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Universidad Técnica Particular de Loja

Derecho a la Defensa establecido en la Constitución, la notificación en materia Tributaria


Artículos 107, 114. 1 del Código Tributario y la sentencia analizada en clase respecto a
esta temática.

El derecho a la defensa coexiste entre sí con sus distintas perspectivas en base a líneas
evolutivas que plantean su desarrollo según ciertos factores desencadenantes de la
humanidad, pero su origen genuino nace como una necesidad propia del derecho o ley
por persistir en el factor “justicia y equidad”, no solo como una mera formalidad, sino como
un mecanismo que implica el correcto e equivalente uso del proceso pertinente para
acceder a dicha justicia, Ecuador históricamente adquirió este término en su mayor
apogeo con la creación de su Constitución de 2008 y su adhesión a varios tratados, como
la Convención Americana de Derechos Humanos también denominada Pacto de San, así
como en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos,
reconocer el derecho a la defensa enmarca una nueva línea jurisprudencial para los
ciudadanos, partiendo desde el inicio del proceso, notificación, contrayendo cada uno de
los requisitos, formalidades y procesos a ejecutarse, hasta hallar su máximo goce en
materia no solo de derechos humanos, sino en el marco de la propias garantías
jurisdiccionales-procedimentales, respetando los principios en los cuales se encuentra
meramente fundado.

El derecho a la defensa es un derecho fundamental y por ende un principio, constituye el


resguardo de los procedimientos, fases e incluso requisitos jurisdiccionales, que forman
parte del debido proceso, agregándole así un sentido de justicia y validez, concretamente
se indica que es un derecho personal de quien lo invoque, posibilitando tanto en materia
de derechos humanos, como procedimental- jurídica, el cuidado o la lucha por los
intereses de determinado individuo, pero colectivamente este derecho si bien debe ser
individualizado en cada caso para desarrollar su mayor goce, no implica una inequidad
entre todos aquellos que se encuentran bajo el resguardo de la constitución o norma
madre, así como sus derivados jerárquicamente.
El origen teórico de este derecho se materializa con tres líneas evolutivas destacadas,
como menciona el autor Jorge Vázquez Ricci en su Libro “La Defensa Penal”,
manifestando:

a. Aquella que proviene de la capacidad real del individuo de refutar cualquier


ataque a su esfera personal (…) que en la realidad jurídica actual aparece más
bien como una causa de justificación; b. El pensamiento jurídico esencialmente
dentro de las formas o prácticas procesales; y c. No se puede olvidar que con el
sistema penal inquisitivo se dio un retroceso del derecho a la defensa e
monárquicos, es en este momento donde vemos la influencia de un concepto
político relacionado con el valor de la seguridad jurídica, no se puede decir que en
regímenes absolutistas los súbditos gocen de todas las garantías que se
consagran en un Estado democrático (p. 80).

Cuando nos referimos a que el derecho la defensa no solo es un derecho que se puede
invocar para proteger un determinado interés, sino que se encuentra vinculado con el
procedimiento propio para su efectivización, debemos tener claro que el proceso como tal
no opaca la capacidad jurídica que esta intrínsecamente ligada a este derecho, es decir el
derecho como tal se encuentra consagrado en la norma madre, pero para que se pueda
acceder al mismo necesita no solo ser parte de un procedimiento o sus fases, sino que
puede presentarse como una acción de defensa en caso de violación de este principio,
que desencadenaría la vulneración de este y otro derechos y garantías propias del debido
proceso:

El proceso no constituye el derecho de defensa, sino que debe regular las


oportunidades debidas de manifestación; un procedimiento de cualquier género,
que al margen o en violación de la garantía de defensa, devendría
insalvablemente nulo, carecería de efectos jurídicos válidos y debería ser
jurisdiccionalmente revisado. Porque también de la índole sustantiva del derecho
de defensa se deriva, como ha sido explicitado por la jurisprudencia Argentina que
su ámbito de aplicación se extienda sobre toda relación jurídica en la que, a
resultas de la misma, uno de los integrantes pueda experimentar el menoscabo o
privación de un derecho o un bien (Vázquez. J, 1996, p. 80).

El objetivo principal del derecho a la defensa se refuta en la propia “defensa”, como ya se


mencionó con anterioridad tiene la capacidad de ser un derecho presente indudablemente
vital, sin dejar por ello de constituir una acción para corresponder a ciertas violaciones que
puedan presentarse en el proceso, indicando entre sus objetivos derivados, la
aseguración de la efectiva realización de los principios procesales-jurisdiccionales y
claramente este derecho se encuentra vinculado al derecho a la seguridad jurídica, ya que
el irrespetar el principio del derecho a la defensa también vulnera la validez que tiene las
leyes o normativas, su peso, claridad y exigibilidad.

En la República del Ecuador, como antecedente una de las primeras incidencias del
derecho a la defensa o lo más allegado constaba en el numeral 5 del Art. 24 de la
Constitución Política del Ecuador de 1998, donde se señalaba que: “los ciudadanos
ecuatorianos tenían el derecho de contar, en cualquier diligencia judicial, pre procesal o
administrativa, con la asistencia de un abogado defensor particular o nombrado por el
Estado, así la pena de carecer de eficacia probatoria, en aquella época, la defensoría
pública como tal no tenía connotación constitucional” (Rodríguez, M. 2018, párr. 1).

En este sentido, se dio un eje convergente entre la Constitución de 2008 y el derecho a la


defensa y su desarrollo, posibilitando no solo a una mayor riqueza jurídica de su definición
y alcance, sino que el país dirigiera su visión a un plano garantista- procedimental, en
contexto en la carta magna, art. 76, se señala que “En todo proceso en el que se
determinen derechos y obligaciones de cualquier orden, se asegurará el derecho al
debido proceso que incluirá las siguientes garantías básicas…”. El alcance de este
derecho vital va vinculado con el desarrollo y realidad nacional de la propia población, la
adhesión órganos internacionales, solo respaldo la creciente fuerza humanitaria, se
vinculó a la Convención Americana de Derechos Humano, la cual ratificó el 8 de
diciembre de 1977, en la cual consta en su art. 8, garantías jurisdiccionales y similares,
que solo potencializan este principio, en este sentido, el artículo 8 de la Convención
Americana de Derechos Humanos (CADH) reconoce las garantías judiciales, y en los
numerales 2, 3 4 y 5 establece las garantías mínimas que la defensa debe tener 1 Las
garantías judiciales para el adecuado ejercicio del derecho de la defensa son
fundamentales para asegurar un debido proceso y el principio de equidad de armas que
debe existir en todo proceso. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
establecido que el debido proceso:

Abarca las condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa
de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo la consideración judicial”.
Así también, la instancia internacional ha expresado que el debido proceso
constituye un límite a la actividad estatal y se refiere al conjunto de requisitos que
deben observarse en las instancias procesales a efectos de que las personas
estén en condiciones de defender adecuadamente sus derechos ante cualquier
acto del Estado que pueda afectarlos (párr. 28).

Centrándose en el proceso que lleva consigo dar origen al derecho a la defensa, se


caracteriza principalmente cuando una de las partes o cualquier individuo lo ejerzan, es
decir inicien determinado procedimiento de cualquier índole en las distintas materias
jurídica que recoge el derecho, seguido claramente de la citación o notificación de este
proceso a la parte implicada. La citación, es el medio por el cual las personas pueden
conocer todas las actuaciones del órgano judicial, y a partir de ello ejercer su derecho a la
defensa y en el caso de la notificación, se practica la obligatoriedad con la que se debe
transmitir un aviso al acusado y al abogado defensor, con la suficiente antelación, para asi
no generar inequidad bajo ningún medio, ni la exclusión del proceso.

Ejemplificando este trámite, en materia tributaria, el art. 105 del Código Tributario
Ecuatoriano, nos remonta a una conceptualización mucho más sólida de la propia
materia, en la que recae como “un acto por el cual se hace saber a una persona natural o
jurídica el contenido de un acto o resolución administrativa, o el requerimiento de un
funcionario competente de la administración en orden al cumplimiento de deberes
formales”. En este caso se referencia el hecho de transmitir la otra parte un mensaje
concreto sobre dicho acto, esta notificación constituye una acción importante que cumple
con la función de brindarle a la parte contraria el aviso previo sobre dicho acto,
cumpliendo con la responsabilidad de que el individuo pueda tomar decisiones sobre esta
notificación y ejerza su derecho a al defensa, lo cual según art. 107 del mismo Código,
indica que esta puede llevarse a cabo bajo distintas modalidades y parámetro, como
puede ser en persona, por boleta, por correo certificado o por servicios de mensajería, por
la prensa o gaceta tributaria digital, por oficio, en los casos permitidos por este Código, a
través de la casilla judicial que se señale, entre otro medios para hacer llegar esta
información de “aviso”, en caso de no ser efectiva la notificación ya habiendo implicado
los recursos antes mencionados, puede optarse por realizarla de manera tacita.
Contextualmente, se genera otro factor o ítem a tener en cuenta, como es el “horario de
notificación”, puesto que si bien se puede notificar las veinte y cuatro horas del día (24h),
se debe comprender cuando surtirá efecto o será considerada efectiva dicha notificación,
“si la notificación fuere recibida en un día u hora inhábil, surtirá efectos el primer día hábil
o laborable siguiente a la recepción” (art. 114.2 del Código Tributario).
En conclusión, el derecho a la defensa constituye un derecho vital, un principio y
mecanismo o procedimiento que guarda su efectividad en su acceso y poder para ser
ejercido bajo toda circunstancia el goce del debido proceso. A pesar de las distintas
corrientes que ha tenido que atravesar el derecho a la defensa en nuestro país, Ecuador,
apoyándose en el desarrollo de la nación y elementos internacionales, ha definido una
clara vinculación de este derecho con otros derechos parte, como el derecho a la
seguridad jurídica, equidad e igualdad, justicia y demás correspondientes para reclamar
un derecho puro y nato de cada ser humano. El derecho a la defensa genera la obligación
de encontrarse bajo el principio de inmediatez y celeridad de dichos procedimientos,
impidiendo la violación de este. Los trámites, pasos o requisitos que son parte del proceso
a seguir para ejercer el derecho a la defensa, como la notificación, la cual constituye la
base de las diferentes etapas de cualquier procedimiento legal, no solo constituyen la guía
para pretender hacer uso del sistema de justicia, sino que materializan este principio.
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