De por qué es necesario un feminismo descolonial - Espinosa Miñoso
El feminismo Ha logrado compartir la historia de un mismo origen y convicciones o
principios fundamentales, hay al menos dos convicciones entre feministas de cualquier índole. Por un lado, comparte una situación de subordinación, opresión o dominación de “las mujeres” como género en la historia por un sistema estructural de poder que coloca a los varones al frente del control de las instituciones, la construcción del saber sobre el orden del mundo y lo que se entiende como “capacidad reproductiva de las mujeres”; este sistema es un patriarcado universal. existe una necesidad histórica de aparición del feminismo como un movimiento social que aglutina a “las mujeres” y que busca revertir el orden específico de dominación que le es propio, será como un movimiento universal. por eso reconocemos al feminismo como una revolución político-cultural producto de la modernidad y del progreso de la humanidad; un movimiento producido, desarrollado y liderado por las mujeres cuyos primeros estallidos ocurren en Europa y resurge a mediados del siglo XX en los Estados Unidos, para luego expandirse en el resto del mundo. todos los feminismos tienen problemas claves en la interpretación y comprensión de la dominación basada en género/sexo y su manera de revertirla. El feminismo descolonial avanza poniendo en duda la unidad de “las mujeres” pero de una manera radicalmente inédita. Su tarea es de reinterpretación de la historia en clave crítica a la modernidad, no solo por su androcentrismo y misoginia, sino por su carácter racista y eurocéntrico. Así, el feminismo descolonial cuestiona la lectura de un “progreso en la conquista de derechos de las mujeres” en Europa, Estados Unidos y algunos países “adelantados” porque es reproductor de la idea de Europa como comienzo y fin de la historia y de la modernidad como el gran proyecto de superación al que ha de llegar todo grupo humano. Por otro lado, se denuncia la manera en que ese programa es una falacia que solo se sostiene gracias a la sombra que proyecta sobre el resto de todo lo existente. Ya que funciona como un comodín celebrando “triunfos” del movimiento feminista que representan un avance dentro del orden de las democracias moderno-liberales y que desde la mirada feminista de colonial, aseguran un bienestar para 1 en detrimento de la gran mayoría racializada. Ese “proyecto feminista” que aspira a la superación de la “desigualdad de género” o de la dominación y opresión de las mujeres, y que dicen no escatimar por origen y condición, se nos torna ya no solo insostenible, sino un impedimento para una real transformación que trastoca los sentidos de la organización social y el orden histórico-político-económico en su conjunto. Entonces existe la necesidad de un feminismo que se nutre de los aportes teóricos del análisis de la colonialidad y del racismo, un feminismo que se haga cómplice de los movimientos de comunidades autónomas y de la restitución de genealogías perdidas, reelaborando los horizontes de utopía conocidos y avalados universalmente. El feminismo descolonial se fue definiendo desde las críticas y los desafíos colocados por las mujeres negras, indígenas y de color del llamado “tercer mundo”. ¿De qué hablamos cuando hablamos del feminismo descolonial? El feminismo descolonial se trata de un movimiento en pleno crecimiento y maduración, revisionista de la teoría y la propuesta política del feminismo dado su sesgo occidental, blanco y burgués. María Lugones, feminista Argentina, escribió sobre el encuentro entre la perspectiva de la interseccionalidad con el proyecto de investigación modernidad/ colonialidad: Por un lado, trabajó sobre género, Raza y colonización que constituye a los feminismos en los Estados Unidos y en el tercer mundo. Demuestra la exclusión histórica y teórico-práctica de las mujeres no-blancas de las luchas liberatoria llevadas a cabo en el nombre de la Mujer. Toma el concepto de la colonialidad del poder y la entrelaza con el análisis que permite llegar al “sistema moderno-colonial de género”. entonces el feminismo descolonial recoge, revisa y dialoga con el pensamiento y las producciones que vienen desarrollando pensadoras, feministas o no, de descendencia africana, índigena, mestiza popular, campesina, migrante racializada, como académicas blancas comprometidas. *En primer lugar, el feminismo descolonial es un heredero del feminismo negro y tercermundista en los Estados Unidos, en su crítica a la teoría feminista clásica y su propuesta de un tratamiento internacional de las operaciones. así recupera el legado de las mujeres y feministas afrodescendientes e indígenas que desde América Latina han planteado el problema de su invisibilidad e interiorización dentro de sus movimientos. *En segundo lugar, el legado crítico para el feminismo poscolonial con su idea de violencia epistémica; la crítica al colonialismo de la Academia feminista asentada en el norte y la idea de privilegio epistémico. *En tercer lugar, propongo la idea de pensar la corriente feminista autónoma latinoamericana desarrollada en los 90 en su denuncia de la dependencia política y económica que introducen las políticas desarrollistas en los países del tercer mundo, así como los procesos de institucionalización y tecnocrátización los movimientos sociales que impone una agenda global de derechos útil a los intereses neocoloniales. *En cuarto lugar, hay que mencionar las contribuciones de las teorías feministas occidentales que aportan metodologías y categorías de análisis que llegan a ser útiles en la revisión crítica del feminismo y pueden llegar a funcionar de manera distinta Armando una etapa intermedia en la tarea de descolonizar el feminismo. *Por último, Es clave la investigación y preocupación de la pero allí fuera producción de la corriente crítica latinoamericana desde donde se lleva a cabo una historización de la modernidad occidental como producto del proceso de conquista y colonización de América. Esto permite una revisión de las categorías de clasificación social y racista que elige a Europa como centro de la civilización. los aportes en construcción del feminismo descolonial: María Lugones pero pone considerar el sistema moderno colonial de género como aquel mediante el cual el colonizador produce impone a los pueblos colonizados un régimen epistémico de diferenciación jerárquica que distingue lo humano y lo no humano, y del cual se desprenden las categorías de clasificación social de raza-género. para lunes la categoría de género es correspondiente solo humano, los seres de razón cuyo origen es europeo. para esta mirada colonial, las poblaciones colonizadas no reproducían un orden de razón, sino que formaban parte de un orden natural, un estadio anterior de la evolución de la especie. es así como la gente de los pueblos nativos de las tierras recién descubiertas estaban más cerca de las bestias que de los humanos. esta diferenciación que se aplica a los pueblos colonizados y esclavizados es de dimorfismo sexual macho y hembra. Las prerrogativas de clase, raza/etnia y hegemonía heterosexuales que dividen a las “mujeres” el sur hacen imposible un llamado a la solidaridad más allá de las fronteras, ya que termina encubriendo y siendo afín a los intereses de las mujeres blancas-mestizas de las burguesías nacionales y el programa global capitalista neocolonial. Ochy Curiel Reconoce los aportes de las feministas negras en los Estados Unidos y en América Latina, plantea que las feministas racionalizadas afrodescendientes e indígenas han profundizado en los años 70 el entramado de poder patriarcal y capitalista desde donde han definido sus proyectos políticos. así se dispone a recuperar las voces de las mujeres y feministas negras e indígenas mostrando cómo sus aportes han sido claves en el orden demostrar la vinculación entre racismo, sexismo y formas contemporáneas de colonialismo. propone una “antropología de la dominación” como aquella que permitiría develar las formas, maneras, estrategias y discursos que van definiendo a ciertos grupos sociales como “otros” y “otras” desde lugares de poder y dominación. Hacer una antropología de la dominación significa hacer etnografía de este norte y el norte que existe en el sur, de una solidaridad transnacional basada en privilegios, debemos hacer etnografía de nuestros lugares y posiciones de producción de los privilegios. Aura Cumes, intelectual de origen maya, propone analizar las relaciones entre hombres y mujeres dentro de la sociedad maya y encuentra huellas de un “patriarcado de baja intensidad” y llega a 3 conclusiones: primero, en el Popol Wuj predomina la noción de “winaq” se traduciría como una persona o gente sin atribución de género. En segundo lugar, observa que en el mito del origen maya hay una idea de pares interrelacionados, deidades femeninas y masculinas con capacidad de acción y con la misma relevancia en la creación del universo. Aparece la idea de dualidad, complementariedad y equilibrio, sin embargo, es obvio que el paso de la deidad a los seres de carne y hueso implica una pérdida de poder para las mujeres. Finalmente, se va estableciendo una dominación masculina sobre las mujeres que daría lugar a la conformación de un patriarcado. Otra intelectual de origen maya, Gladys Tzul, hace aportes fundamentales a este campo de análisis a partir de documentar las formas de Gobierno comunal indígenas y preguntarse por los intereses de las mujeres dentro de las milenarias luchas anticoloniales la experiencia organización política autónoma. Qué desean las mujeres indígenas: que la lucha y el deseo de las mujeres que viven en tierras comunales Se expresa en la ampliación de los términos de inclusión dentro de la trama, para tener pleno acceso al uso y a la herencia comunal de la tierra, y para que su condición de pertenecer no sea mediada por los apellidos masculinos. Esta mirada coloca a las mujeres indígenas en un campo de poder donde ellas son activas protagonistas por y desde la tierra comunal y aparecen como hacedores de estrategias jurídicas y políticas que garantizan la perdurabilidad de la tierra en la política comunal. Celenis Rodríguez, intenta demostrar la relación entre los discursos y las políticas públicas de género que Sustituyen a nivel nacional y muestran a las últimas como instrumentos que permiten operatividad los lineamientos que emanan del aparato del desarrollo. encuentra una misma manera de construcción de los problemas de las mujeres que se mantiene tanto en los documentos producidos por los organismos multilaterales de ayuda al desarrollo como en los documentos de política a nivel nacional. así la situación de las mujeres está anclado a una idea de progreso lineal de la historia y de la emancipación de la mujer; “la caracterización del problema-mujer recurriendo a los datos estadísticos existentes en materia de control natal, tasas de alfabetismo/ acceso a la educación y participación en el mercado laboral a la producción de la mujer pobre del tercer mundo como aquella índigena, afrodescendiente, campesina, popular y rezagada que la subordinan y necesitada por lo tanto de la ayuda estatal e internacional”. Tanto en los discursos del desarrollo como las políticas públicas de equidad de género “la emancipación de la mujer aparece inextricablemente ligada a los procesos de modernización y occidentalización”. ¿Hacia el fin de la política de identidad? desde los 90 subimos que nuestros intereses no eran comunes a las feministas institucionales y nos hemos visto obligados a preguntarnos por la “naturalidad” el sujeto “mujeres” del feminismo y los debates de la diferencia sexual. es por eso que un feminismo sin mujeres, como lo proponía un grupo “posfeminista” en Chile, es una idea descabellada. Desde la idea de sujetos blancos-mestizos Burgueses y todas las identidades genéricas y sexuales junto con los movimientos sociales urbanos contemporáneos se podría estar trabajando también por un proyecto feminista antirracista y descolonial, cómo haciendo un trabajo contra su propio privilegio y contra los regímenes que lo hacen posible. Sería seguir pensando a las mujeres como grupo, sin dar cuenta que dentro de esos “otros” también cabrían “mujeres”, así como dentro del “nosotras” cabrían masculinidades subalternas. hay que dejar de seguir reproduciendo la idea de que para luchar contra un régimen hay que hacer sí o sí el sujeto producido y sujetado por este régimen. Si admito que hay “mujeres” que gozan de prerrogativas y privilegios imposibles para otra parte de las mujeres, se vuelve complicado justificar una postura separatista solo asentada en el “ser mujer” producida por el patriarcado. hay compañeras blanco-mestizas, tanto latinoamericanas, europeas como norteamericanas que están trabajando por construir un movimiento feminista antirracista y ponen el cuerpo en esta lucha que es des instaladora de su propio lugar del poder. lo mismo que los compañeros racializados que no puede seguir postergando la reflexión sobre cómo la colonialidad de género ha producido lugares de privilegio para el varón. Ella, ustedes, nosotras, estamos acá no porque ocupemos lugares “exclusivos” de opresión o privilegio; estamos acá porque estamos comprometidas en combatir aquello que produce estos lugares diferenciados y por qué estamos dispuestas/os a perder los lugares de privilegio. hay regímenes de poder imbricados, hay estructuras que lo sostienen, hay cuerpos marcados con mayor intensidad y al final todo cuerpo está marcado dentro de esta multiplicidad de fracturas entre cuerpos. y hay procesos que llevan a la conciencia por la cual se asume una voluntad política de enfrentar estas marcas y aquello que produce las marcas. Esto no solo es posible sino deseable, comprenderlo hace que muchos compañeros y compañeras feministas antirracista y des coloniales sean respetuosos de “nuestros” espacios y vengan trabajando su propio ser feminista. la política que se precisa para enfrentar el sistema mundo moderno colonial patriarcal, es una que nos permita caminar con quienes así se dispongan a enfrentar la opresión y la dominación en su conjunto.