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UNIDAD IV: LA CRISTIANDAD EUROPEA MODERNA

El agrietamiento y posterior ruptura del pensamiento teocéntrico medieval se produjo en el siglo XIV, y
se vincula con pensadores como Guillermo de Ockham y Marsilio de Padua, pues impusieron el
voluntarismo, que tendía al reemplazo del saber por el poder. A diferencia del hombre medieval, que creía
que Dios era el centro de la Creación y de su vida, el hombre renacentista comenzó a creer que todo el
mundo giraba a su alrededor, y que él tenía la posibilidad de dominarlo. El mundo es un objeto del trabajo
humano, no un acto de la Creación divina.
A partir del siglo XV, los intelectuales estaban convencidos de que los valores estrictamente humanos y
propios de su naturaleza eran suficientes para proporcionarles la felicidad en la tierra. Este
convencimiento los alejaba de cualquier preocupación por el futuro más allá de su muerte. No se habían
convertido en ateos, pero estaban dispuestos a disfrutar de esta vida al máximo. Este “hombre nuevo”
creía que, por la razón, podría dominar al mundo, y deseaba gozar y vivir con plenitud. Para lograrlo,
estaba dispuesto a desafiar todo aquello que, de alguna manera, pudiera trabar su desarrollo personal.
Dejó de preocuparse por lo trascendente y comenzó a reemplazarlo con la ciencia, la razón, el dinero o el
placer.
El hombre renacentista era individualista, hábil, voluntarioso, sin piedad, orgulloso, ambicioso de gloria
y fortuna e insaciable de gozo y saber. Estas características lo llevaron a acentuar lo subjetivo: la
emoción, la alegría de vivir, los placeres, la apreciación de la belleza. Rompió el marco cerrado de su
ciudad y su pueblo para abrirse al universo entero, y ese espíritu de universalidad, unido a la curiosidad,
favoreció los descubrimientos y los viajes. Sin embargo, estas nuevas ideas todavía no habían llegado al
grueso de la población, que seguía manteniendo el ideal del buen cristiano y el buen ciudadano.

EL HUMANISMO CRISTIANO: ERASMO DE ROTTERDAM Y TOMÁS


El surgimiento de estos nuevos valores se debió a un grupo de intelectuales de toda Europa, que llegaron
a conocerse con el nombre de humanistas, y queMORO
intentaron imponer sus ideas a toda la Cristiandad. Entre
ellos, destacaron Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam.
Estos autores no renegaban de la filosofía medieval ni de Dios, pero, influidos excesivamente por los
autores paganos y acentuadamente anticlericales, buscaban otra perspectiva, se orientaban en otras
direcciones, y anticipaban la independencia de los saberes. Se caracterizaron, especialmente, por el
redescubrimiento y restauración de la cultura clásica, que los llevó a considerar al mundo grecorromano
como el modelo que debía seguirse para terminar con la oscura Edad Media o gótica y restaurar unas
nuevas “letras clásicas”, que debían reemplazar los estudios de la filosofía escolástica medieval.
Por su influencia, se despertó, fundamentalmente en las élites burguesas, una fiebre de saber, que centró
su interés en el hombre y en sus problemas, como también en la naturaleza, redescubierta por los pintores
de la época. Criticaban la escolástica, pero sus estudios fueron igual de eruditos y más anticuarios,
artificiales y doctrinarios, porque trataban con una cultura ya muerta, a la cual no podían esperar resucitar.
Preocupados por perfeccionar el uso del latín en sus formas más clásicas, favorecieron, indirectamente, la
popularización de los idiomas locales, a la vez que se alejaban de la población, al convertirse en una élite
reducida y altamente especializada. Sus ideas tuvieron una importante ayuda especial de los príncipes
renacentistas de la Península Itálica, que pagaron el trabajo de pensadores y artistas para mejorar su
propio prestigio. Para ellos, el saber debía liberarse del dominio de la Teología.
Erasmo de Rotterdam: En su pensamiento, la filosofía de Cristo era el eje principal. Su teoría se basaba
en la única filosofía que busca alcanzar la felicidad, una meta que sólo puede ser lograda por medio de
una lucha espiritual. Estaba en contra de la austeridad del claustro, del ayuno y de la abstinencia, porque
creía que la verdadera perfección se encontraba en los impulsos interiores del alma, y no en el género de
vida, la comida o el vestido.
Buscaba conseguir una religión que no tuviera dogmas, de ceremonias y de reglas. Defendió una reforma
interior que comprendía el cristianismo. Le interesaba la formación de un cristiano nuevo, alejado del
formalismo impuesto por la tradición. Quería que las personas regresaran al cristianismo primitivo de
Jesucristo, de los apóstoles y de los Evangelios, lo que lo llevó a un retorno a las fuentes primitivas de las
Escrituras.
Estaba a favor del matrimonio de los sacerdotes, aunque prefería el celibato. No estaba de acuerdo con la

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imagen de la Iglesia como una sociedad jerarquizada, porque, para él, debía ser formada por el pueblo de
Dios. Su pensamiento era similar al de Lutero, aunque no creía en la autoridad soberana del sentido
privado en la interpretación de las Escrituras ni en la justificación por la fe, independientemente de las
obras. Era un pacifista de ultranza, y fue el primer teórico literario del pacifismo, sobre el cual se
fundamentan sus ideas políticas.
Probablemente el papel más importante que tuvo en la historia de la filosofía fue el de haber desafiado y
ampliado los límites disciplinarios del campo. Lo hizo al proponer su filosofía de Cristo, que muestra
algunas afinidades hacia algunas tradiciones anteriores, incluyendo el platonismo y el epicureísmo, pero
que depende principalmente del entendimiento de que la Filosofía no es una disciplina universitaria
exclusiva, sino una obligación moral que incumbe a todos los creyentes. En este contexto, fundó una
ética del habla, para poder guiarse a sí mismo y a los demás a lo que él consideraba como el verdadero
amor por y hacia la sabiduría.
Defendió la libertad individual, la aplicación de la razón sobre cualquier otro tipo de doctrina. Luchó
porque la Iglesia tuviera una reforma de forma gradual y pacífica, para lograr crear una sociedad más
humana, en donde el ser humano tuviera la capacidad de poder desenvolverse al máximo. Realizó muchas
de sus obras basándose en una crítica en contra de la Iglesia, a la que siempre consideró inmoral.
Tomás Moro: pasó a la fama por su vida por la obra que escribió en el año 1516, llamada Utopía, que,
en realidad, es un nombre resumido que ha llegado a nuestros días, pues el nombre original era Librillo
verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y
sobre la nueva isla de Utopía. En su texto, la isla de Utopía es exactamente lo opuesto a Inglaterra y su
sistema político y sus partes. La obra está dividida en dos partes:
1. En esta primera parte, trata de los privilegios de los nobles y de la monarquía en desmedro a
los que están abajo, las leyes desiguales, que valen solamente para los poderosos, pero que no se
aplican cuando hay una situación que perjudica a los pobres, y la crisis impositiva que se está
desarrollando en el momento.
2. En la segunda parte, describe al Estado y a la República ideal, que se encuentra en la Isla de
Utopía. Esta isla se encuentra en el Nuevo Mundo, un tema que generaba grandes
expectativas y sueños para muchos. En este mundo, había gobernantes justos. Si bien esa sociedad
era cristiana, y reivindicaba los valores cristianos, se toleraba a quienes pensaban distinto, y a
quienes practicaban otros credos: es importante tolerar a los que piensan distinto.

UNIDAD V: EL PROTESTANTISMO
Las razones por las cuales nunca hubo un partido religioso, católico o protestante, que relacionase
realmente sus comisiones políticas con la teología profesada por él, radican en que ambos tienen la misma
herencia cristiana, y el mismo cuerpo de experiencia política europea. Los eruditos de todas las Iglesias
tenían el mismo fondo común de ideas, un cuerpo de pensamiento rico y variado que les había llegado
desde el siglo XI, y que encarnaba una tradición enlazada con la Antigüedad. Como la dependencia lógica
de cualquier parte de la tradición política respecto de un sistema teológico era muy laxa, los protestantes
podían seleccionar (como lo habían hecho siempre los católicos), la parte que les conviniera con arreglo a
sus finalidades y circunstancias. En consecuencia, la reforma protestante no produjo nada semejante a
una teoría política católica, siquiera produjo una teoría anglicana, presbiterana o luterana, que tuviese
una íntima dependencia respecto de las teologías de esas Iglesias protestantes.
Para los protestantes, la mera ruptura de relaciones con la Iglesia de Roma no resolvió, en ningún caso,
las dificultades intrínsecas que habían surgido en la Edad Media en relación con la interferencia del poder
espiritual en la política y viceversa. Las concepciones corrientes de la Iglesia y de la religión cambiaron
con mucha mayor lentitud de la que permitió los hechos, y los resultados conseguidos no se aproximaron
nunca a lo que se había intentado alcanzar. Perduró la concepción de una sola Iglesia como guardián de la
única verdad revelada, y el hecho de que el protestantismo reemplazase la autoridad de la jerarquía por la
infalibilidad de la escritura no hizo que las Iglesias reformadas fuesen menos autoritarias. El tema de la
tolerancia religiosa no fue tratado por más que unos pocos autores. Los eclesiásticos creían, por lo
general, que la autoridad pública debía mantener la doctrina pura; y los estadistas estimaban que la unidad
de la religión constituía una condición indispensable para el mantenimiento del orden público. Sin

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embargo, la decisión acerca de lo que debiera considerarse como doctrina pura pasó, en gran parte, a los
gobernantes seculares.
La Reforma, junto con las controversias sectarias a que dio lugar, aceleró, en conjunto, la tendencia ya
existente a aumentar y consolidar el poder de las monarquías. El hecho de que fracasase el intento de
reformar la Iglesia mediante un concilio general significó la imposibilidad de llevar a cabo, con éxito, una
reforma, a menos que pudieran contar con el apoyo, o la fuerza, de los gobernantes seculares. En todas
partes, el éxito de la Reforma dependía del partido religioso que resultara aliado de una política interna
vigorosa: en Inglaterra y Alemania del Norte, el protestantismo estuvo al lado de los príncipes. En Francia
y España, estuvo aliado con movimientos particulares de la nobleza, las provincias o las ciudades, con el
resultado de que la religión nacional siguió siendo la católica.
Los grupos reformistas más poderosos, por otra parte, se vieron obligados a hacer la guerra en dos
frentes:
1. Contra el Papa, utilizando todos los principios y argumentos implementados por primera vez por
Guillermo de Ockham.
2. Contra los movimientos más oscuros y radicales de la Reforma, que formaron la “franja en
una ética” del protestantismo.
Como efecto adverso, el protestantismo, en la mayor parte de los países del Norte de Europa, produjo
minorías religiosas relativamente fuertes, que consistían grupos demasiado numerosos para que se les
pudiese coaccionar sin poner en peligro el orden público, y que estaban decididos a conseguir los
beneficios derivados de la categoría de religión oficial. Cada uno de estos grupos era una fuente potencial
de desorden, y todas las diferencias religiosas eran, a la vez, un problema político. Sólo lentamente, bajo
la presión de las circunstancias, que no permitían otra solución, surgió una política de tolerancia religiosa,
cuando se descubrió que era posible una común lealtad política para agentes de distintas religiones.
Entretanto, la amalgama de religión y política era completa: el respaldo a los gobernantes se convirtió en
un artículo primordial de la fe religiosa, mientras que la defensa de un credo religioso se consideraba
como un ataque contra un gobernante de diferente creencia.
El punto más controvertido comenzó a ser el de si los súbditos tenían derecho a resistir a sus gobernantes,
o si tenían obligación de obediencia pasiva de tal tipo que la resistencia fuera, en todos los casos, mala.
Esta última opinión se convirtió en la teoría modernizada del derecho divino monárquico. Por otra
parte, el derecho a resistir tenía su mejor defensa en la hipótesis de que los reyes derivan su poder del
pueblo, y pueden ser llamados a cunetas por él. En consecuencia, estos dos tipos de teoría vinieron a
prevalecer en el siglo XVI, y, por un tiempo, ambas doctrinas fueron igualmente teológicas, aunque
resultó más fácil separar de la teología la teoría de los derechos populares que la del derecho divino.

MARTÍN
La reforma protestante fue un movimiento reformistaLUTERO
que apareció en el siglo XVI, y que promulgó un
profundo cambio en la Iglesia católica que, hasta ese momento, había sido la única rama del cristianismo.
Los reformistas rechazaron la figura del Papa como autoridad suprema, y buscaron una Iglesia que
retomara los principios del cristianismo más tradicional y auténtico. Esta reforma católica se caracterizó
por un rechazo de las doctrinas impuestas hasta el momento y la labor realizada por la Iglesia Católica
que, en la Edad Media, ponía a venta las indulgencias, es decir, la posibilidad de que las clases más
pudientes se libraran del castigo divino por sus pecados pagando un importe fijado.
Ante esta situación, Lutero encabezó la revuelta que volvía a fijarse en el Evangelio dejando, así, de
dejarse influenciar por la supremacía católica. Esto llevó a una gran crisis dentro de la Iglesia, ya que los
cristianos comenzaron a tener fuertes disputas entre ellos, al recriminarse la falta de piedad religiosa y al
poner en tela de juicio las prácticas poco morales que se estaban llevando a cabo dentro del seno
religioso.
Una de las causas de la Reforma es que los reformistas se percataron de que se habían llevado a cabo las
ventas de indulgencias con un fin puramente material, el de financiar la construcción de la Basílica de San
Pedro en Roma. Sin embargo, fueron diferentes causas las que conllevaron a que, finalmente, se desatara
esta confrontación entre los cristianos, y que los ortodoxos se autoproclamaran los auténticos

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corresponsales de la palabra de Dios y, por tanto, persiguieran a los reformistas al tacharlos de herejes y
de traidores. Así fue como la reforma protestante en Europa dividió a los cristianos: los que querían
renovar la Iglesia y luchar contra la corrupción, y los que querían que todo siguiera igual.
Los países que se sumaron a esta revolución rechazando al Papa y apostando por una Iglesia diferente y
leal se comenzaron a llamar protestantes. Y, debido a esta separación vital entre los creyentes, en Europa
comenzaron a aparecer guerras entre ambos bandos que se conocen como "guerras santas".
CAUSAS EN QUE CONSISTIERON
Corrupción en la Iglesia: el clero romano ponía a la venta lo que supuestamente eran reliquias
sagradas, pero en realidad eran una estafa para poder ganar dinero. Por otra parte se comenzaron a
vender las Indulgencias de los Pecados (el perdón de los pecados a cambio de dinero).
Eclesiásticos con poca formación: muchos de los sacerdotes que defendían el catolicismo desconocían
muchos aspectos de la doctrina, y no estaban en absoluto preparados para desempeñar las tareas
Religiosas religiosas. Esto conllevó a que los representantes de Dios en la Tierra tuvieran un comportamiento poco
moralista y ejemplar.
Diferencias en la interpretación de la Biblia: con la aparición de la imprenta, se pudieron imprimir más
ejemplares de los textos sagrados y, por tanto, la población y los estudiosos comenzaron a darle un
nuevo sentido a las palabras divinas, con algunas ideas que eran contrarias a las que defendía la Iglesia
Católica.
Durante el medioevo, la Iglesia condenaba que la sociedad se lucrara, y defendía un precio justo y
equitativo entre todos los ciudadanos. Sin embargo, en el siglo XV-XVI apareció una nueva clase
social, la burguesía, que vio cómo la Iglesia no les permitía lucrarse con su negocio ni aumentar sus
Sociales
ingresos. Así, pues, esta clase necesitaba una nueva moral religiosa que se adaptara a la realidad
económico-social del periodo; y los protestantes se identificaron con el espíritu moderno, acogiendo a
una gran parte de comerciantes y empresarios dentro de su seno.
Durante la Edad Media, el poder de la Iglesia Católica fue mucho más influyente que el de los propios
Políticas reyes de los países; sin embargo, durante el siglo XVI, las monarquías comenzaron a fortalecerse y,
por tanto, pudieron comenzar a ganarle terreno a la Iglesia.
Lutero desempeñó un papel fundamental en la Reforma Protestante. Desafió a la autoridad del papado al
afirmar que la Biblia era la única fuente de autoridad religiosa, y creía que la salvación sólo se podía
adquirir a través de la fe en Jesucristo, y no requería necesariamente de la asistencia a la Iglesia. Esta
reforma avivó el descontento entre los católicos de todo el mundo.
Para Lutero, el perdón era sólo una prerrogativa de Dios. La venta de las indulgencias y las absoluciones
no eran aceptables, pues los cristianos debían ganarse su salvación en el seguimiento a Cristo, no por la
compra de las indulgencias. Acto seguido, colgó una copia de sus 95 Tesis en las puertas de la iglesia del
Castillo de Wittenberg, el mismo día que había redactado la carta que hoy se considera el origen de la
Reforma Protestante. En dos semanas, sus tesis recorrieron toda Alemania, y en un mes ya se conocían en
toda Europa. Esta Reforma Protestante no concluyó sino hasta la Paz de Westfalia en 1648.
Lutero fue rápidamente seguido por Calvino y Ulrich Zwingli. Éste último comenzó su protesta en Suiza
casi al mismo tiempo que Lutero en Alemania. Después de la excomunión de Lutero, los escritos de
Calvino ayudaron a impulsar el movimiento en Suiza, Escocia, Hungría, Alemania y el resto de Europa.
Zwingli y Calvino fueron apoyados por los ayuntamientos de Zurich y Ginebra. Comenzaron a gestarse
los grupos protestantes, como los luteranos, los calvinistas, presbiterianos, anglicanos y anabaptistas.
Una serie de guerras religiosas se libraron durante la Reforma, que concluyeron con la Guerra de los
Treinta Años. Desde 1618 y hasta 1648, los seguidores católicos de los Habsburgo hicieron guerra contra
los príncipes protestantes de Alemania. El período de la reforma católica en Francia terminó cuando se
rompieron los lazos con los Habsburgo, y lucharon al lado de los protestantes. Ambas partes firmaron la
Paz de Westfalia, concluyendo así la Reforma Protestante.
Tanto Lutero como Calvino se basaron en razones esencialmente idénticas: la opinión de que la

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resistencia a los gobernantes es, en todos los casos, mala. Para Lutero, la sustancia de la religión consiste
en una experiencia íntima, esencialmente mística e incomunicable, y los servicios del clero son un
obstáculo para alcanzar esa meta. Los antecedentes de todas sus ideas acerca de la Iglesia y el Estado
habían estado presentes desde el siglo XIV. Las acusaciones que formuló contra la Iglesia de Roma, como
el lujo y la mala vida de la corte romana, se refería a agravios ya presentes desde tiempos anteriores.
IDEAS PRINCIPALES DE LUTERO
A diferencia de los católicos, que consideraban que la naturaleza humana era afectada
por el Pecado Original, pero no estaba destruida por éste, Lutero sostenía que la
Pesimismo antropológico naturaleza humana había sido totalmente destrozada por el Pecado Original, y no
podía ser redimida. El hombre se salva por la gracia divina, no por sus actos, porque
éste es malo por naturaleza, no puede salvarse por sí solo.
Sacerdocio Universal de El hombre es su propio sacerdote, no se necesita de un intermediario en su relación
los Fines con Dios.
Siguiendo con la idea del Sacerdocio Universal de los Fieles, al igual que la relación
Libre interpretación de los
hombre-Dios no necesita de un intermediario, el hombre debe realizar su propia
textos bíblicos
interpretación de los textos bíblicos.
Para Lutero hay dos reinos:
1. Reino espiritual: es el reino que se da en la esfera íntima de las personas
Doctrina de los Dos Reinos
cuando se comunican con Dios. Es 100% interior.
2. Reino temporal: es el reino 100% exterior, cuya cabeza es el príncipe.
Lutero se muestra a favor del absolutismo monárquico, considerando que lo único que
podemos pretender es que aparezca un hombre, que también será malo y bribón
Absolutismo monárquico
(porque el hombre es así por naturaleza); pero que pueda mantener a raya al resto de
los hombres, para que no se maten y se coman entre sí.
Visión utilitarista de la No es una decisión personal el adscribir al absolutismo monárquico, sino una
política necesidad de hacerlo (similar a lo que pasa en El Príncipe, con Maquiavelo)
Se debe soportar a la autoridad, porque, sin ella, los hombres se matan entre sí.
Obediencia política Lo peor que puede hacerse es desobedecer. El pueblo tiene al gobernante que se
merece.

Las consecuencias de la Reforma Luterana fueron las siguientes:

 Visión de que, cuanta más autoridad y más mano dura, mejor, para poder ordenar a la sociedad

 Genera una herida mortal en regiones que eran cristianas, como Alemania, parte de Francia, parte
de Escandinavia y Suiza, que dejan de ser católicas.

 La idea de que el príncipe es “obispo por necesidad” hace que cada uno funde su propia Iglesia
nacional. En consecuencia, el que funda una nueva Iglesia va a querer someter al de la otra Iglesia.
En algunos casos, podrá tratar de convencerlo, pero la línea general va a ser la violencia. Se
establecen guerras, que son a matar o morir, por Dios, y que van a terminar generando una
reestructuración política de Europa.

 Esta violencia enardecida va a generar una necesidad de tolerancia religiosa, pero va a tardar casi
dos siglos en consolidarse.

 La monarquía absoluta es la gran ganadora en términos políticos. Es una monarquía de tipo


dinástica, con una justificación a la violencia para reprimir a todo disidente político y religioso.
JUAN CALVINO

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En primer lugar, podemos establecer tres puntos de contacto en las ideas de Lutero y Calvino:
1. El pesimismo antropológico, con la idea de que el hombre solamente puede ser salvado por la
gracia divina
2. La libre interpretación de los textos bíblicos
3. Ciertas cuestiones básicas de la obediencia pasiva
En su forma original, el calvinismo no sólo incluía en su doctrina una condena de la resistencia, sino que
carecía de toda inclinación al liberalismo. Donde tuvo campo libre, se convirtió en una teocracia, una
especie de oligarquía mantenida por una alianza del clero y la nobleza de segundo orden, de la que estaba
excluida la masa del pueblo, y que, en general, fue antiliberal, opresora y reaccionaria. De esta forma fue
el gobierno que el propio Juan Calvino estableció en Ginebra. En principio, Calvino se oponía de la unión
entre el Estado y la Iglesia. Sin embargo, en la práctica, apoyó la idea del rey como jefe de una Iglesia
nacional.
Por otra parte, consideraba que la Iglesia debía poder fijar sus cánones de doctrina inmoral, y tener el
pleno apoyo del poder secular, por imponer su doctrina a los recalcitrantes. Defendía la primacía e
independencia de la autoridad espiritual, y el uso del poder secular por poner en práctica los juicios de
éstos en materia de ortodoxia y disciplina moral.
La doctrina principal de la teología calvinista es la de la predestinación: considera que Dios no se salvó
por todos los hombres, sino por algunos pocos elegidos. La ética calvinista es, esencialmente, una ética de
acción, y la teoría de la predestinación era una creencia en un sistema cósmico de disciplina cuasi militar.
Por ello, Calvino utilizó el vocabulario del derecho romano para descubrir la soberanía de Dios, sobre el
mundo y sobre el hombre. Su moral enseñaba tanto el amor hacia los semejantes como el dominio de sí
mismo, la disciplina y el respeto por los camaradas en la batalla de la vida, virtudes que pasaron a ser los
principales pilares del puritanismo. Esto hizo que las Iglesias calvinistas sean las más militantes del
protestantismo.
A diferencia de Lutero, que le otorgaba a las instituciones seculares una importancia meramente
mundana, Calvino les atribuía un mayor valor. Consideraba que el primer deber del gobierno era
mantener el culto de Dios y desterrar la idolatría, el sacrilegio, la blasfemia y la herejía. El propósito del
gobierno temporal es fomentar y apoyar el culto, defender la doctrina pura y la posición de la Iglesia,
conformar nuestras vidas a la sociedad humana, moldear nuestra conducta con arreglo a la justicia civil,
armonizarnos con nuestros semejantes, y mantener la paz y la tranquilidad comunes. Si bien reiteró la
concepción cristiana de que no puede obligarse a nadie a creer, tampoco puso límites al deber del Estado
de imponer la conformidad exterior. Por esto, se aspiraba a la censura en materia de moral y la disciplina
en materia de doctrina.
En el sistema de gobierno de Calvino en Ginebra, si bien el poder de la Iglesia residía en todo el cuerpo
cristiano (en teoría), ese poder era ejercido por un consorcio compuesto del clero, con un poder
prácticamente ilimitado y un sistema solamente representativo en el sentido de que se suponía que el
consistorio ejercía una autoridad perteneciente a toda la Iglesia.
En la medida en que el calvinismo tenía alguna tendencia contraria al poder monárquico, tal cosa era
consecuencia de una cualidad negativa, y no positiva: el calvinismo no constituía una forma de gobierno
eclesiástica recomendable para una Iglesia nacional de la que el monarca fuese el jefe temporal, sino que
aceptaba el principio de que la autoridad espiritual era superior a la temporal, y debía, por ende, ser
independiente del jefe secular. Por otra parte, Calvino, a diferencia de los católicos, hace autónoma a la
Iglesia, incluyendo al clero y a los seglares, en vez de concentrar el poder espiritual de los obispos.
En cuanto a su teoría política, comparte el rechazo a la rebelión contra los gobernantes que tiene Lutero.
Como el poder secular es el medio externo de salvación, la posición del magistrado es
honorabilísima, pues es el vicario de Dios, y la resistencia que se oponga será opuesta a Él. Si hay algo
que exija ser corregido, no debe actuarse directamente. El mal gobernante es un castigo divino que sufre
el pueblo por sus pecados, y merece la sumisión incondicional de sus súbditos en el mismo grado que el
bueno, pues la sumisión no se debe a la persona, sino a la magistratura, y ésta tiene una majestad
inviolable. Sin embargo, y a diferencia de Lutero, que tiene una visión más entreguista, Calvino sostiene

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que hay “magistrados inferiores” que tienen el deber de resistir a la tiranía del jefe de Estado, y proteger
al pueblo contra él. Esto es una mitigación aristocrática respecto a la doctrina general de los derechos
naturales inherentes al pueblo. La obligación del gobernante de actuar de acuerdo al derecho es una
obligación para con Dios, no con el pueblo.
Su alineamiento político era marcadamente aristocrático: tenía una preferencia intelectual hacia la antigua
República aristócrata; reproducía el argumento de Polibio en favor de la forma mixta de gobierno;
criticaba la monarquía hereditaria como Cicerón y la democracia como Platón.
En sus aspectos principales, la teoría política calvinista era una estructura un tanto inestable, no por ser
ilógica, sino porque era fácil que caiga presa de las circunstancias: por una parte, subrayaba la maldad de
toda resistencia o la autoridad constituida, pero, por otra, su principio fundamental era el derecho de la
Iglesia de declarar la verdadera doctrina y de ejercer una censura universal, con apoyo del poder secular.
IDEAS PRINCIPALES DE CALVINO
Gobierno teocrático, basado Hay que volver a los cimientos del cristianismo, para purificar a la Iglesia,
en el Antiguo Testamento que está en un momento de decadencia.
Alianza entre el clero y la Para lograr la purificación de la Iglesia, debe suceder una alianza entre el clero y la
nobleza nobleza.
No debe haber resistencia hacia el gobernante, porque la magistratura es sagrada,
Obediencia pasiva
excepto que aquellos que resistan sean los aristócratas.
Cristo no murió por todos; sino por algunos. Todos tenemos nuestra vida
Predestinación marcada. Hay ciertos signos que marcan quiénes fueron los elegidos por Dios,
siendo el principal el éxito económico.
Estado como agente para El rol principal del Estado es el de mantener puro el culto de Dios, llegando a
mantener puro el culto reprimir a los infieles de ser necesario.

A diferencia de lo que sucedió en Alemania, con el luteranismo, y en Francia y Suiza, con el calvinismo,
EL ANGLICANISMO
en Inglaterra el protestantismo logró imponerse por razones muy diferentes, directamente relacionadas
con la personalidad y comportamiento del rey.
A la muerte de Enrique VII, que después de la Guerra de las Dos Rosas había centralizado el poder real,
la Corona pasó a su hijo menor, Enrique VIII. A partir de 1527, tras dieciocho años de matrimonio con
Catalina de Aragón (la hija de los Reyes Católicos), Enrique, alegando la ausencia de un heredero varón,
pero omitiendo su enamoramiento de Ana Bolena, una dama de corte, pidió a la Iglesia la nulidad de su
matrimonio, para casarse con su nueva amante. Después de arduas negociaciones, el Papa negó al
monarca inglés su petición, y éste, apoyado por parte de la nobleza y la burguesía de su reino, favoreció la
nulidad de su propio matrimonio, confirmó su casamiento secreto con Ana Bolena (a quien coronó reina),
declaró heredera legítima a su hija Isabel y, finalmente, en 1534, firmó el Acta de Supremacía, mediante
la cual legalizaba la existencia de una Iglesia inglesa, desvinculada de la Iglesia romana, al establecer que
el rey era la única cabeza suprema en la tierra de la Iglesia de Inglaterra.
El Papa, Clemente VII, reaccionó promulgando una bula de excomunión del monarca. Convencio de que
se trataba de una cuestión de enamoramiento, el Papa dispuso que se notificase la bula al rey en privado y
no se publicase hasta cinco años más tarde. La ruptura tuvo sus mártires, entre ellos Tomás Moro y John
Fisher de Rochester, quienes se negaron a convalidar las disposiciones reales.
La publicación de un catecismo anglicano, la supresión de las órdenes monásticas y la secularización de
más de ochocientos monasterios vendidos a los burgueses, medidas agravadas durante el reinado de
Eduardo VI (hijo de Enrique con su tercera esposa) convirtió en irreversible la ruptura, pese a los fallidos
intentos de su hija y heredera María, casada con su primo Felipe II de España. María y Felipe no tuvieron
hijos, permitiendo que la Corona pasase a Isabel (hija de Enrique y Ana Bolena).
Durante el reinado de Isabel I, se radicalizó el cisma, se adoptó un catecismo protestante, y el catolicismo

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fue penado con la muerte como crimen de alta traición. El desarrollo del protestantismo estuvo influido
por los antecedentes de Wyclif y la difusión de las nuevas ideas en su tierra, desde 1525, ahora
provenientes del continente. A la vez, creció el poder de la burguesía, enriquecida con la compra de las
propiedades eclesiástica. Esto preparó el camino hacia la hegemonía y el imperialismo británico.
La primera monarquía que logró consolidar su posición y obtener la hegemonía en Europa, una vez
quebrada la unidad teocrática de la Cristiandad, fue España. Su proceso de unidad puede remontarse hacia
el siglo VIII, donde el norte asturiano inició la lenta reconquista de la Península, ocupada por los
invasores árabes. El primitivo reino de Asturias, convertido en reino de León en el siglo VIII, permitió
incorporar Navarra, Castilla y Aragón. A partir de 1212, con la victoria de Alfonso VIII de Castilla en la
batalla de las Navas de Tolosa, comenzó el retroceso musulmán, concluido en agosto de 1492 con la toma
de Granada, última población ocupada en la Península.
La tarea unificadora se debió a Fernando V de Aragón e Isabel I de Castilla, que recibieron el nombre de
los Reyes Católicos. Sus logros y medidas principales fueron:
 La creación del primer Estado moderno en su verdadera acepción técnica, al lograr la sujeción de
la nobleza, el clero y la burguesía incipiente y la consolidación jurídica.
 El acentuamiento del carácter nacional de España, con la expulsión en 1492 de factores
alógenos, como otras razas u otros credos.
 La creación de los tercios españoles, al mando de Gonzalo de Córdoba, el Gran Capital
 La Cruzada lanzada a través de los mares para el descubrimiento, colonización y cristianización de
un Nuevo Mundo.
 Importante renacimiento cultural, diferente al de la Península Itálica, encabezado por Jiménez de
Cisneros.
En el año 1506, tras breves interinatos de Fernando V el católico y de Felipe I Habsburgo (El Hermoso),
la Corona de Castilla, con las Indias y los Países Bajos, pasó a su hijo Carlos I, el cual, tras la muerte de
su abuelo, también recibió Aragón. Las características de su reinado fueron:
1. Su reinado tuvo numerosos problemas:
 La complejidad de la composición del Sacro Imperio fue la principal: con el surgimiento de las
ciudades, sumado a la cantidad de príncipes que se repartían el territorio, mantener el orden era
complicado.
 Como había nacido en Borgoña, era poco apreciado y mal recibido por los españoles, que lo
consideraban un extranjero.
 Vivió más preocupado por los problemas del Imperio “alemán” que por las cuestiones de España
2. Durante su reinado, se dio gran parte de la conquista de América. El capitán Hernán Cortés logró,
en 1521, ocupar Tenochtitlán, y, derrocado Moctezuma II, se convirtió en dueño de México. Poco
más tarde, en 1532, Francisco Pizarro ocupó Cajamarca, detuvo al monarca Atahualpa y ocupó el
Cuzco Inca. Por otra parte, una serie de expediciones menores, que incluyeron el avistamiento del
Río de la Plata, condujeron al proyecto de circunvalación del mundo, iniciado por Hernando de
Magallanes, y concluido por Juan Sebastián Elcano.
3. A causa de las expediciones a América, que no resultaban demasiado costosas, la Corona recibió
grandes cantidades de oro y plata, que permitieron sostener los altísimos gastos militares y
administrativos durante los dos siglos de su hegemonía en Europa.
4. Las luchas contra los protestantes aumentaron las dificultades del emperador, quien terminó
abdicando sus posesiones de Austria y el Imperio en su hermano Fernando, y la Corona española
en su hijo, Felipe II.
Felipe II, conocido como el rey prudente y austero, recibió en herencia los reinos hispanos, las Indias y
las posesiones de su padre en Milán, las Dos Sicilias, el Franco-Condado y los Países Bajos. Las
características de su reinado fueron:

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1. A diferencia de su padre, era totalmente español, y consideraba como objetivo fundamental
engrandecer su patria y defender a la Iglesia católica.
2. Se casó con María Tudor, la hija de Enrique VIII (y su prima), para intentar, sin éxito, restaurar el
catolicismo en Inglaterra.
3. Utilizó, en numerosas ocasiones, a la Inquisición para su propia política imperial
4. Se lo consideró el primer burócrata de la historia moderna, porque era un incansable e introvertido
hombre de gabinete que trabajaba en la soledad física y espiritual. Las insignias de su gobierno
interno fueron el absolutismo y la uniformidad.
Tras la muerte de Felipe II, en 1598, la Corona quedó en manos de su hijo, Felipe III. Con éste, comenzó
el período de decadencia, conocido como de los Austrias menores. El período de los Austrias, que va
desde los finales del siglo XV hasta mitades del siglo XVII, se divide en:
 Austrias Mayores: Carlos I y Felipe II
 Austrias Menores: Felipe III, Felipe IV y Carlos II
La rápida difusión del protestantismo aceleró el proceso de reforma que venían exigiendo muchos
obispos, y permitió el triunfo LA REFORMA
de las CATÓLICA
posiciones española e itálica en la Curia romana. El verdadero
movimiento reformista en el seno de la Iglesia, que llegó a convertirse en un enfrentamiento de dos
cosmovisiones distintas, tuvo su baluarte en la España salida de las guerras de Reconquista, donde, años
antes de la actitud de Lutero, ya se había llevado a cabo una importante renovación en la Iglesia, encarada
por Jiménez de Cisneros. Este movimiento contó con el apoyo de los teólogos que restauraron el
pensamiento de Santo Tomás de Aquino, y originaron la neo-escolástica. Entre ellos se encontraban
Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Juan de Mariana y Francisco Suárez.
Una labor parecida fue llevada a cabo de manera paralela en la Península Itálica, donde se crearon nuevas
órdenes monásticas dedicadas a acentuar la vida piadosa y sacramental. Eran pequeñas células de seglares
y unos pocos sacerdotes, que se alimentaban de la tradición de las hermandades medievales, y que
iniciaron la restauración de la Iglesia. Su objetivo era santificarse en la cura de almas y el servicio a los
enfermos, y recibió el nombre de Orden de los Teatinos. Por otra parte, surgió la Orden de los Somascos,
que se dedicó, principalmente, a la juventud huérfana y desamparada. Una orden semejante fue la de los
Barnabitas, que buscaba cuidar a los enfermos y educar a los jóvenes. Todos estos círculos y fundaciones,
con su destacada participación de seglares y su gran orientación hacia la vida activa, eran pequeñas
energías, pero todos juntos se convirtieron en una importante fuerza regeneradora.

CONCILIO DE TRENTO
Los prelados españoles y los defensores de la nueva devoción itálica cumplieron un destacado papel en el
Concilio de Trento, convocado, en 1537, por el Papa Paulo III, a instancias del emperador Carlos V, para
tratar de reconciliar la posición con los protestantes y restaurar la unidad de la Iglesia. Este Concilio duró
veinte años, y sufrió muchas vicisitudes. Sin embargo, logró su objetivo, al definir una serie de verdades
dogmáticas que habían sido cuestionadas por los protestantes, fijando el credo católico. Además, llevó
adelante una importante reforma en las costumbres de la Iglesia católica, que perduraron durante varios
siglos, aunque no logró incorporarse a los protestantes.
Por decisión del Concilio, se crearon los seminarios, se reglamentó la vida eclesiástica y el gobierno de la
Iglesia, se ratifica la idea de que el hombre se salva por la gracia divina, pero también por sus actos, se
refuerza la idea de la santidad, que había sido cuestionada por el luteranismo, puesto que éste
consideraba que el hombre era malo por naturaleza, por lo cual no podía ser santo.
En esta época, el vasco Ignacio, enrolado en los ejércitos del duque de Nájera, herido en batalla y
SAN
convertido por IGNACIO
las lecturas DE
pías durante LOYOLAfundó
su convalecencia, Y LA COMPAÑÍA
la Compañía DElos “ejércitos
de Jesús como
católicos” a disposición personal del Papado, y redactó sus ejercicios espirituales, como también las
constituciones o régimen de los militantes de la Iglesia.
Los jesuitas desempeñaron un importante papel en la formación de los jóvenes de la Modernidad, y sus
escuelas sirvieron como importantes centros de difusión de la cultura barroco-tridentina, mientras que
detenían la expansión del protestantismo en sus diferentes manifestaciones, de manera tal que no pudo

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triunfar en las naciones de raíz latina, como Francia, España y Portugal, la Península Itálica, ni las
naciones de religión ortodoxa. El propio Ignacio participó del espíritu misional hispano, pues dispuso el
envío de misioneros de la Compañía a Japón o a América, donde llegaron a organizar las misiones
guaraníes.
Al mismo tiempo, los jesuitas cumplieron un papel fundamental en el campo de la educación, pues
asumieron la enseñanza de la nueva burguesía profesional, que había sido abandonada por la Iglesia al
aparecer la enseñanza laica enfrentada con la universitaria eclesiástica. Las escuelas jesuitas no atraían a
la nobleza.
Paralelamente, la Roma medieval, empobrecida y abandonada, comenzó a ser reconstruida y embellecida:
comenzaron a levantarse palacios e Iglesias y la población comenzó a crecer. En esta ciudad, se levantó la
Iglesia de Gesu, o de la Compañía. Fue la primera Iglesia jesuita, que sirvió de modelo para toda la
Cristiandad.
La finalidad de los jesuitas consistía en reformular una teoría moderada de la superioridad papal,
siguiendo las líneas sugeridas por Santo Tomás. En el siglo XVI, Europa había llegado a ser un conjunto
de Estados nacionales y autónomos en asuntos seculares, pero todavía cristianos en cierto sentido, aunque
ya no buscaban fidelidad a una sola Iglesia. El sueño de los jesuitas consistía en recuperar la importancia
de la Iglesia romana, salvando, para el Papa, alguna forma de jefatura espiritual sobre una sociedad de
Estados cristianos. Esta política, totalmente ilusoria, fue el motivo por el cual los católicos nacionalistas y
los protestantes detestaban a los jesuitas.
Podemos distinguir numerosos pensadores jesuitas, siendo los más importantes:
1. El Cardenal Belarmino: Roberto Belarmino fue el más eficaz de los polemistas católicos del
siglo XVI. Sostenía que el Papa no tenía autoridad en materia secular, pero que, sin embargo, es el
jefe espiritual de la Iglesia, por lo cual tiene un poder directo sobre cuestiones temporales, pero
exclusivamente reservado a los fines espirituales. Para Belarmino, el poder de los gobernantes
seculares no procede directamente de Dios ni del Papa, sino de la misma continuidad para sus
propios fines seculares. De todos los gobernantes humanos, sólo el Papa recibe el poder
directamente de Dios. Podemos inferir, de su teoría, que el gobierno secular no debe exigir a sus
súbditos la obediencia absoluta, y que la autoridad espiritual tiene, para fines espirituales, derecho
a dirigir y regular a la secular (porque, como dijimos, su autoridad sí deriva de Dios). En
circunstancias en las que un Papa tiene motivos, puede deponer a un gobernante herético, y
dispensar a sus súbditos de la fidelidad jurada. Esta teoría de que el Estado es una sociedad
nacional, de origen y fines puramente seculares, mientras que la Iglesia es de ámbito universal y
de origen divino, implicaba que la Iglesia era un cuerpo social y el Estado otro, y que la
pertenencia a uno de ellos es independiente de la pertenencia al otro, lo cual muestra una gran
fractura con la cosmovisión medieval.
2. Juan de Mariana: su doctrina está influida, en gran parte, por consideraciones de tipo
constitucional. Admiraba las instituciones medievales, especialmente las representadas por las
Cortes de Aragón, a las cuales consideraba como guardianas de las leyes del país, a las que el
monarca estaba plenamente sujeto. Este pensador hacía derivar el poder del monarca de un
contrato del pueblo, representado por las Cortes, a las que está reservado el poder de modificar el
derecho. De ahí que pueda eliminarse al rey en caso de que violen la norma fundamental. La
característica más importante de la teoría de Mariana fue la de considerar el origen y la
evolución del gobierno como un proceso natural, producido bajo el impulso de necesidades
humanas. En estos cimientos, basaba la afirmación que, en una comunidad, tiene que poder
controlarse o deponerse siempre a los gobernantes que han sido creados por su necesidad.
Acepta abiertamente el tiranicidio como remedio de la opresión política, es decir, el derecho de
los ciudadanos de matar a un opresor, aunque su título fuese legítimo.
3. Francisco Suárez: al igual que Belarmino, Suárez concebía al Papa como jefe espiritual de una
familia de naciones cristianas, y, en consecuencia, como portavoz de la unidad moral de la
humanidad. La Iglesia era una institución universal y divina; mientras que el Estado era nacional y
particular. Bajo este precepto, defendió el poder indirecto del Papa a regular a los gobernantes

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seculares para fines espirituales. El Estado, para este autor, es una institución específicamente
humana, basada en las necesidades humanas, y originado en una unión voluntaria de las cabezas
de familia. En este acto voluntario, cada uno asume la obligación de realizar lo necesario para el
bien general. Se establece el principio de que el poder de la sociedad de gobernarse a sí misma y a
sus miembros es una propiedad inherente a todo grupo social, no dependiente de la voluntad de
Dios, sino puramente natural, relacionado con las necesidades sociales del hombre. De la idea de
que el poder político es una propiedad inherente a la comunidad, concluye que ninguna forma de
obligación política es absoluta. Los sistemas políticos son, en cierto sentido, superficiales: un
Estado puede ser gobernado por un rey o de alguna otra manera, y el poder del gobierno puede ser
mayor o menor. En cualquier caso, el poder político deriva de la comunidad, existe para el
bienestar de ésta y, cuando no funciona bien, puede cambiarse. La intención de esta teoría era
exaltar el derecho del Papa por encima del poder meramente secular y humano del monarca, pero
su efecto fue separar de modo más acabado la política de la teología. La teoría política de Suárez
era, en parte, accidental en su doctrina jurídica, pues su finalidad era presentar una filosofía
enciclopédica del derecho en todas partes, y, como era uno de sus escritos, presentó su resumen y
sistematización de todos los aspectos de la filosofía jurídica medieval. Consideraba que el derecho
natural era el único procedimiento científico de enfocar los problemas de la teoría política. Si hay,
en la naturaleza en general, y en la naturaleza humana en particular, ciertas cualidades que hacen
que algunos modos de conducta sean inevitablemente buenos, y otros malos, entonces la
diferencia entre el bien y el mal no se debe a la voluntad arbitraria de Dios ni del hombre, sino que
es una distinción natural. Ningún legislador humano puede hacer que lo malo sea bueno, ni
siquiera el Papa puede modificar la ley natural. Tras las disposiciones específicas de las leyes,
existen normas racionales, de validez general. De esto, se sigue que los Estados, como los
individuos, están sometidos a la ley natural, principio que implica el imperio de la ley dentro del
Estado y la existencia de relaciones jurídicas entre los Estados.
El descubrimiento de América tuvo importantes consecuencias para el continente europeo y el americano,
cuyo ingreso al Occidente, su cultura y la religión cristiana se originó en estas circunstancias. Estas
consecuencias fueron:
 La universalización de la historia mediterránea de Europa: a partir de esta época, y hasta
comienzos del siglo XX, el Océano Atlántico se convirtió en el centro de la historia.
 La aparición de nuevas especies vegetales, como la papa, el maíz, el cacao y el tabaco
 Gran ayuda al desarrollo económico europeo, acelerando el crecimiento del capitalismo. Sin
embargo, también produjo grandes crisis económicas, por excesivo aporte de oro y plata,
circunstancias que terminaron acentuando la decadencia económica de España, favoreciendo a
Holanda e Inglaterra.
 Tras la destrucción de la Cristiandad con el triunfo del protestantismo, y la pérdida de gran
cantidad de tierras cristianas, muchos pensadores españoles vieron en el descubrimiento de
América la EL FINpor
concesión, DE LA
parte HEGEMONÍA
de la Divina Providencia, deESPAÑOLA
nuevas tierras para evangelizar.
Con la muerte de Felipe II de Habsburgo, España ingresó en un período de crisis política, económica,
social y moral, que se extendió durante el reinado de sus sucesores, los Austrias menores. Esta crisis
consistió en:
1. En el aspecto económico, España quedó agotada por la cantidad de guerras que debió sostener en
toda Europa para defender sus ideales, ante un mundo que, en su mayoría, aceptaba una nueva
cosmovisión.
2. Hubo una fuerte crisis interna, manifestada mediante la desintegración de la unidad española y el
despoblamiento e indolencia de una Corte real cada vez menos convencida de los ideales que
defendía, y con menor capacidad para hacerlo.
3. El privilegio comenzó a reemplazar al servicio, mientras que la burocracia y el centralismo
agravaron el pesado funcionamiento de la máquina estatal, favoreciendo el avance de la
corrupción.

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El período de los Austrias Menores estuvo compuesto por tres reyes:

 Felipe III: reinó entre 1598 y 1621. Sus medidas principales fueron la identificación de la Corona
española con los intereses de los Habsburgo germánicos; en política interna, su holgazanería
permitió el ascenso de los válidos, en quienes recayó el verdadero ejercicio del poder, y la
expulsión de los moriscos, que agravó la crisis económica.

 Felipe IV: reinó entre 1621 y 1665. Dejó el gobierno en manos del Conde-Duque, y favoreció la
disgregación, al participar en permanentes conflictos contra los enemigos tradicionales de la
Corona española: Holanda, Francia y Portugal. Durante su reinado, Portugal re-obtuvo su
independencia, en 1640.

 Carlos II: reinó entre 1665 y 1700. En su reinado, el poder pasó a manos de su hermanastro, Juan
José de Austria. En su reinado, España ya había perdido la fe en sus ideales, y, con motivo de su
desengaño, miraba ansiosa a Europa, deseosa de copiar los valores que triunfaban allí.
En el año 1700, llegó al trono Felipe V, nieto de Luis XIV. Al obtener el trono de España, con la
condición de no unir ambas Coronas, inició el reinado de la dinastía de los Borbones. Con él, ingresaron
en España las ideas francesas, que seducían a todo el Occidente ilustrado.
LA HEGEMONÍA FRANCESA
La declinación de la hegemonía española, a fines del siglo XVI, estaba relacionada con el crecimiento del
poderío francés. De todas las monarquías nacionales consolidadas en Europa, Francia era la más
unificada, y su gran número de habitantes era la base de su poderío.
El proceso de consolidación de la monarquía nacional francesa, que permitió su hegemonía mundial en el
siglo XVII, tuvo sus orígenes en la Edad Media, se reforzó con la victoria en la Guerra de los Cien Años y
con la aventura siciliana de Carlos VIII a fines del siglo XV, y adquirió un empuje notorio con el ascenso
al trono de Francisco I, quien, en medio de sus enfrentamientos con Carlos I de España, preparó las bases
de una monarquía absoluta y centralizada, ocupando una serie de territorios imperiales, entre los que
sobresalieron las posesiones del condestable de Borbón, destinado a ocupar la Corona francesa.
La dinastía Valois se extinguió en el medio de las guerras de religión contra los protestantes franceses,
favorecidos por sucesivos cortos reinados. La Corona, después de una serie de luchas internas entre las
familias nobles de los Guisa y los Condé, pasó, en 1589, a manos de Enrique IV de Borbón, iniciando una
dinastía que perduró en Francia hasta 1883, y que aún persiste en España. El nuevo monarca abjuró
solemnemente del protestantismo, para culminar con la oposición interna y ser aceptado como rey de
Francia.
El acontecimiento más importante de las guerras de religión en Francia fue la Noche de San Bartolomé, el
24 de agosto de 1572, en la cual el “partido católico” llevó a cabo un operativo destinado a exterminar a
todos los jefes hugonotes, matando a varios miles de personas.
Enrique IV, a la vez que consolidaba su autoridad monárquica y recuperaba a Francia de los desastres de
las guerras internas y externas, obtuvo la paz religiosa por el Edicto de Nantes, en 1598, donde se
concedía la libertad de culto a los hugonotes.
Tras la muerte de Enrique IV, que fue asesinado en 1610 por un fanático religioso, asumió su hijo, Luis
XIII. Su madre, que rigió por él cuando era un niño, designó como consejero real al obispo de Luzón (y
luego cardenal) Richelieu, quien duró dieciocho años en el cargo. Algunas de las características del
gobierno de Richelieu fueron:

 Fortalecer y centralizar el poder real, desarticulando la nobleza, llegando incluso a demoler los
castillos fortificados.

 Defensa de la teoría de las fronteras naturales de Francia, que justificaba extenderse hasta la orilla

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izquierda del Rhin y hasta los Pirineos, y, finalmente, quebrar el dominio de la casa de los
Habsburgo.

 Convencimiento a su patria de que el engrandecimiento de Francia estaba directamente


relacionado con la desdicha del imperio.

 Sentar las bases del absolutismo real en Francia


La muerte casi coincidente de Luis XIII y del Cardenal llevaron al trono a su hijo tardío, Luis XIV.
Llevó al absolutismo a su máxima expresión, de acuerdo con la frase “el Estado soy yo”, edificó el
Palacio de Versalles, un palacio renacentista ostentosamente ornado, al que trasladó a la corte para
controlarla mejor. Allí, estableció una etiqueta por la cual brillaba como un Rey Sol, mientras la corte
giraba a su alrededor, durante su gobierno, era adorado como una divinidad y encargó su gobierno a la
burguesía, la cual llevó al máximo la centralización de la administración pública, con el nombramiento de
consejos de Estado para el gobierno, y la designación de intendentes reales, en reemplazo de los
gobernadores de provincia.
Tras la muerte de Luis XIV, en 1715, el trono pasó a su bisnieto, Luis XV. Mientras la grandeza de
Francia se eclipsaba, deteriorada por las heridas de la lucha contra los Habsburgo, asomaba en el
horizonte el potencial de Inglaterra, que poco antes había ingresado en la colisión antifrancesa, y que
estaba destinada a ser la mayor potencia de los siglos XVIII y XIX.
Los primeros dos siglos de la Modernidad se vieron sacudidos por las controversias y querellas religiosas
UNIDAD VII: LAS
locales, que llegaron GUERRAS
a internacionalizarse DE
en la RELIGION
Guerra de los Treinta LA
Años.RUPTURA DE LA
Las guerras interiores de
Alemania y Francia, llamadas guerras de CRISTIANDAD
religión, y que, en su origen, fueron puramente locales, fueron
convertidas en una guerra europea, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Esta guerra comenzó en
1618, con una rebelión contra los Habsburgo en Praga, la capital del reino de Bohemia, donde un grupo
de nobles checos arrojó por la ventana a los funcionarios imperiales, en el suceso conocido como la
defenestración de Praga. De inmediato, destronaron al monarca, y proclamaron como nuevo rey al Elector
Palatino, el calvinista Federico. Dos años más tarde, las tropas imperiales derrotaron al monarca ilegítimo
en la Batalla de la Montaña Blanca, y restauraron el catolicismo.
La guerra fue reiniciada por el rey luterano Cristian IV, de Dinamarca y Noruega, quien mostraba el
deseo de los recién protestantizados países escandinavos de participar en la historia europea. Los
generales Tilly y Albert von Waldstein lograron recuperar poderosos ejércitos mercenarios para defender
al Imperio, mientras que el más poderoso de los monarcas escandinavos, Gustavo Adolfo de Suecia
actuaba a favor de los luteranos. Quien inclinó la balanza fue el cardenal Richelieu, quien, con tal de
contener a los Habsburgo, no vaciló en facilitar el apoyo de Francia al monarca luterano,
internacionalizando la guerra. La muerte de Gustavo Adolfo en Batalla y el posterior asesinato de
Waldstein agotaron a los contendientes, forzando la paz de Praga en 1635.
Richelieu, en su objetivo anti Habsburgo, incitó a los bandos enfrentados, para que retomaran la lucha,
presionando sobre el rey Felipe IV de España, hasta derrotarlo en Rocroy, echando por tierra el prestigio
de la infantería española. Los epígonos de la lucha franco-española continuaron hasta 1639, en que
España se vio obligada a firmar el tratado de los Pirineos, por el cual quedaba formalmente terminado el
prestigio español, y se aceptaba la hegemonía francesa.
En 1641, agotados ambos bandos, comenzaron las negociaciones de paz, que avanzaron a partir de la
muerte de Richelieu. En 1648, se firmaron una serie de tratados en la ciudad protestante de Münster y en
la católica de Osnabrück, ambas en Westfalia. La elección de ambas fue obra del Padre José, mano
derecha de Richelieu, y de su sucesor, el cardenal Mazarino.
Los efectos producidos en la guerra fueron graves pérdidas, en vidas y económicamente, destrucción de
las tierras de Alemania, vaciamiento del tesoro español, que hizo que la pobreza invada este Estado, y
condena protestante a la veneración de los santos, que eliminó una gran cantidad de fiestas religiosas, que
fomentaban la holgazanería en desmedro de la nueva “cultura del negocio y el ahorro” o el “espíritu
capitalista”.

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La Guerra de los Treinta Años, que había comenzado como un conflicto religioso entre católicos y
protestantes, se convirtió en una lucha entre las dinastías Habsburgo y Borbón, y culminó en la Paz de
Westfalia, en 1648. Las consecuencias de Westfalia fueron:
 Reemplazo de la concepción universal de la Cristiandad por una nueva política de tolerancia,
basada en el equilibrio de las nuevas monarquías, que implicaba pactos internacionales y alianzas
matrimoniales, para contener a las “potencias” hegemónicas.
 Se construye un nuevo derecho de gentes, el derecho internacional, para reemplazar los epígonos
de la teocracia papal. Surgió el sistema político moderno de Europa, basado en el principio nuevo
de la igualdad fundamental de los Estados soberanos independientes.
 Reconocimiento de la libertad de cultos en Europa, estableciéndose la paridad religiosa entre el
catolicismo y las creencias protestantes.
 Con el tiempo, se dio el fin del predominio europeo de la Casa de Austria, la división del Imperio
Alemán en más de trescientos Estados, y la independencia de Suiza y las Provincias Unidas. Se
establece el principio de que cada nación tendría la religión que profesaba. Esta medida marcó el
fin de la unidad religiosa y política de la Cristiandad. Sólo España, Irlanda, Italia, Polonia, el sur
de Alemania y partes de Francia y los Países Bajos seguían perteneciendo a la Cristiandad. El
resto se había vuelto protestante.
 Westfalia marca el fin de la Cristiandad
Los escritores hugonotes tenían dos corrientes de argumentación, que fueron típicas de la oposición al
poderLA
regioCUESTIÓN DE fue
absoluto, y cuyo origen LAel TOLERANCIA
Medioevo: Y LOS ESCRITORES
1. La corriente que buscaba los fundamentos históricos: señala que la monarquía absoluta es una
innovación totalmente opuesta al desarrollo histórico previo.
2. La corriente que buscaba los fundamentos filosóficos, demostrando que la monarquía
absoluta era contraria a las normas jurídicas universales y subyacentes a todo gobierno.
Estas teorías no eran específicas del partido hugonote: los poderes del rey de Francia habían estado, desde
hace mucho tiempo, sujetos a debate, y con mucha frecuencia estaba expuesto a la opinión de que sus
poderes estaban limitados por la ley natural y los privilegios consuetudinarios. Fueron resultado de la
amenaza que, para el gobierno, representaron las guerras civiles. En particular, se había sostenido
frecuentemente que el poder del poder del monarca estaba limitado por el aparato judicial del reino, por el
supuesto derecho de los Parlamentos a negarse a registrar y poner en Vigor el edicto real; o el derecho
menos definido de los Estados Generales de ser consultados, en cuanto representación dentro del reino,
en materia de legislación de impuestos.
 François Hotman y la Franco-Gallia: Hotman fue uno de los principales hugonotes en escribir
sobre teoría política. El libro pretende ser una historia constitucional de Francia, y demostrar que
el reino no había sido nunca una monarquía absoluta. Incluso considera que la sucesión hereditaria
es un suceso relativamente nuevo, basado en el consentimiento tácito del pueblo. El monarca
debía ser electivo, y sus poderes estaban limitados por los Estados Generales. Su argumento está
basado en el principio del constitucionalismo medieval de que las instituciones políticas derivan
su derecho de prácticas inmemoriales, inherentes a la propia comunidad: el consentimiento del
pueblo, expresada en estas prácticas, es la base legítima del poder política. Sus proposiciones, sin
embargo, principalmente aquella que consideraba que el poder del rey derivaba de los Estados
Generales, no eran ciertas, ni tenían valor práctico en las circunstancias.
 Theodore Beza: a partir de la noche de San Bartolomé, los protestantes franceses escribieron
muchas obras de este tipo, todas las cuales adoptaban la posición de que los reyes habían sido
instituidos por la sociedad humana, para servir a los fines propios de ésta, y que su poder es, en
consecuencia, limitado. El principal pensador de esta corriente fue Theodore Beza, sucesor de
Calvino en el gobierno de Ginebra. No solamente invirtió la doctrina de Calvino, sino su
anterior convicción favorable a la obediencia pasiva. Sostuvo el derecho de los magistrados

14
inferiores a resistir a un tirano, en especial en defensa de la verdadera religión.
La Vindiciae Contra Tyrannos:
Escrita por Stephanus Junius Brutus, fue una de las obras fundamentales de la literatura revolucionaria,
publicada en 1579. Está dividida en cuatro partes, cada una de las cuales busca resolver un problema
fundamental de la política contemporánea:
1. ¿Están obligados los súbditos a obedecer a los príncipes si mandan algo contra la ley de Dios?
2. ¿Es lícito resistir a un príncipe que desea anular la ley de Dios o que ataca la Iglesia? En tal
caso, ¿a quién, por qué medios y en qué medida le es lícita la resistencia?
3. ¿Hasta qué punto es lícito resistir a un príncipe que está oprimiendo y destruyendo al Estado, y a
quién, por qué medios y con qué derecho se le puede permitir tal resistencia?
4. ¿Pueden ayudar los príncipes vecinos a los súbditos de otros príncipes, cuando tales están
afligidos por defender la verdadera religión, o son oprimidos por una tiranía?
El interés del autor no es el gobierno en cuanto tal, sino la relación entre éste y la religión. Sólo en la
parte tercera toca lo que puede generarse como una teoría general del Estado, y, aún en ella, no puede
decirse que la política ocupe el primer plano. Todo el libro se basa en una situación en la que el príncipe
profesa una religión, y un grupo importante de sus súbditos, otra. Sin embargo, parece ignorar la solución
obvia: que una diferencia religiosa no debe afectar los deberes políticos. El autor da por supuesto que los
gobernantes deben mantener la verdadera doctrina, pero, al mismo tiempo, la parte sustancial de su
argumentación se apoya muy poco en Calvino. Adopta la forma de un doble pacto o contrato:
 Un contrato en el que son parte, de un lado Dios, y del otro el Rey y el pueblo de manera
conjunta. Por este contrato, la comunidad se convierte en Iglesia, y se obliga a ofrecer una
adoración verdadera y aceptable.
 Un contrato en el que las partes son el pueblo y el monarca, es decir, el contrato político
mediante el cual un pueblo se transforma en Estado. Tal acuerdo obliga al rey a gobernar bien y
con justicia, y el pueblo a obedecerle mientras lo haga así.
El doble pacto era necesario, porque el deber religioso era, para Brutus, la razón más importante de la
rebelión, y sostenía que existía derecho a coaccionar a un rey hereje. El autor no veía ninguna
discrepancia entre la teoría de que el monarca tenía un poder derivado de Dios y la de que su poder surgía
de un contrato con su pueblo: el derecho divino del oficio regio quedaba subsistente al lado de los
derechos derivados del pacto con su pueblo. El rey debía obedecer a los mandatos religiosos, pero
también a los exigidos por su pueblo.
La Vindiciae no era un intento de basar el gobierno enteramente en principios seculares, sino que, como
la teoría del derecho divino, era, por completo, teológica.
En ambos contratos, se representa el poder del monarca como delegado: en el primero, por Dios. En el
segundo, por el pueblo. Este poder se concede para ciertos fines, y su retención depende de la condición
de su cumplimiento. Dios y el pueblo son, por lo tanto, superiores: los reyes están obligados al servicio de
ambos, y la obligación del pueblo respecto a él es limitada y condicional. Todo cristiano tiene que
reconocer que es su deber obedecer a Dios antes que el rey, en el caso de que el monarca ordene lo
contrario a la ley de Dios. El pueblo es, mancomunada y solidariamente responsable con el rey de la
conservación de la pureza de la doctrina y culto: si el rey incumple su obligación, toda la carga recae
sobre el pueblo, y, si éste no reíste, el monarca se hace reo de todo el castigo que merece el pecado regio.
Todos los reyes son, en realidad, electivos, aunque se haya extendido una costumbre favorable a una
sucesión hereditaria, pero no hay una prescripción definitiva en contra los derechos del pueblo. Además,
este autor apela, en parte, a la razón utilitarista: la monarquía fue sancionada por el pueblo, porque se
consideraba que los servicios del rey valían lo que costaban. Por lo tanto, los gobiernos existen para
fomentar los intereses de los súbditos, que deben aceptar la carga de la obediencia, pero recibiendo, a
cambio, la protección de sus vidas y propiedad. Pero no fue utilitarista en lo principal: la razón

15
fundamental de limitar el poder regio es su sujeción al derecho, tanto al natural como al positivo: el rey
depende del derecho, no el derecho del rey.
El derecho procede del pueblo, no del rey, y sólo puede ser modificado con el consentimiento de los
presentes del pueblo. El rey sólo puede disponer de la vida y la propiedad de sus súbditos de las formas
que permite el derecho, y es responsable, ante este, de cada uno de sus actos. Es esencial en esta teoría
que el gobernante puede ser responsable ante el pueblo de la legalidad de su gobierno: el rey, al
convertirse en tirano, pierde su título a ejercer el poder. Se hace una diferencia entre dos tipos de tiranos:
1. El tirano como usurpador, sin título al trono
2. El monarca legítimo, que se ha convertido en tirano
El ciudadano privado sólo puede resistir o matar al primero. En el segundo caso, el derecho de resistencia
pertenece únicamente al pueblo como cuerpo y no como conjunto de individuos. Y todo el pueblo resiste
de manera colectiva, y debe actuar a través de sus jefes naturales: los magistrados inferiores, los
funcionarios locales y los municipales, cada uno dentro de su propio territorio. Sólo el magistrado, o los
guardianes naturales de la comunidad, pueden resistir al monarca. La Vindicae no defendía los derechos
del pueblo inherentes a cada individuo, sino los derechos de las ciudades, provincias y clases contra los
defectos del poder regio. Su espíritu no era democrático, sino aristocrático: defendía los derechos de las
corporaciones, no de los individuos.
Su obra, De la República, fue la más importante del período de formación de los grandes Estados
territoriales. Fue escrita en 1576. AJUANpesar deBODINO
que estructuralmente es similar a La Política de
Aristóteles, en cuanto a su contenido sustancial son completamente opuestas. Bodino pasó a la historia
del pensamiento político como el teórico de la soberanía, pero este concepto no fue descubierto por él.
“Soberanía” significa “poder supremo”, es decir, poder que no reconoce por encima de sí mismo ningún
otro. Bodino define la soberanía como el poder absoluto y perpetuo de un Estado, que tiene, por
consiguiente, dos atributos a analizar:
 Lo perpetuo: para Bodino, un poder no puede considerarse perpetuo cuando ha sido asignado a
una persona o a un cuerpo por “un período determinado”: por ejemplo, los dictadores romanos
eran, para este autor, simples comisarios, a los cuales se les asignaba una tarea específica,
cumplida la cual su poder se agota.
 Lo absoluto: el poder soberano, como tal, debe ser legibus solutus, es decir, desligado de la
obligación de obedecer a las leyes (es decir, las leyes positivas, dadas por sus predecesores y
producidas por él en tiempos anteriores).
Sin embargo, poder absoluto no quiere decir necesariamente poder ilimitado, sino que el soberano, siendo
el detentador del poder de hacer leyes valederas para todo el país, no está limitado por tales leyes, porque
no es posible mandarse a sí mismo. Sin embargo, el soberano sí está limitado por otras leyes:
1. Leyes naturales y divinas
2. Leyes “constitucionales”: son los fundamentos del Estado, como la sucesión al trono de la
monarquía
3. Las leyes que regulan las relaciones privadas entre los súbditos, particularmente las de
propiedad. Ayudan a entender que, para Bodino, la sociedad está dividida en una esfera pública y
una privada, la esfera del público y la del burgués. Fuera del Estado, está la sociedad civil, es
decir, la de las relaciones económicas, regida por el derecho privado.
Para Bodino, las formas de Estado son tres, y solamente tres: monarquía, aristocracia y democracia.
Las formas de gobierno solamente son tres porque no tiene fundamento alguno la distinción entre formas
buenas y formas malas, ni tampoco ha existido la séptima forma, que algunos escritores han identificado
con el gobierno mixto. ¿Con qué argumentos lo rechaza?
 Rechazo a la división entre formas buenas y formas malas: si se debiesen distinguir las
constituciones con base en sus defectos y virtudes, su número sería infinito. Para dar definiciones

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válidas, uno no se puede atener a “factores accidentales”, sino que es necesario tomar “diferencias
esenciales y formales”. La división entre Estados buenos y malos imposibilitaría cualquier intento
de sistematización. Sin embargo, luego se contradice, pues termina reintroduciendo la distinción
tradicional entre gobierno bueno y malo al hablar de las formas de gobierno (Bodino diferencia
formas de gobierno y de Estado).
 Rechazo a la teoría del gobierno mixto: el poder real, el aristocrático y el real no dan por
resultado más que una democracia, aunque en realidad resulta inimaginable, porque la soberanía
es indivisible, por lo cual no puede ser dividida entre el príncipe, los señores y el pueblo. Según el
razonamiento de Bodino, hay dos opciones: el poder de hacer leyes pertenece al pueblo, por lo
cual el Estado es democrático; el poder de hacer leyes no pertenece al pueblo, por lo cual el
Estado es aristocrático o monárquico.
Es importante marcar que, para Bodino, la soberanía es indivisible, es decir, que el soberano, sea un
monarca, una asamblea o una colegiatura, o tiene todo el poder o no tiene ninguno. Cuando el poder está
realmente dividido, el Estado pierde su unidad, y, con ella, la estabilidad. En esto basa su crítica: si el
Estado es verdaderamente mixto, y el poder soberano pertenece a distintos órganos, el Estado
continuamente será presa de conflictos, que lo desgastarán y peligrarán su seguridad. La mezcla, más que
ser garantía de mayor estabilidad, es la causa principal de inestabilidad.
Para Bodino, el Estado mixto es una corrupción del Estado, y el Estado simple es el verdadero Estado.
Por otra parte, como distingue entre la titularidad de la soberanía y el ejercicio, la primera puede
pertenecerle a un monarca, por ejemplo; pero el otro puede ser confiado por el rey a una asamblea
aristocrática o popular: esta distinción nos lleva a considerar que un Estado puede ser monárquico-
aristocrático, o monárquico-democrático, sin por eso ser mixto.
Un aspecto muy importante de la teoría de Bodino es que considera fundamental introducir la diferencia
entre un Estado (también llamado régimen) y un gobierno: por ejemplo, un régimen puede ser
monárquico, pero con gobierno democrático, si el príncipe permite participar a todos en las asambleas de
los Estados, en las magistraturas, en los oficios y en las recompensas sin importar la nobleza, las riquezas
o el mérito.
La República para Bodino es un recto gobierno de varias familias, y de lo que les es común, con poder
soberano. Coloca esta definición al principio de su texto porque para él, en todas las cosas, es necesario
buscar el fin principal, y sólo después los medios de alcanzarlo. En esta lógica, y en función de los
razonamientos y propósitos, habremos de considerar como hipótesis de partida que la soberanía es el
elemento por medio del cual se habrá de conseguir este recto gobierno, que, en coherencia argumental, es
lo que caracteriza y define a la República.
Para Bodino, antes que hubiera ciudad ni ciudadano, ni forma alguna de república, todo jefe de familia
era soberano en su casa, con poder sobre los suyos. Pero el surgimiento de la fuerza, la violencia, la
ambición y la venganza provocó el enfrentamiento entre las familias, resultando unos victoriosos y otros
vencidos. De entre los vencedores, el que había sido nombrado jefe y capitán continuó detentando el
poder, pero ahora, sobre todos ellos, sobre los vencedores y sobre los vencidos; a unos como súbditos
fieles y leales, a los otros como esclavos.
La referencia a la familia en la definición de la república, viene a determinar la prioridad de aquella en
relación con ésta, lo que, a Bodino, le será doblemente útil en sus argumentaciones:
 Porque la familia, constituida previamente en derecho, proporcionará un cómodo modelo para la
construcción del Estado y permitirá, especialmente, comprender la naturaleza de la autoridad.
 Porque, al considerarse de carácter sagrado los derechos primordiales de la familia, se coloca un
límite desde el principio a las posibles intervenciones del Estado.
En consecuencia, la soberanía y la comunidad, tan difíciles de limitar en una concepción política donde
sólo entran como elementos los individuos, encuentran un freno y una garantía contra todo posible abuso.
Durante el reinado de Luis XIV, se aplicó un conjunto de principios elaborados por el obispo Jacobo
Bossuet, contenidos en su JACQUES-BÉNIGNE BOSSUET
obra “Política sacada de las Sagradas Escrituras”. Para este autor, la soberanía

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real, es decir, el poder monárquico posee algunas características fundamentales.
1. Es sagrada, porque el poder tiene un origen divino, Dios habría creado el poder político y al
mismo tiempo habría designado a quién lo desempeñaría.
2. Es absoluta, porque, como el poder proviene de Dios, los hombres no pueden ponerle límites.
Según Bossuet esto no implica un poder arbitrario porque el rey debe dar cuentas de todos sus
actos a Dios y debe someterse a normas cuyo cumplimiento serán verificadas por la divinidad.
3. Es paternalista, porque el rey debe ser como un padre, y buscar con sus actos la felicidad de sus
súbditos.

UNIDAD VIII: EL PENSAMIENTO POLITICO EN INGLATERRA


La teoría de que el poder político pertenece al pueblo, y de que se puede resistir a los gobernantes por
razones válidas, creó su propia respuesta, que se adoptó, naturalmente, en la forma de una revisión de la
creencia antigua en el carácter divino de la autoridad civil. En el siglo XVI, tal revisión condujo a la
teoría del derecho divino de los reyes. Esta teoría, al igual que su adversaria, fue consecuencia de la lucha
por el poder entre diversas sectas religiosas.
En un principio, el problema estaba solamente de forma secundaria relacionado con el conflicto entre
absolutismo y constitucionalismo, y no era, en absoluto, una lucha entre autocracia y democracia. El
derecho divino era una defensa del orden y la estabilidad política, frente a una opinión que muchos creían
que aumentaba el peligro implícito de una guerra civil religiosa.
La teoría del derecho divino de los reyes, en su forma moderna, se desarrolló un poco más tarde que las
teorías que intentaban limitar el poder regio, y como respuesta a éstas. Cristalizó como consecuencia de
los desórdenes de las guerras civiles, y corresponde, exactamente, al aumento real del poder de la Corona
francesa. Era una modificación de una idea muy antigua, y generalmente aceptada, de que la autoridad
tiene un origen y una sanción religiosos. Con el desarrollo del derecho del pueblo, especialmente en el
sentido del derecho de resistencia, comenzó a separarse la concepción de derecho proveniente de Dios y
derecho proveniente del pueblo.
Esta teoría nunca recibió, y era imposible que recibiera, una formulación filosófica. Sin embargo, fue
procesada, con fervor religioso, por hombres de todas las clases sociales y de todas las creencias
teológicas. Lo que, en el siglo XVI, le dio nueva fuerza a estos argumentos, fueron los peligros de la
desunión y la inestabilidad inherentes a las luchas entre las diversas sectas, la posibilidad del control
clerical del gobierno secular, tanto por parte de los calvinistas como de los jesuitas, y el sentido, cada vez
más fuerte, de la independencia y unidad nacionales.
La dificultad lógica que representa la teoría del derecho divino no se encuentra en el hecho de ser
teológica, sino en que la peculiar legitimidad atribuida al poder regio desafiaba toda posibilidad de
análisis o defensa racional: la imposición de la autoridad divina era esencialmente milagrosa, y el oficio
del rey era un “misterio”, que ni filósofos ni juristas podían investigar. En la medida en que la legitimidad
política se representa en términos de procesos naturales, el poder del monarca era hereditario, al parecer
basándose en que la elección divina se manifestaba en el derecho de nacimiento. Desde este punto, el
argumento se solía convertir en una analogía complicada y no muy convincente entre el poder político y
la autoridad “natural” de un padre, o entre la reverencia debida a un monarca y el respeto que los hijos les
deben.
Por otra parte, la doctrina moral de que la rebelión no estaba nunca justificada, ni siquiera cuando el
gobernante era hereje, constituía una parte moral de la teoría modernizada del derecho divino. Al mismo
tiempo, se defendía a menudo la obediencia pasiva por motivos utilitarios, que no tenía nada que ver con
el derecho divino. Por lo general, el derecho divino significaba que, a menos que ocurriera una
circunstancia excepcional, el deber de sumisión de un súbdito era absoluto.
Sin embargo, el deber de obediencia pasiva no significaba que el rey fuera enteramente irresponsable y
pudiera hacer lo que se le ocurriese: por lo general, se sostenía que éste, al estar en una posición superior
que los demás hombres, era responsable en un grado más alto. Se suponía que la ley de Dios y la ley de la

JACOBO I 18
naturaleza obligaban al monarca.
La doctrina del derecho divino de los reyes nació en Francia, pero también apareció en Escocia,
aproximadamente al mismo tiempo. En este país, quien la expuso fue el propio rey, que luego sería
Jacobo I de Inglaterra. En su libro, The True Law of Free Monarchies, publicado en 1598, reflejaba las
desgraciadas experiencias de su familia y de su juventud, en relación con los calvinistas escoceses.
Consideraba que los reyes eran imágenes vivas de Dios sobre la tierra, y que el estado de la monarquía
era la cosa suprema que existía sobre la faz de la tierra, porque los reyes no sólo son lugartenientes de
Dios sobre la tierra y se sientan sobre su trono, sino que el propio Dios los llama dioses.
El rey es como un padre en relación a sus hijos, o como la cabeza con respecto al cuerpo: sin él, no puede
haber sociedad civil, ya que el pueblo es una mera multitud acéfala, incapaz de crear el derecho. La única
alternativa es someterse al rey, o aceptar la anarquía absoluta. Para Jacobo, en Escocia los reyes existían
desde antes que hubiera estamentos o rangos, que se reunieran Parlamentos y que se hicieran leyes. Hasta
la propiedad de la tierra, para éste, existía únicamente por la concesión del monarca. Por lo tanto, había
necesidad de que los reyes fueran los autores y creadores de las leyes, y no las leyes de los reyes. Esta
afirmación se basaba en datos históricos dudosos, que consideraban que el poder del monarca se basaba
en el derecho conquista. Una vez establecido, el derecho del rey se transmitía a sus herederos, y era
siempre ilícito desposeer al heredero legítimo. Como sus pretensiones al trono escocés y, más tarde, al
inglés, se basaban únicamente en el título hereditario, era natural que se aferrase a este principio de
acuerdo al derecho feudal. La calidad jurídica esencial de la monarquía era la legitimidad, puesta de
manifiesto por la descendencia legítima del anterior monarca legítimo. En resumen, la calidad del rey era
un estigma sobrenatural, que no podía explicarse ni debatirse.
Admitió, sin embargo, que era responsable en el más alto grado, pero ante Dios, no ante sus súbditos. En
todas las cuestiones ordinarias, el rey debía atribuir a la ley del país el mismo respeto que exige de sus
súbditos, mas tal cosa es una sumisión voluntaria, que no puede imponerse.
Su recepción en Inglaterra tuvo poca circulación durante la época Tudor. Sin embargo, tuvo una gran
importancia entre los defensores clericales de los Estuardos. Por otra parte, vale recordar que la situación
en la que se encontraba Inglaterra era diferente con respecto a Francia, pues al menos el sentimiento
nacional inglés estaba representado por los jueces del common law o por el Parlamento. No había
ninguna razón para que un rey inglés estuviese rodeado de una divinidad especial, y, de hecho, la teoría
del derecho divino tuvo poca importancia en la doctrina política inglesa.
En 1625, muere Jacobo I y lo sucede Carlos I, quien contrae matrimonio con la católica Enriqueta María
de Francia; y es coronado en la Abadía deCARLOS
Westminster en I 1626. La aprobación de su matrimonio al
comienzo sufrió de una gran desaprobación por el Parlamento, ya que se temía que, producto de su futura
esposa, se levantarían las restricciones que había para los católicos con referencia a ingresar a este
órgano. Sin embargo, Carlos aseguró a sus parlamentarios, con el fin de calmarlos, que de ninguna
manera iba a dar beneficios al catolicismo, aunque existe evidencia de que firmó un tratado secreto con su
cuñado, Luis XIII de Francia, para hacer exactamente lo contrario. Además, para preservar la confianza
inglesa, su coronación fue realizada bajo ritos protestantes, por lo que su esposa decidió no participar en
la celebración.
Aquí, comienzan los enfrentamientos entre Carlos I y los miembros del Parlamento. Carlos era ferviente
creyente de que los reyes gobernaban por derecho divino, es decir, que sus poderes como monarcas no
eran dados por la población ni ningún ser humano, sino que nacían con deberes y derechos superiores a
los demás y que, a causa de su ascendencia real, debían ocupar un lugar de gran importancia en la
sociedad. Esta forma de pensar se reflejaba en los métodos que tomaba, por lo que no tenían en cuenta las
leyes y acuerdos bajo los cuales gobernaban los reyes ingleses desde poco tiempo antes, que establecían
un alto grado de obediencia hacia el Parlamento. Su comportamiento, unido con los problemas religiosos,
le hizo ganarse la enemistad de los parlamentarios, por lo que todas sus peticiones y propuestas se
encontraban con trabas al momento de ser evaluadas. La tensión entre la Corona y el Parlamento
incrementó luego de una expedición fallida en contra de España, la cual fue liderada por el Duque de
Buckingham, y que llevó a que los miembros de la Cámara de los Comunes decidieran comenzar los
procedimientos necesarios para juzgar al duque bajo el cargo de traición. Carlos I no se quedó de brazos
cruzados mientras su amigo era condenado, por lo que arrestó, frente a la Cámara, a dos miembros que

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habían hablado en contra del Duque, quienes fueron liberados luego de una semana. Los conflictos se
intensificaron, hasta llegar al punto en que los miembros de la Cámara de los Comunes realizaron una
protesta formal, exigiendo que Buckingham fuese removido de su puesto. Ante esto, Carlos removió al
Parlamento.
Carlos decidió traicionar el acuerdo firmado con Luis XIII, lanzando un ataque a las costas francesas,
liderado por Buckingham, el cual volvió a resultar en un rotundo fracaso. Ahora eran enemigos tanto de
España como de Francia. Creció, entonces, la necesidad del rey de conseguir fondos para poder financiar
sus movidas contra ambas naciones, por lo cual declaró un impuesto sin la autorización del Parlamento y,
además, se encargó de aprisionar a quienes no cumplieran, lo que incrementó el desagrado hacia su
gobierno. Con el tiempo, Buckingham fue asesinado, lo cual afectó enormemente a Carlos I, pero, a su
vez, generó alegría en la población, y mermó los enfrentamientos contra España. El conflicto con el
Parlamento, sin embargo, permaneció igual.
Es en este momento que Carlos decide cerrar el Parlamento, y gobernar bajo su propia autonomía, todo
debido a la falta de apoyo a la hora de recibir fondos por parte de los parlamentarios. Esta época fue
conocida por la historia como los Once años de Tiranía. A pesar de este nombre, fueron tiempos
relativamente pacíficos, ya que, para evitar verse obligado a llamar de nuevo al Parlamento y solicitarles
dinero de guerra, decidió firmar la paz con Francia y España.
Pero entonces estalló una guerra contra los escoceses, motivada por conflictos religiosos, por lo cual el
rey estuvo en la necesidad de convocar a una sesión parlamentaria para obtener fondos, pero resultó una
medida infructuosa, ya que se negaron a financiarlo, a lo cual él respondió volviendo a disolverlo. Carlos
se vio, entonces, obligado a volver a llamar al Parlamento, pero resultó de la misma manera que la vez
anterior, a pesar de sus intentos por ganarse la aprobación de los parlamentarios. El Parlamento le exigió
entregarles el control sobre el ejército, a lo que el rey se negó. Todas estas diferencias concluyeron
en una guerra civil entre el Rey y el Parlamento, la cual concluyó con la derrota de Carlos I, en parte
debido a su inexperiencia como general.
Fue tal la molestia de los nobles que Carlos trasladó su corte a Oxford, desde donde manejaba el norte y
el oeste de la isla, mientras que el Parlamento manejaba el resto desde Londres. Posterior a este periodo,
comienza la conocida Revolución Civil Inglesa, la cual tiene como consecuencia la detención y acusación
de Carlos I, bajo los cargos de alta traición y de “otros altos crímenes”, por lo cual fue ejecutado en 1649.
EI pensamiento de Robert Filmer alcanza a tener difusión general cuando se publica su obra, “EI
Patriarca”, en 1680, casi treinta años, ROBERT FILMER
después de su muerte. Su idea patriarcal forma parte importante de
la polémica doctrinal planteada en torno a la cerrada disputa Corona-Parlamento, presente al final del
siglo XVII.
La predisposición monárquica de Filmer está basada en la idea de que Dios gobierna el Universo al modo
monárquico, y que esta forma de gobierno es, igualmente, la mejor para la humanidad. En este aspecto,
sigue las conclusiones de Santo Tomás de Aquino y de Bodino.
Filmer afirma que, en toda familia, el gobierno de uno sólo es lo más natural, pues Dios siempre ha
gobernado su propio pueblo bajo una sola monarquía. Además, defiende a la monarquía con el argumento
antropológico del origen del hombre, considerando que Dios hizo a toda la humanidad de un sólo hombre
para que éste enseñara al mundo a ser gobernado por un rey, y no por una multitud. La ley natural
determina, a juicio de Filmer, la esencial y originaria desigualdad entre los hombres. Al comienzo de “El
Patriarca”, ataca el dogma de la libertad natural de la humanidad, y considera que no puede suponerse una
libertad natural de la humanidad sin negar la creación de Adán.
El concepto de ley natural es difuso en Filmer, pues no lo explicita en ningún momento en cuanto tal, sino
que lo utiliza como razón justificativa de sus planteamientos absolutistas. La ley natural toma, de esta
forma, un sentido mucho más amplio que el estrictamente jurídico-político y viene a equivaler, de una
forma difusa a todas las normas que rigen toda la realidad, al menos la humana, y que son expresión de la
voluntad divina. De esta manera, por ley natural, todos los hombres nacen esencialmente desiguales: unos
libres y otros esclavos; por ley natural, la mujer está supeditada totalmente al hombre, etcétera. En
definitiva, la ley natural, más incluso que las citas bíblicas, se constituye en el principal punto de apoyo
del absolutismo patriarcal.

THOMAS HOBBES 20
Sus tesis políticas se relacionan directamente con Bodino, pero las sostiene con un rigor totalmente
diferente, por lo cual es imposible sostener las tesis tradicionales sin tomar los argumentos hobbesianos
para confutarlas. Como Bodino, Hobbes no acepta dos de las tesis que han caracterizado, durante siglos,
la teoría de las formas de gobierno:
 La distinción entre formas de gobierno buenas y malas
 La del gobierno mixto
Ambas confutaciones derivan de los dos atributos fundamentales de la soberanía: el ser absoluta y el ser
indivisible. Del ser absoluta deriva la crítica a la distinción entre formas de gobierno buenas y malas; y
del ser indivisible, la del gobierno mixto.
Así como para Bodino, para Hobbes, el poder soberano es absoluto. Si no lo es, no es soberano. El ser
soberano y ser absoluto es uno y lo mismo. El poder soberano de Hobbes es incluso más absoluto que el
de Bodino: para Bodino, el poder del soberano, aun siendo absoluto, en cuanto no está limitado por las
leyes positivas, reconoce límites en el apego a las leyes naturales y divinas, y en el derecho de los
privados (sin contar las leyes constitucionales, que no están en discusión). En cambio, para Hobbes
ambos límites desaparecen.
1. Con respecto a las leyes naturales y divinas: si bien no niega la existencia de las leyes
naturales y divinas, afirma que ellas no son como las leyes positivas, porque no pueden hacerse
valer con la fuerza de un poder común. Así, no son obligatorias exteriormente, sino interiormente,
es decir, en conciencia. El vínculo que une a los súbditos con las leyes positivas, o sea las leyes
promulgadas por el soberano, no tiene la misma naturaleza que el lazo que relaciona el soberano
con las leyes naturales: si el súbdito no observa las leyes positivas, puede ser obligado por la
fuerza del poder soberano; si el soberano no respeta las leyes naturales, nadie puede obligarlo y
castigarlo. Entonces, las leyes naturales son, para el soberano, reglas de prudencia, que le sugieren
comportarse de cierta forma, si quiere alcanzar un fin determinado; pero no le imponen,
necesariamente, una conducta en lugar de otra. Mientras el juez de la conducta del súbdito es el
soberano, de la conducta del soberano, el único juez es él mismo.
2. Con respecto al derecho de los privados: a diferencia de Bodino, que considera que las
relaciones entre los privados son reguladas por un derecho en el que el soberano no puede
intervenir, porque su fuente original es la voluntad de los individuos, independiente de la sociedad
política; Hobbes niega la distinción entre la esfera pública y la privada: considera que, una vez
constituido el Estado, el campo de las relaciones privadas se resuelve en la esfera de las relaciones
públicas, es decir, las relaciones de dominio entre el soberano y los súbditos. La razón por la cual
los individuos salen del estado de naturaleza para entrar en el Estado es que el de naturaleza, no
regulado por leyes promulgadas y hechas valer por un poder común, se resuelve en un estado de
conflicto permanente. Para Hobbes, el derecho de propiedad existe solamente en el Estado, y
mediante la tutela de él que hace éste. En el estado de naturaleza, todos los individuos tienen un
derecho sobre todas las cosas, lo que equivale a decir que no tienen derecho a nada, pues, como
tienen todos el derecho sobre todo, no hay una diferencia entre lo mío y lo tuyo. Solamente el
Estado puede garantizar, con su fuerza, superior a la de todos los individuos juntos, que lo mío sea
exclusivamente mío, y lo tuyo, exclusivamente tuyo.
De la índole absoluta del poder estatal, deriva la negación de la distinción entre formas buenas y malas de
gobierno. Hobbes considera que la distinción entre formas buenas y malas parte de la distinción entre
soberanos que ejercen el poder de acuerdo con las leyes y soberanos que no lo hacen. Pero, si el soberano
no está obligado por ninguna ley que esté por encima de él, no puede distinguirse el soberano que respeta
las leyes del que no lo hace. Donde el poder es ilimitado, el concepto de abuso de poder se vuelve
contradictorio. Para este autor, la división clásica en seis formas de gobierno se corresponde con el
sentimiento personal que tenga el hombre hacia este régimen: por ejemplo, lo que un hombre llama
aristocracia (porque aprecia este tipo de gobierno), otro puede llamarlo oligarquía (porque lo desprecia).
No existe criterio objetivo alguno para distinguir, por ejemplo, al buen rey del tirano: los juicios de valor
son juicios subjetivos, que dependen de la opinión, y todo criterio deriva de la pasión, no de la razón.

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Siguiendo con el ejemplo del rey y el tirano, considera que no hay una diferencia entre uno y otro con
respecto a la mayor o menor cantidad de poder, sino que el rey es un tirano que tiene nuestra aprobación.
El razonamiento hobbesiano plantea un dilema: o el príncipe que conquista el Estado por la fuerza logra
conservar el poder, consigue que los súbditos lo reconozcan y se vuelve un príncipe legítimo, que no se
distingue de cualquier otro príncipe legítimo; o no logra conservar el poder, porque los súbditos continúan
siéndole hostiles, y entonces es un enemigo. Esto quiere decir que o bien el príncipe puede legitimar
incluso post-factum el poder, convirtiéndose en un príncipe como los demás; o no logra legitimarlo
después de la conquista, y entonces no es un príncipe, sino un enemigo. La diferencia no se establece
entre príncipe bueno y malo, sino entre príncipe y no príncipe.
Bodino había distinguido el reino de la tiranía, pero también la monarquía tiránica de la despótica. En el
sistema de Hobbes, la monarquía despótica es el dominio adquirido por conquista o victoria en la guerra.
Sin embargo, hay una diferencia entre ambos: Bodino había relacionado el despotismo con la conquista y
con la victoria, pero había especificado que tenía que tratarse de una guerra justa. En cambio, Hobbes
únicamente habla de conquista y de victoria, sin especificar si la guerra que se gana es justa. El dominio
despótico, para este autor, es adquirido por el vencedor cuando el vencido pacta, por palabras expresas u
otros signos de la voluntad, que, mientras se le preserve la vida y la libertad de su cuerpo, el vencedor
usará todo ello a su gusto. No es la victoria lo que le proporciona el derecho de dominio sobre el vencido,
sino el pacto realizado: no está obligado porque fue conquistado, sino porque se somete al vencedor. Hay
una diferenciación entre la legitimación del poder despótico, que puede ser:

 Ex natura: es el presentado por Aristóteles

 Ex delicto: es el presentado por Bodino

 Ex contractu: es el presentado por Hobbes

La idea del contrato se repite en toda la filosofía política de Hobbes: considera que los individuos salen
del estado de naturaleza y dan vida, con sus voluntades concordantes, al Estado civil, porque el estado de
naturaleza, que es una guerra de todos contra todos, es un estado en el que nadie tiene la garantía de su
vida. Para salvarse la vida, los individuos consideran necesario someterse a un poder común, que sea tan
fuerte que pueda impedir el uso de la fuerza privada.
El Estado surge de un pacto, que los individuos establecen entre ellos, y que tiene el objetivo de obtener
la seguridad de la vida mediante la sumisión recíproca a un solo poder.
Otra característica de la soberanía es la indivisibilidad, de la que deriva la segunda tesis hobbesiana: la
crítica de la teoría del gobierno mixto. Es un punto inamovible de la teoría de Hobbes que el poder
soberano no puede ser dividido más que para destruirlo. Considera una teoría sediciosa aquella que
afirma que el poder soberano es divisible, y debe ser prohibida por un gobierno bien ordenado. Si el
poder soberano está dividido, es porque ya no es soberano. Si continúa siendo soberano, quiere decir que
no está dividido, por lo cual la división es solamente aparente.
Si contextualizamos históricamente a Hobbes, debemos recordar que se encuentra en el momento de la
contienda entre el rey y el Parlamento en Inglaterra, que dio origen a la guerra civil. Este autor considera
responsables de esta disolución a quienes, de diversas maneras, sostuvieron que el poder soberano debía
ser dividido entre el rey y el Parlamento, es decir, los que planteaban la idea de que la monarquía
inglesa debía ser una monarquía mixta.
El argumento de los partidarios del gobierno mixto se basa en dos pilares:
1. Ex parte principis: el gobierno mixto genera una mayor estabilidad del gobierno
2. Ex parte populi: el gobierno mixto otorga una mayor libertad a los ciudadanos
Hobbes toca el tema de la libertad allí donde rechaza al gobierno mixto con base en el binomio
servidumbre-libertad, pero no descuida el argumento de la estabilidad, pues considera que la

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consecuencia inevitable del gobierno mixto es la disolución del Estado y la guerra civil. Tanto para
Hobbes como para Bodino, el gobierno mixto lleva a la consecuencia opuesta a la que se habían
imaginado sus partidarios, siendo ella la inestabilidad, que es lo contrario a la estabilidad que le
atribuyeron al gobierno mixto Polibio y Maquiavelo, pues consideran que no hubo gobiernos mixtos
históricamente reconocidos que fueran estables realmente. El ejemplo principal para Hobbes es la
República Romana: considera que, como el poder no estaba ni en el Senado ni en el pueblo, esto causó
numerosas sediciones y guerras entre ambas partes. Esto nos muestra que el argumento que utiliza Polibio
para demostrar un maravilloso ejemplo de estabilidad también puede ser usado al revés, para señalar las
fallas del sistema mixto.
Ahora, si leemos entre líneas, podemos considerar que Hobbes critica el gobierno mixto (al cual considera
algo monstruoso), pero también la separación de poderes. ¿Son ambas la misma cosa? Para Bobbio, sí y
no: lo pueden ser, pero también pueden no serlo. La crítica del pensador inglés apunta a la separación de
las principales funciones del Estado, y su asignación a órganos diferentes. Esta idea no nació de la
exigencia de dividir el poder único del Estado, sino de la necesidad de integrar en la unidad las diferentes
clases que constituyen una sociedad compleja. La sobreposición de la teoría de separación de poderes y la
del gobierno mixto sucede, únicamente, porque se busca hacer coincidir la tripartición de las funciones
principales del Estado, que, de acuerdo con los partidarios de la separación de poderes, deberían ser
dividas (atribuidas a órganos diferentes), con la desagregación y unificación de las clases que componen
una sociedad compleja, y de las cuales cada una, según los partidarios del gobierno mixto, debería tener
su propio órgano de representación en el Estado compuesto.
Pero, como se dijo antes, la coincidencia entre división de poderes y gobierno mixto puede no ser
necesaria: si se admite que las funciones del Estado son tres (ejecutiva, legislativa y judicial), la
identificación de la práctica de la división de poderes con la realidad del sistema político mixto puede
darse solamente si a cada función corresponde una de las tres partes de la sociedad (rey, notables y
pueblo), o sea, si se puede concebir un Estado en la cual, por ejemplo, al rey se le pueda confiar la
función ejecutiva, al Senado la judicial, y al pueblo la legislativa. Sin embargo, los primeros teóricos del
gobierno mixto nunca sostuvieron una idea de este tipo, sino que consideraban que el gobierno mixto
perfecto era aquel en el cual la misma función (la principal, es decir, la legislativa), era ejercida habitual y
conjuntamente por las tres partes que componen al Estado. En el gobierno mixto, no hay correspondencia
necesaria entre las tres partes que componen la sociedad y las tres funciones del Estado.
Para este pensador, hay dos tipos de leyes:
 Leyes Naturales: existen en cualquier tiempo y lugar. Hay tres fundamentales:
- Buscar la paz y protegerse de los enemigos
- El hombre debe cumplir el pacto, y no solamente debe cumplir el pacto que ha hecho con el Leviatán,
sino los que hizo con sus iguales: el Leviatán se construye con una base de confianza del respeto a la Ley.
- Los hombres son iguales por la Justicia, pero son naturalmente diferentes. Las leyes igualan a los
hombres, que son desiguales por naturaleza.
 Leyes Positivas: provenientes del Leviatán, deben responder, al menos en alguna parte, a las leyes
naturales.

La Revolución Inglesa sucedió desde el año 1642 hasta 1689. Durante este período de 18 años, se
LA REVOLUCIÓN INGLESA
llevaron a cabo un sinfín de enfrentamientos entre la monarquía inglesa y los integrantes del Parlamento.
Esta revolución comenzó luego de que Carlos I decidiera enfrentarse contra los rebeldes en Irlanda sin
participación del Parlamento; pasa por la ejecución de Carlos I; el período de la república, y finaliza con
la llamada Revolución Gloriosa, que le da inicio a la democracia moderna de Inglaterra. La Revolución
Inglesa comprendió cuatro grandes etapas:
1. Reinado de Carlos I (1642-1649): sus sucesos principales fueron:
 Primera Guerra Civil: se enfrenta Carlos I contra los parlamentarios. Si bien los ganadores fueron
los parlamentarios, el triunfo no fue definitivo hasta la Segunda Guerra Civil.

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 Segunda Guerra Civil: se enfrenta la Corona contra los parlamentarios nuevamente. Finalmente,
gana el Parlamento, ejecutando a Carlos I y desterrando a su hijo, el sucesor.
2. Etapa de la República (1649-1660): sus principales sucesos fueron:
 Tercera guerra civil (1653-1659): se enfrentan los parlamentarios contra Carlos II, quien sería el
sucesor legítimo del rey. Ganan los parlamentarios.
 Protectorado de los Cromwell (1640-1659): el gobierno de Oliver Cromwell, Lord Protector
durante la república, se caracterizó por el desarrollo de la marina y por ser una etapa de bienestar
económico y equilibrio interno en Inglaterra. Tras la muerte de Cromwell, lo sucedió su hermano,
Richard Cromwell. Comienza un período de subversión de la Monarquía Inglesa, que buscan
restaurar el poder del Rey, pues consideran que la forma en la que Cromwell llegó al poder
(asesinando al rey) no era legítima, y era necesario restituir la monarquía.
3. Restauración (1660-1688): La restauración de los Estuardo dio inicio luego de que renunciara el
hijo de Cromwell, en donde el Parlamento decide reunirse para elegir a un nuevo gobernante, y le
da lugar a Carlos II como nuevo Rey. De esta manera, finaliza la etapa de la república y se
reinstaura la monarquía. En esta etapa, hubo dos reinados:
 Carlos II: restituye la Iglesia Anglicana y le prohíbe a los católicos alcanzar cargos en el
Parlamento. Murió en 1685.
 Jacobo II: asumió en 1685, tras la muerte de su hermano Carlos. Intentó restaurar el catolicismo,
causa de conflicto nuevamente. En 1687, suspende las leyes elaboradas por su hermano, que le
prohibía a los católicos llegar al Parlamento. Como en 1688 nació su hijo varón, ante el temor de
tener un heredero católico, un grupo de nobles invitó a Guillermo de Orange a instituirse en el
trono.
4. Revolución Gloriosa: por una unión entre el parlamento y el Estatúder de Holanda Guillermo de
Orange, Jacobo fue derrocado en la llamada Revolución Gloriosa, en 1688. Como consecuencias
de esto, podemos señalar las siguientes:
 Inglaterra comenzó a funcionar en el sistema de gobierno del parlamentarismo, que aseguró la
participación de los súbditos en el gobierno del Estado a través del Parlamento.
 Se eliminaron los privilegios reales, aristocráticos y de las corporaciones, los monopolios, las
prohibiciones, los peajes y los controles de precios, que obstaculizaban la libertad de comercio y
de industria.
 En 1689, se establece el Bill of Rights, cuyas partes más significativas fueron:
- El rey no puede crear o eliminar leyes o impuestos sin la aprobación del Parlamento
- El rey no puede cobrar dinero para uso personal, sin aprobación del Parlamento
- Es ilegal reclutar y mantener un ejército en tiempos de paz sin aprobación del Parlamento

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