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11000164/1998
Resistencia, 03 de febrero de 2023.
VISTOS:
Estos autos caratulados: “SALINAS DE RIOS, DELICIA C/ CAJA
NACIONAL DE AHORRO Y SEGURO S/ COBRO DE PESOS/SUMAS DE
DINERO” Expte. N° FRE 11000164/1998, provenientes del Juzgado Federal de primera
instancia N° 1 de Resistencia;
Y CONSIDERANDO:
La Dra. María Delfina Denogens dijo:
1. La Sra. Jueza de primera instancia, en sentencia del 17/02/2022, rechazó la
excepción de prescripción opuesta por las codemandadas; hizo lugar parcialmente a la
demanda promovida por la Sra. Delicia Salinas de Ríos y, en consecuencia, condenó a la
Caja Nacional de Ahorros y Seguros hoy Estado Nacional, Ministerio de Economía y
Producción de la Nación a abonar a la actora la suma correspondiente a los Seguros de Vida
Obligatorio y Colectivo correspondientes a las Pólizas N° 30.106 y 30.424, con la
actualización monetaria a ser calculada acorde con el índice de precios al consumidor
publicado por el INDEC desde la fecha de mora (23/10/1988 al 31/03/1991 conf. art. 1, 7 y
13 de la Ley 23.982 y ccdtes). Indicó, además, que a dicho monto se le debe adicionar una
tasa de interés puro, desprovista del ajuste inflacionario, del 6% anual. Desde el 01/04/1991,
condenó al pago de los intereses a establecer en la etapa administrativa correspondiente, de
conformidad con lo dispuesto en el art. 14 inc. a) párrafo 2 o 3 del Decreto Reglamentario
2140/91 de la Ley 23.982 y ccdtes., según corresponda.
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Desestimó la pretensión de daños y perjuicios, impuso las costas a la
demandada y difirió la regulación de honorarios profesionales, fijando sólo los porcentajes
que corresponden a cada uno.
Contra tal decisorio la codemandada –Estado Nacional y la actora
interpusieron sendos recursos de apelación en fechas 23 y 24 de febrero de 2022
respectivamente. Los mismos fueron concedidos libremente y con efecto suspensivo el
16/03/2022.
Recibidas las actuaciones ante esta Alzada, el Estado Nacional expresó agravios
el día 29/04/2022 y la actora el 02/05/2022. Corridos los traslados pertinentes, los mismos
fueron contestados según constancias de las actuaciones a las que remitimos en honor a la
brevedad. En fecha 19/05/2022 se llamó Autos para dictar sentencia.
2. El Estado Nacional cuestiona, en primer término, que se haya excluido de
responsabilidad a la Municipalidad de Resistencia, que fue la que incurrió en mora al no
pagar la prima establecida, incumpliendo lo pactado y tornado aplicable la previsión del art.
9 de las condiciones generales de la póliza que establecía que, si el pago de la prima no se
efectuara oportunamente, la Caja no sería responsable por los siniestros que se produjeren.
Sostiene que resulta claro que ante el no pago de la prima del seguro
contratado, la Caja Nacional estaba exenta de toda responsabilidad, y por lo tanto, no estaba
obligada a abonar las indemnizaciones correspondientes a los seguros contratados.
Menciona que su parte mantuvo en reserva las indemnizaciones de los seguros
y ni bien la Municipalidad abonó las primas, intentó abonarlas, pero la actora se negó a
percibir por entender que se encontraba desactualizado el monto, lo que no hubiera ocurrido
si el Municipio abonaba la prima de manera oportuna.
Considera llamativo que la actora y el representante legal del Municipio
realizaran una presentación conjunta en el expediente que tramita ante la justicia provincial
ofrecido como prueba por la cual la primera desistió de la acción y del derecho en forma
exclusiva contra la Municipalidad.
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Enuncia las pruebas producidas durante la tramitación de los procesos
judiciales, consistentes en documentales, informativas, periciales y testimoniales. Destaca
que, probado el daño y no su monto, el juez debe fijarlo prudencialmente.
Solicita la regulación de honorarios diferidos de su letrada patrocinante.
Formula reserva del Caso Federal y finaliza con petitorio de estilo.
3. Previo al tratamiento de los agravios vertidos, cabe precisar que el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación, que entró en vigencia el 1 de agosto de 2015
aprobado por ley 26.994, contempla de manera expresa lo relativo a la “temporalidad” de la
ley. Es menester interpretar coherentemente lo dispuesto por su art. 7° sobre la base de la
irretroactividad de la ley respecto de las situaciones jurídicas ya constituidas, y el principio
de efecto inmediato de la nueva ley sobre las situaciones que acontezcan, o relaciones
jurídicas que se creen con posterioridad a su vigencia, así como a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las consecuencias son los efectos, de hecho o
de derecho que reconocen como causa una situación o relación jurídica. Por ende, atento
que en los presentes obrados la situación de que se trata ha quedado constituida, con sus
consecuencias devengadas, conforme a la ley anterior, corresponde analizar la cuestión a la
luz de la misma, así como la doctrina y jurisprudencia a ella aplicable. (C.Nac. Civ., Sala J,
C. J. L. c/ P. O. L. y otros s/ daños y perjuicios, 24/11/2017, Cita MicroJuris: MJJUM
108481AR)
Tal circunstancia determina que las pretensiones de las partes deban ser
analizadas desde la perspectiva del anterior Código Civil, vigente al momento en que se
configuraron las relaciones jurídicas que dan lugar al litigio.
4. Sentado lo anterior, y analizados los agravios en función de las constancias
de autos, corresponde considerar inicialmente los esgrimidos por la demandada Caja
Nacional de Ahorro y Seguro, actualmente Estado Nacional. En tal cometido, resulta
pertinente formular las siguientes consideraciones:
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omitido dar preaviso no queda exonerada de responsabilidad. (Trib. Coleg. De Resp.
Extracont. De Santa Fe, N° 4, 10/9/1996, “Suárez, L c. Espinoza, S.”, LL Litoral, 1998I
848)
En autos, la aseguradora no sólo que no adoptó tal temperamento sino que,
ante la noticia del siniestro y la solicitud de percepción del premio, remitió a la Sra. Salinas
una misiva el día 13/10/1988 haciéndole saber que “la liquidación y pago del beneficio
tramitado se mantendrá en reserva, en tanto el principal de las Pólizas N° 30.106 y 30.424
Municipalidad de Resistencia en que se encontraba incluido el causante regularice el saldo
deudor que registra desde enero/88. Por lo expuesto, quedan interrumpidos los plazos legales
previstos en la ley de seguros N° 17.418.”
Dicha misiva operó como un reconocimiento de la obligación a su cargo, que
conforme el art. 718 del Código Civil consiste en la declaración por la cual una persona
reconoce que está sometida a una obligación respecto de otra. La doctrina prevaleciente lo
concibe como un verdadero acto jurídico, no sólo por las condiciones y modalidades a que
debe estar sujeto, sino porque, evidentemente, cuando el reconociente lo realiza tiene como
finalidad inmediata producir consecuencias jurídicas, como es la de admitir la existencia de
una obligación a su cargo. Entre sus caracteres se destaca la circunstancia de que es
irrevocable, es decir que, una vez realizado por el deudor, éste no lo puede dejar sin efecto
unilateralmente. (Cfr. Ameal, Oscar J. en Código Civil…, Belluscio, Augusto C. (Director)
Zannoni, Eduardo A. (Coordinador) Ed. Astrea, 1988, T. 3, pág. 375 y ss.)
Tal reconocimiento se vio luego ratificado cuando, una vez abonadas las
primas adeudadas, procedió a liquidar y ordenar el pago de las indemnizaciones
correspondientes. De manera que, con la conducta adoptada en sede administrativa, mantuvo
a su cargo la obligación de efectuar el pago. En efecto, al no comunicar al Municipio su
voluntad de rescindir el contrato de seguro por la mora en el pago de las primas, así como al
poner en conocimiento de la Sra. Salinas las condiciones bajo las cuales haría efectivo el
pago de las indemnizaciones, no sólo que mantuvo a su cargo la obligación derivada del
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contrato de seguro, sino que además, privó al resto de las partes de adoptar medidas y
defensas acordes al desconocimiento de la deuda que recién esgrimió en la etapa judicial.
Es que resultaría contrario a la doctrina de los actos propios convalidar en
esta instancia el comportamiento de quien durante la tramitación en sede administrativa
asumió a su cargo la obligación de pago de la póliza, llegando incluso a emitir la
correspondiente orden de pago, pero que en sede judicial se presenta alegando que el
contrato había sido rescindido por mora en el pago de las primas; situación que además
como hemos visto requiere la comunicación fehaciente al tomador de la póliza, lo que en
autos no ocurrió.
De tal manera, resulta inadmisible el agravio expuesto con base en que “ante
el no pago de la prima del seguro contratado, la Caja Nacional de Ahorro y Seguro hoy
Estado Nacional estaba exenta de toda responsabilidad, y por lo tanto no estaba obligada a
abonar las indemnizaciones correspondientes a los seguros de vida y colectivo contratados”.
Es que, como lo vengo sosteniendo, para que tal defensa pueda ser válidamente ejercida en
sede judicial, debería haber sido asumida desde el comienzo del trámite. No habiéndolo
hecho así, no es posible considerar el planteo en tal sentido formulado en esta instancia,
desde que ello resultaría contrario la buena fe contractual. Máxime si se considera que fue
precisamente su respuesta en punto a que abonaría las pólizas una vez pagadas las primas
adeudadas, la que determinó la conducta que en consecuencia adoptaron tanto el Municipio
como la Sra. Salinas.
En sentido coincidente se afirma que existen hipótesis que revelan una
conducta concluyente que vincula al asegurador, impidiéndole alegar la suspensión de la
cobertura. Genéricamente, la ejecución de actos que impliquen, aunque sea parcialmente, el
cumplimiento de sus obligaciones. Se tiene decidido que implica renuncia tácita en general,
toda intervención del asegurador en el proceso de liquidación de la indemnización, en
relación con el siniestro ocurrido durante la vigencia de la suspensión de cobertura. En
definitiva, resulta de la ejecución de cualquier tipo de actos que hayan implicado, aunque sea
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parcialmente, diligencias destinadas al cumplimiento de obligaciones del asegurador. (Cfr.
Stiglitz, Rubén, ob. cit., T. 3, pág. 84)
5. La solución en tal sentido no se ve modificada por la falta de aceptación de
pago por parte de la actora, toda vez que las circunstancias alegadas por el seguro en punto a
que la demora incurrida se debió a la mora de la Municipalidad no pueden ser oponibles a la
beneficiaria de la póliza, quien resulta ajena a la relación entre las partes. Máxime si se
considera que la CNAS al aceptar el pago de las primas adeudadas por el Municipio no
formuló manifestación alguna respecto de los intereses, lo que implicó la renuncia tácita al
ejercicio de ese derecho.
Respecto de la actora, se mantenía incólume su derecho a percibir el pago
íntegro, es decir, la suma asegurada más los intereses hasta el momento del pago. Al respecto
se ha señalado que como los intereses son accesorios del capital, no hay pago íntegro cuando
se trata de deudas de dinero, si el deudor no los abona conjuntamente con ese capital. Y,
como el deudor no está obligado a recibir un pago parcial (art. 742), puede rehusarlo porque
la suma que se le pretende entregar no cubre la totalidad de la deuda. (Zannoni, Eduardo, en
Código Civil…, Belluscio, Augusto C. (Director) Zannoni, Eduardo A. (Coordinador), ob.
y t. cit. pág. 573)
Las circunstancias y fundamentos hasta aquí expuestos me convencen de que,
en el caso concreto, al momento del acaecimiento del siniestro, la obligación de pago de la
indemnización derivada del contrato de seguro continuaba vigente sobre la compañía
aseguradora, por lo que corresponde confirmar en este aspecto la decisión de primera
instancia.
6. Sentado lo que antecede, procede considerar los agravios de la parte
actora. En tal cometido, cabe comenzar por el derivado de la consolidación de la deuda,
adelantando que corresponde admitirlo, en virtud de los fundamentos que se desarrollan a
continuación.
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Asiste razón a la recurrente en cuanto plantea que el art. 2 de la ley 23.982,
llamada de Consolidación de la Deuda Pública, expresamente excluye del régimen de
consolidación que impone a la Caja Nacional de Ahorro y Seguro deudas de naturaleza como
la presente. Agrega que lo mismo ocurrió al dictarse las leyes 24.624, de Presupuesto
General para el año 1996, y 25.565 de Presupuesto General para el año 2002. En esta última
excluyó del régimen de consolidación a las deudas provenientes de seguros de vida por
fallecimiento o por incapacidad total y absoluta.
En efecto, dicha excepción al régimen general de consolidación de deudas del
Estado Nacional fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
precedente “Rojas” (Fallos 330:3477), citado por la recurrente. Allí, nuestro Máximo
Tribunal adhirió al dictamen elaborado por la Procuradora, quien sostuvo que “si bien es
cierto que el régimen de consolidación de deudas es aplicable al sub lite en razón de la fecha
de origen de la obligación y de la naturaleza de la demandada (art. 13 de la ley 25.344),
entiendo que el crédito de autos no queda comprendido en él en virtud de la exclusión que
contempla el art. 61 de la ley 25.565, solución que torna insustancial el tratamiento de los
restantes agravios invocados por el apelante.” La contundencia de lo allí afirmado me exime
de formular mayores consideraciones, imponiéndose la admisión del agravio en este sentido.
En consecuencia, atendiendo a que las partes no han cuestionado la fecha de la
mora, que la sentenciante estableció a partir del 23/10/1988, la planilla de liquidación deberá
practicarse desde ese día hasta el del efectivo pago, con la aplicación de los intereses
dispuestos en la sentencia, los que también se encuentran firmes.
7. Resta expedirme en relación al agravio por el rechazo de la indemnización
de los daños y perjuicios derivados de la mora, el que a mi juicio debe ser admitido, por los
fundamentos y los alcances que desarrollo a continuación.
Desde la doctrina se ha sostenido que la reparación del mayor daño derivado
del incumplimiento presupone la existencia de mora por parte del asegurador y produce,
como consecuencia, la obligación del asegurador de indemnizar todos los daños
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sobrevinientes que guarden adecuada relación causal con aquel incumplimiento. Para la
reclamación de los daños serán de aplicación las reglas de la responsabilidad civil, por lo que
ya no le bastará al asegurado probar solamente el incumplimiento, sino que además deberá
acreditar el daño, el factor de atribución, la relación de causalidad y la antijuridicidad. (Cfr.
Hernández, Joaquín Alejandro, “Cumplimiento e incumplimiento del contrato de seguro en
el Código Civil y Comercial de la Nación”, en Revista del Instituto de Derecho del Seguro
(Rosario), Edición Nº 32, año 2016)
En el mismo sentido, el maestro Stiglitz reconoce que mayoritariamente
nuestros tribunales se inclinan por afirmar que la responsabilidad por incumplimiento
contractual, produce como consecuencia, junto a la ejecución forzada en sí misma, la
asunción por la aseguradora de todos los daños sobrevinientes, cuya prueba recae sobre el
asegurado, quien deberá aportar elementos que acrediten con precisión la existencia, la
entidad y la vinculación causal de los daños reclamados. En síntesis, es el asegurado quien
debe acreditar el mayor daño.
Todo ello sin perjuicio de afirmar que, en la especie, cobra especial relieve la
obligación de satisfacer, complementariamente, los intereses moratorios (art. 622 CC) y, al
cabo, la reparación del mayor daño producido por la morosidad, en cuanto derive como
consecuencia adecuada del incumplimiento, en los términos de los artículos 519 y siguientes
del Código Civil. Así se tiene decidido que cuando el asegurador no observa la obligación de
liquidar el daño con toda diligencia y procede a su determinación recurriendo a una conducta
que se traduzca en dilación o en comportamiento negligente de su obrar, deberá resarcir el
asegurado los mayores daños derivados de su incorrecto proceder. (Stiglitz, ob. cit., t. III,
pág. 252 y ss.)
Sentada la viabilidad en abstracto de la indemnización, corresponde examinar
si en el caso concreto la actora ha acreditado la concurrencia de los requisitos de la
responsabilidad civil, fundamentalmente el relacionado con la prueba del daño. En tal
cometido, se advierte que la Sra. Salinas produjo las siguientes pruebas:
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traducirse en un modo de estar diferente de aquel al que se hallaba antes del hecho, como
consecuencia de éste y anímicamente perjudicial” (Pizarro, Ramón D. Daño moral.
Prevención. Reparación. Punición. El daño moral en las diversas ramas del derecho,
Hammurabi, Buenos Aires, 2004, pág. 31).
También la jurisprudencia ha determinado que el daño moral constituye “toda
modificación disvaliosa del espíritu, es su alteración no subsumible sólo en el dolor, ya que
puede consistir en profundas preocupaciones, estados de aguda irritación, que exceden lo que
por el sentido amplio de dolor se entiende, afectando el equilibrio anímico de la persona
sobre el cual los demás no pueden avanzar; de manera que todo cambio disvalioso del
bienestar psicofísico de una persona por una acción atribuible a otra configura un daño
moral” (S.C.B.A. Ac. L55728, 19/9/95, “Toledo”, A. y S. 1995III635; Ac. 53110, 20/9/94,
“Colman” D.J.J. 147299, J.A. 1995III183, A. y S. 1994III737)
En este punto, conforme lo sostiene Matilde Zavala de González, cabe señalar
que el principio de individualización del daño requiere que se computen tanto las
circunstancias de naturaleza objetiva (índole del hecho lesivo y sus repercusiones), como las
personales y subjetivas de la propia víctima. Todas ellas bajo la óptica de la "sensibilidad del
hombre medio", pero sin descuidar al "hombre real", ya que la apreciación de todo daño debe
hacerse en concreto, no en abstracto (Tratado de Daños a las Personas. Daño moral por
muerte, Ed. Astrea, Buenos Aires, T. 2, 1993, p. 598).
En alusión concreta a la responsabilidad de las compañías aseguradoras en la
causación del daño al que vengo refiriendo, desde la jurisprudencia se ha reconocido que:
“Surge evidente, que el accionante, padeció tribulaciones anímicas con significación jurídica,
a raíz del incumplimiento y conducta de la demandada, manifestado a través de los reclamos
y gestiones que debió efectuar en consecuencia, que excedieron el concepto de mera molestia
o incomodidad, para tornarse en una situación en la cual vio frustradas sus legítimas
expectativas de contar con una tempestiva y eficaz cobertura asegurativa.” (Cámara Civil y
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Comercial Común. Concepción, Tucumán Sala Única. S/daños y perjuicios. Nro. Expte:
479/10. Nro. Sent: 267, 29/11/2019)
Reiteradamente ha sostenido nuestro Máximo Tribunal que debe tenerse en
cuenta el carácter resarcitorio de este rubro, la índole del hecho generador de responsabilidad
y la entidad de los sufrimientos espirituales causados y por otra parte, que el reconocimiento
de dicha reparación no tiene necesariamente que guardar relación con el daño material, pues
no se trata de un daño accesorio a éste (conf. C. S. J. N., 06/10/2009, “Arisnabarreta, Rubén
J. c/ E. N. (Min. de Educación y Justicia de la Nación) s/ juicios de conocimiento”; Idem.,
07/11/2006, “Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c/ Buenos Aires, Provincia de y Camino
del Atlántico S.A. y/o quien pueda resultar dueño y/o guardián de los animales causantes del
accidente s/ daños y perjuicios”, Fallos 329:4944; Id., 24/08/2006, “Ferrari de Grand, Teresa
Hortensia Mercedes y otros c/ Entre Ríos, Provincia de y otros s/ daños y perjuicios”, Fallos
329: 3403; Id., 06/03/2007, ORI, “Mosca, Hugo Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de
(Policía Bonaerense) y otros s/ daños y perjuicios”, Fallos 330: 563, entre muchos otros).
Señaló nuestro Máximo Tribunal que "Aun cuando el dinero sea un factor muy inadecuado
de reparación, puede procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto
grado, de reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se
trata de compensar, en la medida posible, un daño consumado (…). El dinero es un medio de
obtener satisfacción goces y distracciones para restablecer el equilibrio en los bienes
extrapatrimoniales. El dinero no cumple una función valorativa exacta, el dolor no puede
medirse o tasarse, sino que se trata solamente de dar algunos medios de satisfacción, lo cual
no es igual a la equivalencia. Empero, la dificultad en calcular los dolores no impide
apreciarlos en su intensidad y grado, por lo que cabe sostener que es posible justipreciar la
satisfacción que procede para resarcir dentro de lo humanamente posible, las angustias,
inquietudes, miedos, padecimientos y tristeza propios de la situación vivida" (CSJN,
12/4/2011, "Baeza, Silvia Ofelia c/ Provincia de Buenos Aires y otros", RCyS, noviembre de
2011, p. 261, con nota de Jorge Mario Galdós) (Conf. CNCIv, Sala A 17/7/2014 “. R. M. B.
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c/ Banco Supervielle S.A. s/ daños y perjuicios” del voto del Dr. Sebastián Picasso; Cita:
MJJUM88578AR | MJJ88578 | MJJ88578) (Cit. en “YEDROS, EULALIA c/
CONSULTORES ASOCIADOS ECOTRANS SA (INT 541 LINEA 503) Y OTROS
s/DAÑOS YPERJUICIOS” (ACC.TRAN. C/LES. O MUERTE), Cám.Nac.Apel. Civil, Sala
“J”, 1/10/2020)
En consecuencia, considerando las repercusiones extrapatrimoniales
padecidas por la actora y sus hijos, las premisas doctrinarias y jurisprudenciales expuestas en
relación al rubro analizado sin desatender las reglas de la propia experiencia y el
conocimiento de la realidad y en uso de las facultades conferidas por el 165 CPCCN estimo
razonable fijar la indemnización por daño moral por la falta de pago de los seguros de vida y
colectivo, en la suma de $ 500.000 a abonar a la actora en el término de 10 días de quedar
firme el fallo.
En cuanto a los intereses, por haber sido determinado el rubro indemnizatorio
a valores actuales, se mantiene el criterio de primera instancia de liquidarlos al 6% anual
desde el momento de la mora hasta el presente pronunciamiento. Desde que adquiera firmeza
y hasta su efectivo pago, deberá adicionarse un interés conforme tasa pasiva promedio que
publica mensualmente el B.C.R.A.
8. Las consideraciones en torno a la aplicación retroactiva de la Ley de
Defensa del Consumidor y la perspectiva de vulnerabilidad carecen de virtualidad, dada la
solución que propicio.
9. Finalmente, corresponde abordar el tratamiento de las defensas
oportunamente opuestas por la demandada y que, por el contenido de la decisión de la Jueza
a quo, quedaron sin tratamiento o fueron rechazadas –expresa o implícitamente
manteniendo plena virtualidad en la Alzada, estando obligada por consiguiente la Cámara a
considerarlas en toda su extensión, por pertenecer a la litis, tal como lo debió hacer el órgano
inferior. (Cfr. Morello, Sosa y Berizonce, Códigos Procesales…, Ed. Librería Editora
Platense, Abeledo – Perrot, T. III, 1988, pág. 111)
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En efecto, pudiendo apelar solamente de una resolución la parte que resulta
vencida y sufre un gravamen o perjuicio como consecuencia de ella, aquellas defensas o
argumentos planteados oportuna y debidamente por el vencedor en primera instancia y que
fueron rechazados o no considerados por el juez de primera instancia –y de lo que no podía
apelar por resultar vencedor en el litigio, quedan, mediante el recurso concedido al vencido,
implícitamente sometidas al conocimiento del tribunal de alzada, aun cuando tales defensas o
argumentos no hayan sido reiterados por el vencedor en oportunidad de contestar el traslado
de la expresión de agravios; y si la Cámara revoca la decisión de primera instancia (…) debe
resolver directamente todos los temas que integran la relación procesal, sin que con ese
proceder se vulnere la defensa en juicio, ni el principio de igualdad, ni el régimen de la doble
instancia. (Cfr. Louytaf Ranea, Roberto, El recurso ordinario de apelación…, Ed. Astrea,
2009, T. I, pág. 88/89)
En tal cometido, corresponde abordar la consideración de la petición de
rechazo del reclamo indemnizatorio formulada por la Caja Nacional de Ahorro y Seguro al
contestar la demanda. Allí sostuvo que resulta improcedente la pretensión con sustento en
que la reparación procede por el daño ocasionado por los años de litigio. Sostuvo que la
duración del proceso resulta atribuible a la apoderada de la actora, quien inició
incorrectamente el juicio primero en juzgados provinciales cuando la demandada era Nación,
segundo al dejar caducar un juicio ordinario, ocasionando ella misma el daño a su cliente.
Añadió que, además, la responsabilidad de su parte no puede ir más allá de las condiciones
contractuales fijadas en la póliza. Finalmente sostuvo que otorgar la reparación de un daño
sin pruebas que lo avalen o justifiquen el monto peticionado, configuraría un
enriquecimiento ilícito.
Sin perjuicio de la responsabilidad de la letrada, cuyo examen resulta ajeno a
las presentes actuaciones, lo cierto es que la actora ya al momento de promoción de la
demanda solicitó la reparación de los daños y perjuicios ocasionados por la mora del seguro.
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A mi juicio, si bien la prolongación de la tramitación del proceso obedeció a
un cúmulo de factores, resulta innegable que como lo he señalado más arriba la
aseguradora desde el comienzo del conflicto tuvo alternativas para cancelar la deuda que
había reconocido, pudiendo incluso consignar judicialmente la suma que estimaba correcta,
lo que hubiera evitado la mora de su parte y la deuda por intereses derivados de aquélla. No
habiéndolo hecho, a lo largo de más de treinta años de tramitación de procesos judiciales,
resulta insoslayable que su actitud coadyuvó a la causación del daño moral que propongo
reconocer en favor de la Sra. Salinas.
10. No obstante la falta de personería de la recurrente para peticionar la
regulación de honorarios de su letrada diferidos para el dictado de la sentencia definitiva,
cabe señalar que al igual que ocurre con los honorarios correspondientes a esta instancia, su
fijación debe postergarse hasta el momento en que se cuente con liquidación definitiva.
11. Como corolario de lo hasta aquí señalado, propongo desestimar el recurso
incoado por el Estado Nacional, admitir la apelación de la actora, con los alcances ya
señalados y, en consecuencia, hacer lugar a la reparación de los daños y perjuicios
ocasionados por la demandada.
Atento el modo en que se resuelve el presente, las costas de Alzada se
imponen a la demandada vencida, por aplicación del principio objetivo de la derrota (art. 68
CPCCN). Los honorarios de los profesionales intervinientes corresponde diferirlos para la
oportunidad en que exista base para su cálculo y se regulen los de la instancia anterior. ASI
VOTO.
Las Dras. Rocío Alcalá y Patricia Beatriz García DIJERON:
Que, por los fundamentos expuestos por la Vocal preopinante, adhieren a su
voto y emiten el suyo en idéntico sentido.
Por lo que resulta del Acuerdo que antecede, SE RESUELVE:
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1. DESESTIMAR el recurso de apelación deducido por la demandada y, en
consecuencia, CONFIRMAR la condena a dicha parte, dispuesta en la sentencia de fecha
17/02/2022, declarando inaplicable al caso la Ley N° 23.982.
2. MODIFICAR la sentencia haciendo lugar a la indemnización por daño
moral peticionada por la actora y, en consecuencia, CONDENAR al Estado Nacional para
que en el término de 10 (diez) días de quedar firme el fallo abone a la actora la suma $
500.000 (PESOS QUINIENTOS MIL) en tal concepto, con más los intereses que se
consignan en el Acuerdo que antecede.
3. IMPONER las costas de Alzada a la demandada vencida y diferir la
regulación de honorarios para la oportunidad prevista en los considerandos.
4. COMUNICAR al Centro de Información Judicial, dependiente de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (conforme Acordada Nº 5/2019 de ese Tribunal).
5. Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Nota: De haberse dictado el Acuerdo precedente por las Sras. Juezas de
Cámara de este Tribunal, suscripto en forma electrónica (arts. 2 y 3 Ac. 12/2020 C.S.J.N.).
SECRETARÍA CIVIL N° 1, 03 de febrero de 2023.
#15723622#355937068#20230203125701059