de limitación a los derechos por
cualquier objetivo de bienestar, parece que, como principio, la competencia es propia del estado federal en virtud de los
arts. 14 y 28. Cuando se toma partido por la tesis restringida, la salubridad, moralidad y seguridad públicas incumben, en
principio, y primariamente, a las jurisdicciones locales.
En situaciones de emergencia, la pauta limitativa de los derechos se ajusta a lo que tiene señalado la jurisprudencia de la
Corte: la emergencia no autoriza el ejercicio de poderes que la constitución no acuerda a los órganos gubernamentales,
pero proporciona ocasión para que los concedidos se empleen con un ejercicio pleno y a menudo distinto
del ordinario.
En los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional existen previsiones limitativas de los derechos. Como
ejemplo, recordemos que el Pacto de San José de Costa Rica contiene una cláusula genérica en el art. 32, donde se
enuncia que los derechos están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas
exigencias del bien común en una sociedad democrática. Las restricciones que autoriza el Pacto no pueden aplicarse sino
conforme a las leyes que se dicten por motivos de interés general y con el propósito para el que han sido establecidas
(art. 30).
Las situaciones de emergencia
Es difícil describir en un concepto genérico y común lo que son las emergencias como situaciones de excepción, o
anormales, o críticas. Lo que resulta más sencillo es desdoblar el tema para abordar: a) las emergencias como
acontecimientos reales (por ej. la guerra, los desórdenes domésticos, las crisis económicas, etc.); b) los institutos de
emergencia que se ponen en vigor para conjurar y superar á las emergencias (por ej., el estado de guerra, el estado de
sitio, la ley marcial, la suspensión de garantías, los remedios innominados, etc.).
Al trasladar este breve esquema a nuestro derecho constitucional, encontramos en la constitución formal la mención de
dos emergencias; a) la guerra (ataque exterior) y la conmoción interna: y b) un instituto de emergencia común a ambas,
que es el estado de sitio. El “estado de guerra” como instituto habilitado para una emergencia bélica no consta
expresamente ni tiene denominación, pero surge implícitamente de las competencias previstas para el caso en los arts.
75 inc. 25 y 99 inc. 15.
Fuera de la constitución formal, conocemos las emergencias o crisis económicas, para las que se adoptan medidas de
diversa clase.
El efecto global que cabe atribuir a los institutos de emergencia se bifurca así; a) acrecientan ciertas competencias del
poder, reforzando las de un órgano o de varios; b) originan limitaciones más severas que las habituales para los
derechos, libertades y garantías.
Desde nuestro punto de vista, ha de funcionar ampliamente el control judicial de constitucionalidad, tanto para verificar
si realmente hay emergencia -o no-; si el instituto de emergencia que se halla en vigor se corresponde con las normas
existentes en la constitución -o no-; y si las medidas adoptadas en consecuencia responden a los parámetros de
razonabilidad y limitación que las justifican -o no-.
Hay, según la Corte, condiciones mínimas para la validez constitucional de los institutos y las medidas de emergencia; a)
una situación real de emergencia, declarada o comprobada; b) un fin real de interés social y público; c) transitoriedad en
la regulación excepcional: d) razonabilidad del medio elegido, o sea, proporción y adecuación entre la medida dispuesta,
el fin buscado, y los motivos y causas que han dado origen a la medida de emergencia.
La guerra y la paz
Respecto de la guerra, podemos afirmar sintéticamente que los arts. 6º y 23 en sus alusiones al ataque o la invasión
exterior limitan el marco constitucional de la guerra a la que tiene carácter defensivo. Es la única que parece quedar
legitimada. La guerra “civil" está prohibida en el art. 127.
Como contracara, cuando el preámbulo obliga a “consolidar la paz interior” y “constituir la unión nacional" se nos hace
fácil, en coordinación con lo recién dicho acerca de la guerra, detectar en la constitución como derecho implícito el
derecho “a la paz ". A su vez, el deber de “proveer a la defensa común” nos lleva a pensar que hay que
“defender la paz”. Todo sin olvidar que el art. 27 obliga al gobierno federal a afianzar sus relaciones de paz con las
potencias extranjeras.
Si avanzamos al derecho internacional de nuestros días, acaso tenga asidero coincidir con quienes sostienen que la
guerra es un crimen de lesa humanidad.
El estado de sitio
El estado de sitio es el instituto de emergencia que la constitución tiene arbitrado para dos situaciones; a) ataque
exterior, b) conmoción interior.
El art. 23 cuida muy bien el diseño de los casos, que quedan condicionados dentro de un marco reglado a tenor de las
siguientes pautas: a) cada una de las dos situaciones recién citadas debe poner en peligro el ejercicio de la constitución y
de las autoridades creadas por ella: y b) debe producir perturbación del orden. 0 sea que no es suficiente que haya
ataque exterior o conmoción interna, porque además han de concurrir los requisitos que acabamos de enunciar.
el órgano que va a disponer la declaración del estado de sitio se encuentra ceñido al encuadre que para su procedencia
consigna la constitución.
Por ende, aunque es innegable la naturaleza “política" del acto declarativo, y aunque por ello se postule su no
judiciabilidad, nosotros afirmamos que:
a) no obstante la jurisprudencia en contrario de la Corte, el acto declarativo debe caer bajo control judicial de
constitucionalidad para verificar si concurren los presupuestos habilitantes; además: a’) coincidimos con la Corte cuando
considera revisables judicialmente los requisitos de competencia y de forma que prescribe la constitución; más
a") la exigencia de fijación del plazo de vigencia del estado de sitio y del tugar donde ha de regir; b) son judiciables las
medidas concretas que se adoptan en ejecución del estado de sitio, a electos de controlar su razonabilidad; c) la
duración o subsistencia del estado de sitio no ha de evadir el control judicial, porque si bien debe tener plazo fijado,
puede ocurrir que antes de su vencimiento hayan desaparecido las causas y razones que en su momento hicieron viable
la puesta en vigor del estado de sitio.
Cuando la causal radica en el ataque exterior, el estado de sitio tiene que ser declarado por el poder ejecutivo con
acuerdo del senado (art. 99 inc. 16) (si el congreso está en receso, debe ser convocado); cuando la causa consiste en la
conmoción interna, el estado de sitio tiene que ser declarado por el congreso (art. 75 inc. 29 y 99 inc. 16); (si el congreso
está en receso, la facultad puede ejercerla el poder ejecutivo -art. 99 inc. 16, correspondiendo al congreso aprobarlo o
suspenderlo -art. 75 inc. 29-; pero además pensamos que cuando el congreso está en receso, el ejecutivo que declara el
estado de sitio debe convocarlo inmediatamente),
Surge, entonces, que:
a) el estado de sitio es una situación de excepción, con causales y condicionamientos bien
definidos;
b) por ende, es transitorio,
c) debe tener fijado plazo de duración y lugar determinado;
d) es competencia exclusiva del gobierno federal.
La limitación de los derechos durante el estado de sitio

Hay una pauta global, según la cual quedan suspensas las garantías constitucionales en la provincia o el territorio donde
hay perturbación del orden. Y hay una pauta específica que prohíbe al presidente de la república condenar por sí o
aplicar penas, limitando su poder a arrestar o trasladar personas de un punto a otro, si ellas no prefieren salir del
territorio argentino.
a nuestro criterio, la que en cada situación concreta va a afectar limitativamente sólo a aquellos derechos cuyo ejercicio
resulte incompatible con los fines que en aquella misma situación concreta busca el estado de sitio; y ello, más el control
judicial de razonabilidad cada vez que la persona afectada impugna judicialmente la medida que le ha sido aplicada.

Hemos de comprender que las limitaciones a la libertad corporal y a los derechos tienen naturaleza de medidas de
seguridad y jamás de penas, por lo que si acaso un arresto o un traslado revisten duración exagerada equiparable a la de
una pena, han de ser descalificados judicialmente y dejados sin efecto. Además, para satisfacer la razonabilidad, toda
medida restrictiva de un derecho ha de circunscribirse al caso concreto en que el ejercicio del derecho limitado o
impedido es capaz de originar un peligro real y actual para el fin específico que ese estado de sitio tiene en vista.
Cuando la medida restrictiva recae en la libertad corporal, la vía judicial de impugnación es el habeas corpus.
En líneas generales hay que reivindicarla responsabilidad del estado por el daño causado a una persona a causa de la
ausencia de razonabilidad en una o más medidas que la afectaron en su libertad o sus derechos durante el estado de
sitio. De ser así, surge el deber indemnizatorio del estado.
EL AMPARO
La etapa anterior a la reforma constitucional de 1994
Ha sido común conceptuar al amparo como la acción destinada a tutelar los derechos: y libertades que, por ser
diferentes de la libertad corporal o física, escapan a la protección judicial por vía del habeas corpus.
El amparo en cuanto garantía reviste la naturaleza de una acción de inconstitucionalidad y de un proceso constitucional.
Hasta la reforma constitucional de 1994 el amparo carecía de norma en el texto de la constitución. La reforma lo
incorporó en el art. 43.

En 1957, el leading-case “Siri” acogió un amparo contra un acto de autoridad pública. A la Corte le bastó afirmar que las
garantías existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar consagradas en la constitución,
independientemente de las leyes reglamentarias.
Esta aseveración no significó que la garantía del amparo constaba como tal en la constitución, sino que, aun sin mención
ni, denominación, surgía como vía defensiva de los derechos cuando era menester arbitrarla por su rapidez y eficacia en
un caso concreto. O sea que el garantismo constitucional lo daba por implícitamente incluido.
A partir de allí; en 1966 se dictó la ley 16.986 sobre amparo contra actos estatales, y en 1968 se incorporó al código
procesal civil y comercial (ley 17.454) el amparo contra actos de particulares, regulándoselo como proceso sumarísimo.
En esta etapa brevemente descripta se entendió que el amparo debía funcionar contra actos individuales (de autoridad
o de particulares) pero no contra normas generales (leyes) que directa o indirectamente vulneraban derechos. No
obstante tal exclusión, tanto en el caso “Outón”, fallado en 1967, como en el caso “Peralta", fallado en 1990 (para no
citar otros) la Corte admitió la procedencia del amparo para controlar judicialmente si una supuesta lesión a un derecho
por aplicación de una ley significaba que esa ley causante de tal lesión era contraria a la constitución -o no-.
El amparo después de 1994
El actual art. 43 . Según el texto, toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo (en rigor, los
calificativos de “expedito" y “rápido" corresponden más bien al proceso de amparo que a la acción) cuando no exista
otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridad pública o de particulares, que en forma actual
o inminente lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías
reconocidos en la constitución, un tratado o una ley; el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesivos. Tal la letra del párrafo primero, que alude al amparo común, o amparo clásico.
En seguida aparece un segundo párrafo, que se suele considerar como propio del amparo “colectivo". Allí se añade que
la acción de amparo se podrá interponer contra cualquier forma de discriminación, y en lo relativo a derechos que
protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a derechos de incidencia colectiva en
general. En estos supuestos, están legitimados para promover el amparo el sujeto que resulta afectado, así coo el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines

En el amparo clásico del primer párrafo se esboza un lineamiento amplio, del que se infiere que para interponer la
acción no es menester agotar ninguna vía previa. Asimismo, si el acto lesivo tiene apoyo en una norma general -por ej.,
una ley- el juez está habilitado para declarar la inconstitucionalidad de esa norma. Si la lesión deriva directamente de
una ley autoaplicativa que no es intermediada por un acto concreto, creemos que también procede el amparo y la
declaración de inconstitucionalidad. En lo que, en cambio, hay duda es en la viabilidad del amparo contra decisiones
judiciales que, por ser actos estatales, pueden reputarse comprendidas en la mención que de ellos hace la norma
cuando describe los supuestos de la acción: personalmente no nos merece objeción la respuesta afirmativa, a condición
de que tal tipo de amparo no funcione como un medio de sustraer causas judiciales del curso regular de un proceso y del
tribunal que, como juez natural, está interviniendo en él.
La franja de mayor debate se abre en torno de la locución que se inserta en el art. 43 cuando alude a la interposición del
amparo “siempre que no exista otro medio judicial más idóneo”. No ha de llegarse al extremo de proponer que siempre
y en cualquier caso el amparo se vuelve una vía procesal sustitutiva de todas las demás, y que cada persona se
halla en condición de elegir la de su preferencia. A la inversa tampoco cabe imaginar que el amparo queda descartado
por el mero hecho de que haya cualquiera otra vía procesal disponible. En un punto medio de equilibrio, y atendiendo a
cada caso y a la naturaleza de la pretensión que se articula judicialmente, la solución más prudente y objetiva viene a ser
ésta: si una vía procesal, o todas las posibles, no resultan “más idóneas”, hay que admitir el amparo en reemplazo de
cualquiera otra vía “menos idónea”. En suma, la mayor idoneidad juega muy conectada a la eficacia que un determinado
proceso es capaz de rendir para tutelar el derecho que se supone agredido por un acto arbitrario o manifiestamente
ilegal; y la circunstancia de que sea necesario aportar y producir prueba, o, que la cuestión merezca mayor amplitud de
debate no revisten -hoy— entidad suficiente para rechazar a priorí la procedencia del amparo.
Lo que sí es indispensable resguardar en el amparo es la bilateralidad o contradicción en el proceso, para que quien es
imputado como autor del acto lesivo disponga de oportunidad participativa suficiente.
Cuando ingresamos al párrafo segundo del art. 43 que, según dijimos, describe al amparo “colectivo”, ya no se alude a
que “toda persona" puede interponer la acción, sino que se menciona una triple legitimación a favor de: “el afectado”, el
defensor del pueblo, y “las asociaciones...”. De inmediato, circunscribe los bienes y derechos protegidos de la siguiente
manera; a) contra toda forma de discriminación: b) en lo relativo a derechos que protegen al ambiente, a la
competencia, al usuario y al consumidor, c) en lo relativo a “derechos de incidencia colectiva en general".
No es dudoso, que aquí han hallado recepción expresa los intereses difusos o colectivos, y que la “afectación” personal
no requiere que el daño o perjuicio recaiga solamente en “el afectado”, porque también si es común a muchos
(afectación grupal o colectiva) hay que admitir que en ella queda comprendido e individualizado cada uno de esos
“varios” o “muchos”. Por ende rechazamos toda interpretación que, añadiendo a la norma algo que la norma no dice,
sostenga que para deducir este amparo el sujeto promotor haya de ser afectado “personal y directo”.
También en este amparo del párrafo segundo hemos de dar por cierto que procede el control de constitucionalidad: que
los bienes, derechos e intereses protegidos tanto pueden derivar de la constitución como de un tratado o de una ley; y
que es menester la existencia de arbitrariedad o ilegalidad manifiesta en el acto lesivo, que bien puede consumarse a
través de una amenaza.
El art. 43 en sus dos primeros párrafos hasta aquí explicados es directamente operativo, por lo que aun en ausencia de
ley reglamentaria tiene que ser aplicado por los jueces. Y por ser una norma federal obliga a las provincias, que no
pueden disminuir o negar la garantía amparista, pero la pueden mejorar y ampliar, porque la norma del art. 43 funciona
como un piso mínimo.
EL HABEAS DATA
Encuadre, tipologías y alcances
En el temario que el congreso derivó a la convención constituyente cuando declaró la necesidad de la reforma
constitucional no figuraba mencionado el habeas data con este nombre. Por eso, la reforma lo incluyó
innominadamente en el ámbito normativo del amparo. Es así como este habeas data innominado quedó regulado en el
párrafo tercero del art. 43..
Esta acción” (a tenor de lo que dice el art. 43) podrá interponerse por “toda persona" con el objeto de:
a) conocer los datos a ella referidos y la finalidad de su almacenamiento;
b) exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de esos datos que
c) consten en registros o bancos de datos públicos, o privados si éstos están destinados a
proveer informes.
La norma añade que no podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística.
El vocabulario actual alude a derechos informáticos constitucionales cuando toma en cuenta que la tutela mediante el
habeas data cubre los servicios informáticos, computarizados o no, con toda clase de utilización, aunque no sea
automatizada, si el soporte material de los datos es susceptible de tratamiento automatizado.
Todo ello obedece al actual desarrollo tecnológico, al tratamiento electrónico de la información, al flujo cibernético, etc.,
que han hecho necesario resguardar la privacidad personal en la circulación de la información. De ahí que al encararse el
bien jurídico protegido por el habeas data sea frecuente, en torno de la intimidad, aludir a la reserva de bienes
personales como los vinculados con el honor, la dignidad, la información “sensible”, la verdad, la igualdad, la
autodeterminación informativa, la privacidad, etc.
La variedad de fisonomías que ofrece el habeas data arroja el siguiente resumen:
a) Hay un habeas data informativo para solicitar: a’) qué datos personales están registrados;
a") con qué finalidad se han obtenido y registrado; a’”) de qué fuente se han obtenido (salvo que se trate de fuentes
periodísticas u otras resguardadas por secreto profesional);
b) Hay un habeas data rectificador para: b’) corregir datos que son falsos o inexactos; b”) actualizar o adicionar datos
atrasados o incompletos;
c) Hay un habeas data de preservación para: c’) excluir dalos archivados que contienen información personal llamada
“sensible” (por ej.. los referidos a orientación sexual, identidad étnica o racial, religión, ciertas enfermedades, ideas
políticas, etc.); c”) reservar en la confidencialidad ciertos datos archivados que han sido legalmente acumulados, pero
resultan innecesarios y sustraídos para el acceso de terceros, o son susceptibles de causar daño a la persona si son
conocidos por terceros
En la enumeración de ámbitos que no quedan resguardados por el habeas data podemos citar, ejemplificativamente,
algunos datos que razonablemente admiten reputarse de interés público o general. Así:
a) la información en registros o ficheros referidos a la actividad comercial, empresarial o financiera de las personas,
cuando su conocimiento parece de acceso necesario a terceros que se hallan en la red de actividades similares;
b) La documentación histórica destinada a consulta e información de investigadores, estudiosos, científicos y personas
en general, con fines vinculados a lo que cabe denominar como cultura social;
c) La defensa y seguridad del estado, cuando en un caso concreto deba facilitarse excepcionalmente el acceso a ciertos
datos personales registrados.
El secreto periodístico al que alude la parte final de este tercer párrafo del art. 43 tiene el siguiente alcance:
a) impide usar el habeas data para averiguar qué datos personales figuran registrados periodísticamente:
b) impide conocer de dónde fueron obtenidos;
c) incita a considerar como fuente periodística a la que es propia de todos los medios audiovisuales y escritos de
comunicación social, comprendidos los informatizados.

EL HABEAS CORPUS
El habeas corpus es la garantía tradicional que, como acción, tutela la libertad física o corporal o de locomoción, a través
de un procedimiento judicial sumario que se tramita en forma de juicio.
Al decir que el habeas corpus protege la libertad física damos a entender que es la garantía deparada contra actos que
privan de esa libertad, o que la restringen sin causa o sin formas legales, o con arbitrariedad (detenciones, arrestos,
traslados, prohibiciones de deambular, etc.).
Ahora, el párrafo cuarto y final del art. 43 lo contempla específicamente.
Las distintas categorías de habeas corpus son éstas;
a) el habeas corpus clásico para rehabilitar la libertad física frente a actos u omisiones que la restringen o impiden sin
orden legal de autoridad competente;
b) el habeas corpus preventivo para frenar amenazas ciertas e inminentes para la libertad física:
c) el habeas corpus correctivo contra toda forma ilegítima que agrava la condición de una persona legalmente privada
de su libertad:
d) el habeas corpus restringido contra molestias que perturban la libertad de locomoción sin llegar a la privación de
libertad (seguimientos, vigilancias, etc.)
e) el art. 43 ha incorporado como novedad el supuesto de procedencia en el caso de la desaparición forzada de
personas.
La legitimación procesal para interponer un habeas corpus no se limita a la persona que acusa restricción en su libertad,
sino que se extiende a cualquier otra, aun sin estar apoderada por ella. Y a la vez, la ley 23.098 ha previsto el habeas
corpus “de oficio” que confiere al juez la habilitación cuando toma conocimiento por sí mismo de la afectación grave de
libertad padecida por una persona, con riesgo de sufrir perjuicio irreparable o de ser trasladad a fuera del ámbito de la
jurisdicción del tribunal.
La ley citada contiene otros dos aspectos interesantes:
a) cuando la restricción a la libertad se produce durante el estado de sitio, el juez del habeas corpus tiene competencia
para controlar, en el caso concreto a decidir, la legitimidad del acto declarativo del estado de sitio (pese a que, según
dijimos, la jurisprudencia de la Corte ha considerado que se trata de una cuestión política no judiciable):
b) cuando la limitación a la libertad se basa en una orden de autoridad que actúa aplicando una norma legal contraria a
la constitución, el juez del habeas corpus está habilitado a declarar inconstitucional dicha norma “de oficio” (o sea, sin
petición departe).
En el proceso de habeas corpus hay que respetar el principio de contradicción que asegura la bilateralidad, a linde que
pueda participar el autor del acto lesivo
El llamado “auto” de habeas corpus es la orden que emite el juez de la causa requiriendo a la autoridad presuntamente
autora del acto lesivo que informe acerca del mismo, conminándola-incluso- a presentar a la persona detenida. Queda
claro, entonces, que el “auto" de habeas corpus no es la sentencia final que se dicta en el proceso.
Asimismo, el art. 43 último párrafo es operativo, y obliga a las provincias como piso mínimo.
En tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional hay normas que, sin usar la denominación del habeas
corpus, prevén la procedencia de acciones de naturaleza análoga para resguardar la libertad corporal.

 Artículo 8.  Garantías Judiciales


 1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter.
 2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente
su culpabilidad.  Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
 a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no comprende o no habla el
idioma del juzgado o tribunal;
 b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;
 c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa;
 d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente con su defensor;
 e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la
legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por
la ley;
 f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como
testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;
 g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y
 h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
 3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna naturaleza.
 4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos.
 5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los intereses de la justicia.

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