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RESUMEN HISTORIA
ECONOMICA
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Resumen Historia Económica para final. (Módulo)

Unidad I:
Introducción: Todas las opiniones concuerdan con que el poblamiento americano se produjo por
inmigración. Según las últimas investigaciones, el poblamiento americano se inició hace más de
70.000 mil años, y la vía de acceso al continente habría sido el estrecho de Bering.
Los protagonistas de este poblamiento eran recolectores y cazadores que abandonaron sus lugares
de origen debido a cambios climáticos que provocaron escases de alimentos. Los animales se
desplazaron hacia el este en busca de alimentos, seguidos por los cazadores.
La vastedad del territorio, dio lugar a un heterogéneo desarrollo socio-cultural de los mismos. Los
grupos humanos, practicaban una economía de subsistencia llevando a cabo actividades, como
recolección de frutos silvestres, caza y pesca. Este tipo de economía daba lugar a organizaciones
sociales muy simples, que no sobrepasaban los pequeños grupos de familias. Eran sociedades
igualitarias, apenas practicaban una división sexual de trabajo, y no existia la propiedad privada.
La toma de decisiones quedaba a cargo de los jefes de familia o jefe de tribus. Frente a estas
sociedades nómades, podemos encontrar pueblos que transitaban la etapa de hordas pastoriles, o
de aldeas preagrícolas, agrícolas incipientes, o estados locales, incapaces de formar una
civilización regional.
Se formaron estados mucho más avanzados, que llegaron a formar imperios, como los aztecas,
mayas e Incas, que llegaron a tener estructura política y religiosa muy avanzada. El
desconocimiento del carro, los animales de tiro, y la inexistencia del tráfico ultramarino, más las
guerras intestinas que enfrentaban los aborígenes, era lo que favorecía el proceso de conquista y
colonización llevada a cabo por los españoles.

Los indios americanos: Sus culturas y su actitud frente a los conquistadores blancos:

La conformación del continente Americano, determino el desarrollo de los pueblos y culturas. Los
territorios que originaron las grandes culturas indias y que los españoles y portugueses
colonizaron, ocupan la parte de norte a sur. América, es un continente aislado, y la comunicación
más corta es con Europa. En tiempo de la última glaciación, el descenso del nivel del mar hizo
surgir una conexión firme entre América y Asia, y fue así que llegaron los primeros hombres a
América. Los vientos fuertes, favorecían el viaje de la costa Asiática hacia América del norte, pero
obstaculizaban el camino por alta mar. Los aborígenes de América, no pudieron establecer
contacto con las culturas euroasiáticas. Su aislamiento perjudicó y dificultó el desarrollo de las
culturas americanas.
Los indios pertenecen a una raza cáuscasomonogoloide. A menudo, aparecen rasgos del tipo
humano europeo. Los españoles, observaron en muchos aspectos a los indígenas, por el aspecto
de su cara y su piel blanca, podía tomárselas por europeos. Comprobaron con asombro que en
trópicos americanos no vivían negros. Los indios de ningún modo constituyen un tipo racial
uniforme. El aislamiento de la población es un espacio amplísimo y carente de caminos, explican
las diferencias que en el interior presentan los aborígenes americanos. Se ha verificado la
existencia de 133 familias lingüísticas independientes de América, que entiendes ciertos idiomas
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especiales. La mayor parte de las civilizaciones que se desarrollaron en ese continente, se


mantuvieron separas entre sí, su relación e intercambio fueron escasos. Su desunión explica la
hostilidad de los indios contra las innovaciones. En algunas regiones se produjo al ascenso de
grandes culturas, mientras que en comarcas apartadas los hombres vivían en el salvajismo. Los
descubrimientos y colonizadores europeos tropezaron en todas partes con contradicciones y
rivalidades entre tribus o pueblos, cuyas condiciones de vida y cultura eran diferentes. Los
grandes imperios de América se fundaron a partir de conquistas y guerras, y mantuvieron su
unión por medio del poder brutal. En la época de descubrimientos, la economía de los indios de
América, se encontraba en desarrollo. En extensos territorios la población aún vivía en la etapa de
recolección, caza y pesca. Como animales domésticos sacrificables, los indios solo conocían el
pavo, el pato la cobaya y una raza de perros. La carencia proteínica se compensaba con insectos,
ranas, serpientes y animales similares.
En diversas regiones se desarrolló la agricultura. En la cordillera se cultivaba maíz, mientras que en
las islas del Caribe, cuencas del Orinoco, el Amazonas y el Rio de la Plata, el cultivo de la mandioca,
era el alimento más importante. Se calcula que los cultivadores de maíz solo necesitaban emplear
de 60 a 70 días del año, para asegurarse del sustento. Las grandes culturas indígenas, se han
desarrollado sobre la base de cultivo de suelos. Las actividades artesanales cobraron gran impulso.
Cerámicas primorosas y espléndidos tejidos fueron la obra sobresaliente de artifices. Con oro,
plata y cobre se labraron alhajas, pero las armas y las herramientas, generalmente se fabricaban
con piedra o madera.
Ente los recolectores, cazadores y pescadores primitivos, aún no existia organización alguna y la
comunidad no excedía de los límites del agrupamiento familiar. Al frente las comunidades indias,
se hallaban caciques. En la época de los descubrimientos hispano-portugueses el cargo de cacique
se había vuelto hereditario. Los caciques de las tribus, podían ser elegidos y dispuestos por la
asamblea del pueblo.
Se formados estados, que reclamaban el dominio sobre un territorio, y lo imponían por la
violencia y por medios administrativos. Después de la expansión militar, se originaron los dos
grandes imperios de aztecas e incas. Una aristocracia guerrera se constituyó sobre los campesinos,
artesanos y mercaderes libres. La diferenciación social era particularmente pronunciada en los
imperios aztecas e incas. Por debajo de los hombres libres del pueblo, se encontraban esclavos,
adquiridos como prisioneros de guerras, por robo, compras, o delitos.
En los pueblos primitivos se registraba principalmente la creencia en un ser supremo, y la
adoración de dioses astrales. A los fundadores de las tribus, se les rendía culto divino. La vida
religiosa de los pueblos primitivos se basaba por la creencia en demonios y espíritus. En el punto
central de la vida religiosa, se hallan curanderos, o shamanes, que caían en transe por ponerse en
contacto con el mundo sobrenatural.
En el culto, se aceptaba a los dioses de los pueblos sometidos. Para determinados anhelos
humanos, se concebían cada vez más figuras divinas. Los españoles, de fe cristiana, sintieron
repugnancia por esa impronta politeísta. Estas regiones le resultaron absolutamente repulsivas
cuando supieron de la existencia de sacrificios humanos, los cuales causaron horrendas
proporciones entre los aztecas y fueron practicados en el imperio de los incas.
La dispersión de las poblaciones indígenas en un continente accidentado, el desconocimiento del
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carro y de los animales de tiro, la inexistencia del tráfico ultramarino, dificultaron el grado de
nivelación de las culturas humanas.
Los españoles y lusitanos, en el transcurso de sus descubrimientos y conquistas se hicieron
conscientes de las diferencias en el desarrollo político, económico y cultural de América. Su toma
de posesión y colonización de los territorios de ultramar, se efectuó como una constante
experimentación en un mundo nuevo para ellos.
El primer contacto de los españoles con los indígenas americanos se produjo en las islas de mar
Caribe. Aquellas encontraron en las grandes Antillas a lo taínos, que pertenecían a la familia de los
aruacos, y a partir de la tierra firme sudamericana habían tomado posesión de las Antillas. Antes
del descubrimiento Europeo, los taínos habían sido desalojados de las Antillas menores, por los
caníbales, a quienes los españoles los denominaron caribes o caníbales. Los rasgos fáciles de los
taínos impresionaron a los españoles. Colón los describió como hombres de buena figura,
agraciados y comprobó que carecían de pelo crespo y de piel negra. Eran de cutis claro, y serían
casi tan blancos como la gente de España, si anduviesen vestidos y no expusieran su cuerpo al sol
y al aire. Los taínos vivían en el estadio de una cultura primitiva de plantadores, pero ya
mostraban rudimentos de desarrollo de una gran cultura. El cultivo del algodón, les proporcionaba
la materia prima para la confección de tejidos, elaboraban adornos de oro y esculpían en piedra y
madera.
Intercambiaban sus pertenencias por cualquier baratija. Colón afirmaba que “no puede creer que
hombre haya visto gente de tan buenos corazones y tan francos para dar y tan temerosos” y
parecía haber encontrado en esos indígenas a los “nobles salvajes”.
A los caribes se los conocía como pueblo guerrero y cruel. Emprendían correrías por islas habitadas
por los taínos, daban muerte a los hombres y raptabas a las mujeres. Los taínos vivían en
permanente temor de que aparecieran los caribes, y por eso pudieron ver en los blancos sus
protectores. Describían a sus enemigos caribes como seres con cara y dentadura de perro y los
caracterizaban como antropófagos. Los caribes, que se contaban entre los hombres más
corpulentos, se mostraron como enemigos acérrimos de la conquista europea.
También los portugueses, en sus desembarcos en las costas brasileñas, tropezaron con
poblaciones primitivas que vivían en el nivel cultural del neolítico. Los indígenas que poblaron el
este de Brasil, vivían de la caza y la pesca, no conocían el arte de tejer y la alfarería, ni el laboreo
de metales. Los hombres eran cazadores, mientras que las mujeres recolectaban plantas. Su atavío
consistia en pintarse el cuerpo y pegarse plumas. El canibalismo de cabezas eran costumbres. Las
tribus aborígenes más conocidas de Brasil oriental y el Nato Grosso, son los tupíes, los botocudos y
los bororoes. Los indios, se alimentaban fundamentalmente con el tubérculo de la mandioca.
Colón consideraba a los aborígenes como población salvaje de la costa, y esperaba encontrar sobre
Asia, pueblos más civilizados.
Cuando en su cuarto viaje desembarcó en el continente centroamericano, encontró aborígenes
con mayor destreza artesanal. Pero en realidad, se había encontrado con las tribus maya. En la
región ocupada por mayas, los españoles comenzaron a trabar conocimiento con una gran cultura
americana. Los mayas de esos lugares agasajaron a los forasteros, pero al día siguiente los
forzaron, tras sangrientos combates, a refugiarse en sus naves.
Desde el siglo XIX la península del Yucatán, se había transformado en el principal territorio donde
se asentaban los mayas. El imperio maya se había disuelto a mediados del siglo XV. Esta
decadencia
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política facilitó a los españoles la conquista de Yucatán.


Los españoles, descubrieron en Yucatán ciudades con casas de piedras, grandes templos y calles
empedradas. Los antiguos lugares sagrados de los mayas, se habían transformado en ciudades
residenciales y capitales fortificadas. El cultivo de plantas alimenticias, y en particular el maíz,
permitió que la población humana se dedicara a diversos oficios artesanales, al comercio y a otras
ocupaciones. En esta cultura urbana no se conocía el metal, las herramientas y armas se hacían de
piedra o madera.
Los mayas desarrollaron una cultura intelectual, por eso se les llama “los griegos de américa”.
Poseían una cultura ideográfica, escribían los números hasta 19 en forma de puntos y rayas, y
para cantidades mayores utilizaban el 0 y la superposición de signos como arreglo al sistema
vigesimal. Esta aritmética, le sirvieron a los mayas para la fijación de su calendario y para la
cronología.
Sus sacerdotes calcularon que en el año astronómico tenía 365,2422 días que el calendario
gregoriano de 365,2425 días.
La religión de los mayas incluía divinidades principales y secundarias, cuyo favor se procuraban
asegurar por medio de preces, mortificaciones y danzas, pero también mediante la consumación
de sacrificios humanos.
Se había alcanzado un alto nivel cultural en el imperio azteca, conquistado en los años 1519-1521
por los españoles. El auge de los aztecas como gran potencia, aún no alcanzaba a un siglo. Los
aztecas, se habían liberado de los tepanecas y fundado con las ciudades- estados de Texcoco y
Tlacopán una triple alianza. Los aztecas lograron la primacía en esa liga de ciudades y extendieron
su dominación desde las costas del Pacífico hasta las costas del Atlántico. En el momento de la
invasión española, el reino azteca se componía de 38 provincias-ciudades.
También la sociedad azteca estaba subdividida en clases. También los sacerdotes y los altos
funcionarios obtuvieron los privilegios de la nobleza. Los nobles poseían numerosos privilegios, se
le daba la preferencia de la adjudicación de cargos públicos, no pagaban tributo, podían poseer
predios, estaban sujetos a sus propios tribunales, les estaba reservando el uso de determinadas
prendas de vestir y aderezos, y sus hijos se educaban en escuelas especiales de los templos. Los
mercaderes, servían como espías del soberano de México, ocupaban una posición privilegiada en
la sociedad mexicana. Los artesanos, para el desempeño de sus oficios requerían cierto de
adiestramiento y conocimiento especializado y trabajaban para las necesidades de la capa
dominante. La ocupación artesanal se transmitia por herencia, de padre a hijo.
El pueblo común, recibía de las comunidades, predios asignados a cada familia. Estos no eran de
propiedad privada, sino que caían de nuevo en la comunidad en caso que la familia se extinguiera.
Se obtenía nueva tierra cultivable mediante la colonización de regiones conquistadas y la
construcción de jardines flotantes.
La esclavitud, también se hallaba difundida en el México precolombino. Se podía llegar a ser
esclavo por secuestro, o cautiverio de guerra, o hundirse en esa clase servil como castigo por
diversos delitos o como deudor moroso, pero también el padre podía vender a su hijo como
esclavo. Entre los aztecas, los esclavos no estaban despojados de todo derecho, podía tener
propiedades personales, y sin su consentimiento, sus poseedores no podían venderlos ni tampoco
matarlos. Los hijos de los esclavos eran libres. Es especial, se ocupaba de los esclavos como
cargadores y en los trabajos domésticos.
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La productividad del fértil suelo mexicano, era elevada. Incluso con el método más primitivo para
el cultivo de maíz, el sistema de milpas-desmonte. Se ha calculado que con este sistema una
familia de cinco personas que labrara un campo de cuatro a cinco hectáreas, en 190 días
produciría más el doble de lo que necesitaba para procurarse el sustento. Surgió además, una
extensa red de obras de regadío, que a su vez solo una organización desarrollada puedo crear.
La producción agrícola excedente permitió liberar a muchos hombres para que se dedicaran a las
actividades artesanales y se asentaran en las ciudades. También en el imperio azteca, casi todos
los instrumentos se hacían de madera o de piedra, solo los cinceles de artesanos eran de cobre.
Con los metales preciosos se hacían aderezos. Los exquisitos trabajos de plumas, ornamentados
con piedras preciosas, son muestra de una técnica especial.
La arquitectura urbana se caracteriza por los suntuosos palacios de los nobles, construidos de una
sola planta y sin ventanas, con las habitaciones agrupadas en torno a un patio interior. Las
viviendas de la gente común estaban construidas de adobe cocido. Los edificios más imponentes
eran las majestuosas pirámides. La principal de estas, en la ciudad de México, tenía 100x80 metros
en su base, y una altura de 30 metros. El arte de relieve en piedra y la escultura también se habían
desarrollado en el México precolombino.
La religión azteca contaba con personas en profusión. Los sacrificios humanos ofrecidos a las
deidades alcanzaron entre los aztecas proporciones aterradoras. El horror y la repugnancia antes
esta atroz costumbre de ofrecer al dios, como alimento, el corazón sangrante de un hombre y
hasta de un niño, ahondaron una enemistad entre españoles y mexicanos. El espíritu de lucha que
animaba el pueblo azteca frente a los intrusos europeos, fue lentamente minado por sus creencias
religiosas. Los aztecas consideraban que su mundo estaba amenazado por el infortunio y
condenado a la ruina. El sacerdote Quetzalcoatl debía aparecer por oriente y poner fin a la
supremacía de los dioses sanguíneos.
Los totonacas, saludaron a los soldados de Hernán Cortés como a liberadores. Los habitantes de
la ciudad-estado de Tlaxcala, dieron prueba de ser los más fieles y valerosos aliados de los
conquistadores españoles, y recibieron por ellos extensiones y fueros especiales, respecto a la
restante población aborigen.
Grandes culturas se desarrollaron en la zona andina septentrional. Se habían formado y
consolidad allí una organización estatal y una jerarquía de estamentos. Los jefes (caciques), se
habían convertido en déspotas que parecían gozar de poderes sobrenaturales.
Los chibchas de la meseta de Bogotá, lograron crear formaciones estatales mayores, aun cuando
no habían llegado todavía a la fundación de un estado unitario.
Los chibchas vivían en asentamientos aldeanos. No habían alcanzado aún el nivel de la fundación
de ciudades y la edificación de casa de piedras. La economía se basaba en la agricultura, en la
que existia propiedad privada de la tierra. Las tribus del valle de cauca habían demostrado una
relevante destreza en la elaboración de aderezos de oro. Ante esos hallazgos de oro, los
conquistadores españoles creyeron estar cerca de El Dorado, esto es, el país del hombre de oro.
El cacique de Guatavita, se hacia ungir todo el cuerpo y luego espolvorear con oro, tras lo cual de
bañaba en la laguna sagrada, de esta manera se ofrendaba el metal a la diosa que según ellos
moraba en la laguna.
Los muscas se destacaron en el arte del tejido e hicieron cobertores y telas, con dibujos de colores,
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que encontraron una vasta aceptación como mercancías.


Los chibchas del valle Cauca, eran caníbales, pues se alimentaban con carne humana. Estaba
generalizada la práctica de sacrificar hombres a los dioses, y se prefería como víctima a los niños.
Todas las tribus practicaban el uso de preparar trofeos con las cabezas de sus enemigos muertos en
combate y capturados. Los chibchas, desconocían la escritura.
El imperio más poderoso de la época precolombina era el de los incas. La palabra inca era solo el
titulo del soberano y la denominación del linaje real, pero no de un pueblo determinado.
En el imperio inca se incorporó los pequeños estados de los aimaraes. En rápidas conquistas, los
incas extendieron su dominación cobre la región andina y se abrieron paso hasta el centro de
Ecuador.
Túpac y Yupanqui, sometió a la Bolivia actual, y realizó campañas hasta Chile y el noroeste
Argentino. Poderosos estados como el imperio de Chimor, fueron anexados por los incas.
Después de la batalla de Cuzco, Atahualpa hizo prisionero a su hermano. En estos tiempos de
guerra civil en el imperio inca, los españoles emprendieron la conquista del Perú, y depusieron al
inca que se gloriaba, de no conocer a ningún soberano más poderoso que él. Tras el asesinato
de Atahualpa, se desmoronó el poder de los incas.
En la provincia limítrofe de Vilcabamba, el inca Manco Cápac II organizo un reino oculto, y procuró
recuperar su imperio y restaurar la vieja religión. Los descendientes del linaje incaico, se
emparentaron con la nobleza española, y se esforzaron por alcanzar de la corona española
privilegios y recompensas.
Los caciques de las aldeas y las tribus, velaban por el cumplimiento de la voluntad del soberano en
las provincias.
Con vistas a un aprovechamiento eficaz de todas las energías en el servicio militar, y las
prestaciones de trabajo, se dividió a los súbditos conforme al sistema decimal. La unidad menor
consistia en diez jefes de familia y a los hombres de 25 a 50 años se los agrupaba en centurias.
Una red viaria, posibilitaba los desplazamientos de tropas, el servicio de noticias, y el transporte en
mercancías. Estas vías estaban trazadas en línea recta y salvaban las elevaciones mediante
escalinatas, explicable por el hecho de que en el Perú precolombino no había ni carros ni caballos.
Para mantener firmemente unidos sus dominios, los incas pugnaron por difundir un idioma
uniforme en todo el imperio.
Un poder estatal totalitario se combinaba con un ordenamiento económico socialista. La tierra
pertenecía a las comunas aldeanas que asignaban a las diversas familias, según el número de sus
componentes, una superficie cultivable en usufructo. Cada familia podía disponer libremente de
su cosecha y procurarse el sustento, el cual dependiendo de las condiciones climáticas, dependía
de la laboriosidad personal. Bosques y pasturas estaban a disposición de todos los miembros de la
comunidad. La casa y el patio eran propiedad de la familia. Para mantener a los sacerdotes y los
lugares de culto se designaba una superficie cultivable especial, que trabajaban, mediante
prestaciones de servicios, los integrantes de la comuna. Toda la tierra restante pertenecía al inca,
y la labranza de esa propiedad real constituía a si mismo su obligación de cada familia campesina.
Los excedentes de las cosechas se almacenaban en graneros del estado y se disponía de ellos en os
tiempos difíciles.
Numerosos indios se separaban de sus ayllus, puesto que el inca los convocaba para ciertas
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prestaciones de servicios. Muchos se alistaban por tiempo indeterminado en el ejército, otros


eran reclutados para la construcción de caminos y demás trabajos públicos o se les requería para
los múltiples servicios en la corte. También había que realizar trabajos forzados en las minas,
donde las cuadrillas de obreros relevaban en u sistema de turnos prefijados. Los bienes
producidos se debían entregar a los depósitos estatales. Por orden del inca, se podía desplazar a
familias o comunidades aldeanas a otras comarcas
Para la planificación del gobierno y su puesta en práctica se requería una numerosa burocracia. El
inca establecía los objetivos precisos para alcanzar el bienestar público y clasificaba en todos sus
súbditos con vistas a la utilización provechosa de los mismos. El hombre-masa indio soportaba con
resignación fatalista el signo que para él establecía la divinidad del soberano. Los indios
conservaron también esa misma pasividad frente a los conquistadores españoles que tomaron
posesión del imperio incaico.
La cultura del imperio de los incas se fundaba en los logros alcanzados por las viejas culturas
urbanas de la faja costera del Perú. La técnica seguía siendo la de la Edad de Piedra, aunque ya se
utilizaba el cobre y el bronce para la construcción de herramientas y armas. No se conocía en
empleo del hierro. Los tejidos peruanos eran de extraordinaria diversidad. Una singular destreza
se había desarrollado en la confección de abanicos y vestimentas de plumas. Las aptitudes
artisticas de estos indios salen a nuestro encuentro particularmente con una variadísima cerámica
de los más diferentes estilos. La historia de los incas estaba representada en imágenes.
Como los incas adoptaban las deidades de las tribus sometidas, su religión presentaba una
mirada de dioses. Objeto de especial adoración era el dios del sol, y el inca se denominaba a sí
mismo “hijo del sol”. A los dioses también se les sacrificaba seres humanos, en particular niños y
doncellas, pero esta práctica era relativamente infrecuente. Se recurría a los adivinos para
interpretar cualquier fenómeno extraño.
En Chile, la dominación de los incas solo había llegado hasta rio Maule, y los españoles sometieron
rápidamente a los indios chilenos en esa región. El desnivel inmensamente grande entre estos
indios y los conquistadores blancos, fue la causa de que los araucanos ofrecieran una resistencia
enconada y secular a los españoles.
Como norma general, los aborígenes en las zonas de clima frío o moderado no salieron del estadio
cultural más primitivo y fueron exterminados a absorbidos por los invasores europeos. Los indos
nómadas de la pampa en la región platense no habían desarrollado ni siquiera una agricultura
rudimentaria, y resistieron todos los intentos de hacerlos sedentarios en un modo de vida
civilizado.
Las tribus indígenas que había en el Uruguay, ofrecieron una tenaz resistencia a los
colonizadores, hasta que finalmente de 1835, los últimos restos de esta población fueron
exterminados. Los indios, como los guaraníes, emparentados con los tupíes, practicaban la
agricultura y habían demostrado apreciable destreza en el arte de tejer, la alfarería, y la talla en
madera, se pudo llegar a una asimilación racial y cultural de los aborígenes europeos.
El carácter de las regiones naturales y el dispar desarrollo cultural de la América precolombina,
repercutieron decisivamente en el curso de la colonización española y portuguesa del nuevo
mundo.
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Unidad II:
Introducción - Los españoles llegan a América:
La expansión de los españoles a tierras americanas está vinculada a cambios que sacudieron las
estructuras en las que se asentaba la sociedad feudal y provocaron que entre los siglos XV y XVII
la Europa Occidental fuese protagonista de un proceso de renovación económica, social, política y
cultural. Creció la actividad comercial, surgieron nuevos estados nacionales y se produjo un
renacimiento en las artes, las letras y las ciencias. La expansión comercial responde a un conjunto
de necesidades de carácter económico, entre las que se puede mencionar la necesidad del uso de
las especias como conservantes de alimentos, ya que las comunidades agrícolas de Europa
padecían una falta de forraje de invierno para alimentar el ganado. Gran cantidad de animales
tenían que ser sacrificados cada otoño, y su carne era conservada para el consumo invernal.
En este proceso de expansión, también tuvo mucha importancia el cambio de las mentalidades
que se estaba produciendo en la sociedad, se estaba produciendo un conocimiento bajo la razón,
que no estaba relacionado con la religión cristiana. En esta nueva etapa, el hombre dejaba de ser
un mero ejecutor de planes divinos, para pasar a ser el constructor de su propia suerte,
independientemente de la acción divida, capaz de razonar, y decidir sobre su propia vida. No se
aceptaban verdades absolutas, todo se cuestionaba y se ponía en duda.
Los adelantos tecnológicos se dieron en muchos aspectos de la vida, como la astronomía, la
medicina, la producción pero los más importantes fueron: el astrolabio, instrumento que permitia
determinar la altura de los astros y de esto modo calcular donde estaba ubicado el barco. Los
portolanos, cartas de navegación que indicaban los rumbos y distancias entre los puertos.
Las carabelas, barcos de tres palos con una vela cuadrada que le daba mayor estabilidad, aún con
el viento en contra. El cuadrante marino, instrumento que posibilitó la navegación nocturna,
basado en la ubicación de la estrella polar.
Un elemento fundamental para la concreción de este proceso expansivo fue lograr la
centralización del poder real que permitió el surgimiento de Estados modernos como las
monarquías de España, Francia e Inglaterra. Con respecto a España, también influyeron en la
expansión europea conflictos político-religiosos como la Reconquista. Los árabes habían ocupado
casi toda la península ibérica del siglo VIII. Luego de 700 años de guerra, los reinos cristianos
españoles, lograron expulsar a los árabes y reconquistar el territorio perdido.
Concluida la reconquista de la península, la unión matrimonial de la Reina de Castilla y el rey de
Aragón, reinició el proceso de unificación de los reinos cristianos españoles. Al llegar los españoles
al continente americano se produce un choque de cultura, ya que los españoles van a someter a
los aborígenes y les van a imponer su propia cultura. El éxito tan profundo que lograron los
españoles sobre los aborígenes, se debió entre otros factores a que tenían experiencia en
participar en guerras: tenían superioridad en armamentos, espadas de acero contra lanzas de
obsidiana, armaduras de metal contra túnicas forradas de algodón, arma de fuegos contra arcos y
flechas, caballería contra un ejército a pié. La obtención de intérpretes indígenas, que hicieron de
traductores e informantes. El control de jefes indígenas, como una forma de dominar a los
pueblos que estaban subordinados a ellos. El aprovechamiento de las creencias indígenas, para
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aterrorizarlos, realizando acciones espectaculares, como destruir sus templos e ídolos.


La conquista se desarrolló a partir de 5 núcleos. Las zonas más pobladas y organizadas como los
estados aztecas e Incas fueron conquistadas más rápido. En cambio, zonas como el norte de
México y el sur de Chile, tuvieron que enfrentar largas luchar para derrotar a los líderes de las
bandas existentes.
Desde 1499 hasta 1519, la ocupación se desarrolló en las Antillas. A partir de 1519 a 1540 desde
cuba se produce la conquista del imperio Azteca e Inca. Desde acá algunos expedicionarios se
dirigieron a los actuales territorios de Chile y de Argentina.

El rio de la Plata en la Economía Colonial.

La Península ibérica en la época de los Reyes Católicos:

A mediados del siglo XV, la península ibérica estaba formada por 4 reinos cristianos: Portugal,
Aragón, Navarra, y Castilla. En el oeste, el reino de Portugal se había conformado durante la
reconquista del territorio en poder de los musulmanes a mediados del siglo XIII. En el este, el
reino de Aragón, incluía a Valencia y Cataluña y sus reyes gobernaban un imperio mediterráneo
que incluía las islas Baleares, Sicilia y Cerdeña. Al noroeste y costado sobre los pirineos estaba el
reino de Navarra. En el centro, de norte a sur, se extendía el reino de Castilla.
El matrimonio de Isabel Castilla y Fernando de Arazón, creó un bloque de poder que pronto
empezó a crecer más allá de las fronteras. Los reyes católicos gobernaron en conjunto los
territorios más extensos y ricos de la península.
Los Europeos del siglo XV utilizaban el termino Europa para designar tanto a Castilla como al
conjunto de posesiones de los reyes católicos. Por otra parte, la separación legal del imperio de
Castilla en América y el de Aragón en el mediterráneo señala que no era inevitable la creación de la
España moderna a partir del matrimonio de Isabel y Fernando.
Los comerciantes de Barcelona, Mallorca y Valencia estaban presentes tanto en el mediterráneo
como en la Europa atlántica operando en diversas redes comerciales. Asimismo ocuparon una seria
de puntos estratégicos en el norte de África que les permitian tener acceso a diversos grupos
tropicales y al oro. Los mercaderes de las ciudades del Reino de Aragón desarrollaron vínculos
comerciales en la Europa Noroccidental con establecimientos en brujas y Amberes.
Hacia el siglo XV las relaciones comerciales estaban muy desarrolladas, las ferias integraban el
comercio interior y exterior de Castilla. La feria de medicina del campo se realizaba en primavera y
en otoño reuniendo en la cuidad los comerciantes. Castilla era una de las principales productoras
de la lana en bruto que abastecía a las manufacturas textiles de Europa occidental. La producción
de lana y su comercialización se convirtieron en los elementos más importantes de la economía
castellana del siglo XV. Los barcos que transportaban las exportaciones castellanas se construían
en el puerto de Bilbao. En la región se obtenía la mayor parte de las materias primas necesarias
para la industria naval, y también el agua y el combustible para la fundición del hierro de sus
yacimientos. Los astilleros de la costa vizcaína, además del hierro, contaban con depósitos de
maderas buenas para la constitución de las embarcaciones que navegaban por las rutas
marítimas.
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Los circuitos comerciales meridionales tenían como centros de operaciones los puertos de Sevilla y
Cádiz. Prácticamente todos los barcos cristianos se detenían en alguno de estos puertos. La
mayoría de los genoveses y otros italianos residentes en Castilla comercializaban los productos del
sur en los mercados del norte de Europa. El comercio castellano del mediterráneo incluía también
a extranjeros franceses, ingleses, portugueses, y sobre todo cantábricos. Una tradición mercantil y
la experiencia marinera estuvieron presentes desde el principio de la conquista y la colonización
de América. En las regiones más remotas del nuevo mundo, los comerciantes españoles
establecieron tráficos regulares aún antes de que las indias hubieran sido estabilizadas
políticamente.

Los metales preciosos y la ocupación del espacio:

El proceso de descubrimiento, conquista y colonización de los territorios americanos fue un


aspecto de la expansión marítima y comercial de Europa emprendida por la península ibérica. La
experiencia adquirida en el avance de la frontera interior proporcionó una serie de herramientas y
habilidades que serían de gran utilidad en la empresa americana. En los 50 años posteriores al
descubrimiento, la corona castellana exploró territorios desconocidos hasta entonces, conquistó
imperios poderosos y construyó un imperio colonial.
Las tierras altas de México y Perú, estaban habitadas por poblaciones densas con una organización
social compleja, y en esas mismas regiones se encontraron los yacimientos de metales preciosos,
la mercancía más buscada por los europeos.
La penetración en los territorios que se extiende al sur del alto Perú, carentes de metales
preciosos y habitados por poblaciones poco numerosas y dispersa de agricultores primitivos,
cazadores y recolectores nómades, fue más lenta y obedeció a las estrategias y necesidades del
núcleo central. La fundación tardía de las ciudades de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Salta, La
Rioja, Jujuy en la región conocida como el Tucumán representó la culminación del esfuerzo
colonizador de los españoles en la búsqueda del atlántico.

La producción de plata, el comercio ultramarino, y la configuración del espacio Peruano:

El primer auge minero del nuevo mundo se produjo en el Caribe y estuvo relacionado con el oro.
No se trataba de verdaderos yacimientos, sino placeres que producían una riqueza considerable
de una sola vez. Con un equipo sencillo y una escasa capacidad técnica era posible cavar en la
arena o bien cernir el agua de los torrentes que bajaban de las montañas para encontrar pequeñas
particulas de oro. Años más tardes, también se encontraron yacimiento de oro en México,
América Central, Nueva Granada, Chile Central y Perú.
No habiendo terminado el ciclo del oro cuando hacia 1530 se descubrió cerca de la ciudad
de México, los primeros yacimientos de plata de Nueva España. En américa del sur, ya se
habían descubierto los principales depósitos de plata en la región de Chacras.
La plata, a diferencia del oro, solo ocasionalmente se encontraba en bruto, siendo lo más común
hallarla con otra sustancia. El proceso de extracción y refinación de la plata requería considerables
inversiones de capital en herramientas, tecnología y materias primas. Los caminos y el comercio se
extendieron rápidamente para satisfacer la demanda minera. Las importaciones de textiles
europeos, vinos y hierro de España, esclavos de África, especias y sedas del Oriente, afluyeron
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pronto a las poblaciones mineras. Todos estos bienes eran pagados con los metales americanos,
principalmente plata. Los efectos de la industria minera, estimularon el surgimiento de una
diversidad de actividades productivas en el espacio americano, se organizaron para producir los
alimentos, combustibles y telas que aquellos consumían.
La producción de plata americana experimentó un crecimiento sostenido durante los últimos años
del siglo XVI para alcanzar su máximo en las primeras décadas del siglo XVII a lo que el Perú
contribuyó gran medida. En el siglo XVII se produjo un crecimiento dramático de la producción de
plata, en Perú se alcanzaron los valores máximos del siglo anterior y México el “boom” de las
primeras décadas siguió un incremento sostenido que superó por más de 6 veces los valores
alcanzados en los últimos años.
En la década de 1670 la plata mexicana había superado a la peruana, y a fines del siglo XVIII los
yacimientos mexicanos producían más del doble de lo que se obtenía para aquel entonces en los
distritos mineros.

El sistema comercial español: La carrera de Indias

El primer flujo comercial de España hacia América, se relaciona con el oro. Y cuando esa etapa se
agotó, la corona se dedicó a la minería de la plata. Las minas construyeron el motor básico de la
actividad económica, al proveer el principal producto de exportación y dinero circulante.
El comercio con las Indias estaba reservado únicamente a los súbditos de la monarquía Española
y la exclusión de cualquier otro país o estado se basaba en el derecho adquirido por la prioridad
del descubrimiento y la conquista.
En 1503 se creó la casa de contratación, institución que se ocuparía de todas las cuestiones
relacionadas al comercio y la navegación de las indias. Las ordenanzas establecieron la salida
obligatoria de dos flotas anuales desde el puerto sevillano. La flota, debía zarpar en primavera con
destino a Veracruz para abastecer los productos europeos a Nueva España. Los galeones, así
llamados porque los barcos navegaban escoltados por una armada real compuesta por navíos de
guerra, partian en el verano con destino a Nombre de Dios. En Veracruz y Portobelo los
comerciantes de ambas márgenes del atlántico intercambiaban mercancías europeas por plata
americana y regresar juntas en el mes de marzo desde el puerto de La Habana.
Los comerciantes de México y Lima compraban al por mayor los productos importados, y luego los
transportaban a sus almacenes. Una vez allí, las mercancías eras comercializada, tanto por mayor
como por menor, y también habilitaban agentes en otras ciudades y vendedores ambulantes que
recorrían las zonas rurales.
El monopolio invitaba a los comerciantes a violar las disposiciones legales y así obtener mayores
beneficios evitando los controles, y para ello contaban con la colaboración de los funcionarios de
la aduana. El contrabando, tuvo un punto de apoyo en las Antillas donde comerciantes ingleses,
holandeses y franceses establecieron contacto con las islas españolas para alcanzar más tarde a
Cartagena y Portobelo.
Los territorios americanos que se encontraban emplazados a grandes distancia de los puertos
principales de la carrera de indias, eran abastecidos por buques que navegaban solos, llamados los
navíos de registro. Estos partian de España con una licencia de la corona y viajaban a cualquier
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puerto de mar del territorio americano. Había también otro tipo de navío que surcaba en atlántico
entre España y los puertos coloniales. Se trataba del aviso, o buque de correo, eran embarcaciones
pequeñas y rápidas que zarpaban siempre que fuera necesario con la misión de llevar la
correspondencia oficial ,transportar funcionarios y también informaciones relativas a las flotas,
anunciando la fecha de salida y llegada de las mismas, así como noticias acerca del estado de los
mercados en América.

La minería de la plata en el espacio Peruano:

Los conquistadores españoles recorrieron el territorio americano buscando oro y plata. En 1545 se
descubrió el cerro rico del potosí, el más rico del yacimiento argentifero, hallazgo al que
sucedieron muchos otros de menor importancia en la región. Desde entonces, aunque se
produjeron cantidades de oro variables, el valor y volumen de la plata siempre fueron
ampliamente mayoritarios.
La plata producida durante las primeras décadas posteriores al descubrimiento del yacimiento,
fue obtenida por trabajadores nativos enviados al mineral por los conquistadores españoles y
utilizando los métodos de extracción y refinación conocidos durante el incario.
Un grupo de trabajadores indios de fundamental importancia en los primeros tiempos de Potosí, lo
constituyeron los yanaconas. Su nombre alude a los yanas de los tiempos prehispánicos, estos eran
individuos separados de la comunidad campesina que constituía la célula básica de la estructura
social del imperio incaico. Los yanas estaban vinculados en calidad de servidores a nobles, jefes
militares, curacas locales, o al mismo inca, y desempeñaban diversas tareas, tales como cuidar
rebaños, atender el templo o tareas administrativas. Los primeros trabajadores en el cerro Potosí
fueron yanaconas enviado allí por los españoles con la obligación de producir medio kilo de plata
fina por semana para sus amos, mientras podían retener para ellos, lo que se excediera de esa
cantidad. En la década de 1550 y 1560 el número de yanaconas ocupados en la minera creció
notablemente. Con el correr del tiempo, muchos indios que no habían sido yanaconas antes de la
conquista fueron asignados al servicio de españoles y asimilados a los yanaconas.
Los yanaconas fueron los primeros empresarios mineros del Potosí. Los españoles tuvieron escasa
participación en la extracción y procesamiento del mineral durante el primer “boom” de la
producción de plata. El carácter fundamental de transacción, era el arriendo de una parte de la
mina al “indio vara”, así llamado porque el dueño le asignaba un número cierto de varas para
trabajarlas. El precio pagado por el yanacona era la entrega al español del mineral más rico, apto
para la función mientras que el menos rico se lo quedaba para sí. Los indios varas usaban sus
propias herramientas e insumos, realizaban las obras necesarias y contrataban a otros
trabajadores indios, algunos de los cuales podrían ser indios de encomiendas. Éstos, comenzaron a
aparecer en el potosí a fines de la década de 1540. En la década de 1550 había en la ciudad unos
5mil trabajadores de encomiendas acompañados de sus familias, lo que elevaba a más de 20mil el
número de indios del potosí. Los indios de encomiendas presentes en potosí, en general, no
estaban familiarizados con las actividades mineras y solo podían realizar las actividades más
sencillas.
A mediados de la década de 1560, a medida que se agotaban los minerales más ricos, los mineros
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yanaconas abandonan potosí para ir a trabajar en las haciendas de los españoles que producían
los alimentos demandados por los núcleos urbanos del espacio. En los andes centrales los
españoles fueron deudores de la tecnología indígena que había desarrollado la fundición de plata
por el método de la wayra, especialmente adecuado para refinar los minerales de los depósitos
extremadamente ricos de la superficie. Una vez extraído el mineral de la montaña, era necesario
triturarlo con un canto rodado de base curva, después las piedritas se fundían en un pequeño
horno de arcilla o piedra con forma cónica o piramidal. Los combustibles, estiércol de llama o
carbón de leña, se obtenían con facilidad en la zona, y permitian alcanzar las temperaturas
necesarias para fundir el mineral en bruto. En estos hornos se produjo toda la plata del potosí
hasta la década de 1570.
El auge de la producción minera del último cuarto del siglo XVI fue posible debido a la introducción
de la técnica de amalgama del mercurio con el mineral para obtener la plata y a la masiva
movilización forzosa de trabajadores indígenas, la “mita” organizada por el Virrey Toledo en la
década de 1570.
El mineral de plata se extraía sobre de la mina después se trasladaba donde era triturado hasta
quedar reducido al tamaño de grano de arena. Para triturar el mineral se construyeron máquinas
consistentes con ruedas que movían varios mazos de metal que caían sobre un lecho de piedras.
En potosí se construyó un sistema de embalses, y acueductos que almacenaban el agua de las
lluvias de verano para utilizarla a lo largo de todo el año. Una vez triturado, el proceso de
amalgama se realizaba en un patio pavimentado en piedra y el algunas ocasiones techado. Allí se
depositaba el mineral, se lo humedecía con agua, se añadía sal, y se le agregaba el mercurio.
Durante 4 o 5 semanas la masa así formada era agitada y removida diariamente por los
trabajadores indígenas para favorecer el proceso químico. Pasado ese tiempo, la masa se lavaba,
para eso se la introducía en una tina por donde se hacía pasar agua de forma que arrastre las
impurezas, quedando en su interior la amalgama depurada. La pella se envolvía en un saco de
lienzo que primero se retorcía y luego se sometia a la acción del calor para separar los restos de
mercurio. Al final del proceso se obtenía la piña de plata pura. La extracción de los minerales y
yacimientos y el proceso de refinación por el método de la amalgama de la plata con el mercurio,
incluían también el acceso de la mano de obra abundante y poco costosa.
En 1572 el virrey Toledo, realizó una visita general del Perú. La zona que se designó como fuente
de trabajadores era enorme. La séptima parte de la población sometida a tributo en estas
provincias, es decir, los varones entre 18 y 50 años debían trasladarse a Potosí durante un año y
medio.
Mediante este sistema, la minería obtendría unas 13.500 almas al año, mano de obra estimada
suficiente para extracción, acarreo y refinamiento del mineral. Una vez en el Potosí, la cantidad de
hombres era dividida en tres partes, cada una de ellas trabajaba alternamente, descansando dos
semanas por cada semana de trabajo. Toledo distribuyó a los mitayos entre las minas y las
refinerías y estableció una tarifa de jornales. El trabajo comenzaba el martes por la mañana y
seguía sin interrupción hasta el sábado por la noche. Aunque la normativa establecía una jornada
de sol a sol, pronto los propietarios de las minas fijaron cuotas elevadas del mineral que los
mitayos debían extraer y acarrear, de manera que se prolongaba la permanencia del yacimiento
hasta completar la cantidad fijada, con el resultado que se incrementaba la carga de trabajo.
El descubrimiento y la inmediata explotación del cerro de Potosí, atrajeron de inmediato a
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trabajadores indígenas, españoles y aventureros llegados de todas partes. La minería de la plata


altoperuana generó efectos profundos en la economía de una extensa porción de América del Sur.
Las producciones de las regiones vecinas a la ciudad del Potosí eran insuficientes para abastecer
las crecientes necesidades de la ciudad en alimentos, ropa, combustibles e insumos para la
minería. El mercado allí constituido determinará la conversión de mercancías de los excedentes
agrarios producidos por las economías campesinas, así como también el surgimiento de diversas
producciones orientadas específicamente en satisfacer su demanda. El predominio de la demanda
de mercancías americanas en Potosí significaba que los metales preciosos, antes de ser
exportados, realizaban un movimiento de dispersión hacia las regiones productoras que
abastecían el centro minero para después concentrarse en los puertos del mar y emprender viaje a
Sevilla y a Europa en general.
El auge de la producción de plata coincide con el proceso de ocupación del territorio de la región
del Tucumán. La fundación de la ciudad de Buenos Aires en 1580 produjo cambios fundamentales
en la organización espacial del virreinato peruano. Desde los primeros tiempos, la región del
Tucumán orientó los excedentes de su producción agrícola-ganadera y manufactura hacia el
norte minero. Hacia 1570 ya habían comenzado los primeros envíos a potosí de tejidos, cera y
miel desde Santiago del Estero. En la década siguiente, desde la jurisdicción de la ciudad de
Córdoba se exportaban textiles de algodón que provenían de la actividad doméstica urbana o de
los talares de los pueblos de indios y en la década de 1590 la existencia ganadera de la región
cubría las necesidades del consumo local y generaba un excedente que le permitiera enviar
ganado en pié al mercado altoperuano y sebo a Brasil.
Lima, fue el centro distribuidor de las mercancías europeas y conexión legal con el exterior. Potosí
por los efectos de arrastre de su producción minera, y Buenos Aires, como puerto alternativo del
Alto Perú en el Atlántico para una comunicación más directa con Europa, articulaban un espacio
económico integrado y ligado por el comercio.
A principios del siglo XVII menos del 10% del comercio potosino provenía de afuera del espacio
americano y consistia en manufacturas europeas, esclavos, textiles y papel. El 90% restante lo
integraban productos agrarios, textiles de la tierra e insumos producidos en una diversidad de
regiones del espacio americano.
Buenos Aires no producía excedentes para colocar el mercado minero en el altoperú y estaba
limitada por las imposiciones del sistema comercial en su vinculación directa con el comercio
atlántico. En 1580 comienzan a ser frecuentes las navegaciones hacia la colonia portuguesa en
Brasil, y a través de ella hacia Europa en general, y en 1590 ya era frecuente el comercio
intercolonial semiclandestino entre la región del Rio de la Plata y Brasil que transportaba
productos locales, esclavos, hierro y manufacturas europeas. La principal preocupación para los
comerciantes establecidos en Buenos Aires, era la participación en la riqueza potosina. El
problema no estaba en la distancia que los separaba, sino en las características propias del
mercado potosino. Las importaciones a ese mercado consistian en más del 90% de mercancías
originarias del espacio americano. Eran las regiones productoras del Perú, Tucumán y Paraguay las
que obtenían mayoritariamente la plata potosina a cambio de la exportación de sus excedentes
agrarios y manufacturados.
A principios del siglo XVII la ciudad de Córdoba era un importante centro redistribuidor de esclavos
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y de manufacturas europeas en general. Para invertir en el tráfico, los empresarios Cordobeses


formaban compañías de mercaderías itinerantes aportando, ya sea el metálico que obtenían de la
venta de mulas en el norte andino, o bien las carretas, y a veces las dos cosas.
Desde Buenos Aires partian hacia el norte andino carretas que conducían yerba mate del Paraguay,
esclavos africanos, textiles europeos, hierro de Vizcaya, acompañadas de tropas de mulas, ganado
vacuno, y caballos. La salida de plata por Buenos Aires se sostenía sobre un conjunto de economías
regionales y a su vez articulaba una red de mercados locales.

Producciones regionales, mercados y frutas comerciales:

Las huellas dejadas por el paso de las carretas tiradas por bueyes y recuas de mulas conformaron
las rutas que unieron los precarios centros urbanos diseminados y dibujaron los circuitos
mercantiles en los territorios meridionales del espacio peruano. Los intercambios mercantiles
vinculaban entre sí a las ciudades desplazadas a grandes distancias unas de otras. Por vía terrestre
las carretas llegaban hasta Jujuy y Mendoza, y después el camino se hacía a lomo de mula.
El vehículo utilizado para el transporte de mercancías como de pasajeros, consistia en un cajón
tosco de madera, asentado sobre un eje que une dos grandes ruedas, también de madera. En los
costados, el cajón tenía varias estacas que sostenían arcos de mimbre formando un techo oval que
se cubría con cueros de toro. Dos yuntas de bueyes tiraban de las carretas. El desarrollo de la
carretería se vio favorecido por la abundancia de maderas duras de los bosques cercanos y de
cueros curtidos del abundante ganado vacuno de la región. La carreta como medio de transporte y
carga comenzó a fines de la década de 1570.
En las zonas rurales se desarrollaron las curtiembres donde se manufacturaban los cueros de
ganado local para producir botas, cinchas, lazos, suelas y otros productos que encontraban salida
tanto en el mercado local como el en Alto Perú.
A mediados de la década de 1580 comenzó a desarrollarse la manufactura textil. El incremento
en la elaboración de tejidos rústicos se vio favorecido por la existencia de la mano de obra
indígena, a expansión de los rebaños de ovejas, y la demanda de mercado minero
principalmente. Los tejidos cordobeses encontraban salida en Potosí, donde eran intercambiados
por vino y azúcar.
El sector manufacturero era dirigido por europeos, quienes contaban con la mano de obra
indígena provenientes de las encomiendas para encarar la producción de telas. En cuanto a las
materias primas, la lana en bruto provenía de los extensos ganados de ovejas de la región, en
cambio el algodón era necesario obtenerlo en las regiones vecinas de Santiago del Estero y
Catamarca.
Los indígenas que servían en las viviendas de los españoles, además de las tareas domésticas,
también se ocupaban del tejido de bayetas, ropas de lana, sobrecamas, etc. Estas manufacturas en
muchas ocasiones eran utilizadas para las necesidades de la familia, pero en muchas ocasiones se
convertian en medios de cambio para adquirir otros bienes. El obraje textil colonial, era una
unidad productiva que concentraba bajo un mismo techo a numerosos trabajadores que
realizaban las distintas etapas de la producción textil. Allí se elaboraban telas, lienzos, sombreros,
sobrecamas, etc. El crecimiento de la producción obraje se extendió hasta 1613, después empezó
a disminuir
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hasta desaparecer en la década de 1630, cuando disminuyó la demanda de los textiles cordobeses
en los mercados altoperuanos por la concurrencia de las producciones de otras regiones del
espacio.
La producción de mulas en la campaña cordobesa conoció un desarrollo similar a la del ganado
vacuno para construirse a partir de 1630 en el sector dominante de las exportaciones cordobesas.
En la década de 1610 en la jurisdicción cordobesa se formaron varias compañías especializadas en
la cría de mulas estimuladas por la demanda constante de animales de carga en el alto Perú,
donde el híbrido se mostró más resistente que las llamas de carga en el Alto Perú.
La producción y comercio de mulas de Córdoba se combinaban con la importación de mercancías
europeas. En el norte las mulas eran cambiadas por metálico para pagar las importaciones de
Buenos Aires y también por efectos de Castilla y de la tierra que se vendían en la propia
jurisdicción o en otros lugares.
En Catamarca y La Rioja se elaboraron vinos y aguardientes que abastecían el consumo local y
ocasionalmente llegaban a mercados cercanos. A fines del siglo XVI los vinos mendocinos
desalojaron de Buenos Aires a los paraguayos. Los productores de la región debían hacer frente al
costo de los fletes y a las cargas fiscales que pesaban sobre vinos y aguardientes tanto en lugares
de origen como en los de su consumo.
Los tejidos rústicos de algodón de la producción doméstica de Catamarca se consumían en
distintos puntos del interior y también en el litoral. En el litoral, las relaciones comerciales entre
Asunción del Paraguay, Santa Fe, y Buenos Aires ponían en movimiento una variedad de
productos tales como azúcar, vino, cera, tejidos o algodón en rama y yerba. En las primeras
décadas del siglo XVII la región del Paraguay comenzó a especializarse en la producción de la
yerba, y en 1640 se convirtió en la producción dominante del Paraguay durante el resto del
periodo colonial.
En la última década del siglo XVI la actividad comercial en Buenos Aires estaba a cargo de
mercaderes portugueses atraídos por la economía mineral del Alto Perú. Los productos importados
consistian en azúcar, y aguardientes, esclavos, hierro, papel, y manufacturas europeas. La
posibilidad de acceder al mercado potosino y las importantes ganancias que podías obtenerse por
las diferencias entre los precios en Brasil y España y los del Potosí alentaron la presencia del
comercio directo contrabando en Buenos Aires.
Durante la segunda mitad del siglo XVII las preocupaciones de la corona con respecto a las
permanencias de Buenos Aires motivaron el establecimiento permanente de funcionarios reales y
de una guarnición militar. La corona debió recurrir a la autorización de los navíos de registro para
sostener al puerto y al aparato estatal. Estas embarcaciones navegaban fuera del sistema de
flotas y galeones y debían obtener autorización de la corona. Cada licencia podría comprender
una o varias naves y se otorgaban tanto a los vecinos de Buenos Aires como a residentes de la
península. Las licencias incluían también otras concesiones para el beneficiario. Entre las más
importantes estaban las que aludían el permiso para introducir las mercancías a Tucumán,
Paraguay y a veces también a Perú pagando previamente los derechos correspondientes, aquellas
relativas a la cantidad de plata que podían transportar como retorno, o bien la autorización para
internar hierro hasta Charcas cuando las necesidades de minería lo requerían.
El contrabando se prolonga desde la segunda mitad del siglo XVII, época en que las arribadas
forzosas al puerto, se convirtieron casi en un hecho común, permitiendo la entrada de navíos
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holandeses, portugueses, españoles, ingleses y franceses.


A lo largo del siglo XVII los tráficos interregionales presentaban numerosas señales de ajustes y
cambios pero, en conjunto, la cantidad de bienes y servicios puestos en circulación con destino a
los mercados interiores ha ido en aumento.

La atlantización dela economía y las reformas imperiales:

La atlantización se planteó como una necesidad de la corona española para reforzar el flanco más
débil de su imperio cada vez más sometido a fuertes presiones por parte de los otros países de
Europa. La nueva dinastia, implementará una serie de reformas destinadas a modernizar el país.
El sistema comercial español se había manifestado incapaz tanto de defender las posesiones
americanas como de abastecerlas de productos europeos desde una época tan temprana como
la primera mitad del siglo XVII. En 1717 se trasladó la casa de contratación de Sevilla de Cádiz y se
estableció un servicio de avisos o buques correo con el fin de mantener una comunicación
regular
entre España y sus dominios americanos. Finalizada la guerra, la corona osciló entre los intentos
de restaurar el sistema de flotas y galeones y las vacilantes aproximaciones al nuevo sistema. La
corona consideraba que esto era esencial para estimular a las nacientes industrias peninsulares y
al mismo tiempo aumentar las rentas reales.
En 1740 se suprimió el sistema de flotas y galeones y en la misma década los navíos de registro
comenzaron a fletarse a los puertos del pacífico a través de la ruta del estrecho mar de Magallanes
o por el cabo de Hornos para activar los tráficos en el atlántico sur.
En la segunda mitad del siglo XVIII el ritmo de las reformas comerciales se intensificó para
culminar con la sanción del reglamento de aranceles reales para el comercio libre de España a las
indias. El arancel adjunto rebajó los derechos de algunos productos y anuló otros. Los objetivos del
reglamento eran promocionar la combinación de libertad y protección que fomentaría la
colonización de territorios vacíos o escasamente poblados, eliminar el contrabando, generar el
aumento de los ingresos aduaneros y una expansión del volumen de comercio.
Los cambios en el sistema comercial se completaron con reformas fiscales. Estas incluían una
simplificación en los derechos que debían pagar las mercancías al salir de los puertos españoles y
un nuevo sistema de recaudación y administración de las cargas impositivas que desde entonces
estuvieron a cargo de los oficiales reales.
En el territorio americano las reformas se concentraron en defender las posesiones de las
agresiones extranjeras y se completaron con una serie de reformas administrativas. Éstas,
incluyeron la creación de dos nuevos virreinatos, el de Nueva Granada y el del Río de la plata.
También se crearon nuevas audiencias en Buenos Aires, Cuzco y Caracas. Finalmente, se instaló el
sistema de intendencias primero en el Rio de la Plata para extenderlos más tarde a Perú y a
México.
La producción minera era de vital importancia para toda la vida económica de los territorios
argentino. Le seguían en importancia las minas de Oruro y las de Pasco. Si bien potosí no ocupaba
el lugar del primer orden en la economía colonial en su conjunto, su producción seguía siendo
fundamental para la articulación del extenso espacio sudamericano ubicado al sur del Alto Perú.
La producción de metálico en el Potosí sufrió un prolongado descenso todo a lo largo del siglo
XVII.
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La producción de plata en Potosí comenzó a recuperarse a principios del siglo XVIII. Al comenzar
el nuevo siglo, varios factores confluyeron en precipitar la baja de producción minera que se
extenderá hasta el fin del periodo colonial. En primer lugar fue el agotamiento de los restos de las
antiguas explotaciones mineras que habían permitido a los empresarios contar todo durante el
siglo XVIII con la ventaja de una explotación que rendía poca plata pura por unidad de mineral
refinado pero que era rentable por la escasa inversión que requería. El segundo fue la suspensión
del abasto de mercurio proveniente de Europa a causa de las guerras en las que estuvo envuelta
España.
Aunque en el siglo XVIII aumentó su producción minera, la ciudad del potosí no recupero el papel
articulador que había alcanzado a fines de del siglo XVI y comienzos del XVII.

El sistema fiscal colonial:

La unidad del sistema fiscal colonial era la caja real, oficina responsable de la recaudación y
registro contable de los ingresos provenientes de los impuestos. Las principales fuentes de
ingresos estatales provenían de los derechos que pagaban la producción de metales, el comercio
internacional y local, y el tributo que pesaba sobre la masa de la población rural indígena. Los
impuestos eclesiásticos también ingresaban en las cajas reales, en cambio, lo obtenido por la
venta de indulgencias o santa cruzada, era recaudado por el clero pero administrado por la real
hacienda. En cada virreinato, audiencia o capitanía general había una caja principal que era
responsable de una seria de cajas regionales o subordinadas. Esta red de tesorerías reales era
administrada por los números burócratas rentados pertenecientes a la real hacienda y
complementada por recaudadores privados de impuestos.
Una vez establecido el virreinato del Perú, la corona organizó una seria de distritos fiscales en su
territorio, todos ellos dependientes de la caja principal de Lima. Pocos años más tarde, la región
de la audiencia de Alto Perú fue transformada en una región administrativa autónoma con su
correspondiente caja real.
En el extremo sur, la caja real establecida en la ciudad de Buenos Aires recibía los ingresos fiscales
generados en la región proveniente en su mayor parte de la actividad mercantil. En el siglo XVII a
medida que la región del rio de la plata se transformó en un espacio importante para el imperio
español, la tesorería de Buenos Aires empezó a depender del subsidio que todos los años remitia
el Alto Perú.
Las reformas borbónicas implementadas en la segunda mitad del siglo XVIII introdujeron algunas
modificaciones en las técnicas recaudatorias. La corona abandonó la práctica de arrendar
impuestos a favor del cobro directo de los derechos por agentes reales, reviso el nivel de algunas
contribuciones para estimular la producción y simplificó la percepción de otras para evitar la
invasión. Mucho antes del establecimiento del virreinato del rio de la plata, el alto Perú cambió su
orientación fiscal desde lima hacia buenos aires, y la real hacienda de potosí se convirtió en la
tesorería central intermediaria para las cajas del alto Perú. La caja real de buenos aires, enviaba
sus cuentas anuales a Lima hasta 1767, en ese año se estableció en la ciudad una contaduría
general para administrar la contabilidad de los distritos fiscales de buenos aires y de las provincias
de Tucumán y Paraguay, desde entonces dejaron de llevarse a Lima. A fines de siglo XVIII los
territorios
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de la audiencia de charcas pasaron a depender del nuevo virreinato del rio de la plata. La riqueza
de la nueva jurisdicción política, radicaba en los ingresos fiscales provenientes del puerto de
buenos aires y de la explotación minera del alto Perú.
Aunque los ingresos provenientes de los monopolios reales aportaban un ingreso directo de la
corona los impuestos sobre la explotación minera, el comercio y a la población indígena producían
escasos excedentes para remitir a España, una vez descontados los gastos de administración y
defensa del virreinato. En las últimas décadas del siglo XVIII las finanzas estatales siguieron
dependiendo de los recursos fiscales generados en las cajas reales de charcas. El virreinato del rio
de la plata tuvo un costo muy alto para el Alto Perú. También más del 70% de las entradas en la
caja de buenos aires eras transferencias de la real hacienda de potosí. En la primera década del
siglo XIX, cuando la crisis afectó a la minería y los ingresos estatales se requerían para auxiliar sus
dificultades, el situado de buenos aires se hizo más pesado. Sin embargo, los fondos remitidos en
la capital afectaron el 43% de los ingresos fiscales de las cajas del Alto Perú.
Puede sostenerse entonces que el costo de formar parte del virreinato del rio de la plata fue tan
alto que en 1810, al iniciarse el movimiento de la independencia, el Alto Perú se desprendió de su
relación con la región del rio de la plata.

Continuidad y reorientación en el Rio de la Plata:

Hacia 1570 se acentúa el proceso de atlantización del sector meridional del espacio peruano. Las
regiones de Tucumán, Cuyo, Paraguay y Rio de la Plata orientan sus producciones hacia el puerto
de buenos aires en la medida en que ésta participa de los beneficios de una de las corrientes
ilegales del metálico altoperuano. En la etapa que se inicia el 1560 en análisis de las exportaciones
de cueros y de metales preciosos, incluyendo el comercio legal, el contrabando y el tráfico
internacional, muestra que los metales preciosos (plata y oro) acumulados en el puerto de buenos
aires constituyeron entre el 85% y 90% de las exportaciones.
Hacia 1766 entraban a Colonia entre 10 y 18 embarcaciones por año. Este tráfico, suponía una
importación de esclavos estimada con 600 hombres por año además de las consabidas
manufacturas europeas y una salida de metales estimada en más de 2 millones de pesos anuales.
Así mismo, los comisos se extienden a lo largo de todo el periodo y constituyen otro indicador
para estimar las navegaciones del rio de la plata.
Entre las manufacturas europeas importadas predominaron los textiles durante todo el periodo.
Sin embargo, después de 1780 aumentó la presencia relativa de los productos agrícolas de origen
español, especialmente de vinos, y aguardientes de la región andaluza.

Buenos Aires y el comercio de esclavos:


El mundo mediterráneo había mantenido viva una tradición esclavista desde la antigüedad hasta
los tiempos modernos. En esta época, la mano de obra se empleaba principalmente, en las tareas
domésticas y urbanas, las mujeres en la casa y los hombres acompañando y ayudando a sus amos.
La combinación de la industria azucarera y la expansión de portuguesa a los largo del siglo XV,
Portugal recibió una medida anual de 800 a 900 esclavos.
Las dos tradiciones, la esclavitud doméstica ibérica y la esclavitud dedicada a las explotaciones
tropicales, estaban firmemente instaladas en la península ibérica. A principios del siglo XVI los
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esclavos africanos negros acompañaron a sus amos españoles a las expediciones militares de la
conquista. Algunos de ellos fueron liberados, e incluso obtuvieron encomiendas en américa.
Es difícil conocer el número de los esclavos negros introducidos en la américa española. En 1810
llegaron un millón de africanos y muchos de ellos desembarcaron en el puerto de buenos aires. La
región del rio de la plata no era apta para el desarrollo de economías de plantación, sin embargo la
corona concedió el primer permiso real para introducir esclavos en la zona.
Mientras se arreglaban las embarcaciones, se desembarcaba la carga de esclavos. Se los sacaba
de la ciudad y luego se los volví a traer como “negros descaminados”. Después, estos esclavos
podían venderse de una manera semilegal en remates públicos.
Las estimaciones señalan que entre 1586 y 1665 se importaron en la región entre 25mil y 30mil
esclavos distribuidos de la siguiente manera: 6.000 autorizados, unos 7.000 sin autorización pero
eran legalizados en remates públicos, y el resto entró en forma clandestina.
A lo largo del siglo XVIII la ciudad de Buenos Aires tuvo tres mercados de esclavos. El primero era
propiedad de la Compañía Francesa. El segundo pertenecía a los británicos. Y a principios de la
década de 1790 el gobierno creó un nuevo mercado de esclavos juntos a las instalaciones de la real
aduana y cerca de los muelles.
El comercio de esclavos después de 1780 significó la continuidad del tráfico intercolonial con
Brasil y África. Con los conflictos de 1779 el tráfico adquirió diversas formas incluyendo la
autorización para el comercio con puertos neutrales. Finalizando el conflicto las autoridades para
comercializar con Brasil no se interrumpieron.

Buenos Aires, el interior y el comercio atlántico:

El comercio atlántico en el puerto de Buenos Aires seguía dependiendo de la capacidad de la


ciudad para atraer la corriente de metales preciosos que se producían en el lejano interior del
espacio. A su vez, por medio del abastecimiento de las guarniciones militares dentro del adelanto
de salarios a los soldados, los comerciantes vinculados al comercio atlántico accedían
directamente a esos recursos.
Un análisis de los flujos mercantiles que llegaron a Potosí en 1793 muestra que las mercancías
europeas representaron el 24% del total de importaciones. Potosí conforma su posición como
gran centro minero cuya producción atrae a los comerciantes del espacio peruano que acuden a
su mercado con el objetivo de trocar sus mercancías.
Las mercancías comercializadas eran efectos europeas en general y esclavos pero también efectos
de la tierra: yerba mate, sebo, cueros curtidos, productos de talabartería, botas, textiles de
algodón. Hasta fines de la década de 1800 el comercio entre buenos aires y el reino de chile se
realizaba un 95% por vía terrestre y el resto por la ruta. Otro camino de menor uso para buenos
aires pero de suma importancia, era la ruya sanjuanina. Las principales regiones proveedoras
recibían a cambio de sus productos, la proporción más importante de plata.
En Salta, el comercio de mulas era muy importante. Las mulas provenían de regiones cercanas,
pero también de buenos aires, cuyo, córdoba e invernaban en los valles que rodeaban la ciudad y
una vez recuperadas partian hacia Alto Perú.
La ciudad de Tucumán, se vio favorecida por la expansión de los intercambios mercantiles durante
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el periodo colonial. En la segunda mitad del siglo XVIII la ciudad de Córdoba siguió vendiendo sus
mulas y ganado a las ferias de Salta y Jujuy. Los comerciantes cordobeses diversificaron sus
transacciones y eso les permitió sortear las dificultades en el mercado altoperuano cuando se
producían caídas en las demandas de mulas o en sus precios. A su vez, Córdoba encontró en el
mercado de buenos aires una salida para los textiles de lana. Esta era su producción de antigua
data, a cargo de las mujeres y destinada al consumo familiar. Así mismo, Córdoba siguió trayendo
los tráficos de vinos, aguardientes y frutas secas originados en la región de cuyo.
El clima comercial, se reflejó de manera ambigua la producción de vinos. Son conocidas las quejas,
representaciones y memorias de cosecheros y funcionarios coloniales con respecto a los efectos
negativos del comercio libre. En esta época (XVIII) las exportaciones de vino mendocino no
sufrieron contracción alguna.
Los productores de cuyo, emplearon distintas estrategias para alcanzar los principales mercados
de la región. En san juan, éstos apelaron a convertir la mayor parte del vino producido. Los
precarios barriles cubiertos con cueros en sus extremos se cargaban en carretas tiradas por
bueyes que demoraban más de 45 días en hacer el viaje de Mendoza a buenos aires.
Los vinos y aguardientes de san juan y Mendoza dependías casi exclusivamente del mercado en
que se había convertido buenos aires.
En 1740 los santafesinos habían obtenido el privilegio de la corona de ser “puerto preciso”. En
la segunda mitad del siglo se hicieron más importantes sus relaciones comerciales con el
atlántico, tanto para la importación de efectos europeos como para la exportación de los
cueros. Santa fe estaba orientando su economía hacia la producción del ganado vacuno.
A fines del siglo XVIII los metales preciosos también constituyeron la principal mercancía de
exportación

Unidad III:

Introducción:
Sobre las causas que provocaron los movimientos de emancipación de las colonias americanas,
podemos decir que la situación internacional jugó como un elemento facilitador del mismo para el
inicio del proceso revolucionario de América.
Los importantes conflictos que enfrentaban los propietarios americanos con las autoridades
españolas se originaban en la negativa de la corona de permitir el acceso americano a los cargos
más importantes del gobierno y en el mantenimiento del monopolio comercial.
En Buenos Aires, el rechazo de las invasiones inglesas años antes, había ayudado a tomar
conciencia de la propia fuerza, a la par que había dejado al descubierto la debilidad militar del
imperio español. Conocida la noticia de la disolución de España, grupos de vecinos de la ciudad de
Buenos Aires comenzaron a organizarse con el objetivo de hacerse cargo del gobierno. Una vez
dado el pronunciamiento de Mayo comenzaba la ardua tarea de organizar el estado-nación con
todo lo que eso implicaba. Los años que siguieron la revolución de Mayo fueron de gran
inestabilidad política, ya que se estaba organizando el nuevo estado y no pudo concretarse un
acuerdo sobre la forma de gobierno a adoptar. La guerra por la independencia que tuvo
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consecuencias devastadoras en vidas humanas y recursos económicos, también contribuyó a la


inestabilidad pues las necesidades de la guerra llevaron a los gobiernos revolucionarios a buscar
diferentes formas de obtener recursos. Una de ella fue aumentar los impuestos y las
contribuciones extraordinarias a los comerciantes. Otra manera de obtener recursos fue la
exigencia de entregar ganados y frutos de la tierra a los propietarios rurales.
Los circuitos comerciales se destruyeron como consecuencia de la ruina de los comerciantes y de
la inseguridad de los caminos por la guerra y los saqueos, lo que provocó un mayor aislamiento de
las regiones del interior.
La pérdida del alto Perú, contribuyó a la crisis de la economía. No solo se perdió una fuente de
abastecimiento de plata, sino que también se arruinaron las economías de las regiones que
abastecían el centro minero de potosí. Varios revolucionarios como Manuel Belgrano y San Martin
llegaron a plantear la posibilidad del establecimiento de una monarquía incásica, la cual fue
rechazada de plano.
En 1819 se sancionó una Constitución que por establecer una forma de gobierno centralista, fue
rechazada por las provincias quienes defendían la forma federal del gobierno. A partir de este
momento, los gobiernos provinciales reasumieron atribuciones que habían cedido al gobierno
central del Directorio, y se dedicaron a su reorganización interna. Al mismo tiempo,
reorganizaron sus economías a partir de la recaudación de aranceles por el establecimiento de
aduanas internas y que gravaban a las mercaderías que transitaban de una provincia a otra.
También acuñaron sus propias monedas y comenzaron a manejar sus relaciones con países
extranjeros.
Entre 1810, y 1813 se dictaron una seria de medidas que terminaron con cualquier limitación al
libre comercio, y desde entonces las producciones y los comerciantes locales enfrentaron sin
ninguna protección la competencia de los comerciantes y producciones extranjeras,
especialmente las inglesas. El libre comercio liquidó todas las barreras monopólicas impuestas por
los españoles. El libre comercio favorecía la entrada masiva de productos británicos,
especialmente los textiles producidos a bajos costos por la mecanización de la industria. La
economía librecambista provocó un desarrollo desigual del país donde la más favorecida fue
buenos aires ya que el interior quedó relegado. Esta situación provocó la reacción de los dirigentes
del interior que verán amenazadas sus economías y con ellas sus propios intereses.
En 1826 huno otro intento de organización centralista del país, cuando el congreso nacional dicta
la ley de la presidencia por la cual se designaba a Bernardino Rivadavia como presidente de la
República. En este periodo se van a dictar algunas medidas como la creación del banco de
descuentos que en 1826 se transformaría en el banco nacional. Derrotado este último intento
centralista, comienza el ascenso del federalismo que con Rosas a la cabeza se mantendrá hasta la
caída de éste en 1852.

Del mercantilismo a la libertad: Las consecuencias económicas de la independencia Argentina:

Mitre identificaba la falta de libertad como la principal restricción de la economía colonial. Para
Belgrano estaba claro que el sistema monopólico que había excluido hasta fines del siglo XVIII a
Buenos Aires, de las principales corrientes comerciales del imperio debía cambiar, aun cuando no
supiese que tales cambios debían efectuarse bajo el manto republicano que su biógrafo juzgaba
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ineludible.
Solo en las últimas décadas del siglo XVIII la corona, debió recurrir a medios que sirvieron, por un
lado, para apaliar las penurias, pero por otro para abrir el apetito de libertad que prometia
mayores beneficios que la estricta regulación causante de aquel olvido. Esa libertad se obtuvo
con la ruptura y sus beneficios se hicieron en seguida evidentes en la región, tanto que aquellos
sectores protegidos detrás de las antiguas regulaciones buscaron pronto regresar a las antiguas
prácticas.
La independencia trajo, de manera más decidida que las reformas borbónicas, el reino de la
libertad, pero no necesariamente el fin del mercantilismo. La independencia, consecuencia de
cambios institucionales producidos en España, también introdujo cambios en el marco
institucional del antiguo virreinato.

Comercio:

La independencia, desde el punto de vista económico, fue consecuencia de las presiones locales
sobre las instituciones que tardaban en dar una respuesta a las necesidades de desarrollo del
comercio y de la producción, pero también introdujo nuevos problemas y nuevas demandas. El
sistema colonial presentaba algunos otros aspectos que tras la independencia manifestarían sus
virtudes. La economía de Buenos Aires se vio favorecida por la desaparición de regulaciones
coloniales que obligaban a comercializar a través de España y de un sistema fiscal. Pero al mismo
tiempo, el estado español proveía a las diferentes partes del virreinato a un costo que pronto se
revelaría no demasiado exagerado al servicio que se espera de un estado, protección, seguridad
y justicia.
La caída del estado español en las indias muestra hasta qué punto las instituciones, proveían una
manera de reducir los costos de transacción y al mismo tiempo, el desorden posterior muestra
como aumentaron esos costos cuando las instituciones políticas, sociales, y económicas pasaban
por un periodo de turbulencia y redefinición.
La economía que a fines de siglo XVIII estaba basada en la exportación de plata, en las décadas
posteriores a la independencia, paso a basarse en la exportación de productos pecuarios de la
pampa bonaerense. Este no es el único cambio producido por la independencia en la región
rioplatense, tres siglos de hegemonía del alto Perú terminaron y comenzó en un área más
reducida, la de buenos aires. No solamente cambio la producción, sino que cada una de las partes
se vieron afectadas por las características del nuevo polo hegemónico.
En Buenos Aires, los servicios del estado continuaron prestándose sin verse afectados en absoluto.
Quedó en discusión, en que área podían proveerse estos servicios, limitada por la escasez, y por
competencia de otros potenciales oferentes. Los poderes locales seguidos de la esfumación del
poder español estaban dentro de una respuesta efectiva a la demanda local de protección, pero
con sus recursos limitados por la capacidad de las economías regionales, solo podían ejercer tales
funciones en áreas regionales. La caída del gobierno nacional, tuvo importantes consecuencias
económicas para Buenos Aires. Por un lado, el costo del intento de extender los servicios del
estado a aparentadas áreas, se vio inmediatamente reducido por la desaparición del ejército
creado. Por otro, llegó la oportunidad de sacudir completamente algunas rémoras del pasado y
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organizar las instituciones económicas locales sobre las nuevas bases provistas por los principios
de la libertad económica. Los principios de la libertad económica no fueron aceptados en el
interior sino a regañadientes. Los productores de vinos de cuyo, reclamaron la prohibición de la
importación de vinos extranjero, y desde 1830 el correntino Pero Ferré exigió la erección de
barreras arancelarias. Estos intentos regresivos encontraban poca simpatia en Buenos Aires,
donde aún se recordaba que la prohibición de importación significaba precios más altos para los
consumidores locales y rentas para los productores privilegiados, importadores y contrabandistas.
Mientras los gobiernos del interior reclamaban al de buenos aires al respecto de las jurisdicciones
provinciales, limitando por lo tanto los servicios de protección, por otro pedían su extensión.
Córdoba dejó de exportar frezadas pasa pasar a exportar cueros. San juan y Mendoza se volcaron
hacia la ganadería y cuando el ferrocarril puso a su alcance el mercado porteño, se dedicaron
nuevamente a los vinos. Aunque las bases de la organización económica estaban sentadas sobre la
libertad, la protección de la producción de algunas regiones fue el precio pagado por la
prosperidad que aquella organización había triado a la pampa húmeda.

Tierras y producción:

La mayor consecuencia de la independencia fue liberar las fuerzas productivas de Buenos Aires,
una región que producía bienes demandados en otros mercados. La exportación de cueros había
crecido en la última década del siglo XVIII, produciendo una moderada expansión de la ocupación
territorial. La incorporación de nuevas tierras a la producción se produjo dentro de las
modalidades coloniales en uso a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, ocupación de
tierras realengas, composiciones y mercedes. Esas modalidades no cambiaron inmediatamente
después de la independencia. La pampa tradicional, no estaba completamente ocupada por la
producción pecuaria a fin del periodo colonial. Aun cuando la producción extensiva la ocupase
plenamente, la definición de los derechos de propiedad sobre la tierra aún no había avanzado, en
parte por el costo de esa definición, en parte porque los derechos sobre el agua solían ser más
importantes que la extensión de las tierras en propiedad, ya que la falta de control sobre las
tierras realengas las habilitaba para el usufructo privado. La tierra pasó masivamente a manos
privadas a partir de 1836, la liquidación del sistema de enfiteusis primero, luego el reparto de
tierras públicas por premios militares, y más tarde fueron las vías.
A fines del siglo XVIII la producción de granos y de bienes pecuarios demandaba la mano de obra
en distintas estaciones, pero no ofrecían empleado continuado. La producción de grano ubicada
en la ciudad de buenos aires, ofrecía trabajo a los desocupados urbanos. Escasez y abundancia de
mano de obra, deben comprenderse en este contexto: la queja de los productos cerca de la
inestabilidad de la mano de obra era reflejo de la incapacidad de esa economía en general un
empleo estable.
La inhabilidad de la economía rural de proveer de trabajo permanente a la población de la
campaña se veía compensada por una institución también común a todas las economías agrarias.
Los terratenientes toleraban a estos peones dentro de sus propiedades concediéndoles derechos,
sobre una parcela de tierra donde establecer su rancho y criar algunas gallinas y vacas. Si las
tareas rurales no sufrieron trasformaciones con la expansión de la ganadería vacuna, ésta tuvo
dos
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consecuencias laborales. Por un lado, la demanda de mano de obra se encontraba dispersa en un


territorio cada vez más amplio, y por otro, ella estaba localizada cada vez más lejos de la ciudad de
Buenos Aires.
La expansión del ovino introdujo nuevas formas de trabajo de rural y por lo tanto nuevas
relaciones laborales. El ovino proveía empleo todo el año a una cantidad mucho mayor de
trabajadores que el vacuno, con picos de demanda en la época de la esquila que eran cubiertos
mediante la contratación de trabajadores temporarios que se desempeñaban en otro
establecimiento. Las formas coloniales de producción y de organización del trabajo se
mantuvieron vigentes mucho más allá de la independencia, pero los cambios en la política
económica introducidos por ésta permitian que los factores de producción se combinaran del
modo más eficiente. Esta fue, desde el punto de vista de la producción, la mayor innovación
introducida por la independencia.

Moneda y crédito:

La independencia significó una retracción del estado respecto de la producción que liberó fuerzas
contenidas. Esa retracción fue producto de la disolución del estado y de la aparición de poderes
regionales que compitieron para proveer los servicios estatales. La desaparición del estado
permitió que las regiones se organizaran más eficazmente. En Buenos Aires aparecieron formas
modernas de la organización económica. La creación de las instituciones de crédito público y
privado, y la sustitución de la moneda metálica por el papel moneda fueron los principales rasgos
de esa modernidad.
Las finanzas coloniales estaban organizadas en torno de los fondos que se recibían desde el Ato
Perú para el sostén de la administración. El gasto fiscal estaba limitado por el ingreso, de modo
que las necesidades extraordinarias debían cubrirse también de manera extraordinaria. La
capacidad del estado de hacer frente a sus gastos estaba limitada entonces por la capacidad de
producir moneda o de conseguirla a través de la recaudación de impuestos. Esos fondos, servían
para cubrir las necesidades financieras coloniales.
La independencia produjo grandes cambios monetarios y financieros. El primer agente
transformador fue la desaparición de los ingresos de los ingresos remitidos por las cajas
altoperuanas para mantener la administración virreinal. Para que las instituciones del gobierno
que funcionaba en Buenos Aires continuaran funcionando fue necesario encontrar nuevos
recursos. En primer lugar se apeló a contribuciones forzosas y expropiaciones, pero estos recursos
no eran renovables. En noviembre de 1813 el gobierno emitió pagarés sellados, un titilo de deuda
que compensaría a los forzados contribuyentes. El pagaré sellado era demasiado imperfecto por el
riesgo que implicaban y por la sobreoferta, circulaba con descuento. Si estas imperfecciones
pesaban sobre los usuarios, otras lo hacían sobre el emisor.
La reforma tributaria de 1821 tuvo por objeto eliminar impuestos, desparecieron los ingresos
vinculados y en futuro los gastos se atenderían con la masa recaudada. El estado de Buenos Aires
consolidó toda la deuda anterior, dicha deuda se unificó en los bonos del crédito público, cuyas
emisiones futuras servirían para financiar los gastos extraordinarios de un modo que no resultara
perjudicial para los acreedores. Parte del ingreso fiscal estaban destinados al servicio de la deuda
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interna y la amortización de bonos. A diferencia de los titulos que circularon durante la primera
década, estos tenían una garantia real, la tierra pública. Pero la abundancia de esta, la dificultad
de enjuiciar al estado y los gastos que un acreedor debía incurrir para la apropiación de las tierras,
las tornaban en una garantia teórica.
Los billetes del banco fueron libremente convertibles. En 1826 se suspendió la convertibilidad de
los billetes y poco tiempo después adquirieron curso forzoso. Esto se hizo en medio de un bloqueo
del puerto de buenos aires debido a la guerra de Brasil. La suspensión del comercio exterior fue
acompañada por la ruptura del vínculo real en el medio de pago. Nació así, la inflación fiduciaria.
Esta, producida por el aumento de la cantidad de moneda fisica y por lo tanto un cambio en el
precio relativo del metal de que esta echo la moneda respecto de los otros bienes, consiste en un
aumento nominal de la cantidad de moneda fiduciaria que puede producirse a un ritmo superior
al de inflación monetaria.
La inflación fiduciaria fue el nuevo instrumento financiero del gobierno de buenos aires durante la
guerra con Brasil. La devaluación del medio del medio de pago produjo la destrucción del
mercado financiero donde el único instrumento eran titulos cuyo valor nominal se desvalorizaba
al ritmo de la moneda.
El banco de buenos aires había sido creado por los comerciantes de la plaza, criollos y extranjeros,
el banco nacional fue manejado porque los votos en la asamblea favorecían a los accionistas
minoritarios, por los comerciantes porteños. La desvalorización de la moneda introdujo
incertidumbre en los contratos. En enero de 1826 al suspenderse la convertibilidad de los billetes
del banco se produjo de inmediato una desvalorización de los billetes respecto de su valor
nominal metálico. Los contratos no debían sufrir las consecuencias de tal desvalorización. En abril
de ese año se produjo un cambio que alteró las condiciones de contratación tanto para el futuro
como retrospectivamente los billetes del banco fueron convertidos en moneda corriente en
reemplazo de la moneda metálica.
Mientras este proceso de reforma tributaria, financiera y monetaria tenía lugar en buenos aires,
el interior se mantuvo dentro de un patrón metálico hasta la unificación monetaria, y tanto desde
el punto de vista financiero como tributario se mantuvo apegado a las tradiciones coloniales,
reduciendo extracciones, expropiaciones y contribuciones forzosas.

El comercio y las finanzas públicas en los estados provinciales:


La evolución de la historia política, económica, comercial y financiera que se produjo en argentina
luego de la revolución de mayo suele asociarse con el nacimiento de un estado y una economía
nacional. No existieron luego de la revolución un estado, un gobierno y una economía de carácter
nacional. Por el contrario en el espacio territorial del ex virreinato rioplatense se produjo una gran
disgregación política. Fueron las elites de cada provincia las que se disputaron el poder político y
las que se ocuparon del manejo del gobierno provincial. Dentro de aquel contexto las economías
provinciales tuvieron durante varias décadas diversas orientaciones y posibilidades de
crecimiento. Mientras algunas provincias experimentaron transformaciones en sus patrones de
desarrollo económico, en cambio otras apenas manifestaron una imitada reestructuración,
manteniendo una orientación de la economía similar a la de los tiempos coloniales.
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La tradición comercial y financiera rioplatense:

Desde la década de 1550 se produjo en el alto Perú una gran demanda de medios de producción y
de subsistencia. El consumo de los miles de trabajadores que se empleaban en el centro minero,
junto con los insumos necesarios para la producción de plata fueron los disparadores de
crecimiento de la demanda de bienes. Esta situación promovió una acelerada oferta y
mercantilización de producciones de origen tanto europeo como de un vasto espacio regional,
que desde entonces comenzaron a traficarse en una amplia red de circuitos comerciales que
alimentaban el mercado minero.
Aunque los bines que se ofrecían en los mercados coloniales incluían productos elaborados, en el
continente europeo y americano, la mayor parte de las necesidades se cubrieron con las
mercancías originadas en el territorio del nuevo mundo. Por eso, las producciones lograron
desarrollarse con éxito y se insertaron en las plazas mercantiles del espacio comercial
altoperuano. Este espacio económico regional se mantuvo integrado a lo largo de la época
colonial. Por las de 100 años, barcos carretas y recuas de mulas transportaron por las tierras
rioplatenses un intenso tráfico que incluía una amplia gama de productos. Esta vitalidad en los
tráficos mercantiles posibilitó la consolidación de los negocios en el territorio rioplatense,
alimentando el crecimiento de las producciones locales y el enriquecimiento de los productores y
comerciantes que operaban en los mercados americanos. Todavía en las últimas décadas del
periodo colonial había una sólida vinculación mercantil que unió rio de la plata con el alto Perú.
A fines del siglo XVIII aquella fuerte relación del rio de la plata con el alto Perú ya no tenía
fundamentos solamente en los lazos mercantiles que los unían, sino también en la unidad política
que las reformas borbónicas les habían dado a estos territorios con la creación del virreinato del
rio de plata, cuyos pilares eran minería altoperuana y la nueva capital virreinal, que era la ciudad
y puerto de buenos aires.
Luego de la crisis de 1810, aquel conjunto de vínculos comerciales y financieros que unidad el
territorio virreinal comenzó a agonizar, para luego casi desaparecer. Las consecuencias de la
revolución consumieron parte de la riqueza rioplatense. En primer lugar, los frentes de batalla
contra los españoles es Jujuy, salta, y Tucumán alternaron los circuitos del comercio altoperuano,
reduciendo y entorpeciendo los negocios que habían sostenido esas economías durante varios
siglos. A eso se le sumo la creciente pobreza de recursos fiscales que afectaría a los gobiernos
revolucionarios, ya que la dislocación política y el mantenimiento del poder español en el alto Perú
tornaron irrecuperable la provisión de recursos financieros procedentes de la actividad minera
altoperuana.
Luego de 1810 el estado revolucionario se quedaba sin recursos financieros, mientras que su
economía sufría la alteración de los patrones mercantiles que daban vida a sus producciones,
afectando los capitales y comerciantes y hacendados. En aquella primera década en medio de
tantas perdidas algunas económicas comenzaban a encontrar un nuevo rumbo, que consistia en
fortalecer a través del libre comercio, decretado en 1813.
Desde el inicio del decenio de 1820 cuando la independencia rioplatense estaba
asegurada, quedaron planteados nuevos desafíos. Solo algunas economías pudieron
encontrar nuevos beneficios, mientras que otros se limitaron a reconstruir sus antiguas
vinculaciones.
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Espacios económicos bifrontes:


A partir de la segunda década del siglo XIX la economía ganadera de buenos aires inició un ciclo de
crecimiento ligado con la plena inserción de la producción pecuaria porteña en el mercado
atlántico. De esa manera fue posible que la campaña rural bonaerense sostuviera un exitoso
crecimiento, que se evidenció en una expansión territorial, económica y comercial.
Unido a ese despegue de la economía ganadera, el estado bonaerense iniciaba una
transformación de sus estructuras financieras para sanear os gastos de la etapa revolucionaria y
comenzaba a definir su política de ingreso. El nuevo eje estaba basado en el reemplazo del fuerte
peso de las remesas metálicas altoperuanas por los ingresos aduaneros, que desde entonces
pasarían a ser el sostén de la política fiscal. Aquella interpretación explica el desarrollo del proceso
económico de varias provincias litoraleñas, pero lo que no resulta tan evidente es la naturaleza de
los nuevos estados provinciales posrevolucionarios, ni los diferentes ciclos fluctuaciones, y
tensiones que el nuevo esquema económico experimentó a lo largo del siglo XIX.
La evolución económica financiera en las primeras seis décadas independiente experimentó
comportamientos diferentes en cada uno de los diferentes territorios provinciales. Las guerras de
la independencia trastocaron notablemente los vínculos comerciales de la región bonaerense-
litoraleña a tal punto que cuando estas guerras finalizaron se quebró definitivamente el eje
comerciales entre buenos aires y potosí. Pero al mismo tiempo que se dislocaban los vínculos con
el alto Perú, se iban entretejiendo nuevos lazos comerciales cada vez más fuertes con los
mercados de ultramar. Y el territorio bonaerense-litoraleño, por sus recursos y posibilidades
económicas fue el más beneficiado por el nuevo rumbo del comercio rioplatense. El principal
motor e impulsor de este esquema fue Buenos Aires cuyo puerto recuperó el liderazgo en su rol
de eje principal en la inserción económica al atlántico. Esta creciente conexión mercantil permitia
colocar los productos primarios de la ganadería en las plazas mercantiles de los países europeos
que se hallaban en pleno proceso de industrialización. Por ello los porteños defendieron la
libertad de comercio de su puerto e impulsaron decididamente el estrechamiento de los vínculos
mercantiles con Inglaterra. Pero para el resto de las provincias del “litoral de los ríos” integrado
por corrientes, entre ríos y santa fe, las cosas no cambiaron tan rápidamente ya que circulación de
su comercio quedó subordinada al puerto de buenos aires. Las relaciones comerciales
posindependentistas entre buenos aires y el resto de las provincias nacieron con serias
restricciones. Para los productores ganaderos los cambios no iban lo suficientemente lejos ya que
el esquema fortalecía la concentración comercial en el puerto de buenos aires. El en litoral hubo
un periodo poscolonial, un ciclo con dos momentos diferentes. La crisis desatada por las guerras
de independencia y por la inestabilidad política de las provincias parece haber afectado la
circulación mercantil y la producción hasta 1825. Luego se inicia un largo periodo hasta mediados
de siglo que se registró un alza sostenida en la producción de la región bonaerense-litoraleña.
Buenos Aires a partir de 1820 comenzó su proceso de expansión de la frontera rural, que más
tarde se consolidara con la campaña militar de juan Manuel de rosas. Esta nueva disponibilidad de
tierras para la producción les permitirá a la provincia, incrementar la producción y proveer al
mercado urbano, y sobre todo a su puerto de mayor cantidad de cueros, sebo, carne salada, lana
y cereales. Al comienzo del decenio de 1830 la provincia volcaba cada año a las exportaciones
ultramarinas un promedio de 500mil cueros vacunos, 20 años después su promedio se había
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multiplicado notablemente llegando a 1millon y medio de cueros vacunos anuales. Desde 1829 la
económica provincial y el comercio porteño adquieren una sólida tendencia de crecimiento cuyo
correlato es el ascensor del poder de rosas. De este modo, el estado provincial pudo obtener
ingresos fiscales y los comerciantes disfrutaron de un marco adecuado para sus negocios. En el
litoral de los ríos la evolución económica de la provincia de entre ríos muestra similitudes con la
porteña, aunque con una evolución más retardada.
Desde los primeros años de la década de 1840 sería la zona bordeada la ribera del rio Uruguay, la
que se convertiría en el núcleo más dinámico de la economía provincial. En Concepción del
Uruguay se irán consolidando las estancias ganaderas y un conjunto de saladeros que dará
sustento material al crecimiento de la provincia. Cruzando el río Paraná se encontraba la
económica santafesina, que intentaba seguir los pasos de la expansión rural litoraleña, pero sus
esfuerzos no fueron tan exitosos. La base económica de la provincia estuvo circunscrita a una
endeble franja de tierras en los alrededores de la ciudad de santa fe y el pueblo de rosario. Solo
hacia mediados del siglo los santafesinos podrían comenzar a consolidar el control de sus tierras
fronterizas y será a partir de 1870 cuando lograrán ser una de las provincias más favorecidas
dentro del desarrollo económico de la argentina.
En este litoral fueron los correntinos los que se sintieron más incómodos con el nuevo esquema
posindependentista. La provincia de corrientes tenía una económica bastante diversificada dentro
de la cual convivían algunas industrias de vieja data, como la producción de textiles burdos, la
yerba mate y el tabaco. Durante los últimos años y los posteriores a la revolución, la yerba y el
tabaco correntino había tenido un acceso interesante al mercado de consumo doméstico
rioplatense. Pero la apertura librecambista de los porteños representó un problema serio la
estrategia económica correntina. Por ellos desde fines del bloqueo comercial de 1828 la
competencia de los productores brasileños comenzó a perjudicarlos notablemente. En ese
momento el gobernador correntino Pedo Ferré planteó duros reclamos al gobierno de Buenos
Aires, pretendiendo disputar a los porteños el monopolio del tráfico comercial con ultramar y el
beneficio de las rentas de la aduana bonaerense.
Los acuerdos alcanzados entre las provincias con la firma del Pacto Federal, las disputas por la
libre navegación de los ríos continuaron presentes como telón de fondo en los permanentes
enfrentamientos políticos y militares que mantuvieron los correntinos con el sistema político
rosista hasta mediados de la década de 1840. Pero más allá de los acuerdos políticos
interprovinciales que firmaron los correntinos, el comercio provincial no progresó como sus
líderes pretendían. Tuvieron algo más de éxito con los productos ganaderos. Hubo desde 1830 una
temprana expansión de la producción y del comercio de cueros correntinos. Otra industria
provincial que tuvo cierto impulso mercantil fue la curtiembre, ya desde fines del periodo colonial
la provincia exportaba suelas de cuero al mercado porteño. El equipamiento de los ejércitos y al
amplio uso del cuero curtido en muchos ramos fueron demandantes de esta producción, pero
luego un corto periodo de apogeo en la década de 1830, la importancia de estas producciones
declinó.
Luego de 1810, también algunas provincias, como córdoba y Tucumán encontraron nuevos rumbos
para sus economías, mientras que los territorios del noroeste y cuyo reconstruyeron antiguos
circuitos comerciales similares a los del periodo colonial. Las relaciones de intercambio comercial
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de la provincia de Córdoba se reorientaron en la era poscolonial. Su base ya no sería el abasto de


los mercados mineros con su tipico comercio mular y textil, sino que desde 1820 los cordobeses
tejen un vínculo bastante estrecho con el puerto de buenos aires, orientando progresivamente
su producción para el intercambio con el mercado atlántico.
En su nuevo rumbo la económica mediterránea se sustentó con la exportación de cueros vacunos
y ovinos, lana, cerda, cueros ovinos destinados al comercio ultramarino. También enviaba tejidos,
harina, cal para el consumo de mercados urbanos litoraleños al tiempo que importaba una amplia
gama de los productos ultramarinos del puerto de buenos aires. Entre los rubros de exportación
sobresales los cueros vacunos alcanzaron un promedio anual de 50mil piezas. También en esa
época se valorizaron 5mil arrobas de sebo que exportaba la provincia. Junto con estos productos
cobró una importante significación desde la década de 1830 el comercio de lanas.
Los tejidos, ponchos, frazadas y jergas sobrevivieron a los cambios producidos luego de la
revolución y fueron importantes hasta 1840. Su comercio tuvo buen ritmo entre 1820-40 con unas
40mil piezas anuales, pero la exportación de este ramo declinó hacia fin de los 40 a unas 20mil
piezas, al tiempo que aumentaban las exportaciones de lana en bruto para el mercado atlántico.
Por su parte el comercio tucumano luego de la revolución mostró una situación más compleja
pues su intercambio comercial estuvo muy ligado al mercado atlántico, pero sin perder
totalmente sus vínculos con los mercados chilenos y boliviano. Pero asimismo durante los bloques
comerciales a la plaza mercantil porteña, mantiene un lazo comercial estrecho con los puertos del
pacífico. El proceso de vinculación tucumana a la económica atlántica es notorio luego de la
revolución, cuando el comercio con el alto Perú disminuye un 50% y desde 1812 desaparece. Para
1815 ya habían desaparecido los vínculos mercantiles permanentes que unían a Tucumán con el
alto Perú Paraguay y chile. Al tiempo que parece acentuarse el rol de Tucumán como
intermediario de productos europeos entre buenos aires y las provincias del noroeste. En el caso
de las provincias del noroeste y cuyo la caída del orden colonial no estuvo acompañada por una
fuerte desestructuración de su espacio económico, aunque sí ocasionó un largo periodo de
reacomodamiento mercantil.
La introducción de mercaderías desde el pacifico a través de cobija, le permite al comercio salto-
jujeño abastecer los mercados sudbolivianos del potosí, Oruro, Tupiza, y atacama, y mientras
que los productos que se internan desde el puerto de Arica son llevados a la paz. De esa manera
el económico salto-jujeño posindependentista se orientó en gran medida hacia la provisión de
los centros mineros y urbanos del sur de Bolivia, cuyos requerimientos estaban basados en
ganado vacuno, mular y equino.
En esta esquema comercial la ruta mercantil del puerto de cobija tuvo importancia, ya que
también aceleró el comercio que conectada al litoral del pacifico con el noroeste. Desde fines de
la década de 1830 los comerciantes salto-jujeño utilizaron con mucha frecuencia el puerto
Valparaíso para entrar los efectos de ultramar, a los que agregaban vinos y aguardientes
sanjuaninos que vendían en los mercados del noroeste y altiplano. Desde 1840 los vínculos
mercantiles salto- jujeños con el antiplano se estrecharon más aun debido a la reactivación de la
producción de plata en Bolivia.
La tensión entre las diferentes orientaciones de la economía y los circuitos mercantiles se mantuvo
durante las primeras seis décadas poscoloniales, sin embargo, la potencialidad de ambas
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estrategias no eran equiparables, mientras los mercados regionales eran modestos e inestables, el
mercado atlántico mostraba una vitalidad creciente. La situación comenzaría a cambiar
drásticamente, cuando se integraban las economías provinciales y se consolidaba la construcción
del estado nacional argentino.

Las finanzas públicas:


Las cuentas públicas de la década de guerras independentistas muestran que la separación del alto
Perú produjo la perdida completa de los ingresos provenientes del potosí, mientras la dinámica
revolucionaria originaba gastos crecientes. Las finanzas públicas no agravaron la propiedad ni los
ingresos es decir, nunca hubo grandes impuestos directos. En cambio se acentuó la tendencia
iniciada con la revolución de sustentar los ingresos de erario en los recursos que proporcionaba el
comercio. A partir de esta característica se estableció una relación directa entre el volumen de la
actividad mercantil y el ingreso público.
En cuanto al gasto público el grueso estuvo concentrado en el aparato militar y la estructura
administrativa de los estados provinciales que en plena etapa de gestación y enfrentamiento
tuvieron que aplicar gran parte de sus recursos en afirmar y defender su soberanía y dominio
territorial. Los ingresos genuinos rara vez resultaron suficientes para cubrir totalmente los gastos.
Estos jóvenes estados tenían múltiples tareas, como mínimo debían asegurarse el control y
dominio de su territorio para lo cual debían mantener una adecuada estructura administrativa y
militar.
El puerto de buenos aires le brindaba los impuestos cobrados a las importaciones que se vendían
en un amplio espacio mercantil. Desde comienzos de la década de 1820 el estado provincial
inició un ciclo de reformas con las que se terminaron de configurar nuevas finanzas de la era
independiente. Desde la década de 1830 el gobierno porteño intento limitar los gastos a lo
indispensable. No obstante hubo varios momentos de sobresaltos financieros, estos estuvieron
relacionados a los bloqueos comerciales que sufrió el puerto de buenos aires.
Las finanzas correntinas muestran una progresiva eficacia al lograr aumentar el ingreso y manejar
el gasto dentro los límites impuestos por su recaudación fiscal. El espíritu que sostenía la política
comercial correntina consistia en conciliar los intereses fiscales con la tradición proteccionista, con
una intención de privilegiar su producción de tabaco, cigarros, textiles, aguardiente, azúcar y
dulces, y a todo eso se le agregó la prohibición del ingreso de yerba brasileña.
Las finanzas de entre ríos soportaron desde su gestación un progresivo deterioro. El desorden
financiero coincide con la inestable situación política que vivió la provincia, los permanentes
conflictos militares consumieron rápidamente los muy limitados fondos públicos, al tiempo que la
falta de consenso político debilitó la capacidad recaudadora del estado.
La política de finanzas cordobesa también evito afectar las fortunas particulares, no solo cobraba
impuestos directos a los capitales sino que hizo recaer las cargas fiscales sobre toda la población.
Las finanzas santafesinas muestran a primera vista que sus cuentas políticas tuvieron en general
un saldo positivo. Pero detrás de este fenómeno se esconde una política permanente de
endeudamiento.
Algunos pocos estados lograron cumplir con éxito sus funciones básicas, mientras que otros solo
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pudieron cumplirlas parcialmente sobreviviendo gracias al permanente auxilio de los préstamos


internos y externos.

Nueva historia de la nación Argentina:


-Las ideas económicas:
Los primeros años del proceso de la independencia nos muestran expresiones doctrinarias
de importancia en el terreno económico. Los documentos oficiales y periodísticos relativos a
iniciativas económicas o financieras suelen contener a veces pronunciamientos en materia
de doctrina, los que aunque no vayan más allá del propósito de apoyas esas medidas y al
mismo tiempo permiten algún inferencia sobre el tipo de ideas económicas en circulación.
Pese a la prédica doctrinaria de los periódicos de Vieytes y Belgrano varios de los considerados de
las primeras medidas de gobierno declaren al comercio como el verdadero creador de la riqueza.
El desarrollo de la agricultura permitirá el aumento de la población, base de la riqueza del estado
y cuestión importante para buenos aires.
Filangieri criticaba a los partidos de los aranceles protectores, a quienes calificaban ineptos y
miserables políticos, por creer que el aumento de los precios de los productos del exterior era el
único recurso para elevar la industria nacional sobre la extranjera y de impedir que saliese el
dinero afuera, creyendo evitar así el prejuicio que para el estado provendría del consumo de
productos del exterior.

El fundamento teórico del conflicto litoral - buenos aires: Liberalismo, proteccionismo y


nacionalismo económico:
El librecambio era una desventura porque los escasos productos industriales que se produce, no
resisten la competencia con la industria del exterior, y al disminuir o desaparecer, se acrecienta el
saldo desfavorable de la balanza comercial, se aniquilan los capitales invertidos en esas
producciones y sobreviene la miseria a la población. El librecambio genera otro monopolio más
injusto y nocivo, el de las naciones industriales que traban con su competencia el desarrollo de la
industria nacional en los países más débiles.
El proteccionismo tiene el mérito de ampliar la ocupación, fomentar la producción industrial
reducir el consumo de las importaciones y salvar así la económica de unos pueblos e impulsar la
prosperidad de la de otros.
El debate entre corrientes y buenos aires se inició en el seno de las reuniones preparativas de la
liga del litoral y se prolongó durante cuatro años. Uno de los motivos centrales del enfrentamiento
era el reclamo de la libre navegación de los ríos. La libertad de la navegación fluvial implicaba
problemas de la regulación de la soberanía, esto es conciliar los derechos soberanos de los
estados ribereños.

Las ideas económicas de la generación del ´37:


Se trataba de mejoras las producciones rurales con mayor capital y mano de otra, también de
procesar aquí sus productos, en lugar de recibirlos del extranjero a doble o mayor precio del que
se les vendía. No creía posible aun producir textiles, pero sí dar al extranjero la lana mejorada, así
como los cueros curtidos. Las doctrinas de los economistas europeos afirmaba no nos sirven pese
a algún número de verdades propias de todos los tiempo y climas, porque ninguno de ellos ha
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estudiado una sociedad casi primitiva como la nuestra. Proponía entonces estudiar, y comparar el
valor de la propiedad y de otros factores de las actividades económicas del siglo anterior y del
presente, estudios que con el tiempo podrían engendrar una ciencia económica verdaderamente
argentina.
Alberdi concebía como necesaria la conjunción de ciencia de la riqueza, de validez universal con
una economía política enteramente armónica con las condiciones del espacio y tiempo. Para
Alberdi del ´38 Adam Smith había sido uno de los tantos teóricos de la economía que pretendía
convertir en ciencia universal la expresión de las condiciones del tiempo y lugar. Pero gracias a las
inspiraciones fecundadas de la filosofía francesa esa confusión habrá de cesar.

Unidad IV:
Introducción:
Para los intelectuales liberales argentinos que querían que nuestro país se organizaran de
acuerdo a los modelos europeos o norteamericanos el proyecto de modernización del país estaba
basado en el aporte de la población y de capitales extranjeros que pondrían a producir las fértiles
tierras y permitirían la transformación y el progreso de la sociedad argentina. Ante el aumento de
la demanda exterior de productos primarios y las oportunidades que ofrecía una integración plena
al mercado mundial provocaron la adhesión de los sectores ganaderos y mercantiles,
principalmente del litoral atlántico al proyecto de modernización. Para llevar a cabo este proceso
de modernización, era necesario establecer un orden político y social estable organizar un estado
que lo llevara adelante y ofreciera el marco jurídico adecuado para atraer inmigrantes y capitales
extranjeros. La caída del régimen rosista le imprimió nuevos bríos a los intento de unificación del
país, pues se buscó una fórmula política institucional que conciliara los intereses del conjunto de
la sociedad y construyera un poder legítimo capaz de gobernar y ejercer su autoridad sobre todo
el territorio de la nación.
El dictado de la constitución de 1853 establecía la forma republicana, representativa y federal,
también establecía la nacionalización de las aduanas exteriores, la libre navegación de los ríos, la
eliminación de las aduanas interiores, la libre circulación por todo el territorio de la nación de
bienes y personas, etc. Pero el dictado de la constitución no fue suficiente para garantizar la
unidad política del país ya que ésta rigió sólo sobre una parte del país, dividió por la negativa de
buenos aires de compartir sus privilegios y por la guerra civil. Luego de la batalla de pavón al
incorporarse buenos aires a la confederación, se inició un proceso de organización estatal
conducido por buenos aires. A partir de la unificación del país se recorrerá el último tramo hacia la
organización nacional ya que los gobiernos nacionales se empeñaron en tomar una serie de
medidas que asegurara la centralización del poder. Para ello se avanzó el dictado de código de
leyes como el civil, comercial, penal, de minería, necesarios para regular las relaciones entre los
habitantes y las actividades económicas. También el estado empezó a hacerse cargo de funciones
que hasta ese momento habían correspondido a la iglesia, para ello se dictó la ley de registro civil
con el propósito de que el estado llevara el registro de los nacimientos, casamientos y
defunciones, y la ley de enseñanza pública que hacía a la educación primaria obligatoria laica y
gratuita.
También se decidió la creación de una fuerza militar única que tuviera monopolio de la violencia,
como autoridad sobre todo el territorio. Por otro lado, para ganarse el apoyo de las oligarquías
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provinciales el gobierno nacional apeló a la realización de obras y el envío de fondos para facilitar
la producción y circulación de bienes y personas a lo largo de todo el país y conectar las áreas
productivas de la provincia con el mercado externo para lo cual se mejoraron os medios de
comunicación, caminos, puentes, correos, ferrocarriles, etc. A medida que aumentaban las
exportaciones que ingresaban inmigrantes y capitales de extranjeros que se extendían las vías del
ferrocarril y se organizaba el mercado nacional, el estado se fue fortaleciendo y centralizando y
fue imponiendo su autoridad sobre él. En este proceso dinámico de construcción y modernización
del estado fueron formando alianzas, hasta conformar una clase hegemónica o dirigente de
alcance nacional que concretó la unidad nacional y la consolidación del estado-nación.

Academia Nacional de la historia nueva historia de la nación argentina:


A partir de la organización nacional:

El liberalismo clásico predominaba en el ámbito bonaerense pero no es la mayor parte de las otras
provincias. La mal interpretada ley de aduana fue una circunstancial concesión de buenos aires a
una muy fuerte presión de provincias que amargaron enfrentamientos o esbozaron el abandono
de esta confederación.
La relación confederal vigente tendía a hacer pasar la economía con restricción al espacio de cada
provincia, perspectiva que prevalecía sobre eventuales expresiones de carácter nacional. La metal
idea es la nación argentina, las referencias concretas de su análisis son la economía de buenos
aires: la subsistencia de la provincia, el consumo de la provincia. La misma observación vale por las
ideas económicas defendidas por los voceros de rosas. Una perspectiva distinta rige, en cambio,
las reflexiones económicas ubicadas luego de la caída de rosas, al eliminarse la principal
resistencia para pasar de la relación confederal a un grado mayor de unificación. Ellas están
dominadas por esa perspectiva inmediata de unificación nacional.
Mariano Fragueiro fue una destacada figura política cordobesa que adquiría trascendencia
nacional a partir de su actuación como ministro del gobierno de la confederación argentina.
Durante su exilio en chile había ya publicado, entre otros trabajos, los dos que le darían lugar
destacado en la historia del pensamiento económico argentino: Organización y crédito y
Cuestiones Argentinas.
Sus reflexiones económicas están enfocadas a programar el funcionamiento de una economía
nacional argentina, respecto de la cual a postura de Fragueiro es la de un liberalismo moderado
por un propósito social cuyo logro es confiado a la intervención del estado. Sostiene así que la
propiedad es el objetivo fundamental de una sociedad, pero que por eso mismo es perfectible
por efecto de la legislación y que por sagrado que sea el derecho de propiedad, no debe escapar
a la intervención de la ley en caso de necesidad o por razones de utilidad pública. Sus
consideraciones sobre el comercio exterior tienen a uniformar el sistema aduanero en manos de
la nación, y por otra a pasar la tarifa en el principio de que la libertad es la ley general del
comercio es riesgosa para el país que la adopta sin recaudos.
Lo más destacado de este liberalismo moderado es su concepto de la organización de crédito
público. Mediante el crédito público, el estado se convierte no solo en el receptor de los tributos
que haya establecido y en el monopolizador de la acuñación de moneda y de funciones bancarias,
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como la recepción de depósitos, sino también en el organizador mediante la inversión de


recursos, de obras públicas diversas, tales como la construcción de puertos, muelles, puentes,
ferrocarriles y cualquier vía pública nacional. La concepción económica de Fragueiro es la del
estado como promotor fundamental del desarrollo económico.
La organización del crédito es una obra que muestra la influencia de una corriente de
pensamiento de su época que ha sido considerada como una primera manifestación doctrinaria
del socialismo. La propiedad, fundamento del orden social, debía a su juicio ser sometida a una
regulación por parte del estado para que se distribuyese de la más amplia forma posible, de
manera de armonizar los intereses individuales y sociales, que de otra manera podrían producir
convulsiones políticas de las que, sobre todo Europa, había dado numerosos ejemplos.

Las ideas económicas de Juan Bautista Alberdi:


La postura de Alberdi es la de un pleno liberalismo. Construyendo una visión del presente y del
pasado hispanoamericano basada en la propiedad de la vida económica con un economicismo que
podría provenir tanto de su lectura de la escuela clásica de la economía como de los autores
socialistas, consideraba que las necesidades económicas eran las más vitales para argentina, como
también para toda la América del sur, y encarecía la más completa libertad a fin de satisfacerlas y
de suprimir así la miseria y la pobreza, herencias de intervencionismo estatal hispano. Sus trabajos
de temas económicos no trascienden empero las características dominante de esa historia: la de
constituir una glosa de teóricos europeos en función de la preponderante inquietud por las
cuestiones de política económica local. Para exponer los principios de la política económica, la
estrategia de Alberdi es afirmar la existencia de una doctrina propia de la constitución, y por otra
la necesidad de explicarla para superar lo que juzga el caos causado por la diversidad de criterios
que las distintas escuelas de la economía política muestras respecto de conceptos como los de la
riqueza, producción, valor, precio, renta, capital, moneda y crédito. Y considera que el dilema
central a todos ellos es el de si es más valiosa “la libertad que la regla”. Nuevamente el choque
entre libertad e intervención estatal, entre librecambio y proteccionismo, ocupa el centro de la
discusión.
Su resumen de la historia de las doctrinas económicas, es el clásico esquema histórico que parte
de la contraposición del mercantilismo y fisiocracia, conflicto que considera prolongado en su
tiempo por el choque entre el liberalismo económico de los continuadores de la escuela clásica,
entre los que considera sobresale por encima de todos Juan Bautista Say y la postura
intervencionista del socialismo. Alberdi construye un diagnóstico de la economía argentina y de
usar sus remedios, cuyas dos notas principales son una interpretación del papel de buenos aires
en los conflictos pasados y reclamos de una plena libertad como cimiento de la política económica
del país. Los conflictos interprovinciales fueron principalmente efecto de la política de buenos
aires tendiente a preservar la posición monopolista derivada de su ubicación geográfica. Esto fue
el origen de la guerra civil entre unitarios y federales. Fracasadas sus tentativas de preservar esos
privilegios mediante un estado unitario, buenos aires se refugió en su calidad de estado
independiente y mantuvo a las provincias en similar condición.
En todas estas cuestiones relativas a los fundamentos económicos de la política porteña, Alberdi
destaca la de la libre navegación de los ríos de la cuenca del plata, la libertad fluvial cuya
existencia
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por la política de buenos aires, afectaba los intereses o solo de las demás provincias argentinas
sino también de las grandes potencias comerciales del mundo. Buenos aires usurpaba los bienes
que correspondía a la nación, pero apenas destruido el gobierno de rosas, fue proclamada. La
libertad fluvial que logró colocar a la nación en la posesión irrevocable de su soberanía. La
argentina logró así formar un gobierno que teniendo origen en la libertad fluvial, será la mejor
garantia para la misma y obtendrá mediante ella la ansiedad paz interior.

Las doctrinas predominantes en la política económica Argentina hasta la crisis de 1873:

El reingreso de Buenos Aires eliminó gran parte de los antiguos problemas que obstaculizaban la
organización nacional. El liberalismo económico tuvo el camino casi totalmente despejado. Desde
antes de la independencia nuestro país había sido condenado por errada política económica
española a impedir el desarrollo industrial y atender solamente a las producciones agropecuarias.
Esto era ya un dato irreversible y la mejor estrategia consistia en no intentar modificarlo mediante
reprobables procedimientos proteccionistas y sacar de ello el mayor rédito posible, reconociendo
a Europa como nuestro proveedor, de productos fabriles y enviándole nuestros productos
agropecuarios. Para eso había que desterrar definitivamente las trabas del comercio, a los
capitales y a la población europea, y abrir las puertas del país de par en par a Europa. En el terreno
de la fiscalidad criticaba el uso de las tarifas como instrumento protector, aduciendo además que
el proteccionista tendía a monopolizar en una sola clase de personas las comodidades de la vida y
que las leyes en vez de poner sus miradas fiscales en los ricos, las dirigen contra los pobres. Si bien
la discusión sobre el tipo de impuestos seguiría presente a lo largo del siglo, el debate
constitucional en torno al proyecto del articulo 4 de la constitución tradujo otro tipo de
preocupación más profunda, la relativa a las competencias recíprocas de las provincias y de la
nación en la materia fiscal. La tentativa de varios representantes provinciales de impedir la
transferencia de las aduanas a la nación fue apoyada. Alberdi no había hecho otra cosa que
sintetizar elocuentemente un diagnóstico y un programa que eran compartidos por la mayoría de
los dirigentes políticos nacionales, sin exceptuar a los que no mantenían cordial relación con el
tucumano. El país debía constituirse para incrementar y mejorar su producción, aumentar su
población, desarrollar el transporte ferroviario y la navegación fluvial, y de esta manera lograr la
prosperidad y el bienestar. Para esto debía suplirse la escasez de capital local abriendo paso al
capital extranjero, ofreciéndole privilegios e inmunidades para lograr su instalación permanente.
No debía temerse el empeñar las rentas y bienes nacionales para obtener empréstitos destinados
a empresas que harían multiplicar esas rentas y esos bienes. La aduana, se proclamaba en el
debate parlamentario sobre la ley de aduanas, en una institución admitida exclusivamente como
recaudadora de derechos fiscales, según establece la económica política, cuyo objetivo añadía el
diputado Zavalía es establecer países sin fronteras y pueblos sin aduanas, esto es el librecambio
sin restricciones como medio de lograr la regeneración y perfeccionamiento mora y material de las
sociedades. La libertad del comercio atribuía todos los progresos del país, fue el supuesto firme de
la política económica nacional hasta la crisis, y parecía revestir la calidad de un dogma intocable en
el debate político de la época, hasta que los efectos de la crisis comenzaron a generar las primeras
voces adversas.
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La reacción proteccionista:

Las serias consecuencias que tuvieron las crisis de 1866 y 1873 socavaron la ciega confianza en las
ventajas del librecambio y crearon condiciones propicias para el resurgimiento de las antiguas
tendencias proteccionistas. El factor de mayor peso en este giro fue la iniciativa, no llegar a
concretar, de crear una industria textil que conformara un mercado interno para lanas, de manera
de compensar así la caída de las exportaciones y disminución de su precio en los mercados
europeos. Tuvieron un líder, Vicente Fidel López, quien rodeado de un grupo de jóvenes
universitarios llevó adelante una empresa propagandística en pos de un programa de
nacionalismo económico. Las primeras reacciones de pública repercusión muestran no solo el
efecto local de la crisis sino también la influencia de una nueva tendencia del pensamiento
económico europeo y norteamericano, encarnada en los autores que criticaba la política
librecambista en auge. Para Vicente Fidel López, el sistema nacional de la económica política de
list le servía de apoyo para trascender el mero proteccionismo y adoptar una perspectiva de
nacionalismo económico. La cátedra de economía política se convertiría en sus manos en un
medio de difusión del nacionalismo económico.
En la polémica, los librecambistas apelaban recurrentemente al ejemplo europeo, sobre todo a la
pujanza de Inglaterra y a su explicación con base en los economistas clásicos o en sus
continuadores y hacían un abundante uso de citas de autores prestigiosos. De tal manera, López y
sus acólitos enfocaban ambas tendencias económicas como expresión de circunstancias de
tiempo y lugar, y concluían en consecuencia que no podían convenir a países jóvenes como la
argentina. El librecambio era juzgado como un recurso proteccionista británico, tal como lo podría
ser para la Argentina en el futuro, cuando su desarrollo industrial hubiera alcanzado una
consistencia similar a la británica. Los argumentos del nacionalismo económico volvían a reiterar
el argumento historicista que ya había sido esgrimido. El enfoque historicista se limitaba al plano
de la política económica, sin llegar al de los fundamentos de las teorías económicas. Esto es,
Vicente Fidel López y su grupo seguían admitiendo la validez general de la económica clásica y por
lo tanto compartian una profesión de fe liberal.
Un aspecto concomitante del nacionalismo económico fue la difusión de las ideas igualitarias de
Proudhon y de otros anarquistas y socialistas, que llegaron al nivel de agitación pública durante la
depresión subsiguiente a la crisis. Las ideas de Proudhon alentaban la demanda de medidas de
protección y fomento que beneficiaran a ese sector, especialmente mediante la reorganización
del crédito público. Esta tendencia encontró sustento en el crecido sector de pequeños
propietarios que generaba la inmigración masiva y tuvo expresión institucional en el club
industrial. El centro cultivó relaciones cordiales con la sociedad rural argentina y criticó el
concepto estrecho de industria utilizado por los miembros del club, abriendo además sus puertas
no solo a industriales, sino también a ganaderos, agricultores y comerciantes.

Las ideas económicas hacia fin del siglo:


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El movimiento del nacionalismo económico, había cobrado forma en la década siguiente. Lo hizo
por la intensidad con la que la crisis agravó la situación del sector externo argentino y del conjunto
de la economía del país. Los últimos años del siglo vieron revigorizarse los tradicionales postulados
del liberalismo económico. No son las libertades patrióticas las que han hecho la grandeza de las
naciones modernas, sino las libertades individuales.
Roque Sáenz Peña desechaba la iniciativa estadounidense de crear una unión aduanera,
afirmando que cuando el estado intenta quebrar el curso natural de la producción y la acción del
interés individual en el comercio no hace otra cosa que introducir un factor de perturbación en la
economía. Los años anteriores a la crisis del 90 habían llevado a la profesión de fe económica
liberal a afirmaciones tajantes que renovaban la condena de la intervención estatal en la
economía y pronosticaban el futuro próspero basado en la producción primaria para la
exportación y el comercio exterior sin trabas.
Ya sea solo el proteccionismo no desaparecerán empero, sino que perdurarán a lo largo de la
historia de las ideas económicas del país, hasta mediados del siglo XX, fuese como latente
alternativa a la política económica liberal, ya como iniciativas circunstanciales que, por lo general
no irían más allá del carácter de transitorio recursos de política alicíclica.

Las producciones regionales extrapampeanas:

Diferente era la situación de las regiones no pampeanas. Vinculadas por circuitos comerciales
forjados en la Colonia, su relación con los mercados andinos y del pacífico eran muy fuertes. Tanto
Mendoza, como san juan, Tucumán, salta, Jujuy, Catamarca y la rioja habían desarrollado una seria
de producciones que satisfacían la demanda económica chilena y boliviana en rubros que incluían
ganado, artesanías en curso aguardientes, harinas, frutas secas, etc. Así mismo se había
especializado en actividades como la fletería, a través de la cual circulaban diversas geografías
dentro de una activa red comercial. Diversas circunstancias y coyunturas orientaban a las
provincias norteñas o cuyanas a abastecerse ora en buenos aires ora en el pacífico: los bloqueos
del puerto de buenos aires hicieron resurgir a Valparaíso como centro de aprovisionamiento
alternativo de ultramar, a la vez que incentivaron determinadas exportaciones tucumanas y
sanjuaninas a la ciudad-puerto, aunque la tendencia indiscutible era la atlantización de toda la
economía del territorio argentino. Se incrementaron las actividades mercantiles y se fortalecieron
las bases de un proceso de acumulación de capitales que dos décadas después serían claves para
la reconversión productiva tanto del norte como de cuyo, es posible considerar estos años como
los del inicio de un proceso de transición que desembocó los modelos productivos imperantes en
ambas regiones.

Mercados, flujos y balanzas comerciales:

Los habitantes de Mendoza, han ido mejorando notablemente en su condición, porque aunque a
una distancia tan vasta de capital, su posición como ciudad fronteriza le ha proporcionado alunas
ventajas especiales, ofreciéndoles una comunicación con el extranjero y la oportunidad de un
tráfico con Chile y con buenos aires que ha hecho surgir una especie de espíritu comercial entre
los habitantes estimulándolos hacia hábitos mas industriosos.
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La ciudad de San Miguel de Tucumán poseía una ubicación estratégica que les permitia
concentrar los importantes mercados andinos del litoral argentino, cuyo y pacífico. El comercio
brindaba excelentes oportunidades para el desarrollo de ciertas manufacturas, las que podían
aprovechar las tropas de mulas y carretas que atravesaban la geografía provincial para abastecer
mercados distantes. El centro de las operaciones comerciales estaba en San Miguel de Tucumán,
en cuyos al rededores se concentraba la mayoría de las curtiembres e ingenios de destilación. Las
barracas de acopios de frutos del país donde se cargaban las carretas y las tiendas y almacenes
que comercializaban los efectos de ultramar. La ciudad era un punto de confluencia de las
provincias vecinas y Bolivia. Desde comienzos de la década de 1859 Mendoza articulaba un
comercio ganadero con Chile, integrando funcionalmente las zonas productoras del este
argentino con el mercado consumidor andino.
Al comenzar la segunda mitad del siglo XIX, las ciudades de Mendoza y Tucumán constituían
verdaderos núcleos dinamizadores de la vida económica de áreas crecientemente valorizadas y en
las que se insinuaban transformaciones sociales profundas que se extenderían en ambos
conjuntos regionales. Las dos ciudades eran el eje de una red jerarquizada de incipientes núcleos
urbanos, sedes de las delegaciones del débil aparato administrativo y político estatal.
Para Tucumán los mercados del litoral eran mucho más importantes. Hacia allí se remitian
anualmente cientos de carretas, cargadas principalmente de sulas, aunque también eran rubros
importantes el tabaco, los quesos, y otros productos con valor agregado, aperos, botas, sillas de
montar, caronas, cordobanes, pellones. Abril era el mes en el que se reunían las predominantes
ganaderas, luego de los meses de engorde de los animales y finalizada la temporada de lluvias
estivales, se iniciaba el cruce de la cordillera o el ascenso al altiplano a través de quebradas y
valles.

El desarrollo agrícola:
El oasis norte mendocino que comprendía alrededor de 80mil hectáreas cultivadas, estaba
ocupado en un 90% por cultivos de alfalfa, cereales en segundo término y en tercer lugar la
subordinación agrícola. El trigo, tuvo en Mendoza un notable crecimiento en los años 50. Se
expandió la molinería y hubo esfuerzos para modernizarla. En los años 80 disminuyó el número de
molino, combinándose el comercio de una retracción del sector de un proceso de modernización
de algunos establecimientos que dejaban fuera de competencia los de menor capacidad y
técnicamente obsoletos.
Tucumán prácticamente se autoabastecía de alimentos, exportando excedentes a las provincias
vecinas, en particular el maíz y trigo a Santiago del Estero, remitiendo incluso algunos años
partidas de arroz al litoral. La consolidación del mercado nacional con el trazado de ferrocarriles,
la competencia de harinas del litoral y los altos precios de la caña de azúcar en el periodo de más
acelerada expansión de la agroindustria, reorientaron a los productores de cereales hacia la
producción cañera, haciendo desaparecer el cultivo del arroz y disminuyendo en el trigo.

Los actores económicos:


Los actores involucrados en el modelo de la ganadería comercial han sido identificados en función
del grado de integración económica que tuvieron y de su poder de control sobre segmentos de la
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actividad y su capacidad de incidir en la organización del territorio de la economía. Los


productores de alfalfa estaban en las bases de las pirámides y dependían marcadamente de los
niveles superiores. El potrero, era la fuente principal de ingresos. Los hacendados se ubicaban por
encima de las categorías anteriores. Se autocalificaban como hacendados o propietarios en
censos, términos que hacen referencia a una posición social de reconocido prestigio. Entre ellos
pueden definirse dos categorías de actores: Los productores no integrados, y los comerciantes
integrados. Los productores no integrados eran agentes con relativa autonomía, generalmente
residentes en la capital o alrededores, eran propietarios, arrendatarios o ambas cosas, producían
forraje, cereales, y harinas para su venta. Los comerciantes integrados residían en la ciudad capital
o inmediaciones, controlaban la totalidad de la estructura económica y social y se apropiaban en
mayor proporción del ingreso que generaba el modelo.
El comercio de exportación culminaba con el ingreso de ganado en chile, donde la disposición final
estaba a cargo de empresarios de este país, propietarios a su vez de campos de engorde y
funcionamientos. Los comerciantes no productores constituyeron una categoría poco numerosa,
conformada por argentinos y chilenos que avanzaron hacia la integración de diversas etapas.
El sector manufacturero estaba integrado por aquellos individuos o sociedades familiares
dedicadas fundamentalmente a la curtiduría y a la producción de azúcares y aguardientes. Si
para quienes controlaban los circuitos mercantiles el desarrollo manufacturero aportaba nuevos
productos que podían colocarse en los mercados locales, regionales y extraregionales, para
muchos manufactureros comercializar sus productos les aportaba beneficios de la
intermediación y los liberaba de las relaciones de subordinación con los grandes comerciantes.

Un panorama del mundo del trabajo:

Las relaciones laborales en las provincias argentinas durante el siglo XIX estuvieron regidas por
una particular institución llamada la papeleta de conchabo. Junto a la indigencia, había una serie
de conductas que se tipificaban con esta calificación, todas las que amenazaban los derechos de
propiedad, el orden y la moral instituidos por los sectores dominantes. Los castigos y reprensiones
aplicados a los incriminados como vagos eran variados, en función de las peculiaridades locales y
los intereses de particularidades y del estado puesto en juego. Las leyes de conchabo era una
representación local de la sociedad, en instrumento de acción de las elites sobre las relaciones
sociales, un debe ser, más que el ser. Los trabajadores eran asalariados y pese a que las
normativas sociolaborales pretendían establecer derechos de propiedad de los patrones sobre el
trabajo de quienes habían matriculado como peones propios fue imposible evitar que la mano de
obra se movilizara bajo impulsos de los incentivos monetarios.
En 1867 el gobierno de Nicolás Villanueva derogó el régimen de conchabo obligatorio y propició un
sistema de libre contratación acorde con las disposiciones de la municipalidad de Mendoza, fue
extendida a todo el ámbito provincial un año después, quedando restaurada la papeleta.
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Las estrategias empresarias frente a los nuevos modelos productivos:

Las tres décadas analizadas han sido las del auge de los modelos denominados de ganadería
comercial, para Mendoza y comercial manufacturero para Tucumán. Es indudable que Tucumán
se adelantó a Mendoza en la reconversión de su economía, en tanto el sector azucarero se
perfilaba ya en los 50 y los 60 como el más dinámico y rentable. Con relación al caso mendocino se
ha mencionado que el desarrollo agrícola pampeano y el ferrocarril determinaron el fin de la
ganadería comercial y de la organización económico-espacial que la sustentaba.
El ferrocarril promovió la valorización de la tierra, así como la introducción de equipo técnico
para la bodega moderna. Agregado a ello, el libre flujo de mano de obra, los altos salarios
iniciales que abrieron posibilidades de ahorro y capacitación.

Unidad V
Introducción:

Establecida la división internacional de trabajo, la argentina se incorporó a la misma a través del


modelo agro-exportador como productora de alimentos y materias primas para el mercado
mundial. La expansión del sector agro-exportador afectó en distintos grados a las economías
regionales. Algunas comenzaron a desaparecer tempranamente frente a las competencias de
productos importados, algunas sufrieron retrocesos al no poder competir con los sectores de
exportaciones pampeanas y otras producciones del interior con bases muy primitivas, se
modernizaron y crecieron rápidamente. La estabilidad política alentó el ingreso de capitales
extranjeros, principalmente británicos quienes obtuvieron privilegios y garantias de rentabilidad.
Estos capitales se invirtieron sobre todo en la extensión del sistema ferroviario, además de otras
obras de infraestructura, empréstitos al gobierno, tierras, frigoríficos, etc.
La ley de Sáenz Peña permitió el acceso de los gobiernos radicales que se tuvieron que
desenvolver en un contexto nuevo, para el cual no tenían respuestas. Desde el punto de vista
político la llega del radicalismo al poder, significó el desplazamiento de los conservadores los que
solo volverían al poder con el golpe militar y el fraude electoral.

El péndulo de la riqueza: La economía argentina en el periodo 1880-1916:

Batolla, pensaba que la economía había ido demasiado lejos: más allá de los ferrocarriles, puertos,
estancias y chacras que se mostraban como los logros de un país pujante, lamentaba que el
crecimiento económico hubiera producido un cambio tan profundo. Probablemente y a pesar de
los cambios ocurridos, los de 1910 se sorprenderían menos si resucitaran en la actualidad, aunque
elementos del confort que tanto despertaban la atención de los nostálgicos eran parte del
despliegue de elementos materiales y simbólicos que no hacían más que mostrar los alcances de
un proceso iniciado antes, pero que solo por entonces mostró que había llegado para quedarse y
en el que la economía ocupó un papel crucial como fuerza dinamizadora de la modernidad.
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Crecimiento económico y exportaciones:

El motor de crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios. Las ventas
al exterior de lana habían crecido de manera sostenida y convertido a este producto en el
principal bien exportable del país, desplazando al cuero y otros derivados del vacuno que habían
dominado al comercio internacional. A fines del siglo XIX la estructura de las exportaciones
comenzó a diversificarse con la producción de nuevas mercaderías para vender en el exterior,
como cereales, lino, carne congelada ovina y animal en pie.
La Argentina contaba con un facto de producción abundante sobre el que se basó el crecimiento
exportador: la tierra. El tipo de tierras y el clima de las pampas permitieron la producción de
bienes que contaban con una demanda creciente en el mercado mundial. La ocupación del
espacio pampeano por parte de los blancos se fue desplegando en el tiempo a partir de una
frontera que se desplazaba esporádicamente por el territorio indígena. La expulsión de los
indígenas no significaba que las tierras entraran de inmediato en la frontera productiva.
En la década del 80 las inversiones ferroviarias se multiplicaron y hacia el fin de ella la fiebre
generada por ese tipo de actividad hizo que la red ferroviaria pasara de los 2.500 a 9.500
kilómetros. Los ferrocarriles fueron fundamentales para hacer que la Argentina se convirtiera en
un exportador de cereales en gran escala. Si bien las primeras redes ferroviarias se extendieron
sobre las zonas que ya contaban con una carga apreciable para transportar, en otros casos fue
su propia construcción la que la impulsó.
En los primeros años del siglo XX la argentina ya había delineado un perfil productivo y exportador
que continuaría por muchos años: cereales, y carne con destino a los mercados europeos. Fueron
las épocas en que la argentina comenzó a llamarse “el granero del mundo” y que su carne se
convirtió en una verdadera marca del país.

La economía pampeana:

La producción de cereales con destino a la exportación comenzó en las colonias agrícolas. Allí la
regla era de los agricultores fueran propietarios de una parcela de tierra que alcazaba unas 50
hectáreas. En las estancias mixtas, el estanciero se dedicaba al engorde de este ganado. El mundo
de los estancieros mostraba su propia complejidad. Los invernadores estaban al tope de la
estructura económica de la región pampeana, aunque no eran ellos los únicos miembros del
universo de los dueños de grandes porciones de tierras.
Los cabañeros se dedicaban a la importación y producción de animales de raza, por lo que
ocupaban un papel fundamental de una economía que estaba revolucionando su stock de vacunos
a ritmo acelerado.
La industria se desarrolló en torno a la conducción de una serie de articulos de consumo y creció
como resultado de un doble movimiento de protección arancelaria y aumento de la demanda
agregada.
Una de las luchas más denodadas fue con el mercado brasileño, que finalmente terminó
cediendo a la presión de los molineros de su propio país y se cerró a las importaciones
argentinas.
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El comercio y las finanzas:


Los almacenes de ramos generales proveían a los chacareros de mercaderías y créditos
generalmente prendados la futura cosecha. Para levantarla los agricultores requerían de máquinas
agrícolas que alquilaban a algunas de las empresas dedicadas a esta actividad. Una vez levantada
la cosecha era necesario enviarla al puerto. El transporte se realizaba a través de ferrocarril, cuyas
empresas cobraban altos fletes y se aprovechaban de la premura del productor para negarse a la
negociación de sus tarifas. Las casas explotadoras de cereales, que se ocupaban de la etapa final
de la cadena de comercialización, tenían una actitud similar, por lo que los productores tendían a
verlas como adversarios en el proceso de exportación.
Los beneficiarios eran tanto el sector ganadero como el comercial, aunque buena parte de su
gestión estuvo interferida por las conexiones con el mundo político.
Además de los préstamos directos, en Buenos Aires, ocupó un papel destacado en el circuito de
financiamiento agrario al oficiar de intermediario en la cadena de crédito que tenía como
inversores finales a los ahorristas británicos. Esta cadena poseía como instrumentos a las células
hipotecarias emitida por el banco sobre la garantia que ofrecía a la propiedad de la tierra a cambio
de dinero, el deudor se comprometia a pagar la amortización de capital más los intereses. Los
inversores británicos terminaron perdiendo dinero, pero también se desvaneció la oportunidad de
emitir deuda en moneda local para venderla en el resto del mundo.
En 1887 el presidente Miguel Juárez Celman lanzó un proyecto de creación de los bancos
garantizados, una iniciativa que tendría una negativa repercusión en la historia financiera del país.
De acuerdo con esta ley, cualquier banco tenía la posibilidad de emitir moneda siempre que
comprara bonos del gobierno nacional que servirían como respaldo a esa emisión. El banco de la
Nación según la idea del presidente Carlos Pellegrini, tendría una política diferente de la del banco
Provincia, conservadora en cuanto a la concesión de créditos y despolitizada a partir de una
cláusula que impedía realizar adelantos al tesoro.
A principios del siglo XX se consolidaron grandes tiendas, que tenían una comercialización dividida
por secciones: calzado, juguetes, articulos de bazar, ropa infantil, de señoras, masculina, de novias
de luto y así hasta abarcar un amplio universo de bienes de consumo. A la vez, se dedicaron a la
producción de ropas hecha en serie, que se vendía apilada en los anaqueles de estos mismos
emporios de consumo, o se la enviaba a una red de negocios que cubría casi la totalidad del
territorio argentino.

Mercado interno y mercado nacional:


El crecimiento del mercado local fue paralelo al de la economía exportadora. Es que a diferencias
de las economías de enclave, el desarrollo agrario pampeano generó efectos multiplicadores
sobre el resto de las actividades. El mercado argentino se abastecía principalmente de
importaciones, que crecieron a la par del conjunto de la economía. Una buena parte de la
demanda interna fue provista por la oferta local. La importancia que adquirió esta producción
dentro del conjunto de consumo nacional puede verse no solo a través del aumento sino también
a partir del espacio creciente que las importaciones dejaban de abastecer. Parte de este mercado
local estaba en la zona rural, donde el crecimiento de la agricultura, más que el de la ganadería,
proveyó los grandes números de demanda, la producción agrícola, en efecto requería una
cantidad mayor de mano de
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obra integrada por trabajadores que a su vez eran consumidores.


La formación del mercado nacional fue trabajosa construcción tanto para el estado cuanto para el
sector privado. Sobre el primero, sin embargo, recaía la tarea de proveer el contexto legal
necesario para que el segundo pudiera desplegar sus estrategias. A pesar de ello, las
obstrucciones provinciales al comercio continuaron existiendo, de manera más o menos velada y
se convirtieron en unos de los temas que más sensibilizaba a los comerciantes de Buenos Aires.
La entrada de productos importados a partir del libre comercio había significado un primer golpe
para estas industrias locales, mientras la construcción de una red ferroviaria profundizó el peligro
a reducir los costos de transporte de las importaciones. El dominio industrial de Buenos Aires
encontraba un muro de resistencia en las producciones regionales que el estado protegía
abiertamente, como el azúcar y el vino. A partir de la integración de Cuyo al mercado nacional,
por otro lado, la producción de vinos artificiales fue prohibida por un gobierno preocupado por
considerarlos peligrosos para la salud así como por la presión constante de los legisladores
cuyanos. Solo quedaron afuera de tal mercado algunas de las áreas por entonces marginales que
terminarían integrándose en las décadas siguientes.

La revolución del consumo:


La alta movilidad social de la argentina vuelve complicada la definición de grupos sociales, si el
objetico es mostrarlos como estáticos y permanentes. Las clases altas desplegaban un consumo
conspicuo que incluía mayormente articulos importados, pero su número y su incidencia en el
mercado eran pequeños. La clase media aumentó en número y presencia a medida que creían que
la economía con efectos multiplicadores sobre las actividades secundarias y terciarias y un estado
cada vez más dispendioso en sus gastos y capacidades de empleo. Y la case baja entró de manera
similar a la esfera de consumo, sus recursos más modestos la llevaban a desenvolverse en ella más
con la actitud que con los números de los sectores medios.
La masificación del espacio encontró su mejor empleo en el papel cada vez más importante que los
lugares públicos que ofrecían como sitio de convivencia simétrica, donde asistian no solo los
individuos de distintas clases sino que lo hacían de manera diferenciada.
La masificación del tiempo se desplegó en la concesión de créditos por las empresas comerciales,
desde las grandes tiendas hasta los pequeños negocios que vendieron sus mercancías en cuotas.
La masificación del mercado iba acompañada de cambios en la esfera de la comercialización que
exigían conocimientos expertos y especializados. Los productos se aceleraban hasta el
consumidor de una manera que transformaba a mediación ejercida por el comercio y potenciaba
la relación entre productores y consumidores.

Los vaivenes de la economía:

En 1873 el país se vio envuelto en una crisis mundial que inició una etapa depresiva e impactó
sobre toda la economía. El gobierno de Nicolás Avellaneda decidió enfrentar la crisis sin dejar de
pagar la deuda externa, pues el objetivo era mantener el buen nombre del país en el mercado
financiero internacional. Avellaneda impulsó un plan que incluía el aumento de los impuestos a
importaciones y un ajuste en los gastos del gobierno. La caída del consumo se unió a las tarifas
más altas y al menor gasto público para producir un abrupto descenso en las importaciones y un
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aumento en la posibilidad del estado para pagar la deuda.


Las importaciones se desplomaron ante las altas tarifas, la desvalorización del peso y la caída del
consumo, con lo que se logró un balance comercial favorable. La maduración de las inversiones en
ferrocarriles realizadas ante la crisis, más las que se seguía haciendo en este rubro que continuaba
recibiendo capital, originaron un incremento de exportaciones.
Una nueva crisis volvió a azotar a argentina antes de que el siglo terminara. A partir de entonces
la economía en su conjunto desplegó sus energías de una manera que se asimilaba a la década del
80 pero sobre bases más firmes. Las inversiones extranjeras se renovaron, con lo que la cuenta
capital también se mostró en superávit. El país parecía haber encontrado la fórmula mágica para
el crecimiento perpetuo.

El estado frente a la economía:

El estado promovió las primeras inversiones garantizando sus bonos y las ganancias de las
empresas ferroviarias privadas. Incluso se involucró directamente a partir de la construcción de la
primera red de trenes, así como se aventuró con sus ferrocarriles de fomento donde el capital
privado no lo hacía.
La complejidad de la relación entre el estado y economía también se desplegaba en la política
fiscal. El grueso de los ingresos estatales estuvo compuesto por impuestos a las importaciones. Los
gravámenes a las exportaciones terminaron desapareciendo en la década de los 80. Uno de los
resultados de la política fiscal argentina fue una inevitable protección a la industria local. Pero lo
cierto es que una serie de bienes de consumo resultó protegido por tarifas que solían surgir o
profundizarse como consecuencia de una crisis.
Los ingresos del estado nunca llegaban a cubrir sus gastos, por lo que el déficit fiscal era moneda
corriente. El agujero fiscal cubría a partir de la emisión de deuda pública. Si bien esta deuda
aumentaba sin solución de la continuidad, llegó a tener una incidencia cada vez menos en el
presupuesto a medida que avanzaba el nuevo siglo, en lo que fue un síntoma de un estado que se
consolidaba en sus finanzas.
El periodo en que el crecimiento económico hacia afuera se consolidó estuvo lejos de ser
homogéneo no solo porque se desarrollaron en etapas diferenciadas dentro de lo que se supuso
como una evolución sino también por la heterogeneidad en las propias características de cada una
de esas etapas.

Unidad VI
Introducción:

La crisis económica de 1930 desorganizó los patrones de intercambio comercial internacional


provocando entre otras cosas, una contracción de los principales mercados europeos, que afectó
los términos de intercambio comercial que argentina mantenía con los países centrales.
En lo social, el surgimiento de un nuevo sector industrial originó el surgimiento de una nueva clase
obrera, el crecimiento del desempleo en las áreas rurales y los requerimientos de mano de obra de
las nuevas industrias instaladas en algunas ciudades provocó un importante movimiento de
migración interno
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En lo político, el golpe militar del 30 interrumpió el lento proceso de construcción de la


democracia política y se propusieron reconstruir el régimen oligárquico vigente. Esto lo lograron
manteniendo las instituciones del régimen político democrático, como las elecciones de los
gobernantes a través del sufragio universal, pero al mismo tiempo pusieron en práctica el fraude
electoral, la proscripción de las fuerzas políticas opositoras y la represión hacia los dirigentes del
movimiento obrero, combinación que mostró la ilegitimidad de los gobiernos de la época.
En marzo del 76 se cierra el proceso de industrialización de importaciones y al instalarse un nuevo
gobierno de pacto en la argentina, comienza un proceso económico de corte neoliberal , que
prioriza la apertura de la economía, es decir, la apertura del mercado interno a la competencia
exterior, asegurada por la desregulación del estado y la reforma financiera.

La crisis económica:

La crisis económica y financiera que comenzó sobre el mundo capitalista en 1929 llegaría pronto
también a nuestras playas y signaría prácticamente el último año de la segunda presidencia de
Yrigoyen. Seis meses antes de su caída, Yrigoyen era víctima de la crisis mundial. Los recursos
del gobierno descendieron entre 1928 y 1930 en 75 millones de pesos, pero sus gastos se
incrementaron en el mismo periodo. A esta grave crisis en las finanzas del estado se le sumaba
la baja tremenda en los productos agropecuarios.
A diferencia de otras crisis, la de 1929 provoca a nivel mundial una quiebra profunda y prolongada
en el sistema de comercio y pagos, y ello lleva a las metrópolis industrias extranjeras a un
abandono generalizando las reglas del juego.

El pacto Roca-Runciman y el comercio de carnes: una gran clave

El gobierno nacional decide enviar una importante misión a Londres, encabezada por el
vicepresidente Argentino Roca. El pretexto es retribuir una visita previa a la argentina del príncipe
de Gales, pero los resultados concretos son mucho menos protocolares; el pacto Roca-Runciman
firmado por el vicepresidente y el ministro británico Walter Runciman.
Gran Bretaña solo se obligaba condicionalmente a conservar la cuota de importaciones de carnes
argentinas, aun reservándose el derecho de restringirlas cuanto le conviniera. Por otra parte
reservaba a los frigoríficos el 85% de esa cuota de exportación, permitiendo que solo el 15% fuese
exportado por empresas argentinas que no persiguieran beneficio privado y siempre que dichos
embarques fuesen colocados en el mercado por las vías normales, ósea buques y comerciantes
ingleses.
La argentina, en cambio, se comprometia a:

▪ Mantener libres de derechos al carbón y todas las demás mercaderías que entonces
se importaban en esas condiciones
▪ Respecto de las importaciones inglesas, de cuyos aduaneros del Reino Unido gestionaba
una reducción, volver a las tasas y aforos vigentes en 1930 comprometiéndose el
gobierno Argentino a no imponer ningún derecho ni aumentar los existentes por
concepto de tasas, aforos o por cualquier otro medio.
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▪ No reducir las tarifas ferroviarias


▪ Destinar a compras en Gran Bretaña un tipo de cambio menos favorables que para las
destinadas a otros países y a dispensar a las empresas británicas de servicios públicos,
sean estos nacionales, municipales o privados, y otros, un tratamiento benévolo y la
protección de sus intereses.
La situación de la ganadería y los frigoríficos era la siguiente: la argentina había firmado el
pacto Roca-Runciman para favorecer al mercado inglés donde dirigía su carne vacuna y de
carnero. Dicho acuerdo había consolidado el monopolio frigorífico en manos inglesas y
norteamericanas.
De la Torre, prueba que los frigoríficos extranjeros evadían los impuestos nacionales:
intentaban enviar afuera del país sus libros de contabilidad en cajones rotulados,
ocultaban su documentación a las autoridades impositivas, practicando una doble
contabilidad, evadían los controles cambiarios reservado divisas para negociarlas con el
mercado libre y en el extranjero, y compensaban las pérdidas sufridas por Australia,
Nueva Zelanda y Brasil, con las ganancias en nuestro país.
De la Torre seguía ofreciendo pruebas concluyentes, pero el 22 de julio de 1935, tuvo un
agrio incidente personal con Pinedo, y al día siguiente, en el transcurso de otro similar con
Duhau, un disparo proveniente del propio recinto de sesiones, efectuado por un ex
comisarios de la policía, y matón profesional al servicio de los conservadores asesina al
senado electo demócrata progresista Enzo Bordabehere, amigo y discípulo de la Torre.

Consecuencias indirectas de la crisis: Comienzos del avance industrial


De acuerdo con Adolfo Dorfman, las causas principales de la industrialización que toma
cuerpo en esta época son las siguientes:

▪ La disminución de las exportaciones argentinas, el valor y tonelaje, que hace que carezca
del número necesario de divisas para continuar importando gran cantidad de
mercaderías que empiezan a elaborarse en el país
▪ La desvalorización del signo monetario, complementaria de la anterior
▪ El aumento de los derechos aduaneros
▪ La regulación gubernativa de las importaciones, para ajustarlas al nivel de ventas
argentinas
▪ La existencia de mano de obra abundante, barata y competente
▪ La existencia de un mercado consumido relativamente importante en los que la iniciación
de ciertas actividades atañe
▪ La presencia de industrias auxiliares desarrolladas
▪ El desmantelamiento de industrias en los países más adelantados que dejara inactivos
valiosos planteles cuya utilización había que procurar.
▪ La existencia de aquellos países de capitales y técnicos en condiciones de ser exportados
y que habían quedado disponibles por la crisis en los negocios y la desocupación
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▪ La mayor ganancia que prometia la actividad industrial en un país no suficientemente


desarrollado económicamente que permitiría el empleo de menor proporción de
capital fijo
▪ La necesidad de ajustar la producción a los gustos del consumidor y poder brindarle una
oportuna flexibilidad

El proceso de industrialización abarcó solo determinadas áreas geográficas de nuestro país. La


industrialización fue paralela también al fenómeno de las migraciones internas rural-urbanas que
tan bien ha estudiado Gino Germano. En otras instancias el industrial argentino debía comprar
divisas en el mercado libre para importar maquinarias o ciertas materias primas con destino a la
producción nacional, el lugar de acogerse a la tasa oficial que era a denegada.
Los derechos de la aduana fueron utilizados de tres maneras para desalentar a la industria
nacional. En primer término los derechos sobre las materias primas eran con frecuencia
superiores a los de los articulos terminados o semiterminados elaborados con ellas. Así el alambre
de púas, los barriles de madera, las maquinarias y los motores eléctricos en general, se
importaban con un derecho básico del 5% y las máquinas y las agujas de coser, y los instrumentos
artesanales hechos con hierro o acero, podían entrar inclusive libres de derechos.
En segundo lugar funcionaba una discriminación oculta debida al sistema de los aforos, que eran
estimaciones fijas, adecuadas 30 o 40 años atrás a los valores reales, que hacían que en muchos
casos la tarifa aduanera se fijara en un valor mayor para el kilogramo de materia prima que para el
kilogramo de producto terminado fabricado con ella.
Finalmente, otra forma de discriminación surgía de no considerar la merma o pérdida de materia
prima en el proceso de la manufactura. Ello ni si quiera se compensaba fijando al derecho o tarifa
aduaneros por unidad de materia prima un valor menor que el correspondiente a la unidad de
bienes determinados.
Otras desventajas que encontraba la naciente industria nacional en su camino, fueron la falta de
capitales locales dispuestos a invertir en ella, y la renuncia de los bancos a conceder créditos a
plazo, pues preferían las inversiones más sólidas en debentures con garantias flotante a los
préstamos a corto plazo.
El sistema de la restauración conservadora enfrentó hacia mediados de 1940 otra seria crisis,
provocada esta vez por el estallido de la guerra europea de 1939. En aquella fecha de cataclismo
cerró prácticamente todos los puertos europeos a los productos argentinos y limitó en forma muy
considerable las bodegas extranjeras disponibles para nuestras exportaciones. La balanza de
nuestro país comenzó a adquirir signos desfavorables a partir de la segunda mitad del siglo 1940.
Esto se complicó con el desempleo temporario en alza que se advertia en los sectores industriales
como resultado de la interrupción en los envíos de materias primas importadas para ser
elaboradas aquí.
Estos y otros hechos hicieron que el ministro de hacienda, que era de Federico Pinedo se
decidiera a elaborar un plan para enfrentar la crisis. Brevemente la propuesta de Pinedo indicaba:
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▪ Compra por el estado de los excedentes de la producción agropecuaria a precios


moderados con el objetivo de que el productor pudiera cubrir sus costos, sin que
los propietarios exigieran arrendamientos exclusivos
▪ Construcción de viviendas populares, facilitando los negocios de las compañías privadas a
las que el estado fomentaría con recursos financieros a largo plazo y bajo interés
▪ Estimulo a las actividades manufactureras con créditos bancarios a largo plazo y
utilización preferente de materias primas nacionales.
▪ Fomento de una zona de libre comercio entre países vecinos
▪ Utilización de los recursos bancarios para las necesidades financias del estado, tomando a
su cargo el banco central parte de los depósitos que se encuentran en los bancos
particulares
▪ Crédito sin pago inmediato, fundamentalmente para la exportación al mercado británico
▪ Una discutible nacionalización de los ferrocarriles británicos, empleando para ello los
saldos acumulados a favor del país en el reino unido
▪ Limitación de las importaciones provenientes de los estados unidos, al mismo tiempo
que se solicitaba un préstamo en ese país para financiar las compras, sin imponerse
ninguna restricción a la remesa de utilidades y servicios financieros a los estados unidos.

Las exportaciones de productos argentinos “no tradicionales” aumentaron


considerablemente, con lo cual la industria local empezó a obtener mejores beneficios.
La guerra, entre otras consecuencias frenó el drenaje de divisas al reducirse la
importación, facilitó la creación y desarrollo de nuevas industrias para reemplazar a los
productos que ya no podían importarse, contribuyó a la acumulación de grandes
reservas de oro en las naciones beligerantes, fomentó las migraciones internas que
llenaban las
vacantes en las fábricas que se establecían en el litoral, hizo desaparecer la desocupación y
produjo una rápida circulación de bienes.

Perón al poder:
La relación de Perón con los sindicatos se inició unos meses después de la evolución del 4
de junio. El derrocamiento de Castillo había contado con el apoyo de más importantes
voceros sindicales. En pocos meses este apoyo se había evaporado. El gobierno se encargó
de enajenar esa acogida cordial. El gobierno intentaba así un mayor control sobre los
sindicatos, en líneas con su concepción jerárquica del poder. La intervención de los más
importantes gremios ferroviarios en agosto del mismo año fue otras de las iniciativas del
gobierno que lo enfrentó con las organizaciones obreras. Para las organizaciones obreras,
la repentina generosidad oficial era un hecho inusitado y sorpresivo. Se instalaba una vez
más la cuestión de la participación política de los sindicatos. El dilema tenia ahora un
componente adicional, ya no se trataba de decidir si era o no conveniente alinearse con
un partido político de la oposición, sino con el propio gobierno, un gobierno que para peor
había surgido de un golpe de estado.
El apoyo de los sindicatos, la iglesia y los militares, habían decidido el triunfo peronista.
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Ni capitalistas, ni comunistas: Justicialistas


La visión corporativa era uno de los pocos rasgos del pensamiento de Perón que se
mantendría inalterable a lo largo de toda su carrera. Una circunstancia fortuita había sido
determinante para moldear esa concepción de poder.
Los gremios más beneficiados, son los gremios mejor organizados, esto quiere decir que la
secretaria de trabajo y previsión cumple conscientemente con su deber, escuchando el
clamor de los trabajadores organizados, recibiendo la manifestación de sus aspiraciones
colectivas.
La concesión corporativa de la sociedad venía a reemplazar a la visión clasista de la que
hasta entonces había abrevado buena parte del sindicalismo. Perón se esforzaba por
diferenciarse del pensamiento de izquierda y opuso al concepto de lucha de clase el de
armonía de clases. La armonía entre el capital y el trabajo es condición especial para el
desarrollo económico del país para el desenvolvimiento de sus fuerzas productoras y
para el afianzamiento de la paz social.
Perón intentaba identificar su administración de la economía con los fines buscados antes
que con los medios empleados. La ausencia de compromisos doctrinarios en materia
económico-social era explicita: Nosotros no somos ni intervencionistas ni anti
intervencionistas, somos realistas. Este eclecticismo le daba a Perón cierta flexibilidad
para resolver los dilemas distribuidos que debía enfrentar.
En su paso por la secretaria de trabajo y previsión, Perón se había ganado la antipatia de
los patrones.

Una nación política soberana:


El problema distributivo no fue el único en el que Perón buscó diferenciarse de las
anatomías en que parecía apresado el mundo de la posguerra. La predilección del discurso
peronista por el justo medio entre dos extremos fue más explícita en la política
internacional de en cualquier otro ámbito. La “tercera posición” era la frase oficial para
definir lo que se pretendía de las relaciones internacionales de la Argentina, básicamente
una actitud de independencia ante el conflicto de los Estados Unidos y la Unión Soviética.
La conjunción de la tercera posición y a creencia de que las dificultades comerciales de la
inmediata posguerra se prolongarían y podrían agravarse con un nuevo conflicto mundial
que justificaba la opción del gobierno por la autarquía económica.
Las relaciones de la Argentina con Estados Unidos e Inglaterra fueron una mezcla de ese
declamado nacionalismo con el sentido de oportunidad característico de Perón. Estados
únicos tampoco vio con agrado la política del gobierno argentino en relación a la
comercialización de sus productos de exportación. Se denunciaba un excesivo
oportunismo argentino en la fijación de los precios de los alimentos.
La exclusión argentina del plan Marshall fue el segundo en importancia, el primero fue la
negociación con Gran Bretaña para arreglar las cuestas de guerra.
Las posiciones de los argentinos y los británicos eran claras y opuestas. La argentina
buscaba la convertibilidad del mayor porcentaje posible de libras, o al menos de la
obtención de un interés mayor al magro medio punto porcentual que hasta entonces
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estaban rindiendo, mientras la deuda se mantuviese congelada. Inglaterra por su parte,


pretendía ir cubriendo la sangría con una balanza comercial favorable durante los años
siguientes. En cuanto a los ferrocarriles, se previó la información de una compañía mixta
con participación del estado argentino.

El avance del estado:


La compra de los ferrocarriles británicos por parte del estado argentino debe considerarse
en su doble aspecto de nacionalización y estatización. La adquisición de los ferrocarriles
era también un síntoma de crecimiento del estado como productor de bienes y servicios.
Ya durante el gobierno militar se habían dado pasos en esta dirección.
Durante el gobierno peronista, la estatización tomó mayor vigor. A la nacionalización de
los ferrocarriles siguió de los teléfonos, pertenecientes de la ITT. En el área energética,
consideraciones estratégicas justificaban la intervención del estado más que en ningún
otro sector.
En la mayoría de los países de Latinoamérica también abordó el estado nuevas
actividades. El complejo de Volta Redonda, en Brasil, es solo el más importante de los
muchos emprendimientos estatales de la región. El estado tuvo especial relevancia en los
sectores de la generación eléctrica, construcción y transporte.
El aumento del gasto en inversión fue determinante para el incremento global de las
erogaciones estatales. Además hubo inversiones en comunicaciones, energía y material
ferroviario y se dio impulsado a la construcción de caminos. Creció también la importancia
del gasto en salud, educación y vivienda. El aumento del empleo público en general, aun
sin considerar las empresas estatizadas, puede verse como otra manera de asegurar esas
lealtades, y extenderlas también a la clase media.
En todo el mundo la receta keynesiana de tonificar la demanda agregada con aumentos
del gasto público estaba en su momento de mayor apogeo. En los países que habían
participado de la guerra, las compras del material bélico habían permitido superar una
situación de desempleo que se remontaba en la primera posguerra.
El triunfo del keynesianismo y la consideración de los problemas distributivos
seguramente influyeron en el diseño de las políticas fiscales peronistas. Así y todo el gasto
del gobierno no fue el único instrumento usado para sostener la demanda agregada y
para redistribuir progresivamente el ingreso.

Una nación socialmente justa:


La declamada opción por la justicia social tuvo expresión más acaba en la generosa
política de ingresos de los primeros tres años de gobierno peronista, y no tanto en
prácticas del tipo europeo o norteamericano que se estaban institucionalizando por esa
época en la forma del estado de bienestar.
El incremento de los salarios reales llevó a la distribución del ingreso nacional más
equitativa. Se ha calculado que el componente salarial del ingreso nacional superó a la
retribución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. Detrás de esa
política había una intención política de Perón. Debía definir la compulsa entre el grupo
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político y el grupo social sindical dentro del partido que lo había llevado al poder.
La política salarial de Perón con su doble objetivo de garantizar el pleno empleo y
redistribuir el ingreso hacia los sectores populares, fue uno de los elementos centrales de
su política económica. La mayor equidad también se vio favorecida por algunos cambios
impositivos. El impuesto al ingreso fue rediseñado repetidas veces de manera de hacerlo
más progresivo. Se creó además un gravamen a los beneficios de las empresas, lo que
también contribuyó a mejorar la distribución del ingreso.
Para la hacienda pública, todas estas medidas impositivas tuvieron una importancia
menor al lado de los recursos obtenidos por ampliación de la seguridad social. El sistema
provisional argentino había comenzado a funcionar con la creación de una caja de
empleados públicos.
El sistema impositivo y previsional fue un factor importante, pero no el decisivo en el
esquema distribucionista del peronismo. El elemento crucial era la generosa política
salarial.
Una nación económica libre: El impulso industrial
El gobierno peronista actuó vigorosa y deliberadamente a favor de la industria sustitutiva
de importaciones. No fue el nacionalismo el único argumento en pro de la
industrialización. Perón veía en el crecimiento industrial las posibilidades de mantener un
alto nivel de empleo y de consumo. La industrialización era vista también como una
política de desarrollo para el largo plazo. Las recomendaciones de la mayoría de los
economistas para los países en desarrollo giraban siempre en torno al objetivo
compartido de la industrialización.
También contribuyo algo a la industrialización la política fiscal del peronismo. Las compras
del estado, derivadas entre otras cosas del aumento del gasto en defensa, generaron
demanda adicional por los productos industriales. Además se invirtió bastante en la
instrucción para la industria, siguiendo los consejos ya centenario de Alberdi, de evitar
información demasiado enciclopedista.

En el campo, las espinas:


En los primeros años de la década del 30, el sector agropecuario había sufrido las
consecuencias de unos términos de intercambio inusualmente bajos. El gobierno
conservador del general Justo, en cuyo gabinete se contaban cinco miembros de la
Sociedad Rural Argentina, intentó ayudar a los productores agrícolas y ganaderos. Estos
últimos se vieron favorecidos por la firma del tratado Roca-Runciman que garantizaba una
proporción del mercado inglés a la carne argentina, para ayudar a los agricultores, en
tanto se instauró la Junta Nacional de Granos, con la misión de asegurar un precio mínimo
a los cereales, comprar los excedentes y venderlos a pérdida en el mercado internacional.
De no haberse esterilizado el aumento internacional de los precios de los alimentos, una
de las dos cosas había ocurrido: o bien los salarios reales habrían mermado por el
encarecimiento de algunos productos básicos de la canasta familiar, o bien, en el caso de
compensar ese aumento con nuevos incrementos en los salarios nominales, se habría
visto afectada la rentabilidad industrial.
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Los planes de industrialización y desarrollo económico previstos en el primer plan


quinquenal de gobierno, hicieron necesario que ese mejoramiento transitorio de la
capacidad adquisitiva internacional de nuestros cereales y productos ganaderos se
aprovechara en la consolidación de otras actividades económicas fundamentales, que a
su vez, habrían de constituirse en una inestimable fuente de demanda permanente para
la propia producción primaria, cuando cedieran los estimulos transitoriamente presentes
en el mercado internacional. Estas consideraciones eran poco convenientes para los
propietarios rurales, mucho menos cuando otras políticas tampoco lo eran favorables.
Los aumentos salariales en las industrias habían repercutido en los costos de los
productores, que debían aumentar los salarios de los peones para evitar su emigración
hacia las ciudades.
La agricultura, sufrió con el cambio en las reglas de la propiedad rural. El sistema de
arrendamiento utilizado hasta entonces entró en crisis. Se dio al arrendamiento el
derecho a renovar su contrato a los mismos valores que en el periodo anterior, lo que
perjudicaba al dueño de la tierra debido a la erosión inflacionaria.
Dentro del esquema peronista, el campo tenía el importantisimo rol de proveer las divisas
necesarias para la importación de insumos y maquinarias que la industria local aún no
producía. Quizás esa fue la causa de la timidez de los cambios en el régimen de tierras
llevados adelante por el peronismo.

Las complicadas cuentas externas:


La posición comercial argentina al finalizar la segunda guerra mundial no era cómoda, a
pesar de los superávits comerciales que venían acumulándose. En realidad, el problema
era el excesivo superávit, ya que no se trataba de un fenómeno derivado de una gran
performance exportadora, sino de las dificultades para conseguir importaciones. Así es
como el problema exterior era opuesto al que había imperado durante la gran depresión.
La manifestación más clara de este problema, era el bloqueo de libras en el banco de
Inglaterra. Las libras que se habían conseguido con las exportaciones durante la guerra
solo podían utilizarse para importar desde países del problema del superávit comercial.
Problemas similares obligaron a firmar acuerdos con varios países además de Inglaterra.
Los primeros años de la posguerra trajeron novedades al comercio exterior argentino. El
peso promedio de las exportaciones creció un 208% mientras que las compras al exterior
se normalizaron después del periodo bélico, además de aumentar su precio alrededor de
30%. El comercio exterior argentino recuperó así, parte de su vigor de preguerra.
Las importaciones se recuperaron rápidamente de su deprimido nivel durante la guerra,
empujadas por la fuente de demanda interna. Además hubo un cambio en su
composición. El aumento en la demanda por bines de consumo era satisfecho con
producción doméstica, pero ésta necesitaba cada vez más insumos y bienes de capital.
Estos rubros pasaron a representar alrededor de 90% de importaciones totales. El
creciente nivel de importaciones comenzó a ser visto con preocupación cuando amenazó
con cambiar el signo de la balanza comercial argentina. El desequilibrio del exterior,
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coincidirá con la aparición de otro de los temas llamados para el debate económico, la
inflación de precios.

Crédito y descrédito: Nace la inflación


A partir de la segunda guerra mundial, la economía argentina empezó a mostrar síntomas
inflacionarios. La argentina mantuvo una inflación más alta que la de los países más
avanzados.
Recién iniciado el gobierno peronista, el régimen monetario y bancario argentino fue
modificado profundamente. En marzo de 1946 fue nacionalizado el banco central hasta
entonces una ciudad mixta. Al mes siguiente se decidió otra medida fundamental: la
nacionalización de todo el sistema bancario. Esto significaba que los depósitos pasaban a
ser pasivos del banco central antes que de los propios bancos comerciales que los
recibían. Los bancos no eran más que agentes receptores de depósitos por cuenta del
banco central, y desde luego no se les permitia prestarlos.
El sistema monetario tenía algunos resabios de los que habían sido las propuestas
monetarias consideradas ortodoxas. En círculos académicos, se identificaba con el
economista Henry Simons la idea de reemplazar el sistema habitual de reserva
fraccionaria por uno de reservas 100% en el que los bancos están impedidos de prestar el
dinero que reciben en forma de depósitos. El fin buscado en ese caso es evitar el periodo
de crisis bancaria al que está expuesto a todo sistema de encajes fraccionarios. A pesar de
las apariencias, el modelo monetario elegido por el peronismo distaba mucho de tal
propuesta.
Una parte de los créditos volvía al sistema bancario en forma de depósito que
aumentaron durante los primeros años del peronismo. Sin embargo, el aumento de los
créditos fue siempre mayor al crecimiento de los depósitos, y eso no era ni más ni menos
que una expansión del dinero circulante, siempre proclive a generar inflación.
Inflación incipiente, signos de debilidad externa, aunque todavía no fuera obvio, allí
estaban los síntomas de que el impulso expansivo y distribucionista se había llevado a un
extremo peligroso. La bonanza de los términos de intercambio, la abundancia de los
recursos fiscales provenientes de la seguridad social, de la propia expansión económica y
de la apropiación publica de la prosperidad exportadora, el incremento de los salarios, la
capacidad para expandir el crédito sin provocar inflación, nada de ello duraría para
siempre.

Del paraíso peronista a la crisis del desarrollo:


La plata sobraba, y dominaba la sensación de que lo económico había dejado de ser un
problema para la argentina. Con este marco de abundancia, Perón se ocupaba de tejer
nuevas ambiciones, una de ellas fue la realización de una forma constitucional que les
permitiera ser reelecto. Aunque públicamente se pronunciara en contra de alterar la
sabia y prudente disposición constitucional de no reelección. Perón sabía que la
maquinaria política había decidido la necesidad de la reforma, tanto que algunos partidos
decidieron no formar parte de la elección.
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Los ataques de actos y locales de los partidos opositores aparentemente llevados a cabo
por las facciones peronistas de raíz nacionalista, contribuían a desalentar las actividades
contra el gobierno. No era fácil para los integrantes de los partidos opositores acordar una
posición común ante un gobierno que los ignoraba. El partido radicalista había conocido
una situación similar en los años del régimen anterior a la ley Sáenz Peña.

Síntomas de crisis:
Lo que ha quedado par la historia económica como la etapa clásica del peronismo abarcó
un lapso de apenas tres años, entre 1946 y 1948, y entró en crisis ya en 1949. La intensa
expansión del producto y del gasto durante ese trienio había sido fomentaba desde el
gobierno, aprovechando circunstancias excepcionales que no se prolongarían por mucho
más. La particular situación mundial de la inmediata posguerra, había colocado a los
términos de intercambio externos de la Argentina en lo que sería el punto más alto del
siglo. El estado había podido apropiarse de esa bonanza gracias a la nacionalización del
comercio exterior y había alimentado con gasto público la expansión económica
Los límites a las importaciones y las expansiones monetarias y crediticias especialmente
dirigidas habían estimulado un veloz crecimiento de la industria que en sus ramas livianas
ya abastecía casi completamente el consumo nacional. El gasto interno había crecido no
solo por el impulso directo del estado sino también por el rápido ascenso de los salarios.
Estados unidos no quiso favorecer a una argentina que no se había alineado con los
vencedores sino hasta el final de la segunda guerra mundial y que se mostraba
demasiado oportunista a sus negocios con las hambrientas naciones europeas. Le cupo al
país solo el 3% de la participación latinoamericana en el esquema de reconstrucción
europea.
La argentina en 1949 exportó por un valor de 933 millones de dólares, contra 1.600 del
año anterior. Esa drástica reducción en las divisas disponibles, obligó a comprimir más las
importaciones ya bastantes restringidas.
En 1951 el panorama volvió a empeorar. La inflación superó a la tasa de aumento salarial,
por prima vez desde que perón estaba al poder. La reaparición de las huelgas contribuyó a
difundir a sensación de que una era de rápido progreso estaba concluyendo. La restricción
del crédito estaba golpeando sobre algunos sectores industriales y hacia inevitable el
conflicto entre trabajadores y empresarios, ambos ya acostumbrados a ver crecer
velozmente sus ingresos.

La hora de la austeridad: El plan económico de 1952


Una serie de factores se conjugaron entonces para que a principios de 1952 el gobierno
lanzara un programa de austeridad que contrastaba, con las políticas de los primeros años.
En primer lugar, Perón ya había conseguido su reelección y tenía suficiente margen de
maniobra como para tomar decisiones no del todo populares. Por otro lado, el
estancamiento económico, ya venía prolongándose por tres largos años, tanto como había
durado la expansión inicial.
El plan de estabilización económico de 1952 compartia el objetivo básico de todos sus
sucesores: detener la inflación. La idea era así de simple, había que gastar menos. El pan
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no se limitó desde luego a esos llamados voluntaristas a la austeridad popular. La


inversión pública se redujo bastante, la retracción fiscal se combinó con una política
monetaria mucho más restrictiva. La tasa de crecimiento de la cantidad de dinero
descendió. La inflación había pasado a ser una preocupación gubernamental.
Los instrumentos monetarios no fueron los únicos con los que se intentó combatir la
inflación, hubo medidas más directas, como el retraso deliberado de las tarifas públicas y
el aumento de los subsidios a los bienes básicos de tal magnitud que tuvieron un costo
fiscal de un 20-30% del gasto público total.
Por otra parte, hubo algunas medidas que apuntaron al aumento de las exportaciones. La
faena de animales se restringió de manera de reducir la inestabilidad de la exportación
vacuna y se asignaban las cámaras frigoríficas para la exportación, las matanzas de un día
de la semana. Con el mismo objetivo se prohibió el consumo de carne vacuna los días
viernes.
La caída de la inflación restableció la confianza en el peso. También se recuperó la
producción interna, el problema externo fue corregido.
Una vuelta al campo:
Se ha argumentado que la decadencia de ciertos cultivos en la argentina, se debió a la
política gubernamental de adquirir la cosecha a precios bajos al productor local para
venderlo caro al comprador internacional.
El equipo económico reconocía tanto el trato inicial desfavorable al agro como la nueva
tendencia de la política hacia el sector rural, que se consolidó como el cambio de la
década.
A diferencia de lo que ocurría con planes de estabilización posteriores, la política de
estimulo a las exportaciones agropecuarias descansó solamente en los subsidios del IAPI y
no en una devaluación. El tipo de cambio se mantuvo a niveles considerados francamente
bajos, lo que solo se corregiría tras la caída de Perón. De esta manera se lograban precios
remunerativos para el campo, sin que los precios internos aumentaran tanto como lo
hubieran hecho con la devaluación, que también encarece las importaciones.
Uno de los pasos fundamentales del gobierno para revertir la oposición rural fue la firma
de sucesivos protocolos con Inglaterra, que establecían las condiciones de
comercialización para las carnes argentinas. El problema con Inglaterra había surgido
después de la devaluación de la libra. El IAPI había reaccionado a esa medida con un
aumento proporcional del precio en dólares de la carne.
El nuevo trato del gobierno de Perón en el sector rural no se agotó en las políticas de
crédito y subsidio, aunque estas fueron las más importantes. Hubo intentos más o menos
exitosos por aumentar la productividad y bajas los costos de la producción agropecuaria
argentina. Se organizó un plan de inversiones del estado para fomentar la investigación,
difundir innovaciones en los modelos de la producción y mejorar la sanidad animal y
vegetal. Fueron ampliadas también las instalaciones para almacenamiento de las
cosechas, y se incentivó la mecanización agraria. La industrialización, empezaba a
mostrarse problemática.
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Dilemas de una industrialización acelerada:


El aumento de la producción nacional industrial era un objetivo declarado de las políticas
públicas por lo menos a partir del gobierno militar. Durante el peronismo, el impulso
industrialista se intensificó a través de políticas que buscaban completar el proceso de
sustitución de importaciones por producción nacional. Los dos instrumentos claves de
esa orientación fueron la política crediticia y la de protección a través de mecanismos
cambiarios y comerciales. El banco industrial y el banco centran fueron los encargados de
llevar adelante un programa de créditos marcadamente expansivo.
Entre los economistas ha habido debate acerca de las ventajas y desventajas de un
desarrollo industrial diversificado. La política industrial diversificada que en los hechos
eligió el peronismo, era particularmente problemática en un país con población
relativamente escasa.
El proceso de expansión manufacturera también estuvo complicado por un mercado de
trabajo distinto del de otros países que encararon la industrialización en la posguerra.

¿Un defecto estructural?:


Después de dos años de un superávit comercial provocado por la estabilización y por la
gran cosecha, reapareció el déficit comercial, ya que las importaciones comenzaron a
recuperarse de su deprimido nivel.
La situación estaba agravada por el comportamiento de las exportaciones. La voluntad
oficial por mejor la productividad agropecuaria y el restablecimiento de precios aceptables
para el agro no estaban logrando el objetivo de aumentar el valor de las ventas al exterior.
Las respuestas peronistas a los problemas de pagos externos estaban a tono con la
práctica internacional. El control de cambios, se reforzaba o se relajaba según la gravedad
de la coyuntura.
Los controles cambiarios o los préstamos exteriores, eran solo una solución temporaria al
problema externo argentino, pero estaban lejos de eliminar sus causar más profundas.
Para superar de manera permanente ese defecto tenía que llevarse adelante con una
combinación de dos políticas: incentivar las exportaciones y alentar la producción local de
maquinarias a insumos industriales, sobre todo de combustible.
La escasez de divisas para importar hizo que muchos se lamentaran por el uso que se había
echo de las reservas acumuladas durante la guerra. La mayoría de las reservas habían sido
usadas para las nacionalizaciones de activos extranjeros, básicamente a través de la
cancelación de deudas y de la estatización de servicios públicos.

Un intento de corrección: El segundo plan quinquenal


Un candidato obvio para la profundización o integración de la industrialización argentina
era el mismo estado. Se notaba en el segundo plan quinquenal una evolución bastante
marcada de las ideas del gobierno, no ajena al cambio de hombres. Esta evolución
armónica tenía que ver con las nuevas prioridades de inversión que contemplaba el plan.
El objetivo explícito era el de solventar las necesidades básicas del país en lo
concerniente a la producción de materias primas, energía y transportes y bienes de
capital.
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La atención a la industria estuvo centrada en el proyecto de SOMISA. Las vacilaciones en


torno a SOMISA se repitieron en otras áreas de inversión. Pero la principal complicación
del segundo plan quinquenal fue el problema fiscal que venía acarreando el peronismo.
De hecho, la inversión pública fue uno de los rubros sobre los que recayó el ajuste fiscal
que inevitablemente debía sostener el intento de estabilización económica.
El segundo plan quinquenal fue el parte el acomodamiento de las actividades del estado a
esas críticas de las que tomaba nota Gómez Morales.

Una nueva bandera peronista: La productividad.


Aumentar la calidad de bienes a repartir, ahí estaba la clave del nuevo enfoque de la
política económica del peronismo. De alguna manera había que ingeniárselas para
producir más. El gobierno tomó conciencia de que solo existiría un margen para
aumentar los salarios reales o las utilidades de las empresas que si crecía la
productividad. Eso podía conseguirse tanto como un aumento de la inversión como con
cambios de la organización de las empresas, que apuntaran hacia una mayor eficiencia.
Con la intención de alentar esas innovaciones, en octubre de 1954 se convocó a un
congreso de la productividad y el bienestar social, que tendría lugar desde comienzos del
año siguiente. La preparación de este congreso fue una de las últimas ocasiones en que el
gobierno desplegó su importante aparato de propaganda y mostró en toda su dimensión
su sustento corporativo.
Las prácticas laborales no eran la única manera por la que se podía esperar una mejora en
la capacidad de la producción de la economía argentina. Pero se les prestó bastante
atención porque la otra forma básica de aumentan sustancialmente e producto por
hombre ocupado no era algo que estuviese al alcance de la mano.

Atrayendo el capital:
La atracción del origen interno, fuera pública o privada, era insuficiente para aumentar
sensiblemente la productividad y para reducir el peso de ciertas importaciones en su
balanza de pagos. No era solo que no se contara con el ahorro necesario, el problema
principal era que faltaban las divisas para comprar en el exterior los bienes de capital
necesarios.
El gobierno había entendido que para superar los problemas de la balanza de pagos no
había otra salida que invertir en algunos sectores industriales y en área petrolera.
En 1946 se había considerado la posibilidad de una asociación entre YPF y Santard Oil. El
acercamiento entre los empresarios petroleros norteamericanos y el gobierno de Perón no
acabaron allí. En abril de 1955 un funcionario del gobierno argentino firmo con la california
argentina de petróleo un contrato de explotación petrolera, cuya aprobación final quedaba
en manos del parlamento argentino. Pero el contrato con la california fracaso. El proyecto
de ley quedó estancado en una comisión de disputados, sin ser tratado por ninguna de las
camas de congreso.
El desgaste político del gobierno se estaba acelerando, y cada vez sonaban más fuerte los
rumores de un levantamiento militar
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El impulso desarrollista (1958-1963):


La llega de Arturo Frondizi a la presidencia de la nación, no fue el resultado de un proceso
democrático normal. A lo largo de su gobierno, Frondizi intentó aprovechar al máximo el
reducido margen de maniobra que contó, limitado como estaba por una red de presiones
que habían generado desde antes de su victoria electoral. Ya antes de asumir, Frondizi
debió discutir con las fuerzas armas los nombramientos militares, y en julio se vio obligado
a decidir el pase a retiro de un almirante que quiso denunciar el carácter izquierdista del
gabinete.
Cuando en marzo de 1961 el general Moreno, fue forzado a retirarse, pareció que por fin
Frondizi había conseguido una mayor autonomía.
A pesar de todo ello, Frondizi se obstinó en permitir la participación electoral de
candidatos justicialistas en los comicios.

Los problemas de entonces:


Con el término “estrangulamiento” se trataba de ilustrar el hecho de que cada vez que la
economía se expandía, las importaciones aumentaban y se agudizaba el problema de la
balanza comercial. Ya que en ese periodo el acceso al crédito externo estuvo bastante
restringido, la única manera de evitar una caída en las reservas de divisas era conteniendo
las importaciones. El control de cambios, los elevados aranceles aduaneros y los controles
cuantitativos eran los instrumentos más habituales para evitar al mismo tiempo el déficit
comercial y la depresión cambiaria. El gobierno de la revolución libertadora había
intentado una parcial modificación de este mecanismo, confiando en que un tipo de
cambio más alto desalentaría las importaciones y estimularía las exportaciones.
Este problema externo de la economía argentina, y los instrumentos para
enfrentarlos, venían acentuándose desde la Fran Depresión. La política de control de
importaciones había encontrado una racional adicional a la de evitar una sangría
comercial. Muchos productos industriales, habían sido reemplazados por bienes
nacionales.
Más allá de sus pobres logros, todos esos esfuerzos prefiguraban lo que sería el intento
desarrollista de Frondizi.

La propuesta desarrollista:
Si en algún área el gobierno de Frondizi mostró una línea consistente y decidida, fue en el
ámbito de la política económica. Este empuje final hacia una economía industrial
integrada reconocía una seria de propiedades. En primer lugar, debía multiplicarse la
producción de petróleo y gas, lo que permitiría ahorrar divisas para dedicarse a la
inversión en otros rubros. Segunda en la lista de prioridades estaba la siderurgia, cuyo
desarrollo requería además la exportación de los depósitos de carbón y hierro.
La ausencia de actividades agropecuarias en el conjunto de prioridades del gobierno
era notoria, era solo mediante un adecuado monto de inversiones que podría
retomarse un camino de crecimiento en el campo argentino.
Una meta en la que se ponía énfasis, era la construcción de una amplia red de rutas y
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autopistas. Se intentaba estimular la producción nacional de autos y camiones. Además el


gobierno esperaba construir o modernizar 40 aeropuertos a lo largo del país.

1958: Clima para la inversión:


Cualquiera fuesen las intenciones de largo plazo, el nuevo gobierno debía encarar ante
los problemas urgentes. El bajo nivel de reservas internacionales en el banco central era
especialmente preocupante en un año para el cual se preveía un nuevo déficit comercial.
El incremento en la demanda por bienes se reflejó en un aumento de las compras al
exterior y en una estampida inflacionaria. La concesión de permisos de importación
quedaba limitada a determinador productos esencialmente los necesarios para llevar
adelante el proyecto económico desarrollista.
Frondizi rechazó un ofrecimiento de administración anterior que consistia en tomar
medidas impopulares consideradas necesarias para una estabilización inmediata.

La batalla del petróleo:


En julio de 1958 el gobierno anunció que se había firmado contratos de exportación con
empresas petroleras argentinas. Nadie era ciego al problema petrolero, y todo el mundo
coincidía en la inconveniencia de gastar 350 millones de dólares anuales en la importación
del mineral cuando el país estaba dotado de reservas.
En pocos años quedó demostrado que el proyecto petrolero había sido un éxito. Se
multiplicó por 4 la producción de gas, y se acrecentaba el fomento de la región patagónica.

Otro tópico recurrente en el debate de política hacia el sector rural fe el impuesto de la


tierra libre de mejoras. El propósito de la iniciativa era gravar los lotes por su productividad
potencial, de manera que los tributos al sector rural no desalentaran la eficiencia. Dentro
del esquema global de economía protegida, el campo encontró su lugar.

El alivio externo:
La recuperación de la agricultura se reflejó en un mayor volumen de exportaciones.
Mientras en que en 1951 y 1962 las exportaciones habían superado a las importaciones
solo 3 veces. El excedente de comercio se explica por el crecimiento significativo de las
exportaciones, que fue acompañado por un aumento más lento de las importaciones.
Aunque el fenómeno central del comercio internaciones argentino fue la recuperación de
las exportaciones agropecuarias. De los años 60 datan los primeros acercamientos a los
países socialistas como destino de los productos argentinos. Lo que en un principio fue un
suceso aislado y audaz se convertiría en un objeto deliberado del gobierno peronista.
Esta noticia tenía que ver con la evolución por la que atravesaban la industrialización
argentina y las ideas y políticas asociadas a ellas.

En busca de una industria madura:


El debate en torno al modelo de desarrollo continuo nutriéndose de experiencia. En
primer lugar, a pesar de la mejora en la balanza de pagos durante los años 60, persistia la
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preocupación por la restricción externa de la Argentina. Aunque la profundización del


desarrollo industrial no se había completado totalmente, se fue haciendo evidente que el
margen para reemplazar la producción importada por producción nacional era muy
pequeño.
Cada vez más, se coincidía en la necesidad de exportar productos industriales. Como ello
se dejaría de esperar del sector agropecuario para obtener nuevas divisas, y al mismo
tiempo se estimularía la competitividad internacional de la industria argentina.
Mientras que las exportaciones tradicionales estuvieron sujetas a retenciones durante la
mayor parte del periodo, las no tradicionales fueron estimuladas con reembolsos de los
impuestos internos. Esas políticas seguramente incidieron en el comentado crecimiento de
las exportaciones industriales. Pero más allá de sus intenciones, las medidas no alcanzaban
para revertir el sesgo favorable a la venta en el mercado interno que desde hacía tiempo
tenía la industrialización argentina.
El aumento de empleo se combinó con un crecimiento de los salarios reales, de modo
que la participación de los asalariados en el ingreso nacional se recuperó a lo largo de la
década. En cualquier caso, tampoco los trabajadores de entonces podían contestar con
precisión cuanto habían variado sus ingresos. Esa incapacidad era una de las
consecuencias de la alta inflación.

Vivir con inflación:


Al finalizar los años 60, la argentina ya se perfilaba como candidata seria al record
mundial de inflación sostenida en el siglo XX. Al comienzo de los 70 llegó un consuelo de
tontos: el aumento persistente de los precios pasó a ser un mal de mucho.
Lo mismo que ante una enfermedad desconocida, ante la inflación no había acuerdo ni en
el diagnóstico ni en el tratamiento. En realidad tampoco estaba clara en qué medida era
dañina la inflación, aunque ya nadie consideraba como en otras épocas.
Más problemático que el debate de la inflación era el disenso a sus causas. La explicación
tradicional a la inflación era la monetarista. Nutrida en la teoría cuantitativa del dinero,
señalaba a la rápido expansión de la cantidad de dinero como causa única de la inflación.
En la óptica estructuralista, la inflación no era el resultado de políticas monetarias
equivocadas sino un síntoma inevitable de defectos arraigados en la organización
económica.
Se podía priorizar el equilibrio externo, con precio para los productos exportables tan
altos como fuera necesario para restringir la demanda interna y vender saldos
importantes en el exterior. Pero en ese caso el salario real era demasiado bajo como para
ser aceptado por los trabajadores, ya que los productos de exportación tenían mucho
peso en la canasta de consumo. Además, es probable que ni siquiera así quedaba
garantizado el equilibrio externo, ya que la demanda de importaciones aumentaría a
medidas que se redistribuía el ingreso a favor de los no asalariados
Ya había comenzado a ceder la inflación cuando el golpe de junio acabó con el gobierno
de Illia. Con la revolución argentina a llegar un ataque más frontal a la inflación.
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Un plan novedoso:
Esquemáticamente, pudo hablarse de una tensión entre una estrategia desarrollista y ésta
más inclinada a atenuar la presencia del estado en la economía y eliminar lo que
consideraba su más visible consecuencia, la inflación.
El ministro de la economía estuvo en un principio a cargo del ministro Néstor Salimei, sin
que pudiera distinguirse una dirección clara en sus intenciones de mediano plazo. De su
breve periodo pueden recordarse la intervención de los ingenios azucareros y el
enfrentamiento con los obreros del puerto de buenos aires que se resistian a un plan de
nacionalización.
El fracaso de un plan de acción sindical, aportó el momento apropiado para intentarlo de
nuevo. El 13 de marzo se anunció el plan de estabilización y desarrollo. Incluía la medida
trascendental de fijar una nueva paridad del peso argentino igual a 350 por dólar, asegura
que por su magnitud, que no habrá más devaluaciones según la definición del ministro. El
plan consiguió reducir, de manera bastante rápida, la tasa de incremento de precios.
La recuperación de la demanda de dinero, daba al gobierno cierto aire para poder
financiarse de manera no inflacionaria mientras resolvía sus complicaciones fiscales.se
elevaron las taridas, de modo de reducir el desequilibrio de las empresas públicas, fue
aumentando los impuestos de las ventar, se crearon algunos tributos nuevos y
comenzaron a cobrarse los impuestos a las exportaciones. Todo eso permitió mejoras
sustancialmente la recaudación.
Cuando Levingston llegó a la presidencia, el ritmo anual de inflación, ya era el 12%,
una tasa que, sumada a la de los años previos, parecía incomparable con un tipo de
cambio estático en 350 pesos.

Sin rumbo:
La figura de Aldo Ferrer, estaba más en línea con las nuevas prioridades del gobierno.
Designado ministro en octubre de 1970, tomo una seria de medidas favorables a las
empresas argentinas, fundadas en la idea de que “el sistema productivo y financiero
argentino revela un alarmante grado de extranjerización. Esta situación debe rectificarse
con la ley de compre nacional” se obligó a todas las dependencias estatales a adquirir
bienes y servicios a firmar del país. También se orientó la política crediticia hacia las
empresas nacionales. La política de gastos se hizo más expansiva.
Con Lanusse la economía siguió deteriorándose, pero ya estaba lejos de ocupar el centro
de la escena. El tiempo político de la revolución argentina finalmente había llegado, pero
apurado por las circunstancias y sin que se hubiesen cumplido los objetivos planeados
inicialmente.
Desgastado su propio poder por la evidente derrota en su puja con Perón, sobre el final de
su periodo Lanusse aptó por apoyarse en las organizaciones empresarias y la CGT. El
último de los 8 ministros de la revolución argentina pretendió con poco éxito apartarse
había un manejo un poco más prudente que el que exigían esas entidades. Cámpora
recibiría una economía inflacionaria, con casi todos los indicadores de retroceso.
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Política económica de un gobierno disgregado:


La aceleración vertiginosa de la crisis política y económica hace difícil, acaso inútil la
descripción minuciosa de los acontecimientos que siguieron. El número de ministros ha
sido en argentina un buen indicador del grado de estabilidad de la economía y de las
políticas económicas.
Se anunció un paquete de medidas que incluía una devaluación del 100%, incrementos de
las tarifas públicas en una proporción similar o mayor y la liberación de casi todos los
precios. Era el Rodrigazo, que ganaba un lugar en la memoria colectiva al lado de otras
conmociones también recordadas con aumentativos. Para los sindicatos, el nuevo plan
equivalía a una declaración de guerra.
A esa altura, la economía ya estaba pasando de la expansión a la recesión. La situación
de pagos se tornó desesperante, y el nuevo equipo económico tuvo que recurrir un
acuerdo con el FMI, el primero del gobierno peronista, y mantener un alto precio del
dólar.
El déficit fiscal, ya estaba fuera de control, habiendo llegado a la inédita cifra de 12,4%
del PBI. En marzo, el incremento de precios alcanzó un ritmo técnicamente
hiperinflacionario, por primera vez en la historia, los precios mayoristas aumentaron más
del 50% en un solo mes. Pero el gobierno de Isabel, no llegó a anunciar ese registro. El
día 24 se había alzado con el poder, una vez más, los hombres venidos de los cuarteles.

Diez años después, una nueva solución final:


El móvil inmediato del autodenominado proceso de reorganización nacional era, la
eliminación de los grupos armados, en particular el ERP y montoneros. Tanto era así, que
entre los planes políticos previos al golpe, se manejó la alternativa de un gobierno
relámpago que en seis meses acabara con la guerrilla y llamara a elecciones. Había que
evitar a toda costa la tentación corporativa y estatista, percibida como el verdadero
nudo gordiano de los problemas nacionales. Al contrario, su proyecto a largo plazo
vislumbrada una sociedad despolitizada y con un estado menos poderoso.
Ya desde antes la asunción del general Roberto Viola un desgaste creciente estaba
corroyendo al régimen debajo de la superficie, era la razón misma de ser de todo el
proceso lo que estaba en cuestión, sin grupos armados que combatir, y sin resultados
económicos respetables que exhibir, el gobierno había perdido toda iniciativa.
Malvinas fue el tiro final para el proceso. El año y medio transcurrido hasta la elección de
Alfonsín, bajo la presencia de Bignone, fue un periodo más de disgregación de un
gobierno facto. En tanto los objetivos de esta última experiencia militar, habían sido
mucho más ambiciosos que los de las anteriores y la desilusión proporcionalmente mayor,
y en tanto se había fracasado no solo en el gobierno general sino en el área específica de
las fuerzas armadas, la posibilidad de consolidar definitivamente un sistema democrático
apareciera en 1983 como menos remota que en cualquier oportunidad anterior de
restablecimiento institucional.

El ocaso de Lord Keynes:


En el área económica, la declaración de principios del proceso de reorganización nacional
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estuvo a cargo del flamante ministro Martinez de Hoz, un empresario proveniente de las
vertientes más liberales de la democracia cristiana.
El enfoque que subyacía en los anuncios de Martinez de Hoz no era únicamente una
respuesta a una nueva encrucijada de la historia argentina.
Diez años no son muchos para la historia del pensamiento. De ello podría dar fe el propio
Keynes, cuyas ideas habían esperado bastante más que eso para ser aceptadas.
La decadencia de la macroeconomía keynesiana arrastraba consigno a instituciones y
políticas que se derivaran estrictamente de sus proposiciones teóricas, estaba asociada a
ella. Todavía no era claro cuál sería el paradigma sustituto de aquel que había hecho del
estado protagonista central en todo occidente.
Pero en la política económica la influencia más tardía y solo se hizo obvia con el cambio de
década, cuando las administraciones en gran Bretaña y estados unidos iniciaban su
campaña contra el estado de bienestar y los respectivos bancos centrales adoptan las
enseñanzas del monetarismo.
El péndulo de la política económica se movió en chile con más rapidez que en la argentina,
en pocos años, la economía chilena había pasado a ser una de las menos regulares y
estatizadas de occidente. La experiencia chilena basada en el enfoque monetario de la
balanza de pagos terminaría en una profunda crisis, y en el obligado viraje de políticas,
pero a finales de los 70 era natural que los militares argentinos se fijaran en los avances
de un vecino que también podía ser un enemigo.

Política financiera, de la reforma de la crisis:


A juzgar por la enunciación de intenciones, le esperaban a la argentina reformas del
mismo signo que las ocurridas en chile. Martinez de Hoz planteó una lista de prioridades
acorde a la coyuntura de marzo, caracterizada por una incipiente hiperinflación y una
dramática situación de pagos externos. Los tres objetivos principales de su política
económica serian: la estabilidad de precios, el crecimiento económico, y una distribución
del ingreso razonable. Se decía que la esencia de la nueva política seria el paso de una
economía de especulación a una producción.
La política del equipo económico se inició aplicando una estrategia antiinflacionaria
gradualista, rasgo que se mantendría durante todo el periodo de Martinez de Hoz.
Mientras buscaba a tientas la manera de doblegar la inflación, el equipo económico
introdujo uno de los cambios más drásticos del periodo, una excepción a su política
generalmente gradualista: la reforma financiera. La diferencia entre las dos formas de
organización era el papel de los bancos en la distribución del crédito. Probablemente, el
sistema bancario formal habría colapsado de no haberse introducido una reforma en esa
línea. Además la existencia de un costo real de los créditos haría que operaciones
improductivas dejaran de ser rentables, con lo cual el ahorro se canalizaría a las
inversiones de ñata productividad real.
Algunas de estas expectativas parecieron cumplirse parcialmente. El número de bancos
aumentó de 119 a 219, en un proceso que desde al ámbito oficial fue percibido como un
indicador de una mayor competencia. Las tasas reales, pasaron a formarse como era
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previsible, bajo las nuevas reglas: a las tasas de interés internacionales se les sumaba el
riesgo de depreciación cambiaria, y las tasas domesticas podrían resultar positivas o
negativas.
Con la crisis financiera comenzó la fase terminal del programa económico de Martinez de
Hoz. Poco antes, el almirante Massera había declarado: “no es verdad que hayamos
pasado de una economía de especulación a una producción”. En realidad, no se había
alcanzado ni ese objetivo general ni los finales más concretos que se había propuesto
Martinez de Hoz desde los comienzos.

Política de estabilización: Del monetarismo a la tablita:


La coherencia monetaria exigía insistir con la moderación en la creación de dinero hasta
que las expectativas se adecuara a la política de desinflación. Pero había algo más
profundo que estaba fallando, y que tenía que ver con las diferencias ente una economía
cerrada al mercado internacional del crédito y una economía abierta a esa influencia. Se
pretendía mantener cierto valor del tipo de cambio, la determinación de la oferta
monetaria dependía exclusivamente del comportamiento de la gente. Cuando la cantidad
de dinero fuera menor a la deseada, el aumento en las tasas de interés se encargaría de
atraer dólares del exterior, que intercambiados por pesos al tipo de cambio establecido
por el gobierno, alimentaban la cantidad de dinero.
El efecto inicial de la tablita tuvo doble cara. Por un lado una expansión de la actividad
económica, en parte porque la demanda agregada se recuperó al compás de descenso en
las tasas reales de interés, que durante varios meses fueron negativas. Pero la caída del
interés real se dio de modo distinto del que esperaba el gobierno, ya que se debió menos
a la reducción en el riesgo país que a la cara desagradable del programa de estabilización:
la persistencia de una inflación alta, que hizo que las tasas reales estuvieran muy por
debajo de las nominales.
En julio de 1980 se había anunciado una nueva profundización del plan de estabilización,
que incluía, además de medidas para reducir el déficit público el levantamiento de las
últimas trabas para tomar créditos en el exterior.

Política comercial: De la apertura exportadora a la avalancha importadora


En el rubro de las exportaciones no tradicionales, desde hacía un tiempo fomentadas por
medidas crediticias e impositivas, no hubo una estrategia sistemática, prefiriéndose en
cambio una consideración caso por caso. Si bien es imposible determinar con precisión
cuanto influyeron las políticas oficiales favorables a la venta externa, el hecho es que la
producción de bienes exportables, aumentó con Martinez de Hoz.
En cuanto a las importaciones, la acción aperturista fue pausada por lo menos en dos
sentidos: se trató de un programa de reducciones arancelarias graduales que a su vez fue
dado a conocer de manera gradual. Que la política fuera progresiva en lugar de drástica
tenia ventaja de evitar la reestructuración productiva demasiado brusca.
Por otra parte, dos factores contribuyeron a moderar la apertura comercial importadora.
De un lado, los frecuentes desvíos a la vocación declaradamente librecambista. Un
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régimen para la industria automotriz, una ley de promoción industrial que protegía a
actividades nuevas y la supervivencia de casi todos los cupos de importación existente
fueron los ejemplos más importantes.
La evolución sectorial de la producción nacional acusó al impacto de la nueva
configuración de precios relativos. La industria redujo entre 3 y 4 puntos de
participación en el PBI. En las ramas textil y papelera la combinación de apertura, atrasó
cambiarlo y bajo crecimiento económico fue tan pronunciada que produjo caídas netas
de alrededor de 15% en el segundo ilustro de los 70.
El final del gobierno de Videla coincidió con el desmoronamiento de lo que habían sido sus
principales políticas. La tablita se abandonaba, el sistema bancario apenas empezaba a
revelas sus múltiples fragilidades y la apertura se tornaba insostenible en combinación con
el retraso cambiario.

De herencia y condicionamientos:
La expansión de las demandas cuya satisfacción dependía directamente del presupuesto
general, bienes públicos, gastos social, inversiones en infraestructura y en servicios
públicos, subsidio a la producción privada, ponía en riesgo a un estado estructuralmente
deficitario. Cada vez más debía recurrirse a la forma de financiamiento extraordinaria y
poco aconsejable. Agotados el sistema de seguridad social y la deuda externa como fuente
de fondos, quedaban como única salida el endeudamiento interno y la emisión monetaria,
siempre que o se alteraran el sistema impositivo, y la débil cultura tributaria de los
argentinos.
Cinco factores, -endeudamiento externo, estancamiento, cierre de una economía con
escaso grado de competencia interna, desequilibrio fiscal e inflación- pues se agudizaron e
interactuaron durante el último tramo de gobierno militar, en gran medida por las
desordenadas políticas de ajuste impuesta por las nuevas condiciones externas.
El grave estado en el que se encontraba la economía al momento de la transición
democrática se amoldaba a la perfección con las interpretaciones puramente
institucionales de los problemas argentinos.
La administración de Alfonsín se iniciaba con un predominio absoluto de los temas
políticos sobre los económicos, algo que iba a cambiar con el tiempo. La subordinación del
gobierno de la economía a las motivaciones de la política tendría durante todo el periodo
una particularidad. El juego de presiones al que estaría expuesto el gobierno de Alfonsín.
Ahí estaba el punto más sensible y más cuidado por el gobierno, tanto que en muchas
ocasiones lo llevo a ver amenazas al sistema donde no las había, y quizás a ceder más de
lo necesario. Si esa era la consecuencia de un celo excesivo en la defensa de la
democracia, para Alfonsín era un precio que bien valía recompensa.

Viejas fórmulas, nuevos problemas:


La política económica de la administración radical siguió aproximadamente una
evolución ya conocía durante otros gobiernos de la posguerra: una administración algo
improvisada de la economía, sin un plan claro, procedió a un elaborado intento de
estabilización, con
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concluiría una tercera etapa de deterioro.


Alejado del poder 17 años, periodo en el solo tuvo voz y voto durante el breve intervalo
peronista, el radicalismo no había tenido la necesidad de formular un programa
económico. Pero durante los 15 meses iniciales de Alfonsín se fue tomando conciencia de
que la economía requería medidas mucho más drásticas que las que se habían
implementado. Pero pronto aparecieron los problemas: las directivas de los precios eran
ignoradas por los sectores que estaban fuera del control gubernamental, con lo cual se
fue abriendo una brecha entre las variables que obligó a nuevos aumentos, esta vez
retroactivos de los salarios.
Entre tanto, las negociaciones por la deuda externa tomaban una cariz combativo. La
esperanza había hecho que la llegada de la democracia hiciera una valiosa contribución a
la economía, ablandando las condiciones de los acreedores.
Junto a algunas medidas de recorte del gasto público ello moderó un poco el déficit fiscal
y el aumento de precios. Era preludio de lo que sería un viraje hacia una política de ataque
Fontal a la inflación.

Teoría y práctica de una estabilización heterodoxa:


La inflación pasada era en general confiable como la primera aproximación para estimar
la del periodo corriente. La conclusión era que para bajar la inflación había que bajar las
expectativas de inflación, objeto que podía ser difícil pero ya no lógicamente insensato. Si
por momento se pudiera cortar el nexo entre la inflación pasada y expectativas de
inflación, entonces se estaría levantando la última ficha del dominó caído y con ella se
levantarían las demás. La expectativa previa de planes de estabilización era bastante
clara en el sentido de que el factor era crucial.
Después del impacto inicial, la cuestión era desactiva las cusas ultimas del problema para
consolidar la nueva situación y las expectativas de que se mantuviera a tiempo. No era
una tarea fácil, pero allí contaría con la inestimable ayuda de la natural remonetizacion de
la economía y la recomposición de valor real de los ingresos públicos al detenerse a
corrosión provocada por el aumento continuo de los precios. Fue con esa idea que antes
de anunciarse el plan austral se corrigieron hacia arriba algunos precios que se creían
retrasados respecto al promedio, de modo que no fueran a despertarse una vez en
marcha el programa de estabilización.
El plan fue recibido con alivio y pasó el primer test de credibilidad: los ahorristas renovaron
sus depósitos y la distancia entre el dólar oficial y paralelo se acortó de 30% a 4%. No se
había alcanzado el objetivo de máxima, pero si una rotunda estabilización sin que fuera
necesario forzar el cumplimiento de los controles de precios.
Claro que la guerra declarada a la inflación apenas había comenzado. El 2.5% mensual del
aumento de precios minoristas entre agosto y diciembre era un índice muy meritorio y
claramente tolerable desde el punto de vista de un consumidor como el argentino,
acostumbrado a tasas mensuales de dos cifras.
Ya que el equipo económico quería evitar a toda costa desajustes de precios relativos
clave, comenzó a plantearse la necesidad de pasar a una segunda etapa. La cuestión era
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como revertir en el futuro ese desfasajes consolidando al mismo tiempo la estabilidad de


precios.

Hacia el colapso hiperinflacionario:


En la dialéctica entre las políticas de estabilización de corto plazo las iniciativas de reforma
estructural, estas últimas iban ganando en importancia a medida que se reconocía su
carácter casi indudable. En este sentido, marca un hito en la evolución del pensamiento
oficial, algo que puede comprobarse comparando los congelamientos de precios
anunciados en octubre y febrero. A diferencia del programa de febrero, en el de octubre
el congelamiento formaba parte de un voluminoso paquete de medidas, que contenía
desde iniciativas para mejorar la situación fiscal de corto plazo hasta un movimiento hacia
la liberalización financiera, además de varias de las reformas estructurales ya
mencionadas. Tampoco podía predecirse ningún programa cambiario creíble, porque la
escasez de divisas se estaba volviendo desesperante. Durante los primeros cuatro años de
gobierno, los términos de intercambio habían completado una caída de casi el 40%. Como
consecuencia, el saldo de la balanza comercial supero los 500 millones, una cifra que no
tenía procedentes y que colocaba al país en una situación muy difícil considerando los
compromisos derivados del endeudamiento externo.
La crisis externa se sumaba si a la crisis fiscal para montar un escenario de alto riesgo. Para
un gobierno que había perdido prácticamente toda la confianza pública y que había
presidido un periodo retroceso de los niveles de actividad y salarios, solo quedaba un
magro consuelo en materia económica: la victoria secreta de no haber caído en el abismo
de la hiperinflación.
Un contrapunto entre los economistas que estudiaron las hiperinflaciones europeas
puede servir para entender qué ocurrió en la argentina. Todos aceptan, que en esas
hiperinflaciones la raíz de mal está en el problema fiscal, que el general resultaba de algún
tipo de crisis profunda. En la visión monetarista, el problema era simplemente uno de
exceso de oferta de dinero del que el público se intenta deshacer, provocando los
aumentos de los precios.
El gobierno comprobaba la impopularidad de la alta inflación. El medio año que
todavía debía transcurrir hasta la fecha fijada para el recambio de presidente se abría
como un abismo en el que el peligro de un recrudecimiento de la hiperinflación podía
podría prolongar un nuevo ataque a las instituciones políticas. Quedaba en manos de
la nueva administración la tarea de guiar al país por un sendero de crecimiento.

Bajo el signo de globalización:


Las tendencias de la economía internacional durante los años 90 pueden entenderse
desde una perspectiva histórica, como una prolongación y una intensificación de las que
venían manifestándose desde la posguerra. Los avances tecnológicos que reducían los
costos de comunicación y transporte facilitaban la expansión comercial. El valor del
transporte aéreo de pasajeros disminuyó en dos tercios.
En los 90, la internacionalización del comercio y de las finanzas se intensificó. Todas las
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regiones ricas, perdieron que de participación en el comercio mundial, vieron crecer su


participación en los flujos comerciales.
El paso a regímenes comerciales y financieros más abiertos hizo realidad lo que la
tendencia estructural cimentada en los avances tecnológicos hacia posible. En el orden
comercial, se profundizaron o iniciaron procesos de integración regional, con la Unión
Europea como caso líder en el mundo y el NAFTA y el Mercosur destacándose en
américa. En la argentina, la naturaleza exacta de las oportunidades, desafíos y riesgos
planteados por la globalización fue ganando importancia como tema de debate a medida
que se iban dando respuestas satisfactorias a otras cuestiones. Durante los 2 o 3 años
iniciales del gobierno justicialista, el problema de cómo contener la inflación no perdió el
protagonismo que había ido ganando durante los 15 años anteriores. Las marchas y
contramarchas en la búsqueda de la estabilidad debe ser un primer hito de la breve
recorrida por la política económica del gobierno justicialista.
Una nueva macroeconomía:
Basándose en la premisa de que la hiperinflación era la consecuencia de una profunda
crisis del estado, el gobierno de Menem hizo sus primeras armas en la lucha contra la
inflación bajo el supuesto de que la estabilidad de los precios seguiría de manera poco
menos que automática a la solución de esa crisis estructural.
El presidente, y quien sería por 5 años ministro, entendieron que las condiciones estaban
dadas para una arriesgada apuesta de estabilización, orientada no ya a reducir los índices
de inflación sino sencillamente a anularlos. La experiencia reciente de una hiperinflación
estaba lejos de ser una desventaja inicial. El virtual bimonetarismo de la economía
argentina y las enseñanzas de las hiperinflaciones históricas sugerían más bien lo
contrario: el tipo de cambio podía ser una pesada ancla nominal en situaciones como
estas.
El plan de convertibilidad tuvo un éxito inusual en su fin específico de acabar con la
inflación. Aunque en los primeros meses el índice de precios al consumidor creció a un
ritmo parecido al de comienzos del plan astral. En efecto, la reaparición del crédito a tasas
más accesibles y previsibles y el aumento del poder de compra de los salarios reales
derivados de la desaparición del impuesto inflacionario, resultaron ser poderosas fuerzas
de expansión puestas en marcha por la estabilidad. A ellas se sumaban los efectos, como
el abaratamiento de los bienes de importación que resultó de la apertura comercial.
La mejora en la productividad fue muy intensa. El producto medio del trabajo en el sector
urbano creció un 7,3% anual. Podían entreverse ciertos rasgos definitorios de ese aumento
en la productividad, en alguna medida comparables a los que habían actuado en dos
periodos históricos de alto crecimiento. Por un lado, la ampliada participación del capital
extranjero, que en el primer lustro de los 90 tuvo como características distintivas su
diversificación en la introducción de cambios en la organización de trabajo.
Los cambios operados en el estado y la apertura comercial y de capitales fueron los pilares
de lo que resultó ser una de las mayores mutaciones del capitalismo argentino en todo el
siglo.
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El ordenamiento del estado:


El gobierno obtuvo resultados favorables. Por un lado, gano la reputación en el mundo de
los negocios al inicio de su gestión. Por el otro, el impacto sobre las cuentas públicas fue
positivo, por dos razones. En el corto plazo, las ventas resultaron una significativa entrada
de ingresos extraordinarios al tesoro o en canjes por deuda política. En el largo plazo las
empresas se transformaron de generadoras de déficit en contribuyentes impositivos.
Finalmente, como resultado de las privatizaciones comenzó a cerrarse la brecha
tecnológica y organizativa abierta durante años de desinversión y desfinanciamiento en
las ex empresas públicas, lo que a su vez impactó favorablemente sobre la productividad
general de la economía.
A las privatizaciones se fueron sumando otras políticas de reforma que modificaban aún
más el espectro de actividades estatales y el modo de asumirlas, pero siempre respetando
una secuencia en la que los objetivos macroeconómicos predominan sobre otros.
Del lado de los ingresos públicos también hubo modificaciones importantes, pero en este
rubro se logró una combinación más feliz entre los objetivos macroeconómicos y los de
eficiencia y equidad. La recaudación aumentó y de ese modo pudo eliminarse el
regresivo impuesto inflacionario.
Tal como había ocurrido durante algún tiempo con el plan austral, el compromiso implícito
en el plan de convertibilidad tuvo bastante autocumplimiento, en tanto la estabilidad y la
reactivación que le siguieron contribuyeron a reducir el déficit.

Nuestra gran depresión:


En el año 2000 coincidió con el primer año de la presidencia de Fernando de la rúa. El
gobierno de la alianza buscó ante todo generar una confianza suficiente como para
revertir, o moderar una salida de capitales que se manifestaba en una creciente prima del
riesgo del país y obstaculizada la recuperación económica.
El gobierno de la alianza arranco con aumentos impositivos y cuando esto se juzgó
insuficiente para restablecer el equilibrio presupuestario, se procedió a recortar gastos y a
establecer topes en las transferencias que la nación realizaba a los tesoros provinciales.
Estas reacciones no lograron atraer los capitales ni despertar la actividad económica. La
economía argentina pasaba a estar en el foco de los inversores internacionales como
candidato a incumplir sus compromisos financieros. Se negoció un préstamo de los
organismos internacionales destinado a cubrir los baches en los vencimientos de deuda
que la ausencia de financiamiento privado dejaría abiertos.
En la visión de Cavallo el problema central que aquejaba a la convertibilidad en una escasa
competitividad, derivada de la devaluación de prácticamente todas las monedas del
mundo frente al dólar y al peso, de un par de años de retroceso de la productividad y de
una política tributaria gravosa para que la producción argentina compitiera con la
extranjera, dentro y fuera del país.
Mientras que el sector real de la economía no reaccionó positivamente a las medidas de
Cavallo, los mercados financieros respondían, pero para mal. La caída del depósito llego a
tal punto que el gobierno opto por restringir los retiros de efectivo para evitar la caída de
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bancos, los pesos en cuentas bancarias seguían siendo convertibles con dólares dentro de
esas cuentas, y los pesos en efectivo con los dólares en efectivo, pero ya no existia
convertibilidad entre el dinero en efectivo con aquel sistema bancario.
De las dos explicaciones principales acerca del origen de la depresión argentina, una
apunta a la cuestión cambiaria, y otra enfatiza el manejo fiscal. De acuerdo a la hipótesis
cambiaria, la argentina padeció de un desequilibrio en su tipo real de cambio, debido a su
vez a distintos motivos. Por lo pronto, el nivel de precios en dólares fue más alto de lo que
las propias autoridades económicas esperaban.
De algún modo, el problema que aquejaba a la argentina era idéntico en su raíz al que
explicaba la continua recesión japonesa durante la última década del siglo o los penosos
ajustes en la industria tecnológica.
La postura a favor de la dolarización que Menem y sus hombres en el ministerio de la
economía y en el banco central defendieron desde el comienzo, colocaba a la
incertidumbre cambiaria como factor decisivo.
Todo, casi todo se intentó para salir de la depresión sin salir de la convertibilidad, aun si
fuera cierto que una salida era imposible sin la otra, la traumática experiencia del año 2002
probó que aquel espanto a la devaluación, tenía finalmente buenos motivos.

RADICALISMO
Argentina y el mundo:
La guerra mundial de 1914 marcó un momento culminante en que se interrumpe el
proceso de integración de la economía. La importancia que adquiere este hecho para
nuestro país estuvo dada por el papel que éste desempeñaba dentro del esquema
económico total.
Restablecidos los vínculos entre el país y la metrópolis, nuestra economía recuperaba en
parte el equilibrio alcanzado antes de la caída y su producción, fundamentalmente la
cerealera, llega a niveles satisfactorios. Hacia mitad de la década del 20, Argentina
abasteció el 66% de la exportación mundial de maíz, 72% de lino, 32% de avena, 20% de
trigo y harina de trigo, y más del 50% en carne.
Este aspecto positivo, tenía una contrapartida negativa: la sujeción a las economías
metropolitanas y a los movimientos inherentes a la marcha de la estructura capitalista,
especialmente en lo que se refiere a capitales y precios. Esta etapa podría interpretarse
como el punto culminante de dos procesos: por un lado el de la evolución del sistema
socioeconómico, y por otra parte el de esa economía mundial misma, en la que es
esquema liberal se acerca a sus crisis definitivas.
A partir de la crisis mundial, los países industrializados optarán por la participación del
estado como planificador y centralizador de la economía en oposición al estado orientador
de la etapa anterior; el proteccionismo desalojará definitivamente al libre cambio, la
inconversión del papel moneda dejará el patrón oro como cosa del pasado.

Comercio Exterior:
- Las exportaciones
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Durante los años que transcurre la primera guerra mundial se produce un alza del valor de
los productos enviados del orden del 40%. Al finalizar la contienda, los valores habían
crecido en casi un 300%.
A causa de la crisis ganadera, dichas cifras caen en más del 50% y luego se produce una
recuperación firme.
Los cereales más importantes, es decir trigo, maíz y lino, se afirman, especialmente a
partir de la década del 20. En cuanto al volumen físico de la carne exportada, registra a
partir de la guerra un aumento importante, pero en 1912 sufre una caída como
consecuencia de la crisis.

-Las importaciones
Si las exportaciones sufrieron las consecuencias de la guerra, las importaciones también.
Dentro de la división internacional de trabajo, la argentina funcionaba como proveedora
de materias primas e importadoras de productos manufacturados y maquinarias. Si a ello
unimos las dificultades de transporte, tenemos una idea de problemas creados para el
ingreso de los productos.
En cuanto a la importación por países, podemos afirmar que los estados unidos dan un
salto como proveedor nuestro. Sin embargo su participación parece haber avanzado a
costa de nuestro comercio con los estados unidos, aunque este continuo siendo nuestro
principal proveedor.

La producción:
La mayor parte de la producción cerealera, se realizaba a impulso de la ganadería de la
pampa húmeda, especialmente en la provincia de buenos aires. Los propietarios
arrendaban sus campos por un término medio de tres años durante los cuales realizaban
cultivos rotativos de linos y trigo, y en el último año se dejaban alfalfados. Esto permitia
a los ganaderos beneficiarse no solo con o producido por el locatario sino también con
los alfalfares que facilitaban la alimentación de los planteles al mínimo costo.
Si bien la superficie sembrada de trigo y lino registra aumentos, éstos no son
considerables. En cuanto al área cultivada de alfalfa, fe disminuyendo a medida que los
estancieros alcanzaron sus objetivos respecto de las pasturas.
En cuanto los cultivos industriales, registran un crecimiento cuya característica principal
es la regularidad. Esto se debe a la formación de un mercado interno importante y
también a una política de colonización y de cierta protección por parte del estado. El
algodón es el rubro que registra el crecimiento más importante, esto se debe a la
sustitución y complementación de la materia prima para la industria textil.
El cultivo de yerba mate, y maní también progresan, la caña de azúcar también se
expande, y en cuanto al arroz, solo durante la guerra registra un aumento excepcional.
Todos estos cultivos tienen en común que movilizaron económicamente zonas
marginales a partir de una colonización más o menos fomentada por el estado.
El desarrollo capitalista del sector agropecuario se realizó espacialmente en función del
mercado exterior, y gracias a la oferta de mano de obra.
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En el modelo europeo, la revolución agrícola, fue anterior a la revolución industrial, pero


el radicalismo estaba demasiado comprometido con los grupos tradicionales para
emprender modificaciones de fondo en cualquiera de los dos sectores.
-La ganadería:
Durante el periodo se acentúa aún más el proceso de refinación del ganado bovino y el
aumento del número de cabezas a partir de las exigencias del frigorífico para el mercado
exterior. La innovación fundamental es la utilización de la técnica del enfriado para su
producción masiva.
Para el enfriado, introduce un cambio fundamental: como exigía que no pasaran más de
40 o 45 días desde la matanza hasta el consumo, requería en primer lugar una estricta
regularidad en las entregas del frigorífico, y en segundo lugar que la carne fuera de la
mejor calidad. Pasa así a primer plano, una nueva categoría de estancieros: los
invernadores. Estos podían ser aquellos que por la localización ecológica tenían campos
de pastoreo sembrados con forrajeras para el engorde, de manera tal que no se
dedicaban sino a esa función muy especializada y dejaban a los trabajadores la mucha
más trabajosa y menos rentable de la reproducción. Así se establecen dos categorías
sociales: los invernadores, muy identificados con el frigorífico y con el mercado exterior, y
los criadores, vinculados con el mercado interno, y dependientes de los invernadores y los
frigoríficos.
Los créditos generosos otorgados por el Banco de la Nación a los ganadores favorecieron
la especulación y el alza desmedida del precio de la tierra. La crisis acabó en forma
inmediata con muchos hacendados, cuyas deudas estaban garantizadas por prendas y que
al no poder efectivizarlas, debían admitir que el banco rematara su ganado y sus tierras.
-Industria:
Considerar a la primera guerra mundial como punto de arranque de nuestra
industrialización es una afirmación controvertida.
Si analizamos los datos proporcionados por la CEPAL para las importaciones podríamos
resumirlos de la siguiente manera: Dentro del total de éstas se contraen más algunos
rubros que otros, y la materia prima para la construcción, la maquinaria con destino
industrial y el material de transporte son los renglones más afectados, mientras que el
rubro es el menos afectado. Los productos de consumo sufren relativamente menos que
cualquier otro, y las maquinarias industriales son las más afectadas. A ello se le debe
agregar que a partir del punto más bajo de la crisis la recuperación es muy rápida.
En cuanto a las fluctuaciones de las industrias más importantes observamos que la textil
registra un aumento muy grande, pero luego desciende y acusa el volumen de producción
más bajo. Se recupera, y continúa con tendencia a aumentar muy lentamente, con
retrocesos importantes.
La segunda elevación de tarifas durante el gobierno de Alvear, tampoco alcanzó a
atemperar los efectos del ingreso de productos extranjeros, en especial porque muchos
de ellas fueron reducidas nuevamente en otras oportunidades. Al llegar Alvear al poder,
nombró una junta permanente de aforos para confeccionar una tarifa de avalúos y para
que estudiara el problema a fondo. A su vez, los aforos aplicados debían expresar el valor
exacto de los articulos a los que se aplicares. También establecía una escala de valores
para
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los derechos aduaneros que iban desde la ausencia de todo gravamen para las
maquinarias y materias primas, hasta la prohibición absoluta para articulos
inconvenientes al país.
En síntesis, podría afirmarse que mientras la marcha económica del país creaba en los
sectores afectados una conciencia de las necesidades urgentes de la industria y de la
producción agrícola no tradicional para lograr un autoabastecimiento que evitara el
drenaje de divisas, la elite gobernante continuaba manifestando su oposición a la
protección encandilada por su confianza en el poder agropecuario.

Las inversiones extranjeras. El avance de las inversiones norteamericanas y sus


modalidades:
La incidencia del capital extranjero en la economía del país, ha sido particularmente
notable. Estas inversiones generaban intereses y utilidades que eran remitidos al exterior
en concepto de servicios de capital. A la vez, los gobiernos anteriores y también los
radicales recurrieron al exterior para solicitar préstamos con el fin de salvar los déficits
presupuestarios. Obviamente, las inversiones y los préstamos eran realzados en divisas o
libras esterlinas, y por lo tanto el servicio de la deuda debía remitirse en la misma
moneda, que tenía una paridad fija con el otro. Esto otorgó a la deuda una extrema
rigidez, especialmente grave cuando las variaciones cíclicas de la economía mundial la
producían zozobra a la nuestra. Las inversiones ferroviarias abarcaban el 40% del total de
las realizadas.
Recuperando nuestro comercio después de la guerra, se reiniciaban los embarques de
enfriado en altas proporciones. La competencia alcanzó entonces un vigor inusitado.
Ahora el sector angloargentino estaba en condiciones de inferioridad aún más evidentes:
la alta capacidad tecnológica en la producción de chilled de los frigoríficos norteamericano
establecía una ventaja aplastante.

La cuestión petrolera:
El descubrimiento de los yacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia, marcó el punto
de partida de la historia del petróleo argentino. Con el objetivo de fomentar su
producción a través de las empresas privadas, el congreso dictó una ley que reglamentaba
su exploración y explotación. Durante el primer gobierno de Yrigoyen se facilitó la
instalación de compañías privadas y se alentaron sus trabajos de exploración y cateo,
dándoles seguridad de que contarían con el tiempo suficiente para entrar en la
producción a partir de concesiones de terrenos permanentes.
Cuando Alvear asumió a la presidencia, nombró al entonces coronel Mosconi director de
yacimientos petrolíferos fiscales. Con el apoyo del gobierno, Mosconi logró encauzar a
YPF dándole un fuerte impulso al objetivo de lograr el abastecimiento, que era de vital
interés no solo para las fuerzas armadas sino también para el desarrollo del país.

ROSISMO
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Economía y sociedad: Buenos Aires de Cepeda a Caseros:


La caída del directorio significo el derrumbe del edifico es el que se sostenían los gobiernos
de las provincias unidas. Desde entonces en cada una de ellas hubo que: Definir un
territorio, establecer el orden jurídico e imponer autoridades legítimas.
En consecuencia, la modalidad adoptada para el financiamiento giró en torno a los
aranceles, a las importaciones y a las mercaderías de tránsito, al tiempo que se
mantuvieron bajos los derechos sobre las exportaciones.
Las riquezas que proveyeron las actividades productivas y la articulación de dilatados
circuitos mercantiles desde el puerto fueron una insuperable fuente de recursos fiscales,
que sirvieron a la construcción del estado provincial, con importante expansión territorial
y aceptable control sobre la ocupación.
La economía de Buenos Aires sostuvo el rápido crecimiento de su comercio con el empuje
de sus fronteras sobre el territorio indígena, a pesar de múltiples imágenes en contrario,
buena parte de ese crecimiento debió también a la agricultura. El aumento de la
población y la dinámica acelerada de la ocupación, hicieron que esta estuviese presente
en todos los asentamientos. La producción destacada fue el ganado vacuno, cuya carne se
consumía en los mercados urbanos y sus cueros constituyeron la principal mercancía de
exportación, mientras que la industria más importante fue la saladeril. El crecimiento de
la economía rural permitió acelerar el ritmo de la exportación, concentrada en los
productos señalados dando el empuje a una intensidad mercantil.

Comercio y producción:
La ciudad crecía debido al empuje de la actividad mercantil, de importación y de
introducción de mercaderías hacia el interior, capacidad siempre sujeta al crecimiento de
las exportaciones. Las mercaderías arribadas al puerto eran reembarcadas hacia Entre
Ríos, Santa Fe, y Corrientes, o bien partian en carretas hacia constitución cuando se
dirigían hacia el sur bonaerense. De sur, llegaban el ganado y los cueros para el consumo
porteño y para la exportación, así como plumeros, pieles, botas y tejidos desde los
toldos. Muchos extranjeros se decidieron a las actividades mercantiles. Los
norteamericanos importaban harinas, ron y otros productos caribeños y se llevaban
carnes saladas para alimento de los esclavos.
Los criollos también se lanzaron con éxito al gran comercio de ultramar y al de los ríos
interiores, integrado sociedades con los extranjeros o poniendo tiendas y pulperías por su
cuenta. Los emprendimientos industriales no fueron muchos, ni variados.
Los avances técnicos en el agro fueron muy pocos: los arados eran primitivos,
confeccionados en madera dura, con una punta de hierro llamada reja y tirados por
bueyes. Mejor suerte tuvieron los acopiadores de cueros con la introducción de la prensa
mecánica. Esta innovación les permitió aumentar la cantidad de unidades por envío, en el
reducido espacio de los barcos, todavía de pequeños porte.

La tierra y el trabajo rural:


Casi todos los alimentos provenían de la campaña aunque también se importaba harina,
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azúcar, yerba, vinos, canela, pimienta y diversas bebidas alcohólicas. En las tierras
inmediatas a la ciudad se ubicaban las huertas o quintas, más alejadas estaban las chacras
cerealeras. Hacia las cañadas, en las tierras bajas, buscando el agua y la ayuda de
contenciones naturales, se criaba el ganado.
Los labradores eran muy pobres, por esa razón la producción era financiada por los
capitalistas, como plumeros y tenderos, que a su vez, solían ser chacareros, ganaderos o
transportistas. Estos poseedores de capitales manejaron los ritmos del crédito e
imprimieron su sello a la organización del espacio, pues se necesitaban asentamientos,
pueblos y lugares que posibilitaran la continuidad de la modalidad adoptada para la
utilización de los recursos de la tierra y trabajo.
La fuerza del trabajo rural se desenvolvió, sobre la base de una combinación de
producciones domesticas para el mercado y de empleos temporales en estancias y chacras.
Por otra parte, las condiciones económicas en que se desenvolvió la producción pecuaria
pusieron rápidamente al descubierto las posibilidades que brindaba el uso extensivo de la
tierra con mínima inversión de capital a la vez que un uso poco intensivo del trabajo.

La ley de aduana y el comercio con las provincias:


El vínculo confederativo se estableció el 4 de enero de 1931, con la firma del pacto
federal. Durante las sesiones que se realizaron para concretar dicho pacto, los disputados
de los cuatro estados litorales se enfrascaron en una fuente de discusión sobre el
librecambio.
Los encuentros y desencuentros giraban en torno a las rentas de la aduana porteña.
La ley de aduana fue considerada por actores y estudiosos, como el instrumento necesario
para alcanzar un acuerdo duradero con los estados provinciales.
En las provincias existia la convicción de que los recursos del comercio portuario
correspondían a la confederación, mientras que la totalidad de los porteños crecía que la
naturaleza los había dotado de un puerto para que se sirvieran de él.
En síntesis, la implementación de la ley no fue del todo feliz, debido a que tuvo que ser
corregida varias veces, en parte por la presión de los bloqueos.
Es difícil determinar el éxito o el fracaso de la ley de aduana, pero analizada en el contexto
de los objetivos políticos del rosismo, parece haber resultado muy útil al establecimiento
del orden buscado.

El crédito público y la aduana:


En lo que hace la financiación estatal, la continuidad del proyecto pergeñado por la
administración liberal durante la primera década de autonomía no fue alterada durante
los gobiernos federales. El gasto público, fue cubierto de diferentes maneras, en parte por
la recaudación de las rentas de aduana, por bonos de la deuda pública, y por emisión de
papel moneda.
Existe un relativo acuerdo en que el directorio del banco era controlado por los
comerciantes ingleses, sin embargo estos integraban sociedades y participaban en
negocios con importantes comerciantes criollos. El gobierno pretendía despegarse del
circuito dominado por la operatoria del comercio urbano, no obstante es evidente
que
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debía desligarse de una entidad que había sido creada con el respaldo político de un
estado nacional inexistente.
Cuanto más crecía el consumo de bienes importados, mayores eran los recursos captados
por el estado. Sin embargo este mecanismo no resolvía por si solo el problema de
financiamiento porque hubo una recurrente necesidad de medios de pago internacionales
para las obligaciones tomadas con el empréstito.
La política financiera de rosas mantuvo claros objetivos: Otorgar respaldo al papel moneda
legal y obtenerlo metálico o moneda extranjera, para remesar al exterior. Pero estas
operaciones, dieron siempre como resultado la valorización del crédito privado.
Tanto los intereses particulares como los del crédito público, dependían de la aduana.
Es indudable que el circuito elegido para financiar el gasto público se asentó sobre un
crecimiento que privilegió la circulación mercantil, pero sostenida la expansión ganadera,
favoreciendo el acceso de los bienes pecuarios al mercado.
Las actividades agrícolas que se desplegaron por el territorio, dieron vida a una sociedad
dinámica de labradores y de pastores, pero el crédito de los llamados capitales se articuló
en torno al ciclo del cuero.

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