Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ricardo Ffrench-Davis * *
1
No obstante la intensidad de la privatización, la propiedad pública aún
es más importante en Chile que en varios países latinoamericanos. La
norma, sin embargo, es la pasividad que se le imprimió a las empresas
públicas. El caso de la empresa estatal del cobre, que se expone más
adelante, es ilustrativo al respecto.
2
Los perfiles más extremos del modelo no se observaron en su totalidad
desde un inicio. El equipo económico fue conformándose y consolidando
su hegemonía entre 1973 y 1975, e imponiendo paralelamente su orto-
doxia. El mayor extremismo de la política económica tiene lugar entre
1975 y 1981, con un proceso continuo de intensificación de sus rasgos
distintivos. Sólo en 1981, con la aparición en la superficie de los pro-
blemas subyacentes provocados por la aplicación del modelo, empiezan
a producirse desviaciones respecto de la ortodoxia monetarista. El hito
demarcatorio lo constituye la intervención por el gobierno de ocho ban-
cos y financieras.
10 ESTUDIOS PÚBLICOS
3
Hay graves problemas de comparabilidad de las cifras sobre gasto
público. Cifras homogeneizadas para el período 1969-79 y un análisis
de los principales rubros se presentan en Marshall (1981). Un examen
comparativo de diferentes definiciones de "gasto social" aparece en pp.
75-81. La cifra oficial sobreestima el nivel del gasto social hacia fines del
período, en comparación con 1970 o 1974, debido a sesgos de la defi-
nición usada y a un deflactor erróneo.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 11
5
Todas las cifras de inflación usadas aquí se refieren al índice de precios
al consumidor corregido en Cortázar y Marshall (1980). El índice ofi-
cial subestimó en forma significativa el alza efectiva de los precios,
principalmente en 1973 y en 1976-78.
14 ESTUDIOS PÚBLICOS
6
En el curso de 1975 surgió un serio problema de balanza de pagos,
asociado a una baja de los términos del intercambio, que el gobierno
también enfrentó con una acentuación de la restricción monetaria y del
gasto final. Los efectos del deterioro de los términos del intercambio,
debido a la política adoptada, se multiplicaron aproximadamente por
tres en la economía interna. El impacto directo por concepto del dete-
rioro de los términos del intercambio registrado en 1975, ya está des-
contado en la cifra del texto de caída del PIB.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 15
7
En esa misma fecha también se acentuó el porcentaje de subestimación
de la inflación real por parte del índice de precios al consumidor oficial.
No obstante, aún el IPC corregido muestra una baja, que es la señalada
en el texto.
16 ESTUDIOS PÚBLICOS
8
Es importante señalar que la inflación externa que enfrentó la economía
chilena fue negativa, en virtud de la apreciación del dólar frente a las
restantes monedas de los países industrializados: un índice ponderado
de los precios externos, convertidos a dólares, a partir de mayo de 1981,
mostró tasas negativas de inflación anual. Entre esa fecha y junio de
1982 la inflación en 12 meses alcanzó una media de —2%.
18 ESTUDIOS PÚBLICOS
Cuadro 1
Principales Importaciones de Bienes de Consumo:
1970 y 1981 (millones de US$ de 1977)
Variación
1970 1981 Porcentual
1970-81
10
La recesión tuvo un componente externo asociado al deterioro de los
términos del intercambio. El efecto directo de éste (que fue negativo)
ya fue descontado de las cifras dadas en el texto.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 27
11
Adicionalmente, durante un prolongado período (1976-78) las cifras
oficiales sobreestimaron en forma creciente el número de ocupados.
Véase Meller, Cortázar y Marshall (1979).
28 ESTUDIOS PÚBLICOS
Cuadro 2
Evolución del PIB y su Composición, 1974-81
(tasas % de variación anual)
Total Por
Habitante
(1) (2)
1 Producto interno bruto 4,0 2,2
2. Producto nacional bruto 3,6 1,8
3. Valor agregado
a) Comercialización importaciones 16,2 14,2
b) Servicios financieros 13,6 11,8
4. Producto nacional bruto excluido el
valor agregado en 3 1,9 0,2
Cuadro .3
Producción de la Industria Manufacturera: Chile y
la Economía Mundial
(1973 = 100)
Cuadro 4
Indicadores de Distribución del Ingreso y Desocupación
Ingresos (1970 = 100)
12
En 1973 se igualaron las asignaciones familiares pagadas a obreros y
a empleados. La igualación se hizo "por abajo", de manera que todas
descendieron, aunque en menor proporción las de los obreros.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 31
13
Cifras oficiales, según las Cuentas Nacionales nuevas, referidas a la
formación bruta de capital fijo como proporción del PIB.
34 ESTUDIOS PÚBLICOS
14
La congelación del tipo de cambio obedeció, en parte, a una variante
del modelo monetarista ortodoxo, el "enfoque monetario de la balanza
de pagos" y su secuela de política monetaria neutra. Paradójicamente,
a pesar de su notable extremismo, este enfoque constituyó la "verdad
irrefutable" para el oficialismo y para la mayoría de los medios de comu-
nicación durante casi tres años.
36 ESTUDIOS PÚBLICOS
“Probablemente, nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la rígida insis-
tencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rutinarias, sobre todo en el
principio del laissez-faire…”
“Ninguna persona sensata debiera haber dudado que las toscas reglas en las que se
expresaron los principios de la economía política del siglo XIX eran sólo un co-
mienzo; que teníamos mucho que aprender aún y que todavía quedaban inmensas
posibilidades de avance sobre las líneas en que nos movíamos (…). Existían mu-
chas evidentes tareas, tales como el manejo del sistema monetario, la evitación o el
control del monopolio y aún otras muchísimas más, no tan evidentes, pero difícil-
mente menos importantes, que emprender en otros campos, las cuales proporciona-
ban, sin duda, a los gobiernos enormes poderes para el bien y para el mal; y era
muy razonable esperar que con un mejor conocimiento de los problemas hubiéra-
mos sido capaces algún día de usar con buen éxito estos poderes”.
Friedrich Hayek*
1
Ver Lee y Passell, 1979.
2
Utilizamos el PGB total y no el per cápita, porque nos interesa analizar el dinamis-
mo de la economía. Naturalmente, el sentido de nuestras conclusiones no se alteraría si
adoptásemos la opción alternativa.
4 ESTUDIOS PÚBLICOS
3
Para un análisis de algunas de las consecuencias sobre la distribución del ingreso y
la extrema pobreza de las políticas implementadas en 1974-82, ver Foxley, 1982; Méndez,
1980, y ODEPLAN, 1981.
4 La afirmación del texto no pretende desconocer la relevancia del importante debate
2. El modelo y el crecimiento
ejemplo, de acuerdo a CEPAL, en 1981, éstos fueron 59% inferiores a los de 1970. El
incremento de la deuda externa en años recientes se explica en buena parte como una compen-
sación ante una caída transitoria de los términos de intercambio.
6 ESTUDIOS PÚBLICOS
160
ÍNDICE
P.G.B
150
TRIMESTRAL
140
TRAYECTORIA
130 EFECTIVA
120 TRAYECTORIA
CENTRAL
110
TRAYECTORIA
100 HISTÓRICA
CORREGIDA
90
80
70
TRIMESTRES
60
0 1 22 3 44 1 26 3 48 1 120 3 142 1 12 4 3 146 1 128 3 240 1 222 3 244 1 226 3 248 1 320 3 342 1 324 3 346
74 75 76 77 78 79 80 81 82
Trayectoria Efectiva: Muestra la evolución del producto geográfico bruto en forma trimestral.
No se publican en Chile cifras oficiales del PGB trimestral, por lo que para el período 1974-79
se usaron las estimaciones de Gutiérrez (1981). Dicha estimación fue empalmada con una
estimación provisoria del Departamento de Cuentas Nacionales del Banco Central.
Trayectoria Central: Muestra la tendencia del producto geográfico bruto trimestral entre 1974
y 1982. La tendencia fue estimada mediante mínimos cuadrados ordinarios y dio como resul-
tado una tasa de crecimiento de 4,3% anual, significativa al 99,95% de confianza. La regre-
sión explica, sin embargo, sólo un 55,3% de la varianza total de la serie debido a los ciclos
que muestra el período.
desarrollo en el mismo sentido que Chile (McKinnon, 1981). Acerca de las restricciones que
reprimían al mercado de capitales en Chile, ver Cruzat, 1969.
14
El efecto reasignación de recursos se refleja en los análisis de fuentes de crecimien-
to en un alto “componente no explicado” del crecimiento. Ver Cauas, 1980, Schmidt-Hebbel;
1981, y Chen, 1979.
15 Los calificativos mencionados aparecen, por ejemplo, en Ffrench-Davis, 1982 y
Foxley, 1982.
16
El tamaño del sector fiscal —excluido servicio deuda— alcanzó en 1981 su récord
histórico respecto del PGB (23,5%), a excepción hecha del período 1971-74. En la década del
sesenta, en cambio, dicha cifra ascendió a 20,7% del PGB en promedio (Ministerio de Hacien-
da, 1982). Marshall (1981) sostiene que la comparación anterior está distorsionada por modifi-
caciones contables y que el grueso de la reducción del Estado se ha concentrado en institucio-
nes que no forman parte del sector fiscal. Para eso propone una definición del sector público,
cuyo gasto —como porcentaje del PGB— pasa de 34,0% en 1969 a 26,7% en 1979. Méndez,
JUAN ANDRÉS FONTAINE 9
3. El movimiento cíclico
1981, utiliza una definición todavía más amplia —que incorpora a las empresas públicas— y
obtiene un gasto total del sector público de 55,7% del PGB en 1969, el cual pasa a 45,7% en
1979. Los dos trabajos anteriores no contienen cifras para los años previos a 1969. Finalmen-
te, si nos concentramos en las empresas públicas observamos que, de las 22 empresas de
significación que hoy posee el Estado, tres eran en 1969 mixtas (es decir, que el Estado poseía
entre 12% y 50% de su patrimonio) y tres eran privadas. Las primeras son CODELCO,
CHILECTRA y SOQUIMICH. Las segundas, C.T.C., ENACAR y ENAEX (ver Méndez,
1981).
17
Existen cifras oficiales del PGB sólo a partir de 1940, y desde entonces hasta ahora
el PGB muestra caídas en ocho años. Las tres mayores son las de 1982 (de 14,1%), 1975
(12,9%) y de 1947 (6,3%). Para el período anterior Davis y Ballesteros construyeron un índice
de actividad que incluye a la agricultura, la industria, la minería y los servicios públicos.
Dicho índice anota caídas de 21% en 1919, 14% en 1921, 11% en 1930, 17% en 1931 y 27%
en 1932.
10 ESTUDIOS PÚBLICOS
18 Acerca del período ver Banco Mundial, 1981; Cauas y De la Cuadra, 1981; Harber-
21
Fontaine, 1982.
12 ESTUDIOS PÚBLICOS
4. El problema cambiario
1982, acepta implícitamente el diagnóstico del deterioro del tipo de cambio real a partir de
fines de 1980.
23 Ver, por ejemplo, Ministerio de Hacienda, 1982.
24 Sobre los fundamentos y aplicación de la política arancelaria, ver Cauas y De la
largo de la fase expansiva del ciclo actual (ver cuadro 2, columna 1). Dicha
cifra despeja cualquier duda acerca del origen de la pérdida de los merca-
dos internos y externos de los productos nacionales.
La drástica revaluación real del peso, ¿fue responsabilidad del mer-
cado o de la política? Diversos estudios han demostrado que la política de
cambio fijo agravó el deterioro cambiario real en por lo menos dos senti-
dos25: a) la fijación nominal ocurrió cuando la inflación alcanzaba a un
ritmo anual de 35% y en el mejor de los casos debía descender gradual-
mente a consecuencia de esa decisión, y b) la desinflación mundial de
1981-82, causada por las políticas monetarias contractivas de diversas paí-
ses, retardó adicionalmente la convergencia de la inflación interna a la
mundial. Ambos factores son evidentes y no parece necesario extenderse
acerca de ellos.
Sin embargo, la causa que parece cuantitativamente más importante
es el grueso influjo de capitales externos durante 1980 y 1981, fenómeno
que se observó simultáneamente en gran parte del continente. El caudal de
divisas proveniente de dicha fuente debió ser acomodado mediante un alza
de las importaciones y una rebaja de las exportaciones. El ajuste exigió,
como era previsible, una severa revaluación real del peso. Cuando el ingre-
so de capitales comenzó a disminuir hacia niveles más normales, se hizo
necesario un movimiento inverso en el tipo de cambio real: la devaluación
real del peso26. Dado que esto último ha ocurrido en un contexto de pesi-
mismo financiero internacional y de fuertes desequilibrios internos, ha exi-
gido un esfuerzo considerable.
En vista de los costos producidos por la accidentada curva del tipo
de cambio real en 1979-82, hay quienes sostienen que el mercado falló por
cuanto generó un ingreso excesivo de crédito externo27. El argumento es el
siguiente: las buenas perspectivas de la economía chilena hacia 1980 dieron
lugar a una explosión de optimismo que alentó ambiciosos proyectos de
consumo e inversión. El optimismo fue compartido por consumidores, in-
versionistas, empresarios y banqueros nacionales y extranjeros. Estos últi-
mos facilitaron al sector privado la elevada suma de créditos externos que
25 Ver, por ejemplo, Corbo, 1982a y 1982b; Morgan Guaranty Trust, 1982; Sjaastad,
timos en la presente y siguientes secciones en sus diferentes aplicaciones—, tiene gran poder
descriptivo (ver Barandiarán, et al., 1981). Sin embargo, no es susceptible de constituirse en
una teoría, por cuanto no formula predicciones. La hipótesis alternativa —que las políticas
vigentes provocaron los comportamientos observados— tiene, en cambio, características de
una teoría, cuyas predicciones pueden ser refutadas por la evidencia.
29 El proceso de liberalización financiera es estudiado en Ffrench-Davis y Arellano,
1981. Algunas de sus distorsiones son analizadas en Zahler, 1978. Fontaine, 1981a, contiene
un análisis crítico de las regulaciones vigentes y contempla proposiciones de política. Ver
también: Gutiérrez, 1982; Rosende, 1981b; y Sjaastad, 1982.
30 Ver, por ejemplo, Ministerio de Hacienda, 1981.
16 ESTUDIOS PÚBLICOS
32 Clásicos artículos que sustentan este enfoque son los de Friedman, 1953 y Haber-
ler, 1965. Para una discusión teórica de esta materia en el contexto de una economía pequeña
y abierta, ver Fontaine, 1981d. Una aplicación de esa argumentación al debate cambiario
chileno de 1981-82 se presenta en Fontaine, 1981c. Sjaastad, 1982, desestima este tipo de
argumentos, porque sostiene que son útiles sólo si la autoridad puede anticipar la naturaleza de
las presiones desestabilizadoras. Sin embargo, es evidente que la argumentación del texto se
refiere al origen más probable —si monetario interno, externo o real— de las eventuales
perturbaciones. En la elección del régimen cambiario apropiado un elemento crucial es la
apreciación acerca de las fuentes de la inestabilidad o, en otras palabras, la comparación de las
varianzas de los shocks internos, externos y reales.
33 En el debate público se ha sostenido que el tipo de cambio real está hoy a su nivel
más alto de los últimos 25 años. Ello es cierto si se utiliza como deflactor el IPC oficial. Dado
que dicho índice ha sido cuestionado, es preferible usar el Deflactor Implícito del PGB. El
cuadro 2 muestra que, al aplicar dicho deflactor, el cambio real actual resulta inferior al de
1975, 1976 y 1978. Sin embargo, bajo condiciones de equilibrio en materia de términos de
intercambio, tasa de interés internacional y entrada de capitales, es probable que el tipo de
cambio apropiado sea sustancialmente menor que el actual.
18 ESTUDIOS PÚBLICOS
5. El problema monetario
describen en Fontaine (1981c y 1982). Bajo cambio fijo, los desequilibrios de la balanza de
pagos se ajustan mediante una contracción de la demanda agregada y ello había estado ocu-
rriendo en Chile desde mediados de 1981. La devaluación permitía llevar a cabo una política
fiscal y monetaria de carácter expansivo, porque —al modificar los precios relativos— contro-
laba directamente el gasto nacional en bienes importables o exportables. Las autoridades
decidieron, sin embargo, no llevar a cabo dicha política y preservaron el esquema de política
monetaria neutra. Como era de suponer, la devaluación sin la política expansiva resultó
contractiva, porque introdujo una presión de costos (insumos importados) y elevó los gastos
financieros.
35 En los nueve meses que transcurrieron entre junio de 1982 y marzo de 1983 Chile
36
Ver Barandiarán, 1982; Banco Central, 1983; Revista de Economía, 1982; Wi-
lliamson, 1982; Cortés, 1982; y Sjaastad, 1982.
37 La hipótesis estructuralista correspondiente ha sido planteada, por ejemplo, por
Cortés, 1982 y Sjaastad, 1982, quienes le atribuyen a las vinculaciones de propiedad entre los
bancos y las empresas el aumento de la demanda de crédito. Para un análisis crítico del tema,
ver Moreno y Pérez, 1982.
38 Ver, por ejemplo, El Mercurio, “Semana Económica”, 22 de enero de 1983.
39 La necesidad del ajuste fue planteada en Ministerio de Hacienda, 1981. La deman-
forman sus expectativas en función de las políticas vigentes. La experiencia chilena reciente
muestra una dimensión más amplia de la racionalidad individual. Los agentes económicos
vaticinan cambios en las políticas de acuerdo a los resultados esperados de las políticas
vigentes. Así, por ejemplo, los resultados esperados del llamado ajuste automático hicieron
prever al mercado que éste sería abandonado y lo fue. En el debate público se le ha dado a
esto una connotación negativa: que los ajustes se retardan, porque se esperan acciones de
salvataje por parte del Estado (Barandiarán, et al., 1982). Sin embargo, si ello es racional —en
el sentido definido más arriba—, es entonces predecible. Luego, la política económica debe
tomar en cuenta la apreciación del mercado acerca de su viabilidad.
44 Kirzner, 1973.
45 Esto se refleja en que los precios de mercado, en períodos críticos, no contienen
sionado por prácticas monopólicas. En tal caso, debería aplicarse la legislación antimonopo-
lios. Sin embargo, no se han efectuado ni demostrado cargos semejantes en el caso que nos
ocupa. En cambio, se han mencionado dos prácticas que distorsionarían los incentivos propios
de un mercado de capitales competitivo. La primera es la existencia de estrechas vinculacio-
nes de propiedad entre las empresas y sus intermediarios financieros. La segunda, es la
existencia de una garantía estatal tácita sobre el total de los depósitos bancarios (ver William-
son, 1982). La evidencia de otros países con estructuras bancarias semejantes —Alemania,
España, Japón y México, para nombrar sólo a algunos— abre una interrogante acerca de su
relevancia empírica.
48 Ver Stigler, 1975.
22 ESTUDIOS PÚBLICOS
agentes económicos y contraería su gasto. Ello es de efecto recesivo. Sin embargo, en alguna
medida puede también rebajar la demanda de dinero, atraer capitales externos y forzar un
aumento de la liquidez real mediante reducciones de precios. La probabilidad de que estos
últimos efectos —de carácter reactivador— sean eficaces es mínima.
50 Friedman, 1964.
51 Friedman, 1976.
52 Lucas, 1977, ha demostrado que si las economías son “bombardeadas” continua-
mente de perturbaciones monetarias y reales, los precios terminan mostrando cierta inflexibili-
dad ante perturbaciones de ambos tipos. Bajo esta perspectiva, el ajuste de largo plazo es
irrelevante, porque las perturbaciones son sucesivas.
53 Fontaine, 1983 b.
JUAN ANDRÉS FONTAINE 23
54 Por ejemplo, Cortés, 1982, habla de “una extraña suerte de aumento de la demanda
de crédito” (p. 36) y Sjaastad, 1982, bautiza al fenómeno con el término “monetización de
activos reales” (p. 27).
55 De hecho, los pasivos financieros registrados por el Banco Central cayeron en 7%
en 1981 y en un 6% en 1982, ambos en términos reales. La confusión proviene del hecho que
los pasivos del sistema bancario aumentaron su participación relativa desde 29% en 1980 a
42% en 1981 y a 43% en 1982.
24 ESTUDIOS PÚBLICOS
6. Inflexibilidad salarial
58
Corbo, 1982b; Sjaastad, 1982 y Cortés, 1982.
26 ESTUDIOS PÚBLICOS
59 Fontaine, 1983a.
28 ESTUDIOS PÚBLICOS
netaria y cambiaria. A falta de ella, es claro que las únicas opciones dispo-
nibles son de carácter redistributivo y entonces la cuestión macroeconómi-
ca deviene en el problema ético y político de la adjudicación de favores e
imposición de cargas. Con frecuencia ello exige una intensa intervención
estatal en el funcionamiento de los mercados y puede fácilmente desvirtuar
el sentido de un modelo de desarrollo de libre mercado.
El rol orientador de una buena política macroeconómica se traduce
en que los precios claves evolucionan regularmente a lo largo de su trayec-
toria de equilibrio. De esta manera el mercado es protegido de las distorsio-
nadoras sorpresas que hemos analizado y puede cumplir eficazmente su
tarea en la asignación de los recursos productivos.
La actual depresión de la actividad económica es una señal nítida de
la necesidad de que el Estado asuma cabalmente su rol macroeconómico.
En las circunstancias presentes ello exige llevar a cabo una vasta estrategia
reactivadora, que no solamente considere las restricciones de financiamien-
to externo, sino que aproveche las oportunidades de crecimiento que ofre-
cen los abundantes recursos —humanos y físicos— que hoy permanecen
ociosos y la vigorosa recuperación mundial que se avecina. Dicha estrate-
gia debe incluir una política cambiaria ágil, que preserve la competitividad
de la producción nacional y aísle a la economía de las fluctuaciones de la
balanza de pagos; una política monetaria racional destinada a superar el
actual desequilibrio monetario y llevar el costo del crédito a niveles con-
gruentes con el rendimiento actual de las inversiones; y una política salarial
del sector público que despeje la incertidumbre que hoy aqueja a la masa
trabajadora y consumidora del país. El objetivo de la estrategia reactivado-
ra debe ser hacer retornar prontamente a la actividad económica a la salu-
dable trayectoria central de crecimiento que le promete el actual modelo de
desarrollo y hacer volver prontamente a las autoridades a su trascendental
tarea de construir los fundamentos económicos de la libertad.
REFERENCIAS
— Banco Central, 1983, “La Economía Chilena durante 1982 y Proyecciones para el Período
1983-84”, Banco Central de Chile, Boletín Mensual Nº 660, febrero.
— Banco Mundial, 1981, Chile: An Economy in Transition, enero.
— Barandiarán, E.; Montt, F. y Pollack M., 1982, “Coyuntura y perspectivas de la Economía
Chilena”, Departamento de Estudios BHC., 9° Informe semestral de corto plazo,
febrero.
— Cauas, Jorge, 1980, “Growth Prospects of the Chilean Economy”, Conferencia ante la
Cámara Chileno-Americana de Comercio, Nueva York, mayo. Reproducido en edi-
ción del Banco de Santiago.
30 ESTUDIOS PÚBLICOS
— Cauas, Jorge y de la Cuadra, Sergio, 1981. “La política económica de la apertura al exterior
en Chile”, Cuadernos de Economía Nº 54-55, agosto-diciembre.
— Chen, E., 1979, Hyper-Growth in Asian Economies, New York: Holmes and Meier.
— Corbo Vittorio, 1982a, “Relative Prices, Expenditures and the Trade Balance: The Case of
Chile”, Mimeo. Sociedad Econométrica Latinoamericana, México.
— Corbo, Vittorio, 1982 b, “Recent Developments of the Chilean Economy”, Mimeo, sep-
tiembre.
— Cortés, Hernán, 1982, “Stabilization Policies in Chile: Inflation, Unemployment and De-
pression 1978-82”. Mimeo, Universidad Católica de Chile.
— Cruzat, Manuel, 1969, “Algunas Ideas sobre el Mercado de Capitales en Chile”, Cuadernos
de Economía N° 17.
— Cheyre, Hernán, 1982, “Alcances y significado de una política de reactivación”, Revista de
Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Chi-
le, Nº 8, diciembre.
— Davis, M. y Ballesteros, T., “El Crecimiento de la Producción y del Empleo en Sectores
Básicos de la Economía Chilena, 1908-1957”, Cuadernos de Economía Nº 7.
— Edwards, Sebastián, 1982, “Capital Account Liberalization, Interest Rates and the Real
Exchange Rate: Chile, 1979-1982”, Mimeo.
— Ffrench-Davis, Ricardo, 1982, “El Experimento Monetarista en Chile”, Estudios Cieplan
N° 9, diciembre.
— Fontaine, Juan Andrés, 1981 a, “Comentarios acerca de la apertura financiera”, Mimeo,
enero.
— Fontaine, Juan Andrés, 1981 b, “El Momento Económico y sus Proyecciones”, Ercilla
Económico, mayo.
— Fontaine, Juan Andrés, 1981 c, “Régimen Cambiario y Estabilidad Económica”, Mimeo,
agosto.
— Fontaine, Juan Andrés, 1981 d, “Ajuste Macroeconómico y Régimen Cambiario”, Centro
de Estudios Públicos, Mimeo, Encuentro Anual de Economistas, Punta de Tralca,
diciembre.
— Fontaine, Juan Andrés, 1982, “La Devaluación y sus Enseñanzas”, Ercilla Económico,
julio.
— Fontaine, Juan Andrés, 1983 a, “El Rol Macroeconómico del Estado”, Estudios Públicos
N° 9, Verano.
— Fontaine, Juan Andrés, 1983 b, “Auge, Caída y Recuperación: Una Interpretación Moneta-
ria”, Economía y Sociedad, Segunda Epoca N° 9, enero.
— Foxley, Alejandro, 1982, “Experimentos Neoliberales en América Latina”, Estudios Cie-
plan N° 7, marzo.
— Friedman, Milton, 1953, “Aspectos favorables de los tipos de cambio flexibles”, publicado
en castellano en Caves y Johnson (eds.) Ensayos de Economía Internacional, Buenos
Aires: Amorrortu, 1972, págs. 443-72.
— Friedman, Milton, l969, “Post-War Trends in Monetary Theory and Policy” en Friedman,
M., The Optimum Quantity of Money and Other Essays, Chicago: Aldine.
— Friedman, Milton, 1976, “Factors Affecting the Level of Interest Rates”, reimpreso en
Havrilesky y Boormans, Current lssues in Monetary Theory and Policy, AHM
Publishing Co.
— Gutiérrez, Guillermo, 1981, “Trimestralización de Cuentas Nacionales”, Mimeo. Encuentro
Anual de Economistas, Punta de Tralca, diciembre.
JUAN ANDRÉS FONTAINE 31
Alvaro García H. **
¿Qué pasó con la economía chilena? Hoy, por suerte, nadie pretende
poseer la única respuesta científicamente válida. Durante casi una
década se ha pretendido moldear al país entero según lo que oficial-
mente se consagró como "la verdadera" ciencia económica. Un grupo
de economistas con poderes omnímodos ofreció y promovió un "mo-
delo" para Chile, en ruptura con un pasado juzgado decadente. Dicha
proposición económica se planteó también como la única forma de
crear condiciones para una democracia estable. Esto es lo que inte-
resa evaluar: por qué fracasó ese "modelo" y consecuentemente por
qué no se ha arribado al Chile libre y democrático, tan proclamado.
No se trata aquí de hacer un análisis convencional de los instrumentos
de política económica utilizados por el régimen militar y sus resul-
tados, lo que, por lo demás, se ha hecho tantas veces. Lo que estas
notas persiguen es discutir, a la luz de la experiencia reciente, la
validez de los supuestos básicos del "modelo". Esto, necesariamente
adquirirá un carácter esquemático, distinguiendo entre dos grandes
dimensiones del problema. La primera, cuestionará los fundamentos
económicos de la proposición. La segunda —más importante a nuestro
parecer— revisará la concepción de hombre y sociedad que subyace
al "modelo" para ver si éste —más allá de las inevitables fluctuaciones
económicas— permite potenciar nuestro pleno desarrollo como indivi-
duos y nación.
1
García, A. 1982, El problema nutricional y alimentario en Chile: Diag-
nóstico y evaluación de políticas, Documento de Trabajo S/8205 (San-
tiago, PREALC-ISS).
2
Idem.
78 ESTUDIOS PÚBLICOS
3
Marshall, J. 1981, El gasto público en Chile, 1969-79, Colección Estudios
CIEPLAN (Santiago, CIEPLAN) Nº 5.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 79
4
Ffrench-Davis, R. 1982, El experimento monetarista en Chile: Una sín-
tesis crítica en Colección Estudios CIEPLAN (Santiago, CIEPLAN)
Nº 9.
5
García, A. 1983, The political economy of the rise and fall of the Chicago
Boys (Cambridge, Center of Latin American Studies) Working paper
Nº 38.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 83
8
ODEPLAN, 1983, Informe económico, 1982 (Santiago, ODEPLAN).
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 85
9
Cortázar, R.; Marshall J. 1980, índice de precios al consumidor en Chile,
1970-1978 en Colección Estudios CIEPLAN (Santiago, CIEPLAN)
Nº 4.
86 ESTUDIOS PÚBLICOS
"Dogmatismo" y "Pragmatismo":
Una década de Política Económica en Chile
Daniel Wisecarver D. *
Prólogo
1
Algunos sostienen que "se perdió el norte" desde hace más de 3 años;
otros critican que nada fundamental en materia económica haya cam-
biado aún. El mero hecho de que existen tales apreciaciones opuestas
basta como evidencia de que la claridad de la línea ha sido por lo
menos oscurecida, si no perdida.
94 ESTUDIOS PÚBLICOS
2
Esta medida, como varias otras, era más profunda que una simple co-
rrección de una aberración del gobierno de la U.P.; en efecto, gobiernos
anteriores, incluyendo los de Alessandri y Frei, también habían com-
batido la inflación, principalmente a través de la emisión de Decretos
que pretendían controlar los niveles de precios.
96 ESTUDIOS PÚBLICOS
3
A. C. Harberger, "The Chilean Economy in the 1970's: Crisis, Stabiliza-
tion, Liberalization, Reform", 1981, mimeo.
102 ESTUDIOS PÚBLICOS
Cuadro 2
Evolución del Producto, Ingreso y Gasto Interno
(porcentual)
Cuadro 3
Crecimiento del PGB Per Cápita: Tasas Anuales Promedios
(porcentual)
Chile 2,5 (5) 3,0 (5) -1,1 (7) -0,1 (4) 1,3 (6)
Argentina -1,5 3,5 1,6 -1,1 0,4
Bolivia 1,0 7,1 5,1 -0,5 2,5
Brasil 3,7 7,4 9,9 1,3 3,8
Perú 4,5 1,5 1,7 -0,6
Venezuela 4,1 1,6 1,2 0,2 1,4
México 3,7 3,2 2,5 2,6 3,0
Cuadro 4
Tasa LIBO para Operaciones en US$
(porcentual)
Cuadro 6
Evolución Comparativa: PGB Per Cápita
(porcentual)
Cuadro 7
1
Fuente: ODEPLAN, 'Destino de ingreso de capitales".
2
Deuda Nominal, deflactada por el IPM de USA, y convertida a pesos en
el tipo de cambio implícito de 1977, $/US$ = 26,168.
it - io - iop*
3
Calculada como r = ————————, donde io se supone igual al prome-
1 + P*
dio de las tasas LIBO entre 1974 y 1979 (8,43%), y p* es la variación
del índice de precios de exportación.
4
"Exposición sobre el Estado de la Hacienda Pública", octubre de 1982,
y Banco Central, Boletín Mensual, marzo de 1983.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 109
Cuadro 8
1983 255.307
1
Se supone que al "evitar" la disminución del ingreso nacional, el país
va pagando la tasa LIBO real (ver Cuadro 4) sobre el monto de la
nueva deuda.
Cuadro 9
Evolución del Producto, el Ingreso y el Gasto Interno
(Millones de $ de 1977)
4
Ver L. Sjaastad y H. Cortés, "Protección y Empleo", Cuadernos de Eco-
nomía, agosto-diciembre de 1981. Según sus estimaciones, la elasticidad
de empleo respecto al producto es 0,9. Por supuesto, la reducción del
empleo sería sólo uno de los factores que explican la caída del PGB.
Otro muy importante ]o constituye la fuerte disminución de importacio-
nes, un 75% de las cuales eran bienes intermedios y de capital. Obvia-
mente, con menos insumos se produce menos.
112 ESTUDIOS PÚBLICOS
Cuadro 10
6
La reducción de crédito fue un fenómeno también mundial, y por lo
tanto, no vienen al caso los análisis que afirman que se cortó el crédito
a Chile debido a sus problemas internos.
7
Hay otra posible razón que no puede descartarse de antemano: Si existe
un ente público (la Superintendencia de Bancos) encargado de vigilar
las operaciones del sector financiero, se hace muy difícil que dicho ente
permita que se sepa públicamente de las malas prácticas que suceden
habitualmente bajo su vigilancia. Peor aún, admitir y permitir la quiebra
de tan sólo una de las instituciones vigiladas (mucho menos de 8)
implicaría una cierta dosis de culpabilidad para el vigilante.
116 ESTUDIOS PÚBLICOS
8
L. Sjaastad, "The Role of External Shocks in the Chilean Recession 1981-
82", C.E.P., Documento de Trabajo Nº 5, septiembre de 1982.
118 ESTUDIOS PÚBLICOS
cida", inducía a los bancos a renovar los créditos, sea cual fuera
la tasa de interés9. En consecuencia, con la participación en
esta gimnasia financiera, los deudores no tuvieron nunca incen-
tivos para rebajar los precios de sus productos y stocks, y así
también contribuyeron al creciente desequilibrio en los precios
relativos y, por ende, a la devaluación.
La Cuestión del Nivel de Endeudamiento Externo
tasa real de interés se hacía más alta (la inflación ya era cero
o negativa), el número de quiebras crecía y las presiones para
tomar alguna medida aliviadora aumentaban. La medida que
más se pedía era una devaluación del peso. El equipo económico
contaba cada vez con menos apoyo; de hecho, nunca ha sido
claro que la filosofía de mercado libre haya adquirido apoyo
político alguno. Los buenos resultados hasta mediados de 1981
fueron fácilmente aceptados, pero el apoyo al equipo y su filo-
sofía desapareció con la llegada de la recesión.
Fundamentándose en los principios del modelo, así como
en la posición política de que no se devaluara, el equipo eco-
nómico del gobierno insistía en las ventajas del mecanismo del
"ajuste automático". La economía había venido gastando más
de lo que su ingreso podía financiar, el endeudamiento se había
cortado como fuente de financiamiento del exceso, y no se
podía expandir la cantidad de dinero, porque hacer eso equi-
valdría a perder más reservas, las cuales se requerían para
respaldar la credibilidad interna y externa de la economía y
para financiar las verdaderas necesidades de gasto neto del
país. Solo quedaba, entonces, que la economía como un todo
bajara su nivel de gasto y, precisamente, esta reducción del
gasto sería forzada por el alza de la tasa de interés.
Por supuesto, ahora es historia que el equipo perdió la
discusión. Viendo hacia atrás, parece que los partidarios del
modelo no supimos convencer ni siquiera a los gobernantes de
los beneficios globales y de largo plazo del modelo, y mucho
menos a los gobernados. Más aún, es ahora casi obligatorio
que todo comentarista de la situación actual ridiculice la mera
idea del ajuste automático, tal como se concebía. Pero veamos
qué tal funcionó este vilipendiado ajuste en términos de las
cifras que todavía no se habían registrado, al momento de re-
nunciar el Ministro de Castro en abril de 1982. Primero, es
indudable que el gasto total de la economía de hecho bajó, pero
la incidencia de esta reducción no fue la más adecuada.
Consideremos las cifras globales para 1981; la fracción del
PGB que constituyó ingresos totales del Fisco subió desde 0,263
en 1980 hasta 0,267 en 1981, lo que equivale a 7.004 millones de
pesos de 1977. Pero el ingreso nacional bruto subió en sola-
mente $ 6.138; o sea, el sector privado tuvo que aumentar sus
pagos al Fisco en un monto mayor de lo que aumentó el ingreso
nacional bruto.
El aumento en el gasto total del Fisco en 1981, excluido
el servicio de la deuda, constituyó más de la mitad del fuerte
aumento agregado en el consumo de 1981. Y todo eso sucede
en un año en que el menor ingreso fiscal, debido al menor
precio del cobre, fue de aproximadamente 9.500 millones de
pesos de 1977. Para la economía privada, no había nada de
automático en el imperativo de bajar su gasto. Sin el endeuda-
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 121
Cuadro 11
Balanza Comercial
(millones de US$)
Exportaciones Importaciones
F.O.B. F.O.B. Déficit
1981
1982
1983
10
V. Corbo, "Inflación en una Economía Abierta: El Caso de Chile",
Cuadernos de Economía, abril de 1982.
L. Sjaastad, "Estabilización y Tipo de Cambio: El Contraste entre Chile
y Argentina", Documento de Trabajo N° 1, Centro de Estudios Públicos,
octubre de 1981.
124 ESTUDIOS PÚBLICOS
Cuadro 12
Reservas Internacionales
(Millones de US$)
19 81 1982 1983
Reservas Cambios Reservas Cambios Reservas Cambios
Cuadro 13
Devaluaciones Mensuales
(porcentual)
11
Guatemala, el otro país que no ha devaluado, quizás habría quedado
mejor en términos de crecimiento sin la inconveniencia de una virtual
guerra civil.
Por otro lado, vale la pena señalar que es imposible que Panamá de-
valúe, puesto que no tiene signo monetario propio. El beneficio que
significa este hecho para los panameños sería incalculable.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 129
Cuadro 14
Tasa de Devaluación: 12 Países
(ordenados según el ranking del cuadro 6)
(porcentual)
Hacia el Futuro:
"Dogmatismo", "Pragmatismo" y Política Económica
14
Originalmente, antes de renegociar la deuda, el país como un todo debía
amortizar US$ 1.755 millones en 1983 y US$ 1.522 millones en 1984.
¿QUE PASO CON LA ECONOMÍA CHILENA? 133
15
Discurso al inaugurar ENADE (Encuentro Anual de la Empresa), 1977.
134 ESTUDIOS PÚBLICOS
Michael Novak 00
l. De la Práctica a la Teoría
Irving Kristol, Two Cheers for· CapitaUsm (New·· York: . Basic •. B,ooks,
1978), págs. 262, 270~
:3 Consultar JacquesMaritain, Integral Humanism, transo Joseph W .. Evans
(New Yotk: ChatJlesScribner's Sons, 19'69);C,hristianityand Demo-
cracy, trans,.DorisC. Anson (Ne,vYor1<: Charles Scribner's Sons,1944);
ThePerson arul'the CommonGood, transo John }.Fitzgerald.(,New
York: Charles8cribner's Sons, 1947); y 'Man and the State(Chicago:
University of Chicago Press, 1951).
En 1958, Maritainescribió:"Me gustaría referirme a Uno de mis libros,
Humanisme Intégral, pubHcado hace veinte años. Cuando ,escribí. este
138 ESTUDIOS PUBLICaS
igual que poder personal que adquirir. Más aún, estas personas
son guiadas cada vez más por una élite inteligente, capaz, per-
sistente y ambiciosa, que tiene fuerza suficiente como para
rivalizar con la élite comerdal en cerebros, en propósitos y en
poder. Para hacerse rico y poderoso en una democracia que en-
trega bienestar social, hay ahora dos caminos abiertos, en cir-
cunstancias que hace poco sólo había uno. Este único camino
era el sector privado. Ahora se ha abierto una carretera a través
del sector público. Al igual que el Monte Everest, antes el Estado
limitado se erguía en silencio solitario, esperando ser tomado.
Las tropas de ocupación se han multiplicado. El Estado se ha
transformado en un hormiguero de actividad. Los que lo con-
trolan están ganando control sobre el sector privado también,
puesto que el sector privado queda bajo la ley mientras que
quienes hacen, multiplican y obligan a cumplir las leyes tienen
poderes de coerción. El ansia de poder -superbia- es más
profundo, más omnipresente y más común que el ansia de
riqueza, cupiditas.
5. El status declinante de la aristocracia. Los líderes del sec-
tor moral-cultural han sufrido, durante ya mucho tiempo bajó
el sistema de mercado del capitalismo democrático, una pro-
funda pérdida de status (el que, sin embargo, mediante el do-
minio de los medios de comunicación, han estado recobrando
últimamente). En las sociedades tradicionales, un arzobispo
tiene un status que no podría de ninguna manera tener en un
sistema plenamente diferenciado, con separación de la Iglesia
y el Estado. En las sociedades tradicionales, los eruditos y los
artistas recibían un patrocinio y un status que no pueden lograr
con facilidad en el mercado comercial. Los trabajos geniales
realmente extraordinarios pueden ser apreciados por muy
pocos; el mercado los capta mal. En tiempos antiguos, los
artistas y los eruditos esperaban llevar a sus mecenas (y a ellos
mismos) a la inmortalidad. Pertenecían a una aristocrada del
espíritu dentro de una cultura aristócrata. Las élites aristocrá-
ticas fomentaban las élites artísticas de manera que las dos
estuvieran siempre ligadas: la excelencia del intelecto y el
gusto aristocrático. En Gran Bretaña, el artista puede "ser
nombrado caballero", y así pasar al orden aristocrático.
En contraste, la clase dominante en el capitalismo demo-
crático ha sido la clase comercial. Las normas del mercado sólo
en raras ocasiones corresponden a las normas de la excelencia
artística e intelectual. El mercado masivo puede en realidad
reconocer a grandes talentos como el de Dickens, pero en su
mayor parte parece favorecer a aquellos talentos que alaban la
sabiduría convencional. En el mercado, las aspiraciones de gran
excelencia se ven muy atenuadas. Un Estado socialista les da a
sus artistas e intelectuales un mayor status. Los esquemas
EL ESPIRITU DEL CAPITALISMO DEMOCRATICO 151
EL ESPÍRITU DEL
CAPITALISMO DEMOCRÁTICO*
II
Press, 1977.
3 Lester C. Thurow, The Zero-Sum Society, Penguin Books, 1981.
ÁNGEL FLISFISCH Y ARTURO FONTAINE T. 7
un cuadro donde predominan los tonos rosa, también lo es que ella lo lleva
a pasar por alto la necesidad de acciones políticas correctivas.
3. En The Spirit of Democratic Capitalism hay una visión inadecua-
da del problema de las exclusiones sociales en las sociedades capitalistas
democráticas.
De estarse a la descripción del profesor Novak, habría que concluir
que también en este caso el sistema posee mecanismos automáticos de
corrección. Para cualquier grupo que se encuentre en posiciones sociales
nítidamente desventajosas en relación con la mayoría de los restantes
grupos, el problema residiría simplemente en dejar pasar el tiempo sufi-
ciente para que se produjera su integración social. Existiría entonces algo
así como una garantía de éxito, en el largo plazo, para cualquier grupo
social.
Pero la verdad es que los procesos de integración social en el capita-
lismo democrático parecen ser realidades mucho más complejas y conflicti-
vas que lo que supone la visión elaborada en el libro. Hay claramente una
faz oscura y oculta de estos procesos, que es precisamente la que intentan
desentrañar e iluminar obras como Poor People’s Movements de Frances
Fox Piven 4. Es esa literatura la que se echa de menos en el tratamiento que
Michael Novak hace del problema. Ciertamente, su inclusión llevaría a una
presentación más matizada y menos idílica del tema.
La lección que se extrae de esa literatura es la de la ausencia de algo
así como una garantía de éxito, avalada por la simple operación del siste-
ma, en cuanto a la integración de grupos sociales excluidos.
Contemporáneamente, se podría ser más radical, y avanzar la hipó-
tesis de que esos procesos de integración se han venido tornando creciente-
mente dificultosos, y, por lo tanto, más conflictivos y costosos para los
grupos sociales afectados. La explicación de esa dificultad creciente residi-
ría en la progresiva rigidización de la estructura social: a medida que la
sociedad tiende a un estado suma-cero, la voluntad de excluir se hace más
manifiesta y obstinada.
Ciertamente, está también la hipótesis, eminentemente plausible, de
que en términos comparativos el capitalismo democrático acrecienta las
ventajas de los socialmente excluidos para lograr su integración en la socie-
dad.
No obstante, en este punto le asalta a uno la duda acerca de qué es lo
que contribuye más a conferir esas ventajas: si el carácter capitalista del
capitalismo democrático, o el carácter democrático del capitalismo demo-
4 Frances Fox Piven y Richar A. Cloward, Poor People’s Movements, Vintage Books,
1979.
8 ESTUDIOS PÚBLICOS
III
6 Michael Novak, The Spirit of Democratic Capitalism, Simon and Schuster New
venían de la izquierda. Desde hace un tiempo a esta parte, noto que esta-
mos en presencia de un fenómeno exactamente inverso: ahora se trata de
una izquierda abrumadoramente pesimista. Me gustaría poder traer a esta
sala una voz de optimismo cauto y realista, pero esperanzador. Precisamen-
te enfoques como el de Novak hacen pensar que es posible avanzar en la
conformación de consensos sociales capaces de sustentar una sociedad plu-
ralista y estable. Ello supone concederle a las ideas, principios y articula-
ciones valóricas y simbólicas un papel significativo y propio en la constitu-
ción de los modos de vida y acción política en la sociedad.
Los ensayos del profesor Novak representan, creo, una prometedora
renovación del pensamiento católico en materias socioeconómicas. Según
la interpretación de Novak, los ideales de la sociedad capitalista y democrá-
tica constituyen una encarnación legítima y realista del mensaje evangélico.
Pienso que estos escritos pueden estar llamados a ejercer perdurable in-
fluencia en la doctrina social de la Iglesia.
El autor que está con nosotros esta tarde puede ser visto como un
discípulo de Jacques Maritain. En verdad fue en buena medida gracias a
Maritain que la doctrina cristiana católica abandonó la nostalgia por el
mundo monárquico, corporativo y con un orden moral unitario y no plura-
lista. El mensaje de Maritain ponía fin a la añoranza por el Ancien Régime
e invitaba a los cristianos a comprometerse con la democracia en el orden
político, el pluralismo en el orden ético-cultural y con una “tercera vía” (ni
socialista, ni capitalista) en el orden económico. Al hacer esta distinción
estoy empleando, para analizar a Maritain, una división tripartita de la
sociedad (el sistema ético-cultural, el político y el económico) que proviene
de los escritos sociológicos de Daniel Bell1, y que Novak desarrolla y
modifica en la obra que comento. Estos tres sistemas se condicionan y
afectan mutuamente, pero cada cual tiene su propia legalidad y dinámica
relativamente autónoma.
En la cuestión de la democracia Maritain fue enfático, planteando
una tesis que resulta, en parte, reminiscente de la de Lord Acton2. El
asunto, sostiene Maritain, no es que la fe cristiana obligue a los creyentes a
ser demócratas; lo que ocurre es que la democracia está ligada a la cristian-
dad y que el impulso democrático es una manifestación histórica temporal
del espíritu evangélico.
1 Daniel Bell, The coming of Post-Industrial Society (New York, 1973) y The Cultu-
3
Jacques Maritain, Humanismo Integral, trad. por Alfredo Mendizábal (Buenos Ai-
res, 1966).
16 ESTUDIOS PÚBLICOS
6
Ver Jacques Maritain, Reflexiones sobre América (1958).
ÁNGEL FLISFISCH Y ARTURO FONTAINE T. 19
del mercado libre. Son los que usan los bienes producidos —no los que los
producen— quienes juzgarán la utilidad social de tal o cual forma de orga-
nización empresarial.
Novak ha defendido no sólo la pequeña y mediana propiedad. Tam-
bién las grandes compañías, los holdings y las multinacionales. En una
economía social de mercado son los consumidores —no el gobierno—
quienes deben determinar el tamaño y la forma óptima de las organizacio-
nes empresariales. En esta materia al Estado le compete diseñar y hacer
respetar la ley contra monopolios y carteles. La lucha contra los monopo-
lios —empresariales y sindicales— se facilita muchísimo si se mantienen,
en general, aranceles bajos. En presencia de aranceles altos el control de los
monopolios resulta en la práctica casi imposible. Esta es la posición explí-
cita de William Roepke, quizás el pensador más importante para el movi-
miento democratacristiano alemán que abrazara el ideal de la economía
social de mercado después de la Segunda Guerra.
Adam Smith fue el primer pensador en plantear la posibilidad de un
crecimiento económico sostenido que no se basara ni en la posesión de
recursos naturales, ni en la explotación de un hombre por otro o de una
nación por otra. Las sociedades capitalistas, aplicando buena parte de sus
ideas, han demostrado que Smith tenía razón. Novak entrega en su ensayo
El Espíritu del Capitalismo Democrático cifras impresionantes: en Gran
Bretaña los salarios se doblaron en términos reales entre 1800 y 1850: y
volvieron a doblarse entre 1850 y 1900. La población se multiplicó por
cuatro en este período, lo que significa que hubo un aumento real de 1.600
por ciento en cien años. Otro dato: en la Francia de 1780 cuatro quintos de
los franceses destinaban el noventa por ciento de sus ingresos a comprar
pan7.
Se suele sostener que este desarrollo se debió a la tecnología. Es
curioso que no se repare en la íntima conexión que hay entre el derecho de
invención (la patente), la economía capitalista y el desarrollo tecnológico,
conexión que se manifiesta en casi todos los casos de descubrimientos
importantes y de uso social directo. El último de ellos: el alza del precio de
las acciones de las compañías que invierten en investigaciones de ingenie-
ría genética.
Novak ve la tarea del desarrollo como un imperativo ético, como la
encarnación política de la opción cristiana por los pobres. El capitalismo es
el camino por el cual se puede superar la extrema pobreza y poner en
Rafael Echeverría
El autor critica aquí los artículos de los señores Juan de Dios Vial,
Jorge Estrella y Oscar Mertz sobre Karl Marx, publicados en el
número de Otoño de Estudios Públicos.
1
Considerar, por ejemplo, mis trabajos, La ideología capitalista y el principio de la
igualdad: la teorıa de la ideología de “El capital’, Serie Contribuciones Nº 16, FLACSO,
1983; Método y dialéctica en Marx: Hacía una crítica de la razón marxista. Parte I: Presu-
puestos epistemológicos”. Serie Contribuciones Nº 14, FLACSO, 1983; “The Later Marx and
Hegel: A Study on the Development of the Marxian Concept of Science”, en P. Zarembka
(ed.) Research in Political Economy, Vol. 3, Greenwich, Conn. Jai Press, 1980; Crítica a la
teoría del trabajo de Marx, Serie Contribuciones Nº 1, FLACSO, 1980; “The Concrete and
the Abstract in Marx’s Method: A Reply to Carver”, Economy and Society, Vol. 9, Nº 2, 1980;
“Critique of Marx’s 1857 Introduction”, Economy and Society, Vol. 7, Nº 4, 1978; Marx’s
Concept of Science, Tesis Doctoral, Universidad de Londres, 1978.
2
Juan de Dios Vial Larraín, “Sobre el sentido del pensamiento de Marx”; Jorge
Estrella, “Dialéctica y ciencia”; Oscar Mertz, “La teoría política de Karl Marx”. Todos en
Estudios Públicos Nº 10, 1983.
3 A. Wood, “Russell’s Philosophy: A Study of Its Development”, en Russell My
4
V. I. Lenin, “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, Obras escogidas,
Vol. I, Editorial Progreso, Moscú, 1966.
5 K. Popper, The Open Society and Its Enemies, RKP, Londres, 1945.
6 G. delta Volpe, Rousseau e Marx, Editori Riuniti, Roma, 1946.
4 ESTUDIOS PÚBLICOS
7
L. Althusser, Pour Marx, Maspero, Paris, 1965, y L. Althusser y E. Balibar, Lire le
Capital, Maspero, Paris, 1968.
8 Citado en S. Hook, From Hegel to Marx, U. of Michigan, Ann Arbor Paperbacks,
1971, p. 255.
RAFAEL ECHEVERRÍA 5
Este retrato de Arrio ha sido pintado sobre otro todavía más tenebro-
so, que no logra ocultarse del todo, insinuándose tras la oscura figura del
sacerdote egipcio: se trata de Lucifer, rey de las tinieblas, responsable por
incitación del pecado original y de la expulsión del hombre del paraíso.
Esta es la figura de fondo invocada por Vial para juzgar no sólo el marxis-
mo, sino la real naturaleza del protestantismo y de la filosofía alemana. No
son pocos los momentos en que, al leer a Vial, nos asalta la sospecha de
que la crítica de fondo no se está dirigiendo preferentemente contra el
marxismo, sino contra la filosofía alemana y el protestantismo9.
Ahora bien, si el pecado original de la filosofía alemana (como del
protestantismo) reside en su subjetividad profunda, la crítica de Vial no
sólo compromete a los filósofos que nombra (Schelling, Hegel, Feuerbach,
Nietzsche y Heidegger), sino que se extiende necesariamente a Kant, muy
particularmente a Husserl e inevitablemente a Freud (aunque éste nos lleve
a cruzar la frontera austríaca). Es imposible desconocer la preeminencia del
elemento subjetivo en todos estos pensadores, como dimensión quizás más
acentuada que en aquel los mencionados por Vial. Curiosamente, en este
punto su postura no logra evitar un acuerdo con el marxismo —en particu-
lar con Engels— en el sentido de proclamar, vanamente, el fin de la filoso-
fía alemana. Pero a diferencia de Engels, que concibe dicho fin ligado a la
capacidad de comprensión de la historia y al tránsito hacia una fase que
supere los antagonismos propios del capitalismo, Vial concluye su artículo
proponiendo la convocatoria de un nuevo Concilio destinado a abordar
como tema central el problema de la naturaleza de Dios, para dejar nueva-
mente “las cosas en claro”. Las cosas en claro, las tinieblas despejadas y
los herejes. . . ¿dónde? El horizonte prefigurado en el artículo es el siglo IV
traspuesto al siglo XXI. De allí que Vial concluya que “bien pudiera... el
nuevo siglo iniciarse con un nuevo Nicea”.
De acuerdo a esta segunda lectura, inclinada a descubrir el “sentido”
del artículo de Vial, lo que en la primera aparecía como un esfuerzo intere-
sante de desciframiento del marxismo, situándolo como continuación del
pensamiento de Lutero, se trastoca aquí en un oscurantismo teológico que
trasciende el ámbito de una discusión racional y se insinúa cargado de
rasgos inquisitoriales. Es importante no olvidar que luego del Concilio de
—acusación ausente de todo fundamento racional—, para desde allí extender el manto tene-
broso de Lucifer al conjunto de la filosofía alemana y al protestantismo. De esta forma, la
argumentación procede en sentido inverso al de las influencias de un pensamiento sobre otro.
Sería el sentido perverso que se le asigna al marxismo lo que le conferiría sentido a estas otras
dos corrientes de ideas.
RAFAEL ECHEVERRÍA 7
título Método y dialéctica en Marx: Hacia una crítica de la razón marxista, op. cit.
RAFAEL ECHEVERRÍA 9
concepto. La percepción de esta afinidad básica lleva a que Marx haga suya
buena parte del esquema categorial hegeliano, desde donde formula sus
propios argumentos. Sostenemos, sin embargo, que para parte importante
de la argumentación sustantiva de Marx esta “forma” hegeliana puede des-
prenderse de su contenido explicativo, deviniendo superflua. Estos argu-
mentos permiten ser reformulados satisfaciendo estrictamente la lógica tra-
dicional y cumpliendo con el principio de (no-) contradicción.
Es importante reconocer que Marx nunca pensó que para compren-
der El capital fuese necesario “iniciarse” en el rito de una lógica original,
impenetrable para quienes siguiesen apegados a la lógica aristotélica; o
bien que sus críticas a los economistas políticos expuestas en sus Teorías
de la plusvalía (obra de un volumen equivalente a El capital) sólo fuesen
inteligibles previo abandono del principio de (no-) contradicción. Por el
contrario, la crítica de Marx a los economistas políticos descansa precisa-
mente en exponer las contradicciones lógicas de sus argumentos y en dejar
en evidencia sus incapacidades para explicar la realidad tal cual ella esen-
cialmente es12.
Quisiera traer el recuerdo de una anécdota de la época en la que me
desempeñaba en la Universidad Católica. En un debate acalorado en que se
discutían las posibilidades de transformación de nuestro país, uno de los
participantes argumentaba en los siguientes términos: “¿Es la historia lo
que es o no es? Pues bien, si es, en lo que es, es necesariamente inmuta-
ble”. Este argumento es evidentemente una interpretación dogmática deri-
vada muy posiblemente de la tradición aristotélico-tomista y fundada en los
principios de identidad y de (no) contradicción de la lógica tradicional.
Lo que esta anécdota pone de manifiesto son las dificultades para
explicar el cambio al interior de estos parámetros. No puede extrañar, por
lo tanto, que cuando la reflexión teórica se dirige hacia el objeto de la
transformación histórica (como es el caso en Hegel y en Marx), tienda a
poner en cuestión estos principios de la lógica aristotélica. Pero la crítica de
Hegel a la lógica clásica queda cautiva en las propias limitaciones de esta
última y, muy particularmente, en su aceptación del supuesto de que sólo
existen juicios predicativos. Sólo con la revolución lógica de Frege, poste-
rior a Hegel y a Marx, este supuesto será abandonado.
Es interesante examinar cómo, a pesar de su crítica a la lógica
aristotélica, Hegel se mantiene atrapado en ella. Russell nos entrega el
13 B. Russell, Our Knowledge of the External World, G. Allen & Unwin, Londres,
15 G. F. Hegel, Filosofía del derecho, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1937, p. 3B.
12 ESTUDIOS PÚBLICOS
16 A. Einstein, “On the Method of Theoretical Physics”, Ideas and Opinions, Souve-
la realidad”, que “ante cada porción de realidad... los hombres ejercitamos distinciones dife-
rentes”. Esto es efectivo. Podemos, incluso, añadir que estas distinciones se sitúan en órdenes
diferentes, habiendo unas que se generan espontáneamente, mientras que otras son el resultado
de elaboraciones intencionales que responden a requerimientos diversos. Sin duda que una de
las contribuciones más interesantes de Marx fue precisamente el proponer que lo que les
confiere sentido y racionalidad a estas distinciones es el tipo de “praxis” particular en la que
los hombres están insertos y de la que participan. Así, mientras lo que, para quienes participan
en una práctica mercantil, es espontáneamente reconocido y distinguido como dinero, cambia
completamente de significado al introducirlo en sociedades premercantiles: El mismo objeto
material es portador de significados diversos y puede ser considerado como un fetiche (al
menos diferente de aquel de las sociedades capitalistas), si se trata, por ejemplo, de una
moneda de oro.
18 La concepción de Sprangens es absolutamente discutible y en razón de múltiples
argumentos. Entre ellos cabría considerar, al menos, los siguientes: i) si aceptamos que en
otros campos es posible la elaboración teórica desde estados que no son necesariamente
angustiosos, no se entiende qué razón pueda mediar para impedirlo en la teoría política; ii) es
importante reconocer que no siempre es posible separar en una secuencia determinada lo
criticado de lo deseado: en muchas oportunidades no es posible separarlo del todo en la
medida que la crítica supone lo deseado y, en otras oportunidades, la separación puede operar
con una secuencia inversa a la sugerida, y iii) es evidente que no toda la teoría política es
históricamente transformadora; las hay también conservadoras.
RAFAEL ECHEVERRÍA 13
20
K. Marx & F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957,
p. 47.
RAFAEL ECHEVERRÍA 15
21 Por ejemplo, Mertz señala que cuando Marx se pronuncia por la “democracia” o
por la “democracia verdadera”, está ya apuntando a lo que llamará más tarde “comunismo”:
de esta forma, se tiende a sesgar la lectura del texto de Marx al imputarle sentidos que todavía
no han sido construidos.
16 ESTUDIOS PÚBLICOS
Leszek Kolakowsky * *
Andrés Bello:
Ideas sobre el Orden y la Libertad *
Agustín Squella**
Este ensayo trata del modo en que Bello intentó conciliar el orden
con la libertad individual. El autor sostiene que Bello creía que en
los países incipientes de Hispanoamérica una autoridad fuerte e im-
personal permitiría evitar tanto la anarquía como el despotismo. El
marco institucional que ello requería incluía una Constitución Política
que expresara las costumbres y el sentir de la sociedad; una autoridad
respetuosa de las leyes; separación de los poderes públicos e indepen-
dencia del poder judicial; publicidad de los juicios; sentencias judi-
ciales fundadas; y un incremento y mejoramiento de la educación
general y universitaria.
II
A este mismo respecto, y antes de que expongamos el pen-
samiento de Bello sobre el particular, cabe comprobar un
aspecto en cierto modo lateral, pero que, con todo, no carece
de interés.
John Stuart Mill, a cuyo padre, James Mill, Bello conoció
y trató personalmente durante sus largos años en Londres
(1810-1829), publicó su descollante obra Sobre la Libertad en el
año de 1859, esto es, seis años antes de la muerte de Bello. Por
lo mismo, es probable que éste no haya conocido la obra de Mill
de la referencia, aunque sí otras del autor, publicadas con
anterioridad, especialmente su Sistema de Lógica
Ahora bien, uno de los temas principales que desarrolló
Mill en su obra Sobre la Libertad es, precisamente, el de la
naturaleza y los límites del poder que la sociedad tiene derecho
a ejercer legítimamente sobre los individuos, esto es, en pala-
ANDRÉS BELLO 229
1
Véase John Stuart Mill, Sobre la Libertad, Alianza Editorial, Madrid,
1970, traducción de Natalia Rodrigues Salmones, pág. 55.
2
Id., págs. 64 y 65.
3
Id., pág. 66.
230 ESTUDIOS PÚBLICOS
III
Publicidad de los Juicios (1830), La Centralización y la Ins-
trucción Pública (1831), Las Repúblicas Hispanoamericanas
(1836), Observancia de la Ley (1836), Educación (1836), Dis-
curso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile
(1843) y Constituciones (1848), son algunos de los textos de
Bello en que se alude, directa o indirectamente, al problema de
las relaciones entre el orden y la libertad, y que, por lo mismo,
pueden servir de suficiente antecedente para fijar sumaria-
mente las ideas que el autor profesó sobre el particular. Todos
estos artículos, publicados en "El Araucano", fueron difundidos
en los años que han sido señalados a propósito de cada uno de
ellos.
Entiende Bello en estos trabajos que a la base de todo pro-
grama y acción en el terreno político se sitúa la dificultad
de conciliar, por una parte, las exigencias básicas de orden que
todo grupo humano requiere para su preservación y progreso,
y, por otra, las demandas inviolables de libertad que cada in-
dividuo tiene también el derecho de hacer valer para cautelar
su propio ser, desarrollo y felicidad.
Ahora bien, y siempre en relación con el tema que nos
ocupa, Bello se aleja tanto del anarquismo, que desprecia el
orden social en beneficio de una expansión sin límites de la
libertad individual, cuanto de las diversas formas de despotismo
que, por su parte, optan por restringir la libertad ciudadana,
cercenándola a veces en sus raíces, con el pretexto de mantener
a todo trance el orden y la tranquilidad públicos.
De este modo, Bello, en un giro casi habitual de su pensa-
miento, equilibra entonces el juicio entre ambos extremos y
propicia Constituciones que garanticen el orden y la tranquili-
dad de las personas, pero que afiancen también la libertad e
independencia de éstas. Así, se opone tenazmente al tumulto y
al desenfreno que puedan acompañar a las jornadas políticas,
pero es capaz de asumir como inevitable el margen de convul-
4
Véase Miguel Luis Amunátegui, Vida de don Andrés Bello. Impreso por
Pedro G. Ramírez, Santiago, 1882, pág. 24.
ANDRÉS BELLO 231
IV
Las ideas anteriormente expuestas, así como las que Bello
acogió en su época sobre otros problemas sociales —por ejem-
plo, el de la censura de libros, a la que se opuso con vehemen-
cia—, devuelven la imagen de un individuo conservador, aunque
dotado a la vez de un fino realismo político y de una razonada
confianza en la libertad individual y en el derecho de las per-
5
Véase Isaiah Berlin, John Stuart Mill y los fines de la vida, en John
Stuart Mill, Sobre la libertad, cit., págs. 9 y ss.
6
Andrés Bello, La Centralización y la Instrucción Pública, "El Araucano",
1831.
7 Id.
232 ESTUDIOS PÚBLICOS
8
Miguel Luis Amunátegui, Introducción a las Obras Completas de Andrés
Bello. Impresas por Pedro G. Ramírez, Santiago, 1885, págs. XII y XIII.
9
Andrés Bello, Reconocimiento de las Repúblicas Hispanoamericanas por
España, "El Araucano", 1835.
ANDRÉS BELLO 283
V
A partir de las convicciones que Bello profesó acerca de la
necesidad de realización simultánea del orden y de la libertad,
se producen, a nuestro entender, diversas proyecciones en el
campo político, jurídico y social, con lo cual queremos sugerir
que algunas de las ideas que el autor abrazó acerca de ciertas
instituciones de tal orden, resultaron naturalmente influidas
por esas convicciones y deben, por tanto, ser comprendidas
sobre la base de esta determinada influencia.
En lo que sigue de este trabajo se analizarán, entonces,
algunas de estas instituciones políticas, jurídicas y sociales, a
propósito de las cuales las ideas correspondientes de Bello apa-
recen determinadas, en mayor o menor medida según los casos,
por las convicciones que el autor poseyó, según acabamos de
ver, en punto a la necesidad de armonizar el orden con la
libertad.
Origen de las Constituciones Políticas :
10
Germán Arciniegas, El Pensamiento Vivo de Andrés Bello, Losada,
Buenos Aires, 1958, págs. 28 y 29.
234 ESTUDIOS PÚBLICOS
11
Rudolf von Ihering, El Fin en el Derecho, Bibliográfica Omeba, Buenos
Aires, 1960, pág. 185.
236 ESTUDIOS PÚBLICOS
12
Andrés Bello, Independencia del Poder Judicial, "El Araucano", 1837.
ANDRÉS BELLO 237
15
Andrés Bello, Publicidad de los Juicios, "El Araucano", 1830.
16
Andrés Bello, Necesidad de Fundar las Sentencias, "El Araucano", 1839.
17
Ibid.
18
Ibid.
ANDRÉS BELLO 239
19
Andrés Bello, Educación, "El Araucano", 1836.
240 ESTUDIOS PÚBLICOS
20
Ibid.
21
Andrés Bello, Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad
de Chile, "El Araucano", 1843.
ANDRÉS BELLO 241
22
Andrés Bello, Educación, cit.
242 ESTUDIOS PÚBLICOS
VI
24
Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen de la desigualdad entre
los hombres, Segunda Parte, Edeval, Valparaíso, 1979, traducción de
Ángel Pumarega, pág. 154.
ENSAYO
Michael Oakeshott **
II
Comúnmente se piensa que esta actitud conservadora está
profundamente arraigada en lo que se llama la "naturaleza
humana". El cambio es cansador, la innovación requiere de
esfuerzo, y los seres humanos (se dice) tienden más al ocio que
a la actividad. Si han encontrado una forma suficientemente
satisfactoria de salir adelante, no están dispuestos a buscarse
problemas. Por naturaleza, son aprensivos con respecto a lo
desconocido y prefieren la seguridad al peligro. Son innovadores
reticentes y aceptan el cambio no porque les guste, sino (tal
como dice La Rochefoucauld, que se acepta la muerte) porque es
inevitable. El cambio produce más tristeza que alegría: el cielo
es el sueño de un mundo tanto inmutable como perfecto. Lógi-
camente, quienes interpretan "la naturaleza humana" de esta
forma están de acuerdo en que esta actitud no es única; sim-
plemente sostienen que es extremadamente fuerte, tal vez la
más fuerte de todas las inclinaciones humanas. Y hasta donde
llega, hay algo que decir a favor de esta creencia: las circuns-
tancias humanas serían seguramente muy diferentes de lo que
son si no existiera un gran ingrediente de conservatismo en
las preferencias humanas. Se dice que los pueblos primitivos
se adhieren a lo que les es familiar y se oponen al cambio; la
mitología antigua está llena de advertencias en cuanto a la in-
novación; nuestro folklore y su proverbial sabiduría acerca de
la conducta de vida abundan en preceptos conservadores; en
fin, cuántas lágrimas derraman los niños para adaptarse de
mala gana al cambio. En efecto, la actitud conservadora tiende
a prevalecer donde se ha logrado una identidad firme y donde
ésta es pobremente contrarrestada. Por otra parte, la actitud
de los adolescentes es con frecuencia y principalmente aven-
turera y experimental: cuando somos jóvenes, no hay nada que
nos parezca más atractivo que correr riesgos: pas de risque, pas
de plaisir *. Y mientras algunos pueblos parecen haber evitado
exitosamente el cambio por largo tiempo, la historia de otros
muestra períodos de intensa e intrépida innovación. En efecto,
*
Falta de riesgo, falta de placer.
QUE ES SER CONSERVADOR 251
III
IV
En consecuencia, el conservatismo político no es en abso-
luto incomprensible en un pueblo de inclinación aventurera y
emprendedora, en un pueblo que gusta del cambio y que tiende
QUE ES SER CONSERVADOR 269
Democracia y Liberalidad *
1
Ver el documento El pensamiento político-filosófico de Von Humboldt
de Joaquín Barceló, que será publicado en esta misma revista próxima-
mente.
DEMOCRACIA Y LIBERALIDAD 273
2
Ver el artículo de P. Esteban Gumucio, "El Cansancio de los Pobres",
revista Mensaje Nº 244, p. 517, 1975.
3
Los jóvenes "bien educados" de las universidades inglesas, tenidos por
"decadentes", "estetas" e "inútiles", encontraron esa fuerza, sin alardes
276 ESTUDIOS PÚBLICOS
Tucídides
Introducción
Estudios Públicos, 11
2 ESTUDIOS PÚBLICOS
Es preciso que el lector sepa que este discurso fue escrito por Tucí-
dides bastantes años después de que fuera pronunciado y cuando ya Ate-
nas había sido derrotada. Así, más que el discurso fúnebre de Pericles a los
caídos durante el primer año de la guerra, éste es el discurso fúnebre de
Tucídides a la Atenas vencida que, aunque humillada en su derrota, se
levantaba ya como un paradigma universal su cultura cívica. El panegírico a
los muertos en combate, pues, aparece casi como un pretexto para abordar
el elogio de la gloriosa Atenas antigua y hacer la defensa de la eternidad de
su patrimonio.
El Discurso Fúnebre de Pericles es un texto fundacional. Enclavado
en los orígenes mismos de nuestra historia, constituye un originalísimo
ejemplo de conciencia ciudadana y un modelo de reflexión política alentada
por una optimista confianza en las posibilidades del hombre y en el progre-
so de la cultura humana.
Conservando el tono retórico del original, la traducción que aquí
ofrecemos ha procurado resolver con prudencia la oscuridad de ciertos pa-
sajes de cuestionada interpretación. Notas mínimas, en fin, intentan enri-
quecer la comprensión del texto y satisfacer la curiosidad del lector.
Antonio Arbea
Traducción
que esté por encima de sus propias posibilidades, piense que se está cayen-
do en una exageración. Porque los elogios que se formulan a los demás se
toleran sólo en tanto quien los oye se considera a sí mismo capaz también,
en alguna medida, de realizar los actos elogiados; cuando, en cambio, los
que escuchan comienzan a sentir envidia de las excelencias de que está
siendo alabado, al punto prende en ellos también la incredulidad
Pero, puesto que a los antiguos les pareció que sí estaba bien, debo
ahora yo, siguiendo la costumbre establecida, intentar ganarme la voluntad
y la aprobación de cada uno de vosotros tanto como me sea posible.
II
III
IV
VI
los únicos que, movidos, no por un cálculo de conveniencia, sino por nues-
tra fe en la liberalidad, no vacilamos en prestar nuestra ayuda a cualquiera8.
VII
VIII
Nicómaco, IX, 7.
8 ESTUDIOS PÚBLICOS
La mayor parte de este elogio ya está hecha, pues las excelencias por
las que he celebrado a nuestra ciudad no son sino fruto del valor de estos
hombres y de otros que se les asemejan en virtud. No de muchos griegos
podría afirmarse, como sí en el caso de éstos, que su fama está en conformi-
dad con sus obras. Su muerte, en mi opinión, ya fuera ella el primer testimo-
nio de su valentía, ya su confirmación postrera, demuestra un coraje genui-
namente varonil. Aun aquellos que puedan haber obrado mal en su vida
pasada, es justo que sean recordados ante todo por el valor que mostraron
combatiendo por su patria, pues al anular lo malo con lo bueno resultaron
más beneficiosos por su servicio público que perjudiciales por su conducta
privada.
A ninguno de estos hombres lo ablandó el deseo de seguir gozando
de su riqueza; a ninguno lo hizo aplazar el peligro la posibilidad de huir de
su pobreza y enriquecerse algún día. Tuvieron por más deseable vengarse
de sus enemigos, al tiempo que les pareció que ese era el más hermoso de
los riesgos. Optaron por correrlo, y, sin renunciar a sus deseos y expectati-
vas más personales, las condicionaron, sí, al éxito de su venganza. Enco-
mendaron a la esperanza lo incierto de su victoria final, y, en cuanto al
desafío inmediato que tenían por delante, se confiaron a sus propias fuer-
zas. En ese trance, también más resueltos a resistir y padecer que a salvarse
huyendo, evitaron la deshonra e hicieron frente a la situación con sus per-
sonas. Al morir, en ese brevísimo instante arbitrado por la fortuna, se halla-
ban más en la cumbre de la determinación que del temor.
IX
Por tal razón es que a vosotros, padres de estos muertos, que estáis
aquí presentes, más que compadeceros, intentaré consolaros. Puesto que
habéis ya pasado por las variadas vecisitudes de la vida, debéis de saber
que la buena fortuna consiste en estar destinado al más alto grado de no-
bleza –ya sea en la muerte, como éstos; ya en el dolor, como vosotros–, y
en que el fin de la felicidad que nos ha sido asignada coincida con el fin de
nuestra vida. Sé que es difícil que aceptéis esto tratándose de vuestros
hijos, de quienes muchas veces os acordaréis al ver a otros gozando de la
felicidad de que vosotros mismos una vez gozásteis. El hombre no experi-
menta tristeza cuando se lo priva de bienes que aún no ha probado, sino
cuando se le arrebata uno al que ya se había acostumbrado. Pero es preciso
que sepáis sobrellevar vuestra situación, incluso con la esperanza de tener
otros hijos, si es que estáis aún en edad de procrearlos. En lo personal, los
hijos que nazcan representarán para algunos la posibilidad de apartar el
recuerdo de los que perdieron; para la ciudad, entretanto, su nacimiento
será doblemente provechoso, pues no sólo impedirá que ella se despueble,
sino que la hará más segura, ya que nadie puede participar en igualdad de
condiciones y equitativamente en las deliberaciones políticas de la comuni-
dad, a menos que, tal como los demás, también él exponga su prole a las
consecuencias de sus resoluciones.
10 ESTUDIOS PÚBLICOS
XI
XII
HISTORIA DE LA LIBERTAD
EN LA ANTIGÜEDAD*
Lord Acton
Introducción
A. F. T.
Traducción
habían sido monopolio de los ricos, se abrieron entonces a los pobres; para
garantizar que ellos tuvieran su parte, todos los cargos se distribuyeron al
azar, con excepción de los más altos.
En tanto se debilitaban las antiguas autoridades, tampoco existía
ninguna norma aceptada de moral o derecho político que afirmara la estructura
de la sociedad en medio del cambio. La inestabilidad que se había apoderado
de las formas amenazaba los principios mismos del gobierno. Las creencias
nacionales estaban cediendo ante la duda, y esta aún no abría camino al
conocimiento. Hubo una época en que tanto las obligaciones de la vida
pública como de la privada se identificaban con la voluntad de los dioses.
Pero eso ya había pasado. Palas, la diosa celestial de los atenienses, y el dios
Sol, cuyas revelaciones –proclamadas desde el templo entre las cumbres del
Parnaso– fueran de gran importancia para la nacionalidad griega, ayudaron a
mantener un alto ideal de religión. Sin embargo, cuando los hombres ilustra-
dos de Grecia aprendieron a aplicar su aguda facultad de razonamiento al
sistema de creencias heredadas, se dieron rápidamente cuenta de que las
concepciones de los dioses corrompían la vida y degradaban la mente del
pueblo. La moralidad popular no podía basarse en la religión popular. La
instrucción moral ya no era proporcionada por los dioses ni tampoco podía
encontrarse en libros. No había ningún código venerable expuesto por
expertos, ninguna doctrina proclamada por hombres de reputada santidad,
como aquellos maestros del lejano oriente cuyas palabras aún rigen el destino
de prácticamente media humanidad. El esfuerzo por explicar las cosas median-
te la observación directa y el razonamiento exacto empezó destruyendo. Vino
después una época en que los filósofos del Pórtico y de la Academia introdu-
jeron los dictados de la sabiduría y la virtud en un sistema tan consistente y
profundo que redujo considerablemente la tarea de los clérigos cristianos.
Pero esa época aún no había llegado.
La época de duda y transición durante la cual los griegos pasaron de
las débiles fantasías de la mitología a la violenta luz de la ciencia, fue la
época de Pericles. El esfuerzo por sustituir por verdad cierta las prescripcio-
nes de las autoridades menoscabadas, que empezaba entonces a absorber
las energías del intelecto griego, constituye el movimiento más importante
en los anales profanos de la humanidad, pues a él debemos –incluso des-
pués del enorme progreso alcanzado por el cristianismo– gran parte de
nuestra filosofía y de lejos la mayor parte del conocimiento político que
poseemos. Pericles, que estaba al mando del Gobierno de Atenas, fue el
primer estadista que enfrentó el problema que el rápido debilitamiento de las
tradiciones imponía al mundo político. No hubo autoridad moral o política
que permaneciera firme ante la agitación que había en el ambiente. No se
LORD ACTON 9
cualquier líder popular que surgiera, hasta que apareció Julio César, quien
convirtió la República en una Monarquía mediante una serie de medidas
que no fueron violentas ni perjudiciales. La logró con el apoyo de un ejérci-
to que comandara en un carrera de conquistas sin precedentes y de masas
famélicas que conquistara con su liberalidad pródiga, amén de una habilidad
superior a la de cualquier hombre en el arte de gobernar.
El Imperio preservó las formas republicanas hasta el reinado de Dio-
cleciano; pero la voluntad de los emperadores parecía tan irrefrenable como
la del pueblo después de la victoria de los tribunos. Su poder era arbitrario
incluso cuando era más sabiamente empleado, y, sin embargo, el Imperio
Romano rindió mayores servicios a la causa de la libertad que la República
Romana. Y ello no a causa del accidente temporal que representa el hecho
de que hubo emperadores que hicieron buen uso de sus inmensas oportuni-
dades –como es el caso de Nerva, acerca del cual Tácito dijo que combina-
ba monarquía y libertad, cosas de otro modo incompatibles–, ni tampoco
porque el Imperio haya sido lo que sus panegiristas declararan, es decir, la
perfección de la Democracia. En realidad, este fue, en el mejor de los casos,
un despotismo mal disfrazado y detestable. Pero Federico el Grande fue
déspota y, sin embargo, amigo de la tolerancia y la discusión libre. Los
Bonaparte fueron despóticos y, sin embargo, ningún otro gobernante liberal
fue más aceptado por el pueblo que Napoleón Primero, después de haber
destruido la República en 1805, y Napoleón Tercero en la cima de su poder
en 1859. Del mismo modo, el Imperio Romano tuvo méritos que, a la distan-
cia, y especialmente a gran distancia en el tiempo, interesan al hombre más
profundamente que la trágica tiranía que se percibía en las cercanías del
palacio. Los pobres tenían lo que habían pedido en vano a la República. A
los ricos les iba mejor que durante el Triunvirato. Los derechos de los
ciudadanos romanos se extendieron a la gente de las provincias. La mejor
parte de la literatura romana y prácticamente todo el Derecho Civil pertene-
cen a la época imperial. Fue el Imperio quien mitigó la esclavitud, instauró la
tolerancia religiosa, inició el derecho internacional y creó un sistema perfec-
to de ley de propiedad. La República derrocada por César había sido cual-
quier cosa, menos un Estado libre. Proporcionó garantías admirables a los
derechos de los ciudadanos; pero trató con cruel desdén los derechos de
los hombres y permitió al romano libre imponer terribles castigos a sus
niños, deudores, dependientes, prisioneros y esclavos. Las profundas ideas
de derecho y deber, que no se encontraban en la ley municipal, pero que
eran familiares para las mentes generosas de Grecia, eran consideradas de
poca importancia, y la filosofía que trataba dichas especulaciones era cen-
surada repetidamente como impulsora de la sedición y la impiedad.
14 ESTUDIOS PÚBLICOS
que trasciende a todo gobierno. Y entre estas influencias, los grandes filó-
sofos griegos no tienen por qué ser considerados.
Fueron los estoicos quienes emanciparon a la humanidad de su suje-
ción al gobierno despótico. Sus ilustradas y elevadas ideas de la vida cerra-
ron el abismo que separa al Estado antiguo del Estado cristiano y mostraron
el camino de la libertad. Considerando la poca seguridad que existe de que
las leyes de un país sean sabias o justas y la posibilidad de error de la
voluntad unánime de un pueblo y el consentimiento de las naciones, los
estoicos buscaron los principios que deberían regular la vida de los hom-
bres y la existencia de la sociedad más allá de esas estrechas barreras y por
sobre aquellas sanciones subalternas. Revelaron que existía una voluntad
superior a la voluntad colectiva del hombre y una ley que anulaba las de
Solón y Licurgo. Para determinar si un gobierno era bueno, los estoicos
consideran la conformidad de éste con principios que puedan derivarse de
un legislador superior. Aquello que debemos obedecer, aquello a que debe-
mos reducir todas nuestras autoridades civiles y sacrificar todo interés te-
rrenal, es esa ley inmutable que es perfecta y eterna como Dios mismo, que
procede de su naturaleza y reina sobre el cielo, la tierra y todas las naciones.
El gran problema no consiste en descubrir lo que prescriben los
gobiernos, sino aquello que deberían prescribir, ya que ninguna prescrip-
ción es válida de contravenir la conciencia de la humanidad. Ante Dios, no
hay griego ni bárbaro, rico ni pobre, y el esclavo es tan bueno como su
señor, ya que por nacimiento todos los hombres son libres, son ciudadanos
de esa comunidad universal que abarca a todo el mundo, hermanos de una
familia e hijos de Dios. La verdadera guía de nuestra conducta no es una
autoridad externa, sino la voz de Dios que viene a morar en nuestras almas,
quien conoce todos nuestros pensamientos, a quien debemos toda la ver-
dad que conocemos y todo el bien que hacemos, ya que el vicio es volunta-
rio y la virtud viene de la gracia del espíritu celestial interior.
Los filósofos que se habían empapado de la ética sublime del Pórtico
pasaron luego a exponer la enseñanza de esa voz divina: No basta con obrar
conforme a la ley escrita o dar a todos los hombres lo que merecen: debe-
mos darles más de lo que merecen, ser generosos y caritativos, dedicarnos
al bienestar de los demás, buscando nuestra recompensa en la abnegación
y sacrificio, actuando con el móvil de la solidaridad y no de la conveniencia
personal. Por consiguiente, debemos tratar a los demás como nos gustaría
que nos trataran a nosotros y debemos insistir hasta la muerte en hacer el
bien a nuestros enemigos, sin considerar la indignidad o la ingratitud. Debe-
mos estar en guerra con el mal, pero en paz con los hombres; es mejor sufrir
que cometer injusticia. La verdadera libertad, dice uno de los estoicos más
LORD ACTON 21
nario que, tanto en éste como en otros temas, anticipó el más puro precepto
que iba a venir. Filón de Alejandría es uno de los escritores que tuvieron
una visión más avanzada de la sociedad. Elogia no sólo la libertad sino que
la igualdad en el aprovechamiento de la riqueza. Cree que una democracia
limitada, purificada de sus elementos más indecorosos, representa la forma
de gobierno más perfecta y que se extenderá gradualmente por todo el
mundo. Para él, la libertad consiste en seguir a Dios. A pesar de exigir que la
condición del esclavo fuera compatible con las necesidades y exigencias de
su naturaleza superior, no condenó absolutamente la esclavitud. Pero dejó
constancia de las costumbres de los esenios de Palestina, un pueblo que
unió la sabiduría de los gentiles con la fe de los judíos y que vivió sin
contaminarse con la civilización circundante, siendo el primero en rechazar
la esclavitud, tanto en principio como en la práctica. Formaron una comuni-
dad religiosa en vez de un Estado y su población no excedió los 4.000
habitantes. Pero su ejemplo ilustra el alto nivel a que los hombres religiosos
podían elevar su concepción de la sociedad, incluso sin la ayuda del Nuevo
Testamento, y representa la más severa crítica a sus contemporáneos.
La conclusión a que nos lleva nuestra investigación es, entonces, la
siguiente: Difícilmente existe una verdad en política o en el sistema de los
derechos del hombre que no haya sido captada por los más sabios de los
gentiles y los judíos, o que éstos no hayan declarado con un refinamiento
de ideas y una nobleza de expresión que los escritores nunca han podido
superar. Podría seguir por horas recitándoles pasajes tan solemnes y religio-
sos de la ley natural y de los derechos del hombre, que a pesar de venir del
teatro profano de la Acrópolis y del Foro Romano, se podría pensar que son
himnos de las iglesias cristianas o el discurso de sacerdotes. Mas a pesar
de que las máximas de los grandes maestros clásicos, Sófocles, Platón y
Séneca, y los gloriosos ejemplos de virtud pública estaban en boca de
todos los hombres, éstos no tenían poder para prevenir la fatalidad de una
civilización por la cual se habían derramado en vano la sangre de tantos
patriotas y el genio de incomparables escritores. Las libertades de las nacio-
nes antiguas, oprimidas por un despotismo inevitable e irremediable, habían
perdido su vitalidad cuando apareció el nuevo poder desde Galilea, propor-
cionando aquello que faltaba al conocimiento humano para redimir tanto a
las sociedades como a los hombres.
Resultaría presuntuoso nuestro intento de mencionar los innumera-
bles canales por los que penetrara gradualmente la influencia cristiana en el
Estado. El primer fenómeno sorprendente es la lentitud con que se manifies-
ta un movimiento que habría de ser tan extraordinario. El cristianismo se
propagó por todas las naciones, en diferentes estados de civilización y
LORD ACTON 23
Roberto Durán**
*
Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, Paris, 1978,
772 páginas, incluida bibliografía.
* * Profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica de
Chile.
316 ESTUDIOS PÚBLICOS