Se conoce como manipulación genética o ingeniería genética a las distintas
técnicas y procedimientos científico-tecnológicos que le permiten al ser humano modificar o recombinar el ADN y otros ácidos nucleicos de los seres vivos, con el propósito de obtener formas de vida que satisfagan ciertas necesidades. Para ello se añaden, alteran o eliminan genes del código genético de los seres vivos, llamado también edición genética
El objetivo de la ingeniería genética es producir las características deseadas y
eliminar las no deseadas. Algunos ejemplos de características deseadas para las plantas son el crecimiento rápido, la resistencia a plagas y el gran tamaño. A veces, se hace referencia a los organismos modificados por ingeniería genética como transgénicos, fruto de la biotecnología o genéticamente modificados.
HISTORIA
Las primeras investigaciones y aplicaciones de la biotecnología moderna, que
surgen con la capacidad de manipulación genética de los seres vivos, se encaminan durante los años 80 fundamentalmente hacia el sector salud. La insulina humana es uno de los primeros productos transgénicos que se usan para el tratamiento de los enfermos de diabetes. En este caso los organismos receptores que se producen son bacterias transgénicas a las que se les inserta el gen humano que codifica para la insulina. Otros ejemplos en este campo corresponden a la producción de la hormona del crecimiento humano y a la heritropoyetina, una hormona que aumenta la producción de hematocitos.
La historia del desarrollo de la ingeniería genética en las plantas inicia en 1983
con las primeras modificaciones de células vegetales. En 1984 se producen las primeras plantas transgénicas y en 1986 se llevan a cabo las primeras pruebas de campo y se desarrollan plantas resistentes a algunos virus. En 1988 se desarrollan plantas resistentes a plagas (insectos) y a herbicidas, en 1989 se trabaja en la maduración de los frutos y en 1990 hay más de 100 pruebas experimentales en el campo. En 1995 se obtienen los primeros productos comerciales. De manera simplificada, la producción de una planta transgénica involucra cuatro pasos básicos: primero, se aísla el gen que codifica la información genética para producir una proteína particular; en el caso de las plantas resistentes a insectos se trata de un gen que produce una proteína que es tóxica para algunos insectos. En segundo lugar se pega el fragmento de ADN del gen seleccionado con un gen marcador. Los marcadores que comúnmente se utilizan les confieren resistencia a las células a algún antibiótico o herbicida. Estas moléculas se insertan a las células del organismo receptor. Un tercer paso lo constituye la identificación de las células que han recibido los genes mediante su exposición a un antibiótico y su selección. Por último, se induce el desarrollo de las células modificadas para que crezcan en una planta completa. Estas plantas y sus semillas producirán el gen de la resistencia.
Tipos de manipulación genética
Las principales formas de manipulación genética en la actualidad son las
siguientes:
La secuenciación del ADN. Se trata de la aplicación de distintos métodos
y técnicas bioquímicas a la molécula de ADN de un ser viviente, para así determinar cuál es la secuencia específica de nucleótidos (Adenina, Guanina, Timina y Citosina) que lo compone, algo clave para descifrar la “programación” natural de los procesos bioquímicos que se llevan a cabo durante la vida. La secuenciación del ADN es una tarea colosal, ya que se trata de inmensas cantidades de información, incluso en el caso de seres microscópicos, pero hoy en día puede llevarse a cabo rápidamente gracias a la computarización. El ADN recombinante. Esta técnica consiste en la generación de una molécula artificial de ADN a través de métodos in vitro, para luego inyectarlo en un organismo y evaluar su desempeño. Esto generalmente se lleva a cabo extrayendo determinada información de un ser viviente e incorporándola a otro, y permite la obtención de proteínas específicas (con fines médicos o farmacológicos), la obtención de vacunas, o el mejoramiento del desempeño económico de especies alimenticias. La Reacción en Cadena de la Polimerasa (RCP). También llamada PCR, por sus siglas en inglés, es una técnica de amplificación del ADN desarrollada en 1986, que consiste en obtener numerosas copias de una molécula “molde” de ADN, a partir de una serie de enzimas llamadas polimerasas. Este método es empleado actualmente en ámbitos muy distintos, como la identificación de ADN en investigaciones forenses, o la identificación genética de patógenos (virus y bacterias) de nuevas enfermedades. El CRISPR. Su nombre es un acrónimo en inglés (clustered regularly interspaced short palindromic repeats) de repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas, que es como se llama a la capacidad de las bacterias de incorporar a su genoma parte del ADN de los virus que las han infectado, heredando a sus descendientes la capacidad de reconocer el ADN invasor y ser capaces de defenderse en ocasiones futuras. O sea, forma parte del sistema inmunitario de los procariotas. Pero desde 2013 este mecanismo se emplea como una vía de manipulación genética, sacando provecho al método mediante el cual las bacterias “cortan” y “pegan” su propio ADN para incorporar la información nueva, mediante una enzima llamada Cas9. Ejemplos
Algunos ejemplos de aplicación de la ingeniería genética hoy en día son:
La terapia génica. Empleada en el combate contra enfermedades
genéticas, este tipo de terapia consiste en la sustitución de un segmento defectuoso del ADN de los individuos por una copia saludable, evitando así que las enfermedades congénitas se desarrollen. La obtención artificial de proteínas. La industria farmacéutica obtiene muchas de sus proteínas y sustancias de uso médico gracias a la alteración genética de bacterias y levaduras (hongos), como el Saccharomyces cerevisiae. Estos seres vivos son “programados” genéticamente para producir enormes cantidades de compuestos orgánicos, como quitinasa humana o proinsulina humana. La obtención de especies animales “mejoradas”. Con el propósito de combatir el hambre o simplemente de maximizar la producción de ciertos alimentos vegetales o animales, se ha alterado el genoma del ganado vacuno, porcino o incluso de peces comestibles, para lograr que den más leche o simplemente que crezcan más rápido. Las semillas de alimentos “transgénicos”. De modo similar al anterior, las plantas frutales, hortalizas o vegetales se han alterado genéticamente con el fin de hacerlas más rentables y maximizar su producción: cultivos que soportan mejor la sequía, que se defienden solos de las plagas, que producen frutos más grandes o con menos semillas, o simplemente frutos que maduran más lentamente y por lo tanto gozan de un mayor lapso para ser transportados hasta el consumidor sin dañarse. La obtención de vacunas recombinantes. Muchas vacunas actuales, como la que nos protege de la hepatitis B, se obtiene mediante técnicas de manipulación genética, en las que se altera el contenido genético del patógeno para dificultar o impedir su reproducción, de modo que no puedan producir la enfermedad, pero sí permitan al sistema inmunitario preparar defensas en contra de futuras infecciones reales. Esto también permite aislar genes específicos que inyectar en el cuerpo humano y así adquirir inmunidad contra enfermedades diversas. Ventajas y desventajas de la manipulación genética
Como hemos visto, la ingeniería genética permite llevar a cabo tareas
antiguamente impensables, gracias a una comprensión profunda de los mecanismos clave de la vida. Así, podemos señalar entre sus ventajas:
La obtención masiva y rápida de sustancias bioquímicas
indispensables, capaces de combatir enfermedades y de mejorar la salud de la humanidad. Esto aplica tanto para fármacos, como para vacunas y otros compuestos. La posibilidad de mejorar significativamente la industria alimenticia y combatir el hambre y la desnutrición en el mundo, a través de cultivos más resistentes climáticamente o que arrojen frutos más nutritivos y más grandes. La oportunidad de “corregir” defectos genéticos que ocasionan enfermedades a través de la edición genética puntual.
Sin embargo, entre sus desventajas se encuentran:
Entrañan dilemas éticos y morales que obligan a replantearse el lugar del
ser humano en el orden de las cosas, ya que un error en la manipulación genética puede arruinar una especie entera o producir un desastre ecológico. Las especies “mejoradas” compiten con ventaja sobre las especies naturales, de modo que empiezan a sustituirlas, empobreciendo la variedad genética de la especie, ya que, por ejemplo, las mismas semillas mejoradas se usan para los cultivos de distintas geografías mundiales. Se desconoce el efecto a largo plazo de la ingesta de alimentos manipulados genéticamente en la población humana, por lo que podría más adelante haber complicaciones todavía imprevisibles.