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Este documento resume los conceptos de fuerza ilocucionaria y fuerza perlocucionaria propuestos por John Austin en su teoría de los actos de habla. Explica que un acto de habla consiste en tres actos: el acto locucionario que es la emisión de palabras, el acto ilocucionario que es la función que cumple el enunciado, y el acto perlocucionario que son las consecuencias del enunciado. Mientras los actos ilocucionarios dependen de la intención del hablante y la comprensión del oyente, los actos
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Título original
Efectos ilocucionario y perlocucionario Luis Gustavo Flores de Leon
Este documento resume los conceptos de fuerza ilocucionaria y fuerza perlocucionaria propuestos por John Austin en su teoría de los actos de habla. Explica que un acto de habla consiste en tres actos: el acto locucionario que es la emisión de palabras, el acto ilocucionario que es la función que cumple el enunciado, y el acto perlocucionario que son las consecuencias del enunciado. Mientras los actos ilocucionarios dependen de la intención del hablante y la comprensión del oyente, los actos
Este documento resume los conceptos de fuerza ilocucionaria y fuerza perlocucionaria propuestos por John Austin en su teoría de los actos de habla. Explica que un acto de habla consiste en tres actos: el acto locucionario que es la emisión de palabras, el acto ilocucionario que es la función que cumple el enunciado, y el acto perlocucionario que son las consecuencias del enunciado. Mientras los actos ilocucionarios dependen de la intención del hablante y la comprensión del oyente, los actos
Carneé: 201840007 Huehuetenango 6 feb. 22 fuerza ilocucionaria y fuerza perlocucionaria Hasta ahora, todos los ejemplos de realizativos analizados son enunciados en primera persona del singular, presente del indicativo y voz activa. ¿Todos los realizativos adquerirán esta forma? La respuesta es negativa. Podemos imaginar fácilmente enunciados que, bajo otras formas gramaticales, son indudablemente realizativos: Se ruega a los presentes no fumar Mañana ire a tu casa Está despedido Este tipo de enunciados fueron llamados por Austin realizativos primarios y pueden ser parafraseados por realizativos explícitos: Ruego a los presentes no fumar Prometo que mañana iré a tu casa Declaro que usted está despedido Nos encontramos aquí con que los realizativos se vuelven similares en su aspecto gramatical a los constatativos. ¿Cómo hacer para diferenciarlos? Luego de analizar todas las posibilidades de diferenciación, Austin no encuentra ninguna viable, sino, por el contrario, numerosos puntos de contacto entre ambos tipos de enunciados. Esto lo lleva a reconsiderar el sentido en que “decir algo” es “hacer algo”. Postula así que en el acto lingüístico coexisten tres actos diferentes: a) actos locucionarios: la emisión de ciertas palabras en una determinada construcción y con un cierto significado. Implica el acto físico de emisión de ciertos sonidos, el hecho de que esos sonidos constituyen fonemas y además el significado de las palabras emitidas, entendiendo por significado, aclara Austin “sentido y referencia”. b) actos ilocucionarios: la manera en que se usa la locución, ya que el mismo enunciado puede tener funciones muy diferentes. Realizar un acto locucionario es siempre realizar un acto ilocucionario. No hay uno sin el otro. Austin introduce aquí el concepto de fuerza ilocucionaria: “expresé que realizar un acto en este nuevo sentido es realizar un acto ilocucionario. Esto es, llevar a cabo un acto al decir algo, como cosa diferente de realizar el acto de decir algo. Me referiré a la doctrina de los distintos tipos de función del lenguaje que aquí nos ocupan, llamándola doctrina de las fuerzas ilocucionarias”. La fuerza ilocucionaria no se desprende de las palabras en sí, sino del contexto en que son utilizadas. Así, Austin diferencia entre el significado de una oración (que envía al acto locucionario) y su fuerza (que constituye el acto ilocucionario). c) actos perlocucionarios: las consecuencias o efectos que el acto de habla tiene sobre el auditorio, sobre el hablante o sobre otras personas. La singularidad del acto locucionario parece bastante clara, pero en un primer acercamiento no son tan nítidas las diferencias entre el acto ilocucionario y el acto perlocucionario, ya que ambos remiten a las concecuencias que acarrea el enunciado. Para Austin la diferencia fundamental está en el carácter convencional de las consecuanecias de los actos ilocucionarios, mientras que las de los perlocucionarios siempre son no convencionales (y como tales pueden ser o no queridas por el locutor). Enunciar, como en el ejemplo, “Bautizo este barco Queen Elizabeth”, evidentemente tiene consecuencias: el barco pasa a ser llamado de esa manera y referirse a él como “Venus del Mar” es francamente inapropiado. De la misma forma si digo “Te apuesto cien pesos a que mañana va a llover” (y si el destinatario de mi locución acepta la apuesta), deberé atenerme a las consecuencias: cobrar los cien pesos si llueve, pagarlos si no llueve, o exponerme al descenso de mi credibilidad si no cumplo lo pactado. Por otra parte un observador de la última situación puede decir de mi actitud: “Está fanforraneando”; o, en las circunstancias apropiadas (supongamos que el destinatario de la apuesta ha invertido todo su dinero en un comercio al aire libre y la lluvia ha sido incesante todo el verano, por lo que está a punto de quebrar), puede pensar “Lo está humillando”. Fanforranear, humillar, insultar, amenazar, son todas acciones que desarrollamos por medio del lenguaje, pero no son convencionales. Estas últimas constituyen actos perlocucionarios, a diferencia de las del párrafo anterior que eran actos ilocucionarios. Los actos perlocucionarios operan como una suerte de interpretaciones, por parte del receptor o de terceros, del acto lingüístico. Por ello, no se prestan al uso de la primera persona en tiempo presente. Tan es así que el lenguaje ordinario ni siquiera contempla expresiones como “Yo lo humillo”, “Yo fanfarroneo”, “Yo lo insulto”, etc.
El acto perlocucionario se diferencia del ilocucionario que depende exclusivamente de la
emisión y la intención del hablante y de la comprensión de la fuerza y esa intención por parte del oyente. Se realiza un aporte novedoso respecto a los efectos. La autora señala que, a partir del acto perlocucionario incluido en la versión austiniana, el acto de habla adopta una orientación dialógica particular: el acto locucionario determina el sentido y la referencia, el acto ilocucionario articula la brecha entre los participantes a través de su invitación a responder y el acto perlocucionario manifiesta el logro de un objeto perlocucionario como convencer o persuadir. Desde el punto de vista de la organización secuencial, los tres actos son realizados simultáneamente y, por lo tanto, la noción austiniana de acto de habla no se reduce al dominio del hablante, como en la concepción unilateral de Searle, sino que subraya la naturaleza dialógica y secuencial del acto de habla. Esa orientación dialógica no sólo se hace evidente en el hecho de que se intenta lograr la comprensión del hablante, sino que también está implícita en la distinción austiniana entre efectos intentados y no intentados, por un lado y entre logro y realización, por otro.