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FEMINISMO RADICAL

El feminismo radical surgió a finales de la década de los sesenta primero en EE.UU. y


después, a partir de los setenta, se desarrolló en Europa y América Latina. El estallido
feminista fue tan potente en movilizaciones sociales y en conceptualizaciones teóricas
que dio lugar a una poderosa ola vindicativa, que el feminismo ha nombrado como la
tercera ola. El feminismo radical surgió en el interior de la nueva izquierda. Las
feministas radicales confiaron en que la izquierda podría asumir como propias las
vindicaciones feministas. Sin embargo, no fue posible y después de diversos
desencuentros la ruptura se hizo inevitable en 1967.

El feminismo radical articulará su análisis crítico sobre cuestiones relacionadas con la


sexualidad. Partirá de que el origen de la opresión patriarcal se encuentra en el control
masculino de las capacidades sexuales y reproductivas de las mujeres. Por eso dirige
primordialmente el foco hacia la familia patriarcal y hacia la prostitución, porque a
través de ambas instituciones se controla la sexualidad y la reproducción de las mujeres.
El análisis radical conceptualiza la familia como un espacio privilegiado para identificar
las relaciones fundacionales del poder patriarcal. Y también de violencia y abuso sexual.
El feminismo radical ilumina las formas que adopta la jerarquía patriarcal en el espacio
privado-doméstico. Por eso Kate Millett, una de las grandes teóricas del feminismo
radical, en su libro, Política Sexual, argumenta que lo personal es político.

Para las feministas radicales todo lo que ocurre dentro de las paredes del hogar, todo lo
que ocurre en las relaciones íntimas de las parejas heterosexuales, son relaciones
políticas. Y por eso, precisamente, lo personal es político. Ninguna de las realidades que
se desarrollan en la intimidad deja de ser objeto de estudio preferente para las feministas
radicales: el amor, la sexualidad, los celos, la violencia, los abusos sexuales o el trabajo
gratuito que se realiza en el hogar, entre otros. Todos son hechos políticos. Y como tal
deben ser analizados.

Es la primera vez en la historia del feminismo que se pone el foco en las relaciones
entre hombres y mujeres en el marco de la familia patriarcal y del espacio privado-
doméstico. Las feministas radicales interpelaron tanto a la derecha como a la izquierda,
pues pusieron en cuestión una de las premisas que ambas teorías políticas habían
aceptado: que el espacio privado era sagrado, un espacio de intimidad, ajeno a la ley y al
Estado. Ellas convirtieron en político lo que los demás paradigmas, incluidos los
críticos, habían nombrado como natural.

Desde esta perspectiva hay que señalar que el feminismo radical proporciona un marco
analítico eficaz para entender el significado de la prostitución, la pornografía y los
vientres de alquiler. La sombra del feminismo radical es tan alargada que se ha
convertido en el feminismo más influyente del siglo XX, sobre todo porque, al poner el
foco en la sexualidad y en la reproducción como los núcleos sobre los que se sustenta la
opresión patriarcal, ha sido confirmado por la realidad. Las leyes de violencia patriarcal
o las cuentas satélite, entre otras, solo pueden ser explicadas por la lucha vindicativa del
feminismo radical.

Sin embargo, el feminismo radical no focalizó toda la subordinación de las mujeres en


el control sexual y reproductivo. Tuvieron plena conciencia de la complejidad del
sistema patriarcal y de la explotación económica del capitalismo. También analizaron la
existencia de otras opresiones y desigualdades, tal y como explica Kate Millett en el
maravilloso Epílogo a su Política Sexual. En la obra de esta autora se encuentran las
primeras notas hacia una teoría del patriarcado, en la que explica que el patriarcado es
un sistema de dominio que se apoya en un conjunto de pactos que realizan los varones
entre sí para asegurarse el dominio y control sobre las mujeres. A partir de ese momento
y gracias al feminismo radical, la categoría de patriarcado se instaló en la teoría
feminista definitivamente.

La vindicación feminista radical fue tan contundente que movilizó conciencias, rearmó
ideológicamente a muchas mujeres e intentó colocar la cuestión feminista en el corazón
de la nueva izquierda. Otra cosa distinta es que la nueva izquierda lo recibiese sin
entusiasmo y con desconfianza. Después del feminismo radical nada volvió a ser lo
mismo ni para las mujeres, ni para el feminismo, ni para el sistema patriarcal.

Bibliografía

COBO, ROSA, Hacia una nueva política sexual, Libros de la Catarata, Madrid, 2011.
FIRESTONE, SHULAMITH, La dialéctica del sexo, Kairós, Madrid, 1976.
(Publicación original en 1970).

MILLETT, KATE, Política Sexual, Cátedra, col. Feminismos, Madrid, 1995.


(Publicación original en 1969).

PULEO, ALICIA H., “Lo personal es político: el surgimiento del feminismo radical”,
en Celia Amorós y Ana de Miguel (Eds.), Teoría Feminista: de la Ilustración a la
Globalización (Tomo 2), Minerva Ediciones, Madrid, 2005.

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