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evolución histórica
Conceptos del Pensamiento Filosófico-Jurídico
Filosofía” proviene del griego:
1. el conocimiento,
2. el ser,
3. el valor y
4. el sentido de la vida.
Conocimiento se encarga la teoría del conocimiento o epistemología (palabra esta
última compuesta por “episteme”, conocimiento científico o riguroso, y “logos”, razón
o teoría).
En relación con ellas, esta disciplina filosófica se plantea también el problema de qué
es la ciencia en general, qué especies de ciencias existen, y cuáles son sus métodos. A
esta parte de la epistemología se la suele denominar teoría de la ciencia.
Ontología o cuestión del ser.
“Ontología” significa literalmente ciencia o doctrina del ser, ya que “logos” significa
razón o teoría, y “ontos” significa ser.
Antes de justificar por qué decimos que son esto o aquello es necesario que nos
planteemos qué es el ser, qué tipos de seres hay en la realidad, cuál es la realidad
última del ser, si es que se puede hablar de una realidad última, o, como se planteaba
Martin Heidegger, por qué existe el ser y no más bien la nada.
El valor o de los valores.
1. el conocimiento jurídico,
2. el ser del derecho,
3. los valores jurídicos y
4. el sentido del derecho en la vida.
La teoría del conocimiento jurídico (epistemología jurídica) se ocupa de dar
respuesta a los problemas que plantea el conocimiento del derecho:
¿es posible conocer el derecho?,
¿de acuerdo con qué métodos?,
¿en qué se diferencia la ciencia de los juristas del conocimiento vulgar del derecho,
esto es, del conocimiento que la gente en general pueda tener del derecho?
Así, mientras que algunos planteamientos de la filosofía del derecho defienden que no
es posible dar una definición del concepto de derecho, argumentando principalmente,
que este es un debate histórico del que jamás surgió un definición por todos
aceptada. Estas corrientes prosiguen que ello e da debido a que el derecho pertenece
a el tipo de realidades existenciales que no se pueden definir propiamente, sino
como maximo a un concepto aproximado de algunas de sus características básicas.
Este debate es muy importante, ya que en virtud del mismo la filosofía del derecho
puede dividirse en dos escuelas o corrientes de pensamiento: la ontologista (que
acepta la posibilidad de un concepto universal del derecho) y la nominalista (que
no contempla tal posibilidad y cree que “derecho” es simplemente una palabra para
designar realidades concretas múltiples:).
La axiología jurídica es la parte de la filosofía del derecho que se encarga de estudiar
los valores jurídicos.
El derecho, entre sus múltiples realidades contempla una faceta esencial de la vida
humana, ya que no en vano el derecho acompaña al ser humano ya desde antes de
nacer ( p.e protección jurídica del “nasciturus”) hasta después de morir (p.e ultimas
voluntades).
A lo largo de la historia de la filosofía del derecho puede comprobarse cómo los
diferentes autores han tratado los cuatro problemas mencionados: el problema del
conocimiento jurídico, el del concepto universal de derecho, el de los valores
jurídicos y el de la incidencia del derecho en la existencia personal.
A esto ultimo hay que precisar ciertos matices según la evolución histórica/
corriente de pensamiento:
Antigüedad. Los griegos acuñaban el termino “dikayosine” consistente en la dualidad
entre “physis” (naturaleza) y “nomos” (convención, costumbre, ley impuesta por el
poder político), así exitiria un derecho proveniente de la physis o naturaleza, y otro
derecho proveniente de la convención, del acuerdo entre los hombres, o simplemente
del poder. Esta dualidad se manifiesta en cierta tensión, pues “nomos” tiene que estar
de acuerdo con “physis” para ser derecho verdadero.
Si bien el positivismo fue una corriente de pensamiento filosófico general, aquí nos
centraremos solo en positivismo jurídico, si bien deberemos hacer un aproximacion al
primero para comprender el segundo.
En su punto mas radical esta postura defendia que a diferencia de las verdaderas
ciencias, que estudian un objeto que se mantiene constante (ya que investigan la
naturaleza), la jurisprudencia tiene por objeto el derecho, el cual se caracteriza por la
mutabilidad constante: ¿cómo es posible construir una verdadera ciencia sobre un
objeto huidizo?
La sociologización del pensamiento jurídico y la consolidación de la sociología del
derecho.
A estas corrientes mencionadas nuevamente les surge replica por parte los juristas
defensores de los métodos tradicionales de la ciencia del derecho, argumentando que
el “hecho básico del derecho” es la norma jurídica.
Gran dispersión.
Proliferan, por otra parte, las doctrinas políticas del derecho, que se proponen “hacer
política”, más que entender cómo funciona un sistema jurídico.
Por otra parte, abundan las posiciones en las que todo se mezcla,, con “combinados”
entre los enfoques jurídicos y los enfoques sociológicos y, nuevamente, los políticos.
Ulpiano (170 - 228 A. C)
El Derecho consiste en tres reglas o principios básicos: vivir honestamente, no dañar a los
demás y dar a cada uno lo suyo.“Es el arte de lo bueno y lo equitativo”.
Marco Tulio Cicerón (106 A. C. - 43 A. C.)
La Ley verdadera es la recta razón de conformidad con la naturaleza y tiene una aplicación
universal, inmutable y perenne, mediante sus mandamientos nos insta a obrar debidamente
y, mediante sus prohibiciones, nos evita obrar mal.
Justiniano (483 - 565)
La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su Derecho.
Edward Coke (1552 - 1634)
El rey mismo no debe estar sujeto al hombre, sino a Dios y a la ley, porque la ley lo hace rey.
Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu (1689 - 1755)
Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.
Cesare Beccaria (1738 - 1794)
Cuando las leyes son claras y precisas, la función del juez no consiste más que en comprobar
un hecho.
Immanuel Kant (1724 - 1804)
El derecho se reduce a regular las acciones externas de los hombres y a hacer posible su
coexistencia.
Jeremy Bentham (1748 - 1832)
La mayor felicidad del mayor número es el fundamento de la moralidad y el Derecho.
Friedrich Hegel (1770-1831)
Cien años de injusticia no hacen Derecho. Las verdaderas tragedias no resultan del
enfrentamiento entre un derecho y una injusticia. Surgen del choque entre dos derechos.
Friedrich Karl von Savigny (1779 - 1861)
Toda ciencia del Derecho no es sino historia del Derecho.
Jean-Étienne-Marie Portalis (1746 - 1807)
El Derecho es la razón universal, la suprema razón fundada en la naturaleza misma de las
cosas. Las leyes son o deben ser el derecho reducido a reglas positivas. El Derecho es
moralmente obligatorio; pero, por sí solo no lleva consigo coacción ninguna; él dirige, las leyes
ordenan, sirve de brújula, y las leyes de compás.
Rudolf von Ihering (1818 - 1892)
En el Derecho posee y defiende el ser humano su condición moral de existencia, sin el
Derecho desciende al nivel del animal. El pueblo que no lucha por su Derecho, no merece
tenerlo.
Nicolas León Duguit (1859 - 1928)
La regla del Derecho es una línea de conducta que se impone a los individuos que viven en
una sociedad, regla cuyo respeto es considerado en un momento dado, por un grupo social,
como la garantía del interés común y cuya violación trae la reacción colectiva contra el autor
de la violación.
Francesco Carnelutti (1879-1965)
No os dejéis, ante todo, seducir por el mito del legislador. Más bien, pensad en el juez, que es
verdaderamente la figura central del derecho. Un ordenamiento jurídico se puede concebir
sin leyes, pero no sin jueces.
Hans Kelsen (1881 - 1973)
El derecho es una ordenación normativa del comportamiento humano, lo que significa: un
sistema de normas que regulan el comportamiento humano.
Eduardo Couture (1904-1956)
El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco
menos abogado.
Herbert L.A. Hart (1907 - 1992)
Un sistema jurídico moderno se caracterizaría por la existencia de un cierto tipo de reglas
cuyo fin es establecer qué órganos y mediante qué procedimientos se debe determinar si
una persona ha violado una norma de ese sistema y, en su caso, cuál es la sanción que
cupiere.
Ronald Dworkin (1931 - 2013)
El Derecho es concebido por muchos como un oficio que consiste en que los abogados
deben saber en qué libros se debe buscar para encontrar las respuestas a los problemas que
les plantean sus clientes, y cuáles libros citarles a los jueces que están decidiendo el destino
de sus clientes. Debe corregirse ese error al situar el Derecho en el contexto correcto, es
decir, no solo en el contexto de las ciencias sociales, sino en el de las humanidades en
general, reconociendo que la interpretación jurídica es por mucho un arte, valiéndose de
todas las tradiciones de las humanidades, tal como sucede con la interpretación literaria, la
histórica o la teológica.
Cogito ergo sum
La Filosofía del Derecho en Grecia y Roma
Los presocráticos
Filosofía cosmológica
Su pregunta filosófica básica es: ¿qué son las cosas y cuál es la última realidad que se
esconde tras ellas?. Esta pregunta busca resolver lo que denominaro “arjé”, el origen
no temporal, sino esencial de todo lo que nos rodea. Por ello se les considera
fundadores de la metafísica, que es la disciplina filosófica que se hace esta pregunta
reformulada: ¿qué es el ser en sí mismo?, no este o aquel ser, sino el ser en general.
Esta pregunta la responden de distinta manera: para unos el “arjé” es el agua (Tales de
Mileto), para otros el aire (Anaxímenes), para otros el fuego, para otros lo
indeterminado “apeiron”(Anaximandro), para los pitagóricos el número.
Así presocráticos tratan de explicar el mundo que nos rodea, teniendo un concdepto
de cosmos. Y ante la imposibilidad de entender la inmensidad del mismo tratan de
explicarlo recurriendo a su comparativa con las “polis” (ciudad-estado griega): por lo
en que su disertacion de la misma manera que la ciudad está regida por unas leyes que
la gobiernan, así pasa con el mundo, con el cosmos. Esas leyes son en ambos casos
expresión de la razón, que lo mismo gobierna la polis que el mundo y son los dioses
los que han dado estas leyes que están por encima de los hombres.
Los sofistas
Filosofía antropológica
Si los presocráticos ponen su centro de atención en el cosmos y en la justicia
cósmica, los sofistas lo ponen en el ser humano.
Los sofistas son un grupo de pensadores que, provenientes del Asia Menor y de la
Magna Grecia (Sicilia) se instalan en Atenas y enseñan retórica a los jóvenes que
quieren hacer carrera política, ya que las polis atenienses eran el lugar adecuado para
que los ciudadanos se dedicaran a la política: las labores del campo así como las
propias de los diversos oficios menestrales correspondían a los esclavos; el régimen
político era la democracia, y los ciudadanos podían dedicarse a la política, a la filosofía,
las ciencias y las artes.
Tampoco Platón ni Sócrates (aunque este ultimo si “bebe” del sofismo hasta el punto
que algunos autores consideraban su pensamiento propio de esta corriente) vieron
con buenos ojos la retórica. Ambos sostienen que la retórica, tal como la enseñan
los sofistas, es meramente instrumental, al servicio de la persuasión por la persuasión,
sin cuidarse de la verdad.
Sin bien esta seria la base de su pensamiento filosófico jurídico, se sabe que hubo
muchas vertientes y extremos dispares.
La “physis” es lo natural, lo que permanece por debajo de los cambios y
acontecimientos históricos o cotidianos. No depende de la voluntad o del capricho
humano.
El centro de interés filosófico con los sofistas y con Sócrates es la naturaleza moral
del hombre. De la misma forma que hay una naturaleza física que no cambia (el sol, las
estrellas y la tierra giran siempre de la misma manera, las estaciones se suceden en el
tiempo regularmente y la vida de las plantas responden a ese regular acontecer), así
también hay una naturaleza moral del ser humano que éste no puede cambiar a su
capricho. Esta naturaleza humana que será el punto de reflexión de toda la doctrina
iusnaturalista.
Así cuando el gobernante dicta una norma en virtud de su poder que es contraria a
la naturaleza moral del hombre, entonces se produce una gran tensión entre, por una
parte, la voluntad del poder, y por otra, la justicia (ver la Antígona de Sófocles).
Protágoras de Abdera.
Protágoras es, sin duda, uno de los sofistas más destacados tanto por su relativismo
como por su defensa de la democracia como forma política legítima, hasta el punto
que un “enemigo intelectual” como Platón le trata con respeto.
Precisamente porque no es posible conocer una verdad política absoluta, sino que la
política depende de las opiniones, habrá que conformarse con las decisiones que
adopte la mayoría. Para intervenir en la política cualquier ciudadano sirve, gracias a
que los dioses le han capacitado para ello. (Ver el mito de Protágoras de Platón).
Así la democracia se basa precisamente en esta idea: todos los ciudadanos están
capacitados para participar en la vida política, a la que se opondría la “sofocracia”
Platónica, esto es, el gobierno elitista de los “sabios”.
Gorgias de Leontinoi.
Gorgias se caracteriza por su escepticismo e incluso por su nihilismo: “Nada existe. Si
existiera algo, no podríamos conocerlo. Si existiera algo y pudiéramos conocerlo no podríamos
comunicarlo”. Postula una retórica puramente instrumental que puede defender esto o lo
otro, ya que no existe la verdad; sin embargo, este enfoque tiene sus inconvenientes, ya que
si el orador está al servicio de la pura conveniencia del momento perderá credibilidad.
Probablemente por este motivo Gorgias sostiene también que el orador ha de decir cosas
justas.
Caliclés.
A Caliclés, según lo que Platón recoge de el -por lo que no es fuente del todo fiable-, se
centra en distinguir lo que es justo por naturaleza de lo que es justo por la ley positiva.
Pues bien, lo justo por naturaleza es que se impongan los fuertes sobre los débiles: la
naturaleza hace a los hombres diferentes, y por ello unos son superiores a otros, y así
debería ser en la sociedad. ¿Qué ocurre, sin embargo, en ésta? Ocurre que los débiles
implantan lo justo legal: por medio del derecho positivo se defienden de los fuertes,
consiguen engañarles no dejando que la naturaleza haga su papel, y no porque sean más
astutos, sino que son más en número, y por eso se imponen en una democracia. (Se cree
que Nietzsche tomaba a Cálices de referente en su defensa del “superhombre”).
Trasímaco.
Trasímaco mantiene la posición contraria a Caliclés. Para él los estratos dominantes en la
sociedad han sabido imponer su concepción de la justicia por medio del derecho positivo,
de tal modo que la justicia viene a ser lo que es provechoso para los más fuertes, pero, a
diferencia de Caliclés, él se refiere a la justicia real de las leyes en la sociedad. (El Marxismo
tomaría, en parte, de base esta idea)
Sócrates
La Verdad
Sócrates no dejo nada escrito (filosofo ágrafo), pero al ser maestro de Platón casi
todo su saber no es transmitido por este –idealizado o no e ahí la cuestión-.
La primera condición es no creer que se sabe, por eso afirma con ironía: “sólo sé que
no sé nada”, puesto que al saber que no sabe nada, se sitúa en un mejor nivel que el
resto que creen saber y realmente no saben.
Platón comienza así el pensamiento iusnaturalista ya que mientras que los sofistas se
mueven dentro del relativismo tanto en el terreno epistemológico como en el
ontológico y en el moral, Platón, siguiendo a Sócrates, consolida una visión objetivista
de la realidad.
Toda la filosofía platónica está construida sobre la base de su metafísica de las ideas,
el dualismo metafísico de mundo sensible / mundo inteligible se reproduce en el ser
humano: el dualismo metafísico se extiende al dualismo antropológico, que significa el
ejercicio de la razón, la búsqueda intelectual de las ideas.
Las ideas son la realidad verdadera que se encuentra en el mundo inteligible. Si nos
proponemos entender las ideas a través de los sentidos estamos condenados al
fracaso de antemano, porque los sentidos nos mantienen limitados y a través de ellos
no vemos sino distorsiones de la verdadera realidad. Sólo por medio del ejercicio
puramente intelectual, desligado de las impresiones sensibles, podemos conocer la
verdadera realidad: las ideas. Las ideas son eternas e idénticas a sí mismas, “entes de
razón” inteligibles sólo mediante la razón. Nos encontramos así ante la epistemología
(teoría del conocimiento) platónica. El conocimiento merecedor de este nombre es
conocimiento de ideas, y es un conocimiento desligado de las impresiones sensoriales.
Para Platón, constituye el paradigma del conocimiento humano son las matemáticas ya
que los objetos de la matemática son captados por la intuición intelectual puesto que
nadie ha visto nunca un triángulo, ni un punto, ni una línea recta. Lo que podemos
dibujar en la pizarra es la representación sensorial, imperfecta siempre, de la idea de
triángulo, de la idea de punto, de la idea de línea recta.
Ahora bien, para Platón no sólo hay ideas matemáticas o geométricas, hay ideas de
todo y es la esencia perfecta e inalcanzable, fuer a del pensamiento, de ese todo la
base de la búsqueda de la realidad Platónica.
El derecho y el estado para Platón.
Al haber ideas de todo, también las hay del derecho y del estado.
La idea del derecho es la justicia. La idea del derecho, como todas las ideas, habita en
el mundo inteligible, es la idea del derecho perfecto, o sea, del derecho justo, de lo que
más tarde adoptará el nombre de “derecho natural”. De igual modo a como las demás
ideas alcanzan la plenitud del ser, así la idea del derecho representa el ser del derecho,
el derecho en su perfección ontológica, su realización plena. No puede concebirse un
derecho perfecto si no es justo. La verdadera realidad del derecho, su esencia, su
sustancia, es la justicia.
Y así como hay la idea del derecho, perteneciente al mundo inteligible, hay también la
realidad sensible del derecho: los preceptos impuestos por el legislador humano, las
leyes, cuyo conjunto andando el tiempo se llamará “derecho positivo”.
Platón ideliza en su obra cómo estaría organizado el estado perfecto en cuanto a sus
gobernantes y poderes, sus leyes, sus clases sociales, etc, es decir la utopía de la
materialización de la idea de estado en el que estaria implantada la idea de justicia. Y
nuevamente, en contraste con la idea de estado (estado justo) hay en el mundo
sensible estados concretos, los estados que existen en la realidad histórica, y cuya
cualidad de ser “estados” sólo es posible si se los compara con la idea de estado, o
sea, con el estado perfecto, el estado justo.
Platón inaugura, y lo hace de manera insuperable, la doctrina del derecho natural
idealista y objetivista. A diferencia de los sofistas, en cuyas obras el concepto de
“naturaleza” se muestra sumamente maleable, a la par que base del relativismo moral,
en la filosofía platónica encuentra el iusnaturalismo el asidero sólido en el que se
apoyará el pensamiento jurídico posterior. La tradición idealista del pensamiento
jurídico la inaugura espléndidamente Platón.
Mientras que Platón es defensor de una autocracia en la que los sabios manden y los
demás obedezcan, Protágoras justifica la capacidad de todos los hombres para intervenir
en política (legitimidad democrática).
Platón sostiene que no todos los hombres están preparados para gobernar, sino sólo los
filósofos. Protágoras, por el contrario, defiende que todos los hombres poseen esa
capacidad.
El argumento de Platón: si sólo puede ejercer los focisio quienes los estudian con
detenimiento, p.ej medicina el medico, y sólo puede construir edificios el arquitecto, así
sólo han de gobernar los que están preparados, los sabios. Protágoras da la replica con el
argumento relativista: la verdad política no la tiene nadie, sino que depende de quien hable
para que lo vea de un modo u otro y que proclama la capacidad universal de todos los
hombres, capacidad que habría sido otorgada por los dioses.
Aristóteles
La unión
Prolífico autor en extensión y materia, prolonga la filosofía platónica, de quien fue
alumno, que no discípulo, ya que la transforma surgiendo el realismo metafísico.
Por lo tanto, para Aristóteles idea y realidad sensible no están separadas, sino que
están en la misma realidad de las cosas.
La sustancia es la perfección de la cosa en cuanto que tal cosa. Pero la cosa no tiene
por qué estar perfecta desde el principio. Una cosa puede ser en potencia, pero no en
acto (semilla = árbol en potencia).
Aplicando este esquema al pensamiento jurídico tenemos, entonces, que la polis (el
estado para los griegos) es la comunidad política perfecta o comunidad en acto. En la
polis se consuman, hasta alcanzar la perfección del “ser político”, esto es, de la polis,
los estadios anteriores del proceso de formación de la sustancia “estado”, que son:
hombre, familia, aldea. Y todos ellos solo adquieren sentido (desde un punto de vista
político) solo como eslabones en la cadena de perfección de la sustancia política que
es el estado (la polis).
Así acuña el temino “justicia política” (politikón dikaíon). Con este término no se
refiere a un trato justo en relación con los partidos y poderes del estado. Para
Aristóteles, la justicia es política en el sentido de que no puede haber justicia sino en
la misma polis. Fuera de la polis está la nada, la nada política.
Aristóteles dice: “La justicia política (politikón dikaíon) se divide en natural (physikón) y
legal (nomikón); natural, la que tiene en todas las partes la misma fuerza,
independientemente de que lo parezca o no; y legal, la de aquello que en un principio da lo
mismo que sea de una manera u otra, pero una vez establecido ya no da lo mismo, por
ejemplo, que el rescate cueste una mina, o que se deba sacrificar una cabra y no dos ovejas,
y todas las leyes establecidas para casos concretos (…).”
Estas formas de gobierno son justas porque en ellas se respetan las leyes.
A pesar de esta clasificación teórica de los regímenes y formas de gobierno que los
caracterizan, el criterio realista de Aristóteles se impone al recomendar una forma
mixta de gobierno, de modo que los poderes se equilibren unos con otros, y de
modo que la clase media sea la preponderante en el estado (“mesocracia”).
La Aportación de Roma
Con la crisis de las polis griegas comienza en occidente una nueva etapa en el
pensamiento filosófico, con el triunfo del estoicismo. Rompiendo las “fronteras” de la
ciudad-estado, el estoicismo se abre a una actitud cosmopolita que contempla a todos
los seres humanos como iguales partícipes de una misma naturaleza racional, sin
distingos entre ciudadanos y “bárbaros”, como era usual en la filosofía griega clásica.
Así los juristas romanos acuñaron, al menos, 3 términos decisivos para la doctrina
jurídica, tales como:
Hay algunos pasajes, aunque escasos, que pueden interpretarse en el sentido del
derecho natural.
Lucas 12,57 (“¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?”).
Epístola de Pablo a los Romanos (I, 14-15): “En verdad, cuando los gentiles, guiados por la
razón natural, sin ley, cumplen los preceptos de la ley, ellos mismos, sin tenerla, son para sí
mismos ley. Y con esto muestran que los preceptos de la ley están escritos en sus corazones,
siendo testigo su conciencia y las sentencias con que entre sí unos y otros se acusan o se
excusan.”
Unos autores defienden esta vinculación entre el iusnaturalimso y las bases del
cristianismo (tal vez habría que analizar si también del Judaísmo) y otros afirman que
el iusnaturalismo “bíblico” (si denominamos así esas breves reflexiones) es tan sólo
una manifestación incidental en el marco de las Escrituras, y que la doctrina evangélica
no va ligada necesariamente a una doctrina filosófica concreta.
Si bien es cierto que determinadas concepciones, como pueden ser una filosofía atea
o una ideología racista, por su propia naturaleza están excluidas en el cristianismo o
son incompatibles con él, los pasajes bíblicos, en realidad, no contiene una filosofía,
sino un mensaje religioso para ser vivido; ese mensaje entraña un programa de vida
personal cuyo centro es la unión y el sometimiento del hombre a Dios.
La Filosofía del Derecho en la Edad Media
Edad Media: Período que va desde la caída del imperio romano hasta el renacimiento.
San Agustín,
Santo Tomás
Duns Scoto y Guillermo de Occam (como máximos representantes de los
nominalistas).
Él define asi la “ley eterna” (“lex aeterna”) : “razón divina o voluntad de Dios que manda
conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo”.
San Agustín teologiza así el pensamiento jurídico, ya que introduce un aspecto del derecho
que proviene de la instancia superior divina: la ley eterna. El dualismo derecho natural /
derecho positivo se sustituye por un trialismo ley eterna / ley natural / ley humana (o ley
positiva).
La ley eterna es la ley dada por Dios en cuya virtud está organizado el mundo. La “razón o
voluntad de Dios”; la interpretación de este precepto daría lugar a dos corrientes de
pensamiento: los racionalistas y los voluntaristas, si ben esta división parece ir contra la propia
doctrina de San Agustín, ya que de sus escritos se puede deducir que pensaba que era
indiferente partir ya de la razón divina, ya de la voluntad de Dios, y que ambas no entraban en
contradicción puesto que en Dios no puede caber contradicción entre lo que piensa y lo que
quiere.
Los racionalistas mantienen que el bien es bien, con independencia de la voluntad de Dios,
mientras que los voluntaristas mantienen que el bien es bien porque Dios lo quiere, o desde
otra perspectiva que el racionalismo defiende que Dios quiere el bien porque es bien,
mientras que el voluntarismo defiende que el bien es bien porque Dios quiere que sea bien.
Razón y voluntad, si bien aquí tratamos sus aspectos divinos, debemos analizar la
importancia y repercusión de la interpretación de estos conceptos en el futuro de la
filosofía jurídica. La característica principal de la razón práctica y del conocimiento
práctico es que van unidos a la acción, a la conducta. Conozco el bien, para actuarlo,
para realizarlo. Conozco el mal, para evitarlo. El bien y el mal, la justicia y la injusticia,
son realidades que no pueden conocerse como se conoce las figuras geométricas. El
conocimiento del bien y del mal, de la justicia y la injusticia, no es meramente
conocimiento, sino que es conocimiento que llama a la acción, a la conducta. Pero
sucede que nuestra acción, nuestra conducta, depende de nuestra “decisión”.
Algo parecido sucede con el conocimiento práctico. P.ej., sé (conozco) que mentir
para beneficiarme está mal, que no debo hacerlo. Pero decido mentir y, como
consecuencia de esa decisión, realizo la acción de mentir. Mi razón va, por un lado, y
mi decisión por otro. Esto sucede así porque mi decisión no es resultado o
consecuencia de mi conocimiento: a pesar de que sé (conozco) que mentir para
beneficiarme está moralmente mal, a pesar de que sé (conozco) que es injusto,
miento porque quiero, porque decido hacerlo.
En lo que respecta a Santo Tomás de Aquino, este representa mucho de los valores de
su Orden y supone el culmen del intelectualismo en la Edad Media. Supo cristianizar a
Aristóteles, integrando así teología y filosofía en una construcción teórica imponente.
Aquino racionaliza la teología en la medida de lo posible, eleva la razón humana a
instrumento necesario para entender la religión, y hace de Dios mismo un ser racional
al que el ser humano puede llegar a comprender, al menos parcialmente, por ejemplo,
su obra. Por eso, algunos autores sostienen que Aquino representa un paso decisivo
en el racionalismo, si bien no desvinculado de las creencias religiosas.
En lo referente a la filosofía jurídica Tomás de Aquino expone su doctrina de la ley en
su obra la “Suma Teológica”. La obra está dividida en cuestiones o problemas, a los
que Aquino da su respuesta a la manera del método escolástico: exposición de las
objeciones en contra de la tesis que se defiende; explicitación de dicha tesis, con la
argumentación consiguiente; y respuesta a aquellas objeciones.
Define la ley así: “la ordenación de la razón al bien común promulgada por quien tiene el
cuidado de la comunidad”. De esta definición se derivan los siguientes pensamientos:
1. la ley eterna,
2. la ley natural,
3. la ley humana,
4. la ley divina.
La ley eterna es “la razón de la divina sabiduría que dirige todos los actos y movimientos”.
Ordena el mundo en su conjunto y, al provenir de la razón divina, no está sometida al
tiempo, sino que es eterna. Santo Tomás concibe la ley eterna como “razón”, y no
como “voluntad”. La ley eterna regula a todos los seres, tanto los inanimados como
los animados. Entre estos últimos, a los hombres, si bien en este caso adquiere unas
peculiaridades que se concretan en la “ley natural”, que es la misma ley eterna, pero
en cuanto se aplica a la criatura humana. La ley eterna es la ley primordial, ostenta
primacía sobre las otras dos leyes (la ley natural y la ley humana positiva); es la fuente
de las fuentes del derecho, ya que toda ley deriva en última instancia de la ley eterna;
es la norma fundamental, de la que derivan su validez todas las demás leyes (jerarquia
normativa).
La ley natural (“lex naturalis”). “Participación de la ley eterna en la criatura racional”. La
ley eterna, en cuanto que se aplica específicamente al ser humano recibe el nombre de
ley natural. La ley natural es sencillamente una concreción de la ley eterna, que
consiste en la adaptación de ésta a los caracteres propios del hombre: la racionalidad
y la sociabilidad.
Añade Santo Tomás que la ley natural está en nosotros mismos, es “la luz de la razón
natural” (“lumen rationis naturalis”). Por medio de esta luz distinguimos lo bueno y lo
malo. La ley natural es una ley moral.
Para Santo Tomás, la ley humana positiva es útil y necesaria. Aunque el hombre tiene
una cierta inclinación a la virtud, es necesario reforzarla mediante algún tipo de
disciplina que imponga el cumplimiento de los deberes. A veces no es suficiente con
los consejos, pues hay naturalezas que pueden desviarse fácilmente del cumplimiento
de dichos deberes. Para estos casos, es necesario recurrir a la fuerza y al miedo. Esta
disciplina que obliga por temor al castigo es la disciplina de las leyes (“disciplina
legum”). Mediante esta disciplina se consiguen dos objetivos: la paz, y el dominio de los
caracteres díscolos, poco propicios a cumplir con el deber. Entre el consejo y la
coacción puede conseguirse que los hombres vuelvan al camino de la virtud.
La obra del legislador va dirigida a todos, es general, por lo que es más sencillo que
sea desapasionada; lo que no sucede siempre con la resolución de los casos concretos,
pues la inmediatez puede actuar sobre las pasiones de los jueces, ejerciendo sobre
estos su influencia el amor o el odio, o cualquier otro tipo de pasión.
Aquino expone igualmente la que toda ley es expresión de la razón; más en concreto,
es expresión de la razón práctica. Por tanto, la ley humana positiva sólo tendrá “valor
de ley” si no contradice los dictados de dicha razón práctica. Ahora bien, los dictados
de la razón práctica se concretan, para la criatura racional, en la ley natural. Luego,
para que la ley humana positiva tenga valor de auténtica ley es preciso que no
contradiga a la ley natural (entonces seria corrupta); es necesario que esté en
consonancia con la ley natural, si no lo esta seria una ley “desviada”, de la cual señala
dos modos:
Respecto de la relación entre derecho y moral, Santo Tomás se plantea si ¿el derecho
positivo tiene que reprimir todos los vicios, y ordenar todos los actos virtuosos?. Su
respuesta es como sigue: la ley humana debe contentarse con prohibir los vicios más
graves y principalmente aquellos que perjudican a los demás, como el homicidio, el
robo y otros males semejantes. El derecho positivo no debe regular todas las acciones
que regula la moral: ya que “La ley humana no puede prohibir todas las cosas que prohíbe
la ley de naturaleza.” Ésta ha de ceñirse a regular aquellos actos que dañan la
convivencia entre las personas de manera grave; con la finalidad de preservar el bien
común.
Las leyes positivas que derivan directamente de la ley natural por vía de conclusión
son, por ello mismo, leyes justas; se limitan a concretar el contenido del derecho
positivo deduciéndolo de los preceptos del derecho natural de un modo lógico,
deductivo.
PERO….
El problema, según Aquino, se plantea más bien respecto de las leyes positivas que
derivan de la ley natural por vía de determinación o especificación. En estos casos la
justicia o injusticia de la ley positiva se averigua siguiendo 3 criterios:
1. Atendiendo al fin: son justas las leyes que se orientan al bien común, injustas las
que no redundan en la utilidad común, sino en beneficio del gobernante.
2. Atendiendo al sujeto que las promulga: son justas las leyes que no exceden de la
competencia o potestad de quien decide su contenido.
3. Atendiendo a la forma, son justas aquellas leyes que respetan la distribución de las
cargas entre los individuos con respeto a una igualdad de proporción.
Otra cuestión que se planea Aquino, es la de si las leyes positivas cambian. Su respuesta es
que no sólo cambian de hecho, sino que deben cambiar. Sostiene que la ley natural, al ser
expresión de la ley eterna en la criatura racional (el hombre) es inmutable. Pero, al ser la
razón humana mudable e imperfecta, es lógico que la ley positiva sea asimismo mudable. Y
lo es no sólo porque la razón humana también es mutable, sino también porque la ley
positiva establece preceptos particulares según los casos y circunstancias que se planteen.
Dos son las razones que justifican el cambio de las leyes humanas positivas:
1. el carácter progresivo de la razón humana
2. el cambio de circunstancias en la vida de los hombres.
Sin embargo, Aquino subraya que esa historicidad y variabilidad no son totales, los cambios
han de moverse dentro de lo que permite la ley natural, la cual no cambia por ser la
expresión en el ser humano de la ley eterna.
Aquino introduce además algunas observaciones sobre los cambios legislativos; Reconoce
la necesidad de esos cambios, pero advierte de los peligros que conllevan los cambios
bruscos. Afirma: “Debe modificarse la ley vigente y con enraizamiento social siempre que de la
nueva ley se obtenga una utilidad máxima y evidentísima, o en caso de extrema necesidad, que se
produce cuando la ley vigente y enraizada consuetudinariamente entraña una injusticia manifiesta
o cuando su observancia es sumamente nociva. Las leyes reciben su máxima eficacia de la
costumbre, y por eso no deben ser modificadas con facilidad.”
El derecho y la justicia en Aquino.
Sobre el concepto de derecho subraya que tiene varios significados, pero que su
sentido originario es el de cosa justa en cuanto que se concreta en una realidad
humana determinada. Para Santo Tomás las normas y las instituciones constituyen un
marco dentro del cual se producen las decisiones concretas., siendo ese momento
concreto lo que él llama “la cosa justa”.
Santo Tomás estudia la justicia dentro del tratado de las virtudes cardinales, que son
las siguientes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. El rasgo específico de la
justicia es la alteridad: ordena o rige al hombre. Aquino definía así la justicia: “Justicia
es el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, atribuye a cada cual su
derecho.”
Además distinguía entre 4 tipos de justicia: justicia legal; justicia particular; justicia
conmutativa y justicia distributiva.
1) Justicia legal o general. Aquella cuyo centro de referencia es el bien común, y no el
bien particular de estos o aquellos individuos, siendo esta la justicia propia de la
comunidad política, y por tanto dirigida al bien común.
II) Justicia particular. Aquella que ordena las relaciones entre particulares; ordena al
ser humano en lo que se refiere a otra u otras personas singulares La justicia
particular, a su vez, puede ser justicia conmutativa o justicia distributiva.
Hay que reseñar que mientras que, como ya se ha señalado, Aquino es dominico, estos
dos autores son frailes franciscanos y en esa época existía un cierta confrontación entre
ambas ordenes religiosas .
La orden franciscana es una orden mendicante, con un voto de pobreza radical, con el
propósito de vivir el Evangelio de una forma auténtica, no dejándose llevar porcuestiones
mundandas. Por eso su fundador, San Francisco de Asís, no puso mucho énfasis al
principio en la formación de sus miembros si bien posteriormente la orden se vio
desbordada por la necesidad de explicar el Evangelio, lo cual exigía una formación
profunda tanto de teología como de filosofía por parte de los frailes.
Tal vez por ello los intelectuales de la orden otorgaron una relevancia muy superior a la
teología con respecto a la filosofía, en el sentido de que hicieron de la creencia cristiana
el centro de su interés, con respecto a la cual la razón filosófica no debía sino ayudar a
dar una explicación.
Santo Tomás tenía una confianza firme en la razón humana, si bien aceptó siempre la
primacía de la teología y estaba convencido de la conciliación entre razón y fe, no
concebía que Dios pudiera querer otra cosa que lo objetiva y racionalmente bueno.
Aquino defendía la idea de que lo bueno es bueno en sí, y Dios no puede querer otra
cosa; de este modo venía a sostener que la voluntad de Dios es querer lo que es
bueno porque es bueno.
Juan Duns Scoto y Guillermo de Occam más bien recelaban de la razón, dando
prioridad absoluta a la creencia y se inclinaban hacia la voluntad Divina, de ahí el
nombre de su corriente filosófico-teológica: voluntarista, que viene a defender que lo
bueno es bueno sólo porque Dios quiere que sea bueno, no porque sea bueno en sí
mismo. Según esta concepción, la concepción tomista es inadmisible porque supone
negar a Dios la omnipotencia. El argumento es el siguiente: Si Dios es omnipotente,
entonces puede cambiar de criterio y hacer que lo que ayer era bueno hoy no lo sea,
pues lo relevante es sencillamente su propia voluntad. Es esta última la fuente de lo
bueno éticamente, la que decide el bien ético y, en consecuencia, también el mal ético.
El bien y el mal no son realidades independientes de la voluntad divina, sino expresión
de la misma.
John Duns Scoto
En este aspecto distingue Duns Scoto entre “poder absoluto” y “poder sometido a un
orden”. Dios tiene el primer poder o potestad: absoluta. Nada se le puede oponer.
Para Dios no hay nada imposible, ni en el orden de la naturaleza, ni en el orden moral.
Por tanto, no hay ley, ni natural ni moral, que tenga otro origen que la voluntad divina
y esta voluntad no puede ser irracional.
Postura mas extremista que la de Duns Scoto. “Si Dios lo ordenara, el adulterio, el robo, e
incluso el odio a Dios mismo, dejarían de ser malos”. Segun esta línea de pensamiento el
bien y el mal son lo que Dios quiera, sin límite alguno, no hay opción en materia moral
para la razón humana, y lo mismo se puede afirmar respecto a las materias religiosas.
Aplicado a la filosofía jurídica vendría a postular que no hay ley alguna que en sí
misma sea “buena”, sino que, en cualquier caso, sólo será al legislador al que se pueda
atribuir la cualidad de “bueno” o justo”. Si el legislador es justo, la ley también lo será,
ya que ésta es el resultado de su voluntad :“positivismo legalista”.
Hay que señalar igualmente que algunos autores sitúan la teorización del derecho
subjetivo moderno (el poder o facultad, concedido a un sujeto por el ordenamiento)
en las teorías de Occam.
Maquiavelo viene a decir que los hechos nos enseñan todo, pero únicamente si se los
contempla con realismo, entiendo este como no confundir los deseos con la realidad;
y conociendo cuáles son los límites de las cosas, en particular los propios de la
naturaleza humana. Sostiene que los hombres son malos, tontos e inconstantes.
Maquiavelo no vea a todos los humanos así, sino simplemente que en la política hay
que operar con esta idea, porque, si se parte de la hipótesis contraria, que todos los
hombres son buenos, sagaces y constantes, se tienen todas las de perder.
La teoría de Maquiavelo puede definirse como una teoría de las decisiones políticas,
para lo cual distingue dos situaciones típicas: la de los principados (regímenes
autoritarios) y la de las repúblicas (regímenes republicanos). Aunque el problema de
fondo es el mismo, acertar con las decisiones políticas, cada una de las situaciones
requerirá un tratamiento diferente.
I. Virtud. Cualidad por excelencia del político, una mezcla de astucia y fortaleza.
II. Fortuna. El azar o la suerte que se postergaría ante quien la desprecia. El político
ha de actuar con energía ante la suerte adversa
III. Necesidad. Fuerza de los acontecimientos, el momento externo y objetivo de la
política, y que lleva al gobernante a tomar decisiones que no desearía toma
Desde el punto de vista de las ideas, la reforma protestante ha sido uno de los
acontecimiento más relevante de la historia europea, pues afectó directamente a la
convivencia diaria de las personas, así como a la de los estados. Supuso una escisión
que aun perdura. Si bien es imposible catalogar las causas que originaron esta reforma
trataremos de señalar las mas relevantes:
Se podría ultra sintetizar que su máxima fue la de la Epístola a los Romanos, I, 17: “El
justo vivirá por la fe”. Se convenció de que, dada la caída del hombre a causa del pecado
original, nuestra naturaleza está corrompida de antemano, por lo que las obras nunca
pueden ser causa de salvación, sólo la fe. A todo esto, se unía su tendencia a aceptar
las tesis voluntaristas, que concretaba sobre todo en su idea de la predestinación: la
salvación depende de la voluntad divina, y no de las obras que el ser humano pueda
realizar o dejar de realizar. A partir de estas convicciones, Lutero pasará a elaborar
todo su sistema de teología: abandona la inseguridad radical que sentía con la doctrina
de la salvación por medio de las buenas obras, y abraza la doctrina de la salvación por
exclusivamente la fe en Dios. Sustituye en definitiva el racionalismo teológico propio
de Aquino por un fideísmo radical que confía en la voluntad divina.
Lutero reflexiona en parte de su obra acerca de la justificación de la autoridad
política, y hasta qué punto se le debe obediencia, que muy sumariamente, plantearía
lo siguiente:
B) Los hijos de Adán se clasifican en dos grupos: los pertenecientes al reino de Dios,
y los que pertenecen al reino del mundo. El reino de Dios lo forman los
verdaderos cristianos, éstos no necesitan del derecho secular. Si todos fueran
verdaderos creyentes no harían falta ni príncipes, ni señores, ni espada, ni
derecho.
Vemos, pues, cómo Lutero combina un mensaje subversivo con respecto a la iglesia
católica, a cuyos representantes insulta descaradamente, con otro mensaje
conservador, dirigido a apoyar a los poderes, obviamente a los príncipes que hicieron
suya la reforma. Conjuga de este modo una teología transgresora con una teoría
política conservadora, fruto, de cómo ya se ha señalado, de que la reforma
protestante no sólo fue un movimiento religioso, sino también político.
Juan Bodino
El concepto de soberanía
Jean Bodin (1530-1596), fue un destacado intelectual francés que desarrolló sus ideas
en los campos de la filosofía, el derecho, la ciencia política y la economía. Junto con el
Cardenal Richelieu y sus juristas, se lo considera como uno de los fundadores del
absolutismo francés.
Bodino es un gran jurista, con una gran confianza en la capacidad configuradora del
orden jurídico, así como un pensador político que entronca con la tradición clásica y
escolástica.
Por encima del estado no existe otro poder: el estado representa el poder supremo.
Se da una relación directa entre soberano y súbditos: la relación política, que es
independiente de las relaciones propias de la vida particular. Bodino personifica al
estado en el rey, pero el concepto es trasladable al estado como persona jurídica,
como sucederá posteriormente.
El poder soberano es la fuente de todo el derecho, por eso está por encima de las
leyes, ya que puede cambiarlas. Sin embargo, Bodino no es enteramente consecuente
con este principio, pues pone límites a la soberanía: está limitada, en primer lugar, por
la ley divina y la ley natural, que ordenan el respeto a la propiedad privada y asimismo
a los pactos (“pacta sunt servanda”: los pactos deben cumplirse); en segundo lugar,
por el derecho constitucional de Francia, como es el respeto a la integridad
territorial, de la que ningún poder puede desprenderse bajo ningún concepto.
La Escuela de Salamanca
Francisco de Vitoria & Alfonso de Castro
La II Escolástica
Antes de la reforma protestante, había comenzado en España una reacción para
“actualizar” la iglesia católica teológica y filosóficamente. Los teólogos españoles
abordaran los principales retos del momento tales como cuestiones morales,
políticas y jurídicas urgentes. Así surgió la denominada Escuela de Salamanca. Seria
imposible aquí, estudiarlos todos, por lo que nos centraremos en dos de sus mas
relevantes figuras: Francisco de Vitoria y Alfonso de Castro.
Este contrato social, según la interpretación de cada autor, puede tener distintos
componentes y requisitos, pues los contratantes pueden pactar lo que deseen. Este
recurso al “pacto social” también ha sido objeto de severas críticas, la principal de las
cuales consiste en llamar la atención sobre su carácter “artificioso” o meramente
especulativo pues, en la realidad sociohistórica las sociedades no han surgido mediante
un pacto entre los individuos, si bien algunos autores contractualistas buscan, con
bastante manga ancha, existencias históricas reales del mismo.
Si bien hubo mas, hay consenso generalizo en que los 3 autores contractualitas mas
destacados fueron:Thomas Hobbes, John Locke y Jean Jacques Rousseau.
Tomás Hobbes
Leviatán
Thomas Hobbes (1588-1679). Filósofo del Reino Unido considerado uno de los
fundadores de la filosofía política ya que sentó las bases de la teoría contractualista.
Además de en el ámbito filosófico, trabajó en otros campos del conocimiento como la
historia, la ética, la teología, la geometría o la física.
En esta situación llamada “estado de naturaleza” llega un momento en que los individuos se
preguntan si merece la pena vivir en ella. La respuesta a esta pregunta es negativa: no
merece la pena. El ser humano posee un instrumento de cálculo para dirigir sus actos: la
razón. En Hobbes la razón adquiere un carácter diferente al que tiene en la escolástica: no
es la razón ética (o “razón práctica”), cuya finalidad es la reflexión para realizar las acciones
éticamente buenas y abstenerse de las éticamente malas. En Hobbes la razón es la “razón
instrumental” o “razón pragmática”, que se manifiesta como un cálculo de las ventajas y los
inconvenientes de una situación o de una acción u omisión. Es la “razón utilitarista”, que
calcula los pros y los contras a la hora de adoptar una decisión o realizar una conducta.
La razón desde la perspectiva de Hobbes impone sus propias leyes, que enumera en
su obra, debiendo destacar como las mas relevante: buscar la paz y defenderse por
todos los medios al alcance.”
Así si los hombres están convencidos de que hay que abandonar el estado de
naturaleza serán capaces de llegar a un pacto entre todos, que garantice el paso al
estado de sociedad : El pacto social, que supone, por tanto, la renuncia al derecho
natural a todo, así como el entrar en el acuerdo con los demás en reciprocidad.
En todo caso esta renuncia al derecho natural precisa Hobbes que no es absoluta ya
que hay derechos subjetivos que son intransferibles (porque entonces su decisión no
sería producto del cálculo racional), tales como el derecho de preservación de la
propia vida y la seguridad.
Además se debe precisar que Rousseau abomina de los órganos representativos pues
no se fía de la clase política. La democracia de Rousseau es directa, y en la práctica
deriva hacia un legislador concreto no necesariamente elegido democráticamente.
Beccaria
Prevención mejor que castigo
Cesare Bonesana, marqués de Beccaría (1738-1794). Fue un literato, filósofo, jurista y
economista italiano
Montesquieu es partidario igualmente de leyes claras y concisas, de tal modo que puedan
entenderse sin graves dificultades, y ligado esto a su doctrina de la separación de poderes, a
los jueces les compete exclusivamente aplicar las leyes a los casos, lo que implica no añadir ni
quitar nada de lo que la ley dice. El juez se ha de limitar a aplicar lo que la ley dice en su
literalidad.
Thomasius
La filosofía jurídica alemana
Christian Thomas o Thomasius (1655-1728), filósofo, jurisconsulto y periodista alemán.
“Honestum” (moral): “hazte a ti mismo lo que quieres que los demás se hagan a sí
mismos”.
“Decorum” (usos sociales): “haz a los otros lo que quieres que los otros te hagan a
ti”.
“Iustum” (lo justo, derecho):“no hagas a otro lo que no quieres que te haga a ti”.
Como puede apreciarse, el principio que rige la moral tiene como centro al individuo
en sí mismo considerado, pero da una pauta en relación con los demás, ya que
proclama que sólo puedo hacer en mí mismo lo que quiero que los demás se hagan a
sí mismos.
Los otros dos principios (el que rige al derecho y al decoro) son manifestación clara
de la idea de reciprocidad, en concreto de una reciprocidad positiva. En el derecho se
acentúa el aspecto negativo de la reciprocidad: se trata de no hacer daño; por eso, su
principio básico es que no debo hacer a los demás lo que no quiero que me hagan a
mí.
La Filosofía del Derecho en la Edad Contemporánea
Immanuel Kant
La transición entre la edad moderna y contemporánea
Immanuel Kant (1724-1804) filósofo alemán. Fue el primero y más importante
representante del criticismo y precursor del idealismo alemán, considerado como
uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía
universal. Algunos autores le otorgan el trato de penúltimo pensador de la
modernidad y anterior a la filosofía contemporánea que datarían en 1831 tras la
muerte del pensador Hegel, pero su pensamiento abre una etapa hacia lo que se
denomina filosofía jurídica de la edad contemporánea, siendo así su punto de llegada,
y al mismo tiempo punto de partida. Por tanto, lo mismo lo podemos situar al final de
la edad moderna como al principio de la contemporánea.
Destacar entre su obras Crítica de la razón práctica, centrada en la ética; pero también la
Crítica del juicio, en la que investiga acerca de la estética y la teleología y La metafísica
de las costumbres que tiene dos partes, una centrada en la ética, la doctrina de la
virtud, y la otra centrada en el ius, la doctrina del derecho.
Aceptando que si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no
todo procede de ella, dando a entender que la razón juega un papel fundamental.
Para Kant la razón práctica tiene su propia ley fundamental:, el Imperativo Categórico:
“obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer también, y en todo tiempo,
como principio de una legislación general”. Por ello expresa un deber incondicionado
que pueda ser elevado a deber universal, esto es, para todos los hombres.
Kant parte de la base de que el ser humano es en parte naturaleza y en parte
libertad. Como naturaleza está sometido al principio de causalidad (a toda causa le
sigue un efecto; todo efecto es producido por una causa). Como ser libre, es sujeto
responsable de sus actos. Como ser libre, el hombre está sometido a “imperativos”.
Kant entiende por imperativo “una regla que se designa por un deber-ser que expresa la
obligación objetiva de la acción, y significa que, si la razón determinara totalmente la
voluntad, la acción tendría que suceder ineluctablemente según esa regla.” El ser humano
está sometido a los imperativos morales porque es libre. Desde un punto de vista
moral sólo puede aplicarse la palabra “bueno” a la voluntad: una voluntad buena es
aquella que cumple con el deber por el deber mismo, sin atención a ninguna otra
consideración. Toda acción, u omisión, que no esté presidida por la idea del deber
por el deber, no es una acción u omisión moralmente buena.
Así que según Kant uno de los rasgos básicos del derecho es la bilateralidad: el
derecho regula relaciones entre individuos. Por el contrario, la legislación moral se
queda en el individuo: mira a su interior. Otra diferencia básica entre derecho y moral
es que el primero es coercible. Kant en materia penal es firme partidario de la
concepción retributiva de la pena, según la cual quien ha causado un daño a otro debe
recibir el mismo daño o equivalente.
Kant también usa el esquema contractualista, pero para darle un significado peculiar. El
estado de naturaleza no es un hecho, sino una idea de la razón; Lo que ocurre que es
una situación insegura que, por tanto, precisa de un garante de dichas relaciones. Ese
garante es el estado como forma política de la sociedad civil.
Kant presenta una teorización amplia e inteligente del derecho público, que divide en
tres partes:“derecho del estado”;“derecho internacional” y “derecho cosmopolita”.
El derecho natural de la ilustración, el constitucionalismo y
el movimiento codificador. El “positivismo legalista”. La
escuela histórica del derecho.
Las ideas expuestas de los autores de parte del siglo XVII y sobre todo del siglo XVIII
suelen designarse habitualmente como el derecho natural de la ilustración también
denominada “iluminismo”. Los diversos principios político-jurídicos ilustrados acabarían
imponiéndose: la desvinculación del pensamiento jurídico respecto de la teología, la
afirmación de que por encima del derecho impuesto desde el poder tiene validez
permanente el derecho natural proveniente de la razón (iusnaturalismo racionalista) y por
tanto cognoscible por el mero uso de ésta, la división de poderes, la primacía de la ley
como fuente del derecho, los ideales jurídicos básicos como la libertad y la igualdad formal
ante la ley, el principio de legalidad, el respeto de los derechos de los individuos, la idea de
que el estado proviene del pacto entre dichos individuos y ha de limitarse a garantizar sus
derechos naturales, el estado de derecho, en fin, la necesidad de poner por escrito en leyes
positivas las exigencias del derecho natural, garantizando de este modo la seguridad
jurídica.
Esta última exigencia de poner en leyes positivas lo enunciado por el derecho natural
racionalista se concretaría a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en dos
movimientos que responden al mismo espíritu: el constitucionalismo y la codificación.
A esto ultimo hay extremos como la escuela francesa de la exégesis para a que el
derecho es la ley, y la ley es el derecho. Y según la cual todo lo que tiene que hacer la
doctrina es interpretar la ley de acuerdo con su sentido literal, sin permitirse juegos
interpretativos que cambien o tergiversen su literalidad natural.
Así surge la escuela histórica del derecho, cuyo representante más destacado es
Savigny. Según esta escuela no se puede entender el derecho como algo meramente
racional, resultado de la voluntad de un legislador omnisciente. El derecho es, antes
que nada, una realidad social que ha de ser comprendido e investigado en la historia.
Ambos escuelas buscan distinguir entre el concepto y la idea del derecho. El problema
del concepto enfrenta la cuestión de la definición universal del derecho; y el de la idea,
la cuestión de los valores jurídicos y, en definitiva, la justicia.
Nos centraremos en Radbruch por ser uno de los mas prolíficos en esta materia.
Gustav Radbruch (1878-1949) fue un jurista alemán, ministro de
justicia y profesor universitario.
Surge así la “Fórmula de Radbruch”: para que la ley sea auténtico derecho, es decir,
para que se la deba considerar como verdadera ley, ha de ser justa, o dicho de otra
manera: ha de evitar una injusticia extrema, si no lo hace no es derecho y, en
consecuencia, no hay que obedecerla, incluso más, hay que desobedecerla. Las
decisiones jurídicas han de ajustarse a la “naturaleza de la cosa”.
En todo caso lo que esta claro es que el iusnaturalismo y el positivismo jurídico son
filosofías del derecho que se contraponen por defender concepciones epistemológicas
contradictorias, nada mas, pero ambas buscan la justicia. En todo caso baste señalar
que la mayoría de los positivistas alemanes y austriacos se vieron forzados a
abandonar sus países con motivo de la ascensión del nazismo, o acabaron en campos
de concentración.
El positivismo jurídico 1
Hans Kelsen
Un ejemplo de positivista que tuvo que abandonar la Europa central en 1933 debido a
los cambios políticos fue Hans Kelsen (1881-1973).
Esta separación radical entre las proposiciones de ser y las de deber, la aprendió
Kelsen de David Hume, a quien se puede considerar como uno de los mentores del
positivismo.
Kelsen sostiene que la ciencia jurídica tiene por misión describir el derecho, lo que
equivale a describir las normas jurídicas. Esa descripción es aséptica pues la ciencia no
puede valorar, sino que ha de limitarse a describir cómo es el derecho y cómo se
forma, y no cómo debería ser ni cómo debería formarse.
Las normas jurídicas forman el orden jurídico, el cual tiene una estructura jerárquica
de construcción decreciente escalonada (pirámide prehispánica) . En el escalón
superior se encuentra la constitución, que es el fundamento de validez de las leyes,
que ocupan el escalón siguiente en jerarquía, las cuales a su vez fundamentan los
reglamentos y demás normas generales de la administración. Estos escalones de
normas generales se concretan en normas individuales que ocupan el escalón inferior:
las sentencias judiciales, los actos administrativos y los negocios jurídicos. La base de la
construcción escalonada la forman los actos de ejecución.
El hecho ilícito de cualquier tipo que sea es el primer término de la norma jurídica, es
decir, el supuesto de hecho de la norma. La sanción es el segundo término, esto es, la
consecuencia jurídica. Al ser todas las normas del derecho normas sancionatorias, es
decir, coactivas, el derecho en su conjunto puede definirse como un “orden coactivo
de la conducta humana”.
El nexo que une el supuesto fáctico y la consecuencia es el deber, lo que implica que
el deber jurídico es, junto con el supuesto y la sanción, el concepto prioritario del
derecho. Las normas jurídicas son normas de deber, imponen deberes jurídicos, esa es
su función primera y prioritaria. Los derechos subjetivos son entonces una
consecuencia derivada de la existencia de deberes jurídicos.
El positivismo jurídico II
El realismo jurídico escandinavo y americano.
Junto al positivismo normativista, característico de la escuela de Viena, durante el siglo
XX se consolidan asimismo dos movimientos teóricos muy importantes: el realismo
jurídico escandinavo y el realismo jurídico americano. Ambos poseen aspectos
comunes y otros que les diferencian. La denominación de “realismo”, común a los dos,
tiene la intención de resaltar la idea de que no se mueven en el terreno de las
abstracciones, como afirman que hace la escuela de Viena, sino que bajan a la realidad,
a los hechos que efectivamente suceden en la sociedad. Ese sentido de realidad
empírica, de observación del acontecer social que es el derecho realmente vigente, es
el espíritu que los une, y que les aproxima asimismo a otras tendencias sociologistas.
Aunque hubo muchos autores encuadrables en esta corriente no forman una escuela
propiamente pero tienen rasgos comunes: orientación a la práctica del derecho,
consideración de los aspectos psicológicos y sociales de la actividad jurídica,
escepticismo respecto de las normas legales y mirada atenta a la realidad de las
decisiones judiciales, distinción entre el “derecho en los libros” y el “derecho en la
acción”
La filosofía del derecho en España.
Ortega y Gasset. Luís Recaséns Siches. Luís Legaz Lacambra
La filosofía del derecho contemporánea en España ha estado dominada por un
iusnaturalismo tradicional, salvo contadas excepciones, hasta prácticamente mediados
los años setenta del pasado siglo. A partir de mediados de los setenta la filosofía
jurídica española experimenta un crecimiento bibliográfico considerable y presenta un
panorama de múltiples tendencias y gran dispersión temática.
Aquí, por razones de espacio, nos vamos a referir tan sólo, y muy brevemente, al
filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) y a dos de sus discípulos, aunque no
“ortodoxos”, en la filosofía jurídica: Luís Recaséns Siches (1903-1977) y Luís Legaz
Lacambra (1906-1980).
La concepción de Ortega y Gasset es denominada “raciovitalismo”, ya que su filosofía
parte de la vida, pero no cae en el irracionalismo que caracteriza a otras direcciones
filosóficas del siglo XX (sobre todo, el existencialismo). Para Ortega, la vida es la
realidad radical en la que se encuentran todas las demás realidades que, por eso, son
realidades “radicadas”. Para comprender unas y otras no es suficiente con la razón del
racionalismo, sino que es preciso hacer uso de la “razón vital”. La vida es la vida de
cada cual, por tanto, personal e intransferible. Tiene como dos aspectos: la vida
auténtica y la inauténtica; la primera es la vida en soledad, en intimidad, en la que
somos lo que somos, sin más. La inauténtica es la vida con los otros. En la vida
encontramos todas las demás cosas, entre ellas la sociedad, el estado y el derecho. La
vida social es obviamente vida inauténtica, en el sentido de que en ella salimos de
nosotros mismos para representar uno o varios papeles o roles: el de hijo, padre,
marido, abogado, turista, etc. El estado es un “aparato ortopédico” que la sociedad se
impone para su funcionamiento, pero que, como toda ortopedia, impide la libre
espontaneidad, la vida auténtica. Lo mismo sucede con el derecho.
Su tesis es el que derecho es un uso o norma social. Según Ortega, los usos son
pautas de comportamiento colectivo que se imponen al individuo porque la gente los
observa en su vida diaria. Usos sociales son el saludo, el lenguaje, las costumbres, el
derecho. Pueden ser débiles o fuertes, dependiendo de la reacción del grupo contra el
infractor. El derecho es un uso social fuerte, ya que prevé sanciones fuertes. Los usos
serian así manifestaciones de la presión social que se imponen sobre el individuo y por
ello serian “irracionales”.
De estos planteamientos orteguianos, Recaséns y Legaz se quedan con una parte: la
relación del derecho con la vida; pero no con la indiferenciación entre derecho y usos
sociales, ya que ambos autores los conciben como realidades normativas distintas.
Ambos tienen influencias claras del neokantismo. Ambos incluyen aspectos relevantes
del pensamiento iusnaturalista tradicional. Ambos son personalistas, en el sentido de
que sitúan en el centro de la construcción filosófica el concepto cristiano de persona
humana, a cuyo servicio debe estar el derecho.
Para Recaséns el derecho es “vida humana objetivada”. Explica: “El derecho aparece
como un conjunto de especiales formas de vida humana. Tales formas de existencia humana
pertenecen, por una parte, a la categoría de lo normativo, son formas normativas, son
normas. Por otra parte, son formas normativas de vida humana colectiva; pertenecen a la
categoría de lo colectivo.”
Legaz define el derecho en estos términos con clara influencia neokantiana: “Una
forma de vida social en la cual se realiza un punto de vista sobre la justicia, que delimita las
respectivas esferas de licitud y deber, mediante un sistema de legalidad, dotado de valor
autárquico.” Y explica: “Reconozco que la expresión `punto de vista´ no es muy afortunada
porque tiene un matiz excesivamente subjetivista. Parece, en efecto, como si se tratara de
una mera opinión emitida acerca de lo justo. Y, en efecto, el derecho es opinión, opinio juris,
pero no tanto individual como colectiva y ya por eso no es mera opinión subjetiva y, por
tanto, también en cierta medida, objetiva.”
El “giro lingüístico”
Hermenéutica y analítica en la filosofía
del derecho.
Ya a mediados del siglo XX comienza a sentirse en el pensamiento filosófico general la
necesidad de centrar la reflexión en torno al lenguaje. Primero las aportaciones de
Ludwig Wittgenstein (1889-1951), y después las de Hans-Georg Gadamer (1900-
2002), aunque en direcciones distintas, van a coincidir en este punto común: la
universal inmediatez del lenguaje en todo proceso cognoscitivo. Entre el mundo y el
hombre se encuentra el lenguaje, que es una producción humana que condiciona
estrictamente todo conocimiento. Si el primero de los autores mencionados enlaza
preferentemente con la línea analítica, el segundo es claro heredero de la tradición
hermenéutica. El análisis descompone lo analizado en sus elementos simples, mientras
que la hermenéutica es ante todo un método compositivo, constructivo, del
conocimiento. Responden a dos tradiciones científicas diferentes e incluso enfrentadas.
La analítica es la consecuencia del pensamiento matemático y sus derivaciones (física
matemática, química analítica, etc.), de las llamadas ciencias exactas y naturales. La
hermenéutica enlaza con el pensamiento humanista, centrado en torno a la
comprensión de los textos y los significados de cualesquiera obras humanas. Su campo
de actuación es el propio de las llamadas ciencias culturales o ciencias del espíritu. Se
establece así una dicotomía de términos y métodos aparentemente incompatibles: por
un lado, las ciencias naturales, por otro las ciencias del espíritu.
Estas dos posiciones han tenido su propia repercusión en el pensamiento jurídico: por
una parte, la filosofía analítica del derecho, por otra parte la filosofía hermenéutica del
derecho.
En España estas tesis han sido ampliamente estudiadas por el Prof. Dr. Gregorio
Robles Morchón quien ha desarrollado una concepción, que denomina “teoría
comunicacional del derecho” (TCD), sobre la base de conjuntar las aportaciones
analíticas con las hermenéuticas en una síntesis estructurada sistemáticamente. La
teoría comunicacional del derecho se autodefine como “análisis del lenguaje de los
juristas”, también como “teoría hermenéutico-analítica del derecho”, y como “teoría
de los textos jurídicos”.
Como ciencias independientes cada una tiene su rama de la filosofía que se suelen
conocer como “filosofías prácticas”, para diferenciarlo así de la “filosofías
especulativas”. Mientras que la primera se ocupa de los asuntos humanos, del hombre
y de la sociedad, de la organización del poder y de los ideales de justicia, la segunda se
centraría en los aspectos relacionados con las ciencias exactas y naturales, siguiendo
así las divisiones de la razón: “razón práctica” y “razón teórica”. No es que la razón
sea doble, pero sí sus competencias ya que mientras que la razón teórica se esfuerza
por el conocer por el mero conocer, la razón práctica persigue, a través del conocer,
acertar con las decisiones y las acciones en la vida.
Derecho y moral
El iusnaturalismo, en sus exponentes principales, mantiene una concepción
moralizante del derecho, es una concepción ética del mismo. Hasta prácticamente la
Edad Moderna, esa concepción ética del derecho es consecuencia y desarrollo de la
teología. Derecho, moral y política se conciben en estrecha vinculación con la religión.
A partir de la Edad Moderna, y como una de las consecuencias de la reforma
protestante, que rompe la unidad religiosa, el derecho se desvincula de la religión. Se
produce lo que en otro lugar he denominado la “des-teologización del pensamiento
jurídico y político”.
Un mismo acto puede ser enjuiciado desde estos órdenes normativos, cada uno de los
cuales constituye, una perspectiva diferente desde la cual se regulan y se enjuician las
conductas humanas. A veces los diversos órdenes normativos coinciden en la
valoración de una conducta como positiva o negativa. Pero otras veces nos podemos
encontrar ante conductas respecto de las cuales los órdenes normativos divergen.
Además, no hay otro orden normativo superior a los señalados que resuelva estas
situaciones de conflictos entre normas pertenecientes a órdenes normativos
diferentes. Queda entonces a la decisión del individuo el tomar una u otra dirección.
Es el individuo mismo el que tiene que decidirse por obedecer la norma de un orden
normativo y, en consecuencia, desobedecer la norma de otro u otros órdenes
normativos.
Los usos (normas) sociales se fijan tan sólo en los comportamientos externos, y
además siempre que esos comportamientos tengan lugar en presencia de otras
personas. Los usos sociales típicos regulan lo que se suele denominar “buena
educación”. Los usos sociales por lo general tienen la finalidad de que la vida
ordinaria sea lo menos desagradable posible.
Así se podría decir que el derecho persigue hacer buenos ciudadanos que convivan en
paz. La moral intenta que las personas sean buenas y pasen por la vida haciendo el
bien. La religión pretende que lo mismo, aunque con la mirada puesta en el Ser
Supremo.
Las sanciones también son diferentes en cada orden normativo. Las sanciones jurídicas
están previstas en las leyes y demás normas generales del ordenamiento jurídico. Son
además sanciones “institucionalizadas”, es decir, impuestas y ejecutadas por órganos
del estado. Las sanciones religiosas son el premio y el castigo eterno. La excomunión y
otros tipos de sanciones, como la prisión impuesta por un órgano eclesiástico, son
sanciones jurídicas (del derecho canónico), aunque obviamente están relacionadas con
la religión. La moral no tiene previstas sanciones (el arrepentimiento no es una
sanción, ya que ésta para que lo sea realmente tiene que provenir de una instancia
externa). Por último, la infracción de los usos sociales puede provocar sanciones, pero
no necesariamente, dependera del grupo social en un momento determinado.
¿Qué se entiende por “moral”? Los diversos tipos de moral en el mundo
actual.
1. La moral individual.
2. La moral propia de los sistemas filosóficos.
3. La moral religiosa.
4. La moral social.
5. La moral del derecho.
III) Moral religiosa. Habría así una moral para cada religión y cada subforma de la
misma. Se parte de la base de considerar a todas las culturas en pie de igualdad, lo
que no es óbice para entablar un diálogo comparativo.
IV) Moral social. Conjunto de principios morales que dominan en una determinada
sociedad. No hay una “moral común” en la sociedad contemporánea. Ante este
fenómeno, la moral social ha sido sustituida por el derecho.
V) Moral del derecho. Más que de la moral del derecho hay que hablar de la moral
del ordenamiento jurídico, pues el término derecho es demasiado general y cada
ordenamiento jurídico (geográfico, temporal etc..) plasma necesariamente en sus
normas las valoraciones que han guiado a los legisladores y demás autoridades
jurídicas a ordenar tales cosas y prohibir otras. Ese conjunto de valoraciones de las
autoridades que crean texto ordinamental conforma la “moral del derecho” que
srerian a las valoraciones de las autoridades creadoras de preceptos. Estas valoraciones,
sin embargo, no siempre están justificadas desde otros puntos de vista, por ejemplo,
desde el punto de vista de la moral religiosa o social por lo que exigen un debate
racional no condicionado por otros factos Es difícil, peo necesario.
El derecho ante los diversos tipos de moral.
El poder político genera las leyes y las demás disposiciones del ordenamiento jurídico,
pero, por otro lado, es éste, el ordenamiento jurídico, el que canaliza y controla al
poder. Entre poder y derecho se establece un constante y complejo “tira y afloja”
Dado que estas competencias pueden extenderse a todos los ámbitos de la vida
humana, cabría dentro de la política no sólo lo que cabe dentro de la esfera pública,
sino asimismo el resto de situaciones y relaciones de los individuos: en este sentido
amplio, el derecho en su conjunto sería una manifestación política
Otra forma de entender la política es la propia del liberalismo. Para éste, el estado no
debe poner entrometerse en la vida particular de los individuos, sino que ha de
limitarse a regular que estas relaciones sean libre en la medida que respeten el marco
legal establecido para ello. Asi el estado viene a ser el conjunto institucional al
servicio de la vida de los individuos, con renuncia a guiar a estos últimos en lo que
debe ser objeto de sus decisiones personales.
Para organizar internamente el estado hay que distinguir diversos tipos de decisiones
políticas, básicamente la decisión constituyente y las demás, que son las decisiones
constituidas. La decisión constituyente es la adoptada por el poder constituyente y se
plasma en la constitución, conjunto de normas jurídicas cuya función principal es
establecer, en un territorio dado y sobre la población que lo habita, una determinada
forma de estado y una determinada forma de gobierno.
Dentro de esas competencias están las que posibilitan las decisiones de la política
exterior, o sea, de las que afectan a las relaciones del propio estado con otros estados
y demás sujetos del derecho internacional.
I) Territorio: Espacio estatal, comprende la parte de tierra limitada por las fronteras con los
territorios de otros estados, así como el mar territorial, el espacio aéreo y el subsuelo. Los
límites y la organización interna del territorio estatal es una función del ordenamiento
jurídico. La población es el pueblo del estado, conjunto de individuos que lo habitan y que
tienen la condición de nacionales del estado. El ordenamiento jurídico determina quiénes
son nacionales y cómo los extranjeros pueden adquirir la nacionalidad propia del estado.
Ser nacional da derecho a participar en la vida política del estado: eso es lo que significa ser
ciudadano. Todo individuo nacional de un estado es a la vez súbdito (en cuanto que está
sometido a las leyes del estado) y ciudadano (en cuanto que tienen derechos como tal,
especialmente los de participación en la vida política del estado).
II) Poder soberano: es la cualidad política del estado en virtud de la cual tiene capacidad de
auto-organizarse internamente y asimismo de determinar sus relaciones externas con
otros estados y demás sujetos de derecho internacional. Enseguida volveremos sobre el
concepto de soberanía.
Ahora bien, en cuanto que los estados están sometidos al derecho internacional
general (de carácter sobre todo consuetudinario) puede reformularse lo dicho en
estos términos: la soberanía estatal es equivalente a la autonomía jurídica del estado
sin que reconozca otro poder superior, salvo la primacía del derecho internacional.
Las formas de estado y de gobierno.
Teniendo en cuenta que el poder, sea cual sea, tiende al abuso (“el poder tiende a
corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” Lord Acton), para evitar la
opresión las diversas corrientes filosóficas han venido defendiendo, con mayor o
menor convencimiento, formas mixtas de gobierno como la más idónea para
mantener el orden y al mismo tiempo la libertad. Si en la filosofía política clásica se
distingue entre monarquía, aristocracia y democracia, como las formas típicas de
gobierno, la mixta sería una sabia mezcla de las tres, de tal modo que el estado
estuviera representado por el monarca, con una función moderadora y de equilibrio,
dispusiera asimismo de una minoría ilustrada y sabia, y fuera expresión de la voluntad
del pueblo.
Recordemos ademas que las tres formas de gobierno “justas” (monarquía, aristocracia
y democracia) por estar sometidas a las leyes, conocen por degeneración las formas
de gobierno o “injustas”, por no estar sometidas a las leyes: la tiranía, la oligocracia y la
demagogia. Estos seis conceptos pueden servir para analizar la concreta situación
política de un estado, así como las formas mixtas.
El estado de derecho.
Los caracteres básicos del estado de derecho (sea liberal, o social, o social
democrático) son los siguientes:
a) Respeto al principio de la separación de poderes.
b) Respeto a los derechos básicos de las personas.
c) Principio de legalidad.
d) Sufragio universal.
e) Admisión de partidos políticos.
El principio de la separación de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) no puede
entenderse como una auténtica incomunicación entre ellos, sino como una distinción
clara entre sus correspondientes funciones: quien legisla (el parlamento) no debe
ejecutar ni enjuiciar; quien ejecuta (el gobierno y la administración) no debe legislar ni
enjuiciar; quien enjuicia (los jueces) no debe legislar ni ejecutar.
Por último, la constitución puede referirse también a derechos a los que no otorga
esa garantía reforzada, en cuyo caso estaremos ante derechos constitucionales (ya que
se encuentran aludidos en la constitución, pero no fundamentales), derechos estos
que, por muy importantes que sean para las personas, no pueden garantizarse de igual
modo que se garantiza los dos anteriores, ya que dependerán de factores ajenos a la
voluntad del constituyente, como son las situaciones coyunturales de los países
Principio de legalidad, del cual destacan dos aspectos esenciales: el principio de
legalidad en el derecho penal y el principio de legalidad en el derecho administrativo.
Hay un derecho interno y otro que regula las relaciones entre estados soberanos es
decir las relaciones internacionales, este segundo es diferente al primero en la forma
como se crean sus normas, en la forma como se aplican sus normas, en la manera
como se vela por el cumplimiento de sus normas. Además su objeto de regulación es
diferente, sus sujetos son diferentes, y obviamente, sus fuentes serán diferentes.