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Giancarlo Huapaya. Sub Verse Workshop / Taller Sub Verso. Traducción de Ilana Dann Luna.

New Orleans: Diálogos Books, 2020. 103 pp. ISBN: 978-1-944884-79-6.

Quiero empezar estos apuntes con un tema al cual se refiere Ilana Dann Luna, la traductora del
libro, cuando afirma en su nota introductoria que el autor al usar la “x” en la escritura (por
ejemplo, cuando escribe “lxs poetxs sonorxs”), lo que hace es remarcar la “diversity of sexuality/
gender-identity” (ix). Todo esto que tiene que ver con la fluidez del género, no solo se queda en
buenas intenciones políticas, sino que reterritorializa, deshistoriza, desbinariza las relaciones de
poder dentro del capitalismo gore, es decir, aquel capitalismo producto del neoliberalismo más
salvaje, lo que quiere Giancarlo Huapaya es que: “La destrucción de la propiedad privada se
dan[ce]” (56).
De entrada, quisiera declarar que lo que me interesa del libro no tiene que ver con que
este taller sea uno donde hay un abigarramiento híbrido de los versos y los decires, o, por lo
menos, torsiones y tensiones neobarrocas, que desde luego las hay. O que, a otro nivel, se pueda
pensar esto, como un taller de subversiones, como en el epígrafe que se cita de la sexóloga y
performer Annie Sprinkle: “Si no te gusta el porno que ves, crea el tuyo”, en ese nivel de
guerrillas contraculturales, o el hazlo tú mismo e incluso una pulsión gonzo, que repito sí se
encuentra como recorridos en este libro. Pero lo que me interesa esta vez es rastrear a partir de
los otros cuatro epígrafes iniciales algunas funciones para ser desarrollas en párrafos
independientes. Dicho sea de paso, este camino no me parece producto del puro azar o el gusto
literario, pues al preguntar al autor sobre la escogencia de estos epígrafes declaró que no habían
sido incluidos en las tres ediciones anteriores de este libro y que solo en esta edición bilingüe los
estaba incluyendo por primera vez, es por eso que concluyo que son epígrafes pensados con
posterioridad a la escritura y publicación del libro y que son claves y condensadores de muchos
tramos de este Taller Sub Verso. Tema uno. Paul B. Preciado dice: “esta práctica contrasexual
consiste en aprender a subvertir los órganos sexuales y sus reacciones biopolíticas”, los roles de
género son construcciones culturales intercambiables, nunca fijas. Tema dos: Donna Haraway es
citada por su Manifiesto Cyborg, esto quiero unirlo con otra presencia que son los zombis o
mutantes. Tema tres: Giuseppe Campuzano, el creador de la muestra itinerante, performance,
libro, archivo, testimonio, Museo Travesti del Perú, es convocado al nivel de lo migrante,
“cuerpo mestizo y mestizante / cuerpo y no corporación”, los cuerpos marcados por la
racialización y el género. Tema cuatro: se cita un fragmento de Aguas aéreas del poeta argentino
Néstor Perlongher, texto donde el conocer está marcado por la ingesta de plantas sagradas (toé,
ayahuasca). Esta vez, no preguntaré si Huapaya ha aprendido algunas lecciones (dicciones) de
Perlongher, si no si ese éxtasis de aguas aéreas se produce en este Taller Sub Verso o no.
Tema uno. Hay un constante llamado al lector para que deje su posición de espectador
pasivo: “Coge la palabra bienestar y házsela tragar al más entusiasta del público” (24) o “Los
roles del taller se cruzan/se besan/se babean porque todxs transitaremos por la leche polifónica”
(80). Antes que filmar nuevas películas porno, lo que se exige es asumirse como multitudes de
deseos, intercambiables, variables, fluidos, nunca fijos, dentro de un sistema ajeno a la
acumulación, se trata del derroche, de cuerpxs que existen para intercambiar posiciones: nunca
asumirse como objetos dentro del circuito del capital. Por ejemplo, en el texto “A” se dice:
“Mientras mutan, ejerciten el ombligo como una retina” (18). No solo es la subversión de los
órganos “sexuales”, sino que es la subversión de todos los órganos: el ombligo actuando como
una retina o una especie de conexión cibernética. La idea de mutación está muy presente en
varios pasajes del taller, y he recordado, con esta idea del ombligo-retina, la película Sleep
Dealer (2009) de Alex Rivera, donde el circuito de explotación virtual de los cuerpos está
mediado por una especie de sensores llamados nodos. En ese tenor, en Taller Sub Verso se
afirma: “arránquense los enchufes de los vellos” (98) o “compongan con un ordenador de
acuerdo a sus metempsicosis y trasládenme sus características hereditarias” (18).
Tema dos. Ciborgs y zombis. En primera instancia, y esto también se relaciona con lo
distópico como en Sleep Dealer, la presencia de ciborgs en este taller parece ser un indicador de
tratar de aniquilar las separaciones o binarismos entre sujeto y objeto, amo y esclavo, hombre y
mujer, lo natural y lo artificial. Un ciborg es, por esencia, la presencia de lo híbrido, pero
también de futuros desechos tecnológicos: “tu ciborg terminará en el tecno-basural de un país
asiático, en el basural de un país americano” (58). Sarah Juliet Lauro y Karen Embry proponen
en “Zombie Manifest: The Nonhuman Condition in the Era of Advanced Capitalism” que: “The
zombie metaphor itself goes beyond the hybrid by virtue of its inseparability into distinct terms.
It is itself an incarnation of presence-absence, yet it complicates the subject/object position
because it is the livingdead” (95). Ciborgs y zombis lo que hacen es un llamado a las
posibilidades y posiciones de lxs cuerpxs en una era poshumana, puesto que los ciborgs son
funcionales para el capitalismo, en tanto, los zombis son entidades destructoras, nunca
productivas dentro del circuito del capital: “Tu error está en querer una calificación/ por haberte
comido al anterior mutante” (58).
Tema tres. En el poema “P” se dice: “yo soy mujer por estrategia política” (72) o en “Y”:
“unx virgen travesti cambia de cuerpo a lengua corrugada/ es curanderx cambia a cuerpo de
danzante” (92). Una operación semejante la realiza Giuseppe Campuzano en el libro Museo
Travesti del Perú, cuando instala al sujeto Travesti fuera de la dicotomía masculino/femenino,
entonces, resitúa al Travesti dentro del grupo diverso de mujeres. Este hecho es una
deconstrucción a partir del género y remarca una de las posiciones del sujeto Travesti: su agencia
política. Entonces, el Museo Travesti del Perú, tanto como Taller Sub Verso, actúa desde los dos
frentes: es un movimiento de desmarque de lo binario y es un proceso de transformación de
conceptos como labor, raza, clase. En ese sentido, Campuzano, tanto como el poeta de Taller
Sub Verso, no se instala desde afuera del sujeto Travesti, sino que lo encarna con su propio
cuerpo, pero se trata de cuerpxs con “pliegues mestizxs” (94), que son sometidxs a constantes
mutaciones y mutilaciones y automutilaciones gozosas.
Tema cuatro. El éxtasis producto de la ingesta de plantas sagradas o mejor dicho redes
cosmopolíticas entre lo humano y no humano, que confluyen en una instancia alejada de lo
antropocéntrico, o, en palabras del antropólogo brasileño, Eduardo Viveiros de Castro, quien
dice que la teoría cosmopolítica “describe un universo habitado por distintos tipos de actuantes o
de agentes subjetivos, humanos y no humanos —los dioses, los animales, los muertos, las
plantas, los fenómenos meteorológicos, con mucha frecuencia también los objetos y los
artefactos—, dotados todos de un mismo conjunto general de disposiciones perceptivas,
apetitivas y cognitivas”. ¿Este tipo de interacciones se producen en Taller Sub Verso? Sí, se
provocan, se aproximan, aunque como hemos visto los pivotes desde donde se organiza la
construcción de este taller son diversos, pero uno de los principales es abolir la división
aristotélica entre plantas-animales-humanos, por eso en este taller hay constantes llamadas a
funciones erógenas con plantas y animales. Un texto como “H” es clave al respecto del éxtasis,
ahí se nos informa que: “Den bellotas, / que imaginen aspectos de sinestesia” (40), puesto que se
nos habla de pincharse y pinchar a otrxs para lograr “ecos hipnóticos”, “adelanto de oráculo” y
“eco aché”, tal vez una cuota de santería en esos pinchazos.
Para finalizar, estos no son todos los recorridos de este taller, también está la idea de un
viaje espacial hacia la estrella Subverso, la noción de que en las venas existen galaxias, un taller
sumergido en el mar o enterrado en el subsuelo, entre muchos otros temas. Por todo ello, Taller
Sub Verso si bien es el taller del verso subverso y es el taller de la subversión, para mí es el taller
desde donde es posible resistir, al igual que Memo Cruz, el personaje de Sleep Dealer, quien
desde su taller de tecnología obsoleta en Oaxaca logra hacer una pequeñísima grieta en el
sistema, y sí esto lo dejé para el final, pues es una convergencia de época, tanto Taller Sub Verso
como Sleep Dealer, terminan con una solución a los conflictos ambientales, en específico, al
problema del agua. En el caso de la película, la gran represa transnacional es destruida por un
disidente del sistema, y en el caso de este Taller Sub Verso se trata de que “el agua nueva regala
melodías a peatones afines al temblor” (98).

Paul Guillén
University of Pittsburgh

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