Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
1. INTRODUCCIÓN
En la actualidad, las sociedades humanas asisten a grandes cambios a nivel cultural, social,
político y económico. Nada nuevo, claro está, si se toma en cuenta la naturaleza de las
sociedades modernas, marcadas por el cambio, la ruptura y la incertidumbre. El campo
penal y criminológico no han escapado a dichas transformaciones, por el contrario,
experimentan desde hace algunas décadas cambios puntuales en varias de sus
configuraciones históricas.
En la historia de las ciencias penales, se identifican entre el saber jurídico penal y el saber
criminológico tanto acuerdos- no siempre voluntarios- como tensiones -muchas de ellas,
irresolubles-; sea con la época de la ilustración política del siglo XVIII, con el
disciplinarismo científico del XIX y principios XX, o bien, con los movimientos de
contracultura y de crisis política y económica de mediados y finales del XX, estas
interacciones han pasado de un idilio de amor (criminología clásica humaniza el
surgimiento del derecho de castigar, y criminología de corte etiológico legitima y amplía
científicamente el ius puniendi) a un divorcio exprés (criminología del etiquetado y
criminología crítica visibilizan y denuncian la relación entre la supuesta ciencia pura del
derecho y los intereses del sistema político y económico hegemónico). Desde hace algunas
décadas, por fortuna surgió una especie de reconciliación entre ambas disciplinas; situación
que puede verificarse en planes y programas de estudio de diversas universidades, la
existencia de múltiples revistas con ambas perspectivas, y en la cada vez más frecuente
estrechez cotidiana en las fases del sistema penal.
Esta nueva etapa, denominada relativista, implica más que subordinación o exclusión, la
complementación y el diálogo entre uno y otro a la vieja usanza de las escuelas eclécticas
del positivismo, ahora aderezada en el marco de derechos humanos, mismo que ha
impactado a la forma de ser y hacer tanto de la criminología como del derecho penal.
Entre esta diversificación de sectores, se encuentra el ámbito empresarial; una de las efigies
más importantes de la modernidad con la lógica de lo privado y el espíritu del capitalismo;
una estructura organizacional de socialización secundaria compuesta por trabajadores,
autoridades institucionales, normas internas, jerarquías, distribución de tareas,
conocimiento específico, roles intercambiables, cultura organizacional, entre otras
características. Así, la empresa se ha convertido más que en un objeto, en un campo de
intervención de la criminología, sea al interior (detectar prácticas del personal que afecten
los intereses de la empresa, prevenirlos y tomar medidas de control) o al exterior
(identificar vulnerabilidades que comprometan el funcionamiento de la empresa,
prevenirlas y tomar medidas de control).
En lo que respecta al saber jurídico penal, éste también experimenta una metamorfosis
devenida de momentos críticos (muchos de los cuales fueron propiciados por las disciplinas
victimológica y criminológica, por los compromisos internacionales en materia de derechos
humanos, los movimientos sociales y los cambios hacia un Estado social y democrático de
derecho), mismos que en nuestro país permitieron desde 2008 la reforma constitucional en
materia de seguridad y justicia (en etapa de consolidación) que representa cambios de
paradigmas en la forma de acusar, investigar, enjuiciar y sancionar los delitos. Una de estas
transformaciones implica dejar atrás la locución latina “societas delinquere non potest”, en
el entendido de que quien podía ser responsable penalmente solo eran las personas
naturales o físicas, abriendo una reflexión sobre la teoría del delito y dando continuidad a la
rama del derecho penal económico y de las empresas.
Pese a su discusión (para algunos, la empresa carece de voluntad y materialidad por lo que
es instrumento, en tanto otros alegan su existencia, patrimonios propios y regularidad de
conductas criminales), el modelo de responsabilidad penal de personas jurídicas es una
realidad en países como Estados Unidos, Italia, Chile, Alemania, Austria y España, sea a
través del modelo de transferencia, donde representantes y/o administradores cometen
delitos, utilizando, actuando en nombre y/o beneficiando a la empresa, con el modelo de
identificación en el sentido de que el superior de la empresa consiente, tolera o no ejerce el
debido control para impedir tales delitos, o bien, aplicando el modelo mixto.
Si bien existen pendientes, la aplicación de este nuevo modelo en México presenta avances
importantes: tal es el caso del artículo 421 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
en vigor desde junio de 2016 que a la letra dice: “Las personas jurídicas serán penalmente
responsables de los delitos cometidos a su nombre, por su cuenta, en su beneficio o a través
de los medios que ellas proporcionen, cuando se haya determinado que además existió
inobservancia del debido control en su organización.” (hace falta, sin embargo, la
publicación del nuevo código penal); o bien, el artículo 27 Bis del Código Penal de la
Ciudad de México, el cual menciona tal responsabilidad cuando no se haya ejercido sobre
las personas físicas el debido control que corresponda al ámbito organizacional; incluso,
establece que serán circunstancias atenuantes de dicha situación, cuando con posterioridad
a la comisión del delito, la persona moral o jurídica realice medidas eficaces para prevenir y
descubrir los delitos que en el futuro pudieran cometerse con los medios o bajo su amparo.
Así, en el entendido de que una empresa puede declararse penalmente responsable, y para
atenuar o excluir su responsabilidad penal (desde multas hasta disolución total, pasando por
clausura, suspensión, inhabilitación, prohibición de ciertas actividades, entre otras), éstas
deben contar con protocolos y entrenamiento entre sus trabajadores y autoridades y, así,
ejercer un debido control dentro de su organización.
Desde una perspectiva criminológica, dicho penal compliance program que pudiese
traducirse literalmente como cumplimiento normativo, no es más que un programa de
prevención del delito y los riesgos; de allí que el saber criminológico sea fundamental en su
diseño, ejecución, seguimiento y evaluación, pues si en algo difieren estos saberes es
precisamente en que la criminología se enfoca en la prevención de los riesgos (ex ante), en
tanto se ha encargado de comprender los patrones, regularidades y variaciones de las
violencias y sus normas, mientras el derecho penal hace lo propio reaccionando al delito
(ex post) en vías de proteger los bienes jurídicos tutelados ante posibles lesiones o puestas
en peligro. No es que el abogado se convierta en abogado preventivo, tampoco que, en vez
de criminólogos, el compliance penal utilice veterinarios o ingenieros. Se trata,
fundamentalmente, de hacer de este programa de prevención dentro de las empresas una
labor interdisciplinaria que implique la participación de diversas especialidades, y
contextual en el sentido de la naturaleza específica de la empresa, su entorno y actividades.
No cualquier estrategia que realice la empresa puede ser tildada de un penal compliance
program, pues existen ciertas condiciones que deben ser verificadas para conceder tan
importante beneficio (la eficiencia, el ajuste a los modelos de prevención establecidos,
debida diligencia para prevenir y detectar, promoción de una cultura organizacional,
investigación y sanción interna, entre otros). Los mecanismos de supervisión, vigilancia,
control e imposición de sanciones -pensados como parte sustancial del programa de
prevención- no son suficientes para evitar que se cometan delitos. Un penal program
compliance no es solo una obligación legal, es un programa de prevención de delitos.
Más que de penas, se debe conocer de delitos; más que tipos penales, se requieren políticas
públicas de prevención; más que castigar, se necesita comprender. Así, las teorías
criminológicas (escuela clásica, asociación diferencial, tensión social, elección racional,
vergüenza diferencial, arraigo social, ecológica, neutralización, valores subterráneos, neo
institucional, saturación, personalidad, subculturas, estereotipo, triple riesgo, potencial
cognitivo, interaccional, desventaja acumulativa, desarrollo social, entre otras) adquieren
suma importancia para detectar, descubrir y prevenir dichos problemas.