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John Locke, filósofo inglés, nació Wrington el 29 de agosto de 1632; continúa con la
tradición contractualista inglesa iniciada por Hobbes de la que retoma muchos de los
elementos de análisis que este autor utilizó en sus teoría, pero llegando a
conclusiones diferentes. Es un teórico de la revolución de 1688, es su obra hace una
fuerte defensa filosófica del parlamentarismo. Entre sus obra encontramos “Dos
tratados sobre el gobierno civil” donde comprende un sistema ordenado sobre el
origen, naturaleza y extensión del Estado Civil y el Gobierno.
Al igual que Hobbes parte de una concepción antropológica, sosteniendo que los
hombres no son necesariamente buenos, ya que pueden violar los derechos de los
demás, pero tampoco extremadamente malos, porque cuentan con una ley moral
natural, descubierta por la razón que les impone límites.
1. La teoría contractualista
1.1 Estado de naturaleza
Locke propone un estado de naturaleza donde los hombres son libres para guiar sus
acciones y hacer con sus personas y propiedades lo que mejor les parezca, sin
depender de la voluntad de ningún otro hombre; pues todos son iguales y libres.
Existe una ley natural que nos enseña, pues al ser todos iguales e independientes,
que no podría nadie perjudicar a otros en sus propiedades o en su vida. Aquí existe
el derecho a juzgar y castigar a quien se aparta de la ley natural, incumpliéndola.
Esta forma de apropiación es la que cobija a los frutos de la tierra, e incluso, a la
tierra misma, no presenta grandes problemas ni genera muchos conflictos entre los
hombres; mientras los recursos naturales sean abundantes y cada hombre se
apropie solo de lo que puede consumir. Sin embargo, con el tiempo, los hombres
descubren las ventajas de poseer más de lo que realmente necesitan y en
consecuencia, desarrollan formas de acumular recursos naturales y tierras. Esto
genera que, fruto de la desigual acumulación de recursos por parte de los diferentes
hombres, comiencen a escasear y aparezcan todo tipo de conflictos entre los
hombres, quienes quieren en un primer momento, satisfacer sus necesidades más
inmediatos y luego, acumular todo lo que les sea posible con el fin de garantizar, de
alguna manera, la satisfacción de sus necesidades futuras.
“Para evitar este estado de guerra -en el que solo cabe apelar al cielo, y que puede
resultar de la menor disputa cuando no hay una autoridad que decida entre las
partes en litigio- es por lo que, con gran razón, los hombres se ponen a sí mismos
en un estado de sociedad y abandonan el estado de naturaleza” (Libro II; 1991; pág.
55)
Así tenemos que las principales características del estado civil son la existencia de
un juez común con suficiente autoridad, en tanto encarna el poder de la sociedad,
para resolver los conflictos entre los miembros de la sociedad, y la existencia de
leyes fijas y conocidas que cobijan a todos por igual.
John Locke sostiene que, para producir el tránsito del estado de naturaleza al estado
civil y la constitución de un estado propiamente dicho, se tienen que celebrar dos
pactos. Un pacto de sociedad y un pacto de gobierno, con el primero se crea una
sociedad por parte de un cierto grupo de personas con el fin de buscar un mayor
bien común y protección del que encontraban en estado de naturaleza, con el
segundo, esa sociedad, ya creada, se da a sí misma un gobierno y se crean
instituciones que organizan y dinamizan el Estado. Los hombres ceden sus
derechos, pero no todos, se reserva los derechos naturales a la vida, la libertad y la
propiedad.
Con el fin de mostrar mejor como se da el tránsito del estado de naturaleza al estado
civil es importante destacar la relevancia que tiene la propiedad en este pasaje. Aquí
se presenta algo que parece paradójico, pese a que tanto la libertad natural y la
propiedad generan desigualdades y conflictos y por ende, se constituyen en un
factor clave en el tránsito del estado de naturaleza al estado de guerra; Locke,
resignifica esta cuestión y la plantea como disparadora para la defensa de la
libertad y de la propiedad en el estado civil, lo que puede llevar a los hombres a
superar tal estado de guerra, situando su existencia, en tanto sociedad, en un
estadio más justo y más seguro.
Finalmente, cabe señalar que la propuesta de Locke desde el punto de vista del
gobernado es mucho más benévola que la de Hobbes, en cuanto permite una mayor
seguridad y libertad de los ciudadanos, no solo frente a abusos y atentados de otros
hombres, sino frente a la intervención arbitraria del mismo Estado.