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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE

SANTO DOMINGO
Primada de América
Fundada el 28 de octubre de 1538
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Unidad de Posgrado

Etapas del Proceso Penal Dominicano, Bajo las Garantías de la


Tutela Judicial Efectiva.

Proyecto de investigación para la tesis de cuarto nivel para


optar por el título de maestría en derecho procesal pena

Elaborado por
Ronald Piña Soriano

Asesora:

Santo Domingo de Guzmán, Republica Dominicana


Septiembre 2019
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE
SANTO DOMINGO
Primada de América
Fundada el 28 de octubre de 1538
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Unidad de Posgrado

Etapas del Proceso Penal Dominicano, Bajo las Garantías de la


Tutela Judicial Efectiva.

Proyecto de investigación para la tesis de cuarto nivel para


optar por el título de maestría en derecho procesal pena

Elaborado por
Ronald Piña Soriano
EI7635

Asesora:

Santo Domingo de Guzmán, Republica Dominicana


Septiembre 2019
ETAPAS DEL PROCESO PENAL DOMINICANO, BAJO
LAS GARANTÍAS DE LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA.
ÍNDICE

CAPÍTULO I
ASPECTOS INTRODUCTORIOS
1.1. Planteamiento del problema...............................................................................2
1.1.1. Formulación del Problema...............................................................................2
1.2. Objetivos de la investigación..............................................................................3
1.2.1. Objetivo General..............................................................................................3
1.2.2. Objetivos Específicos......................................................................................3

CAPÍTULO II:
MARCO REFERENCIAL
2.1. Antecedentes......................................................................................................5
2.1.1. La Etapa Preparatoria....................................................................................10
2.1.2. La Etapa Intermedia......................................................................................12
2.1.3. La Etapa del Juicio........................................................................................15
2.1.4. Etapa Recursiva............................................................................................17
2.1.5. Etapa de Ejecución........................................................................................19

CAPÍTULO III:
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
3.1. Conclusiones....................................................................................................23
3.2. Recomendación................................................................................................24

BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................25
CAPÍTULO I
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

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1.1. Planteamiento del problema

El problema objeto de esta investigación radica en que esta garantía aun estando
contemplada en el Código Procesal Penal no está generando el impacto social y
en el sistema de administración de justicia que existe en la República Dominicana.
Por ello se analizarán las Etapas del Proceso Penal Dominicano, bajo las
Garantías de la Tutela Judicial Efectiva. Se ha elegido como lugar de investigación
el Distrito Nacional por el periodo de un año de enero del 2017 a enero del 2018.

La ley misma establece bajo qué condiciones puede otorgarse o en cuales


asuntos puede presentarse la solicitud de desarrollar las Etapas del Proceso Penal
Dominicano, bajo las Garantías de la Tutela Judicial Efectiva no se ha podido
observar el gran avance que esta es capaz de producir y es la razón por la que
este proyecto de investigación se centra en este tópico de interés.

La experiencia generalizada en Latinoamérica es que los testigos no declaran


oralmente en las etapas iniciales del proceso ni son contra interrogados por la
parte adversa. Los fiscales que “investigan” el ilícito no perpetúan el testimonio de
los testigos por medio de declaraciones juradas.

Es en la vista pública donde las partes por primera vez se enfrentan a los testigos
contrarios. Siendo ello así, lo más que podemos recomendar en cuanto a este
aspecto es que cuando no sepa la respuesta que le brindará el testigo sólo se
arriesgue a preguntar en aquellos casos donde tenga prueba independiente con la
cual pueda confrontar y desmentir al testigo en caso que no le brinde la respuesta
esperada. En el caso de República Dominicana se me ha informado que es común
que los testigos declaren en las audiencias iniciales.

1.1.1. Formulación del Problema


1. ¿Cuáles son etapas del proceso penal dominicano, bajo las Garantías de la
Tutela Judicial Efectiva?

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2. ¿Qué garantizaría que las etapas del proceso procesal penal dominicana,
serán desarrolladas bajo la tutela judicial efectiva?
3. ¿Qué debemos tomar en cuenta antes de desarrollar las etapas del proceso
procesal penal dominicano bajo las garantías de la tutela judicial efectiva?
4. ¿Cuáles son los puntos a tomar en cuenta para desarrollar las etapas del
proceso penal Domiciano bajo las garantías de la tule judicial efectiva?
5. ¿Cuáles factores serían determinantes en el desarrollo de las etapas del
proceso penal dominicano bajo las garantías de la tutela judicial efectiva?

1.2. Objetivos de la investigación

1.2.1. Objetivo General

Desarrollar las Etapas del Proceso Penal Dominicano, bajo las Garantías de
la Tutela Judicial Efectiva.

1.2.2. Objetivos Específicos

1. Determinar la garantía de las etapas del proceso procesal penal


dominicana, serán desarrolladas bajo la tutela judicial efectiva.
2. Conocer el desarrollo de las etapas del proceso procesal penal dominicano
bajo las garantías de la tutela judicial efectiva.
3. Identificar los puntos a tomar en cuenta para desarrollar las etapas del
proceso penal Domiciano bajo las garantías de la tule judicial efectiva.
4. Describir los factores serían determinantes en el desarrollo de las etapas
del proceso penal dominicano bajo las garantías de la tutela judicial
efectiva.
.

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CAPÍTULO II:
MARCO REFERENCIAL

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2.1. Antecedentes

Existen diversos escritos en relación a la aplicación de los métodos alternativos de


solución al conflicto penal establecidos en el Código Procesal Dominicano y, en
específico, sobre suspensión condicional de procedimientos que es uno de estos
métodos alternativos.

En una investigación realizada en la facultad de derecho de la universidad de


Chile, sobre el tema en cuestión se hace énfasis en la conceptualización de la
suspensión condicional del procedimiento como los acuerdos reparatorios dentro
de la justicia restaurativa o restauradora, la que estaría compuesta por una
variedad de prácticas que buscan responder al crimen de un modo más
constructivo que las respuestas dadas en el sistema punitivo tradicional. (Binder,
2007)

Si bien es cierto que estos están consagrados en la Ley Penal Dominicana no


menos cierto es que existe una realidad ambigua en el sentido de que estos
métodos no se aplican de manera objetiva y frecuente a fin de que el sistema de
justicia que impera en el país pueda situarse en un ambiente de
descongestionamiento y de tal forma dar paso a caos penales de mayor gravedad
que realmente afectan la colectividad y el buen vivir de la sociedad.

La Ley No. 76-02 ó Código Procesal Penal Dominicano (CPP), entró en vigencia el
27 de septiembre del año 2004 y trajo consigo todas las reglas para enjuiciar a los
ciudadanos acusados de cometer algún delito. Este código procura ser un
instrumento idóneo a través del cual el estado interviene para solucionar los
conflictos que tienen relevancia penal. Es así como las partes envueltas en esos
conflictos hacen valer sus derechos en la etapa de investigación, juicio y en la
etapa de ejecución de la pena. (Ley 76-02, 2014, Código Procesal Penal
Dominicano).

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En la mayoría de los países de América Latina se utiliza la expresión de Salidas
Alternativas, entendiéndolas como las formas de ponerle fin a un conflicto que no
sea la persecución tradicional, es decir soluciones penales alternativas a la
persecución, juicio y pena. Así es como el Código Procesal Penal de la República
Dominicana, prevé mecanismos de solución del conflicto alternativos al juicio,
contemplando los métodos siguientes: la conciliación, la suspensión condicional
del procedimiento y el juicio penal abreviado. (Ley 76-02 del Codigo Procesal
Penal).

Su antecedente inmediato corresponde a lo que en el derecho comparado en


particular en el anglosajón, se conoce como diversión que es la suspensión de la
persecución, el sistema anglosajón además tenía la probation que era la
suspensión condicional de la sentencia. La diversión es una facultad dada al fiscal
que con criterios de oportunidad desestime cargos penales por otros conductos
formales de control. Esta facultad está a cargo de los fiscales que la disponen por
aplicación de criterios de oportunidad.

La diversión consiste en la desestimación de los cargos, por parte del Fiscal, bajo
la condición de que el procesado preste su consentimiento para someterse, por un
período de tiempo determinado, a un programa de rehabilitación sin
encarcelamiento, y de que cumpla con las obligaciones que al respecto se le
impartan.

Al respecto de este particular la doctrina señala que: “Si la prueba es satisfactoria,


se renuncia definitivamente a la persecución penal respectiva, sin ninguna
consecuencia penal. Si, por el contrario, la persona sometida a diversión incumple
alguna de las observaciones, se retoma la persecución penal contra él”. (Gil, 2008)

De ahí que la probación, por su parte, implica, previa constatación de la


culpabilidad de un acusado, un acuerdo entre el Estado y aquel, mediante el cual
el primero promete mantener en suspenso el pronunciamiento de una sentencia
de prisión a cambio de que el segundo cumpla, por un lapso determinado (período

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de prueba), con ciertas condiciones impuestas por la ley y el tribunal,
sometiéndose durante dicho período al control de un oficial de probación.

Si la prueba se cumple de manera satisfactoria, entonces se extingue la acción


penal sin registros respecto de su culpabilidad. En cambio, si la persona sometida
a prueba, viola las condiciones impuestas, el tribunal está facultado para modificar,
ampliar o revocar la aprobación. En el caso de revocación, continúa el juicio hasta
el dictado de la sentencia y, eventualmente, la ejecución de la pena.

En América Latina hace algunos años, especialmente en busca de estructuras


punitivas democráticas más ágiles, transparentes y respetuosas de los derechos
esenciales de los individuos, lo que llevó a plasmar un Código Procesal Modelo
para Iberoamérica, el cual contempla el instituto de comentario en su artículo 231,
así como la Ordenanza Procesal Penal Alemana, cuya disposición 153 establece
el archivo del proceso en caso de cumplimiento de condiciones y mandatos, al que
denomina también archivo condicional del procedimiento, en la exposición de
motivos del referido Código Modelo. (García, 2006)

La Constitución dominicana enuncia las prerrogativas y garantías fundamentales


para la defensa de los derechos de las personas. La primera de esas garantías es
la tutela judicial efectiva y el debido proceso del artículo 69. En ese sentido, ha
sido el Tribunal Constitucional español que ha dicho que el primer contenido del
derecho a obtener una tutela judicial efectiva es el acceso a la jurisdicción, que se
concreta en el derecho a promover la actividad jurisdiccional.

De su lado, el debido proceso ha sido definido por la Corte Constitucional de


Colombia como “el conjunto de garantías sustanciales y procesales especialmente
diseñadas para asegurar la regularidad y eficacia de la actividad jurisdiccional y
administrativa.

El artículo 69 de la Constitución Dominicana prescribe que en el ejercicio de sus


intereses legítimos, toda persona tiene derecho a obtener la tutela judicial efectiva,

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con respeto al debido proceso que estará conformado por las garantías mínimas,
entre las cuales cita el derecho a ser oído dentro de un plazo razonable y por una
jurisdicción competente, independiente e imparcial; el derecho a que se presuma
su inocencia y a ser tomado como tal y el derecho a un juicio público, oral y
contradictorio, en plena igualdad y con respeto al derecho de defensa.
A estas reglas hay que agregar el plexo de normativo que conforma los principios
generales del Derecho Penal, que igualmente están constitucionalizados. Así, por
ejemplo, el principio de interpretación estricta, que prevé que la ley penal es de
interpretación restrictiva y que prohíbe el uso de analogías y la interpretación
extensiva de la norma, salvo que favorezca a la persona imputada; el principio de
irretroactividad de la ley penal que establece que la ley penal no se aplica a los
hechos ocurridos antes de la entrada en vigor de la norma y el principio de
personalidad de la pena, que enuncia que nadie puede ser penalmente
responsable si no de su propio hecho u omisión. (Ley 76-02 del Codigo Procesal
Penal).

Asimismo, el principio de culpabilidad, que estipula que las personas sólo pueden
ser culpables de un hecho u omisión punible si lo han cometido con dolo o
imprudencia; el principio de territorialidad penal la ley penal se aplica a las
infracciones cometidas total o parcialmente en la República Dominicana o cuyos
efectos se producen en su territorio, y el principio de lesividad, que prevé que las
conductas reprobables de las personas sólo serán antijurídicas si con ellas se
lesiona o pone en riesgo de manera cierta un bien jurídico.

La tutela judicial efectiva no solo reconoce la necesidad de acceso a la justicia


sino, también a contar con mecanismos adecuados y efectivos; a obtener una
resolución; posibilidad de recurrir; y, hacer cumplir la decisión. Este derecho está
consagrado en el Artículo 69 constitucional, el cual establece que, a toda persona,
en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, se le debe garantizar. (Mora,
2012)

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Para que se produzca una resolución es preciso que concurran una serie de
requisitos determinados y presupuestos establecidos en la norma. Ante su
ausencia en un supuesto concreto, como norma general y en cuanto sea posible,
la actividad de los órganos judiciales ha de tender a conseguir su subsanación,
pues de lo contrario se puede incurrir en la violación a este derecho.

La Constitución dominicana enuncia las prerrogativas y garantías fundamentales


para la defensa de los derechos de las personas. La primera de esas garantías es
la tutela judicial efectiva y el debido proceso del artículo 69. En ese sentido, ha
sido el Tribunal Constitucional español que ha dicho que el primer contenido del
derecho a obtener una tutela judicial efectiva es el acceso a la jurisdicción, que se
concreta en el derecho a promover la actividad jurisdiccional.

De su lado, el debido proceso ha sido definido por la Corte Constitucional de


Colombia como “el conjunto de garantías sustanciales y procesales especialmente
diseñadas para asegurar la regularidad y eficacia de la actividad jurisdiccional y
administrativa”.

El artículo 69 de la Constitución prescribe que en el ejercicio de sus intereses


legítimos, toda persona tiene derecho a obtener la tutela judicial efectiva, con
respeto al debido proceso que estará conformado por las garantías mínimas, entre
las cuales cita el derecho a ser oído dentro de un plazo razonable y por una
jurisdicción competente, independiente e imparcial; el derecho a que se presuma
su inocencia y a ser tomado como tal y el derecho a un juicio público, oral y
contradictorio, en plena igualdad y con respeto al derecho de defensa.

A estas reglas hay que agregar el plexo de normativo que conforma los principios
generales del Derecho Penal, que igualmente están constitucionalizados. Así, por
ejemplo, el principio de interpretación estricta, que prevé que la ley penal es de
interpretación restrictiva y que prohíbe el uso de analogías y la interpretación
extensiva de la norma, salvo que favorezca a la persona imputada; el principio de
irretroactividad de la ley penal que establece que la ley penal no se aplica a los

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hechos ocurridos antes de la entrada en vigor de la norma y el principio de
personalidad de la pena, que enuncia que nadie puede ser penalmente
responsable si no de su propio hecho u omisión.

Asimismo, el principio de culpabilidad, que estipula que las personas sólo pueden
ser culpables de un hecho u omisión punible si lo han cometido con dolo o
imprudencia; el principio de territorialidad penal la ley penal se aplica a las
infracciones cometidas total o parcialmente en la República Dominicana o cuyos
efectos se producen en su territorio, y el principio de lesividad, que prevé que las
conductas reprobables de las personas sólo serán antijurídicas si con ellas se
lesiona o pone en riesgo de manera cierta un bien jurídico.

Finalmente, completa este catálogo de derechos y garantías constitucionales los


principios de interpretación de los derechos fundamentales, previstos en el artículo
74 de la Constitución, de los que el que adquiere más relevancia es el principio de
favorabilidad.

La tutela judicial efectiva no solo reconoce la necesidad de acceso a la justicia


sino, también a contar con mecanismos adecuados y efectivos; a obtener una
resolución; posibilidad de recurrir; y, hacer cumplir la decisión. Este derecho está
consagrado en el Artículo 69 constitucional, el cual establece que a toda persona,
en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, se le debe garantizar.

Para que se produzca una resolución es preciso que concurran una serie de
requisitos determinados y presupuestos establecidos en la norma. Ante su
ausencia en un supuesto concreto, como norma general y en cuanto sea posible,
la actividad de los órganos judiciales ha de tender a conseguir su subsanación,
pues de lo contrario se puede incurrir en la violación a este derecho.

2.1.1. La Etapa Preparatoria

En una clara defensa a dos intereses básicos, el nuevo Código dispone que “el
procedimiento preparatorio no es público para terceros” (artículo 290).- Con ello se

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quiere tutelar, por un lado, la propia investigación y la aplicación de la ley penal, en
la medida en que al inicio de las indagaciones la publicidad puede comprometer el
éxito de las mismas, al poner sobre aviso a los involucrados y a sus encubridores,
quienes alertados no sólo eluden la acción de la justicia sino además desaparecen
los rastros del delito; y, por otro, se tutela también la imagen y el prestigio de los
investigados, pues al inicio pueden aparecen algunas personas como
sospechosas de haber realizado un hecho delictivo, pero se trata de hipótesis
iniciales que requieren de verificación.

Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad al momento de


orientar a los ciudadanos sobre la persecución del delito, en especial cuando se
encuentran involucrados grandes intereses o de altos funcionarios. Sin embargo,
no podemos dejar de reconocer, como muy bien se ha expuesto, que “el juez de
instrucción, que ya era “el hombre más poderoso de Francia” a juicio de Napoleón,
se convierte en un poder cuasi omnímodo cuando utiliza la prensa como caja de
resonancia. Y es que una inculpación pública equivale a un juicio.

La presunción de inocencia desaparece y el verdadero juicio en primera instancia


se asemeja a un veredicto de la opinión pública... porque el primer juicio, el de la
opinión pública, equivale siempre a una condena...”. (Ley 76-02 del Codigo
Procesal Penal).En consecuencia, ese mecanismo debe utilizarse con sumo
cuidado en protección de aquellos intereses.

Como complemento de esas prohibiciones, el artículo 95 apartado 8 del nuevo


Código dispone que el imputado tiene derecho a “no ser presentado ante los
medios de comunicación o ante la comunidad en forma que dañe su reputación o
lo exponga a peligro”, aspecto que se ratifica al exigirse a las autoridades de
policía que no pueden permitir la presentación del arrestado a ningún medio de
comunicación social o la comunidad, sin su expreso consentimiento manifestado
en presencia de su defensor (art. 276.6 CPP). Estas disposiciones son también

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confirmadas por la obligación de los funcionarios que participan de la investigación
de guardar discreción sobre las actuaciones cumplidas (art. 290 CPP).

En nuestro criterio la prohibición se refiere a los funcionarios y a las personas que


por alguna razón deban intervenir en el proceso, como las partes, los testigos, los
peritos, los traductores e intérpretes, y demás empleados administrativos de los
Tribunales, de la policía y del Ministerio Público. No comprende a los medios de
comunicación colectiva, pero sobre ellos hay otras restricciones respecto de las
informaciones provenientes de los juicios públicos, cuando se puedan afectar
intereses como los secretos oficiales, la integridad de los declarantes o el derecho
del imputado y la víctima a un juicio imparcial y justo (artículos 308 y 309 CPP).
Desde luego es de esperar que estas potestades que autorizan ciertas
restricciones sean utilizadas con mesura, con el fin de no desnaturalizar la
publicidad del debate, y la información de los ciudadanos sobre lo que ocurre en
los tribunales de justicia.

Cuando en contra del imputado no se ha pedido una medida de coerción, ni se ha


solicitado realizar un anticipo de prueba, el Ministerio Público está facultado para
ordenar el secreto total o parcial de las actuaciones, siempre que sea
indispensable para el éxito de un acto concreto de investigación (art. 291 CPP).
Esta medida debe ser interpretada en forma muy restrictiva, según lo ordena el
artículo 25 del Código, porque de ser generalizada podría obstaculizar el ejercicio
del derecho de defensa y los derechos de la víctima.

De naturaleza investigativa, dirigida a la adquisición de pruebas que conduzcan al


fiscal a decidir sobre la procedencia de la instancia procesal. En esta etapa el juez
ejerce la labor niveladora de las garantías procesales examinado la legalidad de la
labor ejecutada por los organismos encargados de la investigación. Su
competencia funcional de control se extiende desde los actos iniciales del
procedimiento preparatorio hasta la presentación de un acto conclusivo conforme
a la reglamentación procesal. (Ley 76-02 del Codigo Procesal Penal)

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2.1.2. La Etapa Intermedia

Dentro del procedimiento preparatorio podemos ubicar lo que el propio Código


denomina las “diligencias preliminares”, es decir las indagaciones propias que
realiza la policía inmediatamente después de haber tenido noticia de la posible
existencia de un hecho delictivo. Se trata de una actividad típica de investigación,
cuyo propósito consiste en “...obtener y asegurar los elementos de prueba, evitar
la fuga u ocultamiento de los sospechosos, recibir las declaraciones de las
personas presentes e impedir que el hecho produzca consecuencias ulteriores...”
(artículo
274, véanse también arts. 91 y 92 del CPP).

Para proceder a realizar su investigación, la policía tiene una serie de atribuciones


que son señaladas en forma concreta en las disposiciones relativas a los medios
de prueba (arts. 166 y ss. del CPP), como por ejemplo practicar inspecciones (173
CPP), levantamiento e identificación de cadáveres (174 CPP), practicar registros
de personas, lugares o cosas, salvo el que requiere orden de juez (arts. 175 y
180), entrevistar personas presentes en el lugar del hecho (274 CPP), y las que
establezcan otras leyes especiales que no contradigan las exigencias previstas en
el nuevo Código Procesal Penal.

Incluso la policía puede arrestar a una persona cuando se trate de delitos


cometidos en flagrancia, de reos prófugos y cuando tiene en su poder evidencias
que permitan deducir que puede ser autor de un delito y existe la posibilidad de
que pueda fugarse (art. 224 CPP). Para tales efectos la policía debe ponerla
inmediatamente a la orden del Ministerio Público, para que éste valore la situación
o si lo estima procedente pida al Juez la aplicación de una medida de coerción,
dentro de las veinticuatro horas contadas a partir de la captura (artículo 224 CPP),
para lo cual debe seguir todas las medidas señaladas en el artículo 276 CPP.

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Finalmente, conforme exponemos a continuación, la policía debe realizar los actos
de investigación que le encargue el Ministerio Público, y puede realizar todas
aquellas facultades establecidas en leyes especiales, siempre que no hayan sido
derogadas, incluso implícitamente, por el nuevo Código Procesal Penal.

De naturaleza jurisdiccional, constituida por los actos conclusivos y la audiencia


preliminar cuyo propósito es pasar por el filtro del escrutinio judicial la decisión de
ministerio público sobre el curso procesal a seguir en el caso concreto.

A esos efectos la etapa intermedia ha sido definida como el “puente entre el


órgano estatal que investiga y el que habrá de juzgar” ya que establece una
separación entre el que ejerce y promueve la acción penal y aquel a quien
corresponde el enjuiciamiento y la resolución de la controversia según establecido
en el artículo 22 del CPP RD. En esta etapa se solidifica la posición del juez de la
instrucción de tercero imparcial superpartes al cual corresponde la función
decisional característica de la competencia judicial.

La Etapa Intermedia Bajo el modelo acusatorio la relación procesal penal opera


sobre el equilibrio de las garantías. De ahí que permitir que la decisión de someter
a un imputado a los rigores de un proceso penal no deba recaer sobre el criterio
exclusivo del Estado acusador. Aun en respeto al principio de lealtad procesal
(art.134 CPP), de la legalidad de las actuaciones y al alcance de la investigación
de conformidad con el art. 260 CPP, la decisión de acusar a tenor con el desarrollo
de la etapa preparatoria, es el resultado de la valoración que hace el fiscal de las
pruebas obtenidas durante la investigación con el propósito de obtener una
sentencia condenatoria.

El interés del Estado parte es, por tanto, sostener la acusación. Ahora bien, en el
análisis de costos y beneficios tanto económicos como jurídicos, es también su
interés evitar trastornos a la administración de la justicia que puedan tener el
efecto de congestionar los calendarios de los tribunales con acusaciones frívolas o
que puedan ser objetadas por causales impedientes ya de naturaleza procesal o

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sustantiva. Es éste el caso de la sumisión a juicio de personas inimputables o
incapaces procesales o situaciones en que surjan causas de exención,
justificación o que extingan la acción penal. (Ley 76-02 del Codigo Procesal Penal)

En el interés del imputado y, ciertamente, también del Estado democrático en


función del ejercicio adecuado de la separación de poderes, se hace
imprescindible la evaluación niveladora del control imparcial del juez para evitar
que se someta de forma arbitraria e injustificada a una persona a los rigores del
proceso criminal. Entiéndase no tan sólo en términos económicos sino en cuanto
el costo social que implica la publicidad de los procesos en confrontación con la
diginidad del individuo y la protección de su honra. Debe señalarse asimismo el
interés de la víctima en que se reivindiquen sus derechos y le sean resarcidos los
agravios sufridos más allá del interés puramente económico como resultado de los
hechos.

2.1.3. La Etapa del Juicio


En la etapa de juicio el principio de oralidad juega un papel fundamental, en
cuanto la mayoría de los actos de esta etapa del proceso se cumplen de viva voz.
El conocimiento de los medios probatorios y la derivación de elementos de juicio a
través de la oralidad, es una decisión de importancia para un sistema penal
democrático. El procedimiento escrito está plagado de enormes dificultades de
orden humano, constitutivas de obstáculos imposibles de soslayar para alcanzar la
verdad mediante la prueba.

Una rápida remisión al testimonio permite ilustrar esta afirmación. A través de los
sentidos el ser humano recibe constantemente una serie de datos como la
temperatura, corrientes de aire, sonidos, luz, colores, olores, sabores, etc. Sin
embargo los datos a nivel cerebral son concatenados e interpretados; el producto
de ese procesamiento es la percepción. El testigo espontáneamente. recibe y
percibe los hechos total o parcialmente. Después viene el fenómeno de la

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comunicación entre un transmisor (testigo) y un receptor. La riqueza o pobreza
cultural e idiomática del primero le permitirá informar con mayor o menor exactitud
su conocimiento, pero esto dependerá también de la formación del receptor en lo
que hace a su cultura y dominio del idioma.

La oralidad en la recolección de la prueba ubica en el mismo sitio a todas las


partes -incluido el tribunal- como receptor. Esto permite conocer al testigo, durante
la brevedad de la declaración, en los aspectos de educación y uso del lenguaje;
las partes pueden descender al nivel del deponente, para así valorar de la mejor
forma el mensaje. Incluso, de ser necesario, este podrá expresar sus ideas con
ademanes o una dramatización en la sala de audiencias, con el uso de una pizarra
o maqueta, etc. Así se conocerá de la mejor forma la versión del testigo. Éste es el
valor de la oralidad en la recolección de la prueba, íntimamente relacionada con la
inmediación.
Como si las limitaciones humanas del testimonio no tuvieran mayor significado, el
proceso escrito –en contraste con el procedimiento oral- introduce varias
limitaciones adicionales.

Al juzgador llega un acta levantada por un escribiente o un actuario, quien


consigna lo que de acuerdo a su percepción dijo el testigo, pero limitado el
documento a la riqueza o pobreza de lenguaje de su escritor. De este modo, no es
la versión del testigo sino la que percibe el escribiente o actuario, pero además el
deponente no podrá utilizar otros medios le expresión complementarios como
dibujos, mímica, etc. A lo anterior se une la crítica relativa a que el juicio escrito se
da en ausencia de las partes lo que debe suplirse mediante un excesivo
formalismo innecesario en el juicio oral.

Por lo dicho hasta aquí, la oralidad está íntimamente relacionada con la


inmediación, pues no es suficiente la forma de cómo se realiza el juramento del
testigo, cómo se identifica y cómo habla; además debe el juzgador estar atento a
sus gestos y movimientos, permitiendo inclusive la demostración corporal y el

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desenvolvimiento espacial. Este contacto permite otorgar crédito o desconfianza al
testigo, imposible durante el juicio escrito.

Inmediación implica el conocimiento directo de la prueba, el medio probatorio


como objeto de conocimiento y las partes del proceso como sujetos cognoscentes,
enfrentadas sin obstáculos o filtros que impidan la apreciación personal por el
interesado.

La oralidad e inmediación tienen sus excepciones pero sobre ello se volverá


posteriormente. Sin embargo, basta por ahora destacar las ventajas sobre el juicio
escrito, agregando a lo expuesto la realización del derecho de defensa pues la
oralidad permite conocer directamente -de primera mano- la prueba incorporada al
debate.

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2.1.4. Etapa Recursiva
El artículo 399 del CPP impone una exigencia temporal al establecer que “los
recursos se presentan en las condiciones de tiempo... que se determinan en el
código”. Esta obligación de interponer el recurso en un plazo concreto reside en la
aspiración de conjuntar la posibilidad de revisión de una resolución, con la
exigencia de que la decisión adquiera –para que pueda llegar a ser operativa- los
efectos de la cosa juzgada formal.

Los plazos que el legislador otorga para impugnar varían en función de la


naturaleza del recurso y serán objeto de análisis posteriormente, no obstante, sea
cual sea este:

a. Son plazos de caducidad, apreciables de oficio e interrumpibles únicamente por


la presentación de un recurso con todos los presupuestos de admisibilidad. Así se
deriva expresamente del artículo 143, que establece que los plazos son
perentorios e improrrogables... salvo que la ley permita su prórroga o subordine su
vencimiento a determinada actividad o declaración –lo que aquí no ocurre-.

b. A los efectos de la impugnación, sólo computarán los días hábiles.

c. El cómputo del plazo comienza al día siguiente de practicada la notificación. No


obstante, cuando se trate de plazos comunes –o cuando el vencimiento del
término abra una etapa procesal de actuación de quienes ocupan una posición
opuesta en la relación jurídico procesal - el código define que el cómputo del plazo
comience tras la notificación al último de los interesados.

El plazo vence a las doce de la noche del día señalado. No obstante la sencillez
de estas normas, son numerosas las cuestiones que con relación al plazo se van a
suscitar:

El completo aprovechamiento de la posibilidad de presentación hasta las doce de


la noche del día del vencimiento.

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Los múltiples procedimientos existentes en poblaciones de mediana o gran
extensión determinan la necesidad de una organización jurisdiccional que permita
la distribución de los casos entre diversos órganos judiciales que cuentan con una
idéntica competencia objetiva, funcional y territorial. No obstante, resulta
inconcebible, desde el punto de vista operativo, que todos los juzgados faciliten la
presentación efectiva de escritos, todos los días y en todas sus horas.

La propia distribución del trabajo aconseja encomendar de forma sucesiva a los


distintos órganos judiciales la realización de aquellas funciones que, por su
urgencia, no admiten demora (Art. 76 del CPP).

Estas funciones de guardia pueden ampliarse a la recepción de recursos, de forma


que desde el punto de vista del justiciable, no exista una restricción de la
posibilidad de entregar su recurso hasta las 12 de la noche del día del vencimiento
del término (art. 143) y que la organización de esfuerzos y medios de la
administración de justicia sea posibilista y operativa.

Se reconocería así la posibilidad de presentar el recurso ante un juzgado de


guardia, y no ante el órgano jurisdiccional que originariamente haya de
recepcionarlo, siempre y cuando se cumplan cuatro requisitos: a) Que su
presentación esté sujeta a un plazo perentorio (entendido en el sentido de que se
trate del último día del plazo); b) que se dirija a cualquier otro órgano judicial que
tenga jurisdicción en el territorio en el que se presenta; c) que el escrito se
presente una vez concluida la jornada de trabajo del Juzgado o Tribunal
destinatario y d) que su presentación se efectúe durante el horario de guardia del
juzgado.

El quebrantamiento a las reglas del debido proceso en una decisión jurisdiccional,


así como la errónea apreciación de los hechos o de las pruebas por parte del
juzgador, constituyen la justificación más razonable para que en un ordenamiento
procesal garantista existan vías de corrección o de revocación de errores
judiciales. El interés por la corrección o eliminación del posible defecto o ilegalidad

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de la resolución dictada, procura racionalizar y depurar en el orden cualitativo el
sistema de aplicación del derecho por parte de los tribunales, ya que esa es la
única vía a través de la cual los tribunales pueden llegar a proporcionar
conformidad jurídica con sus decisiones, tanto para las partes, como para la
sociedad, de ahí que el poder que la ley procesal penal acuerda a las partes
intervinientes en el proceso para ejercer el derecho a recurrir sirva para que los
jueces sean diligentes en emitir sentencias ajustadas al derecho.

En procura de lograr que los Aspirantes a Jueces de Paz conozcan no solo de la


existencia de los medios de impugnación que nuestro sistema procesal penal
contempla en su Libro III, denominado “Los Recursos”, sino también las
condiciones de interposición objetiva y subjetiva que los mismos conllevan, así
como sus efectos y la existencia o no de posibilidades de subsanación, es que
esta Escuela Nacional de la Judicatura tiene contemplada esta asignatura de
Etapa Recursiva en el Programa de Maestría Judicial, ya que las garantías que se
derivan del derecho a recurrir, no solo afectan positivamente a las partes, sino
también a la vigencia del propio ordenamiento y al juez.

2.1.5. Etapa de Ejecución


Una de las innovaciones más importantes del nuevo Código Procesal Penal
consiste en la llamada “judicialización” o “jurisdiccionalización” de la ejecución de
la pena. No obstante, lo trascendente del cambio legislativo no es que se atribuya
a los jueces el tradicional mandato de “hacer ejecutar lo juzgado”, sino la
obligación del poder judicial de velar, no sólo porque la pena se oriente y ajuste a
sus fines constitucionales, sino porque el cumplimiento de las privaciones de
libertad tenga lugar con sujeción al régimen jurídico legalmente establecido.

Se configura así el poder judicial como el poder que ha de juzgar y ejecutar lo


juzgado, con una función garante de los derechos de los encarcelados ante la
actuación de la administración penitenciaria. Así se recoge en el propio artículo 28
del Código Procesal Penal, el cual establece que: “La ejecución de la pena se
realiza bajo control judicial y el condenado puede ejercer siempre todos los

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derechos y facultades que le reconocen las leyes. El Estado garantiza condiciones
mínimas de habitabilidad en los centros penitenciarios y provee los medios que
permiten, mediante la aplicación de un sistema progresivo de ejecución penal, la
reinserción social del condenado”.

Si el artículo 28 del Código Procesal Penal encomienda al poder judicial el control


de las condiciones de cumplimiento de la pena, el artículo 69 del mismo texto
dispositivo crea el órgano judicial que se encargará de tal función, fijando entre los
órganos judiciales penales al Juez de Ejecución Penal y definiendo en el artículo
74 las que serán sus atribuciones y competencias, al indicar que “Los jueces de
ejecución penal tienen a su cargo el control de la ejecución de las sentencias, de
la suspensión condicional del procedimiento, de la sustanciación y resolución de
todas las cuestiones que se planteen sobre la ejecución de la condena”.

Así pues, la actuación del órgano judicial descansa sobre la existencia de una
sentencia penal condenatoria que goce de los efectos de la cosa juzgada y tenga
el carácter de firme. Respecto a esta sentencia, al juez de ejecución le
corresponderá: 1) el control de su suspensión condicional (art. 42 del CPP); 2) el
control de su ejecución (Art. 437 del CPP) y 3) la sustanciación y resolución de
cuantas cuestiones se planteen con ocasión de la ejecución de la condena (art.
438 del CPP).

Esta indicación de atribuciones que se recoge en el artículo 74 es, sin embargo,


escueta y su sola lectura sugiere que la función judicial que se encomienda va
mucho más allá de la parca mención legislativa; no obstante, el artículo permite al
legislador apuntar ya cual será la total competencia del órgano jurisdiccional que
debatimos.

Una competencia que configura la naturaleza mixta del órgano judicial, pues en la
mayor parte de sus actuaciones funcionará como órgano auténticamente
jurisdiccional integrado en la Jurisdicción ordinaria (liquidación de penas,
refundición, mandamientos de cumplimiento, etc), si bien habrá otros en los que su

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actuación no pueda calificarse de jurisdiccional, siendo una labor meramente
administrativa, como por ejemplo en los casos de visitas a los centros
penitenciarios o con relación a las propuestas de organización que puede dirigir a
la administración penitenciaria o incluso en el control de las relaciones
administrativas penitenciarias de sujeción del interno con la administración.

Esta naturaleza mixta no impide que en el ámbito de la ejecución de la pena


deban intervenir numerosos órganos administrativos que prestarán su apoyo a la
labor –bien jurisdiccional, bien administrativa- del órgano judicial. La
administración penitenciaria, el registro de penados, los registros de tráfico, el
registro de armas, los de licencias o el propio registro civil, son sólo algunos de los
órganos que se subordinan a las órdenes que en su funcionamiento pueda dar el
juez de ejecución.

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CAPÍTULO III:
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

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3.1. Conclusiones

El artículo 69 de la constitución dominicana presente trata sobre el Derecho


a la Tutela Judicial Efectiva y la relación con los principios de inmediación y
concentración en el proceso oral civil ecuatoriano, se estructuró desarrollando
apartados sobre la tutela judicial efectiva a la luz de la Constitución de Montecristi,
considerando que es la norma de mayor jerarquía que prevalece en el
ordenamiento jurídico ecuatoriano.

Para el efecto se planteó el objetivo de describir bajo un enfoque teórico la


tutela judicial efectiva, para establecer su relación con el principio de inmediación y
concentración, propósito central que se justifica debido a que la primera en
mención es uno de los fines que desea conseguir el sistema de administración de
justicia, que tiene su base en los principios constitucionales en mención.

Se abordó brevemente los antecedentes de la tutela judicial efectiva, el


derecho a la defensa y la tutela judicial efectiva como garantía constitucional; la
relación que existe entre la tutela judicial efectiva y el principio de concentración
en el nuevo proceso oral civil ecuatoriano, la inmediación y la tutela judicial
efectiva. Así como también se causas del mismo mediante un análisis
correspondiente al funcionamiento en la administración de justicia.

Además se enfocó teóricamente la inmediación y la concentración como


principios constitucionales en la legislación ecuatoriana y se los analiza como
elementos de la implementación del principio de oralidad en el sistema de justicia
ecuatoriano. Como parte del desarrollo de este tema para una mayor comprensión
se investiga los conceptos y características que rigen estos importantes principios
constitucionales y su incorporación en el nuevo sistema procesal civil oral
ecuatoriano. Se detalla también las facultades atribuidas al juez en el nuevo
proceso en materias no penales. Finalmente se presenta la conclusión del artículo.

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3.2. Recomendación

El Derecho a la tutela judicial efectiva es un Derecho Fundamental


reconocido en el art. 69 de la Constitución Dominicana, que a través del proceso
judicial, constituye el instrumento de defensa que el Estado pone en manos del
ciudadano, para hacer efectivos sus derechos e intereses legítimos, obtener una
resolución fundada en derecho y garantizar los derechos de los justiciables.

Y a ello obedece este trabajo, que se inscribe en el marco de la acción


jurisdiccional de los Tribunales y que pretende clarificar el alcance de las
potestades individuales que cada derecho otorga, cuya función no se limita a la
resolución del litigio, sino que también debe velar por la idoneidad de la protección
jurisdiccional de los derechos, dando la oportunidad a las partes para que
subsanen los defectos de postulación, cuando sean susceptibles de reparación,
sin menoscabo del procedimiento, y así mantener el derecho de igualdad de
oportunidades de acceso a la justicia, lo que también implica la no indefensión.

El Estado, a través del derecho a la asistencia jurídica gratuita, mantiene


una actividad instrumental dirigida a dotar de medios necesarios a quienes
carecen de recursos económicos para litigar, a fin de que el derecho a la tutela
judicial efectiva sea real y efectivo. La imposición de tasas judiciales, como medido
de financiación para los servicios que presta la Administración de Justicia, debe
ser razonable, no excesiva y proporcional al fin perseguido.

El objeto de protección de los delitos contra la Administración de Justicia


consiste en la tutela del proceso, configurando el bien jurídico a partir de la función
jurisdiccional, que se caracteriza por la actuación y tutela del Derecho objetivo,
cuya finalidad va dirigida a la solución de conflictos. El derecho de acceso a la
justicia en el marco europeo se configura como un principio del Derecho
Comunitario Europeo, y es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el
organismo que vela para que los Estados miembros cumplan con sus

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obligaciones, al atender las peticiones de particulares sobre vulneraciones del
Convenio Europeo de Derechos Humanos.

BIBLIOGRAFÍA

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Binder, A. (2007). Derecho Procesal Pena. Santo Domingo: Editora Amigo del
Hogar, Capitulo III.2.5.3, paginas 98-104.
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Hacia un nuevo modelo. Ponencia presentada en el Congreso Penitenciario
Internacional celebrado en Barcelona. . España. Pág. 37.
Gil, B. J. (2008). Monográfico Relevancia De La Prueba En El Código Procesal
Penal. Santo Domingo: Universidad Tecnológica De Santiago (UTESA).
Ley 76-02, Derecho Procesal Penal (s.f.). Constitucion Dominicana
Mora, W. (2012). Penitenciario dominicano. Colección Pensamiento Criminológico
Dominicano. . Serie: Cuadernos de la cárcel. Vol. 2. Editora Paulina, Sto.
Dgo. Pág. 22-31.

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