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Perla Marisol Aguilar Gómez

Licenciatura de psicología, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario del Sur

Funciones Cerebrales básicos

Minerva Saraí Santillán Rivera

27 de octubre de 2022

MOTIVACION Y EMOCION

La emoción, según Papez, está mediada por las conexiones cortico-hipotalámicas,


e implica la expresión conductual y la experiencia subjetiva, aspectos éstos que
pueden ser disociados, al menos en el ser humano. Según esta argumentación, se
define que, tras llegar al tálamo, las aferencias sensoriales se dividen en tres
rutas: a la corteza cerebral, a los ganglios basales y al hipotálamo. La ruta hacia la
corteza representa la "corriente de pensamiento", la ruta hacia los ganglios
basales la "corriente de movimiento", y la ruta hacia el hipotálamo la "corriente de
sentimiento". “El reconocimiento de motivación y emoción es un aspecto central en
la adaptación social de las personas. Los primeros teóricos en el estudio de las
emociones, como William James, habían negado la existencia de centros
especiales para la emoción en el cerebro. Más tarde, Walter Cannon había
planteado que el tálamo era la estructura importante para la experiencia de la
emoción, mientras, por su parte, Bard ponía de relieve el papel del hipotálamo en
la expresión emocional.

El sistema nervioso autónomo, crea una consideración general de que los


sistemas simpático y parasimpático funcionan según patrones de mutua oposición
debería ser reconsiderada, ya que se sabe en la actualidad que en el sistema
simpático existen dos tipos de receptores (alfa-adrenérgico y beta-adrenérgico de
tal suerte que los receptores simpático-alfa-adrenérgicos funcionan
sinérgicamente con el sistema parasimpático para contrarrestar los efectos
activadores de los receptores simpático-betaadrenérgicos; la consideración
general de que la activación simpática produce cambios simultáneos en varios
órganos también debería ser matizada, pues la activación simpática tiene efectos
distintos en distintos órganos, provocando lo que se denomina estereotipia de
respuesta individual, considerada como el patrón específico de respuesta que
caracteriza a cada sujeto; el descubrimiento (redescubrimiento en realidad, pues
es la clásica argumentación de James en 1884) de que distintos estímulos
emocionales pueden estar relacionados con distintos patrones de respuesta.
(Hebb, 1995).

La teoría de la sensación: la audacia de William James

La denominada “teoría de la sensación” fue propuesta por dos pensadores de


modo independiente: William James (1884) y Carl G. Lange (1885).

La inmediatez de la emoción: Las emociones, definidas como la sensación de los


cambios corporales, no están constreñidas por ningún tipo de mediador o
disparador de corte cognitivo. Esta equiparación entre emoción y sensación
visceral ha motivado la exigencia de un subconjunto de cambios corporales
marcadamente distinto para cada emoción distinguible.

En el estudio de la emoción, probablemente como reflejo de la trayectoria seguida


en el ámbito de los procesos cognitivos, ha habido una consideración ya clásica
respecto al control jerárquico que las estructuras neurales superiores ejercen
sobre las estructuras inferiores, de tal suerte que los procesos cognitivos
configuran los procesos emocionales. Es decir, esta aproximación plantea la
existencia de un eje unidireccional "de arriba hacia abajo", en virtud del cual, los
procesos cognitivos superiores, tanto en el hemisferio izquierdo como en el
hemisferio derecho, determinan la naturaleza de la experiencia emocional.
(Tucker, 1989).

Para entender una emoción como el miedo, es necesario entender primero la


relación entre el sentimiento cognitivo representado en la corteza cerebral y los
signos fisiológicos asociados regulados por las áreas subcorticales (Kandel, 2000).
Siguiendo este orden de ideas, un estímulo emocional con una intensidad
significativa activa sistemas sensoriales que envían la información hacia el
hipotálamo, el cual genera una respuesta capaz de modular la frecuencia
cardiaca, la tensión arterial y la frecuencia respiratoria. Al mismo tiempo, la
información de este estímulo es llevada hasta la corteza cerebral, de modo que el
estímulo y la información son llevados directamente desde los órganos periféricos
(los cuales perdieron su estado homeostático debido al estímulo) y directamente
desde el hipotálamo, la amígdala y las estructuras relacionadas.

Por otro lado, se han presentado diversos conceptos de la motivación, por


ejemplo, se ha definido como un “conjunto de procesos implicados en la
activación, dirección y persistencia de la conducta” (Beltrán, 1993). Skinner,
entendió la conducta como resultado o respuesta a factores ambientales. Es decir
el estímulo ambiental es el que causa la conducta humana. Si bien Skinner, no
negaba la existencia de los estados motivacionales intrínsecos al hombre, veía
totalmente innecesario su estudio ya que no los considera factores causales de la
conducta. La conducta operante fue el centro de atención de esta línea teórica,
definidas como “respuestas emitidas sin que necesariamente esté presente un
estímulo.

Las neuronas del área tegmental ventral constituyen la mayor parte de las
proyecciones mesolímbicas y mesocorticales que participan en la recompensa.
Estas neuronas envían sus axones al núcleo accumbens, al estriado y a la corteza
frontal, tres estructuras a las que se atribuye una participación en la motivación.
Cuando se entrena a un animal para que se autoestimulan eléctricamente, estos
estímulos activan neuronas dopaminérgicas en el área tegmental ventral,
aumentando así la producción de dopamina en las sinapsis de las proyecciones
mesolímbicas y mesocorticales. Las vías asociadas con las neuronas
dopaminérgicas son también objetos óptimos para la autoestimulación eléctrica.
(Kandel, 2000). Las alteraciones emocionales son estados transitorios usualmente
debidos a situaciones percibidas por los individuos como amenazantes o de
peligro. Entre las más frecuentes se encuentran la ansiedad, la ira o el estrés
(Spielberger, 2001). El trastorno depresivo surge como una alteración donde se
incluye dentro de los trastornos afectivos, que se caracterizan por descenso del
humor, pensamientos pesimistas, falta de disfrute, reducción de la energía,
alteraciones del sueño, cierta ansiedad, lentitud, falta de concentración y baja
autoestima; síntomas frecuentes en la práctica médica general y hospitalaria,
aunque no siempre detectados cuando se asocian a síntomas físicos (Gelder,
2000).

Referencias:
Gonzalez, M. (2006). Aspectos Psicológicos y Neurales en el Aprendizaje del Reconocimiento de
Emociones. Temuco, Chile. Revista Chilena de Neuropsicología. 1, 21-28.
https://www.redalyc.org/pdf/1793/179317886003.pdf.

Perez, G. (2012). Estilos de vida y trastornos emocionales. Mérida, Venezuela. Educere. 16, 339-
344. https://www.redalyc.org/pdf/356/35626140017.pdf.

Lopéz, D. El Sistema Límbico y las Emociones. Distrito Federal, México. Psicología Iberoamericana.
17, 60-69. https://www.redalyc.org/pdf/1339/133912609008.pdf.

Palmero, F. Motivación y biología. (2001). Revista electrónica de motivación y emoción. 8, 20-21.


http://reme.uji.es/articulos/numero20/6motibio/reme.numero.20.21.motivacion.y.bilo gia.pdf.

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