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La revolución espiritual ya está aquí

Una oleada mística transforma la religiosidad tradicional;


clérigos recuperan prácticas meditativas;
la renovación parece venir de los rincones olvidados de la espiritualidad.

Por Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.


Director .S.A.L.M.O.S.

Un viento huracano de espiritualidad parece estar transformando los cimientos de la


religiosidad tradicional. Durante décadas ha ido germinando en todo el mundo, y
también en nuestro país, una revolución espiritual, silenciosa, amable y vinculada a la
vida misma de individuos, grupos y comunidades.

Los dogmáticos buscan afanosamente darle una definición para rotularla en sus libros,
los fundamentalistas solo quieren descalificarla, pero quienes han estado esperando una
luz en medio de la confusión de sus almas, de sus creencias y de los falsos mesianismos
modernos, han descubierto que ante todo, una revolución espiritual se da primero
derrumbando el ego que ha sido alimentado por la cultura de la competitividad, la
insolidaridad y la depredación de los entornos naturales, y que por tanto es necesario
emprender urgentemente un camino.

No se trata de una nueva religión, ni de otro movimiento; muchos ya lo han percibido:


se evidencia cada vez más ampliamente un nuevo Espíritu que busca despertar la
conciencia de los individuos, hermanar a la humanidad y hacer de la Casa Común parte
de la Tierra Prometida, en la que se encuentran caminos solidarios para superar la
pobreza, la angustia interior y el sentido de la vida. Ese Nuevo Espíritu parece estar
soplando dentro de cada uno, como un Maestro Interior, superando la trampa de crear
nuevos ‘gurús’, jerarquías o líderes que manipulen las conciencias. No es individualista,
siempre fortalece comunidades, y sabe integrar respetuosamente las tradiciones
ancestrales y religiosas.

En un país tradicionalmente cristiano como Colombia, el despertar ha sido más bien


lento; porque es muy fuerte la religión como ‘tradición cultural’. Sin embargo, las
investigaciones de centros de estudios sobre el fenómeno religioso demuestran que cada
vez más los colombianos han iniciado búsquedas, que van más allá de ‘trasteos’ hacia
nuevos grupos religiosos, ya desgastados, sino que desean integrar todas las realidades
de su existencia en un estilo de vida coherente. Cuando esto está sucediendo, podemos
decir que, estamos pasando de la religiosidad a la espiritualidad, y sin darnos cuenta, a
una Espiritualidad Integral.
Una auténtica espiritualidad se fundamenta en prácticas simples pero profundas; en
conocimientos sencillos pero fundamentales; en formas de ver, de vivir y actuar en el
mundo de modo armonioso, pero consistente. Es decir, que las personas sedientas de
espiritualidad han ido descubriendo la insuficiencia de las creencias, los dogmas y los
radicalismos, porque se va revelando en ellos que la espiritualidad, echa raíces en la
comunión con los elementos de la creación, porque el primer Evangelio es saberse
creaturas unidas profundamente a la suerte del cosmos, como lo intuyó san Francisco.

Estamos comprendiendo que el amor y el modo de relacionarnos con los demás no es


una ley impuesta desde fuera, sino parte de un inmenso mosaico en el que nos auto-
comprendemos y construimos la mutua felicidad, y que la comprensión de lo sagrado,
la esfera de lo Divino, Dios mismo, es a la vez una Presencia inmanente en cada persona,
lugar y acontecimiento, pero también trascendente, porque no lo podemos definir, ni
controlar, manipular o intentar apropiárnoslo. Las personas están redescubriendo de
un modo nuevo, las dimensiones de la santidad: llevar una vida armoniosa, sana,
pacífica y solidaria.

No podemos negar la amplia presencia de la Iglesia Católica, hasta en los lugares más
recónditos del país, tampoco podemos negar el inmenso aporte de misioneros y
misioneras a la educación, la cultura y el progreso; pero tampoco podemos cerrar los
ojos a sus yerros. Hacen parte de esta inmensa realidad las luces y las sombras; de nada
sirven las condenas, por el contrario, es la oportunidad de ir integrando el despertar
espiritual de los colombianos a formas inspiradas en un ritmo nuevo del Ser, y aceptar,
-de una vez por todas-, el pluralismo religioso y cultural, que se armoniza en una
Espiritualidad Integral. Porque las formas culturales, las idiosincrasias y hasta los
contextos geográficos, despiertan formas de ver, vivir y estar en el mundo, por tanto,
pretender una única espiritualidad, es al menos ingenuo. Se supone que la ‘catolicidad’
de la Iglesia consiste, precisamente, en esta universalidad; no se trata de un
uniformismo.

Ciertamente se está haciendo, poco a poco, lentamente; se han abierto caminos que ya
muchos los están transitando, y el papa Francisco ha sido un sabio protagonista. En
Choachí, (en chibcha: Chi Gua Chía = Nuestro Monte Luna), en las goteras de Bogotá, se
ha creado desde hace una década, el primer centro de Espiritualidad Integral para
Latinoamérica, en un contexto católico, ecuménico e interreligioso, para abrir puertas
a todos aquellos que vienen realizando estas búsquedas. Mediante retiros, talleres y
cursos sobre meditación, prácticas corporales de recogimiento interior en comunión
con la naturaleza, el desarrollo de artesanías como prácticas meditativas, huertos
caseros, red de practicantes contemplativos de toda Latinoamérica, etc., se ha hecho
una apuesta a este huracán espiritual que ha ingresado en la Iglesia, y que por sí mismo
se ha abierto un lugar, y ya es un referente de espiritualidad Iberoamericano.

Muchos no saben que las prácticas de meditación están presentes en la biblia, que la
tradición judio-cristiana es una tradición de meditadores, contemplativos y místicos.
Dado que no se han estudiado adecuadamente estas raíces, muchos van a buscar en
otras Tradiciones religiosas lo que desde siempre ha estado en presente, aunque oculto,
en su propia casa. También es cierto que los pastores no han recibido la adecuada
formación en este campo, y muchos no solo lo ignoran, sino hasta lo niegan o
combaten, juzgándolo como sincretismo o traición a la fe, pero esta sabiduría ya se ha
abierto paso en la Espiritualidad Integral. En la actualidad se desarrollan cursos sobre
una nueva exploración bíblica que lleva al descubrimiento de ‘Las huellas ocultas de la
meditación en las Escrituras Sagradas’, que ha tenido una inmensa acogida, por su
profundidad, novedad y renovación espiritual de los participantes.

Son los laicos, quienes más han sabido acoger este soplo del Espíritu: niños,
adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, rompiendo sus esquemas tradicionales de
religiosidad, han descubierto un modo novedoso y profundo de orar, de integrar su
devoción a la cotidianidad, de cuidar la creación como parte de su experiencia de Dios
y de ver la solidaridad como un servicio a la paz. En el proceso adquieren una visión
más amplia de su fe, de la importancia del ecumenismo, el diálogo intercultural e
interreligioso, y de saber integrar esta nueva visión, como el paso de la religiosidad
tradicional a una Espiritualidad Integral. Han venido personas de distintas partes del
mundo a vincularse a este camino, no católicos, musulmanes y hasta auto denominados
agnósticos y ateos. Todos han manifestado alegría por la riqueza de este camino.

Los clérigos y las religiosas han ido haciéndose cada vez más partícipes. Hay un despertar
inmenso en la Iglesia, aunque a algunas comunidades les cuesta salir de su zona de
confort. Por esto hemos encontrado modos de ayudar a que las Congregaciones
religiosas renueven su propia espiritualidad mediante el retorno a la Vía Mística, que
incluso ignoran, está a la raíz de su propio carisma. Desde el silencio, se ha ido
consolidando esta revolución espiritual abierta a todos.

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