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RESUMEN HISTORIA
ECONOMICA
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Unidad I:
Introducción: Todas las opiniones concuerdan con que el poblamiento americano se produjo por
inmigración. Según las últimas investigaciones, el poblamiento americano se inició hace más de
70.000 mil años, y la vía de acceso al continente habría sido el estrecho de Bering.
Los protagonistas de este poblamiento eran recolectores y cazadores que abandonaron sus lugares
de origen debido a cambios climáticos que provocaron escases de alimentos. Los animales se
desplazaron hacia el este en busca de alimentos, seguidos por los cazadores.
La vastedad del territorio, dio lugar a un heterogéneo desarrollo socio-cultural de los mismos. Los
grupos humanos, practicaban una economía de subsistencia llevando a cabo actividades, como
recolección de frutos silvestres, caza y pesca. Este tipo de economía daba lugar a organizaciones
sociales muy simples, que no sobrepasaban los pequeños grupos de familias. Eran sociedades
igualitarias, apenas practicaban una división sexual de trabajo, y no existia la propiedad privada.
La toma de decisiones quedaba a cargo de los jefes de familia o jefe de tribus. Frente a estas
sociedades nómades, podemos encontrar pueblos que transitaban la etapa de hordas pastoriles, o
de aldeas preagrícolas, agrícolas incipientes, o estados locales, incapaces de formar una
civilización regional.
Se formaron estados mucho más avanzados, que llegaron a formar imperios, como los aztecas,
mayas e Incas, que llegaron a tener estructura política y religiosa muy avanzada. El
desconocimiento del carro, los animales de tiro, y la inexistencia del tráfico ultramarino, más las
guerras intestinas que enfrentaban los aborígenes, era lo que favorecía el proceso de conquista y
colonización llevada a cabo por los españoles.
Los indios americanos: Sus culturas y su actitud frente a los conquistadores blancos:
La conformación del continente Americano, determino el desarrollo de los pueblos y culturas. Los
territorios que originaron las grandes culturas indias y que los españoles y portugueses
colonizaron, ocupan la parte de norte a sur. América, es un continente aislado, y la comunicación
más corta es con Europa. En tiempo de la última glaciación, el descenso del nivel del mar hizo
surgir una conexión firme entre América y Asia, y fue así que llegaron los primeros hombres a
América. Los vientos fuertes, favorecían el viaje de la costa Asiática hacia América del norte, pero
obstaculizaban el camino por alta mar. Los aborígenes de América, no pudieron establecer
contacto con las culturas euroasiáticas. Su aislamiento perjudicó y dificultó el desarrollo de las
culturas americanas.
Los indios pertenecen a una raza cáuscasomonogoloide. A menudo, aparecen rasgos del tipo
humano europeo. Los españoles, observaron en muchos aspectos a los indígenas, por el aspecto
de su cara y su piel blanca, podía tomárselas por europeos. Comprobaron con asombro que en
trópicos americanos no vivían negros. Los indios de ningún modo constituyen un tipo racial
uniforme. El aislamiento de la población es un espacio amplísimo y carente de caminos, explican
las diferencias que en el interior presentan los aborígenes americanos. Se ha verificado la
existencia de 133 familias lingüísticas independientes de América, que entiendes ciertos idiomas
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carro y de los animales de tiro, la inexistencia del tráfico ultramarino, dificultaron el grado de
nivelación de las culturas humanas.
Los españoles y lusitanos, en el transcurso de sus descubrimientos y conquistas se hicieron
conscientes de las diferencias en el desarrollo político, económico y cultural de América. Su toma
de posesión y colonización de los territorios de ultramar, se efectuó como una constante
experimentación en un mundo nuevo para ellos.
El primer contacto de los españoles con los indígenas americanos se produjo en las islas de mar
Caribe. Aquellas encontraron en las grandes Antillas a lo taínos, que pertenecían a la familia de los
aruacos, y a partir de la tierra firme sudamericana habían tomado posesión de las Antillas. Antes
del descubrimiento Europeo, los taínos habían sido desalojados de las Antillas menores, por los
caníbales, a quienes los españoles los denominaron caribes o caníbales. Los rasgos fáciles de los
taínos impresionaron a los españoles. Colón los describió como hombres de buena figura,
agraciados y comprobó que carecían de pelo crespo y de piel negra. Eran de cutis claro, y serían
casi tan blancos como la gente de España, si anduviesen vestidos y no expusieran su cuerpo al sol
y al aire. Los taínos vivían en el estadio de una cultura primitiva de plantadores, pero ya
mostraban rudimentos de desarrollo de una gran cultura. El cultivo del algodón, les proporcionaba
la materia prima para la confección de tejidos, elaboraban adornos de oro y esculpían en piedra y
madera.
Intercambiaban sus pertenencias por cualquier baratija. Colón afirmaba que “no puede creer que
hombre haya visto gente de tan buenos corazones y tan francos para dar y tan temerosos” y
parecía haber encontrado en esos indígenas a los “nobles salvajes”.
A los caribes se los conocía como pueblo guerrero y cruel. Emprendían correrías por islas habitadas
por los taínos, daban muerte a los hombres y raptabas a las mujeres. Los taínos vivían en
permanente temor de que aparecieran los caribes, y por eso pudieron ver en los blancos sus
protectores. Describían a sus enemigos caribes como seres con cara y dentadura de perro y los
caracterizaban como antropófagos. Los caribes, que se contaban entre los hombres más
corpulentos, se mostraron como enemigos acérrimos de la conquista europea.
También los portugueses, en sus desembarcos en las costas brasileñas, tropezaron con
poblaciones primitivas que vivían en el nivel cultural del neolítico. Los indígenas que poblaron el
este de Brasil, vivían de la caza y la pesca, no conocían el arte de tejer y la alfarería, ni el laboreo
de metales. Los hombres eran cazadores, mientras que las mujeres recolectaban plantas. Su atavío
consistia en pintarse el cuerpo y pegarse plumas. El canibalismo de cabezas eran costumbres. Las
tribus aborígenes más conocidas de Brasil oriental y el Nato Grosso, son los tupíes, los botocudos y
los bororoes. Los indios, se alimentaban fundamentalmente con el tubérculo de la mandioca.
Colón consideraba a los aborígenes como población salvaje de la costa, y esperaba encontrar sobre
Asia, pueblos más civilizados.
Cuando en su cuarto viaje desembarcó en el continente centroamericano, encontró aborígenes
con mayor destreza artesanal. Pero en realidad, se había encontrado con las tribus maya. En la
región ocupada por mayas, los españoles comenzaron a trabar conocimiento con una gran cultura
americana. Los mayas de esos lugares agasajaron a los forasteros, pero al día siguiente los
forzaron, tras sangrientos combates, a refugiarse en sus naves.
Desde el siglo XIX la península del Yucatán, se había transformado en el principal territorio donde
se asentaban los mayas. El imperio maya se había disuelto a mediados del siglo XV. Esta
decadencia
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La productividad del fértil suelo mexicano, era elevada. Incluso con el método más primitivo para
el cultivo de maíz, el sistema de milpas-desmonte. Se ha calculado que con este sistema una
familia de cinco personas que labrara un campo de cuatro a cinco hectáreas, en 190 días
produciría más el doble de lo que necesitaba para procurarse el sustento. Surgió además, una
extensa red de obras de regadío, que a su vez solo una organización desarrollada puedo crear.
La producción agrícola excedente permitió liberar a muchos hombres para que se dedicaran a las
actividades artesanales y se asentaran en las ciudades. También en el imperio azteca, casi todos
los instrumentos se hacían de madera o de piedra, solo los cinceles de artesanos eran de cobre.
Con los metales preciosos se hacían aderezos. Los exquisitos trabajos de plumas, ornamentados
con piedras preciosas, son muestra de una técnica especial.
La arquitectura urbana se caracteriza por los suntuosos palacios de los nobles, construidos de una
sola planta y sin ventanas, con las habitaciones agrupadas en torno a un patio interior. Las
viviendas de la gente común estaban construidas de adobe cocido. Los edificios más imponentes
eran las majestuosas pirámides. La principal de estas, en la ciudad de México, tenía 100x80 metros
en su base, y una altura de 30 metros. El arte de relieve en piedra y la escultura también se habían
desarrollado en el México precolombino.
La religión azteca contaba con personas en profusión. Los sacrificios humanos ofrecidos a las
deidades alcanzaron entre los aztecas proporciones aterradoras. El horror y la repugnancia antes
esta atroz costumbre de ofrecer al dios, como alimento, el corazón sangrante de un hombre y
hasta de un niño, ahondaron una enemistad entre españoles y mexicanos. El espíritu de lucha que
animaba el pueblo azteca frente a los intrusos europeos, fue lentamente minado por sus creencias
religiosas. Los aztecas consideraban que su mundo estaba amenazado por el infortunio y
condenado a la ruina. El sacerdote Quetzalcoatl debía aparecer por oriente y poner fin a la
supremacía de los dioses sanguíneos.
Los totonacas, saludaron a los soldados de Hernán Cortés como a liberadores. Los habitantes de
la ciudad-estado de Tlaxcala, dieron prueba de ser los más fieles y valerosos aliados de los
conquistadores españoles, y recibieron por ellos extensiones y fueros especiales, respecto a la
restante población aborigen.
Grandes culturas se desarrollaron en la zona andina septentrional. Se habían formado y
consolidad allí una organización estatal y una jerarquía de estamentos. Los jefes (caciques), se
habían convertido en déspotas que parecían gozar de poderes sobrenaturales.
Los chibchas de la meseta de Bogotá, lograron crear formaciones estatales mayores, aun cuando
no habían llegado todavía a la fundación de un estado unitario.
Los chibchas vivían en asentamientos aldeanos. No habían alcanzado aún el nivel de la fundación
de ciudades y la edificación de casa de piedras. La economía se basaba en la agricultura, en la
que existia propiedad privada de la tierra. Las tribus del valle de cauca habían demostrado una
relevante destreza en la elaboración de aderezos de oro. Ante esos hallazgos de oro, los
conquistadores españoles creyeron estar cerca de El Dorado, esto es, el país del hombre de oro.
El cacique de Guatavita, se hacia ungir todo el cuerpo y luego espolvorear con oro, tras lo cual de
bañaba en la laguna sagrada, de esta manera se ofrendaba el metal a la diosa que según ellos
moraba en la laguna.
Los muscas se destacaron en el arte del tejido e hicieron cobertores y telas, con dibujos de colores,
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Unidad II:
Introducción - Los españoles llegan a América:
La expansión de los españoles a tierras americanas está vinculada a cambios que sacudieron las
estructuras en las que se asentaba la sociedad feudal y provocaron que entre los siglos XV y XVII
la Europa Occidental fuese protagonista de un proceso de renovación económica, social, política y
cultural. Creció la actividad comercial, surgieron nuevos estados nacionales y se produjo un
renacimiento en las artes, las letras y las ciencias. La expansión comercial responde a un conjunto
de necesidades de carácter económico, entre las que se puede mencionar la necesidad del uso de
las especias como conservantes de alimentos, ya que las comunidades agrícolas de Europa
padecían una falta de forraje de invierno para alimentar el ganado. Gran cantidad de animales
tenían que ser sacrificados cada otoño, y su carne era conservada para el consumo invernal.
En este proceso de expansión, también tuvo mucha importancia el cambio de las mentalidades
que se estaba produciendo en la sociedad, se estaba produciendo un conocimiento bajo la razón,
que no estaba relacionado con la religión cristiana. En esta nueva etapa, el hombre dejaba de ser
un mero ejecutor de planes divinos, para pasar a ser el constructor de su propia suerte,
independientemente de la acción divida, capaz de razonar, y decidir sobre su propia vida. No se
aceptaban verdades absolutas, todo se cuestionaba y se ponía en duda.
Los adelantos tecnológicos se dieron en muchos aspectos de la vida, como la astronomía, la
medicina, la producción pero los más importantes fueron: el astrolabio, instrumento que permitia
determinar la altura de los astros y de esto modo calcular donde estaba ubicado el barco. Los
portolanos, cartas de navegación que indicaban los rumbos y distancias entre los puertos.
Las carabelas, barcos de tres palos con una vela cuadrada que le daba mayor estabilidad, aún con
el viento en contra. El cuadrante marino, instrumento que posibilitó la navegación nocturna,
basado en la ubicación de la estrella polar.
Un elemento fundamental para la concreción de este proceso expansivo fue lograr la
centralización del poder real que permitió el surgimiento de Estados modernos como las
monarquías de España, Francia e Inglaterra. Con respecto a España, también influyeron en la
expansión europea conflictos político-religiosos como la Reconquista. Los árabes habían ocupado
casi toda la península ibérica del siglo VIII. Luego de 700 años de guerra, los reinos cristianos
españoles, lograron expulsar a los árabes y reconquistar el territorio perdido.
Concluida la reconquista de la península, la unión matrimonial de la Reina de Castilla y el rey de
Aragón, reinició el proceso de unificación de los reinos cristianos españoles. Al llegar los españoles
al continente americano se produce un choque de cultura, ya que los españoles van a someter a
los aborígenes y les van a imponer su propia cultura. El éxito tan profundo que lograron los
españoles sobre los aborígenes, se debió entre otros factores a que tenían experiencia en
participar en guerras: tenían superioridad en armamentos, espadas de acero contra lanzas de
obsidiana, armaduras de metal contra túnicas forradas de algodón, arma de fuegos contra arcos y
flechas, caballería contra un ejército a pié. La obtención de intérpretes indígenas, que hicieron de
traductores e informantes. El control de jefes indígenas, como una forma de dominar a los
pueblos que estaban subordinados a ellos. El aprovechamiento de las creencias indígenas, para
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A mediados del siglo XV, la península ibérica estaba formada por 4 reinos cristianos: Portugal,
Aragón, Navarra, y Castilla. En el oeste, el reino de Portugal se había conformado durante la
reconquista del territorio en poder de los musulmanes a mediados del siglo XIII. En el este, el
reino de Aragón, incluía a Valencia y Cataluña y sus reyes gobernaban un imperio mediterráneo
que incluía las islas Baleares, Sicilia y Cerdeña. Al noroeste y costado sobre los pirineos estaba el
reino de Navarra. En el centro, de norte a sur, se extendía el reino de Castilla.
El matrimonio de Isabel Castilla y Fernando de Arazón, creó un bloque de poder que pronto
empezó a crecer más allá de las fronteras. Los reyes católicos gobernaron en conjunto los
territorios más extensos y ricos de la península.
Los Europeos del siglo XV utilizaban el termino Europa para designar tanto a Castilla como al
conjunto de posesiones de los reyes católicos. Por otra parte, la separación legal del imperio de
Castilla en América y el de Aragón en el mediterráneo señala que no era inevitable la creación de la
España moderna a partir del matrimonio de Isabel y Fernando.
Los comerciantes de Barcelona, Mallorca y Valencia estaban presentes tanto en el mediterráneo
como en la Europa atlántica operando en diversas redes comerciales. Asimismo ocuparon una seria
de puntos estratégicos en el norte de África que les permitian tener acceso a diversos grupos
tropicales y al oro. Los mercaderes de las ciudades del Reino de Aragón desarrollaron vínculos
comerciales en la Europa Noroccidental con establecimientos en brujas y Amberes.
Hacia el siglo XV las relaciones comerciales estaban muy desarrolladas, las ferias integraban el
comercio interior y exterior de Castilla. La feria de medicina del campo se realizaba en primavera y
en otoño reuniendo en la cuidad los comerciantes. Castilla era una de las principales productoras
de la lana en bruto que abastecía a las manufacturas textiles de Europa occidental. La producción
de lana y su comercialización se convirtieron en los elementos más importantes de la economía
castellana del siglo XV. Los barcos que transportaban las exportaciones castellanas se construían
en el puerto de Bilbao. En la región se obtenía la mayor parte de las materias primas necesarias
para la industria naval, y también el agua y el combustible para la fundición del hierro de sus
yacimientos. Los astilleros de la costa vizcaína, además del hierro, contaban con depósitos de
maderas buenas para la constitución de las embarcaciones que navegaban por las rutas
marítimas.
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Los circuitos comerciales meridionales tenían como centros de operaciones los puertos de Sevilla y
Cádiz. Prácticamente todos los barcos cristianos se detenían en alguno de estos puertos. La
mayoría de los genoveses y otros italianos residentes en Castilla comercializaban los productos del
sur en los mercados del norte de Europa. El comercio castellano del mediterráneo incluía también
a extranjeros franceses, ingleses, portugueses, y sobre todo cantábricos. Una tradición mercantil y
la experiencia marinera estuvieron presentes desde el principio de la conquista y la colonización
de América. En las regiones más remotas del nuevo mundo, los comerciantes españoles
establecieron tráficos regulares aún antes de que las indias hubieran sido estabilizadas
políticamente.
El primer auge minero del nuevo mundo se produjo en el Caribe y estuvo relacionado con el oro.
No se trataba de verdaderos yacimientos, sino placeres que producían una riqueza considerable
de una sola vez. Con un equipo sencillo y una escasa capacidad técnica era posible cavar en la
arena o bien cernir el agua de los torrentes que bajaban de las montañas para encontrar pequeñas
particulas de oro. Años más tardes, también se encontraron yacimiento de oro en México,
América Central, Nueva Granada, Chile Central y Perú.
No habiendo terminado el ciclo del oro cuando hacia 1530 se descubrió cerca de la ciudad
de México, los primeros yacimientos de plata de Nueva España. En américa del sur, ya se
habían descubierto los principales depósitos de plata en la región de Chacras.
La plata, a diferencia del oro, solo ocasionalmente se encontraba en bruto, siendo lo más común
hallarla con otra sustancia. El proceso de extracción y refinación de la plata requería considerables
inversiones de capital en herramientas, tecnología y materias primas. Los caminos y el comercio se
extendieron rápidamente para satisfacer la demanda minera. Las importaciones de textiles
europeos, vinos y hierro de España, esclavos de África, especias y sedas del Oriente, afluyeron
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pronto a las poblaciones mineras. Todos estos bienes eran pagados con los metales americanos,
principalmente plata. Los efectos de la industria minera, estimularon el surgimiento de una
diversidad de actividades productivas en el espacio americano, se organizaron para producir los
alimentos, combustibles y telas que aquellos consumían.
La producción de plata americana experimentó un crecimiento sostenido durante los últimos años
del siglo XVI para alcanzar su máximo en las primeras décadas del siglo XVII a lo que el Perú
contribuyó gran medida. En el siglo XVII se produjo un crecimiento dramático de la producción de
plata, en Perú se alcanzaron los valores máximos del siglo anterior y México el “boom” de las
primeras décadas siguió un incremento sostenido que superó por más de 6 veces los valores
alcanzados en los últimos años.
En la década de 1670 la plata mexicana había superado a la peruana, y a fines del siglo XVIII los
yacimientos mexicanos producían más del doble de lo que se obtenía para aquel entonces en los
distritos mineros.
El primer flujo comercial de España hacia América, se relaciona con el oro. Y cuando esa etapa se
agotó, la corona se dedicó a la minería de la plata. Las minas construyeron el motor básico de la
actividad económica, al proveer el principal producto de exportación y dinero circulante.
El comercio con las Indias estaba reservado únicamente a los súbditos de la monarquía Española
y la exclusión de cualquier otro país o estado se basaba en el derecho adquirido por la prioridad
del descubrimiento y la conquista.
En 1503 se creó la casa de contratación, institución que se ocuparía de todas las cuestiones
relacionadas al comercio y la navegación de las indias. Las ordenanzas establecieron la salida
obligatoria de dos flotas anuales desde el puerto sevillano. La flota, debía zarpar en primavera con
destino a Veracruz para abastecer los productos europeos a Nueva España. Los galeones, así
llamados porque los barcos navegaban escoltados por una armada real compuesta por navíos de
guerra, partian en el verano con destino a Nombre de Dios. En Veracruz y Portobelo los
comerciantes de ambas márgenes del atlántico intercambiaban mercancías europeas por plata
americana y regresar juntas en el mes de marzo desde el puerto de La Habana.
Los comerciantes de México y Lima compraban al por mayor los productos importados, y luego los
transportaban a sus almacenes. Una vez allí, las mercancías eras comercializada, tanto por mayor
como por menor, y también habilitaban agentes en otras ciudades y vendedores ambulantes que
recorrían las zonas rurales.
El monopolio invitaba a los comerciantes a violar las disposiciones legales y así obtener mayores
beneficios evitando los controles, y para ello contaban con la colaboración de los funcionarios de
la aduana. El contrabando, tuvo un punto de apoyo en las Antillas donde comerciantes ingleses,
holandeses y franceses establecieron contacto con las islas españolas para alcanzar más tarde a
Cartagena y Portobelo.
Los territorios americanos que se encontraban emplazados a grandes distancia de los puertos
principales de la carrera de indias, eran abastecidos por buques que navegaban solos, llamados los
navíos de registro. Estos partian de España con una licencia de la corona y viajaban a cualquier
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puerto de mar del territorio americano. Había también otro tipo de navío que surcaba en atlántico
entre España y los puertos coloniales. Se trataba del aviso, o buque de correo, eran embarcaciones
pequeñas y rápidas que zarpaban siempre que fuera necesario con la misión de llevar la
correspondencia oficial ,transportar funcionarios y también informaciones relativas a las flotas,
anunciando la fecha de salida y llegada de las mismas, así como noticias acerca del estado de los
mercados en América.
Los conquistadores españoles recorrieron el territorio americano buscando oro y plata. En 1545 se
descubrió el cerro rico del potosí, el más rico del yacimiento argentifero, hallazgo al que
sucedieron muchos otros de menor importancia en la región. Desde entonces, aunque se
produjeron cantidades de oro variables, el valor y volumen de la plata siempre fueron
ampliamente mayoritarios.
La plata producida durante las primeras décadas posteriores al descubrimiento del yacimiento,
fue obtenida por trabajadores nativos enviados al mineral por los conquistadores españoles y
utilizando los métodos de extracción y refinación conocidos durante el incario.
Un grupo de trabajadores indios de fundamental importancia en los primeros tiempos de Potosí, lo
constituyeron los yanaconas. Su nombre alude a los yanas de los tiempos prehispánicos, estos eran
individuos separados de la comunidad campesina que constituía la célula básica de la estructura
social del imperio incaico. Los yanas estaban vinculados en calidad de servidores a nobles, jefes
militares, curacas locales, o al mismo inca, y desempeñaban diversas tareas, tales como cuidar
rebaños, atender el templo o tareas administrativas. Los primeros trabajadores en el cerro Potosí
fueron yanaconas enviado allí por los españoles con la obligación de producir medio kilo de plata
fina por semana para sus amos, mientras podían retener para ellos, lo que se excediera de esa
cantidad. En la década de 1550 y 1560 el número de yanaconas ocupados en la minera creció
notablemente. Con el correr del tiempo, muchos indios que no habían sido yanaconas antes de la
conquista fueron asignados al servicio de españoles y asimilados a los yanaconas.
Los yanaconas fueron los primeros empresarios mineros del Potosí. Los españoles tuvieron escasa
participación en la extracción y procesamiento del mineral durante el primer “boom” de la
producción de plata. El carácter fundamental de transacción, era el arriendo de una parte de la
mina al “indio vara”, así llamado porque el dueño le asignaba un número cierto de varas para
trabajarlas. El precio pagado por el yanacona era la entrega al español del mineral más rico, apto
para la función mientras que el menos rico se lo quedaba para sí. Los indios varas usaban sus
propias herramientas e insumos, realizaban las obras necesarias y contrataban a otros
trabajadores indios, algunos de los cuales podrían ser indios de encomiendas. Éstos, comenzaron a
aparecer en el potosí a fines de la década de 1540. En la década de 1550 había en la ciudad unos
5mil trabajadores de encomiendas acompañados de sus familias, lo que elevaba a más de 20mil el
número de indios del potosí. Los indios de encomiendas presentes en potosí, en general, no
estaban familiarizados con las actividades mineras y solo podían realizar las actividades más
sencillas.
A mediados de la década de 1560, a medida que se agotaban los minerales más ricos, los mineros
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yanaconas abandonan potosí para ir a trabajar en las haciendas de los españoles que producían
los alimentos demandados por los núcleos urbanos del espacio. En los andes centrales los
españoles fueron deudores de la tecnología indígena que había desarrollado la fundición de plata
por el método de la wayra, especialmente adecuado para refinar los minerales de los depósitos
extremadamente ricos de la superficie. Una vez extraído el mineral de la montaña, era necesario
triturarlo con un canto rodado de base curva, después las piedritas se fundían en un pequeño
horno de arcilla o piedra con forma cónica o piramidal. Los combustibles, estiércol de llama o
carbón de leña, se obtenían con facilidad en la zona, y permitian alcanzar las temperaturas
necesarias para fundir el mineral en bruto. En estos hornos se produjo toda la plata del potosí
hasta la década de 1570.
El auge de la producción minera del último cuarto del siglo XVI fue posible debido a la introducción
de la técnica de amalgama del mercurio con el mineral para obtener la plata y a la masiva
movilización forzosa de trabajadores indígenas, la “mita” organizada por el Virrey Toledo en la
década de 1570.
El mineral de plata se extraía sobre de la mina después se trasladaba donde era triturado hasta
quedar reducido al tamaño de grano de arena. Para triturar el mineral se construyeron máquinas
consistentes con ruedas que movían varios mazos de metal que caían sobre un lecho de piedras.
En potosí se construyó un sistema de embalses, y acueductos que almacenaban el agua de las
lluvias de verano para utilizarla a lo largo de todo el año. Una vez triturado, el proceso de
amalgama se realizaba en un patio pavimentado en piedra y el algunas ocasiones techado. Allí se
depositaba el mineral, se lo humedecía con agua, se añadía sal, y se le agregaba el mercurio.
Durante 4 o 5 semanas la masa así formada era agitada y removida diariamente por los
trabajadores indígenas para favorecer el proceso químico. Pasado ese tiempo, la masa se lavaba,
para eso se la introducía en una tina por donde se hacía pasar agua de forma que arrastre las
impurezas, quedando en su interior la amalgama depurada. La pella se envolvía en un saco de
lienzo que primero se retorcía y luego se sometia a la acción del calor para separar los restos de
mercurio. Al final del proceso se obtenía la piña de plata pura. La extracción de los minerales y
yacimientos y el proceso de refinación por el método de la amalgama de la plata con el mercurio,
incluían también el acceso de la mano de obra abundante y poco costosa.
En 1572 el virrey Toledo, realizó una visita general del Perú. La zona que se designó como fuente
de trabajadores era enorme. La séptima parte de la población sometida a tributo en estas
provincias, es decir, los varones entre 18 y 50 años debían trasladarse a Potosí durante un año y
medio.
Mediante este sistema, la minería obtendría unas 13.500 almas al año, mano de obra estimada
suficiente para extracción, acarreo y refinamiento del mineral. Una vez en el Potosí, la cantidad de
hombres era dividida en tres partes, cada una de ellas trabajaba alternamente, descansando dos
semanas por cada semana de trabajo. Toledo distribuyó a los mitayos entre las minas y las
refinerías y estableció una tarifa de jornales. El trabajo comenzaba el martes por la mañana y
seguía sin interrupción hasta el sábado por la noche. Aunque la normativa establecía una jornada
de sol a sol, pronto los propietarios de las minas fijaron cuotas elevadas del mineral que los
mitayos debían extraer y acarrear, de manera que se prolongaba la permanencia del yacimiento
hasta completar la cantidad fijada, con el resultado que se incrementaba la carga de trabajo.
El descubrimiento y la inmediata explotación del cerro de Potosí, atrajeron de inmediato a
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Las huellas dejadas por el paso de las carretas tiradas por bueyes y recuas de mulas conformaron
las rutas que unieron los precarios centros urbanos diseminados y dibujaron los circuitos
mercantiles en los territorios meridionales del espacio peruano. Los intercambios mercantiles
vinculaban entre sí a las ciudades desplazadas a grandes distancias unas de otras. Por vía terrestre
las carretas llegaban hasta Jujuy y Mendoza, y después el camino se hacía a lomo de mula.
El vehículo utilizado para el transporte de mercancías como de pasajeros, consistia en un cajón
tosco de madera, asentado sobre un eje que une dos grandes ruedas, también de madera. En los
costados, el cajón tenía varias estacas que sostenían arcos de mimbre formando un techo oval que
se cubría con cueros de toro. Dos yuntas de bueyes tiraban de las carretas. El desarrollo de la
carretería se vio favorecido por la abundancia de maderas duras de los bosques cercanos y de
cueros curtidos del abundante ganado vacuno de la región. La carreta como medio de transporte y
carga comenzó a fines de la década de 1570.
En las zonas rurales se desarrollaron las curtiembres donde se manufacturaban los cueros de
ganado local para producir botas, cinchas, lazos, suelas y otros productos que encontraban salida
tanto en el mercado local como el en Alto Perú.
A mediados de la década de 1580 comenzó a desarrollarse la manufactura textil. El incremento
en la elaboración de tejidos rústicos se vio favorecido por la existencia de la mano de obra
indígena, a expansión de los rebaños de ovejas, y la demanda de mercado minero
principalmente. Los tejidos cordobeses encontraban salida en Potosí, donde eran intercambiados
por vino y azúcar.
El sector manufacturero era dirigido por europeos, quienes contaban con la mano de obra
indígena provenientes de las encomiendas para encarar la producción de telas. En cuanto a las
materias primas, la lana en bruto provenía de los extensos ganados de ovejas de la región, en
cambio el algodón era necesario obtenerlo en las regiones vecinas de Santiago del Estero y
Catamarca.
Los indígenas que servían en las viviendas de los españoles, además de las tareas domésticas,
también se ocupaban del tejido de bayetas, ropas de lana, sobrecamas, etc. Estas manufacturas en
muchas ocasiones eran utilizadas para las necesidades de la familia, pero en muchas ocasiones se
convertian en medios de cambio para adquirir otros bienes. El obraje textil colonial, era una
unidad productiva que concentraba bajo un mismo techo a numerosos trabajadores que
realizaban las distintas etapas de la producción textil. Allí se elaboraban telas, lienzos, sombreros,
sobrecamas, etc. El crecimiento de la producción obraje se extendió hasta 1613, después empezó
a disminuir
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hasta desaparecer en la década de 1630, cuando disminuyó la demanda de los textiles cordobeses
en los mercados altoperuanos por la concurrencia de las producciones de otras regiones del
espacio.
La producción de mulas en la campaña cordobesa conoció un desarrollo similar a la del ganado
vacuno para construirse a partir de 1630 en el sector dominante de las exportaciones cordobesas.
En la década de 1610 en la jurisdicción cordobesa se formaron varias compañías especializadas en
la cría de mulas estimuladas por la demanda constante de animales de carga en el alto Perú,
donde el híbrido se mostró más resistente que las llamas de carga en el Alto Perú.
La producción y comercio de mulas de Córdoba se combinaban con la importación de mercancías
europeas. En el norte las mulas eran cambiadas por metálico para pagar las importaciones de
Buenos Aires y también por efectos de Castilla y de la tierra que se vendían en la propia
jurisdicción o en otros lugares.
En Catamarca y La Rioja se elaboraron vinos y aguardientes que abastecían el consumo local y
ocasionalmente llegaban a mercados cercanos. A fines del siglo XVI los vinos mendocinos
desalojaron de Buenos Aires a los paraguayos. Los productores de la región debían hacer frente al
costo de los fletes y a las cargas fiscales que pesaban sobre vinos y aguardientes tanto en lugares
de origen como en los de su consumo.
Los tejidos rústicos de algodón de la producción doméstica de Catamarca se consumían en
distintos puntos del interior y también en el litoral. En el litoral, las relaciones comerciales entre
Asunción del Paraguay, Santa Fe, y Buenos Aires ponían en movimiento una variedad de
productos tales como azúcar, vino, cera, tejidos o algodón en rama y yerba. En las primeras
décadas del siglo XVII la región del Paraguay comenzó a especializarse en la producción de la
yerba, y en 1640 se convirtió en la producción dominante del Paraguay durante el resto del
periodo colonial.
En la última década del siglo XVI la actividad comercial en Buenos Aires estaba a cargo de
mercaderes portugueses atraídos por la economía mineral del Alto Perú. Los productos importados
consistian en azúcar, y aguardientes, esclavos, hierro, papel, y manufacturas europeas. La
posibilidad de acceder al mercado potosino y las importantes ganancias que podías obtenerse por
las diferencias entre los precios en Brasil y España y los del Potosí alentaron la presencia del
comercio directo contrabando en Buenos Aires.
Durante la segunda mitad del siglo XVII las preocupaciones de la corona con respecto a las
permanencias de Buenos Aires motivaron el establecimiento permanente de funcionarios reales y
de una guarnición militar. La corona debió recurrir a la autorización de los navíos de registro para
sostener al puerto y al aparato estatal. Estas embarcaciones navegaban fuera del sistema de
flotas y galeones y debían obtener autorización de la corona. Cada licencia podría comprender
una o varias naves y se otorgaban tanto a los vecinos de Buenos Aires como a residentes de la
península. Las licencias incluían también otras concesiones para el beneficiario. Entre las más
importantes estaban las que aludían el permiso para introducir las mercancías a Tucumán,
Paraguay y a veces también a Perú pagando previamente los derechos correspondientes, aquellas
relativas a la cantidad de plata que podían transportar como retorno, o bien la autorización para
internar hierro hasta Charcas cuando las necesidades de minería lo requerían.
El contrabando se prolonga desde la segunda mitad del siglo XVII, época en que las arribadas
forzosas al puerto, se convirtieron casi en un hecho común, permitiendo la entrada de navíos
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La atlantización se planteó como una necesidad de la corona española para reforzar el flanco más
débil de su imperio cada vez más sometido a fuertes presiones por parte de los otros países de
Europa. La nueva dinastia, implementará una serie de reformas destinadas a modernizar el país.
El sistema comercial español se había manifestado incapaz tanto de defender las posesiones
americanas como de abastecerlas de productos europeos desde una época tan temprana como
la primera mitad del siglo XVII. En 1717 se trasladó la casa de contratación de Sevilla de Cádiz y se
estableció un servicio de avisos o buques correo con el fin de mantener una comunicación
regular
entre España y sus dominios americanos. Finalizada la guerra, la corona osciló entre los intentos
de restaurar el sistema de flotas y galeones y las vacilantes aproximaciones al nuevo sistema. La
corona consideraba que esto era esencial para estimular a las nacientes industrias peninsulares y
al mismo tiempo aumentar las rentas reales.
En 1740 se suprimió el sistema de flotas y galeones y en la misma década los navíos de registro
comenzaron a fletarse a los puertos del pacífico a través de la ruta del estrecho mar de Magallanes
o por el cabo de Hornos para activar los tráficos en el atlántico sur.
En la segunda mitad del siglo XVIII el ritmo de las reformas comerciales se intensificó para
culminar con la sanción del reglamento de aranceles reales para el comercio libre de España a las
indias. El arancel adjunto rebajó los derechos de algunos productos y anuló otros. Los objetivos del
reglamento eran promocionar la combinación de libertad y protección que fomentaría la
colonización de territorios vacíos o escasamente poblados, eliminar el contrabando, generar el
aumento de los ingresos aduaneros y una expansión del volumen de comercio.
Los cambios en el sistema comercial se completaron con reformas fiscales. Estas incluían una
simplificación en los derechos que debían pagar las mercancías al salir de los puertos españoles y
un nuevo sistema de recaudación y administración de las cargas impositivas que desde entonces
estuvieron a cargo de los oficiales reales.
En el territorio americano las reformas se concentraron en defender las posesiones de las
agresiones extranjeras y se completaron con una serie de reformas administrativas. Éstas,
incluyeron la creación de dos nuevos virreinatos, el de Nueva Granada y el del Río de la plata.
También se crearon nuevas audiencias en Buenos Aires, Cuzco y Caracas. Finalmente, se instaló el
sistema de intendencias primero en el Rio de la Plata para extenderlos más tarde a Perú y a
México.
La producción minera era de vital importancia para toda la vida económica de los territorios
argentino. Le seguían en importancia las minas de Oruro y las de Pasco. Si bien potosí no ocupaba
el lugar del primer orden en la economía colonial en su conjunto, su producción seguía siendo
fundamental para la articulación del extenso espacio sudamericano ubicado al sur del Alto Perú.
La producción de metálico en el Potosí sufrió un prolongado descenso todo a lo largo del siglo
XVII.
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La producción de plata en Potosí comenzó a recuperarse a principios del siglo XVIII. Al comenzar
el nuevo siglo, varios factores confluyeron en precipitar la baja de producción minera que se
extenderá hasta el fin del periodo colonial. En primer lugar fue el agotamiento de los restos de las
antiguas explotaciones mineras que habían permitido a los empresarios contar todo durante el
siglo XVIII con la ventaja de una explotación que rendía poca plata pura por unidad de mineral
refinado pero que era rentable por la escasa inversión que requería. El segundo fue la suspensión
del abasto de mercurio proveniente de Europa a causa de las guerras en las que estuvo envuelta
España.
Aunque en el siglo XVIII aumentó su producción minera, la ciudad del potosí no recupero el papel
articulador que había alcanzado a fines de del siglo XVI y comienzos del XVII.
La unidad del sistema fiscal colonial era la caja real, oficina responsable de la recaudación y
registro contable de los ingresos provenientes de los impuestos. Las principales fuentes de
ingresos estatales provenían de los derechos que pagaban la producción de metales, el comercio
internacional y local, y el tributo que pesaba sobre la masa de la población rural indígena. Los
impuestos eclesiásticos también ingresaban en las cajas reales, en cambio, lo obtenido por la
venta de indulgencias o santa cruzada, era recaudado por el clero pero administrado por la real
hacienda. En cada virreinato, audiencia o capitanía general había una caja principal que era
responsable de una seria de cajas regionales o subordinadas. Esta red de tesorerías reales era
administrada por los números burócratas rentados pertenecientes a la real hacienda y
complementada por recaudadores privados de impuestos.
Una vez establecido el virreinato del Perú, la corona organizó una seria de distritos fiscales en su
territorio, todos ellos dependientes de la caja principal de Lima. Pocos años más tarde, la región
de la audiencia de Alto Perú fue transformada en una región administrativa autónoma con su
correspondiente caja real.
En el extremo sur, la caja real establecida en la ciudad de Buenos Aires recibía los ingresos fiscales
generados en la región proveniente en su mayor parte de la actividad mercantil. En el siglo XVII a
medida que la región del rio de la plata se transformó en un espacio importante para el imperio
español, la tesorería de Buenos Aires empezó a depender del subsidio que todos los años remitia
el Alto Perú.
Las reformas borbónicas implementadas en la segunda mitad del siglo XVIII introdujeron algunas
modificaciones en las técnicas recaudatorias. La corona abandonó la práctica de arrendar
impuestos a favor del cobro directo de los derechos por agentes reales, reviso el nivel de algunas
contribuciones para estimular la producción y simplificó la percepción de otras para evitar la
invasión. Mucho antes del establecimiento del virreinato del rio de la plata, el alto Perú cambió su
orientación fiscal desde lima hacia buenos aires, y la real hacienda de potosí se convirtió en la
tesorería central intermediaria para las cajas del alto Perú. La caja real de buenos aires, enviaba
sus cuentas anuales a Lima hasta 1767, en ese año se estableció en la ciudad una contaduría
general para administrar la contabilidad de los distritos fiscales de buenos aires y de las provincias
de Tucumán y Paraguay, desde entonces dejaron de llevarse a Lima. A fines de siglo XVIII los
territorios
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de la audiencia de charcas pasaron a depender del nuevo virreinato del rio de la plata. La riqueza
de la nueva jurisdicción política, radicaba en los ingresos fiscales provenientes del puerto de
buenos aires y de la explotación minera del alto Perú.
Aunque los ingresos provenientes de los monopolios reales aportaban un ingreso directo de la
corona los impuestos sobre la explotación minera, el comercio y a la población indígena producían
escasos excedentes para remitir a España, una vez descontados los gastos de administración y
defensa del virreinato. En las últimas décadas del siglo XVIII las finanzas estatales siguieron
dependiendo de los recursos fiscales generados en las cajas reales de charcas. El virreinato del rio
de la plata tuvo un costo muy alto para el Alto Perú. También más del 70% de las entradas en la
caja de buenos aires eras transferencias de la real hacienda de potosí. En la primera década del
siglo XIX, cuando la crisis afectó a la minería y los ingresos estatales se requerían para auxiliar sus
dificultades, el situado de buenos aires se hizo más pesado. Sin embargo, los fondos remitidos en
la capital afectaron el 43% de los ingresos fiscales de las cajas del Alto Perú.
Puede sostenerse entonces que el costo de formar parte del virreinato del rio de la plata fue tan
alto que en 1810, al iniciarse el movimiento de la independencia, el Alto Perú se desprendió de su
relación con la región del rio de la plata.
Hacia 1570 se acentúa el proceso de atlantización del sector meridional del espacio peruano. Las
regiones de Tucumán, Cuyo, Paraguay y Rio de la Plata orientan sus producciones hacia el puerto
de buenos aires en la medida en que ésta participa de los beneficios de una de las corrientes
ilegales del metálico altoperuano. En la etapa que se inicia el 1560 en análisis de las exportaciones
de cueros y de metales preciosos, incluyendo el comercio legal, el contrabando y el tráfico
internacional, muestra que los metales preciosos (plata y oro) acumulados en el puerto de buenos
aires constituyeron entre el 85% y 90% de las exportaciones.
Hacia 1766 entraban a Colonia entre 10 y 18 embarcaciones por año. Este tráfico, suponía una
importación de esclavos estimada con 600 hombres por año además de las consabidas
manufacturas europeas y una salida de metales estimada en más de 2 millones de pesos anuales.
Así mismo, los comisos se extienden a lo largo de todo el periodo y constituyen otro indicador
para estimar las navegaciones del rio de la plata.
Entre las manufacturas europeas importadas predominaron los textiles durante todo el periodo.
Sin embargo, después de 1780 aumentó la presencia relativa de los productos agrícolas de origen
español, especialmente de vinos, y aguardientes de la región andaluza.
esclavos africanos negros acompañaron a sus amos españoles a las expediciones militares de la
conquista. Algunos de ellos fueron liberados, e incluso obtuvieron encomiendas en américa.
Es difícil conocer el número de los esclavos negros introducidos en la américa española. En 1810
llegaron un millón de africanos y muchos de ellos desembarcaron en el puerto de buenos aires. La
región del rio de la plata no era apta para el desarrollo de economías de plantación, sin embargo la
corona concedió el primer permiso real para introducir esclavos en la zona.
Mientras se arreglaban las embarcaciones, se desembarcaba la carga de esclavos. Se los sacaba
de la ciudad y luego se los volví a traer como “negros descaminados”. Después, estos esclavos
podían venderse de una manera semilegal en remates públicos.
Las estimaciones señalan que entre 1586 y 1665 se importaron en la región entre 25mil y 30mil
esclavos distribuidos de la siguiente manera: 6.000 autorizados, unos 7.000 sin autorización pero
eran legalizados en remates públicos, y el resto entró en forma clandestina.
A lo largo del siglo XVIII la ciudad de Buenos Aires tuvo tres mercados de esclavos. El primero era
propiedad de la Compañía Francesa. El segundo pertenecía a los británicos. Y a principios de la
década de 1790 el gobierno creó un nuevo mercado de esclavos juntos a las instalaciones de la real
aduana y cerca de los muelles.
El comercio de esclavos después de 1780 significó la continuidad del tráfico intercolonial con
Brasil y África. Con los conflictos de 1779 el tráfico adquirió diversas formas incluyendo la
autorización para el comercio con puertos neutrales. Finalizando el conflicto las autoridades para
comercializar con Brasil no se interrumpieron.
el periodo colonial. En la segunda mitad del siglo XVIII la ciudad de Córdoba siguió vendiendo sus
mulas y ganado a las ferias de Salta y Jujuy. Los comerciantes cordobeses diversificaron sus
transacciones y eso les permitió sortear las dificultades en el mercado altoperuano cuando se
producían caídas en las demandas de mulas o en sus precios. A su vez, Córdoba encontró en el
mercado de buenos aires una salida para los textiles de lana. Esta era su producción de antigua
data, a cargo de las mujeres y destinada al consumo familiar. Así mismo, Córdoba siguió trayendo
los tráficos de vinos, aguardientes y frutas secas originados en la región de cuyo.
El clima comercial, se reflejó de manera ambigua la producción de vinos. Son conocidas las quejas,
representaciones y memorias de cosecheros y funcionarios coloniales con respecto a los efectos
negativos del comercio libre. En esta época (XVIII) las exportaciones de vino mendocino no
sufrieron contracción alguna.
Los productores de cuyo, emplearon distintas estrategias para alcanzar los principales mercados
de la región. En san juan, éstos apelaron a convertir la mayor parte del vino producido. Los
precarios barriles cubiertos con cueros en sus extremos se cargaban en carretas tiradas por
bueyes que demoraban más de 45 días en hacer el viaje de Mendoza a buenos aires.
Los vinos y aguardientes de san juan y Mendoza dependías casi exclusivamente del mercado en
que se había convertido buenos aires.
En 1740 los santafesinos habían obtenido el privilegio de la corona de ser “puerto preciso”. En
la segunda mitad del siglo se hicieron más importantes sus relaciones comerciales con el
atlántico, tanto para la importación de efectos europeos como para la exportación de los
cueros. Santa fe estaba orientando su economía hacia la producción del ganado vacuno.
A fines del siglo XVIII los metales preciosos también constituyeron la principal mercancía de
exportación
Unidad III:
Introducción:
Sobre las causas que provocaron los movimientos de emancipación de las colonias americanas,
podemos decir que la situación internacional jugó como un elemento facilitador del mismo para el
inicio del proceso revolucionario de América.
Los importantes conflictos que enfrentaban los propietarios americanos con las autoridades
españolas se originaban en la negativa de la corona de permitir el acceso americano a los cargos
más importantes del gobierno y en el mantenimiento del monopolio comercial.
En Buenos Aires, el rechazo de las invasiones inglesas años antes, había ayudado a tomar
conciencia de la propia fuerza, a la par que había dejado al descubierto la debilidad militar del
imperio español. Conocida la noticia de la disolución de España, grupos de vecinos de la ciudad de
Buenos Aires comenzaron a organizarse con el objetivo de hacerse cargo del gobierno. Una vez
dado el pronunciamiento de Mayo comenzaba la ardua tarea de organizar el estado-nación con
todo lo que eso implicaba. Los años que siguieron la revolución de Mayo fueron de gran
inestabilidad política, ya que se estaba organizando el nuevo estado y no pudo concretarse un
acuerdo sobre la forma de gobierno a adoptar. La guerra por la independencia que tuvo
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Mitre identificaba la falta de libertad como la principal restricción de la economía colonial. Para
Belgrano estaba claro que el sistema monopólico que había excluido hasta fines del siglo XVIII a
Buenos Aires, de las principales corrientes comerciales del imperio debía cambiar, aun cuando no
supiese que tales cambios debían efectuarse bajo el manto republicano que su biógrafo juzgaba
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ineludible.
Solo en las últimas décadas del siglo XVIII la corona, debió recurrir a medios que sirvieron, por un
lado, para apaliar las penurias, pero por otro para abrir el apetito de libertad que prometia
mayores beneficios que la estricta regulación causante de aquel olvido. Esa libertad se obtuvo
con la ruptura y sus beneficios se hicieron en seguida evidentes en la región, tanto que aquellos
sectores protegidos detrás de las antiguas regulaciones buscaron pronto regresar a las antiguas
prácticas.
La independencia trajo, de manera más decidida que las reformas borbónicas, el reino de la
libertad, pero no necesariamente el fin del mercantilismo. La independencia, consecuencia de
cambios institucionales producidos en España, también introdujo cambios en el marco
institucional del antiguo virreinato.
Comercio:
La independencia, desde el punto de vista económico, fue consecuencia de las presiones locales
sobre las instituciones que tardaban en dar una respuesta a las necesidades de desarrollo del
comercio y de la producción, pero también introdujo nuevos problemas y nuevas demandas. El
sistema colonial presentaba algunos otros aspectos que tras la independencia manifestarían sus
virtudes. La economía de Buenos Aires se vio favorecida por la desaparición de regulaciones
coloniales que obligaban a comercializar a través de España y de un sistema fiscal. Pero al mismo
tiempo, el estado español proveía a las diferentes partes del virreinato a un costo que pronto se
revelaría no demasiado exagerado al servicio que se espera de un estado, protección, seguridad
y justicia.
La caída del estado español en las indias muestra hasta qué punto las instituciones, proveían una
manera de reducir los costos de transacción y al mismo tiempo, el desorden posterior muestra
como aumentaron esos costos cuando las instituciones políticas, sociales, y económicas pasaban
por un periodo de turbulencia y redefinición.
La economía que a fines de siglo XVIII estaba basada en la exportación de plata, en las décadas
posteriores a la independencia, paso a basarse en la exportación de productos pecuarios de la
pampa bonaerense. Este no es el único cambio producido por la independencia en la región
rioplatense, tres siglos de hegemonía del alto Perú terminaron y comenzó en un área más
reducida, la de buenos aires. No solamente cambio la producción, sino que cada una de las partes
se vieron afectadas por las características del nuevo polo hegemónico.
En Buenos Aires, los servicios del estado continuaron prestándose sin verse afectados en absoluto.
Quedó en discusión, en que área podían proveerse estos servicios, limitada por la escasez, y por
competencia de otros potenciales oferentes. Los poderes locales seguidos de la esfumación del
poder español estaban dentro de una respuesta efectiva a la demanda local de protección, pero
con sus recursos limitados por la capacidad de las economías regionales, solo podían ejercer tales
funciones en áreas regionales. La caída del gobierno nacional, tuvo importantes consecuencias
económicas para Buenos Aires. Por un lado, el costo del intento de extender los servicios del
estado a aparentadas áreas, se vio inmediatamente reducido por la desaparición del ejército
creado. Por otro, llegó la oportunidad de sacudir completamente algunas rémoras del pasado y
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organizar las instituciones económicas locales sobre las nuevas bases provistas por los principios
de la libertad económica. Los principios de la libertad económica no fueron aceptados en el
interior sino a regañadientes. Los productores de vinos de cuyo, reclamaron la prohibición de la
importación de vinos extranjero, y desde 1830 el correntino Pero Ferré exigió la erección de
barreras arancelarias. Estos intentos regresivos encontraban poca simpatia en Buenos Aires,
donde aún se recordaba que la prohibición de importación significaba precios más altos para los
consumidores locales y rentas para los productores privilegiados, importadores y contrabandistas.
Mientras los gobiernos del interior reclamaban al de buenos aires al respecto de las jurisdicciones
provinciales, limitando por lo tanto los servicios de protección, por otro pedían su extensión.
Córdoba dejó de exportar frezadas pasa pasar a exportar cueros. San juan y Mendoza se volcaron
hacia la ganadería y cuando el ferrocarril puso a su alcance el mercado porteño, se dedicaron
nuevamente a los vinos. Aunque las bases de la organización económica estaban sentadas sobre la
libertad, la protección de la producción de algunas regiones fue el precio pagado por la
prosperidad que aquella organización había triado a la pampa húmeda.
Tierras y producción:
La mayor consecuencia de la independencia fue liberar las fuerzas productivas de Buenos Aires,
una región que producía bienes demandados en otros mercados. La exportación de cueros había
crecido en la última década del siglo XVIII, produciendo una moderada expansión de la ocupación
territorial. La incorporación de nuevas tierras a la producción se produjo dentro de las
modalidades coloniales en uso a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, ocupación de
tierras realengas, composiciones y mercedes. Esas modalidades no cambiaron inmediatamente
después de la independencia. La pampa tradicional, no estaba completamente ocupada por la
producción pecuaria a fin del periodo colonial. Aun cuando la producción extensiva la ocupase
plenamente, la definición de los derechos de propiedad sobre la tierra aún no había avanzado, en
parte por el costo de esa definición, en parte porque los derechos sobre el agua solían ser más
importantes que la extensión de las tierras en propiedad, ya que la falta de control sobre las
tierras realengas las habilitaba para el usufructo privado. La tierra pasó masivamente a manos
privadas a partir de 1836, la liquidación del sistema de enfiteusis primero, luego el reparto de
tierras públicas por premios militares, y más tarde fueron las vías.
A fines del siglo XVIII la producción de granos y de bienes pecuarios demandaba la mano de obra
en distintas estaciones, pero no ofrecían empleado continuado. La producción de grano ubicada
en la ciudad de buenos aires, ofrecía trabajo a los desocupados urbanos. Escasez y abundancia de
mano de obra, deben comprenderse en este contexto: la queja de los productos cerca de la
inestabilidad de la mano de obra era reflejo de la incapacidad de esa economía en general un
empleo estable.
La inhabilidad de la economía rural de proveer de trabajo permanente a la población de la
campaña se veía compensada por una institución también común a todas las economías agrarias.
Los terratenientes toleraban a estos peones dentro de sus propiedades concediéndoles derechos,
sobre una parcela de tierra donde establecer su rancho y criar algunas gallinas y vacas. Si las
tareas rurales no sufrieron trasformaciones con la expansión de la ganadería vacuna, ésta tuvo
dos
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Moneda y crédito:
La independencia significó una retracción del estado respecto de la producción que liberó fuerzas
contenidas. Esa retracción fue producto de la disolución del estado y de la aparición de poderes
regionales que compitieron para proveer los servicios estatales. La desaparición del estado
permitió que las regiones se organizaran más eficazmente. En Buenos Aires aparecieron formas
modernas de la organización económica. La creación de las instituciones de crédito público y
privado, y la sustitución de la moneda metálica por el papel moneda fueron los principales rasgos
de esa modernidad.
Las finanzas coloniales estaban organizadas en torno de los fondos que se recibían desde el Ato
Perú para el sostén de la administración. El gasto fiscal estaba limitado por el ingreso, de modo
que las necesidades extraordinarias debían cubrirse también de manera extraordinaria. La
capacidad del estado de hacer frente a sus gastos estaba limitada entonces por la capacidad de
producir moneda o de conseguirla a través de la recaudación de impuestos. Esos fondos, servían
para cubrir las necesidades financieras coloniales.
La independencia produjo grandes cambios monetarios y financieros. El primer agente
transformador fue la desaparición de los ingresos de los ingresos remitidos por las cajas
altoperuanas para mantener la administración virreinal. Para que las instituciones del gobierno
que funcionaba en Buenos Aires continuaran funcionando fue necesario encontrar nuevos
recursos. En primer lugar se apeló a contribuciones forzosas y expropiaciones, pero estos recursos
no eran renovables. En noviembre de 1813 el gobierno emitió pagarés sellados, un titilo de deuda
que compensaría a los forzados contribuyentes. El pagaré sellado era demasiado imperfecto por el
riesgo que implicaban y por la sobreoferta, circulaba con descuento. Si estas imperfecciones
pesaban sobre los usuarios, otras lo hacían sobre el emisor.
La reforma tributaria de 1821 tuvo por objeto eliminar impuestos, desparecieron los ingresos
vinculados y en futuro los gastos se atenderían con la masa recaudada. El estado de Buenos Aires
consolidó toda la deuda anterior, dicha deuda se unificó en los bonos del crédito público, cuyas
emisiones futuras servirían para financiar los gastos extraordinarios de un modo que no resultara
perjudicial para los acreedores. Parte del ingreso fiscal estaban destinados al servicio de la deuda
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interna y la amortización de bonos. A diferencia de los titulos que circularon durante la primera
década, estos tenían una garantia real, la tierra pública. Pero la abundancia de esta, la dificultad
de enjuiciar al estado y los gastos que un acreedor debía incurrir para la apropiación de las tierras,
las tornaban en una garantia teórica.
Los billetes del banco fueron libremente convertibles. En 1826 se suspendió la convertibilidad de
los billetes y poco tiempo después adquirieron curso forzoso. Esto se hizo en medio de un bloqueo
del puerto de buenos aires debido a la guerra de Brasil. La suspensión del comercio exterior fue
acompañada por la ruptura del vínculo real en el medio de pago. Nació así, la inflación fiduciaria.
Esta, producida por el aumento de la cantidad de moneda fisica y por lo tanto un cambio en el
precio relativo del metal de que esta echo la moneda respecto de los otros bienes, consiste en un
aumento nominal de la cantidad de moneda fiduciaria que puede producirse a un ritmo superior
al de inflación monetaria.
La inflación fiduciaria fue el nuevo instrumento financiero del gobierno de buenos aires durante la
guerra con Brasil. La devaluación del medio del medio de pago produjo la destrucción del
mercado financiero donde el único instrumento eran titulos cuyo valor nominal se desvalorizaba
al ritmo de la moneda.
El banco de buenos aires había sido creado por los comerciantes de la plaza, criollos y extranjeros,
el banco nacional fue manejado porque los votos en la asamblea favorecían a los accionistas
minoritarios, por los comerciantes porteños. La desvalorización de la moneda introdujo
incertidumbre en los contratos. En enero de 1826 al suspenderse la convertibilidad de los billetes
del banco se produjo de inmediato una desvalorización de los billetes respecto de su valor
nominal metálico. Los contratos no debían sufrir las consecuencias de tal desvalorización. En abril
de ese año se produjo un cambio que alteró las condiciones de contratación tanto para el futuro
como retrospectivamente los billetes del banco fueron convertidos en moneda corriente en
reemplazo de la moneda metálica.
Mientras este proceso de reforma tributaria, financiera y monetaria tenía lugar en buenos aires,
el interior se mantuvo dentro de un patrón metálico hasta la unificación monetaria, y tanto desde
el punto de vista financiero como tributario se mantuvo apegado a las tradiciones coloniales,
reduciendo extracciones, expropiaciones y contribuciones forzosas.
Desde la década de 1550 se produjo en el alto Perú una gran demanda de medios de producción y
de subsistencia. El consumo de los miles de trabajadores que se empleaban en el centro minero,
junto con los insumos necesarios para la producción de plata fueron los disparadores de
crecimiento de la demanda de bienes. Esta situación promovió una acelerada oferta y
mercantilización de producciones de origen tanto europeo como de un vasto espacio regional,
que desde entonces comenzaron a traficarse en una amplia red de circuitos comerciales que
alimentaban el mercado minero.
Aunque los bines que se ofrecían en los mercados coloniales incluían productos elaborados, en el
continente europeo y americano, la mayor parte de las necesidades se cubrieron con las
mercancías originadas en el territorio del nuevo mundo. Por eso, las producciones lograron
desarrollarse con éxito y se insertaron en las plazas mercantiles del espacio comercial
altoperuano. Este espacio económico regional se mantuvo integrado a lo largo de la época
colonial. Por las de 100 años, barcos carretas y recuas de mulas transportaron por las tierras
rioplatenses un intenso tráfico que incluía una amplia gama de productos. Esta vitalidad en los
tráficos mercantiles posibilitó la consolidación de los negocios en el territorio rioplatense,
alimentando el crecimiento de las producciones locales y el enriquecimiento de los productores y
comerciantes que operaban en los mercados americanos. Todavía en las últimas décadas del
periodo colonial había una sólida vinculación mercantil que unió rio de la plata con el alto Perú.
A fines del siglo XVIII aquella fuerte relación del rio de la plata con el alto Perú ya no tenía
fundamentos solamente en los lazos mercantiles que los unían, sino también en la unidad política
que las reformas borbónicas les habían dado a estos territorios con la creación del virreinato del
rio de plata, cuyos pilares eran minería altoperuana y la nueva capital virreinal, que era la ciudad
y puerto de buenos aires.
Luego de la crisis de 1810, aquel conjunto de vínculos comerciales y financieros que unidad el
territorio virreinal comenzó a agonizar, para luego casi desaparecer. Las consecuencias de la
revolución consumieron parte de la riqueza rioplatense. En primer lugar, los frentes de batalla
contra los españoles es Jujuy, salta, y Tucumán alternaron los circuitos del comercio altoperuano,
reduciendo y entorpeciendo los negocios que habían sostenido esas economías durante varios
siglos. A eso se le sumo la creciente pobreza de recursos fiscales que afectaría a los gobiernos
revolucionarios, ya que la dislocación política y el mantenimiento del poder español en el alto Perú
tornaron irrecuperable la provisión de recursos financieros procedentes de la actividad minera
altoperuana.
Luego de 1810 el estado revolucionario se quedaba sin recursos financieros, mientras que su
economía sufría la alteración de los patrones mercantiles que daban vida a sus producciones,
afectando los capitales y comerciantes y hacendados. En aquella primera década en medio de
tantas perdidas algunas económicas comenzaban a encontrar un nuevo rumbo, que consistia en
fortalecer a través del libre comercio, decretado en 1813.
Desde el inicio del decenio de 1820 cuando la independencia rioplatense estaba
asegurada, quedaron planteados nuevos desafíos. Solo algunas economías pudieron
encontrar nuevos beneficios, mientras que otros se limitaron a reconstruir sus antiguas
vinculaciones.
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multiplicado notablemente llegando a 1millon y medio de cueros vacunos anuales. Desde 1829 la
económica provincial y el comercio porteño adquieren una sólida tendencia de crecimiento cuyo
correlato es el ascensor del poder de rosas. De este modo, el estado provincial pudo obtener
ingresos fiscales y los comerciantes disfrutaron de un marco adecuado para sus negocios. En el
litoral de los ríos la evolución económica de la provincia de entre ríos muestra similitudes con la
porteña, aunque con una evolución más retardada.
Desde los primeros años de la década de 1840 sería la zona bordeada la ribera del rio Uruguay, la
que se convertiría en el núcleo más dinámico de la economía provincial. En Concepción del
Uruguay se irán consolidando las estancias ganaderas y un conjunto de saladeros que dará
sustento material al crecimiento de la provincia. Cruzando el río Paraná se encontraba la
económica santafesina, que intentaba seguir los pasos de la expansión rural litoraleña, pero sus
esfuerzos no fueron tan exitosos. La base económica de la provincia estuvo circunscrita a una
endeble franja de tierras en los alrededores de la ciudad de santa fe y el pueblo de rosario. Solo
hacia mediados del siglo los santafesinos podrían comenzar a consolidar el control de sus tierras
fronterizas y será a partir de 1870 cuando lograrán ser una de las provincias más favorecidas
dentro del desarrollo económico de la argentina.
En este litoral fueron los correntinos los que se sintieron más incómodos con el nuevo esquema
posindependentista. La provincia de corrientes tenía una económica bastante diversificada dentro
de la cual convivían algunas industrias de vieja data, como la producción de textiles burdos, la
yerba mate y el tabaco. Durante los últimos años y los posteriores a la revolución, la yerba y el
tabaco correntino había tenido un acceso interesante al mercado de consumo doméstico
rioplatense. Pero la apertura librecambista de los porteños representó un problema serio la
estrategia económica correntina. Por ellos desde fines del bloqueo comercial de 1828 la
competencia de los productores brasileños comenzó a perjudicarlos notablemente. En ese
momento el gobernador correntino Pedo Ferré planteó duros reclamos al gobierno de Buenos
Aires, pretendiendo disputar a los porteños el monopolio del tráfico comercial con ultramar y el
beneficio de las rentas de la aduana bonaerense.
Los acuerdos alcanzados entre las provincias con la firma del Pacto Federal, las disputas por la
libre navegación de los ríos continuaron presentes como telón de fondo en los permanentes
enfrentamientos políticos y militares que mantuvieron los correntinos con el sistema político
rosista hasta mediados de la década de 1840. Pero más allá de los acuerdos políticos
interprovinciales que firmaron los correntinos, el comercio provincial no progresó como sus
líderes pretendían. Tuvieron algo más de éxito con los productos ganaderos. Hubo desde 1830 una
temprana expansión de la producción y del comercio de cueros correntinos. Otra industria
provincial que tuvo cierto impulso mercantil fue la curtiembre, ya desde fines del periodo colonial
la provincia exportaba suelas de cuero al mercado porteño. El equipamiento de los ejércitos y al
amplio uso del cuero curtido en muchos ramos fueron demandantes de esta producción, pero
luego un corto periodo de apogeo en la década de 1830, la importancia de estas producciones
declinó.
Luego de 1810, también algunas provincias, como córdoba y Tucumán encontraron nuevos rumbos
para sus economías, mientras que los territorios del noroeste y cuyo reconstruyeron antiguos
circuitos comerciales similares a los del periodo colonial. Las relaciones de intercambio comercial
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estrategias no eran equiparables, mientras los mercados regionales eran modestos e inestables, el
mercado atlántico mostraba una vitalidad creciente. La situación comenzaría a cambiar
drásticamente, cuando se integraban las economías provinciales y se consolidaba la construcción
del estado nacional argentino.
estudiado una sociedad casi primitiva como la nuestra. Proponía entonces estudiar, y comparar el
valor de la propiedad y de otros factores de las actividades económicas del siglo anterior y del
presente, estudios que con el tiempo podrían engendrar una ciencia económica verdaderamente
argentina.
Alberdi concebía como necesaria la conjunción de ciencia de la riqueza, de validez universal con
una economía política enteramente armónica con las condiciones del espacio y tiempo. Para
Alberdi del ´38 Adam Smith había sido uno de los tantos teóricos de la economía que pretendía
convertir en ciencia universal la expresión de las condiciones del tiempo y lugar. Pero gracias a las
inspiraciones fecundadas de la filosofía francesa esa confusión habrá de cesar.
Unidad IV:
Introducción:
Para los intelectuales liberales argentinos que querían que nuestro país se organizaran de
acuerdo a los modelos europeos o norteamericanos el proyecto de modernización del país estaba
basado en el aporte de la población y de capitales extranjeros que pondrían a producir las fértiles
tierras y permitirían la transformación y el progreso de la sociedad argentina. Ante el aumento de
la demanda exterior de productos primarios y las oportunidades que ofrecía una integración plena
al mercado mundial provocaron la adhesión de los sectores ganaderos y mercantiles,
principalmente del litoral atlántico al proyecto de modernización. Para llevar a cabo este proceso
de modernización, era necesario establecer un orden político y social estable organizar un estado
que lo llevara adelante y ofreciera el marco jurídico adecuado para atraer inmigrantes y capitales
extranjeros. La caída del régimen rosista le imprimió nuevos bríos a los intento de unificación del
país, pues se buscó una fórmula política institucional que conciliara los intereses del conjunto de
la sociedad y construyera un poder legítimo capaz de gobernar y ejercer su autoridad sobre todo
el territorio de la nación.
El dictado de la constitución de 1853 establecía la forma republicana, representativa y federal,
también establecía la nacionalización de las aduanas exteriores, la libre navegación de los ríos, la
eliminación de las aduanas interiores, la libre circulación por todo el territorio de la nación de
bienes y personas, etc. Pero el dictado de la constitución no fue suficiente para garantizar la
unidad política del país ya que ésta rigió sólo sobre una parte del país, dividió por la negativa de
buenos aires de compartir sus privilegios y por la guerra civil. Luego de la batalla de pavón al
incorporarse buenos aires a la confederación, se inició un proceso de organización estatal
conducido por buenos aires. A partir de la unificación del país se recorrerá el último tramo hacia la
organización nacional ya que los gobiernos nacionales se empeñaron en tomar una serie de
medidas que asegurara la centralización del poder. Para ello se avanzó el dictado de código de
leyes como el civil, comercial, penal, de minería, necesarios para regular las relaciones entre los
habitantes y las actividades económicas. También el estado empezó a hacerse cargo de funciones
que hasta ese momento habían correspondido a la iglesia, para ello se dictó la ley de registro civil
con el propósito de que el estado llevara el registro de los nacimientos, casamientos y
defunciones, y la ley de enseñanza pública que hacía a la educación primaria obligatoria laica y
gratuita.
También se decidió la creación de una fuerza militar única que tuviera monopolio de la violencia,
como autoridad sobre todo el territorio. Por otro lado, para ganarse el apoyo de las oligarquías
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provinciales el gobierno nacional apeló a la realización de obras y el envío de fondos para facilitar
la producción y circulación de bienes y personas a lo largo de todo el país y conectar las áreas
productivas de la provincia con el mercado externo para lo cual se mejoraron os medios de
comunicación, caminos, puentes, correos, ferrocarriles, etc. A medida que aumentaban las
exportaciones que ingresaban inmigrantes y capitales de extranjeros que se extendían las vías del
ferrocarril y se organizaba el mercado nacional, el estado se fue fortaleciendo y centralizando y
fue imponiendo su autoridad sobre él. En este proceso dinámico de construcción y modernización
del estado fueron formando alianzas, hasta conformar una clase hegemónica o dirigente de
alcance nacional que concretó la unidad nacional y la consolidación del estado-nación.
El liberalismo clásico predominaba en el ámbito bonaerense pero no es la mayor parte de las otras
provincias. La mal interpretada ley de aduana fue una circunstancial concesión de buenos aires a
una muy fuerte presión de provincias que amargaron enfrentamientos o esbozaron el abandono
de esta confederación.
La relación confederal vigente tendía a hacer pasar la economía con restricción al espacio de cada
provincia, perspectiva que prevalecía sobre eventuales expresiones de carácter nacional. La metal
idea es la nación argentina, las referencias concretas de su análisis son la economía de buenos
aires: la subsistencia de la provincia, el consumo de la provincia. La misma observación vale por las
ideas económicas defendidas por los voceros de rosas. Una perspectiva distinta rige, en cambio,
las reflexiones económicas ubicadas luego de la caída de rosas, al eliminarse la principal
resistencia para pasar de la relación confederal a un grado mayor de unificación. Ellas están
dominadas por esa perspectiva inmediata de unificación nacional.
Mariano Fragueiro fue una destacada figura política cordobesa que adquiría trascendencia
nacional a partir de su actuación como ministro del gobierno de la confederación argentina.
Durante su exilio en chile había ya publicado, entre otros trabajos, los dos que le darían lugar
destacado en la historia del pensamiento económico argentino: Organización y crédito y
Cuestiones Argentinas.
Sus reflexiones económicas están enfocadas a programar el funcionamiento de una economía
nacional argentina, respecto de la cual a postura de Fragueiro es la de un liberalismo moderado
por un propósito social cuyo logro es confiado a la intervención del estado. Sostiene así que la
propiedad es el objetivo fundamental de una sociedad, pero que por eso mismo es perfectible
por efecto de la legislación y que por sagrado que sea el derecho de propiedad, no debe escapar
a la intervención de la ley en caso de necesidad o por razones de utilidad pública. Sus
consideraciones sobre el comercio exterior tienen a uniformar el sistema aduanero en manos de
la nación, y por otra a pasar la tarifa en el principio de que la libertad es la ley general del
comercio es riesgosa para el país que la adopta sin recaudos.
Lo más destacado de este liberalismo moderado es su concepto de la organización de crédito
público. Mediante el crédito público, el estado se convierte no solo en el receptor de los tributos
que haya establecido y en el monopolizador de la acuñación de moneda y de funciones bancarias,
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por la política de buenos aires, afectaba los intereses o solo de las demás provincias argentinas
sino también de las grandes potencias comerciales del mundo. Buenos aires usurpaba los bienes
que correspondía a la nación, pero apenas destruido el gobierno de rosas, fue proclamada. La
libertad fluvial que logró colocar a la nación en la posesión irrevocable de su soberanía. La
argentina logró así formar un gobierno que teniendo origen en la libertad fluvial, será la mejor
garantia para la misma y obtendrá mediante ella la ansiedad paz interior.
El reingreso de Buenos Aires eliminó gran parte de los antiguos problemas que obstaculizaban la
organización nacional. El liberalismo económico tuvo el camino casi totalmente despejado. Desde
antes de la independencia nuestro país había sido condenado por errada política económica
española a impedir el desarrollo industrial y atender solamente a las producciones agropecuarias.
Esto era ya un dato irreversible y la mejor estrategia consistia en no intentar modificarlo mediante
reprobables procedimientos proteccionistas y sacar de ello el mayor rédito posible, reconociendo
a Europa como nuestro proveedor, de productos fabriles y enviándole nuestros productos
agropecuarios. Para eso había que desterrar definitivamente las trabas del comercio, a los
capitales y a la población europea, y abrir las puertas del país de par en par a Europa. En el terreno
de la fiscalidad criticaba el uso de las tarifas como instrumento protector, aduciendo además que
el proteccionista tendía a monopolizar en una sola clase de personas las comodidades de la vida y
que las leyes en vez de poner sus miradas fiscales en los ricos, las dirigen contra los pobres. Si bien
la discusión sobre el tipo de impuestos seguiría presente a lo largo del siglo, el debate
constitucional en torno al proyecto del articulo 4 de la constitución tradujo otro tipo de
preocupación más profunda, la relativa a las competencias recíprocas de las provincias y de la
nación en la materia fiscal. La tentativa de varios representantes provinciales de impedir la
transferencia de las aduanas a la nación fue apoyada. Alberdi no había hecho otra cosa que
sintetizar elocuentemente un diagnóstico y un programa que eran compartidos por la mayoría de
los dirigentes políticos nacionales, sin exceptuar a los que no mantenían cordial relación con el
tucumano. El país debía constituirse para incrementar y mejorar su producción, aumentar su
población, desarrollar el transporte ferroviario y la navegación fluvial, y de esta manera lograr la
prosperidad y el bienestar. Para esto debía suplirse la escasez de capital local abriendo paso al
capital extranjero, ofreciéndole privilegios e inmunidades para lograr su instalación permanente.
No debía temerse el empeñar las rentas y bienes nacionales para obtener empréstitos destinados
a empresas que harían multiplicar esas rentas y esos bienes. La aduana, se proclamaba en el
debate parlamentario sobre la ley de aduanas, en una institución admitida exclusivamente como
recaudadora de derechos fiscales, según establece la económica política, cuyo objetivo añadía el
diputado Zavalía es establecer países sin fronteras y pueblos sin aduanas, esto es el librecambio
sin restricciones como medio de lograr la regeneración y perfeccionamiento mora y material de las
sociedades. La libertad del comercio atribuía todos los progresos del país, fue el supuesto firme de
la política económica nacional hasta la crisis, y parecía revestir la calidad de un dogma intocable en
el debate político de la época, hasta que los efectos de la crisis comenzaron a generar las primeras
voces adversas.
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La reacción proteccionista:
Las serias consecuencias que tuvieron las crisis de 1866 y 1873 socavaron la ciega confianza en las
ventajas del librecambio y crearon condiciones propicias para el resurgimiento de las antiguas
tendencias proteccionistas. El factor de mayor peso en este giro fue la iniciativa, no llegar a
concretar, de crear una industria textil que conformara un mercado interno para lanas, de manera
de compensar así la caída de las exportaciones y disminución de su precio en los mercados
europeos. Tuvieron un líder, Vicente Fidel López, quien rodeado de un grupo de jóvenes
universitarios llevó adelante una empresa propagandística en pos de un programa de
nacionalismo económico. Las primeras reacciones de pública repercusión muestran no solo el
efecto local de la crisis sino también la influencia de una nueva tendencia del pensamiento
económico europeo y norteamericano, encarnada en los autores que criticaba la política
librecambista en auge. Para Vicente Fidel López, el sistema nacional de la económica política de
list le servía de apoyo para trascender el mero proteccionismo y adoptar una perspectiva de
nacionalismo económico. La cátedra de economía política se convertiría en sus manos en un
medio de difusión del nacionalismo económico.
En la polémica, los librecambistas apelaban recurrentemente al ejemplo europeo, sobre todo a la
pujanza de Inglaterra y a su explicación con base en los economistas clásicos o en sus
continuadores y hacían un abundante uso de citas de autores prestigiosos. De tal manera, López y
sus acólitos enfocaban ambas tendencias económicas como expresión de circunstancias de
tiempo y lugar, y concluían en consecuencia que no podían convenir a países jóvenes como la
argentina. El librecambio era juzgado como un recurso proteccionista británico, tal como lo podría
ser para la Argentina en el futuro, cuando su desarrollo industrial hubiera alcanzado una
consistencia similar a la británica. Los argumentos del nacionalismo económico volvían a reiterar
el argumento historicista que ya había sido esgrimido. El enfoque historicista se limitaba al plano
de la política económica, sin llegar al de los fundamentos de las teorías económicas. Esto es,
Vicente Fidel López y su grupo seguían admitiendo la validez general de la económica clásica y por
lo tanto compartian una profesión de fe liberal.
Un aspecto concomitante del nacionalismo económico fue la difusión de las ideas igualitarias de
Proudhon y de otros anarquistas y socialistas, que llegaron al nivel de agitación pública durante la
depresión subsiguiente a la crisis. Las ideas de Proudhon alentaban la demanda de medidas de
protección y fomento que beneficiaran a ese sector, especialmente mediante la reorganización
del crédito público. Esta tendencia encontró sustento en el crecido sector de pequeños
propietarios que generaba la inmigración masiva y tuvo expresión institucional en el club
industrial. El centro cultivó relaciones cordiales con la sociedad rural argentina y criticó el
concepto estrecho de industria utilizado por los miembros del club, abriendo además sus puertas
no solo a industriales, sino también a ganaderos, agricultores y comerciantes.
El movimiento del nacionalismo económico, había cobrado forma en la década siguiente. Lo hizo
por la intensidad con la que la crisis agravó la situación del sector externo argentino y del conjunto
de la economía del país. Los últimos años del siglo vieron revigorizarse los tradicionales postulados
del liberalismo económico. No son las libertades patrióticas las que han hecho la grandeza de las
naciones modernas, sino las libertades individuales.
Roque Sáenz Peña desechaba la iniciativa estadounidense de crear una unión aduanera,
afirmando que cuando el estado intenta quebrar el curso natural de la producción y la acción del
interés individual en el comercio no hace otra cosa que introducir un factor de perturbación en la
economía. Los años anteriores a la crisis del 90 habían llevado a la profesión de fe económica
liberal a afirmaciones tajantes que renovaban la condena de la intervención estatal en la
economía y pronosticaban el futuro próspero basado en la producción primaria para la
exportación y el comercio exterior sin trabas.
Ya sea solo el proteccionismo no desaparecerán empero, sino que perdurarán a lo largo de la
historia de las ideas económicas del país, hasta mediados del siglo XX, fuese como latente
alternativa a la política económica liberal, ya como iniciativas circunstanciales que, por lo general
no irían más allá del carácter de transitorio recursos de política alicíclica.
Diferente era la situación de las regiones no pampeanas. Vinculadas por circuitos comerciales
forjados en la Colonia, su relación con los mercados andinos y del pacífico eran muy fuertes. Tanto
Mendoza, como san juan, Tucumán, salta, Jujuy, Catamarca y la rioja habían desarrollado una seria
de producciones que satisfacían la demanda económica chilena y boliviana en rubros que incluían
ganado, artesanías en curso aguardientes, harinas, frutas secas, etc. Así mismo se había
especializado en actividades como la fletería, a través de la cual circulaban diversas geografías
dentro de una activa red comercial. Diversas circunstancias y coyunturas orientaban a las
provincias norteñas o cuyanas a abastecerse ora en buenos aires ora en el pacífico: los bloqueos
del puerto de buenos aires hicieron resurgir a Valparaíso como centro de aprovisionamiento
alternativo de ultramar, a la vez que incentivaron determinadas exportaciones tucumanas y
sanjuaninas a la ciudad-puerto, aunque la tendencia indiscutible era la atlantización de toda la
economía del territorio argentino. Se incrementaron las actividades mercantiles y se fortalecieron
las bases de un proceso de acumulación de capitales que dos décadas después serían claves para
la reconversión productiva tanto del norte como de cuyo, es posible considerar estos años como
los del inicio de un proceso de transición que desembocó los modelos productivos imperantes en
ambas regiones.
Los habitantes de Mendoza, han ido mejorando notablemente en su condición, porque aunque a
una distancia tan vasta de capital, su posición como ciudad fronteriza le ha proporcionado alunas
ventajas especiales, ofreciéndoles una comunicación con el extranjero y la oportunidad de un
tráfico con Chile y con buenos aires que ha hecho surgir una especie de espíritu comercial entre
los habitantes estimulándolos hacia hábitos mas industriosos.
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La ciudad de San Miguel de Tucumán poseía una ubicación estratégica que les permitia
concentrar los importantes mercados andinos del litoral argentino, cuyo y pacífico. El comercio
brindaba excelentes oportunidades para el desarrollo de ciertas manufacturas, las que podían
aprovechar las tropas de mulas y carretas que atravesaban la geografía provincial para abastecer
mercados distantes. El centro de las operaciones comerciales estaba en San Miguel de Tucumán,
en cuyos al rededores se concentraba la mayoría de las curtiembres e ingenios de destilación. Las
barracas de acopios de frutos del país donde se cargaban las carretas y las tiendas y almacenes
que comercializaban los efectos de ultramar. La ciudad era un punto de confluencia de las
provincias vecinas y Bolivia. Desde comienzos de la década de 1859 Mendoza articulaba un
comercio ganadero con Chile, integrando funcionalmente las zonas productoras del este
argentino con el mercado consumidor andino.
Al comenzar la segunda mitad del siglo XIX, las ciudades de Mendoza y Tucumán constituían
verdaderos núcleos dinamizadores de la vida económica de áreas crecientemente valorizadas y en
las que se insinuaban transformaciones sociales profundas que se extenderían en ambos
conjuntos regionales. Las dos ciudades eran el eje de una red jerarquizada de incipientes núcleos
urbanos, sedes de las delegaciones del débil aparato administrativo y político estatal.
Para Tucumán los mercados del litoral eran mucho más importantes. Hacia allí se remitian
anualmente cientos de carretas, cargadas principalmente de sulas, aunque también eran rubros
importantes el tabaco, los quesos, y otros productos con valor agregado, aperos, botas, sillas de
montar, caronas, cordobanes, pellones. Abril era el mes en el que se reunían las predominantes
ganaderas, luego de los meses de engorde de los animales y finalizada la temporada de lluvias
estivales, se iniciaba el cruce de la cordillera o el ascenso al altiplano a través de quebradas y
valles.
El desarrollo agrícola:
El oasis norte mendocino que comprendía alrededor de 80mil hectáreas cultivadas, estaba
ocupado en un 90% por cultivos de alfalfa, cereales en segundo término y en tercer lugar la
subordinación agrícola. El trigo, tuvo en Mendoza un notable crecimiento en los años 50. Se
expandió la molinería y hubo esfuerzos para modernizarla. En los años 80 disminuyó el número de
molino, combinándose el comercio de una retracción del sector de un proceso de modernización
de algunos establecimientos que dejaban fuera de competencia los de menor capacidad y
técnicamente obsoletos.
Tucumán prácticamente se autoabastecía de alimentos, exportando excedentes a las provincias
vecinas, en particular el maíz y trigo a Santiago del Estero, remitiendo incluso algunos años
partidas de arroz al litoral. La consolidación del mercado nacional con el trazado de ferrocarriles,
la competencia de harinas del litoral y los altos precios de la caña de azúcar en el periodo de más
acelerada expansión de la agroindustria, reorientaron a los productores de cereales hacia la
producción cañera, haciendo desaparecer el cultivo del arroz y disminuyendo en el trigo.
Las relaciones laborales en las provincias argentinas durante el siglo XIX estuvieron regidas por
una particular institución llamada la papeleta de conchabo. Junto a la indigencia, había una serie
de conductas que se tipificaban con esta calificación, todas las que amenazaban los derechos de
propiedad, el orden y la moral instituidos por los sectores dominantes. Los castigos y reprensiones
aplicados a los incriminados como vagos eran variados, en función de las peculiaridades locales y
los intereses de particularidades y del estado puesto en juego. Las leyes de conchabo era una
representación local de la sociedad, en instrumento de acción de las elites sobre las relaciones
sociales, un debe ser, más que el ser. Los trabajadores eran asalariados y pese a que las
normativas sociolaborales pretendían establecer derechos de propiedad de los patrones sobre el
trabajo de quienes habían matriculado como peones propios fue imposible evitar que la mano de
obra se movilizara bajo impulsos de los incentivos monetarios.
En 1867 el gobierno de Nicolás Villanueva derogó el régimen de conchabo obligatorio y propició un
sistema de libre contratación acorde con las disposiciones de la municipalidad de Mendoza, fue
extendida a todo el ámbito provincial un año después, quedando restaurada la papeleta.
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Las tres décadas analizadas han sido las del auge de los modelos denominados de ganadería
comercial, para Mendoza y comercial manufacturero para Tucumán. Es indudable que Tucumán
se adelantó a Mendoza en la reconversión de su economía, en tanto el sector azucarero se
perfilaba ya en los 50 y los 60 como el más dinámico y rentable. Con relación al caso mendocino se
ha mencionado que el desarrollo agrícola pampeano y el ferrocarril determinaron el fin de la
ganadería comercial y de la organización económico-espacial que la sustentaba.
El ferrocarril promovió la valorización de la tierra, así como la introducción de equipo técnico
para la bodega moderna. Agregado a ello, el libre flujo de mano de obra, los altos salarios
iniciales que abrieron posibilidades de ahorro y capacitación.
Unidad V
Introducción:
Batolla, pensaba que la economía había ido demasiado lejos: más allá de los ferrocarriles, puertos,
estancias y chacras que se mostraban como los logros de un país pujante, lamentaba que el
crecimiento económico hubiera producido un cambio tan profundo. Probablemente y a pesar de
los cambios ocurridos, los de 1910 se sorprenderían menos si resucitaran en la actualidad, aunque
elementos del confort que tanto despertaban la atención de los nostálgicos eran parte del
despliegue de elementos materiales y simbólicos que no hacían más que mostrar los alcances de
un proceso iniciado antes, pero que solo por entonces mostró que había llegado para quedarse y
en el que la economía ocupó un papel crucial como fuerza dinamizadora de la modernidad.
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El motor de crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios. Las ventas
al exterior de lana habían crecido de manera sostenida y convertido a este producto en el
principal bien exportable del país, desplazando al cuero y otros derivados del vacuno que habían
dominado al comercio internacional. A fines del siglo XIX la estructura de las exportaciones
comenzó a diversificarse con la producción de nuevas mercaderías para vender en el exterior,
como cereales, lino, carne congelada ovina y animal en pie.
La Argentina contaba con un facto de producción abundante sobre el que se basó el crecimiento
exportador: la tierra. El tipo de tierras y el clima de las pampas permitieron la producción de
bienes que contaban con una demanda creciente en el mercado mundial. La ocupación del
espacio pampeano por parte de los blancos se fue desplegando en el tiempo a partir de una
frontera que se desplazaba esporádicamente por el territorio indígena. La expulsión de los
indígenas no significaba que las tierras entraran de inmediato en la frontera productiva.
En la década del 80 las inversiones ferroviarias se multiplicaron y hacia el fin de ella la fiebre
generada por ese tipo de actividad hizo que la red ferroviaria pasara de los 2.500 a 9.500
kilómetros. Los ferrocarriles fueron fundamentales para hacer que la Argentina se convirtiera en
un exportador de cereales en gran escala. Si bien las primeras redes ferroviarias se extendieron
sobre las zonas que ya contaban con una carga apreciable para transportar, en otros casos fue
su propia construcción la que la impulsó.
En los primeros años del siglo XX la argentina ya había delineado un perfil productivo y exportador
que continuaría por muchos años: cereales, y carne con destino a los mercados europeos. Fueron
las épocas en que la argentina comenzó a llamarse “el granero del mundo” y que su carne se
convirtió en una verdadera marca del país.
La economía pampeana:
La producción de cereales con destino a la exportación comenzó en las colonias agrícolas. Allí la
regla era de los agricultores fueran propietarios de una parcela de tierra que alcazaba unas 50
hectáreas. En las estancias mixtas, el estanciero se dedicaba al engorde de este ganado. El mundo
de los estancieros mostraba su propia complejidad. Los invernadores estaban al tope de la
estructura económica de la región pampeana, aunque no eran ellos los únicos miembros del
universo de los dueños de grandes porciones de tierras.
Los cabañeros se dedicaban a la importación y producción de animales de raza, por lo que
ocupaban un papel fundamental de una economía que estaba revolucionando su stock de vacunos
a ritmo acelerado.
La industria se desarrolló en torno a la conducción de una serie de articulos de consumo y creció
como resultado de un doble movimiento de protección arancelaria y aumento de la demanda
agregada.
Una de las luchas más denodadas fue con el mercado brasileño, que finalmente terminó
cediendo a la presión de los molineros de su propio país y se cerró a las importaciones
argentinas.
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En 1873 el país se vio envuelto en una crisis mundial que inició una etapa depresiva e impactó
sobre toda la economía. El gobierno de Nicolás Avellaneda decidió enfrentar la crisis sin dejar de
pagar la deuda externa, pues el objetivo era mantener el buen nombre del país en el mercado
financiero internacional. Avellaneda impulsó un plan que incluía el aumento de los impuestos a
importaciones y un ajuste en los gastos del gobierno. La caída del consumo se unió a las tarifas
más altas y al menor gasto público para producir un abrupto descenso en las importaciones y un
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El estado promovió las primeras inversiones garantizando sus bonos y las ganancias de las
empresas ferroviarias privadas. Incluso se involucró directamente a partir de la construcción de la
primera red de trenes, así como se aventuró con sus ferrocarriles de fomento donde el capital
privado no lo hacía.
La complejidad de la relación entre el estado y economía también se desplegaba en la política
fiscal. El grueso de los ingresos estatales estuvo compuesto por impuestos a las importaciones. Los
gravámenes a las exportaciones terminaron desapareciendo en la década de los 80. Uno de los
resultados de la política fiscal argentina fue una inevitable protección a la industria local. Pero lo
cierto es que una serie de bienes de consumo resultó protegido por tarifas que solían surgir o
profundizarse como consecuencia de una crisis.
Los ingresos del estado nunca llegaban a cubrir sus gastos, por lo que el déficit fiscal era moneda
corriente. El agujero fiscal cubría a partir de la emisión de deuda pública. Si bien esta deuda
aumentaba sin solución de la continuidad, llegó a tener una incidencia cada vez menos en el
presupuesto a medida que avanzaba el nuevo siglo, en lo que fue un síntoma de un estado que se
consolidaba en sus finanzas.
El periodo en que el crecimiento económico hacia afuera se consolidó estuvo lejos de ser
homogéneo no solo porque se desarrollaron en etapas diferenciadas dentro de lo que se supuso
como una evolución sino también por la heterogeneidad en las propias características de cada una
de esas etapas.
Unidad VI
Introducción:
La crisis económica:
La crisis económica y financiera que comenzó sobre el mundo capitalista en 1929 llegaría pronto
también a nuestras playas y signaría prácticamente el último año de la segunda presidencia de
Yrigoyen. Seis meses antes de su caída, Yrigoyen era víctima de la crisis mundial. Los recursos
del gobierno descendieron entre 1928 y 1930 en 75 millones de pesos, pero sus gastos se
incrementaron en el mismo periodo. A esta grave crisis en las finanzas del estado se le sumaba
la baja tremenda en los productos agropecuarios.
A diferencia de otras crisis, la de 1929 provoca a nivel mundial una quiebra profunda y prolongada
en el sistema de comercio y pagos, y ello lleva a las metrópolis industrias extranjeras a un
abandono generalizando las reglas del juego.
El gobierno nacional decide enviar una importante misión a Londres, encabezada por el
vicepresidente Argentino Roca. El pretexto es retribuir una visita previa a la argentina del príncipe
de Gales, pero los resultados concretos son mucho menos protocolares; el pacto Roca-Runciman
firmado por el vicepresidente y el ministro británico Walter Runciman.
Gran Bretaña solo se obligaba condicionalmente a conservar la cuota de importaciones de carnes
argentinas, aun reservándose el derecho de restringirlas cuanto le conviniera. Por otra parte
reservaba a los frigoríficos el 85% de esa cuota de exportación, permitiendo que solo el 15% fuese
exportado por empresas argentinas que no persiguieran beneficio privado y siempre que dichos
embarques fuesen colocados en el mercado por las vías normales, ósea buques y comerciantes
ingleses.
La argentina, en cambio, se comprometia a:
▪ Mantener libres de derechos al carbón y todas las demás mercaderías que entonces
se importaban en esas condiciones
▪ Respecto de las importaciones inglesas, de cuyos aduaneros del Reino Unido gestionaba
una reducción, volver a las tasas y aforos vigentes en 1930 comprometiéndose el
gobierno Argentino a no imponer ningún derecho ni aumentar los existentes por
concepto de tasas, aforos o por cualquier otro medio.
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▪ La disminución de las exportaciones argentinas, el valor y tonelaje, que hace que carezca
del número necesario de divisas para continuar importando gran cantidad de
mercaderías que empiezan a elaborarse en el país
▪ La desvalorización del signo monetario, complementaria de la anterior
▪ El aumento de los derechos aduaneros
▪ La regulación gubernativa de las importaciones, para ajustarlas al nivel de ventas
argentinas
▪ La existencia de mano de obra abundante, barata y competente
▪ La existencia de un mercado consumido relativamente importante en los que la iniciación
de ciertas actividades atañe
▪ La presencia de industrias auxiliares desarrolladas
▪ El desmantelamiento de industrias en los países más adelantados que dejara inactivos
valiosos planteles cuya utilización había que procurar.
▪ La existencia de aquellos países de capitales y técnicos en condiciones de ser exportados
y que habían quedado disponibles por la crisis en los negocios y la desocupación
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Perón al poder:
La relación de Perón con los sindicatos se inició unos meses después de la evolución del 4
de junio. El derrocamiento de Castillo había contado con el apoyo de más importantes
voceros sindicales. En pocos meses este apoyo se había evaporado. El gobierno se encargó
de enajenar esa acogida cordial. El gobierno intentaba así un mayor control sobre los
sindicatos, en líneas con su concepción jerárquica del poder. La intervención de los más
importantes gremios ferroviarios en agosto del mismo año fue otras de las iniciativas del
gobierno que lo enfrentó con las organizaciones obreras. Para las organizaciones obreras,
la repentina generosidad oficial era un hecho inusitado y sorpresivo. Se instalaba una vez
más la cuestión de la participación política de los sindicatos. El dilema tenia ahora un
componente adicional, ya no se trataba de decidir si era o no conveniente alinearse con
un partido político de la oposición, sino con el propio gobierno, un gobierno que para peor
había surgido de un golpe de estado.
El apoyo de los sindicatos, la iglesia y los militares, habían decidido el triunfo peronista.
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político y el grupo social sindical dentro del partido que lo había llevado al poder.
La política salarial de Perón con su doble objetivo de garantizar el pleno empleo y
redistribuir el ingreso hacia los sectores populares, fue uno de los elementos centrales de
su política económica. La mayor equidad también se vio favorecida por algunos cambios
impositivos. El impuesto al ingreso fue rediseñado repetidas veces de manera de hacerlo
más progresivo. Se creó además un gravamen a los beneficios de las empresas, lo que
también contribuyó a mejorar la distribución del ingreso.
Para la hacienda pública, todas estas medidas impositivas tuvieron una importancia
menor al lado de los recursos obtenidos por ampliación de la seguridad social. El sistema
provisional argentino había comenzado a funcionar con la creación de una caja de
empleados públicos.
El sistema impositivo y previsional fue un factor importante, pero no el decisivo en el
esquema distribucionista del peronismo. El elemento crucial era la generosa política
salarial.
Una nación económica libre: El impulso industrial
El gobierno peronista actuó vigorosa y deliberadamente a favor de la industria sustitutiva
de importaciones. No fue el nacionalismo el único argumento en pro de la
industrialización. Perón veía en el crecimiento industrial las posibilidades de mantener un
alto nivel de empleo y de consumo. La industrialización era vista también como una
política de desarrollo para el largo plazo. Las recomendaciones de la mayoría de los
economistas para los países en desarrollo giraban siempre en torno al objetivo
compartido de la industrialización.
También contribuyo algo a la industrialización la política fiscal del peronismo. Las compras
del estado, derivadas entre otras cosas del aumento del gasto en defensa, generaron
demanda adicional por los productos industriales. Además se invirtió bastante en la
instrucción para la industria, siguiendo los consejos ya centenario de Alberdi, de evitar
información demasiado enciclopedista.
coincidirá con la aparición de otro de los temas llamados para el debate económico, la
inflación de precios.
Los ataques de actos y locales de los partidos opositores aparentemente llevados a cabo
por las facciones peronistas de raíz nacionalista, contribuían a desalentar las actividades
contra el gobierno. No era fácil para los integrantes de los partidos opositores acordar una
posición común ante un gobierno que los ignoraba. El partido radicalista había conocido
una situación similar en los años del régimen anterior a la ley Sáenz Peña.
Síntomas de crisis:
Lo que ha quedado par la historia económica como la etapa clásica del peronismo abarcó
un lapso de apenas tres años, entre 1946 y 1948, y entró en crisis ya en 1949. La intensa
expansión del producto y del gasto durante ese trienio había sido fomentaba desde el
gobierno, aprovechando circunstancias excepcionales que no se prolongarían por mucho
más. La particular situación mundial de la inmediata posguerra, había colocado a los
términos de intercambio externos de la Argentina en lo que sería el punto más alto del
siglo. El estado había podido apropiarse de esa bonanza gracias a la nacionalización del
comercio exterior y había alimentado con gasto público la expansión económica
Los límites a las importaciones y las expansiones monetarias y crediticias especialmente
dirigidas habían estimulado un veloz crecimiento de la industria que en sus ramas livianas
ya abastecía casi completamente el consumo nacional. El gasto interno había crecido no
solo por el impulso directo del estado sino también por el rápido ascenso de los salarios.
Estados unidos no quiso favorecer a una argentina que no se había alineado con los
vencedores sino hasta el final de la segunda guerra mundial y que se mostraba
demasiado oportunista a sus negocios con las hambrientas naciones europeas. Le cupo al
país solo el 3% de la participación latinoamericana en el esquema de reconstrucción
europea.
La argentina en 1949 exportó por un valor de 933 millones de dólares, contra 1.600 del
año anterior. Esa drástica reducción en las divisas disponibles, obligó a comprimir más las
importaciones ya bastantes restringidas.
En 1951 el panorama volvió a empeorar. La inflación superó a la tasa de aumento salarial,
por prima vez desde que perón estaba al poder. La reaparición de las huelgas contribuyó a
difundir a sensación de que una era de rápido progreso estaba concluyendo. La restricción
del crédito estaba golpeando sobre algunos sectores industriales y hacia inevitable el
conflicto entre trabajadores y empresarios, ambos ya acostumbrados a ver crecer
velozmente sus ingresos.
Atrayendo el capital:
La atracción del origen interno, fuera pública o privada, era insuficiente para aumentar
sensiblemente la productividad y para reducir el peso de ciertas importaciones en su
balanza de pagos. No era solo que no se contara con el ahorro necesario, el problema
principal era que faltaban las divisas para comprar en el exterior los bienes de capital
necesarios.
El gobierno había entendido que para superar los problemas de la balanza de pagos no
había otra salida que invertir en algunos sectores industriales y en área petrolera.
En 1946 se había considerado la posibilidad de una asociación entre YPF y Santard Oil. El
acercamiento entre los empresarios petroleros norteamericanos y el gobierno de Perón no
acabaron allí. En abril de 1955 un funcionario del gobierno argentino firmo con la california
argentina de petróleo un contrato de explotación petrolera, cuya aprobación final quedaba
en manos del parlamento argentino. Pero el contrato con la california fracaso. El proyecto
de ley quedó estancado en una comisión de disputados, sin ser tratado por ninguna de las
camas de congreso.
El desgaste político del gobierno se estaba acelerando, y cada vez sonaban más fuerte los
rumores de un levantamiento militar
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La propuesta desarrollista:
Si en algún área el gobierno de Frondizi mostró una línea consistente y decidida, fue en el
ámbito de la política económica. Este empuje final hacia una economía industrial
integrada reconocía una seria de propiedades. En primer lugar, debía multiplicarse la
producción de petróleo y gas, lo que permitiría ahorrar divisas para dedicarse a la
inversión en otros rubros. Segunda en la lista de prioridades estaba la siderurgia, cuyo
desarrollo requería además la exportación de los depósitos de carbón y hierro.
La ausencia de actividades agropecuarias en el conjunto de prioridades del gobierno
era notoria, era solo mediante un adecuado monto de inversiones que podría
retomarse un camino de crecimiento en el campo argentino.
Una meta en la que se ponía énfasis, era la construcción de una amplia red de rutas y
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El alivio externo:
La recuperación de la agricultura se reflejó en un mayor volumen de exportaciones.
Mientras en que en 1951 y 1962 las exportaciones habían superado a las importaciones
solo 3 veces. El excedente de comercio se explica por el crecimiento significativo de las
exportaciones, que fue acompañado por un aumento más lento de las importaciones.
Aunque el fenómeno central del comercio internaciones argentino fue la recuperación de
las exportaciones agropecuarias. De los años 60 datan los primeros acercamientos a los
países socialistas como destino de los productos argentinos. Lo que en un principio fue un
suceso aislado y audaz se convertiría en un objeto deliberado del gobierno peronista.
Esta noticia tenía que ver con la evolución por la que atravesaban la industrialización
argentina y las ideas y políticas asociadas a ellas.
Un plan novedoso:
Esquemáticamente, pudo hablarse de una tensión entre una estrategia desarrollista y ésta
más inclinada a atenuar la presencia del estado en la economía y eliminar lo que
consideraba su más visible consecuencia, la inflación.
El ministro de la economía estuvo en un principio a cargo del ministro Néstor Salimei, sin
que pudiera distinguirse una dirección clara en sus intenciones de mediano plazo. De su
breve periodo pueden recordarse la intervención de los ingenios azucareros y el
enfrentamiento con los obreros del puerto de buenos aires que se resistian a un plan de
nacionalización.
El fracaso de un plan de acción sindical, aportó el momento apropiado para intentarlo de
nuevo. El 13 de marzo se anunció el plan de estabilización y desarrollo. Incluía la medida
trascendental de fijar una nueva paridad del peso argentino igual a 350 por dólar, asegura
que por su magnitud, que no habrá más devaluaciones según la definición del ministro. El
plan consiguió reducir, de manera bastante rápida, la tasa de incremento de precios.
La recuperación de la demanda de dinero, daba al gobierno cierto aire para poder
financiarse de manera no inflacionaria mientras resolvía sus complicaciones fiscales.se
elevaron las taridas, de modo de reducir el desequilibrio de las empresas públicas, fue
aumentando los impuestos de las ventar, se crearon algunos tributos nuevos y
comenzaron a cobrarse los impuestos a las exportaciones. Todo eso permitió mejoras
sustancialmente la recaudación.
Cuando Levingston llegó a la presidencia, el ritmo anual de inflación, ya era el 12%,
una tasa que, sumada a la de los años previos, parecía incomparable con un tipo de
cambio estático en 350 pesos.
Sin rumbo:
La figura de Aldo Ferrer, estaba más en línea con las nuevas prioridades del gobierno.
Designado ministro en octubre de 1970, tomo una seria de medidas favorables a las
empresas argentinas, fundadas en la idea de que “el sistema productivo y financiero
argentino revela un alarmante grado de extranjerización. Esta situación debe rectificarse
con la ley de compre nacional” se obligó a todas las dependencias estatales a adquirir
bienes y servicios a firmar del país. También se orientó la política crediticia hacia las
empresas nacionales. La política de gastos se hizo más expansiva.
Con Lanusse la economía siguió deteriorándose, pero ya estaba lejos de ocupar el centro
de la escena. El tiempo político de la revolución argentina finalmente había llegado, pero
apurado por las circunstancias y sin que se hubiesen cumplido los objetivos planeados
inicialmente.
Desgastado su propio poder por la evidente derrota en su puja con Perón, sobre el final de
su periodo Lanusse aptó por apoyarse en las organizaciones empresarias y la CGT. El
último de los 8 ministros de la revolución argentina pretendió con poco éxito apartarse
había un manejo un poco más prudente que el que exigían esas entidades. Cámpora
recibiría una economía inflacionaria, con casi todos los indicadores de retroceso.
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estuvo a cargo del flamante ministro Martinez de Hoz, un empresario proveniente de las
vertientes más liberales de la democracia cristiana.
El enfoque que subyacía en los anuncios de Martinez de Hoz no era únicamente una
respuesta a una nueva encrucijada de la historia argentina.
Diez años no son muchos para la historia del pensamiento. De ello podría dar fe el propio
Keynes, cuyas ideas habían esperado bastante más que eso para ser aceptadas.
La decadencia de la macroeconomía keynesiana arrastraba consigno a instituciones y
políticas que se derivaran estrictamente de sus proposiciones teóricas, estaba asociada a
ella. Todavía no era claro cuál sería el paradigma sustituto de aquel que había hecho del
estado protagonista central en todo occidente.
Pero en la política económica la influencia más tardía y solo se hizo obvia con el cambio de
década, cuando las administraciones en gran Bretaña y estados unidos iniciaban su
campaña contra el estado de bienestar y los respectivos bancos centrales adoptan las
enseñanzas del monetarismo.
El péndulo de la política económica se movió en chile con más rapidez que en la argentina,
en pocos años, la economía chilena había pasado a ser una de las menos regulares y
estatizadas de occidente. La experiencia chilena basada en el enfoque monetario de la
balanza de pagos terminaría en una profunda crisis, y en el obligado viraje de políticas,
pero a finales de los 70 era natural que los militares argentinos se fijaran en los avances
de un vecino que también podía ser un enemigo.
previsible, bajo las nuevas reglas: a las tasas de interés internacionales se les sumaba el
riesgo de depreciación cambiaria, y las tasas domesticas podrían resultar positivas o
negativas.
Con la crisis financiera comenzó la fase terminal del programa económico de Martinez de
Hoz. Poco antes, el almirante Massera había declarado: “no es verdad que hayamos
pasado de una economía de especulación a una producción”. En realidad, no se había
alcanzado ni ese objetivo general ni los finales más concretos que se había propuesto
Martinez de Hoz desde los comienzos.
régimen para la industria automotriz, una ley de promoción industrial que protegía a
actividades nuevas y la supervivencia de casi todos los cupos de importación existente
fueron los ejemplos más importantes.
La evolución sectorial de la producción nacional acusó al impacto de la nueva
configuración de precios relativos. La industria redujo entre 3 y 4 puntos de
participación en el PBI. En las ramas textil y papelera la combinación de apertura, atrasó
cambiarlo y bajo crecimiento económico fue tan pronunciada que produjo caídas netas
de alrededor de 15% en el segundo ilustro de los 70.
El final del gobierno de Videla coincidió con el desmoronamiento de lo que habían sido sus
principales políticas. La tablita se abandonaba, el sistema bancario apenas empezaba a
revelas sus múltiples fragilidades y la apertura se tornaba insostenible en combinación con
el retraso cambiario.
De herencia y condicionamientos:
La expansión de las demandas cuya satisfacción dependía directamente del presupuesto
general, bienes públicos, gastos social, inversiones en infraestructura y en servicios
públicos, subsidio a la producción privada, ponía en riesgo a un estado estructuralmente
deficitario. Cada vez más debía recurrirse a la forma de financiamiento extraordinaria y
poco aconsejable. Agotados el sistema de seguridad social y la deuda externa como fuente
de fondos, quedaban como única salida el endeudamiento interno y la emisión monetaria,
siempre que o se alteraran el sistema impositivo, y la débil cultura tributaria de los
argentinos.
Cinco factores, -endeudamiento externo, estancamiento, cierre de una economía con
escaso grado de competencia interna, desequilibrio fiscal e inflación- pues se agudizaron e
interactuaron durante el último tramo de gobierno militar, en gran medida por las
desordenadas políticas de ajuste impuesta por las nuevas condiciones externas.
El grave estado en el que se encontraba la economía al momento de la transición
democrática se amoldaba a la perfección con las interpretaciones puramente
institucionales de los problemas argentinos.
La administración de Alfonsín se iniciaba con un predominio absoluto de los temas
políticos sobre los económicos, algo que iba a cambiar con el tiempo. La subordinación del
gobierno de la economía a las motivaciones de la política tendría durante todo el periodo
una particularidad. El juego de presiones al que estaría expuesto el gobierno de Alfonsín.
Ahí estaba el punto más sensible y más cuidado por el gobierno, tanto que en muchas
ocasiones lo llevo a ver amenazas al sistema donde no las había, y quizás a ceder más de
lo necesario. Si esa era la consecuencia de un celo excesivo en la defensa de la
democracia, para Alfonsín era un precio que bien valía recompensa.
bancos, los pesos en cuentas bancarias seguían siendo convertibles con dólares dentro de
esas cuentas, y los pesos en efectivo con los dólares en efectivo, pero ya no existia
convertibilidad entre el dinero en efectivo con aquel sistema bancario.
De las dos explicaciones principales acerca del origen de la depresión argentina, una
apunta a la cuestión cambiaria, y otra enfatiza el manejo fiscal. De acuerdo a la hipótesis
cambiaria, la argentina padeció de un desequilibrio en su tipo real de cambio, debido a su
vez a distintos motivos. Por lo pronto, el nivel de precios en dólares fue más alto de lo que
las propias autoridades económicas esperaban.
De algún modo, el problema que aquejaba a la argentina era idéntico en su raíz al que
explicaba la continua recesión japonesa durante la última década del siglo o los penosos
ajustes en la industria tecnológica.
La postura a favor de la dolarización que Menem y sus hombres en el ministerio de la
economía y en el banco central defendieron desde el comienzo, colocaba a la
incertidumbre cambiaria como factor decisivo.
Todo, casi todo se intentó para salir de la depresión sin salir de la convertibilidad, aun si
fuera cierto que una salida era imposible sin la otra, la traumática experiencia del año 2002
probó que aquel espanto a la devaluación, tenía finalmente buenos motivos.
RADICALISMO
Argentina y el mundo:
La guerra mundial de 1914 marcó un momento culminante en que se interrumpe el
proceso de integración de la economía. La importancia que adquiere este hecho para
nuestro país estuvo dada por el papel que éste desempeñaba dentro del esquema
económico total.
Restablecidos los vínculos entre el país y la metrópolis, nuestra economía recuperaba en
parte el equilibrio alcanzado antes de la caída y su producción, fundamentalmente la
cerealera, llega a niveles satisfactorios. Hacia mitad de la década del 20, Argentina
abasteció el 66% de la exportación mundial de maíz, 72% de lino, 32% de avena, 20% de
trigo y harina de trigo, y más del 50% en carne.
Este aspecto positivo, tenía una contrapartida negativa: la sujeción a las economías
metropolitanas y a los movimientos inherentes a la marcha de la estructura capitalista,
especialmente en lo que se refiere a capitales y precios. Esta etapa podría interpretarse
como el punto culminante de dos procesos: por un lado el de la evolución del sistema
socioeconómico, y por otra parte el de esa economía mundial misma, en la que es
esquema liberal se acerca a sus crisis definitivas.
A partir de la crisis mundial, los países industrializados optarán por la participación del
estado como planificador y centralizador de la economía en oposición al estado orientador
de la etapa anterior; el proteccionismo desalojará definitivamente al libre cambio, la
inconversión del papel moneda dejará el patrón oro como cosa del pasado.
Comercio Exterior:
- Las exportaciones
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Durante los años que transcurre la primera guerra mundial se produce un alza del valor de
los productos enviados del orden del 40%. Al finalizar la contienda, los valores habían
crecido en casi un 300%.
A causa de la crisis ganadera, dichas cifras caen en más del 50% y luego se produce una
recuperación firme.
Los cereales más importantes, es decir trigo, maíz y lino, se afirman, especialmente a
partir de la década del 20. En cuanto al volumen físico de la carne exportada, registra a
partir de la guerra un aumento importante, pero en 1912 sufre una caída como
consecuencia de la crisis.
-Las importaciones
Si las exportaciones sufrieron las consecuencias de la guerra, las importaciones también.
Dentro de la división internacional de trabajo, la argentina funcionaba como proveedora
de materias primas e importadoras de productos manufacturados y maquinarias. Si a ello
unimos las dificultades de transporte, tenemos una idea de problemas creados para el
ingreso de los productos.
En cuanto a la importación por países, podemos afirmar que los estados unidos dan un
salto como proveedor nuestro. Sin embargo su participación parece haber avanzado a
costa de nuestro comercio con los estados unidos, aunque este continuo siendo nuestro
principal proveedor.
La producción:
La mayor parte de la producción cerealera, se realizaba a impulso de la ganadería de la
pampa húmeda, especialmente en la provincia de buenos aires. Los propietarios
arrendaban sus campos por un término medio de tres años durante los cuales realizaban
cultivos rotativos de linos y trigo, y en el último año se dejaban alfalfados. Esto permitia
a los ganaderos beneficiarse no solo con o producido por el locatario sino también con
los alfalfares que facilitaban la alimentación de los planteles al mínimo costo.
Si bien la superficie sembrada de trigo y lino registra aumentos, éstos no son
considerables. En cuanto al área cultivada de alfalfa, fe disminuyendo a medida que los
estancieros alcanzaron sus objetivos respecto de las pasturas.
En cuanto los cultivos industriales, registran un crecimiento cuya característica principal
es la regularidad. Esto se debe a la formación de un mercado interno importante y
también a una política de colonización y de cierta protección por parte del estado. El
algodón es el rubro que registra el crecimiento más importante, esto se debe a la
sustitución y complementación de la materia prima para la industria textil.
El cultivo de yerba mate, y maní también progresan, la caña de azúcar también se
expande, y en cuanto al arroz, solo durante la guerra registra un aumento excepcional.
Todos estos cultivos tienen en común que movilizaron económicamente zonas
marginales a partir de una colonización más o menos fomentada por el estado.
El desarrollo capitalista del sector agropecuario se realizó espacialmente en función del
mercado exterior, y gracias a la oferta de mano de obra.
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los derechos aduaneros que iban desde la ausencia de todo gravamen para las
maquinarias y materias primas, hasta la prohibición absoluta para articulos
inconvenientes al país.
En síntesis, podría afirmarse que mientras la marcha económica del país creaba en los
sectores afectados una conciencia de las necesidades urgentes de la industria y de la
producción agrícola no tradicional para lograr un autoabastecimiento que evitara el
drenaje de divisas, la elite gobernante continuaba manifestando su oposición a la
protección encandilada por su confianza en el poder agropecuario.
La cuestión petrolera:
El descubrimiento de los yacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia, marcó el punto
de partida de la historia del petróleo argentino. Con el objetivo de fomentar su
producción a través de las empresas privadas, el congreso dictó una ley que reglamentaba
su exploración y explotación. Durante el primer gobierno de Yrigoyen se facilitó la
instalación de compañías privadas y se alentaron sus trabajos de exploración y cateo,
dándoles seguridad de que contarían con el tiempo suficiente para entrar en la
producción a partir de concesiones de terrenos permanentes.
Cuando Alvear asumió a la presidencia, nombró al entonces coronel Mosconi director de
yacimientos petrolíferos fiscales. Con el apoyo del gobierno, Mosconi logró encauzar a
YPF dándole un fuerte impulso al objetivo de lograr el abastecimiento, que era de vital
interés no solo para las fuerzas armadas sino también para el desarrollo del país.
ROSISMO
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Comercio y producción:
La ciudad crecía debido al empuje de la actividad mercantil, de importación y de
introducción de mercaderías hacia el interior, capacidad siempre sujeta al crecimiento de
las exportaciones. Las mercaderías arribadas al puerto eran reembarcadas hacia Entre
Ríos, Santa Fe, y Corrientes, o bien partian en carretas hacia constitución cuando se
dirigían hacia el sur bonaerense. De sur, llegaban el ganado y los cueros para el consumo
porteño y para la exportación, así como plumeros, pieles, botas y tejidos desde los
toldos. Muchos extranjeros se decidieron a las actividades mercantiles. Los
norteamericanos importaban harinas, ron y otros productos caribeños y se llevaban
carnes saladas para alimento de los esclavos.
Los criollos también se lanzaron con éxito al gran comercio de ultramar y al de los ríos
interiores, integrado sociedades con los extranjeros o poniendo tiendas y pulperías por su
cuenta. Los emprendimientos industriales no fueron muchos, ni variados.
Los avances técnicos en el agro fueron muy pocos: los arados eran primitivos,
confeccionados en madera dura, con una punta de hierro llamada reja y tirados por
bueyes. Mejor suerte tuvieron los acopiadores de cueros con la introducción de la prensa
mecánica. Esta innovación les permitió aumentar la cantidad de unidades por envío, en el
reducido espacio de los barcos, todavía de pequeños porte.
azúcar, yerba, vinos, canela, pimienta y diversas bebidas alcohólicas. En las tierras
inmediatas a la ciudad se ubicaban las huertas o quintas, más alejadas estaban las chacras
cerealeras. Hacia las cañadas, en las tierras bajas, buscando el agua y la ayuda de
contenciones naturales, se criaba el ganado.
Los labradores eran muy pobres, por esa razón la producción era financiada por los
capitalistas, como plumeros y tenderos, que a su vez, solían ser chacareros, ganaderos o
transportistas. Estos poseedores de capitales manejaron los ritmos del crédito e
imprimieron su sello a la organización del espacio, pues se necesitaban asentamientos,
pueblos y lugares que posibilitaran la continuidad de la modalidad adoptada para la
utilización de los recursos de la tierra y trabajo.
La fuerza del trabajo rural se desenvolvió, sobre la base de una combinación de
producciones domesticas para el mercado y de empleos temporales en estancias y chacras.
Por otra parte, las condiciones económicas en que se desenvolvió la producción pecuaria
pusieron rápidamente al descubierto las posibilidades que brindaba el uso extensivo de la
tierra con mínima inversión de capital a la vez que un uso poco intensivo del trabajo.
debía desligarse de una entidad que había sido creada con el respaldo político de un
estado nacional inexistente.
Cuanto más crecía el consumo de bienes importados, mayores eran los recursos captados
por el estado. Sin embargo este mecanismo no resolvía por si solo el problema de
financiamiento porque hubo una recurrente necesidad de medios de pago internacionales
para las obligaciones tomadas con el empréstito.
La política financiera de rosas mantuvo claros objetivos: Otorgar respaldo al papel moneda
legal y obtenerlo metálico o moneda extranjera, para remesar al exterior. Pero estas
operaciones, dieron siempre como resultado la valorización del crédito privado.
Tanto los intereses particulares como los del crédito público, dependían de la aduana.
Es indudable que el circuito elegido para financiar el gasto público se asentó sobre un
crecimiento que privilegió la circulación mercantil, pero sostenida la expansión ganadera,
favoreciendo el acceso de los bienes pecuarios al mercado.
Las actividades agrícolas que se desplegaron por el territorio, dieron vida a una sociedad
dinámica de labradores y de pastores, pero el crédito de los llamados capitales se articuló
en torno al ciclo del cuero.