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74 SEC URT DAD, TERRITORIO, POBLACIÓN

CLASE DEL 25 DE ENERO DE 1978


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como ambas abordaban, ordenaban las distribuciones espaciales.Lavez pasada que la relación de la ley con la norma indica en efecto
que, inrrínseco a rodo
traré de mostraries que disciplina y seguridad se ocupaban de modo diferenre imperativo de la primera, hay algo que podríamos llamar una normatividad,
de lo que podemos llamar el acontecimiento, y hoy querría, pero en forma pero
que esra normarividad inherente a la le¡ fundadora tal vez
de la le¡ no puede
breve porque me gustaría llegar bastante rápidamente al corazón y en cierto confundirse en ningún caso con lo que se rrata de identificar
sentido al fin del problema, procurar mostrarles que una y otra abordan de dis-
.o., el nom-
bre de procedimienros, mérodos, técnicas de normalización. yo "q,rí
diría incluso que,
tinta mane¡a lo que cabe denominar normalización. por el contrario' si es cierto que la ley se refiere a una norma,
su papel y función,
Ustedes conocen mejor que yo la enojosa suerte de la palabra "normaliza- por consiguiente -ésa es su operación misma-, consisten en codificar
una norma,
cién'. ¿Qué no es no¡malización? Yo normalizo, tú normalizas, etc. tatemos
efectuar con respecto a ésta una codificación, cuando el problema
que crato de
de señalar, no obstante, algunos puntos importantes en todo esto. En primer señalar es el de mostrar que, a parrir y por debajo, en ros
márgenes e incluso a
lugar, alguna gente que en esta época tuvo la prudencia de releer a Kelsenl se contrapelo de un sistema de la le¡ se desarrollan técnicas de normalización.
clio cuenta de que éste decía, demostraba, quería mostrar que entre la ley y la Tomemos ahora la disciplina. T ¿ d¡56iPlina normaliza, y creo
que esre aspecro
norma hay y no puede dejar de haber una relación funda-mental, y todo sistema apenas puede discuti¡se. De todos modos, hay que
precisar .n qué consisre,
de leyes se ¡emite a un sistema de normas. Pero yo creo que es preciso mostrar en su especificidad, la normalización disciplinaria. Resumo
d. ,.r"L"r..* -uy
esquemática y grosera cosas mil veces dichas; les pido que me perdonen. La
disciplina, desde luego, analiza, descompone a los individuos,
los iugares, los
I Nacido en Praga, Hans Kelsen (1881-1973) fue profesor de derecho público y filosofia
tiempos, los gestos, los actos, las operaciones. Los descompone
.n .i.*..,o,
en Viena entre 1919 1, 1929 y en Colonia entre 1930 y 1933. Destituido por los nazis, prosi- son suficientes para percibirlos, por un lrdo,*y modifi.a¡ros,
guió su carrera en Gineb¡a (1933-1938) y Berkeley (1942-1952). Fundador de la escuela de 1ue por otro.
Esto, esa famosa cuadrícula disciplin".ir, i.r,.n," establecer
Viena (en rorno dela Zeitschrif los elementos míni-
f:ir ffintliches Retht, establecida en 1914), que radicalizó la doc-
rrina del positivismo jurídico, en su Reine Rechtslehre (2" ed., Viena, F. Deuticke, 1960; versión i:t d: pe^rcepción y suficientes de modificación. En segundo luga¡ la disci-
plina clasifica los elementos así identificados en función áe objeriio.
francesa: Théorie ptn'e du droit, traducido de la primera edición por H. Thévenaz, Neuchitel, determi-
1-a. Baconniére, 19531 traducido de la 2" ed. por C. Eisenmann, París, Dalloz, 1962 [trad. esp.:
1l,dos..¿cuáles.son los mejores gesros que conviene h".., p"r" obtener tal
Ti:oríapuradel dererho, BuenosAires,Eudeba, 19971)defendióunaconcepciónnormarivista resultado? ¿cuál es el gesto más adecuado para cargar el fusil?
del de¡echo, según la cual éste constiruye un sistcma jerar<luizado y dinámico de normas, arti- ¿c,r,il ., la mejor
posición para tirar? ¿cuáles son los obreros más aptos p"." ,itarea, los niños
culadas ent¡e sí por una relación de imputación (distinta de la ¡elación de causalidad, sobre la
más aptos para aJcanzar tal ¡esultado ? Tercero, la disciplina estabiece
cual se asienta el razonamien¡o científico), es decir, "la relación entre cierto comportamiento las secuen_
cias"o las coordinaciones óptimas: cómo encadenar los
como condición y una sanción como consecuencii' (Thiorie ginéra/e des normes, trad. de Olivier gestos unoscon orros,
Beaud y Fabrice Malkani, París, PUF, 1996, col. Léviathan, cap. 7, S 2, p. 31 ftrad. esp; Ti:otía cómo repartir a los soldados para una maniobra, cómo disrribuir
a los niños
gencral de las normas, México, Tiillas, 1994]). Para evitar una regresión al infinito (pues todo escolarizados en jerarquías y dentro de clasificaciones. cuarto,
la disciprina fija
poder jurídico sólo puede derivar de auto¡izaciones jurídicas superiores), ese sistema extrae su los procedimientos de adiestramiento progresivo y control
validez de una norma fundamental (Grundnorm), no postulada como las otras sino presu-
p.i-"rr..r.
y por ,

úldmo, a partir de ahí, disdngue entre quienes serán calificados como


puesta y po¡ eso sup¡apositiva, que "representa el fundamento último de la validez de todas las inepros
e incapaces y los demás. Es decir que sobre esa base hace
normas lurídicas constituyentes del orden jurídico" (ibid., cap.59, p.343), en virtud de Ia cual una partición enrre lo
"debemos, en cuanto juristas, presuponer la necesidad de comportarse conto lo prescribe la cons' no¡mal y lo anormal. La normalización disciplinari" consisre en
planrear ante
tirución que históricamente es la primeri' (ibi¿.). CF. también su obra póstuma, Allgemeíne todo un modelo, un modelo óptimo que se consrruye en funció.,
d. d"t.r*i-
Theorie der Nornten,Yíent, Manz Verlag, 1979 (trad. citada). Sobre Kelsen, véanse las obser- nado resultado, y la operación de normal ización disciplinaria
pasa por intentar
vaciones de Georges Canguilhem, Le Norm¿l et le Pathologiqua,3'ed., Parls, PUF, 1975, pp. que la gente, los gesros y los actos se ajusten *oá.lo; to ,ror.rr"t es, preci_
184 y 185 ftrad. esp.: Lo normdll lo patológico, México, Siglo xxt, 1986]. ".r.
sam€nte' lo que es capaz de adecuarse a esa norma, y lo anormal, lo
que es'inca,
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paz de hacerlo. En otras palabras, lo primero y fundamental en la normaliza- también exhibía la caracrerísrica de tener oleadas epidémicas muy fuerres e inren-
ción disciplinaria no es lo normal y lo anormal, sino ia norma. Para decirlo de sas. En Londres, sobre todo, a fines del siglo xur y principios del siglo xvrrr,
otra manera, la norma riene un carácter primariamenre prescriptivo, y la deter- había habido, en inrervalos apenas superiores a los cinco o seis años, oleadas epi-
il
:ri.
J minación y el señalamiento de lo normal y lo anormal resultan posibles con démicas de mucha intensidad. Terce¡o y úldmo, la viruela es desde luego un
fll
1
respecto a esa norma postulada. A causa de ese carácter primario de la norma ejemplo privilegiado, porque a parrir de 1720, con lo que se denomina inocu-
ir;
en relación con lo normal, el hecho de que la normalización disciplinartavaya lación o variolización,3 y apartir de 1800, con la vacunación,4 se cuenra con
li
f;:;
ri - 'i*:.
de la norma a la diferenciación finai de lo normal y lo anormal, me gustaría
decir, acerca de 1o que ocurre en las técnicas disciplinarias, que se rrara más de
técnicas que presenran elcuádruple catácter, absolutamente insólito en las prác-
ticas médicas de la época, de ser,
primero, decididamenre prevenrivas; segundo,
i'li
ti
una normación que de una normalización. Perdónenme el barbarismo; io mostrar una certeza, un éxiro casi total; tercero, poder, en principio y sin gran-
uso, en fin, para destacar el carácter primario y fundamental de la norma. des dificultades materiales o económicas, generalizarse a la rotalidad de la pobla-
Ahora, si tomamos ese conjunro de dispositivos que he llamado dispositi- ción; ypor último y sobre todo, lavariolización en parricular, pero también la
vos de seguridad, una expresión que a buen seguro es insatisfactoria y a la cual vacunación a comienzos del siglo xx, exhibían una cuarra y considerable ven-
será preciso volvet ¿cómo suceden las cosas desde el punto de vista de la nor- taja: eran compleramenre ajenas a roda teoría médica. La prácticade la varioli-
malización? ¿Cómo se normaliza? Después de haber conside¡ado los ejempios zaciónylavacunación, el éxiro de la variolización y la vacunación, eran impe n-
de la ciudad y la escasez, querrla referirme al fenómeno -evidentemenre casi sables en los términos de la racionalidad médica de la época.5 Se rrataba cle un
necesario en esta serie- de la epidemia, y en parricular a la enfermedad ende- puro dato de hecho;6 la siruación e¡a la del empirismo más despojado y así siguió
i
moepidémica que en el siglo xvIII era la viruela.2 Un problema importante,
l:
!; por supuesto, ante todo porque la viruela era, sin lugar a dtidas, la enGrmedad
3
más ampliamente endémica de rodas las conocidas en esa época; al nacer, en La primera palabra se empleaba en el siglo xvttt con ¡eferencia aJ proceso de in;erro vege-
{ tal. La segunda recién comenzó a urilizarse en el siglo xtx,
efecto, cada niño tenía dos probabilidades sobre tres de contagiársela, De manera
,¡r
a
Apartir de esa fecha la vacunación ideada porJenner va a susriruir progresivmente la
genera-l y para el conjunto de la población, el índice de fmortalidad]* [de] la
inoculación (cf. Edward Jenner, An Inquiry into the Causes and Efects ofthe VariolaeVaccinae,
viruela era de I cada7,782, casi 8. Por lo tanro, un fenómeno ampliamente Londres, edición del auto¡ 1798 [reed.: Londres, Dawson, 1966] ftrad. es1t.: Las tres mentorias
endémico, de mortalidad muy elevada. En segundo lugar, era un fenómeno que originales sobre la uacunación antiuariólica, Buenos Aires, Emecé, 1 946]; R. Le Droumaguet, 2
propos út centenaire deJenner, Notes sur /'histoire des premiéres uaccinations conte /a uario/e, tesis
de medicina, Belfort-Mulhou se, 1923, v Ann e-Marie M oulin, La uaccinntion anti-uario lique. . . ,
2
CL la tesis de doctorado en medicina de Anne-Ma¡ie Moulin, La uaccination anti-uario- op. cit., pp. 33-36).
lique. Approche historique de l'éuoltttion ¿/es idées sur les maladies transmissibles et leur prophy/axie, t Cf Anne-Mar.ie Moulin, L¿ uaccinariott anti-uarioliqtrc.,., .,lA
op. cit., p. 36: fines del
U¡riversité Pierre et Marie Curie (París 6), Facuké de Médecine Pitié-Salpét riére, 1979 . En I 978, siglo xllrr] la medicina no ha dilucidado la significación profunda cle las inoculacio nes", y p. 42,
la autora de esta tesis hizo una exposición sobre "las campañas de variolización del siglo xvttt" acerca de la'modificación" producida por la vacuna en el organismo, esta cira de claude-Louis
Michel Foucault (cF. infa, "Resumen del curso", p. 415). Véanse también J.
en el semina¡io de Berthollet: "¿CuáJ es la naturaleza de esa diferencia y ese cambio? Nadie lo sabe; sólo la cxpe-
Hecht, "Un débat médica.l au Xvltte siécle, l'inoculation de la petire vérol e" , en Le Concours médi- riencia prueba su realidad" (Erposition des faits recueillis juqu'á prisent concernant les efi)ts de la
cal,78, l" demayo de 1959, pp.2147 -2152, y las dos obras aparecidas el aíro previo a este curso: uaccination, l8I2).
Peter E. Razzell, The ConErest of SmalQox: The Impact of Inoulation on Smallpox Morrality in 6
La.inoculación se practicaba en china desde el siglo )ryfr, y lo mismo sucedía en Türquía
the 1Sth Century, Firle, Caliban Books, lgTT,yGenevieve Miller, TheAdoptionoflnoculation (d Anne-Marie Moulin, La uaccin¿tíon anri-uariolique.,,, op. cit., pp. 12,22). para la práctica
for Smallpox in England and France, Filadelfia, Universiry of Philadelphia Press, 1 977, que china, véase la cana dJ padre la coste aparecida en lu Mámoires de Tréuoux, 7724; p.." ."ro
Foucault pudo consultar. "l
turco, véase el debate sobre la inoculación realizado en la Royal Sociery de Inglaterra, de acuerdo
" Michel Foucault: morbilidad. con los informes de los comercianres de la Compaiiía del L.evante. El l.
de abril de 1717 , lady
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siendo hasta que la medicina, alrededor de mediados del siglo XIX con Pasteur, l,.medida, podemos decir que una y orra se beneficiaron con un soporte mare-
pudo alcanzar una aprehensión racional del fenómeno.
,i mático
que fue al mismo tiempo una suerre de agente de integración dentro
Había entonces récnicas absolutamente impensables en rérminos de la ide los campos de racionalidad aceprables y aceprados en la época. A conti-
teoría médica, generalizables, seguras, prevenrivas. ¿Qué pasó y cuáles fueron nuación, me parece que el segundo soporte, el segundo factor de importa-
los efectos de esas técnicas puramenre empíricas en el orden de lo que podría- ción, de ingreso de esos procedimientos a las prácticas médicas aceptadas *pese
mos llamar policía médica?7 Creo que lavariolización, en primer lugar, y luego a su extrañeza, su heterogeneidad con respecto a la teoría-, fue el hecho de

la vacunación aprovecharon dos soportes que hicieron posible [su] inscrip- que la variolización y la vacunación se integraban, al menos de manera analó-
ción en las prácticas reales de población y gobierno de Europa occidental. gicay a través de toda una serie de semejanzas importantes, a los orros meca-
Primero, claro está, el carácrer cerrero y generalizable de la variolización y la nismos de seguridad de que les he hablado. En efecto, lo que me pareció sig-
vacunación permitía pensar el fenórneno en rérminos de cálculo de probabi- nificativo, muy característico de los mecanismos de seguridad vinculados con
lidades, gracias a los insrrumentos estadísticos con que se contaba.S En esa la escasez, era justamenre que, mienrras los reglamentos jurídico disciplina-
rios vigentes hasta mediados del siglo xvtll procuraban impedir ese fenó-
meno, a pattir de ese monlento, con los fisiócracas pero también con muchos
Montagu, esposa del embajador inglés en Esta¡rbul, que fue una de las propagandistas más empe- otros economistas, se intentó busca¡ apoyo en el proceso mismo de la escasez,
írosas de la inoculación en su país, escribía a una corresponsal: "Las viruelas, ran fatales y fre-
en esa especie de oscilación cuanritariva que producía tan pronto la abundan-
cuentes entre nosotros, son aquí inofensivas gracias al descubrimiento de 1a inoculación. 1,,.] Hay
cia como la penuria: apoyarse en la realidad de ese fenómeno, no inrenrar impe-
aquí un grupo de ancia¡as especializadas en esta operación" (citada en ibid., pp. 19-20).
7
Sobr. esta noción, véase el artículo de Michel Foucault, "La politique de la sanré au xvlltc dirlo sino, al contrario, poner en juego a su respecto orros elementos de lo
siécle", en Les M¿chines h gr.rérir. Aux origines de /'h6pita/ moderne, París, Institut de l'environ- real, a fin de que el fenómeno, en cierro modo, se anulara a sí mismo. Aho¡a
n"¡em, 1976, col. Dossiers et documents d'architecture, pp. 11-21 [trad. esp.: "La política de la bien, lo notable de la variolización, y de ella más aún y de manera más clara
salud en el siglo xvttt", en Estmtegias de poder, Barcelona, Paidós, 1999]; cl también DE,vol. que en la vacunación, era que no procuraba tanto impedir la viruela como, al
Iu, núm. 168, pp. 75-27 (véanse en especial pp. 17 y 18). contrario, provocar en los individuos inoculados algo que era la propia viruela,
8
Cf A¡ne-Ma¡ie MouJin, La u¿ccin¿tion anti-uariolique. . ., op. cit, p.26: "En 1760, el mate-
.pero encondiciones rales que la anulación podía producirse en el momento
mático Bernoulli da une forma rnás rigurosa lque los cuadros de James Jurin, enlas Philosophical
Tt'ansactionsdelaRoyaiSocieryen lT25lalaexadistica,queesenloshechoslaúnicajustifica- mismo de una vacunación que no desembocaba en una enfermedad cabal y
ción teórica de la inoculación. [...] De adoptarse la inoculación, el resultado será una ganancia completa; sob¡e la base de esa suerre de pequeña enfermedad artificialmence
de varios miles de pe¡sonas para la sociedad civil; aunque sea lera.l, como mara a las criaruras en inoculada era posible prevenir los otros araques eventuales de la viruela. Tenemos
la cuna, es preferible a la viruela, que hace morir a adultos útiles para la sociedad; si bien es aquí, entonces, y de manera típica, un mecanismo de seguridad de igual mor-
cierto que la generalización de la inoculaciórr arnenaza reemplazar las grandes epidemias por
'L)
fología que el obse¡vado con respecto a la escasez. Por lo tanto, doble inregra-
una situación de endemia permanente, el peligro es menor, pues la viruela es una irrupción
-/ción dentro de las diferentes tecnologías de seguridad, dentro de la racionali-
generalizada y la inoculación sólo afecta una pequeia superficie de la piel". Tras esta demostra-
ción, Bernoulli concluye que, si se ignora el punto de vista del individuo, "siempre será geomé- ai z¿ción del azar y l^s probabilidades. Eso es sin duda 1o que hacía aceptables esas
nuevas técnicas: si no para el pensamienro médico, aceprables al menos para
tricamente verdadero que el interés de los príncipes es favorecer la inoculación" (Daniel Bernoulli,
"Essai d'une nouvelle analyse de la mortalité causée par [a perite vérole et des avantages de
noculation pour la prévenir", en Histoires et Mémoires de lAtadémie des sciences,2, 1766). Este
l'i-
/. los médicos, para los administradores, para quienes estaban a cargo de la poli-
cía médica ¡ en definitiva, para la propia gente.
artículo, fechado en 1760, suscitó la ¡eacción hostil de D'Alembert en IaAcademia de (liencias
Ahora bien, creo que por medio de esa típica práctica de seguridad pre-
el 12 de noviemb¡e de ese mismo año. Para un análisis detallado del método de cálculo de
senciamos el esbozo de una serie de elementos que son muy importantes para la
Bernoulli y la dispura con D'Alernbert, véase Hervé Le Bras, Naisance de la mortalité, Parls,
Gallimard-Seuil, 2000, col. Hau¡cs Études, pp.335-342. extensión ulterior de los dispositivos de seguridad en general. Primero, a través
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de todo lo que pasa en la práctica de la inoculación, la vigilancia a la que son ¡' Para cada individuo, según su edad, el lugar donde viva, y lo mismo para cada
sometidas las personas inoculadas, el conjunto de cálculos realizados para inten- I categoría de edad, cada ciudad, cada profesión, se va a fpoder] dererminar
tar saber verdaderamente si vale la pena o no inocularlas, si se corre el riesgo i entonces el riesgo de morbilidad y el riesgo de morcalidad. Se sabrá así *y me
de morir por la inoculación o más bien a causa de las viruelas mismas, a tra- refiero por ejemplo a un texro que es en cierro modo el balance de todas esas
vés de todo eso, ¿qué vemos? Ante todo, que la enfermedad dejará de incluirse investigaciones cuantitativas, publicado a principios del siglo xIX por Duvillard
en una categoría que aún era muy sólida, muy consistente en el pensamiento con el título de Analyse de l'influence de Ia petite uérole,ro donde el auror esra-
y la práctica médica de la época, la noción de "enfermedad reinante".e Una ln blece todos los datos cuantitativos acumulados [en el] siglo xvtll y muestra que
enfermedad reinante, tal como se la define o describe en la medicina del siglo
\"
\i
cualquier niño recién nacido corre cierto riesgo de [contagiarse]* la viruela y
XVII e incluso del siglo xvlll, es una especie de enfermedad consustancial, por es posible determinar ese riesgo, que es del orden de los dos rercios- cuál es el
:\ riesgo específico para cadafranjade edad. Si alguien se contagia la viruela, se
decirlo de algún modo, que se confunde con un país, una ciudad, un clima,
un grupo de gente, una región, una manera de vivir. En esa relación masiva y
t puede determinar cuál es su riesgo de muerte a causa de la enfermedad, según
global entre un mal y un lugar, un mal y determinada gente, se definía y Ur lafranja de edad, si el afectado es joven o viejo, si pertenece a ral o cual medio,
caracterizaba ia enfermedad reinante. A partir del momento en que con res-
\,., si tiene tal o cual profesión. También se puede establecer en las personas vario-
pecto a la viruela se hagan análisis cuantitativos de buenos y malos resultados, lizadas cuál es el riesgo de que esa vacunación o variolización provoque la enfer-
éxitos y fracasos, cuando se calculen las diferentes eventualidades de muerte o medad misma,y cuá'J es el riesgo de que, a pesar de lavariolización, puedan
contagio, la afección dejará de aparecer en esa relación masiva de la enferme- contagiársela más adelante. Tenemos entonces una noción crucial, que es la
dad reinante con su lugar, su medio, y se presentará como una distribución de de riesgo.
.
casos, en una población que quedará circunscripta en el tiempo y el espacio. Tercero, ese cálculo de ios riesgos muestra enseguida que éstos no son los
Aparición, por consiguiente, de la noción de caso, que no es el caso indivi- mismos para todos los individuos, a todas las edades, en todas las condiciones
dual sino una manera de individualizar el fenómeno colectivo de la enferme- y todos los lugares o medios, Hay por lo tanto riesgos diferenciales que ponen
dad o de colectivizar, pero según la modalidad de la cuantificación y lo racio- de manifiesto, de algún modo, zonas de mayor riesgo y otras, por el conrra-
nal e identificable, los fenómenos individuales, para integrarlos a un campo rio, donde éste es meno¡ más bajo. De esa manera, entonces, se pueden iden-
colectivo. Noción de caso, entonces, tificar las características peligrosas. Es peligroso, fcon respecto a la viruela,]
En segundo lugar, presenciamos la aparición del siguiente hecho: si la enfer- tener menos de tres años. Es más peligroso, [con referencia a1] riesgo de contraer
medad es accesible en el nivel del grupo y de cada individuo, en la noción, en
el análisis de la distribución de los casos, se podrá señalar, con referencia a
cada individuo o cada grupo individualizado, cuál es el riesgo para cada uno, r0
Emmanuel Etienne Duvillard (1755-1832), Analyse et taltleaux de I'inJluence de la petite
il
tr
sea de fcontagiarse]* las viruelas, sea de morir a causa de ellas, sea de curarse. aérole sur la mortalité á chaque áge, et de celle qu'un préseruatiftel que la uaccine peut auoir sur la
population et la longeuitl, París, Imprimerie impériale, 1806. Sobre Duvilla¡d, "especialista en
F
p estadística de poblaciones, pero también teórico de seguros y del cálculo de los ingresos", cf Guy
il e
Sobr. noción, véase Michel Foucault, Naissance de la clinique, París, pur, 1963, col.
es¡a Thuillier, "Duvillard et la statistique en 1806", en Comité pour l'histoire économique er
{ Galien, pp. 24 (citadeL. S. D. Le Brun, Tí¿ité théorique sur les m.aladies épidemiques, París, Didot financiére de la France (comp.), Études et documents, París, imprimerie nationale, 1989, t. l,
le jeune, 1776, pp. Z y 3) V 28 (referencia a F. fuchard de Hautesierck, Recueil d.'obseruations. pp.425-435; A. Desrosiéres, La Politique des grands nombres. Histoire de la raison stnntúque.
Médecine des h|pirat*r militaires, París, Imprimerie royale, I776, t. t, pp. xxiv-xxvii) ftrad. esp.: .8/ París,LaDécouverte,1993;2"ed.,2000,pp.48-54 ftrad.esp.: La.políricadelosgrandasnúme-
nadmiento de la clinic¿- Una arqueologia de la mirada médica" Buenos Nres, Siglo xx, 1 966]. ros. Historia de la razón esradística, Barcelona, Melusina, 2004].
* Michel Foucault: pescarse. * Michel Foucault: pescarse.
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enfermedad, vivir en una ciudad que en el


campo' Por lo tanto' la tercera índice de mortalidad normal de la viruela* es de I cada7,782. Existe enronces
esa
es el peligro'
noción importante, luego del caso y el riesgo' la idea de una morbilidad o una mo¡talidad normales.** Eso es lo primero.
de la categoría general de
Y para terminar .s pá'iblt idtt'tifit"'' al margen El segundo aspecto es que, en lo concerniente a esa morbilidad o esa mor-
t" .pil.-ir, tipos de f..,ó-ttto' de escalada' de aceleración' de multiplica- talidad calificadas de normales, consideradas normales, se va a intentar llegar
y un lugar dados' ame-
.iU" O*. h"...t qr:. la enfermedad' en un momento vez
a un análisis más fino que permita en cierto modo discriminar las distinras nor-
los casos' que a su
,-,".. ipo. la víaiel contagio, claro está-.multiplicar malidades. Va a haber una distribución normal*** de casos de afección de
una pendiente que corre el
multiplicarán o,ro, ."ro,,"'egún una tendencia' viruela**** o decesos debidos a elia en cada edad, cada región, cada ciudad,
riesgo de no detenerse tt"nof qt"' mediante un mecanismo ardficial e incluso los diferentes barrios urbanos, las diferentes profesiones de la gente. Se obten-
" enigrnático, resulte posible frenar el
mediante un mecanismo narural aunque drá entonces la curva normal, global, las distintas curvas consideradas como
de escalada que se producen
fenómeno y hacerlo con eficacia' Esos fenómenos normales; ¿y en qué consistirá la técnica? En tratar de reducir las normalidades
de manera regular son en suma lo que
de manera regular y también se anulan más desfavorables, más desviadas con respecto a la curva normal, general, a
médico'
;;r;;;;t ,*r"go, ," denominará -no exáctamente en el vocabulario esta misma curva. Así, por ejemplo, cuando se descubrió -lo cual sucedió, desde
utilizaba para designar otra cosa- crisis' luego, muy pronto- que las viruelas afectaban mucho más rápido, mucho más
;; ";o"tr; Porque la palabra ya se circular que sólo puede.ser detenido
La crisis es el fenómeno de i.rtensificación fácilmente, con mucho más fuerza y un índice de morbilidad mucho más ele-
va a frenarlo' o Por una intervención
por un mecanismo natural y superior que vado a los niños de menos de tres años, se planteó el problema de reducir esos
artificial. índices infantiles a fin de que se asimilaran al nivel medio de morbilidad y
de nociones novedosas' al menos
Caso, riesgo, peligro' crisis: se trata' creo' mortalidad, que por otra parte quedaría desplazado por el hecho de que una
preci-
.n ,.r."-poá. "pli.".ót' y en las técnicas que exigen'Pues va a haber franja de los individuos pertenecientes a la población general llegara a tener
,samenre toda una serie de for.,,", de intervención cuya meta no será la misma una morbilidad y una mortalidad más bajas. La medicina preventiva, que no
qn.".r*r,asaber,anulariisayllanamentela.enfermedaden¡odoslossu'ietos era atin la epidemiología, la medicina de las epidemias, actuarla en ese nivel
con-
que los sujetos enfermos tengan
en los cuales ésta se presenta, o impedir del juego de las normalidades diferenciales, su discriminación y su asimilación
tactoconlossanos.Enelfondo,¿aquéaspiraelsistemadisciplinario,oesos recíprocas.
comprobamos en los reglamentos
mecanismos de discipiina tuyn "plit"tión Tenemos por ende un sistema que es, creo, exactamente la inversa del sis-
incluso t" it' estable;idos para enfermedades endé- tema que podíamos observar con referencia a las disciplinas. En éstas se par-
de epidemia e 'ágt"tentos el
micas como la lepra? E" lugar' desde luego' a tratar la enfermedad en
p'i-í de una norma y a continuación era posible distinguir lo normal de lo
y 'da
aParezcan' siempre que pueda curársela;
enfermo, en todos los enfermos que ianormal en relación con el ordenamiento efectuado por ella. Ahora, al con-
los individuos enfer-
,.r""¿", a anular el contagio *ái"r-r,. el aislamiento
<le jtrario, habrá un señalamiento de lo normal y lo anormal, un señalamiento de
al contrario' el dispo-
Io"to"""ft'mos' ¿En qué consistirá' ilas diferentes curvas de normalidad, y la operación de normalizaciónconsis-
-'or.o*resPecto "
y la vacunación? Ya no en distinguir
sitivo que se instaura con la varioli,^,ian Itirá en hacer interactuar esas diferentes atribuciones de normalidad y procu-
entre enfermos y no enfermos' sino en
tomar en cuenta el conjunto sin dis- rar que las más desfavorables se asimilen a las más favorables. Tenemos enton-
población' en suma-' y ver en esa
continuidad, sin ruptura, de unos y otros -la
dt to'bilidad o de mortalidad probables'
;i;.;;; .,.á1., ,ot' los coeficie"ás * Michel Foucau.lt: viruela boba.
esdecir,loqueseesperarrormalmenteennrateriadeafectadosporlaenferme- "* Normales: entre comillas en el manuscrito, p. 7.
*** Norma.l: entre comillas en el manuscrito, p. 7.
darl,enm;rteriademuerteligadaaéstaenesapoblación'Ydeesemodose el
del siglo XVIII coinciden- que
establece _al respecto, ,od". i". esradísricas
**** Michel Foucault: vinrela boba.
CI/,SE DEL 2' DE ENERO DE 1978 85
84 SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN

nismos de poder territoriales que caracterizaban un poder desarrollado a par-


ces algo que parre de lo normal y se vale de ciertas distribuciones considera-
d¡ del feudalismo. Creo que su integración a los mecanismos cenrra.les de poder
das, para decirlo de alguna manera, como más normales o, en todo caso, más
o, mejor, la inversión que la llevó a converrirse en el problema primordial,
favorables que otras. Y esas distribuciones servirán de norma. La norma es un
por encima incluso del problema del territorio, es un fenómeno, un vuelco
juego dentro de las normalidades diferenciales.* T-o normal es lo primero y la
característico de lo sucedido entre el siglo xut y principios del siglo xx. Problema
norma se deduce de é1, o se fija y cumple su papel operarivo a partir del estu-
al que fue necesario dar respuesra por medio de nuevos mecanismos de poder
dio de las normalidades. Por consiguiente, yo diría que ya no se trata de una
cuya forma debe encontrarse, sin duda, en lo que llamo los mecanismos de
normación sino más bien, o en sentido esrricto, de una normalización.
seguridad. En el fondo, hubo que conciliar la existencia de la ciudad y la legi-
Así pues, hace quince días, hace una semana y hoy mismo tomé tres ejem-
timidad de la sobe¡anía. ¿Cómo ejercer la soberanía sobre la ciudad? No era
plos: la ciudad, la escasez, la epidemia o, si lo prefieren, Ia calle, el grano, el
tan sencillo, y para eso debió producirse toda una se¡ie de transformaciones,
conragio. Puede advertirse de inmediato que estos tres fenómenos tienen entre las cuales las que les indiqué son apenas un pequeño esbozo, por supuesro.
entre sí un lazo muy visible, muy notorio: están vinculados al fenómeno mismo
En segundo lugar, querría hacer norar que los tres fenómenos o, mejor dicho,
de Ia ciudad. Se reducen al primero de los problemas que rraré de esbozar,
los tres problemas que intenté idenrificar -la calle, el grano y el contagio o la
porquer después de todo, el problema de la escasez y el grano es el problema ciudad, la escasez y la epidemia- tienen en común lo siguiente: rodas las cues-
áe h ciudad mercado; el problema del contagio y de las enfermedades epidé-
tiones planteadas por ellos giran en definiriva, y en mayor o menor medida,
micas es el problema de la ciudad como foco infeccioso. La ciudad como alrededor del problema de la circulación. Circulación entendida desde luego
mercado es también la ciudad como lugar de revuelta; la ciudad, foco infec- en un sentido muy amplio como desplazamiento, intercambio, contacto, forma
cioso, es la ciudad como lugar de miasmas y muerre. sea como fuere, creo de dispersión y también de disrribución, y el problema enronces es: ¿cómo
que en el centro de estos diferentes ejemplos de mecanismos de seguridad está
deben circular o no circular las cosas? Podríamos decir que, si el problema tra-
li .l probl.*" de la ciudad. Y si es cierro que el esbozo de la muy compleja tec- dicional de Ia soberan ía, y por lo ranro del poder político ligado a la forma de
f nología de las seguridades aparece hacia mediados del siglo XVIII, me parece la soberanía, siempre fue hasta enronces conquistar nuevos terrirorios o, al con-
lr que lo hace en cuanro la ciudad pianteaba problemas económicos y políticos, trario, conservar el territorio conquisrado, es posible en cierto modo planrear-
problemas de técnica de gobierno que eran, alavez, novedosos y específicos. lo así: ¿cómo hacer para que la cosa no se mueva o para avanzar sin que se
big"*o, además, de una manera muy rudimenta¡ia -sería preciso afinar todo mueva? ¿Cómo marcar el territorio, cómo fijarlo, cómo protegerlo o ampliarlo?
..ro-, q,r. dentro de un sistema de poder que era esencialmente territorial y En otras palabras, se trataba de algo que podríamos llamar precisamente segu-
se había fundado y desarrollado a Partir de Ia dominación territorial tal como
ridad del territorio o seguridad del soberano que reina sobre éste. Ése es, des-
la definía el feudalismo, la ciudad había constituido siempre una excepción. pués de todo, el problema de Maquiavelo. EI problema planteado por é1 era
por otra parre, la ciudad por excelenci a e'Í-la ciudad franca. Era la ciudad que
justamente cómo hacer para que en un rerritorio dado, fuera conquistado cr
tenía la posibilidad, el derecho, a la cual se reconocía el derecho de gobernarse recibido por herencialt -po.o importa la iegitimidad o ilegirimidad del poder-,
a sí misma hasta cierto punto, en cierta medida y con cierta cantidad de lími-
res bien marcados. Pero la ciudad siempre representaba una suerte de ámbito
tl Sob.e
de autonomía con respecro a las grancles organizaciones y los grandes meca- esra distinción, que funda en Maquiavelo toda la problemática del "nuevo prín-
cipe", c[ Le Prince, París, pur, 2000, cap. 1: "l,os principados son o bien heredirarios, cuando
sus príncipes son desde hace mucho tiempo de la sangre de st¡ señor, o bien nuevos", p. 45 y
iap. 2: "Digo por ende que es más Fácil conserva¡ los
F¡rados hereditarios, acostumbrados a prín-
* Michel Foucault repite aquí: y la operación de normalización consiste en Poner en jr'rego
cipes de la misma sangre, que los Estados nuevos".
y hacer interactuar esas dilerentes distribuciones de normalidad'

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B6 SEGURIDAD, TERRITORIO. POBLACIÓN CIASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 87

el poder del soberano no sufriera amenazas o para que éste pudiese, con toda Y por último, esos mecanismos -llegamos, creo, al punro cenrral de todo el
certeza, deshacerse de las amenazas que pesaban sobre é1. Su seguridad: creo planteo- no tienden, como los de la ley o los de la disciplina, a imponer de la I
que ése era el problema del príncipe en la ¡ealidad de su poder terrirorial, ei manera más homogénea y conrinua, la manera más exhaustiva posible, la volun- !,

probiema político de la soberanía. Pero lejos de pensar que Maquiavelo abre tad de uno a los otros. Se rrata de poner de relieve cierto nivel en que la acción
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el campo a la modernidad del pensamiento político, yo diria que marca, al con-
trario, ei final de una e¡a o, en todo caso, un momento culminante, la cum-
i:_l*i:l.r gobiernan es necesiria y suficiente. Ese nivel de pertinencia para la
acción de un gobierno no es la ¡oralidad concrera y punrual de los súbditos, sino
bre de un momenro en el cual el problema era sin duda la seguridad del prín- If"p-óblación con sus fenómenos y sus p¡ocesos propios. Puede decirse que la
cipe y su territorio. Ahora bien, me parece que a través de los fenómenos iüLdel panóptico,lz moderna en cieno senrido, es también una idea muy arcaica,
obviamente muy parci;rles que traté de indicar vemos aparecer un problema pues el mecanismo panóptico, en el fondo, inrenta poner en el centro a alguien,
muy distinto: ya no fijar y marcar el terrirorio, sino dejar fluir las circulacio- un ojo, una mirada, un principio de vigilancia que pueda de alguna manera
nes, controlarlas, seleccionar las buenas y las malas, permirir que la cosa se hacer actuar su soberanía sobre todos los individuos [situados] dentro de esra
mueva siempre, se desplace sin cesar, vaya perpetuamente de un punto a otro, máquina de poder. En ese aspecto, podemos decir que el panóptico es el sueño
pero de manera tal que los peligros inherenres a esa circulación queden anu- más viejo del más antiguo de los soberanos: que ninguno de mis súbditos me
lados. Ya no la seguridad del príncipe y su terrirorio, sino ia seguridad de ia eluda y ninguno de los gestos de ninguno de ellos me sea desconocido. En cierro
población ¡ por consiguiente, de quienes la gobiernan. otro cambio, enron- modo, el punto central del panóptico es el soberano perfecto. En cambio, ahora
ces, que a mi juicio es muy importante. vemos aparecer, [no] la idea de un poder que adopte la forma de una vigilan-
Esros mecanismos rienen fademás] una rercera caracrerística en ccmún. cia exhaustiva de los individuos para que cada uno de eilos esré en rodo momenro
Ya se trate de las nuevas formas de investigación urbanísdca, de la manera de y en todos sus actos bajo los ojos del soberano, sino ei conjunto de mecanis-
impedir la escasez o al menos de controlarla o del modo de prevenir las epi- mos que incorporarán a la jurisdicción del gobierno y de quienes gobiernan
demias, esos mecanismos comparten el siguiente aspecto: lo que unos y otros unos fenómenos muy específicos que no son exactamente los fenómenos indi-
intenran poner en juego no es en absoluto -o, en todo caso, no es primordial viduales, aunque los individuos -y habrá que volver a esto porque es muy impor-
ni f*ndamenralmenre- una relación de obediencia enrre una voluntad supe- tante- figuren en ellos de cierta manera y los procesos de individualización
rior, la del soberano, y las voluntades sometidas a ella. se trata, por el contra- sean uno de sus rasgos específicos. Es toda otra manera de poner en juego la
rio, de hacer interacruar elementos de la realidad. En otras palabras, el meca- relación colectivo/individuo, totalidad del cuerpo social/fragmentación ele-
nismo de seguridad no debe implantarse en el eje de la relación entre el soberano mental, otra manera que va a actuar en lo que llamamos población. Y el gobierno
y los súbditos, para garantizar la obediencia total y en cierro modo pasiva de compietamente diferente del ejercicio de una
de las poblaciones es, creo, algo
los segundos al primero. Se articula con procesos que los fisiócratas califica- soberanía hasta en el grano más fino de los comportamientos individuales.
ban de fisicos y que también podrían caracrerizarse como naturales y como ele- Gnemos aquí dos economías de poder que me parecen muy distintas.
mentos de la ¡eaiidad. Esos mecanismos tienden asimismo a una anulación Me gustaría empezar ahora a aoalizar todo eso. Por medio de los ejemplos
de los fenón-renos, pero no a la mane¡a de la prohibición: "no harás esto" y ni de la ciudad, la escasez y la epidemia, traté simplemente de captar mecanismos
siquiera "esto no sucederá"; es una anulación progresiva de los fenórnenos por que me parecen novedosos en esa época. Y a través de ellos se advierte que, por
obra de los fenómenos mismos. En cierto modo, la cuestión pasa por cir- una parte, la cuestión es una economía de poder muy distinta, y por otn -y
cunscribirlos en límites aceptables en vez de imponerles una ley que lq!. diga
no. En consecuencia, los mecanismos de seguridad no eligen para actuar el
eje soberano-súbditos, y rampoco adoptan para ello la forma de la prohibición. \2
Cf. in¡a, cla-se del 8 de febrero, p. 142.
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CIASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 89
ilr óó SEGURIDAD, TERRiTORIO, POBLACIÓN
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ción debida a las grandes catástrofes humanas. Por otra parte, es muy caracte-
$ sobre este rema querría decirles ahora algr,nas palabras-, un personaje político
rístico ver las famosas tablas de mortalidad -como saben, la demografía del
ñ' absolutamente nuevo, que hasta entonces no había existido, no se lo había
siglo XVIII sólo pudo iniciarse gracias a que en algunos países, y sobre todo e n
tr percibido, reconocido, recortado; ese nuevo personaje que hace una entrada
Inglaterra, se establecieron tablas de mortalidad que permitían toda una serie
fi, notable y además señalada desde muy pro¡rto, en el siglo xvIII, es la población.
¡¡ de cuantificaciones, así como conocer los motivos de la muerte de las perso-
Desde luego, no es la primera vez que aparecen el pioblema y las inquie-
i, nas-,14 que no siempre existieron, desde luego, y sobre todo no siempre fue-
tudes concernientes a la población, no sólo en el pensamiento político en gene-
ll ron continuas. Y en Inglaterra, que fue el primer país en hacerlas, durante el
1,, ral sino en el marco mismo de las técnicas, los procedimientos de gobierno.
Puede decirse que, si se observa además el uso de la palabra "población" en
siglo xw y creo que aun hasta principios del siglo xvII -no conozco muy bien
'la
I fecha en que las cosas cambiaron-, en todo caso a lo largo del siglo xvl, sólo
textos más antiguos,13 se ve que el problema de la población se plantea desde
se las elaboraba en los momentos de las grandes epidemias y cuando alguna
hace mucho ¡ en cierto modo, de una manera casi permanente, pero con una
calamidad hacía tan dramática la morralidad que se quería saber exactamente
modalidad esencialmente negativa. La denominada 'población' era en lo fun-
cuánta gente moría, donde y a causa de qué.15 En otras palabras, la cuestión
damentai lo contrario de ia despoblación. Se entendía entonces por "pobla-
de la población no se tomaba de manera alguna en su positividad y su gene-
ción" el movimiento por el cual, luego de algún gran desastre, fuera la epide-
raiidad. Esa cuestión, y el interrogante sobre la manera de repoblar, se piantea-
mia, la guerra o la escasez, uno de esos grandes momentos dramáticos en que
ban con referencia a una mortalidad dramática.
los hombres morían con una rapidez y una intensidad espectaculares, se repo-
Ei valor posicivo de la noción de población tampoco se remonta a esa mitad
blaba un territorio que había quedado desierto. Digamos además que el pro-
del siglo xvIII a la cual me referí hasta ahora. Basta con leer los textos cle los
blema de la población se planteaba con respecto al desierto o Ia desertifica-
cronistas, historiadores y viajeros para ver con claridad que en sus descripcio-
nes la población aparecía siempre como uno de ios factores, uno de los ele-
t:'
Michel Foucault tal vez aiuda aquí a los esc¡iros de Francis Bacon, a quien muchos diccio-
narios atribuyen la invención de la pilabn population (cf. por ejemplo el Dictionnaire historique Ia
Sobre John Graunr, cf. infa, nota 28.
de la languefanfti¡e. Le Robert), En realidad, el término es inha.llable en Bacon y sólo aparece en riCF.EricVilquin,introducciónaJohnGraunt, Obseru¿tionsnaturellesoupolitiquesréper-
uaducciones tardías. En inglés, la primera aparición de la palabra parece remontarse tlos Political
toriées d.ans I'Index ci-apris etfa.ites st¿r /es bulletins de mortalité dt John Gmunr citoyen de Londre¡,
(175I) de David Hume; en cuanto al término francés, recién comenzó a circular en la
Discourses
en rd?port auec le gouuernement, la religion, le commerce, I'accroissement, I'atmosphére, les mala-
segunda mitad del siglo xvttt. En 1748, Monresquieu aún lo ignora, y habla de "muchos hom-
d.ies et les diuers changements de l¿dite cité, París, INED, I 977, pp. 1 B y i 9: "Los boletines de
bres" (De I'esprit des lois, wttt, 10, en (Eu.ures complites,País,
Gallimard, 1958, col. Bibliothéque
morta.lidad de Londres se cuentan entre los primeros relevamientos demográficos publicados,
de la Pléiade, t n, p.536) [trad. esp.: Del apírinr dz las leys,Madrid,Tecnos, 1972] o de los habi-
pero su origen no se conoce muy bien. El boletín más antiguo que se ha encon¡rado responde
tantes, de 'propagación de la especie" (ibid., xxttt,26, O. C., p.710;27, O. C.,p,77I; cF. Lettres
a un pedido del Consejo Real al alca.lde de Londres con refe¡encia a la cantidad de fallecidos
?ersannes [1721], cxxt, en O. C., t. t, p. 313 [trad. esp.: Cartas persas, Madrid, Alianza, 2000]).
por causa de la peste, y es del 2l de octubre de 1532 [. . .]. En 1532 y 1535 hubo series de bole-
En cambio, ya en las Lettres penannrs emplea con frecuencia la forma negativa de lapalabn, dépo-
pulation f"despoblación"] (carta cxvlt, en O. C., p. 305; De I'esprit du lois, xxstt, 19, O. C., p.
tines semanales que índicaban el número total de decesos, ¡ entre éstos, Ios debidos a la peste,
por cada parroquia. Sin lugar a dudas, esos boletines no tenían otra razón de ser que dar a las
695;28, O, C., p.711). El uso del término se remonta aJ siglo xtv (ct E¡nile I.ítué, Dictionnaire
auto¡idades londinenses una idea de la magnitud y la evolución de la peste, por lo cual apare-
de la langtefrangaise,Paris, J,-J. Pauvert, 1956, t. tt, p.1645), en el sentido activo del verbo s¿
cían y desaparecían con ella. La peste de 1 563 dio origen a una prolongada serie de boletines,
drpeupler["despobla¡se"].Ausenteenlaprimeraedicióndel Essaiwrkpolicegénéraledesgrains
junio de ese año hast,r el 26 de julio dc 1566. También hubo una
extendidos desde el 12 de
deClaude-Jacques Herbert (op. cit.) en1753,"pob\ación" figuraenlaediciónde1755. Seencon-
serieen1574, otracontinua de1578 al583yluegootrasmásde 1592 a1595yde1597 a
trarán recapitulaciones recientes de la cuestión en Hervé Le Bras, 'Avant-propos", en: Hervé Le
1600, Aunque no es imposible que la regularidad de los boletines semanales se remonre a
Bras (dir:), L'Inaentlon da populations, París, OdileJacob, 2000; e I. Támba, "Histoires de démo-
il 1563, sólo es indudable a partir de 1603".
graphe et de linguiste: le couple population/dépopulation", Linx (PañsX), 47 , 2002, pp. l-6.
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SEGUiIIDAD, I'ERR]TORIO, POBLACIÓN


CLASE DEL 2' DE ENERO DE 1978 91
90

claro está, la existencia de bajos salarios. Bajos salarios quiere decir bajos pre-
mentos del poderío de un soberano. Para que un soberano fuera poderoso,
cios de las mercancías producidas y posibilidad de exportación, y de allí una j
era preciso desde luego que reinara sobre un territorio extenso. También se pon-
nueva garantía del poder, nuevo principio para el poderío mismo del Estado. i
deraba, se estimaba o se calculaba la importancia de sus tesoros. Extensión del
Para situarse en la base de la riqueza y el poder del Estado, la población debe
territorio, importancia de los tesoros y población, considerada por otra parte
estar, pot supuesto, regimentada por todo un apararo reglamentario que impe-
en rres aspecros: nume¡osa y susceprible, por consiguiente, de figurar en el
dirá la emigración, atraerá a los inmigrantes y favorecerá la natalidad; un apa-
blasón del poderío de un sobe¡ano, esa población se manifestaba en el hecho
rato reglamentario, asimismo, que va a definir cuáles son las producciones úri-
de que este último disponía de cuantiosas tropas, las ciudades tenían muchos
les y exportables, que va a determinar además los objetos que deben producirse,
habitantes y los mercados eran muy frecuentados. Y esa población numerosa
los medios para producirlos y los salarios, y que va a prohibir la ociosidad y el
sólo podía caracterizar el poder del soberano con dos condiciones adicionales.
vagabundeo. En resumen, todo un aparato que va a asegurarse de que esa pobla-
Por una parte, que fuese obediente; por otra, que estuviera animada por un
ción, considerada como principio y en cierto modo como raíz del poderío y la
celo, una afición al trabajo, una actividad que permitían al soberano ser efec-
riqueza del Estado, trabaje como corresponde, donde corresponde y en las acti-
tivamente poderoso, es decir, obedecido y rico al mismo tiempo. Todo esto
corresponde a la manera más tradicional de concebir la población.
vidades que corresponden. En otras palabras, la población como fuerza produc-
Las cosas empiezan a cambiar con el siglo XVII, esa época que se ha carac-
mercantilismo,
tiva, en el sentido estricto de la expresión, era la preocupación del
y me parece que después de los mercantilistas, en el siglo xvIII y menos aún en
terizado por 1a vigencia del cameralismol6 y el mercantilismo,lT no tanto doc-
el siglo xx, desde luego, ya no se la juzgará esencial y fundamentalmente con
trinas económicas como nuevas manetas de plantear los problemas del gobierno.
ese carácter. Quienes vieron a la población esencialmente de ese modo, como
Eventualmente volve¡emos a ellos. Digamos por ahora que para los me¡canti-
fuerza productiva, fueron los mercantilistas o los cameralistas, y con la condi-
iistas del siglo xr',il la población ya no aparece simplemence como un rasgo posi-
ción, claro está, de que fuera efectivamente adiestrada, repartida, distribuida y
tivo capaz de figurar entre 1os emblemas del poderío del soberano, sino den-
fijada de acuerdo con mecanismos disciplinarios. Población, principio de riqueza,
tro de una dinámica o, mejor dicho, en el principio mismo de una dinámica,
fuerza productiva, regimentación disciplinaria: todo esto constituye una unidad
la dinámica de poder del Estado y el soberano. La población es un elemenro
fundamental: un elemento que condiciona todos los otros. ¿Por qué condi- dentro del pensamiento, el proyecto y la prácrica política de los mercantilistas.
ciona? Porque la población suministra brazos para la agricultura, vale decir que A partir del siglo xvIII, en los años que hasta aqul tomé como punto de refe-
rencia, me parece que las cosas van a modificarse. Suele decirse que los fisió-
garantiza la abundancia de las cosechas, pues habrá más cultivadores, muchas
tierras cultivadas, cosechas abundantes y, por lo tanto, bajo precio de los gra- cratas, en contraste con los mercantilistas del período precedente, eran anti-

nos y los productos agrícolas. También suministra brazos para las manufacru- poblacionistas.ls E to significa que, mientras unos consideraban que la población,

ras, y permite co¡r ello prescindir en la medida de lo posible de las importa-


r8
ciones y de todo lo que debería pagarse en buena moneda, oro o plata, a los Sobr. cuestión, véanse Georges \fleulersse, Le Mouuement phyiocratique en France de
"st"
último,] la población es un elemento fundamental en¡
países extranjeros. [Por 1756 ¿ 1770, Park, FélixAlcan, 1910, t. l¡, libro v, cap. t, pp. 268-295, "Discussion des princi-
pes du populationnisme", y Les Physiocrates, París, G. Doin, 1931, pp. 251-254; Joseph John
la dinámica del poderío de los Estados porque asegurar en el seno mismo def
Spengler, Économie et popul¿tion. fangaises auant I 800: de Budé á Condorcet,
Les doctrines vtd. de
éstos, toda una competencia en la mano de obra disponible, lo cual garantiza,l
G. Lecarpentier yA. Fage, París, r'ur, 1954, col. Travaux et Documents, cuaderno núm. 2i, pp.
165-200;AdolplreLandry"l.esidéesdeQuesnaysurlapopulation", Reuued'histoiredesdoctrines
étonorniques et sociabs, 1909, reeditado en FranSois Qesnay et k physiocraüe, Paris, t^-ED, 1958, t. I,
tG
Cl. ntpra, nota 25 de la clase del 1 1 de enero. pp. ll-49, yJean-Claude Pe¡ror, Une histoire intellecnellz de l'lconomie politique, wrf - si¿cle, wtt
Parfs, EHEss, 1992, pp. 143-192 ("Les économistes, les philosophes et la population").
'i Ibid.
ii

92 S EGURI DAD, TERRITORIO, I'O gI-A.CIÓN CLASE DEL 2i DE ENERO DE 1978 93

por ser fuente de riqueza y pode¡ debía incremenrarse 1o más posible, los fisió- población va a dejar de presenrarse como un conjunto de sujetos de derecho,
cratas, se dice, tenían posiciones mucho más matizadas. En realidad, yo creo un agrupamiento de voluntades sometidas que deben obedecer la voluntad del
que la diferencia no radicaba tanto en el vaior o la falra de valor de las dimen- soberano por intermedio de los reglamentos, las leyes, Ios edicros, etc. Se la con-
siones de la población. Me parece que los fisiócratas se diferencian esencialmente siderará como un conjunto de procesos que es menester manejar en sus aspec-
de los mercantilistas o los cameralistas porque rienen orra manera de tratar la tos naturales y a parrir de ellos.
población.le Pues ios mercantilisras y los cameralisras, en el fondo, cuando habla- Pero ¿qué significa esta naruralidad* de la población? ¿Por qué desde ese
ban de esa población que por un lado era fundamento de la riqueza y por orro momento ésra será percibida, no a parrir de la noción jurídico política de
debía estar regimentada por un sisrema reglamentario, sólo la consideraban aún sujetos, sino como una especie de objeto técnico político de un" gesrión y un
como el conjunto de los súbdiros de un soberano, a los cuales se podía impo- gobierno? ¿Qué es esa naturalidad? A mi parecer, para decir las cosas muy bre-
ner precisamente desde arriba, de una manera por completo voluntarista, una vemente, se manifiesta de tres maneras. P¡imero, Ia población, tal como se la
serie de leyes y reglamenros que les indicaban qué hacer y dónde y cómo hacerlo. problematiza en el pensamiento, pero [rambién] en la práctica gubernamen-
En otras palabras, los mercantilisras, en cierto modo, veían el problema de la tal del siglo xvIII, no es la simple suma de los individuos que habitan un terri-
población esencialmente en el eje del soberano y los súbditos. El proyecto torio. No es tampoco el mero resultado de su voluntad de reproducirse, ni la
mercantilista, cameralisra o colberriano, si lo prefieren, se siruaba en la rela- contracara de una voluntad sobe rana que puede favorecerla o darle forma. De
ción de la volunrad del sobe¡ano con la voluntad sojuzgada de las personas, y hecho, la población no es un dato básico; depende de toda una serie de varia,
veía a éstas como sujetos de derecho, súbditos someridos a una ley que podían bles. Variará con el clima. Yariará con el enrorno material. Yariarácon la inren-
ser susceptibles de un encuadramiento reglamentario. Ahora bien, yo creo que sidad del comercio y la actividad en la circulación de las riquezas. Variará, desde
con los fisiócratas luego, según las leyes a las cuales esté sometida, por ejemplo, los impuestos,
¡ de manera general, con los economisras del siglo x\nII, la
i, dei matrimonio. Y variará también con las costumbres de la gente,
Ias leyes
por ejemplo, la mane ra de dotar a las hijas, la manera de asegurar los derechos
re
fl, La posición fundamental de los fisiócratas sobre el tema consiste en la inrroducción de las
de primogerritura, el derecho de mayorazgo, así como el modo de criar a los
riquezas como mediaciór.r entre la población y los a¡tículos de subsisrencia. Cf Frangois Quesna¡
ür hijos, el hecho de enrregarlos o no al cuidado de nodrizas. La población va a
a¡rículo "Homm es" , en Frangois Qresnay et la physiocratie, op. cir., t. ¡t, p. 549: "Se aspira a incre-
k variar con los vaiores morales o religiosos que se reconocen a tal o cual tipo de
$ menrar la población en el campo. pero se ignora que su crecimicnto depende del aumenro previo
C[ Georges \Teulersse, Les Pbysiocrates, op. cit., pp.252y 253: "El crecimiento
de las riquezas". conducta: por ejemplo, valorización ético religiosa del celibato de los sacer-
$
h;
ll de la población no los dejaba indiferentes: pues los hombres contr.ibuyen a enriquecer el Estado dotes o los monjes. Y variará sobretodo con la situación de los arrículos de sub-
t
tul de dos maneras, como productores y como consumidores. Pero sólo serán productores útiles si sistencia, y en este punro damos con el famoso aforismo de Mirabeau, cuando
I
producen más de lo que consumen, es deci¡ si su rrabajo con la ayuda de los capi-
se lleva a cabo
:ll decía que la población no variaría nunca ni podría ir jamás más allá de los lími-
tales necesarios; y su consumo, de la misma manera, sólo se¡á beneficioso si pagan a buen precio
ir
las merca¡cías que necesitan para vivir, esto €s, un precio igual al que pagarían los cornpradores
tes que le fijan las existencias de esas provisiones.2o Todos esos análisis, sean de
ti
Í. extranjeros: de no ser así, una abundante población naciona.l, lejos de ser un recurso! se convierre
i,
:t en una carga. Pero comenzad por aumentar los ingresos de la tierra: los hombres, en cierto modo
I * Naturalidad: enrre comillas en el manuscrito, p. 13.
i. convocados a la vida por Ia abunda¡rcia de los salarios, se multiplicarán en una magnirud propor-
20
ciona.l; tal es el verdadero poblacionismo, indirecto, pero bien entendido". Hay también una Cf Vi.tor Riquet[di, marqués de Mirabeau (1715-178g),llamado N{irabeau el mayo¡
t
excelenterecapitulaciónenJosephJohnSpengler, Économieetpopulatizn...,op.cit.,pp. 167- LAmi des hommes, ou Tiaité de la population,3 vols., publicado sin nombre de autor, Aviñón,
t
I 170. Sobre el a¡á.lisis del papel de la población hecho porlos fisiócratas ylos economisras, cf ya
s. n., 17 56, (véase Lucien Brocard, Les Doúriws économiquu et socia/es du marquis de Mirabe au
{ i
Michel Foucault, Histoire de lafolie l'áge clasiqt¡¿, París, Gallimard, 1972, pp. 429 y 430 dans "LAmi des hommes", París, Giard et Briére, 1902-). El aforismo de Mirabeau, extraído de
ltrú,
*i esp.: Historia de Ia loutr¿ en la época chsic4 Buenos Aires, Fondo de Cultura Económ ica, 1D21. LAmi des homm¿¡-"la medida de la subsistencia es la medida de la población"*, tiene su para-
ii
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1,

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94 SEGURIDAT], TERRITORIO, POBLACIÓN
CLASE DEL 2' DE ENERO DE 1978 95

Mirabeau, del abate Pierre Jauber¡21 o de Quesnay en el artículo "Hommes"


' En esra suerte de espesor con respecto al voluntarismo legalista del sobe-
de la Encyclopédie,22 muesrran sin lugar a dudas que en esre pensamiento la
-'rano' la población aparece enronces como un fenómeno de la naturale za. l]n
población no es esa suerte de dato primitivo, materia sobre la cual va a ejer-
,' fenómeno de la naturaleza que no se puede cambiar por decrero, lo cual no sig-
ce¡se la acción del soberano, como contracara de éste. La población es un daro
empero' que la población sea una naruraleza inaccesible e impenetra-
dependiente de toda una serie de variables que le impiden, entonces, ser rrans- i {fica,
ble; al contrario. Y el análisis de los fisiócratas y los economistas se rorna inre-
parente a la acción del soberano, o hacen que la relación entre una y otro no
resante en este punro: la naturalidad que se advierte en el hecho de que la
pueda ser dei mero orden de la obediencia o el rechazo de la obediencia, la
población sea permanenremenre accesible a agenres y técnicas de transforma-
obediencia o la revuelta. De hecho, las variables de las que depende la pobla-
ción, siempre que esos agenres y esas récnicas sean a la vez ilusrrados, medita-
ción llevan a ésta, en una medida muy considerable, a escapar de la acción volun- /
dos' analíticos, calculados y calculado¡es. Es preciso, desde luego, romar en
tarista y directa del soberano expresada en la forma de la ley. Si se dice a una {
cuenta no sólo el cambio voluntario de las leyes si éstas son desfavorables a la
población "haz esto", nada prueba no sólo que 1o hará, sino sencillamenre que \
\ loblación. Lo necesario, si se pretende favorecerla o lograr que manrenga una
podrá hacerlo. El límite de la le¡ mientras se considere únicamente la relación
relación justa con los recursos y las posibilidades de un Estado, es anre todo
soberano-súbdito, es la desobediencia del súbdito, el "no" opuesto por él al sobe-
actuar sobre una multitud de factores, elementos que en apariencia están lejos
rano. Pero cuando se trata de la relación del gobierno 66n 1" población, el
de la pobiación misma y su comportamienro inmediato, lejos de su fertilidad, de
límite de 1o decidido por el soberano o el gobierno no es forzosamente el rechazo
su voluntad de reproducción. Es preciso, por ejemplo, actuar sobre los flujos
de las personas a quienes se dirigen.
de moneda que van a derramarse sobre el país, saber si esos flujos de moneda
pasan, saber si llegan bien a todos los elementos de la población, si no dejan
lelo en la obra de Ange Gouda¡t, Les Intáréts de /a France ntal entendus, dans les branches de I'a- regiones inertes. Habrá que acruar sobre las exporraciones: cuanto más pedi-
gricnlntre, dela population, des fnances. . ., aparecido ese mismo año (tres vols., Amsterdam, chez dos de exportación haya, mayores, por supuesro, serán las posibilidades de rra-
Jacques Ccur, 1756): "De la magnitud general de la subsistencia depende siempre e[ número bajo ¡por lo tanro, de existencia de riquezas y población. Se plantea el pro-
de hombres", y se retoma, hasta en las imágenes de su formulación (los hombres se multiplican blema de las importaciones:
¿al imponar se favorece o desfavorece a la población?
"como ratones en una granja si tienen los medios de subsistir sin limitacio¡ies"), en: fuchard
Si se importa se quita uabajo a la gente de aquí, pero también se le da alimen-
Cantillon, Essai sur la n¿ture du czmmerce en général, Londres, Fletcher Gyles, 1755; reimpre-
tos. En consecuencia, un problema que fue capital en el siglo xr{II, ei de la regla-
sión facsimilar, París, t¡po, 1952y 1997, cap. 15, p.47 [trÁ. esp.: Ensayo sobre l¿ n¿turaleza
del comercio en ge neral, México, Fondo de Cultura Económica, 1978]. mentación de las importaciones. Sea como fuere, a través del juego de todos
2r esos factores lejanos va a ser posible acruar efectivamente sobre la población.
Abate PierreJaubert, Des c¿uses de la dépopulation et des mol,ens d'y remédier, publicado
si¡l nombre de autor, Londres y París, chez Dessain junior, i767. como ven, enronces, se perfila uná récnica muy distinta: no obtener la obe-
rr Este arrículo escrito para la. Encyclopédie, cuya publicación se prohibió en 1757 y recién
I i diencia de los súbditos a la voluntad del soberano, sino influir sobre cosas
se reanudó en 1765, permaneció inédito hasta 1908 (Reuue d'histoirc des doctrines économiques :, : aparentemente alejadas de la población, pero que, según hacen
saber el cálculo,
et soci¿les, 1; ¡eedición en Fra.ngois Quesnay et la phlsiocratíe, op. cit., t, t, (Euures, pp. 51 1-
r q ¡ 'r' - 1--, --D-^^-^*v9^^

578). Sin embargo, Henry Pattulo, en su f¡s¿.1 sur /'amelioration des terres, París, f)urand,
ii;i el análisis y la reflexión, pueden actuar en concrero sobre ella. Esta naturali-
1758, lo transcribió ¡rarcialmente y lo difundió (cl Jean-Claude Perrot, Unc bistoire intellec-
i dad penerrable de la població' consriruye, me parece, una mutación muy
tuelle..., op. cit.,p.166). Luego de 1765, el a¡tículo de Quesnay fue reemplazado en la EnEclopédie ' importanre en la organización y la racionalización de los métodos de poder.
por el de Diderot, "Hommes" (política) y el de Damilavil.le, "Population". El manuscrito, ' Pod¡íamos decir rambién que la naruralidad de la población ,. po.r. d.
depositado en la Biblioteca Nacional, recién se redescubrió en 1889. Por eso no aparece en la manifiesto en un segundo aspecro, el hecho de que, después de todo, esa pobla-
compilación de Eugéne Dai¡e, Zes Pltlsiocrates, París, Guillaumin, 1846. CF. L. Salleron, en
ción está compuesra de individuos, individuos perfectamente diferentes unos
Franqois Quunal et la phyiocratie, op. cit., r. rr, p. 5l i, n. l
de otros y cllyo comportamiento, al menos dentro de ciertos límites, no se
CLASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 97
96 SEGURIDAD, TERRiTORIO, POBTACIÓN

producción espontánea del interés colectivo por obra de éste tenemos algo
puede prever con exacrirud. No por ello de.ia de ser verdad que, según los prr-
de la
por que es completamente opuesto a lo que era la vieja concepción ético jurídica
meros teóricos de la población del siglo XVIII, hay al menos un invariante
tiene y sólo puede tener un único motor del gobierno y e[ ejercicio de la soberanía. En efecto, ¿qué era el soberano
el cual, romada en su conjunro, ella
había para los juristas, no sólo los juristas medievales sino también los teóricos del
de acción. Ese motor de acción es el deseo. El deseo -vieja noción que
(eventualmente derecho natural, tanto para Hobbes como para Rousseau? El soberano era la
hecho su entrada y se utilizaba en la dirección de conciencia
persona capaz de decir no al deseo de cualquier individuo; el problema con-
podríamos volver al tema)-23 ,eap"rec. ahora en las técnicas de poder y gobierno.
sistía en saber de qué manera ese "no" opuesto al deseo de ios individuos
iL
El d.r.o es el elemenro que va a impulsar la acción de todos los individuos. Y
podía ser legítimo y fundarse sobre la voluntad misma de éstos. En fin, es un
conrra él no se puede hacer nada. como dice Quesnay: no se puede impedir
I
I
donde problema enorme. Ahora bien, a través del pensamiento económico político
que la gente vi,ra dorrde a su juicio puede obtener mayores ganancias y
.l
de los fisiócratas vemos formarse una idea muy distinta: el problema de quie-
I J.sea vivir, justamente porque ambiciona esa ganancia. No traten de cambiarla,
nes gobiernan no debe ser en modo alguno saber cómo pueden decir no,
ia cosa no cambiará.2A Pero -y aquí la naturalidad del deseo marca la pobla-
hasta dónde pueden decirlo y con qué legitimidad. El problema es saber cómo
ción y la técnica gubernamental puede penetrarlo- ese deseo, Por razones a
decir sí, cómo decir sí a ese deseo. No se trata, entonces, del límite de la con-
las cuales será preciso volver y que constituyen uno de los elementos teóricos
cupiscencia o del amor propio entendido como amor a sí mismo, sino, al
más imporranres de todo el sistema, es tal que, si se lo deja actuar y siempre
contrario, de codo lo que va a estimular, favorecer ese amor propio, ese deseo,
que se lo deje actuar, denrro de determinados límites y en virtud de una serie
a fin de que éste pueda proclucir los efectos benéficos que debe necesaria-
i. ,.l".io.r., y conexiones, redundará e n suma en el interés general de la pobla-
mente producir. Tenemos aquí, por lo tanto, la matriz de toda una filosofía uti-
ción. El deseo es la búsqueda del inrerés para el individuo. Por otra parte,
litarista, por decirlo de algún modo.25 Y así como creo que la Ideoiogía de
aunque éste pueda perfectamente ser engañado por su deseo en 1o concerniente
Condillac -en fin, lo que dio en llama¡se sensualismo-2t; e." el instrumenlo
al i.rierés personal, hay algo que no engaña: el juego esPontáneo o' en todo
caso, a Ia vez espontáneo y regulado del deseo permitirá, en efecto, Ia produc-
ción de un interés, algo que es inreresanre para la propia población' Producción 25
Sobr..rt" no.ión, cf. Michel Foucault, Naissdnce de la biopolitique, París, Gallirnard-Seuil,

del interés colecrivo por el juego del deseo: esto marca al mismo tiempo la natu- 2004, clase del l7 de enero de 1979, p,42 (el utilitarismo como "tecnología de gobierno").
26
ralidad de la población y la arrificialidad posible de los medios que se instru- Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780), autor del Essai sur I'origine des connaissances
humdines (París, P Mortier, 1746 [rrad. esp.'. Ensayo sobre el origan dc los conacimientos huma-
mentarán para manejarla. 'Tratado
nos,Mad,rid, Tecnos, 19991), el Tiaité des sensations (París,
De Bure, 1754 ftrad. esp.:
La cuestión es importante porque, como podrán darse cuenta, con la idea de lasen¡aciones, BuenosAires, Eudeba, 19631),yel Tiaitédesanimatx(París, DeBure, 1755),
de una gestión de las poblaciones sobre la base de la naturalidad de su deseo
y
sostiene, en el segundo de los libros mencionados, que no hay ninguna operación del alma que
no sea una sensación transformada -de allí el nombre de sensualismo dado a su docrrina.- y
que cualquier sensación, sea la que fuere, basra para engendrar rodas las faculrades. En defénsa
Condillac imagina una estatua a la cual confiere de nranera separada y sucesiva los
de su tesis,
23
Foucault alude aquí a una cuestión ya tratada en el curso de 1975, Les Anotmdux,
Mi.h.l
pa¡ís,Gallimard-seuil,1999¡."d..rp., Losanorma!¿s.cursoenelcoll?gedcFrance(1974-1975)' cinco sentidos. La Ideología designa el movimiento filosófico originado en él e iniciado en
1795 con [a creación del Instituto (del que formaba parte la Academia de Ciencias Morales y
Buenos Ai¡es, Fondo de cr¡lrura Económica, 2000]. cf. infa, nora43 dela
clase del 22 de
Polí¡icas, a la cual pertenecían los condillacianos). Fll principal r€presen¡ante de esta esct¡ela fue
febrero.
"Los hombres se reúnen y se Antoine Louis Claude de Destum de Trrcy (1754-1836), autor delos Elémenrs d'idéologie, 4
2a
Cf. Franqois Quesna¡ artículo "Homm es", op. cit., p.537;
riquezas, vivir con holgura y poseer vols., París, Courcier, 1804-1815 [trad. esp.: Elementos de icleohtgía inc/uidos en ditzl otho lec'
multiplican en rodos los lugares donde pueden conseguir
de pro- ciones(selección), Pa¡ís, Casa de N{asson e hiio, 1826]. Michel FoLrc¿rrlt, que dedicó varias
con seguridad y en propiedad las riquezas que sus trabajos y su industria son capaces
páginas alos ideólogos en Les Mots ct les choses, París, Gallimard, 1966, col. Bibliothéque des
curarles".
CTASL, DEL 25 DE ENERO DE I978 99
98 .SEGURIDAD, TERRITORIO, POBTAC]ÓN

de establecer no sólo que, pese a todo, en una ciudad había cada aio una can-
teórico nrediante el cual se podía dar una base a la práctica
de la disciplina,2T
que sirvió de base a tidad constante de muertos, sirio que exisría además una proporción cons-
di,é q'. la filosofía utilitarista fue el instrunrento teórico tante de los diferentes accidentes -muy variados, empero- causanres de esa
.r" nát.d"d que en la época era el gobierno de las poblaciones'* muerte. La misma proporción de genre muere de consunción, la misma pro-
dejaver en ese beneficio
Por último, l".r",urr.lid,d de la población que se porción muere de fiebres, de cálculos, de gota o de icrericia.2e Y lo que sin duda
Ia población siempre dependa
universal del deseo, y también en el hecho de que no dejó de despertar la estupefacción absoluta de Graunt es que en las tablas
de una tercera manera'
de variables compiejas y modificables, se manifiesta de mortalidad de Londres la proporción de suicidios es exacramente la misma
suPoner variables'
Lo hace en la constan.i" d" t"'o' fenómenos que podríamos
de un año a otro.30 Se constatan también otros fenómenos regulares, enrre ellos,
individuales y causas coyun-
porq,r" dependen de accidentes , az fes'conductas por eiemplo, que rracen más varones que mujeres, pero los primeros son víc-
turales. Ahora bien, basta con observar' mirar
y contabilizar esos fenómenos
ser irregulares para darse cuenta de que' en
realidad' son regula-
que d,eberían
xvll por-el inglés
*.. Y ér. fue el gran J.r.ub,intitnto realizado a fines del siglo Cambridge, Universiry Press, 1899; versión fra¡rcesa: Les CEuurcs économiques de SirWilli¿m
las tablas de mortalidad' fue capaz
Gr"unt,28 quien-, justantente con referencia a tad. de H. Dussauze y M. Pasquier, t. It, París, Giard er Briére, 1905, pp. 351-467; nueva
?erry,
t¡aducción anotada por Eric Vilquin (cf. supra, nota i5). Autodidacto, maesrro pañero de
profesión y amigo de lfilliam Petry Graunt tuvo la idea de elaborar cuadros cronológicos a
partir de los boletines de mortalidad publicados en oportunidad de la gran peste que diezrnó
2t3"255 [trad esp': Las palabras 1 las co¡as' [Jna arqunlogla
de
sciences humaines, cap. 7, pp
Londres en el siglo xvlt. Ese texto es considerado como el punto de partida de Ia demografía
lns ciencias humtülai, Mé*ico, Siglu rv, le
t s], y" ,.lacio.a la .oncepción genética de condillac
como la fbrma pura del poder discipli- moderna (cf. Paul F. Lazarsfeld, Philosopbie des sciences soci¿les, París, Gallimard, 1970, col.
con el disposirivo panóptico tlJtstn'h"rn -pt"'"nttt1o Bibliothéque des sciences humaines, pp.79 y 80; "las primeras tal¡las de rnortalidad, publica-
1g73-D74, Le pou)oir pslchiaÜ,ique, edición establecida por Jacques
na¡io_ en su clrrso de de das en 1662 por Graunt, a quien se considera como el fundador de la demogra-Íia modema').
;;;""*., París, Gallimarcl-SeLril' 2003' col ü"ut"' É'tudt''
clase del 28 de
'oviembre Sin embargo, la atribuciór.r delx Obseru¿tioz¡a Graunt fue objeto de disputas desde el siglo
cuno en el coll]ge de France (1973-1974)Buenos
i;it, o: 80 [t¡ad. esp.: Elpodcr psiquiátrico. xvu,enberreficiodePetcy.Cf.HervéLeBras, Naissancedelamortalité,op.cit,p.9,paraquien
véese asimismo Michel Foucault'
A¡res, Fondo de Cultura E on¿áic"' 2005]' Sobre Condillac' "[a balanza se inclina con claridad en contra de la paternidad de Graunt y a favor de Petry".
Les Mots et les cl¡oses, op. cit', cap' 3' pp' 74-77 '
parís, Gal1imard, 1g75,p.105 lrrad. esp.: vigilar Philip Kreagea "New light on Graunt", en Popttlation Studies,42 (1), marzo de 1988, pp.
27
cf. Michel Foucault, i"irrituirp"rl¡ 129-140, defiende la tesis opuesta.
ycastigar.N¿cimientoclelaprisión,Mexico'sigloxxl'19761:"[Eldiscursodelosideólogos] 2e
y 66:
'0r.r."1"¡t [..,], y a través
de los intereses' las representaciones y los signos' ¡ohn Graunt, Obserpdtions. . ., op. cit., cap.2, S 19, trad. de Eric Vilquin, pp. 65
a travésd. i" tto'í"
"entre las diferentes causas lde fallecimiento], algunas manrienen una relación consrante con la
y las génesis q,.,. ,".o,],.ituía, una suerte .1" ,"..t.
gerreral para el ejercicio del
de las series cantidad total de entierros. Así ocur¡e con las enfermedades crónicas y las enfermedades a las
como superficie de inscripción para el poder' con
la
poder sobre los hombres: J 't'pí'it'-t
cuales la ciudad está más expuesta, por ejemplo, la consunción, la hidropesía, la ictericia, la gota,
semiologíacomoinstrumetrto;lasumisióndelosctterposmedianteelcontroldelasideas'yel los cá.lculos, la parálisis, el escorbuto, la basca o la sofocación de la matriz, el raquitismo, la vejez,
en una política de los cuerpos' mucho más efi-
análisis <le las representaciones, como principio las cuartaras, las fiebres, el flujo de vientre y la diarrea".
los ideólogos Iro fue únicamente
.- Ot" f" "n".o-í" ¡itual rle los supliiios' El pensan-riento de de los poderes sutiles'
3n
lbid., "Y ocurre orro ranro con algunos accidentes como las pesadumbres, los ahoga-
clesarrolló como una tecnología
una teoría del inclividuo y la sociedad; se mientos, los suicidios, las muertes debidas a diversos accidentes, etc.". Sobre la probabilidad de
en oposición a los piastos suntuarios del poder de los soberanos"'
eficaces v económicos, los suicidios, véasetambién ibid., cap.3, S I 3, trad. de Eric Vilquin, pp. 69 y 70. La alusión de
t'

es un poco al
importante !s también que Ia '-filosofía utilitarista'
.,Lr_,
Manuscrito, p. 17, Foucault a Durkheim es evidente aquí. Sobre el interés manifestado por la sociología del siglo
era a.las disciplinas"'
gobierno d. las poúlaciones lo que la ldeología xx por el suicidio, "esa obstinación de morir, tan extraña y pese a ello tan regular, tan cons-
Nanrrol a"nd Political Obseruations Mentioned in a
F'ollowing
Jolrn Grau't (1620.167i),
?s
\Yith Refercnce to tlrc Gouernment' I?eligion' Ttade' tante en sus expresiones y por consiguiente tan poco explicable a través de particularidades o
Indcx' and Made rtpon the aitt' u¡ u*tat;t|' accidentes individuales", cf. Michel Foucault, LaVolonté de sauoir,París, Gallimard, 1976, p. 182
C:iangu of the Said Citl'Londres' John Martin' 16(12;
Growth, Aye, Diseases, ¿''l th' Seu"al [trad.esp.: Historiadelasexualidad, ]. Lauoluntaddesaber,México, Sigloxxt, 19851.
(cornp') , The Econotnic\Yritings ofSir\Villiam Petll,
5^ ed., 167;;reeditado en Charles H. Hull
100 SEGURiDAD, TERRITOR]O, POBIACIÓN CI,.ASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 I01

timas de más y más variados accidentes que las segundas, de modo que al tal que dentro y con la ayuda de ésta, así como
con referencia a ella, el sobe_
cabo de cierto tiempo la proporción se restablece.3l De todas maneras, la rano.debe desplegar procedimienros medirados
de gobierno. en o..", pauuor,
mortalidad de los niños siempre es más grande que la de los adultos.32 La mor- con la población cenemos algo muy distinro
d. ,ir," colección a. a. ,i.ro,
talidad siempre es más elevada en la ciudad que en el campo,33 etc. Tenemos derecho diferenciados por su esrarus, su rocalización,
sus bienes, ,,,, ..rpor,r"-
aquí, por lo tanto, una tercera superficie de afloramiento de la natu¡alidad de bilidades, sus oficios; [renemos]* un conjunto
de elementos qu., por,r., l.ao,
la población. se inscriben en el régimen generai de los seres vivos,
y po, or.o, ofr...r, ur,"
No se trata entonces de una colección de sujetos jurídicos, en relación ind! zuperficie de agarre a rransformaciones auroritari"r,
p..á meditadas y carcula,
vidual o colectiva con una voluntad soberana. La población es un conjunco das' La dimensión por la cuar ra población
se incluye .r,r.. lo. demás ires vivos
de elementos en cuyo seno podemos señalar constan[es y regularidades hasta es la que va a ponerse de manifiesro
y la que se sancionará cuando, por pri_
en los accidentes; también se puede destacar en ella el aspecto universal del m.era vez' se deje de llamar a los hombres ;er
género humano" y...o.r,i.n..
deseo que produce regularmente el beneficio de rodos, así como las variables a llamarlos "la especie humana".34
A parrir i.l ,.o*.nro .,, qr. .i ge.,.ro
de las que depende y son capaces de modifica¡lo. El hecho de tomarse en cuenta
o, si lo prefieren, conside rarse la pertinencia de los efectos propios de la pobla-
ción nos pone, creo, frente a un fenómeno muy importanre: el ingreso al campo
3a
"La especie, unidad sistemática,
de las técnicas de poder de una naturaleza* que no es el elemento al cual, por rar como la comprendieron duranre mucho
tiempo ros
n¿tura.listas' fue definida
por primera vez por John Ri ¡.n ,u Hisroria prantarunt,
encima del cual o contra el cual el soberano debe imponer leyes justas. No Lor"tdres,
Faithorne] en 1686 ['conjunto de individrros
qr", -.di"nr" r. ..produ..ión, .r,g.nio'orro,
está la naturaleza y luego, por encima de ella o contra ella, el soberano y la individuos semejanres a erros']. Anres, ra
palabra se empreaba .on
relación de obediencia que se le debe. Hay una pobiación cuya naturaleza es Aris¡óteles designaba pequeíros grupos. Más "."p.ion., ,r,ry'diu..r"r. Ir*."
a.iela're, ,e la conruncrió .on .l gen.-,,
Guyénor, Les Sciences de ra uie at* w¡f et xvt¡¡, ¡En-'il"
siicres. L'idée d'éuorution, parís,Arbin Micher,
1941'col'LÉvolutiondel'humanité,p.360ftrad.
3t¡ohn Graunt, Obseruation¡..., op. cit., cap. 8, $ 4, rrad. de Eric V.ilquin, p.93:"Ya esp.'.Lascitncias¿lelauidaenrossigloswtt
1 wn' El concepto de l¿ euolució2, México, uniórr Tiiográfica Edirorial
hemos dicho que hay más hombres que mujeres fcf, el S I de este cap.J; agregamos que el número 19561)' En 1758, en la décima edició n
u'rnrr.*l*,*"",
de su systema'rirr,ror, Linné i.cluye er génerc: hambre
de los primeros supera el de las segundas en alrededor de un tercio. Asi, mueren más hombres en el orden delos primatu y distingue
dos el Homo sapicnsy'a aíi* rroguay,
que mujeres de muerte violenta, es decic que una mayor cantidad de ellos son masacrados en (carl von Linné, systema naturaeper "lp".i.s,
RegnaTri¿ Nantrae,l2" ed., Estocormo, Sa.lvius,
la guerra, mueren a causa de accidentes, se ahogan en el mar o son ejecutados por la mano de t' I, pp.28 y ss.).'sobre el nacimiento der concepro i766,
de especie en el siglo xvr, véase tambié'
la justicia. [. ..] y sin embargo, esta diferencia de un tercio lleva las cosas a una situación tal que Frangois Jacob' La Logique du uiu¿nt, parís,
cada mujer puede tener un marido sin necesidad de tolerar la poligamia'.
,
Gaiimard 1970, cor. I3ibriothéque des sciences
humaines, pp' 6l-63 ftrad. esp.: La lógica ¿le ro uiuiente; rna hisroria da /¿ herencia,Barcelona,
32 lbid.,.ap. 11,p. 105:"Hemoscomprobado[cf,cap.2,SS12y13,pp.62y 63] que, Tüsquets, 19991.La expresión ".rpe.i"
hunr"na" es de uso corrienre en er siglo xv'y
se reirera
por cada I 00 individuos concebidos y animados, alrededor de 36 mueren antes de los seis años con frecuencia en Voltai¡e, Rousseau y
Holbach, en¡re orros. Cf, por ejemplo C.org;-t_nui,
y tal vez I solo sobrevive hasta los 76" (sigue entonces lo que muchos comentaristas llaman de Buffon (1707-l7'g), Des époques de la
rtature, parís, Imp'merie ¡oyale, 177g, pp.
impropiarnente la "tabla de mortalidad" de Graunr). lg.7 y
188 [trad' espj Las épocas de k nanrrareza,Madrid,
3) Ibid., cap, I 1, 12, p. 1 14: "aunque los hombres mueren de una manera más regular y Nianza, 1997]: "erhombre, en efecto, es Ia
S gran obra úlrima de la c¡eaciór¡, No aejará de haber quie'nos aiga que la anarogía
menos espasmódica (per salntm) en Londres que en la provincia, a fin de cuentas mueren com- trar que la espec.ie humana ha seguido o"r"-.. d.-n*
el nis¡'o ."-ino y d",. d"l
parativamente (per rata) menos [en la provincia], de modo que los humos, vapores y hedores especies, e incluso que se -isnro ,i.i.po qu.-r", o,r",
dift¡ndió de manera más uniuersal; y que s.i la epoca
antes mencionados, si bien hacen más estable el clima de Londres, no lo convierten en más
d. ,r'...".rU" *
posterior a Ia de los animales, nada prueba
que el hombre no hava suf¡ido ar menos .las rnismas
salubre". leyes de la naturaleza, las mismas :rrte¡aciolrcs,
ros mismos cambios. c.nvendremos en
o
Naturaleza: entre comillas en el manuscrito, p. 18. que ra
especie huma'a no difiere esenciarr¡enre
o
de ras otras especies por s's facu*ades corporales,
Michel Foucault: sino. que en este aspecto su suerte rra de rraber
y
sido poco nrás o r.e¡los ra misma que la de las
demás:
t02 SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN CIASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 i03

humano aparece como especie en el campo de determinación de todas las espe- rium, eI problema polídco moderno, creo que esrá absoluramente ligado a
la
cies vivientes, puede decirse que el hombre se presentará en su inserción bioló- población. La secuencia: mecanismos de seguridad-pobración-gobi...i'o y aper-
gica primordial. La población, entonces, es por un extremo la especie humana tura del campo de lo que llamamos la política, todo eso, .reo, co.rstituy.
u.r"
¡ por otro, lo que llamamos público. La palabra no es nueva, pero el uso sí lo serie quehabría que analizar.
.r.35 El público, noción capital en el siglo xvtll, es la población considerada Querría pedirles cinco minutos más para agregar algo, ya verán tal vez por
desde el punto de vista de sus opiniones, sus maneras de hace¡ sus compo¡ta- qué' Está un poco al margen de todo esto.37 Surgimiento, decíamor, d. ,lgo
mientos, sus hábitos, sus temores, sus prejuicios, sus exigencias: el conjunto absoluramenre nuevo que es la población, co. la masa de problemas juríJi-
susceptible de sufrir la influencia de la educación, las campañas, las convic- cos, pollticos y récnicos que plantea. Ahora, si abordamos ioda or." serie de
ciones. La población, en consecuencia, es todo lo que va a extenderse desde el dominios, lo que podríamos llamar los saberes, advertimos
-y lo que les pro-
arraigo biológico expresado en la especie hasta la superficie de agarre presen- pongo al respecro no es una solución sino un problema- que en.io,
tada por el público. De la especie al público tenemos todo un campo de nue- ese mismo problema de la población. "p"....
vas realidades, nuevas en el sentido de que, para los mecanismos de poder, Para ser más precisos, romemos el caso de la economía política.
En el fondo,
son los elementos pertinentes, el espacio pertinente dentro del cual y con res- mientras se rrató, parala gente que se ocupaba de las finanzas la -pues cosa
pecto al cual se debe actuar. todavía pasaba por ahí en el siglo xvill-,
de cuantifica, l"s riquezas, medir su
Podríamos agregar lo siguiente: mientras hablaba de la población, una pala- circulación, determinar el papel de la moneda, saber si .r"
-.jo, devaluar o,
bra reaparecía sin cesar ---me dirán que lo hice adrede; acaso no del todo-, la al contrario, reevaluar una moneda, mientras la cuestión pasó
por establecer o
palabra "gobierno". Cuanto más hablaba de la población, más dejaba de decir sostener los flujos del comercio exterior, creo que el "análisis económico,,*
"soberano". Me veía en la necesidad de designar o apuntar a algo que, me parece, permaneció exacramenre en el nivel de lo que podríamos denominar análisis
también es rela¡ivamente nuevo, no en la denominación, no en cierto .nivel de las riquezas.38En cambio, a partir del momento en que fue posible incor-
de realidad, sino como técnica. O, mejor dicho, el privilegio que el gobierno porar al campo no sólo de la teorÍa, sino de la práctica económica, ese
nuevo
comienza a ejercer con respecto a las reglas -a punto tal que un día podrá decirse, sujeto, nuevo sujeto-objeto que es la población, y esro en sus diferenres
aspec-
para limitar el poder del rey: "el rey reina, pe¡o no gobierna"-,36 esa inversión tos, el demográfico entre ellos, pero también como papel específico
de los
del gobierno en relación con el reino y el hecho de que aquél sea en el fondo productores y consumidores, de los propietarios y d. l.ri.rr., .ro ,o., propie_
mucho más que la soberanía, mucho más que el reino, mucho más que eI impe'
37
Alaloz del fenómeno de la pob.lación, Michel Foucaur t va a reaJizar una nueva puesra
mas ¿podemos dudar acaso de que diferimos prodigiosamente de los animales por el rayo en perspectiva de los tres grandes dominios epistémicos estudiados en Les Muts et les choseg op.
divino que plugo al Ser Soberano depararnos?", cit: el paso del an:ílisis de las riquezas a la economía polírica, de la hisroria
natural a la 6iología
3' Sobr" ese nuevo uso de "público", cF. la obra fundamental de Jürgen Habermas, y de la gramática general a la filología histórica, mienrras aclara
que no se trara de una ,,solu-
Strukntruandel der Óffentticbkei¡, Neuwied y Berlin, H. Luchterhand, 1962, cuya versión ción" sino de un 'problema" que es preciso profundizar. para una primera
recuperación ,,genea-
f¡ancesa, L'Espace public. Archéologie de la publicité comme dimension constitutiue dz la société bour- lógica" de esos tres campos de saber, a partir de la genera.lización
táctica del saber h.istórico a fines
geoise, tr:.ducida por M. de Launa¡ acababa de aparecer en Payot (París, 1 978) ftrad. esp: Historia del siglo xvttt, cf. Michel Foucault , "Itfaur defendre ra socilté", parís,
Gallimard-seuil, 1997, clase
y crltica de la opinión pública: la transformación estntctural de la uida pública, Barcelona, Gustavo del 3 de marzo de 1976, p. 170 [trad. esp.: Defender ra sociedad. curso
en el collége de France
Gili, 1 98 11. Forrcault se ocupa con mayor detenimiento de la cuestión del prhblico al finel de la (1975-1976), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,
20001.
* Michel Foucault
clase del 1 5 de marzo (cf. infra, pp. 324 y 325). agrega: entre comillas.
38Cf Mi.h.l Foucau.lt,
36
Cél.br. lórnrula de Thiers aparecida en un artfculo publicado en el Ndtional del 4 de LesMotsetleschoses,op,cit.,cap.6: .,Echanger,,,pp. 177-1g5(Sr,
febrero de 1830. el análisis de las riquezas; g n, moneda y precio).
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104 SEGUzuDAD, TERRITORIO, POSLACTÓN CIASE DEL 25 DE ENERO DE 1978 $
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tarios, de quienes crean ganancia y quienes la exttaen, creo que a partir del que les es absolutamente común? uno, Malrhus, pensó esencialmente el pro-
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momento en qi¡e, dentro del análisis de las riquezas, se pudo inclui¡ el sujeto- blema de la población como un problema de bioeconomía, mientras que Marx
objeto que es la población, con todos los efectos perturbadores que esto pudo intentó soslayarlo y erradicar la noción misma de población, pero para reen-
tener en el campo de la reflexión y la práctica económicas, se dejó de hacer el contraria en una forma ya no bioeconómica sino histórico política de clase,
análisis de las riquezas y se abrió un nuevo dominio de saber que es la econo- enfrentamiento de clases y lucha de clases. Sin duda es eso: o la población o
mía política. Después de todo, uno de los textos fundamentales de Quesnay Ias clases, y ése es el punto de ruptura, a partir de un pensamiento econó-
es el artículo "Hommes" dela Encl,clopédie,39 y su autor no dejó de decir alo mico, de un pensamiento de la economía política que sólo fue posible como
largo de toda su obra que el verdadero gobierno económico era el gobierno que tal en virtud de ia int¡oducción dei sujeto población.
se ocupaba de la población.40 Sea como fuere, la prueba de que el problema consideremos ahora el caso de la historia narural y la brología. En el fondo,
de la población tiene un lugar central en todo el pensamiento de la economía como saben, la historia natu¡al renía como papel y función esenciales la deter-
política hasta el siglo xix inclusive sería la famosa oposición de Malthus y minación de los ca¡acteres clasificatorios de los seres vivos que permitieran asig-
Marx,4l pues ¿dónde está su punto de división a p¿rtir de un fondo ricardiano42 narlos a tal o cual casillero del cuadro.43 Lo que se [produjo] en el siglo xvrrr
y a comienzos del siglo XrX fue toda una serie de transformaciones por las cua-
ir 39 les se pasó del señalamiento de los caracreres clasificarorios al análisis inrerno
Cl. trpra, nota22.
a0
Cf Frarrgois Quesna¡ artículo "Homm es" en Franqois Quesnay et Ia physiocratie, op cit , del organismo ,aa y luego del .rganismo en su cohe¡encia anáromo funcional
ff
¡l a sus relaciones consti¡utivas o reguladoras con el medio de vida. A grandes
il, p. 512: "El estado de la población y del empleo de los hombres es [..'] el principal objeto del ras-
gobierno económico de los Estados; pues la fertilidad de las tierras, el valor venal de las pro- gos, es todo el problema de Lamarck y Cuvier,a5 cuya solución, así como sus
$ ducciones y el buen empleo de las riquezas pecuniarias resultan del trabajo y la industria de los
L hombres. Tales son las cuatro fuentes de la abundancia, que concurren mutuamente al creci-
l1
miento de todas; pero sólo pueden sostenerse por la manutención de la administración general de escasez: frente a una naruraleza que por sí misma es inerte y estéril, salvo en una minúscula
il, de los hombres, los bienes, las producciones". Sobre el gobierno económico, véase por ejemplo parte, el hombre arriesga la vida. L.a economía ya no encuenrra su principio en los juegos
de la
rl Despotisme de la Chine (1767), cap. 8, en Frangois Quesnay et l,z physiotatie, op. cit , t. tt, p.923: representación, sino por el lado de esa región peligrosa donde la vida se enfrenta a la
muerre.
{rl "El gobierno económico del culrivo de las tierras es una muestra del gobierno general de la Remite, por lo tanto, a ese orden de consideraciones bastan¡e ambiguas que poden.ros calificar
nación". Así pues, Catherine Larrbre, que cita este pasaje en I'lnuention de l'économie auwttf de antropológicas: se relaciona, en efecto, con las propiedades biológicas de un^
espe.ie humana,
il siicle, París, pvF, 1992, col. Léviathan, p. 1 94, comenta que en torno del gobierno se forma la acuyo respecto Malthus mosrró, en la misma época que Ricardo, que siempre tiende a crece¡
li unidad de una doctrina, donde es preciso poder encontrar "las leyes y condiciones que deben pone remedio o res¡ricción".
si no se le
reglamentar la administración del gobierno general de la sociedad" (FranEois Quesnay, Despatisme a3
Cf Michel Fo¡-rcault, Les Mots er les choses, op. cit., cap.5: ,,Classer,,, pp. 140-144 (g rr, la
ti de l¿ Chine, op. cit.). Cf. supra, Adolphe Landr¡ "Les idées de Quesnay..." (art. cit., nota 18
r1
historia natura.l) y 150-158 (g rv, el carácter).
ir de esta clase) e infa, nota 23 de la clase del 1" de febrero. 44
cf. ibid., cap. 7: "Les limites de la représenration", pp. z3B-245 (g ur, la organizacirin cle
at Cf los textos reunidos en Karl Marx y Friedrich Engels, Critique de Mabhus, edición a
¡' los seres), páginas consagradas sobre todo a Lamarck, :r quien se atribuye haber "ce¡rado la era
cargo de R. Dangeville et al.,Paris, Maspero, 1978' de la historia natural" y "entreabierro la de la biología", no
a2 ¡ror sus tesis rransf'ormacionistas, sino
David Ricardo (1772-1823), economista b¡itánico, autor de \os Principes de l'économie por la distinción que él establece, el primero, "entre el espacio de la org rnizacióny elde
la nomen-
politique et de I'imp6t,2 vols., París, Aifred Co stes,1933-1934 (edición original: On the Principles clatura".
of Political Ecorromy and Titration, Lond¡es, J. Murra¡ 1817) ltrad. esp.: Princtpios de economía 45
cf. ibid., pp. 287 y 28 8. El problema me¡rcionado aquí por Foucault con cierne ai lugar
política 7 tributación, México, Fondo de Cultura Económica, 19 591. A partir de 1 809, Rica¡do respectivo que conviene atribuir a l-amarck y a Crivier en la hisro¡ia de la biología nacie¡te.
entabló con Malthus lazos de amistad que no influyeron en sus desacuerdos teóricos. Sobre la Lamarck, por sus intuiciones transformisras, "que parecen 'prefigurar'lo que se¡á el cvolucio-
relación entre ambos, cf Michel Foucaulr, Les Mox et les choses' op. cit'' p.269:"lpara Ricardo,] nismo", ¿fue más moderno que c)uvier, afer¡ado a u' "viejo fijismo, impregnado cle prejuicios
lo que hace que la econornía sea posible y necesaria es una perpetua y fundamental situación tradicionalesypostuladosreológicns" (p.2s7)r Rechazandolaoposiciónsumaria,oriiiradaen

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CLASE DEL 25 DEENERO DE I978 107
r06 SEGURlDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN

pasó, y Podríamos decir lo mismo, me parece, acerca del pasaje de la gramárica


principios de racionalidad, están en este ú1timo.a6 Y para terminar se
del medio de vida' en su general a la filología histórica.a8 La gramática general era el análisis de las rela-
.rto ,ignifi." la transición de Cuvier aDarwin,4T
respecto Darwin ciones entre los signos lingüísticos y las representaciones de cualquier sujeto
relación constitutiva con el organismo' a la población, a cuyo
pro- hablante o dei sujeto hablante en general. La filología sólo pudo nacer cuando
pudo mostraf que era, de hecho, el elemento a través del cual el medio
medio y el una serie de investigaciones realizadas en diferentes lugares del mundo, sobre
ducía sus efectos sobre el organismo. Para pensar las relaciones del
algo como una acción todo en los países de Europa cenrral y también en Rusia, por razones políti-
organismo, Lamarck estaba obiigado a imaginar así
se veía cas, logreron identificar la relación existente entre una población y una lengua,
dil.t" y un modelado del segundo por el primero' Cuvier' por su parte'
más mitológicas' y en las cuales, por consiguiente, el problema consistió en saber de qué manera
forzad.o a invocar .od" ,r.t" ,.rie de cosas aParentemente
racionalidad y la población, como sujeto colectivo y de acuerdo con regularidades, por lo
pero que en realidad disponían mucho mejor un campo de
de Dios, demás, no propias de ella sino de su lengua, podía transformar en el curso de
q,r. .o. las catásrrofes y la creación, ios diferentes actos creadores
que la población era el la historia la lengua que hablaba. Támbién aquí, me parece, la introducción del
* nn, lo que fuera. Darwin, a su turno' comProbó
sujeto población permitió pasar de la gramática general a la filología.
efectos propios:
interm.diaiio entre el medio y el organismo, con todos sus
pasar de la Para resumir todo esto, podríamos decir que quien quiera conocer el ope,
mutaciones, eliminaciones, etc. En consecuencia, lo que permitió
dentro ¡ador de transfo¡mación que posibilitó el paso de la historia natural a la bio-
historia natural a la biología fue la problematización de la población
logía, del análisis de las riquezas a la economía política y de la gramática gene-
de ese análisis de los seres vivos. La bisagfa entre historia natural y biología debe
ral a la filología histórica, el operador que de ese modo inclinó rodos esos
buscarse por el lado de la población'
sistemas, esos conjuntos de saberes hacia las ciencias de la vida, el trabajo y la
producción, hacia las ciencias de las lenguas, deberá buscarlo por el lado de la
población. No en una forma consistente en decir: las clases dirigenres, al com-
(ibid.), entre el pensamiento
un,,juego de amalgamas, metáforas, analogias mal con¡roladas" prender por fin la importancia de la población, orienraron en esa dirección a
que'
"progt"ir,"' ,l.l pri-"ro y el pensamiento "reaccionario" del segundo' Foucault demuestra los nacuralisras que, de resultas, se convirtieron en bióiogos, á los gramáticos
(p' 288) con Cuvier -gracias a
prr"áó;i."rt.rr,", "1. hir,ori.i,lod se introdujo en la naturaleza" que, de resultas, se transfonnaron en filólogos, y a los hacendisras que pasa-
rompía con la continuidad onto-
,u ,l"r"ubrirni"nto de la discontinuidad de las formas vivas, que
ron a ser economistas. No hay que hacerio así, sino de la siguiente forma: un
lógicaaúnaceptaclaporLamarck-,ydeesemodoseplanteólaposibilidaddeunpensamiento
se encontrará en Frángois juego incesante entre las técnicas de poder y su objeto recorró poco a poco en
de la evolución. LJn análisis bastante coincidente cle ese problema
La Logique dtt uiuant, op. cit', pp' 17I-175' que Foucault reseñó de manera elogiosa lo real y como campo de realidad la población y sus fenómenos específicos. Y
lacob,
LeMonrJe,8037,I5y16denoviembrede1970; DE'vol'll'núm'81' a partir de la constirución de la población como correiato de las técnicas de
i"Crui,r".,-,rl,ipli.r"'
et al'' Lógica de lo uiuiente e
pp. 99-104) [tr"d. .sp., "Crecer y multiplicar", en: Franqois ]rcob poder pudo constatarse la apertura de toda una serie de dominios de objetos
historia de la biología, Barcelona, Anagrarna, 1975]' para saberes posibles. Y a cambio, como esos saberes recortaban sin cesar nue-
a6
C[ Mi.h"l Foucault, L6 Mrt, et I'es choses, op' cit'' c'¿lp' 8: "Travail' vie' langage"' pp'
por Foucault durente las vos objetos, la población pudo constituirse, prolongarse, mantenerse como
275-292(5 rt¡, Cuvie¡). Véase asimismo la conferencia pronunciada
Historia de las ciencias, en mayo de 1969: "La situation de cor¡elato privilegiado de los mecanismos modernos de poder.
Jornadas cuvier en el Insriruto
de
-cuvi.r applications' 23(1) '
de la biolo g\e" , en Reuue d'histoire des sciences et de leurs
dans I'histoire
63:)i (DE voi' tt, ttúm 77 , pp' 30-36' discusión' pp' 36-66) ltred'
enero-marzo de 1970, pp' a8
ensaberTuerd¿d,Mtdrid,Ediciones Cf Mi.h.l Foucault, Les Mots et les choses, op. cit., cap.4: "Parler", pp.95-107 (S rr, la
esp.:.,Lasituacióndecuvierenlahistoriadelabiologíi"
gramática general) y cap.7: "Tiavail, vie, langage", pp. 292-307 (5 v, Bopp), y la introducción
de la Piqueta, 19911.
cf. Michel Foucault, "La situation de a Antoine Arnauld y Claude Lancelot, Grammaire générale et raisonnée, Parls, Republications
a7
cuestión no abordadir en Les Mots et les cltoses.
Paulet, 1969, pp. iii-xr'wi (DE, t, n:úm. 60, pp.732-752).
Cuvier...", oP. cit, P. 36.
i.

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il: 108 SEGURIDAD, TERRITORIO, PO BIACIÓN
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ii
iii
I De ahí la temática del hombre, a través de las ciencias
esra consecuencia:
humanas* que lo analizan como ser viviente, individuo que trabaja, sujeto
ü
! habl¿nre, debe comprenderse a pa¡rir del surgimiento de la población como
cor¡elato de poder y objeto de saber. Después de todo, el hombre, tal como se
lo pensó y definió a parrir de las llamadas ciencias humanas del siglo xx y tal
como lo hizo objeto de su reflexión el humanismo de esa misma cenruria, no Clase del 1" de febrero de 1978*
es, en definitiva, otra cosa que una figura de la población. O bien digamos
que mienrras el problema del poder se formulaba en la teoría de la soberanía,
frenre a ésta no podía existir el hombre, sino únicamente la noción jurídica El problema del "gobierno" en el siglo xw Mutriplicidad de ks prác-
-
de sujeto de derecho. Por el contrario, a partir del momento en que como ticas de gobierno (gobierno de sí, gobierno de las almas, gobierno de
conrracara ya no de la soberanía sino del gobierno, del arte de gobernar, apa- los niños, etc.) - El problema específ co del gobierno del Estado
- El
reció la población, podemos decir que el hombre fue a ella lo que el sujeto de punto de repulsión de la literatura sobre el gobierno:Elpríncipe de
derecho había sido al soberano. Listo, el paquere esrá arado y bien [atado].** Maquiauelo - Breue historia de la recepción deElpríncipe hasta el
sigb nx - El arte de gobernar, disünto de la mera habitidad det prín-
cipe - Ejemplo de ese nueuo arte de gobernar: Le Mjrojr politique
de Guillaume de La Perriére (1555)
-
[Jn gobierno que €ncuentra
sufn en las "cosas"pordirigir* Regresión de la ley en benefcio de
tácticas diuersas * Los obstáculos bisúricos e instituciona/es a k pztesta
en acción de ese arte de gobernar hasta el sig/o
^1,,IIr
- E/ prob/ema
de la población, factor esencial del desbloqtteo del arte de gobernar
- El niángulo gobierno-pobkción-economía política
- Cuestiones
de método: el proyecto de una historia de la "gubernamentalldad".
La sobreualoración de/ problema del Estado,

A rn¡vÉs DEL ANÁLISIS de algunos mecanismos de seguridad intenté ver cómo


aparecían los problemas específicos de la poblaci ón, y al observa¡ con un

* Una primera transcripción


de esta clase se publicó en la ¡evista italiana Aut-Aut, nvms,
167y168,septiembre'diciembrede 1978, reproducidaenActes,núm. especial 54: Foucaubhors
ks murs,verano de 1986, pp. 6-15, y reeditada en esas mismas condíciones, según la regla que
sehabíanimpuesrolosedirores, enDE,vol. rr,núm.239,pp.635-657,conel títulode"La
'gouvernementalité"' [trad. esp.: "La gubernamentalidad", en: Robert castel et a/., Espacíos
de
* Ciencias hum¿¡as: entre comillas en el manuscrito. pod"er,Mad,rid, Ediciones de la Piqueta, 19911. Nuestra edición fue objeto de una revisión
** Conjetura; palabra inaudible. integral sobre la base de las grabaciones y el manuscrito.

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