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PRESENTACIÓN
En Evangelii Gaudium el Papa Francisco subraya: “Toda formación cristiana es ante todo
la profundización del kerygma, cada vez más desarrollado y mejor, que no deja de
iluminar el compromiso catequético y que permite comprender adecuadamente el
significado de cualquier tema que se desarrolle en la catequesis. Es el anuncio que
responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano" (EG 165). Las cuatro
catequesis para estas cuatro semanas de noviembre, permiten un andamiaje que nos
adentre a reconocer la necesidad substancial de la Iglesia, continuadora del Kerigma y
que, ininterrumpidamente se guía por la fuerza del Espíritu Santo.
La Iglesia se manifiesta concretamente en cada comunidad cristiana que vive día a día la
presencia de Jesucristo. La Iglesia es para los fieles un signo que da testimonio del amor
cada vez más sublime de Dios: la fidelidad de Dios se hace presente mistéricamente en la
estructura de la Iglesia, en la que la realidad intrínseca de este don gratuito se hace
continuamente presente y visible en el Pueblo de Dios por medio de su gracia como una
bendición divina para aquellos que en sí mismos somos absolutamente indignos de ella.
PRIMERA CATEQUESIS
LA IGLESIA DE CRISTO
- Fundamentos Bíblicos
- El Espíritu Santo
- Lo que dice el Magisterio
a) Fundamentos Bíblicos
* Jesús escoge a los 12. El grupo de “los 12” desapareció con el tiempo, pero tiene que
haber sido significativo para la Iglesia primitiva pues se habla mucho de ellos (Mt 10,1-4,
Mc 3,13-19, Lc 6,12-16, etc.) Según Pablo (en 1°Cor 15,5), son los testigos cualificados
de la resurrección. Podría ser simplemente la institución de un grupo más estable y
preparado para continuar la misión, o el signo de “un nuevo Israel” (a propósito de las 12
tribus).
* Jesús da un rol a Pedro. Él es portavoz y cabeza del grupo, como algo evidente en
todo el NT (de modo que Mt 16,13-23 refleja algo transversal). El mismo nombre
“Pedro” tiene relación con su confesión de fe y la promesa de Jesús asociada a esta
confesión. Probablemente, tras esta centralidad está el hecho de que la primera Iglesia
entendió que el mensaje se transmite por testigos (no es una idea abstracta). Entonces tras
el énfasis en Pedro algunos creen que hay una relación con Abraham, que también recibe
un nuevo nombre después de su confesión de fe y es hecho “padre de un pueblo”. En todo
caso, Pedro es vicario porque la roca firme claramente es Cristo.
b) El Espíritu Santo
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana [...] Jesús les dijo otra vez: «La paz
esté con vosotros. Como el Padre me envió, yo también los envío a vosotros.» Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo.» Juan 20, 19-22
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Un solo Cuerpo y un solo Espíritu [...]. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. Efesios 4, 4-6
c) El Magisterio
Sacramento del Reino, es un pueblo convocado por Dios y tiene por cabeza a Cristo, por
condición la libertad y la dignidad de los hijos de Dios, por ley el nuevo precepto del
amor, por fin el Reino del que en esta tierra es signo e instrumento (cfr. Lumen Gentium
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El Espíritu Santo protagonista de la Misión: ……Sin duda esta obra es encomendada por
Jesús a los hombres: a los Apóstoles y a la Iglesia. Sin embargo, en estos hombres y por
medio de ellos, el Espíritu Santo sigue siendo el protagonista trascendente de la
realización de esta obra en el espíritu del hombre y en la historia del mundo» R.M. n.21
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SEGUNDA CATEQUESIS
LA CONSTITUCIÓN ECLESIAL
- La Iglesia Universal
- La Iglesia Particular
- La figura del Obispo
a) La Iglesia Universal
Según Lumen Gentium, toda la humanidad está invitada al pueblo de Dios pues Él creó el
mundo en orden a la comunión y la Iglesia es signo y germen de esa comunión universal
escatológica. “Todos los seres humanos están invitados al pueblo de Dios. Por eso este
pueblo [...] ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos [...] Todos los
creyentes, en efecto, extendidos por todo el mundo están en comunión con los demás en
el Espíritu Santo [...] Este carácter de universalidad que distingue al pueblo de Dios es un
don del mismo Señor. Gracias a este carácter, la Iglesia católica tiende siempre y
eficazmente a reunir a la humanidad entera” (LG 13, DH 4132-4133). La Iglesia está
asociada al despliegue histórico del plan de Dios. Así, la Iglesia es:
b) La Iglesia particular
La Iglesia particular tiene que ser unida y confiada al cuidado pastoral del Obispo con la
colaboración del Presbiterio. El fundamento de tal unidad es el único Evangelio y la única
Eucaristía.
“La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la
apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por
él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular,
en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y
Apostólica” (Christus Dominus 11).
La misión universal de la Iglesia “se siente impulsada [...] por el Espíritu Santo a
colaborar a que se lleve a cabo el plan de Dios que constituyó a Cristo principio de
salvación para todo el mundo. Mediante la predicación del Evangelio, la Iglesia atrae a
los oyentes a la fe y a la confesión de la fe, los prepara para el bautismo [...] y los
incorpora a Cristo para que lleguen hasta la plenitud en Él por el amor [...] Todos los
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discípulos de Cristo han recibido el encargo de extender la fe según sus posibilidades”
(LG 17, DH 4141); y esta riqueza se da desde cada Iglesia Particular.
“Por ello, este sagrado Sínodo enseña que los Obispos han sucedido, por institución
divina, a los Apóstoles como pastores de la Iglesia, de modo que quien los escucha,
escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envió (cf. Lc
10,16).En la persona, pues, de los Obispos, a quienes asisten los presbíteros, el Señor
Jesucristo, Pontífice supremo, está presente en medio de los fieles”
(Lumen Gentium, 20-21).
El Obispo, además de tener una solicitud pastoral para todas las Iglesias en la unidad del
colegio episcopal, está llamado a ser buen pastor para la Iglesia particular.
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TERCERA CATEQUESIS
LA IGLESIA PARROQUIAL
- Los presbíteros
- Los diáconos
- El pilar de la obediencia y los carismas
a) Los presbíteros
Los presbíteros o sacerdotes, junto a los diáconos, son los primeros colaboradores del
Obispo, que posee la plenitud sacerdotal, deben estar en comunión con él. Sólo de ese
modo se expresa y crece la comunión de la Iglesia particular.
“...los Obispos gozan de la plenitud del Sacramento del Orden y de ellos dependen en el
ejercicio de su potestad los presbíteros, que, por cierto, también ellos han sido
consagrados sacerdotes del Nuevo Testamento para ser próvidos cooperadores del orden
episcopal… Los Obispos, por consiguiente, son los principales dispensadores de los
misterios de Dios, los moderadores, promotores y guardianes de toda la vida litúrgica en
la Iglesia que se les ha confiado...”
(Christus Dominus, 15)
“Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y dependen de los Obispos
en el ejercicio de su potestad, están, sin embargo, unidos con ellos en el honor del
sacerdocio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos
sacerdotes del Nuevo Testamento, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (cf. Hb
5,1-10; 7,24; 9,11- 28), para predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar
el culto divino... Los presbíteros, próvidos cooperadores del Orden episcopal y ayuda e
instrumento suyo, llamados para servir al Pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo,
un solo presbiterio, dedicado a diversas ocupaciones”.
(Lumen Gentium, 28)
Los presbíteros están unidos entre sí como hermanos. Deben estar al servicio de la
comunidad local y dar testimonio de servicio sacerdotal y pastoral. (LG 28)
b) Los diáconos
Los diáconos, que, ordenados para el ministerio, sirven al pueblo de Dios en unión con el
Obispo y su presbiterio. (CD 15)
Se les impone las manos para realizar un servicio y no para ejercer el sacerdocio. Se
establece el diaconado permanente, que se puede dar tanto a hombres casados de edad
madura como a jóvenes idóneos (guardando estos últimos el celibato). LG 29 (DH 4155)
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c) La obediencia a la Iglesia y la riqueza de carismas
Sin dudas, esto es algo muy difícil para la mentalidad moderna; por ello, no hay
experiencia religiosa verdadera sin obediencia.
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CUARTA CATEQUESIS
LA IGLESIA DOMÉSTICA
La palabra laico deriva del griego laos (pueblo, en relación con el pueblo de Dios versus
ethnos que es “pueblo en general”). “Por laicos se entiende [...] a todos los cristianos,
excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso” (LG 31). Los laicos
tienen como vocación propia el buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades
temporales y ordenándolas según Dios” (LG 31). O sea, se resalta que debieran tener una
pertenencia activa y responsable a la Iglesia, con un énfasis particular en su misión hacia
el mundo (ad-extra). El fundamento de esta participación son los sacramentos de
iniciación. Por un lado, la incorporación al cuerpo de Cristo por el bautismo y la
confirmación. Por otro lado, el alimento permanente en la Eucaristía (LG 33). Desde este
marco, los laicos realizan de un modo específico el ser sacerdotes, profetas y reyes que es
propio de todo el pueblo de Dios.
La Iglesia es una y diversa, pero todos tienen la misma dignidad, y “todos están llamados
a la santidad” (LG 32). Además, laicos y pastores se necesitan mutuamente. “Los laicos
[...] tienen como hermanos a los que en el sagrado ministerio [...] pastorean la familia de
Dios, de manera que todos cumplan el mandamiento nuevo del amor” (LG 32).
Deberes mutuos. Los laicos tienen derecho a recibir de sus pastores los bienes
espirituales de la Iglesia. En la medida de sus conocimientos, competencia y prestigio,
tienen el derecho e incluso el deber de expresarles sus opiniones en lo que refiere al bien
de la Iglesia. Deben acoger con prontitud lo que ofrecen (y/o piden) los pastores. Por su
parte, los pastores deben animar a los laicos a actuar, dejándoles libertad para que tomen
iniciativas. (LG 37).
b) El sacerdocio común
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Un pueblo sacerdotal. LG 10 habla del sacerdocio común de los bautizados como la
mayor característica del pueblo de Dios: la capacidad de ofrecer a Dios el sacrificio
agradable de la propia vida. “Cristo [...] ha hecho del nuevo pueblo un reino de sacerdotes
para Dios, su Padre. Los bautizados, en efecto, [...] quedan consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo [...] Por tanto, todos los discípulos de Cristo [...], han de
ofrecerse a sí mismos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom 12,1)”.
Profetas. Cristo realiza su función profética “no sólo a través de la jerarquía” (LG
35), pues todo cristiano debe manifestar su esperanza. En este marco, lo
específico de los laicos es el anuncio y testimonio de Cristo en la realidad secular.
“Esta predicación del Evangelio, es decir, el anuncio de Cristo comunicado con el
testimonio de la vida y con la palabra, adquiere una nota específica y una eficacia
particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro
mundo” (LG 35). Es particularmente importante lo que los laicos hacen con sus
hijos en la familia.
Reyes. Por su especificidad y sus competencias, los laicos son los protagonistas
en la extensión del reino de Dios en las realidad secular (o sea, en la
transformación del mundo y sus estructuras hacia Dios). “Gracias a su
competencia en materias profanas y a su actividad [...] deben, pues, dedicarse con
empeño a que los bienes creados por el trabajo humano, por la técnica y la
civilización se desarrollen según el plan del Creador” (LG 36). Al realizar esta
tarea, “los fieles han de aprender a distinguir cuidadosamente entre los derechos y
deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que les corresponden como
miembros de la sociedad humana. Deben esforzarse en integrarlos en buena
armonía, recordando que en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la
conciencia cristiana” (LG 36). En la relación con las realidades seculares,
conviene recordar que “ninguna actividad humana [...] puede sustraerse a la
soberanía de Dios [...] Hay que reconocer [...] que la ciudad terrena [...] se rige
por sus propios principios. De la misma manera, sin embargo, hay que rechazar
con toda razón la funesta doctrina que intenta construir la sociedad sin tener en
cuenta en nada la religión” (LG 36). Por ello, es importante que los laicos se
formen de modo que alcancen una síntesis entre fe y vida que les permita actuar
como verdaderos crisitianos en sus respectivos campos de acción.