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Los dogmáticos buscan afanosamente darle una definición para rotularla en sus libros,
los fundamentalistas solo quieren descalificarla, pero quienes han estado esperando una
luz en medio de la confusión de sus almas, de sus creencias y de los falsos mesianismos
modernos, han descubierto que ante todo, una revolución espiritual se da primero
derrumbando el ego que ha sido alimentado por la cultura de la competitividad, la
insolidaridad y la depredación de los entornos naturales, y que por tanto es necesario
emprender urgentemente un camino.
No podemos negar la amplia presencia de la Iglesia Católica, hasta en los lugares más
recónditos del país, tampoco podemos negar el inmenso aporte de misioneros y
misioneras a la educación, la cultura y el progreso; pero tampoco podemos cerrar los
ojos a sus yerros. Hacen parte de esta inmensa realidad las luces y las sombras; de nada
sirven las condenas, por el contrario, es la oportunidad de ir integrando el despertar
espiritual de los colombianos a formas inspiradas en un ritmo nuevo del Ser, y aceptar,
-de una vez por todas-, el pluralismo religioso y cultural, que se armoniza en una
Espiritualidad Integral. Porque las formas culturales, las idiosincrasias y hasta los
contextos geográficos, despiertan formas de ver, vivir y estar en el mundo, por tanto,
pretender una única espiritualidad, es al menos ingenuo. Se supone que la ‘catolicidad’
de la Iglesia consiste, precisamente, en esta universalidad; no se trata de un
uniformismo.
Ciertamente se está haciendo, poco a poco, lentamente; se han abierto caminos que ya
muchos los están transitando, y el papa Francisco ha sido un sabio protagonista. En
Choachí, (en chibcha: Chi Gua Chía = Nuestro Monte Luna), en las goteras de Bogotá, se
ha creado desde hace una década, el primer centro de Espiritualidad Integral para
Latinoamérica, en un contexto católico, ecuménico e interreligioso, para abrir puertas
a todos aquellos que vienen realizando estas búsquedas. Mediante retiros, talleres y
cursos sobre meditación, prácticas corporales de recogimiento interior en comunión
con la naturaleza, el desarrollo de artesanías como prácticas meditativas, huertos
caseros, red de practicantes contemplativos de toda Latinoamérica, etc., se ha hecho
una apuesta a este huracán espiritual que ha ingresado en la Iglesia, y que por sí mismo
se ha abierto un lugar, y ya es un referente de espiritualidad Iberoamericano.
Muchos no saben que las prácticas de meditación están presentes en la biblia, que la
tradición judio-cristiana es una tradición de meditadores, contemplativos y místicos.
Dado que no se han estudiado adecuadamente estas raíces, muchos van a buscar en
otras Tradiciones religiosas lo que desde siempre ha estado en presente, aunque oculto,
en su propia casa. También es cierto que los pastores no han recibido la adecuada
formación en este campo, y muchos no solo lo ignoran, sino hasta lo niegan o
combaten, juzgándolo como sincretismo o traición a la fe, pero esta sabiduría ya se ha
abierto paso en la Espiritualidad Integral. En la actualidad se desarrollan cursos sobre
una nueva exploración bíblica que lleva al descubrimiento de ‘Las huellas ocultas de la
meditación en las Escrituras Sagradas’, que ha tenido una inmensa acogida, por su
profundidad, novedad y renovación espiritual de los participantes.
Son los laicos, quienes más han sabido acoger este soplo del Espíritu: niños,
adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, rompiendo sus esquemas tradicionales de
religiosidad, han descubierto un modo novedoso y profundo de orar, de integrar su
devoción a la cotidianidad, de cuidar la creación como parte de su experiencia de Dios
y de ver la solidaridad como un servicio a la paz. En el proceso adquieren una visión
más amplia de su fe, de la importancia del ecumenismo, el diálogo intercultural e
interreligioso, y de saber integrar esta nueva visión, como el paso de la religiosidad
tradicional a una Espiritualidad Integral. Han venido personas de distintas partes del
mundo a vincularse a este camino, no católicos, musulmanes y hasta auto denominados
agnósticos y ateos. Todos han manifestado alegría por la riqueza de este camino.
Los clérigos y las religiosas han ido haciéndose cada vez más partícipes. Hay un despertar
inmenso en la Iglesia, aunque a algunas comunidades les cuesta salir de su zona de
confort. Por esto hemos encontrado modos de ayudar a que las Congregaciones
religiosas renueven su propia espiritualidad mediante el retorno a la Vía Mística, que
incluso ignoran, está a la raíz de su propio carisma. Desde el silencio, se ha ido
consolidando esta revolución espiritual abierta a todos.