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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES

CENTRO UNIVERSITARIO DE CHIMALTENANGO

-CUNDECH-

CURSO: DERECHO PROCESAL PENAL I

CATEDRATICO: DOCTOR WALTER PAULINO JIMENEZ TEXAJ.

SEXTO SEMESTRE

SECC “B”

TRABAJO INDIVIDUAL I

MARLON BRYAN ZULETA BATRES


REGISTRO 202040832
2 DE AGOSTO DE 2022
INTRODUCCION

A continuación, se presentan temas debidamente identificados que son de


suma importancia para el desarrollo de nuestro aprendizaje en la carrera como
futuros profesionales por lo que quisiera puntear detalles muy importantes
como lo es en la Tutela judicial efectiva que es un derecho constitucional por el
que toda persona puede ejercer libremente la defensa de sus derechos e
intereses legítimos ante la jurisdicción. Toda persona debe tener libre acceso a
los tribunales, dependencias y oficinas del Estado, para ejercer sus acciones y
hacer valer sus derechos de conformidad con la ley.

La seguridad jurídica se debe entender como aquel principio del derecho, l a


seguridad jurídica adquiere relevancia al momento de la toma de decisiones, pues
a través de esta se permite al individuo predecir cuál es la consecuencia jurídica
de determinado acto en la vida de una persona. Sin embargo, existen casos en los
que las normas no son claras o permiten diversas interpretaciones. Es acá donde
la jurisprudencia adquiere razón de ser como fuente del derecho, y por ende
garante de la Seguridad Jurídica. 

 La jurisprudencia entendida como “Conjunto de las sentencias de los


tribunales, y doctrina que contienen”. Es la encargada de complementar la ley,
es decir, por medio de ésta el juez brinda la interpretación del sentido correcto
de la norma, permitiendo de esa manera la previsibilidad con la que deben
contar los individuos sobre su forma de actuar.

El artículo 142 de la Ley del Organismo Judicial establece el plazo para


resolver e impone la multa a la infracción. Existiendo la excepción a la regla,
indicando salvo que la demora haya sido por causa justificada a juicio del
tribunal superior. Esta causa se hará constar en autos, para el efecto de su
calificación. Por lo que son de mucha importancia estos temas y
desenvolvernos bien en nuestra carrera profesional, estas y otras
investigaciones se presentan a continuación.
TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

En nuestros días, ante la presencia de un conflicto, en todo Estado


Constitucional (de derecho, democrático y social) virtualmente ha desaparecido
la posibilidad de autotutela o autodefensa (“justicia por mano propia”),
quedando la autocomposición y la heterocomposición como mecanismos
válidos y pacíficamente admitidos para solucionarlos. Actualmente desde el
propio Estado se alienta la autocomposición del conflicto, en el entendido que
la solución adoptada por los propios actores es mejor que la decidida por un
tercero, y se reserva a las personas que acudan a los órganos jurisdiccionales
del Estado, generalmente en última instancia, para resolver un conflicto de
intereses o eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia jurídica.

Sin embargo, pese a la modernidad de los ordenamientos procesales, el


servicio de justicia nuestro todavía no goza de aceptación social mayoritaria, lo
que nos lleva a concluir que es necesario continuar con la búsqueda, creación
y regulación legal de nuevas herramientas procesales que coadyuven a
mejorar el servicio, y esencialmente sirvan para dar tutela efectiva a los
ciudadanos. El mantenimiento de la paz social en justicia no se consigue
haciendo que el Estado sea depositario de la exclusividad de la función
jurisdiccional, o prohibiendo o sancionando punitivamente el ejercicio de la
autodefensa, es necesario y fundamental que el Estado sea capaz de crear
instrumentos adecuados y eficaces para satisfacer las pretensiones de los
justiciables que se formulan ante los órganos jurisdiccionales.

En la moderna perspectiva constitucional de promover los medios pacíficos de


solución de conflictos para evitar la “justicia por propia mano”, el
reconocimiento del derecho a la tutela jurisdiccional supone no desatender la
efectividad de los derechos que sus textos reconocen. La justa paz de la
sociedad únicamente será posible en la medida en que el Estado sea capaz de
crear instrumentos adecuados y efectivos de defensa jurídica para satisfacer
las pretensiones que ante él se formulan.

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es aquél por el cual toda persona,


como integrante de una sociedad, puede acceder a los órganos jurisdiccionales
para el ejercicio o defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a que sea
atendida a través de un proceso que le ofrezca las garantías mínimas para su
efectiva realización. El calificativo de efectiva que se da le añade una
connotación de realidad a la tutela jurisdiccional, llenándola de contenido. El
derecho a la tutela jurisdiccional “es el derecho de toda persona a que se le
haga justicia; a que cuando pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida
por un órgano jurisdiccional, a través de un proceso con garantías mínimas,
Bernardis define la tutela jurisdiccional efectiva como “la manifestación
constitucional de un conjunto de instituciones de origen eminentemente
procesal, cuyo propósito consiste en cautelar el libre, real e irrestricto acceso
de todos los justiciables a la prestación jurisdiccional a cargo del Estado, a
través de un debido proceso que revista los elementos necesarios para hacer
posible la eficacia del derecho contenido en las normas jurídicas vigentes o la
creación de nuevas situaciones jurídicas, que culmine con una resolución final
ajustada a derecho y con un contenido mínimo de justicia, susceptible de ser
ejecutada coercitivamente y que permita la consecución de los valores
fundamentales sobre los que se cimienta el orden jurídico en su integridad. Sin
embargo, no es suficiente que un derecho esté reconocido expresamente en
los textos constitucionales, pues la verdadera garantía de los derechos de la
persona consiste en su protección procesal, para lo que es preciso distinguir
entre los derechos y las garantías de tales derechos, que no son otras que los
medios o mecanismos procesales a través de los cuales es posible su
realización y eficacia. Es por ello que, muchas veces, se reclaman nuevas
formas procesales que aseguren, fundamentalmente, una tutela jurisdiccional
pronta y eficiente. Nuestro Código Procesal Civil de 1993, con una depurada
técnica legislativa, establece en el artículo I del Título Preliminar el derecho a la
“tutela judicial efectiva”.

Consiguientemente, es deber del Estado promover la efectividad del derecho a


la tutela jurisdiccional, que no sólo se limita al aspecto procesal, sino,
fundamentalmente, al aspecto material, en el sentido de resolver la pretensión
planteada. El panorama doctrinario relacionado con el Derecho Procesal Civil
se caracteriza, actualmente, por la exaltación de las bondades de la eficacia en
el proceso, situándola en lugar preferencial al punto que algunos hablan del
“eficientismo procesal”. Así, el italiano Proto Pisani expresó que “el principio de
efectividad no es apenas una directiva para el legislador sino también “un
principio hermenéutico del Derecho vigente”. Precisamente este valor tiene una
función instrumental respecto de otro valor de innegable jerarquía cual es la
“justicia”. Morello a su turno señala que “la efectividad de las técnicas (acciones
y remedios) y de los resultados jurisdiccionales es la meta que en estas horas
finiseculares signa la eficiencia en concreto de la actividad jurisdiccional, ese
propósito es notorio y cobra novedosa presencia como exigencia perentoria del
Estado de Derecho, en el clásico brocárdico: ubi remedium ibi ius”, que “la
exigencia de efectividad, representa el común denominador de cualquier
sistema de garantías. Es que la sola efectividad, en último análisis, permite
medir y verificar el grado variable de la protección concreta que reviste la
garantía tanto desde el punto de vista formal (o extrínseco) cuanto de
contenido (intrínseco) que es capaz de asegurar a la situación subjetiva que
abstractamente la norma procura proteger”, y finaliza: “Nosotros,
abarcativamente, predicamos la efectividad en un doble plano concurrente. Por
una parte, la idoneidad específica del remedio técnico (garantía) a utilizar, y, en
segundo lugar, la materialización que-a través de la jurisdicción- se debería
alcanzar como manifestación de concreción de la tutela recabada”. En cuanto a
su naturaleza, el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es de carácter
público y subjetivo, por cuanto toda persona (sea natural o jurídica, nacional o
extranjera, capaz o incapaz, de derecho público o privado; aún el concebido
tiene capacidad de goce), por el sólo hecho de serlo, tiene la facultad para
dirigirse al Estado, a través de sus órganos jurisdiccionales competentes, y
exigirle la tutela jurídica plena de sus intereses. Este derecho se manifiesta
procesalmente de dos maneras: el derecho de acción y el derecho de
contradicción.

Actualmente se sostiene que el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva


comprende: · Acceso a la justicia: La posibilidad de acceder a los órganos
jurisdiccionales, ya sea como demandante o demandado, con el propósito de
que se reconozca un interés legítimo. · El derecho a un proceso con todas las
garantías mínimas: Que sería, precisamente, el derecho al debido proceso. ·
Sentencia de fondo: Los jueces deben dictar, por regla general, una sentencia
sobre el fondo del asunto materia del petitorio para solucionar el conflicto
intersubjetivo de intereses o eliminar la incertidumbre, ambas con relevancia
jurídica; empero, en el caso de no poder entrar al fondo, porque no concurren
los presupuestos procesales y las condiciones de la acción, dictarán una
resolución fundada en derecho. · Doble instancia: Es la posibilidad que tienen
las partes de impugnar la sentencia que consideren contraria a derecho, con el
propósito de que sea exhaustivamente revisada por el superior jerárquico y, de
ser el caso, se expida una nueva sentencia adecuada. · Ejecución: Es el
derecho a solicitar y obtener el cumplimiento material efectivo de la sentencia
definitiva, pues resulta insuficiente la declaración de que la pretensión es
fundada o infundada (aún cuando se sustente en sólidos fundamentos
doctrinarios). La efectividad de las sentencias exige, también, que ésta se
cumpla (pese a la negativa del obligado) y que quien recurre sea repuesto en
su derecho violado y compensado, si hubiera lugar a ello, por los daños y
perjuicios irrogados; de lo contrario, las sentencias, y el reconocimiento de los
derechos que ellas comportan a favor de alguna de las partes, se convertirían
en meras declaraciones de intenciones. En este sentido, Jesús González Pérez
ha señalado que: “El derecho a la tutela jurisdiccional despliega sus efectos en
tres momentos distintos: primero, en el acceso a la justicia, segundo, una vez
en ella, que sea posible la defensa y poder obtener solución en un plazo
razonable, y tercero, una vez dictada la sentencia, la plena efectividad de sus
pronunciamientos. Acceso a la jurisdicción, proceso debido y eficacia de la
sentencia.

LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA COMO DERECHO CONSTITUCIONAL


Modernas Constituciones consagran el derecho a la tutela jurisdiccional
“efectiva” como derecho constitucional, al que antes se conocía como derecho
a la jurisdicción, y científicamente hablando como derecho, facultad, poder de
la acción. Germán Bidart Campos refiere que “personalmente utiliza y de
manera frecuente, la denominación nueva del clásico y viejo derecho a la
jurisdicción, no porque antes dejáramos de asignarle a éste el contenido amplio
que se tiende desde el acceso a la justicia hasta la sentencia última, sino
porque se expresa mejor en una fórmula clarísima cuál es el sentido que
debemos atribuir a la jurisdicción, a la acción, al proceso en todas sus etapas, a
su duración, y a la decisión que le pone término.
Es sumamente importante lo que enseña Jesús Gonzáles Pérez en cuanto a la
tutela jurisdiccional: “El derecho a la efectividad de la tutela jurisdiccional no
constituye en modo alguno una conquista del Estado Social de Derecho, ni
siquiera del estado de Derecho. La organización del poder público de modo
que quede garantizada la justicia le viene impuesto a todo Estado por principios
superiores que el Derecho positivo no puede desconocer. El derecho a la
justicia existe con independencia a que figure en las Declaraciones de
Derechos Humanos y Pactos Internacionales, Constituciones y leyes de cada
Estado. Como los demás derechos humanos es un derecho que los seres
humanos tienen por el hecho de ser hombres. Los ordenamientos positivos se
limitan a recogerle, como recogen otros principios del Derecho Natural, al lado
de los principios políticos y tradicionales “.

Con lo dicho tenemos que el soporte de la tutela jurisdiccional está en el


Derecho Natural, cuyas normas tienen validez moral y jurídica, al margen de su
recepción en norma alguna. Por ello, y acorde con la dignidad humana, al ser la
persona un fin en sí mismo, es titular de derechos que le son innatos,
anteriores al propio Estado y que por tanto son inalienables.

LA TUTELA JURISDICCIONAL EFECTIVA ANTES Y DURANTE EL


PROCESO

Monroy Gálvez y Bidart Campos hablan de tutela judicial antes del proceso y
durante él. En el primer caso se sostiene que aun cuando el ciudadano no
tenga un conflicto concreto ni requiera en lo inmediato de un órgano
jurisdiccional, el Estado debe proveer a la sociedad de los presupuestos
materiales y jurídicos indispensables para que el proceso judicial opere y
funciones en condiciones satisfactorias. Así, debe existir un órgano
jurisdiccional autónomo, imparcial e independiente; preexistir al conflicto las
reglas procesales adecuadas que encausen su solución; existir infraestructura
(locales y equipos) adecuada y suficiente para una óptima prestación del
servicio de justicia; existir el número necesario y suficiente de funcionarios que
presten el servicio. En el segundo caso, esto es durante el proceso la tutela
judicial efectiva debe verificarse en todos sus momentos, acceso, debido
proceso, sentencia de fondo, doble grado y ejecución de sentencia. En buena
cuenta se trata del derecho al proceso y el derecho en el proceso.
o. Este acto histórico ha trascendido en el tiempo, y hoy día no existe, ni debe
existir, Estado de Derecho que no contemple al proceso como la vía mas
adecuada para garantizar las libertades individuales en tanto y cuanto sean
agraviadas o afectadas por el Estado o por particulares. El derecho en el
proceso, llamado también debido proceso legal objetivo, importa un conjunto de
garantías que el estado debe asegurar a todo persona. comprendida en un
proceso, a fin de que ésta pueda ejercitar plenamente sus derechos, sea
alegando, probando, impugnando, requiriendo, etc. A decir de Monroy Gálvez
“entre el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y el derecho a un debido
proceso, existe la misma relación que se presenta entre la anatomía y la
fisiología cuando estudia un órgano vivo, es decir, la diferencia solo reside en la
visión estática y dinámica de cada disciplina, respectivamente. El primero es el
postulado, la abstracción; en cambio, el segundo es la manifestación concreta
del primero, es su actuación”.

TUTELA JUDICIAL EFECTIVA EN CASOS CONCRETOS

Alcances y límites:

-El derecho derecho no hace exigible exigible una resolución resolución


favorable favorable a los intereses de quien pide tutela.

-El derecho demanda un trámite coherente con las garantías procesales:

Derecho al juez natural y predeterminado por la ley, imparcial e independiente

Derecho a la defensa y asistencia de letrado

Derecho a un proceso público

Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas

Derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes

Garantías específicas del proceso (presunción de inocencia)

Concretamente, se refiere al derecho de toda persona a invocar la actividad de


los órganos judiciales, en defensa de sus intereses legítimos.

Esta actividad debe concluir en una resolución basada en derecho, al término


de un proceso justo. Dicha resolución debe ser cumplida, en todo caso, pero no
se exige que sea favorable a las pretensiones de quien inicia el proceso para
considerarse observado el derecho a la tutela judicial efectiva.

Ha de tenerse en cuenta que se considera plenamente legítimo el


establecimiento de presupuestos y requisitos legales que hayan de ser
cumplidos para acceder al proceso, de manera que puede considerarse
satisfecho este derecho a la tutela judicial efectiva aún cuando la respuesta de
los órganos judiciales sea de inadmisión fundada en un precepto legal, siempre
y cuando, dicho precepto, respete el contenido de este derecho fundamental.

Este derecho también incluye la obligación de que las resoluciones judiciales


estén suficientemente motivadas, es decir, que expliquen detalladamente los
motivos y razones en los que se basan para llegar a su decisión.

Esta explicación debe dejar clara la ausencia de arbitrariedad, de modo que se


considerará vulnerado este derecho en los supuestos en los que una resolución
o bien no contenga esta motivación, ni en menor ni en mayor medida, o bien
contenga una motivación, pero ésta sea solo aparente, es decir, que se funde
en un razonamiento arbitrario o irrazonable.

Derecho al debido proceso El derecho al debido proceso supone la


sustanciación del juicio con arreglo a las garantías fundamentales de índole
procesal, las cuales fundamentalmente protegen el derecho a la defensa, así
como la certeza y seguridad jurídicas. Por su parte, Bello y Jiménez plantea
que “El Estado debe garantizar el conjunto mínimo de garantías procesales sin
lo cual el proceso judicial no será justo, razonable y confiable, garantías éstas
que permiten la efectividad de la justicia, que aseguran el derecho material de
los ciudadanos frente a los órganos de Administración de Justicia y que le
establece limitaciones al poder ejercido por el Estado por medio de los
tribunales para afectar a los ciudadanos.

CASOS CONCRETOS

(1) Corte IDH. Caso Gómez Virula y otros Vs. Guatemala. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de
noviembre de 2019. Serie C No. 393.14 16. La Corte recuerda que lo
primero que procede determinar, en relación con una excepción
preliminar de esta naturaleza, es si la objeción fue presentada en el
momento procesal oportuno. En el presente caso la Comisión trató de
forma conjunta la admisibilidad y el fondo del caso, por lo que lo
relevante es si el Estado alegó ante la Comisión la falta de agotamiento
de recursos internos antes que esta se pronunciara sobre la
admisibilidad de la petición. La Corte nota que en escrito de 16 de junio
de 1997 presentado por el Estado durante el trámite ante la Comisión,
aquel mencionó “que la investigación en relación a la muerte de
Alexander Yovany Gómez Virula sigue su curso y que se espera que se
aporten nuevos elementos de convicción que determinen la
individualización y sanción de los responsables”. El 30 de noviembre de
1999 el Estado señaló que “consultado el Fiscal se logró determinar que
[en la investigación] no se ha logrado recopilar ninguna información que
pueda individualizar a los responsables de la muerte del señor Gómez
Virula, el caso ha sido archivado por parte del Ministerio Público”.
Posteriormente, el 4 de diciembre de 2006 el Estado manifestó “que en
ningún momento […] los familiares de la víctima atribuyeron la
realización del hecho a agentes del Estado, lo cual demuestra la
inexistencia de una denuncia formal al respecto, y por ello deviene
inadmisible la petición en cuanto a [las violaciones alegadas,] por no
tratarse de una violación cometida por funcionarios, agentes, de un
Estado Parte, de conformidad con los artículos 44 y 46 de la
Convención”. La Corte advierte que al alegar la falta de agotamiento de
los recursos internos, corresponde al Estado especificar los recursos
que aún no se han agotado, y demostrar que estos se encontraban
disponibles y eran adecuados, idóneos y efectivos. Al respecto, el
Tribunal reitera que no es tarea de la Corte, ni de la Comisión, identificar
ex officio cuáles son los recursos internos pendientes de agotamiento,
de modo tal que no compete a los órganos internacionales subsanar la
falta de precisión de los alegatos del Estado. De lo anterior se
desprende que la invocación por el Estado de la existencia de un
recurso no agotado debe no solo ser oportuna, sino también clara,
identificando el recurso en cuestión y también cómo el mismo, en el
caso, sería adecuado y efectivo para proteger a las personas en la
situación que se hubiere denunciado. En el presente caso, el Estado
solo señaló ante la Comisión que las presuntas víctimas debieron
denunciar los hechos. Al respecto, la Corte advierte que los
representantes sí denunciaron los hechos el 14 de marzo de 1995.
Contrario a lo señalado por el Estado para que la Corte pueda conocer
del caso, no es necesario que las presuntas víctimas atribuyeran la
responsabilidad directa de agentes del Estado en su denuncia. Por
tanto, los alegatos del Estado presentados ante la Comisión no fueron
claros sobre cuál es el recurso que se ha debido agotar. En
consecuencia, se desestima la excepción preliminar propuesta por el
Estado.

(2) Competencia ratione temporis

Corte IDH. Caso Miembros de la Aldea Chichupac y comunidades


vecinas del Municipio de Rabinal Vs. Guatemala. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de
noviembre de 2016. Serie C No. 328.

El Tribunal observa que el Estado pretende inhibir a la Corte del


conocimiento de los hechos del caso que hayan sucedido con
anterioridad al 9 de marzo de 1987, fecha en que Guatemala aceptó la
competencia contenciosa del Tribunal, así como de aquellos hechos de
carácter continuo o permanente cuyo primer acto de ejecución haya
tenido lugar antes de dicha fecha. Lo anterior, con base en que habría
interpuesto una “reserva” por medio de la cual limitó la competencia
temporal del Tribunal. A efectos de determinar si tiene o no competencia
para conocer un caso o un aspecto del mismo, el Tribunal debe tomar en
consideración la fecha de reconocimiento de la competencia por parte
del Estado, los términos en que el mismo se ha dado y el principio de
irretroactividad, dispuesto en el artículo 28 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados de 1969. En el presente caso, es claro
que la Corte puede conocer de los actos o hechos que hayan tenido
lugar con posterioridad a la fecha de dicho reconocimiento. (En similar
sentido: Caso Masacres de Río Negro Vs. Guatemala. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de
septiembre de 2012. Serie C No. 250, párr. 36.). Por otro lado, el
Tribunal también tiene competencia para conocer de violaciones de
derechos humanos de carácter continuo o permanente, aunque el primer
acto de ejecución haya tenido lugar antes de la fecha del reconocimiento
de competencia contenciosa de la Corte, si dichas violaciones persisten
con posterioridad a dicho reconocimiento, puesto que se continúan
cometiendo. Así, se recuerda al Estado que dentro del ámbito de su
jurisdicción, corresponde a la Corte Interamericana evaluar las acciones
u omisiones de agentes estatales en los casos ante ella, según la
prueba presentada por las partes, y calificar las mismas de conformidad
con la Convención Americana y demás tratados interamericanos que le
otorgan competencia, a fin de determinar si el Estado ha incurrido en
responsabilidad internacional. En el presente caso, Guatemala reconoció
su responsabilidad internacional dentro del proceso ante la Comisión.
Sin embargo, antes de que esta emitiera su Informe de Fondo,
Guatemala también manifestó que “no reconoce la competencia ratione
temporis de la Corte Interamericana [...] para conocer el Caso [...]”. Así,
al someter el caso ante el Tribunal, la Comisión únicamente puso en
conocimiento de este, “las acciones y omisiones estatales ocurridas o
que continuaron ocurriendo con posterioridad al 9 de marzo de 1987,
fecha de aceptación de la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana [...]”, “sin perjuicio de que [...] Guatemala acepte la
competencia de la Corte para conocer la totalidad del presente caso”.
Ahora bien, en el trámite ante esta Corte, es decir, en la contestación, en
la audiencia pública y en sus alegatos finales escritos, Guatemala
adoptó una posición consistente con el reconocimiento de
responsabilidad efectuado ante la Comisión, en sentido que no negó los
hechos del caso. Asimismo, durante la audiencia pública reconoció su
responsabilidad internacional por los artículos 8 y 25 de la Convención,
en relación con las investigaciones iniciadas en el presente caso a partir
del año 1993. Sin embargo, en todo momento negó expresamente su
consentimiento a que el Tribunal conociera los hechos ocurridos con
anterioridad a la fecha en que aceptó su competencia. Al respecto, la
Corte considera que un Estado puede renunciar a una limitación
temporal al ejercicio de su competencia de forma expresa o tácita, como
por ejemplo, a través de un reconocimiento de responsabilidad
internacional. Sin embargo, la voluntad del Estado de ser juzgado debe
desprenderse claramente de su conducta procesal. En casos anteriores
en que la Corte ha examinado la totalidad o alguna parte de los hechos
ocurridos con anterioridad al reconocimiento de su competencia y se ha
pronunciado sobre las violaciones que se configuraron al respecto, los
Estados concernidos otorgaron al Tribunal, de forma expresa o tácita, su
consentimiento para ello. En consecuencia, la Corte considera que en el
presente caso no tiene competencia ratione temporis para declarar
violaciones a la Convención Americana por las detenciones arbitrarias,
torturas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones sexuales y otras formas
de violencia sexual, trabajos forzosos y destrucción y robos de
propiedad presuntamente cometidos entre los años 1981 y 1986 en
perjuicio de los habitantes indígenas mayas achí de la aldea Chichupac
y comunidades vecinas, en lo cual lleva razón el Estado. No obstante, no
le asiste la razón al Estado en cuanto a las consecuencias continuas o
permanentes de estos hechos, sea que se trate de delitos instantáneos
o permanentes conforme al derecho penal interno. Cualquiera sea la
calificación penal interna, lo continuo es la violación a la Convención que
se sigue cometiendo en la actualidad, toda vez que la infracción de que
conoce esta Corte es la de derecho internacional actual, dado que no
juzga penalmente a los funcionarios, sino al Estado por violación a la
Convención. En tal sentido, yerra el Estado en cuanto objeta la
competencia de la Corte respecto de la alegada desaparición forzada y
la alegada omisión por parte del Estado de implementar garantías de
retorno o un reasentamiento voluntario a favor de aquellas personas que
permanecieron desplazadas luego del 9 de marzo de 1987, fecha a
partir de la cual el Estado reconoció la competencia de la Corte, como
también respecto de su alegada omisión de diligencia investigadora
frente a graves violaciones a los derechos humanos, por ende, tampoco
respecto de la reparación de los hechos. En vista de lo anterior, este
Tribunal acoge parcialmente la excepción preliminar de falta de
competencia ratione temporis.
EN DONDE SE ENCUENTRA REGULADO LA TUTELA EFECTIVA EN EL
CODIGO PROCESAL PENAL

ARTÍCULO 2.- No hay proceso sin ley. (Nullum proceso sine lege): No podrá
iniciarse proceso ni tramitarse denuncia o querella, sino por actos u omisiones
calificados como delitos o faltas por una ley anterior. Sin ese presupuesto, es
nulo lo actuado e induce responsabilidad del tribunal. Código procesal Penal.

Artículo 3.- Imperatividad. Los tribunales y los sujetos procesales no podrán


variar las formas del proceso, ni la de sus diligencias o incidencias. Código
procesal Penal.

Artículo 20. (Defensa). La defensa de la persona o de sus derechos es


inviolable en el proceso penal. Nadie podrá ser condenado sin haber sido
citado, oído y vencido en procedimiento preestablecido y ante tribunal
competente, en el que se hayan observado las formalidades y garantías de ley.

Artículo 21. (Igualdad en el proceso). Quienes se encuentren sometidos a


proceso gozarán de las garantías y derechos que la Constitución y las leyes
establecen, sin discriminación.

JURISPRUDENCIA NACIONAL

La jurisprudencia, entendida como el conjunto de fallos judiciales, es un


elemento esencial de todo ordenamiento jurídico, incluso en aquellos países de
tradición romano-germánica (derecho escrito) que suelen considerar a los
juzgadores como simples administradores del derecho.

Las jurisprudencias son un conjunto de resoluciones judiciales emitidas por los


tribunales y que comparten un mismo criterio sobre la interpretación y
aplicación de un ordenamiento jurídico determinado. Tal como sucede, por
ejemplo, con la jurisprudencia penal.

Gramajo habló de los fundamentos teóricos de la jurisprudencia como fuente


complementaria del derecho guatemalteco, según lo establece la Ley del
Organismo Judicial. Cuestionó las posturas tradicionales que la identifican
únicamente como equivalente a la doctrina legal (fallos contestes que obligan a
los tribunales de menor jerarquía), a fin de ampliar su noción y alcance, más
acorde con lo que él entiende que fue la finalidad de incluirla como tal en la
dicha ley.

Las principales funciones de las jurisprudencias tienen que ver con servir como


parte complementaria e integradora del ordenamiento jurídico, para aportarle
mayor claridad en su interpretación. Así, la jurisprudencia tiene la función de
evitar ambigüedades y confusiones al momento de aplicar la ley en casos en
los que esta no pueda valerse solo de sí misma para ser interpretada de forma
objetiva y efectiva. 

Por tanto, las jurisprudencias cumplen la función de sentar un precedente de


cómo debe ser interpretada una norma jurídica y, a partir de ese momento,
tienen la función de ser un “marco de interpretación” que guíe a los jueces
sobre cómo interpretar esa misma norma en casos similares a futuro.

JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS


HUMANOS

Cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamental


legalmente reconocida en uno o más Estados miembros de la Organización,
puede presentar a la Comisión peticiones que contengan denuncias o quejas
de violación a la Convención por un Estado parte (artículo 44).

De acuerdo con lo que dispone el artículo 2 del Estatuto de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, este tribunal supranacional tiene a su
cargo el ejercicio de una función de carácter jurisdiccional, y de otra de
naturaleza consultiva: la primera se rige por las disposiciones de los artículos
61, 62 y 63 de la CADH, y la segunda por las del artículo 64 de la misma
Convención.

En su significado original, la palabra jurisprudencia hacía referencia a la ciencia


o conocimiento del derecho. Es clásica la definición de Ulpiano: "iurisprudentia
est divinarum atque humanarum rerum notitia, iusti adque iniusti scientia" ("la
jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas y la ciencia
de lo justo y de lo injusto"). En la tradición jurídica del common law este es
precisamente el significado que regularmente se otorga a la
palabra jurisprudence, como ciencia o teoría del derecho. Sin embargo, en los
países de la tradición jurídica romano-germánica también se utiliza esta
palabra, y seguramente con mayor frecuencia, para designar a los criterios de
interpretación de la ley sostenidos por los tribunales en sus sentencias.

Es claro que las opiniones consultivas que la Corte emite, con base en lo que
dispone el artículo 64 del Pacto de San José, acerca de la interpretación de la
Convención o de otros tratados concernientes a la protección de los derechos
humanos en los Estados americanos, o sobre la compatibilidad entre
cualquiera de las leyes internas de tales Estados y los mencionados
instrumentos internacionales, tiene carácter obligatorio para el Estado que
solicitó la consulta, pues carecería de sentido que la Corte estableciera la
interpretación de los instrumentos internacionales mencionados o expresara su
opinión acerca de la compatibilidad entre las leyes internas y tales
instrumentos, sin que tuvieran un carácter obligatorio. Sería un ejercicio
innecesario de gimnasia académica.

Por otro lado, como ya se indicó, el fallo que la Corte dicta, en ejercicio de su
competencia contenciosa, es definitivo e inapelable, según lo dispone el
artículo 67 de la Convención. Es claro que esta obligatoriedad se refiere en
principio a las partes que comparecieron ante la Corte. Sin embargo, cabría
cuestionar si esa obligatoriedad del fallo no está referida también a los demás
Estados miembros. No por casualidad el artículo 69 de la CADH prevé que el
fallo de la Corte será notificado a las partes en el caso, y trasmitido a los
Estados partes de la Convención. Sería muy cuestionable pretender limitar la
obligatoriedad del fallo a sólo los Estados que hayan comparecido como partes,
y sostener que aquél carece de efectos jurídicos para los demás Estados
miembros.

Cuando la Corte emite resoluciones en ejercicio de su competencia


contenciosa está facultada para interpretar y aplicar las disposiciones de la
Convención, de acuerdo con lo que establece el artículo 62.3 de la misma. Si
las sentencias de la Corte tienen efectos ultra partes o erga omnes es evidente
que la interpretación contenida en cada fallo constituye jurisprudencia
obligatoria para los Estados miembros. El mismo carácter obligatorio de la
jurisprudencia puede predicarse respecto de los criterios de interpretación de
las disposiciones de la Convención que sostenga la Corte en ejercicio de su
competencia consultiva.

La jurisprudencia de la Corte, en ejercicio de su competencia contenciosa,


deriva tanto de las sentencias sobre excepciones preliminares, sobre el fondo,
sobre reparaciones, sobre interpretación de sentencias y sobre competencia,
así como de las resoluciones sobre medidas provisionales y cautelares y su
cumplimiento.

A lo largo de sus 32 años de existencia, la Corte ha creado un amplio acervo


de jurisprudencia que, cumpliendo con un principio elemental de congruencia,
ha venido aplicando reiteradamente sus propias resoluciones. Sería imposible
proporcionar en este trabajo un panorama completo de los criterios sostenidos
por la Corte en sus sentencias, por lo que nos limitaremos a mencionar algunos
de los casos más relevantes en las orientaciones de la jurisprudencia de este
tribunal supranacional. Antes de hacer este análisis, abordaremos el tema de la
ubicación de las disposiciones de la Convención dentro del derecho interno de
cada Estado parte y la función que lleva a cabo la Corte para el control de la
convencionalidad de los actos de los poderes internos de cada Estado.

Es claro que el artículo 2 de la Convención establece la supremacía de sus


disposiciones sobre las medidas legislativas (que incluyen la Constitución
política, las leyes ordinarias y las demás disposiciones de caráctergeneral) o de
otro carácter (actos administrativos y jurisdiccionales), en la medida en que
impone a los Estados partes la obligación de suprimir las normas y prácticas de
cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la
Convención, así como de expedir normas y desarrollar prácticas conducentes a
la efectiva observancia de dichas garantías.

Esta supremacía es confirmada por lo que dispone el artículo 27.1 de la


Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y
Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales, de 21
de marzo de 1986. Este precepto dispone: "Un Estado parte en un tratado no
podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento del tratado".
CODIGO PROCESAL PENAL DE GATEMALA

Artículo 16.- (Respeto a los derechos humanos). Los tribunales y demás


autoridades que intervengan en los procesos deberán cumplir los deberes que
les imponen la Constitución y los tratados internacionales sobre respeto a los
derechos humanos.

EL PLAZO RAZONABLE PARA EL JUZGAMIENTO DE UNA

PERSONA SOMETIDA A UN PROCESO PENAL

Se puede definir el plazo razonable como aquel derecho inherente, intrínseco e


inalienable a cualquier persona que se encuentra sujeta a un proceso penal, a
que su causa sea conocida, discutida y resuelta por un Juez o Tribunal
competente, dentro de un lapso de tiempo que permita hacer eficaz el proceso
penal dese el punto de vista del poder punitivo del Estado, la aplicación de una
sanción, el cumplimiento de una pena o la declaración de inocencia del
imputado dentro de este proceso.

La regulación positiva del plazo razonable cuenta entre muchas cosas, con el
alcance positivo de que el imputado goza de un derecho constitucional, que es
ser juzgado dentro de un plazo que asegure un resultado definitivo, tanto para
la preservación de los derechos del imputado como de los intereses del Estado
al momento de la aplicación de justicia, por ello en principio, las diversas
fórmulas de regulación de un mismo derecho, son las mismas, es decir,
positivamente se establece que cualquier persona que esté dentro del proceso,
para ser juzgada, tiene derecho a serlo sin dilaciones indebidas. El derecho a
ser juzgado en un plazo razonable encuentra su nacimiento en la regulación de
los derechos fundamentales y en la protección que estos brindan, al menos en
cuanto establecer la idea de un plazo, entender el concepto de la metodología
o los pasos que deben seguirse para el juzgamiento de la causa y la posterior
aplicación de la sanción dentro del Proceso penal. Se considera que un
juzgamiento largo, no solo perjudica al imputado, si no reñiría con los derechos
inherentes de un juicio rápido, un proceso sin dilaciones indebidas, afectando
también la credibilidad de justicia, situación que deja quebrantados con esto,
principios básicos del proceso penal como el de la tutela judicial efectiva, la
celeridad y concentración procesal, a través del derecho procedimental y con
ello, quedan ante una sociedad como ya se expuso dichos principios,
quebrantados.

Todo sistema Político del Estado de Derecho, tiene como premisa fundamental,
que las reglas que restringen la libertad de los individuos y la actividad penal
del Estado, deban imperativamente ser establecidas por el Legislador, de tal
forma, que los Derechos fundamentales de los sindicados y de la población en
general tengan una vida práctica y efectiva, se debe tomar en cuenta que todos
los principios que limitan el poder penal del Estado, que están constituidos en
la Constitución, deben ser desarrollados y reglamentados por las leyes de
carácter penal, específicamente Códigos Penales, además de estar
establecidas en las leyes orgánicas Judiciales, las cuales determinan la
vigencia de una ley.

Básicamente esta idea tiene por finalidad la prohibición de que la regulación


legal menoscabe o restringa el derecho básico reglamentado y dejar abierta la
posibilidad de restringir los derechos fundamentales, todo este conjunto de
ideas se puede traducir más concretamente en la prohibición para el poder
Judicial de dictar las leyes, leyes que por orden Constitucional solo deben
aplicar “Este efecto está estructurado dentro de la Constitución Política de la
República de Guatemala, de forma tan independiente de los demás
departamentos del Estado, cuestión que está sometida a la ley conforme al
sistema Republicano de Gobierno”. Esto significa por lo tanto que los Derechos
fundamentales deben ser reglamentados con más detalle y precisión, como la
forma de traducir a la realidad cotidiana de la persecución penal, a la
protección necesaria de los derechos fundamentales consagrados en la
Constitución del Estado, para quien es perseguido penalmente. Por lo que se
extrae que esta actividad ha sido delegada con exclusividad al Legislador y
prohibida para los Jueces. Esto en atención al principio de reserva de ley.

El artículo 142 de la Ley del Organismo Judicial establece el plazo para


resolver e impone la multa a la infracción. Existiendo la excepción a la regla,
indicando salvo que la demora haya sido por causa justificada a juicio del
tribunal superior. Esta causa se hará constar en autos, para el efecto de su
calificación. Situación que, en la práctica en algunas ocasiones por la carga
laboral de algunos juzgados, no se cumple, siendo deber no únicamente del
Juez, sino de los auxiliares judiciales el velar por su cumplimiento y que ante
las supervisiones constantes de la supervisión de Tribunales se evita.

Los convenios internacionales deben ser vistos como un modelo a seguir en la


regulación de un derecho interno ya que el internacional ha dejado de lado una
práctica que era común referente a delegar en la voluntad soberana de los
Estados el reconocimiento de todos los derechos por medio del orden
constitucional y de los convencionales, de esta cuenta la nómina de los
procesales en los distintos tratados, debe servir como marco para la creación,
regulación y redacción de normas procedimentales, normas que deben ser
claras y precisas y que obligatoriamente deben dar vida y protección a los
derechos consagrados, como lo son el de la libertad y el de la vida. Lo mismo
rige para la reglamentación en cuanto a la codificación constitucional de los
Estados que por imperativo de Ley deben llevar intrínseco el derecho que aquí
se trata, es decir el de un proceso dentro de un plazo razonable, ya que en
principio el Estado de Derecho reclama que toda actividad Estatal este
regulada y autorizada por la ley.

EL PLAZO RAZONABLE EN TRATADOS INTERNACIONALES

Dentro de un Estado en particular, debe regularse específicamente el derecho


de cualquier imputado a un juicio justo y rápido, derecho que debe regularse
dentro de las garantías constitucionales mínimas y también como garantías
judiciales dentro de cualquier proceso penal, sin embargo tales derechos
fueron regulados ya por tratados internacionales justo después de la segunda
guerra mundial y si se parte de esa situación, es como actualmente estos
derechos se encuentran resguardados a nivel internacional, como garantías
mínimas.

Todos los tratados internacionales deben ser tomados como ejemplo de una
regulación de derecho interno ya que si bien es cierto la legislación
internacional no regula plazos ni formas de recurrir sentencias, estos
procedimientos deben ser adaptados a las formas normales de los procesos
penales de cada. Estado en particular y no escapa a estos plazos el
denominado plazo razonable, pues es necesario también tomar en cuenta que
la aplicación del derecho internacional, en materia de plazo razonable visto
desde los principios fundamentales de los derechos humanos, este debe ser
aplicado con adaptación a la legislación interna vigente.

Dentro de la legislación internacional, relacionada directamente al derecho del


imputado a un proceso rápido, el Articulo diez de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos dispone que “toda persona tiene Derecho en
condiciones de plena igualdad a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial para la determinación de sus Derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
Penal” La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre55,
determina en su Artículo veintiséis, Titulado “Derecho al Proceso Regular”,
“Toda persona acusada de delito tiene el derecho a ser oída en forma imparcial
y pública, a ser juzgada por Tribunales anteriores establecidos de acuerdo con
leyes preexistentes”. Con ello se atiende claramente, en este instrumento
internacional, a las garantías y derechos mínimos con los que cuenta el
imputado dentro del proceso penal, y el deber del Estado de ser garante de
derechos fundamentales, tales como el de igualdad y justicia.

El plazo razonable, es un elemento principal garante del debido proceso, a


través de tratados y jurisprudencia internacional, se le ha dado una importancia
relevante dentro del sistema Interamericano de Derechos Humanos, su
importancia y observancia dan como consecuencia un debido proceso apegado
a las garantías judiciales, se encuentra regulado en la Declaración Americana y
en la Convención Americana así como en otros instrumentos de carácter
internacional, como lo son, la Declaración Universal de los Derechos Humanos;
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención sobre los
Derechos del Niño y la Convención de Belém do Pará, Es entonces debido a la
aceptación de los Estados Americanos de los instrumentos anteriormente
mencionados, la necesidad que existe en que los Estados parte, respeten y
sean garantes del correcto y estricto cumplimiento de lo que se ha reconocido
como un plazo razonable, que tiene como finalidad cumplir con el principio de
todo Estado de derecho que es la justicia pronta y cumplida, justicia que a
través de los tratados internacionales de derechos humanos se ve enmarcada
en la correcta y estricta aplicación de la ley penal, aplicación que se debe
interpretar como el derecho que tiene todo sujeto que se encuentre dentro de
un proceso penal a ser juzgado sin dilaciones innecesarias y en el que se
respeten principalmente los derechos enmarcados en la Constitución Política
de la República de Guatemala y las leyes de carácter ordinario.

COMENTARIO PERSONAL

Quisiera mencionar que a experiencia personal fueron temas que me llamaron


mucho la atención ya que no tenia mucho conocimiento de los mismos pero el
presente trabajo de investigación me ayudaron a despertar mucho interés
primero a conocer sobre la tutela efectiva, es de mucha importancia en nuestra
carrera profesional porque como ya se indico va ligada completamente al
debido proceso ya que porque los derechos que se contienen en el debido
proceso forman la base para la asistencia de la misma tutela judicial efectiva,
tutela jurisdiccional judicial y no judicial, verificar también la intervención de la
Corte interamericana de Derechos humanos, que nos da a los estudiantes de
derecho esas Garantías judiciales para poder aplicar la misma ley por que es
muy importante conocer estos Derechos inherentes que se protege por medio
de esta declaración, también los plazos para que la justicia pueda ser justicia
debe ser en el debido proceso y tiempo, es por ello que estoy muy satisfecho
con la precisa enseñanza de su parte Dr. Por lo que este trabajo de
investigación aporto mucho para la formación profesional y por su puesto que
es de mucha utilidad en nuestra carrera como futuros abogados.
CONCLUSIONES

1) La Tutela judicial efectiva, es considerada como el accesos que tiene


toda persona a los órganos jurisdiccionales para el ejercicio o defensa
de sus derechos o mismos intereses, con la intención que sean
mediante un proceso que le ofrezcan garantías mínimas para su
correcta y pronta resolución, también podemos que decir que es
efectiva, por la efectividad de la resolución judicial que se logre emitir.

2) Existe cierta relación de complementariedad de la tutela judicial efectiva


y el debido proceso porque los derechos que se contienen en el debido
proceso forman la base para la asistencia de la misma tutela judicial
efectiva, tutela jurisdiccional judicial y no judicial.

3) La regulación positiva del plazo razonable cuenta entre muchas cosas,


con el alcance positivo de que el imputado goza de un derecho
constitucional, que es ser juzgado dentro de un plazo que asegure un
resultado definitivo.
BIBLIOGRAFIA

1) Corte de Constitucionalidad. Resolución del 31 de agosto de 2016, dictada


dentro de la apelación de Inconstitucionalidad en Caso Concreto No. 1903-
2013.

2) Barrientos Pellecer César Ricardo. Curso Básico Sobre Derecho Procesal


Penal Guatemalteco.

3) Código Procesal Penal de Guatemala.

4) Decreto 51-92 del Congreso de la República de Guatemala. Código


Procesal Penal y sus reformas.

5) García Novoa, César. El Principio de Seguridad Jurídica en Materia


Tributaria. Barcelona 2000.

EGRAFIA

1) Enciclopedia jurídica. (15 de febrero de 2018). “Tutela Judicial Efectiva” obtenida de:
http://www.enciclopedia-juridica.biz14.
com/d/derecho-constitucional/derechoconstitucional.htm

2) https://www.corteidh.or.cr/sitios/libros/todos/docs/cuadernillo34_2021.pdf

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