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En la encuesta anterior se obtuvo como resultado en una de sus

preguntas que los miembros de su familia pocas veces discuten sus


ideas y creencias sobre ellos, ¿crees que esto puede ocasionar
problemas y conflictos dentro de la familia? ¿por qué?

Se puede decir que la comunicación y el conflicto son conceptos en simbiosis


(se benefician mutuamente), ya que “el conflicto es una situación comunicativa
en donde los interlocutores poseen una necesidad especial que no ha sido
satisfecha, por lo que desarrollan discursos con la finalidad estratégica de
superar el obstáculo u oponente que no les permite obtener el objeto o valor
deseado”.

Sin embargo, el conflicto también surge por discrepancias en la percepción de


la realidad o por discrepancias en valores. Esto provoca que, durante el
conflicto, puedan generarse procesos comunicativos unidireccionales que
“marginen” algunas necesidades.

Entonces, la comunicación es un proceso mediante el cual se genera el


conflicto, pero, también, se lo puede manejar adecuadamente cuando está
encaminada al consenso. Para esto, se requiere de una “ética discursiva”
(situación ideal de dialogo), compuesta por la simetría de las relaciones
comunicativas, el reconocimiento de la alteridad y la fundamentación imparcial
de las normas intersubjetivas de acción. Desde las corrientes construccionistas
la fenomenología y la construcción social de la realidad proponen abandonar
las ideas preconcebidas sobre la realidad familiar y entender el significado que
tiene para otras personas.

Concibe a la sociedad como una realidad donde nos relacionamos


intersubjetivamente y, a la vez, objetivamos ideas por naturalización o
consenso, institucionalizamos ideas mediante reconocimiento social
generalizado y legitimamos ideas mediante su internalización y socialización,
especialmente, cuando es transmitida por “otros significantes”. Igualmente,
desde el pensamiento crítico y el enfoque de género se plantea que la familia
genera un discurso que otorga significados a sí misma, a sus componentes y a
sus relaciones internas y externas. Dicho discurso es producto de las
interpretaciones subjetivas, interpretaciones heredadas y la realidad presente.
También tenemos al interaccionismo simbólico

Los interaccionistas ven el mundo en términos de símbolos y los significados


que se les asignan. La familia misma es un símbolo. Para algunos, es padre,
madre e hijos; para otros, es cualquier unión que implica respeto y compasión.
Los interaccionistas enfatizan que la familia no es una realidad objetiva y
concreta. Al igual que otros fenómenos sociales, es una construcción social
que está sujeta al flujo y reflujo de las normas sociales y los significados
siempre cambiantes.

Los interaccionistas también reconocen cómo las funciones de estatus familiar


de cada miembro se construyen socialmente, desempeñando un papel
importante en cómo las personas perciben e interpretan el comportamiento
social. Los interaccionistas ven a la familia como un grupo de “actores” que se
unen para representar sus partes en un esfuerzo por construir una familia.
Estos roles están sujetos a interpretaciones.

A fines del siglo 19 y principios del siglo 20, un “buen padre”, por ejemplo, era
quien trabajaba duro para proporcionar seguridad financiera a sus hijos. Hoy,
para algunos, un “buen padre” es alguien que se toma el tiempo fuera del
trabajo para promover el bienestar emocional, las habilidades sociales y el
crecimiento intelectual de sus hijos, de alguna manera, una tarea mucho más
sobrecogedora.

Bueno el conflicto es una parte inevitable en nuestras vidas, la teoría del


conflicto destaca la función del poder en la vida familiar y sostiene que la
familia a menudo no es un refugio, sino un escenario donde pueden ocurrir
luchas de poder. Este ejercicio de poder suele implicar el desempeño de las
funciones familiares.

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