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AGRAVIO A)

En el artículo 1076 (fracción VI) del Código de Comercio, se dispone que:

“ARTÍCULO 1076.- […]


IV.- Tampoco opera la caducidad cuando el procedimiento está suspendido
por causa de fuerza mayor y el juez y las partes no pueden actuar; así como
en los casos en que es necesario esperar una resolución de cuestión previa o
conexa por el mismo juez o por otras autoridades; y en los demás casos
previstos por la ley; […]”

De ahí se advierte que la caducidad no operará cuando se esté tramitando

cuestión alguna que incida directa e inmediatamente en la debida continuación del

procedimiento, si resulta ser un elemento esencial para el dictado de la resolución

que se trate.

Ahora bien, en los artículos 1336, 1338 y 1356 del Código de Comercio, se

establece que:

“Artículo 1336.- Se llama apelación el recurso que se interpone para que el


tribunal superior confirme, reforme o revoque las resoluciones del inferior que
puedan ser impugnadas por la apelación, en los términos que se precisan en
los artículos siguientes.”
“Artículo 1338.- La apelación puede admitirse en el efecto devolutivo y en el
suspensivo, o sólo en el primero pudiendo ser éste, de tramitación inmediata o
conjunta con la definitiva, según sea el caso.”
“Artículo 1356.- Las resoluciones que se dicten en los incidentes serán
apelables en efecto devolutivo, salvo que paralicen o pongan término al juicio
haciendo imposible su continuación, casos en que se admitirán en efecto
suspensivo.”

De los preceptos legales trascritos se obtiene que el recurso de apelación

tiene por objeto que el tribunal ad quem confirme, reforme o revoque las

resoluciones emitidas por el juzgador primiinstancial.

Que es admisible en efecto devolutivo, así como suspensivo y, solo en el

primero es posible que sea de tramitación inmediata o conjunta con la sentencia

definitiva, según lo establezca la legislación.

De igual forma, de tales normativas se desprende que las apelaciones que

se hagan de las resoluciones interlocutorias dictadas en incidentes que no

paralicen ni finalicen el juicio, a efecto de que sea imposible se continúe el mismo,

se admitirán en el efecto devolutivo.

Asimismo, en el artículo 234 del Código Procesal Civil Federal, supletorio

del de Comercio, se establece que el recurso de apelación que se admita en


efecto devolutivo no suspenderá la ejecución del auto apelado o la sentencia, por

lo que será posible que se continúe la tramitación del proceso ante el juez natural.

En el caso concreto, en seis de marzo de dos mil veinte, Gregoria Palafox

Balderas, Albacea de la sucesión testamentaria a bienes de Manuel Palafox

Balderas, promovió Incidente de liquidación, regulación y aprobación de Costas,

que se admitió a trámite y ordenó dar vista a la contraparte en trece de marzo de

dos mil veinte.

Asimismo, en veintidós de septiembre de dos mil veinte, Víctor Corral

Torres, Apoderado General para Pleitos y Cobranzas de Cervezas Cuauhtémoc

Moctezuma, S.A. de C.V., promovió Incidente de Prescripción de Sentencia

Definitiva, que se admitió a trámite en auto de ocho de octubre del mismo año,

ordenándose dar vista a la actora tercerista, la cual no desahogó, por lo que, en

diez de diciembre de la referida anualidad se citó para oír resolución, que se emitió

en once de enero de dos mil veintiuno, en la que se estimó improcedente dicho

incidente.

Con vista en ello, el Licenciado Víctor Corral Torres, Apoderado General

para Pleitos y Cobranzas de Cervezas Cuauhtémoc Moctezuma, S.A. de C.V.,

interpuso recurso de apelación en contra de la resolución interlocutoria de

Incidente de Prescripción de Sentencia Definitiva dictada en once de enero de dos

mil veintiuno, mismo que se admitió en efecto devolutivo y se ordenó remitir

testimonio de las constancias que estimara convenientes el apelante a este Primer

Tribunal Colegiado Regional del Primer Circuito, en donde, tras ratificar la

admisión de éste y llevar a cabo la tramitación correspondiente, dictó resolución

en ocho de junio de dos mil veintiuno en la cual confirmó la determinación del

primiinstancial.

Por otro lado, tras la inactividad impulsora del proceso de las partes en el

Incidente de Prescripción de Sentencia Definitiva, en veintiocho de junio de dos mil

veintiuno, el juzgador primiinstancial declaró la caducidad del mismo, de

conformidad con lo establecido en el artículo 1076 (fracción IV) del Código de

Comercio.
Ahora vía apelación, que contra tal determinación interpuso, la agravista,

Gregoria Palafox Balderas, se duele de que, al ser el Incidente de Prescripción de

Sentencia Definitiva una cuestión previa o conexa al Incidente de Liquidación,

Regulación o Aprobación de Costas, por incidir directamente el primero en el

segundo, pues de resultar procedente aquél ningún caso tendría la continuación

de éste último y, como en el caso concreto, al decretar la caducidad alegada, la

resolución dictada por el primiinstancial respecto del Incidente Prescriptivo se

encontraba sub iúdice, al encontrarse en trámite el recurso de apelación que se

interpuso, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1076 (fracción VI) del

Código de Comercio, en el caso concreto no operaba la caducidad del Incidente

de Regulación de Costas, pues dependía de si se declaraba prescrita o no la

ejecución de la sentencia definitiva.

Asiste razón a la recurrente en cuanto a que lo que se determinara en el

Incidente de Prescripción de la Sentencia Definitiva incidía directamente en el

trámite de la ejecución de la misma, específicamente, al liquidar o regular las

costas erogadas, pues de estimarse procedente aquél, éste no tendría razón de

ser, por tanto, como bien lo refiere, resultaba ser una cuestión previa o conexa que

no permitía la operancia de la caducidad.

Sin embargo, en resolución de once de enero de dos mil veintiuno se

estimó improcedente el Incidente de Prescripción de Sentencia, lo que hacía

posible continuar ejecutando la misma, resolución que si bien cierto se apeló,

también cierto es que ésta se admitió en el efecto devolutivo, el cual no suspende

la ejecución del auto, resolución o sentencia impugnada.

Entonces, si el incidente prescriptivo se declaró improcedente, la sentencia

resultaba ejecutable y, aún cuando éste se haya apelado, al haber sido en el

efecto devolutivo, era posible continuar con el procedimiento incidental de

regulación de costas.

Por tanto, contrario a lo que refiere la apelante, no existía impedimento para

que se computara el plazo de treinta días que se contempla en el artículo 1076

(fracción IV) del Código de Comercio, pues al haberse encontrado improcedente la


prescripción de la sentencia, debía continuarse con su ejecución, ya que, al no

haber pendiente de resolución, medio de impugnación que suspenda la misma, la

parte interesada se encontraba posibilitada de ejecutar los derechos que le fueron

concedidos en aquella, de ahí que se reitere lo infundado del agravio analizado.

AGRAVIO B)

El motivo de inconformidad sintetizado en inciso F) es inoperante, por lo

que sigue: 

Contrario a lo que aduce el recurrente, a fin de dictar la caducidad del

incidente, es innecesario que el juez deba tomar en cuenta alegatos o, en este

caso, el desahogo de las vistas concedidas a fin de determinar lo que

corresponda, pues de conformidad con lo establecido en el artículo 1076 (fracción

IV) del Código de Comercio, lo único que debe tomarse en cuenta es si, durante

treinta días hábiles, se dejó de impulsar el proceso, pudiendo ser de oficio la

declaratoria de la misma.

Por lo anterior, queda de manifiesto que, contrario a lo sostenido por la

recurrente en el agravio reseñado, el a quo en ningún momento tenía la obligación

de estudiar si se les otorgó a las partes la oportunidad de formular alegatos, sino

que, en sentido opuesto, lo único que debe tomar en cuenta es si se cumplió con

el plazo de treinta días hábiles sin que se impulse el proceso, sin que deba

seguirse un trámite especial para la operancia de la caducidad. 

De ahí que el agravio en estudio, al estar fundado en una premisa falsa, sea

inoperante, invocándose como sustento de tal inoperancia las tesis

jurisprudenciales, pronunciadas por la Segunda Sala, de la Suprema Corte de

Justicia de la Nación, que a continuación se reproduce: 

“AGRAVIOS INOPERANTES. LO SON AQUELLOS QUE SE SUSTENTAN EN


PREMISAS FALSAS. Los agravios cuya construcción parte de premisas falsas
son inoperantes, ya que a ningún fin práctico conduciría su análisis y
calificación, pues al partir de una suposición que no resultó verdadera, su
conclusión resulta ineficaz para obtener la revocación de la sentencia
recurrida.”

“AGRAVIOS INOPERANTES. INNECESARIO SU ANÁLISIS CUANDO EXISTE


JURISPRUDENCIA. Resulta innecesario realizar las consideraciones que
sustenten la inoperancia de los agravios hechos valer, si existe jurisprudencia
aplicable, ya que, en todo caso, con la aplicación de dicha tesis se da
respuesta en forma integral al tema de fondo planteado.”
AGRAVIO C)

En la tesis Jurisprudencial de la Autoridad Federal, de rubro y texto,

siguiente, se estableció que: 

"PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO. OPERA CON MAYOR RIGOR EN LA MATERIA


MERCANTIL, QUE EN LA CIVIL .-En los juicios mercantiles opera con mayor rigor
el principio dispositivo de estricto derecho que en las controversias de carácter
meramente civil, lo que significa que a los contendientes, ante una actitud u
omisión del órgano jurisdiccional que les perjudique, les compete actuar,
promover y gestionar con más atención y cuidado, en el momento procesal
oportuno, que sus pruebas sean admitidas y desahogadas, buscando con ello,
que sus peticiones se satisfagan para inclinar el ánimo del juzgador y así lograr
posiciones favorables ante la parte contraria."1

1
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tribunales Colegiados de Circuito. Novena Época. Tesis: I.6o.C. J/50.
Tomo XXIII, Junio de 2006, página 1045. Registro: 174859.
De ahí se obtiene que los procedimientos mercantiles se rigen por el

principio dispositivo, por virtud del cual la iniciación e impulso del proceso está

confiada y en manos preponderantemente de las partes y no del juzgador.

En razón de tal principio, se considera que es en ellos en quienes recae no

sólo la carga de iniciar el procedimiento, sino también la determinación de su

contenido e impulso procesal.

De ahí que, al juzgador le sea imposible sustituir al actor y ejercer, de

manera oficiosa, una acción, así como tampoco pueda hacerlo respecto del

demandado, pues, salvo algunas excepciones, a nadie se puede obligar a solicitar

su tutela jurisdiccional o ejercer su defensa ante los tribunales, pues es en las

partes en quienes recae esa carga, en tanto que ello redunda en su propio

beneficio.

Lo anterior, descansa en el hecho de que, por regla general, los derechos e

intereses jurídicos que se discuten en el proceso civil son del dominio absoluto de

los particulares y, por ende, es en ellos en quienes recae la carga de iniciar e

impulsar el procedimiento.

Resulta orientadora de lo anterior la tesis de la Justicia Federal de rubro y

texto siguientes:

“CARGAS PROCESALES RELACIONADAS CON EL IMPULSO


PROCESAL. ATENTO AL PRINCIPIO DISPOSITIVO, EL LEGISLADOR PUEDE
ESTABLECERLAS CON FUNDAMENTO EN EL ARTÍCULO 17 DE LA
CONSTITUCIÓN GENERAL DE LA REPÚBLICA. En los juicios de derecho
público, en los que normalmente se ventilan cuestiones que interesan y
afectan a toda la sociedad, prevalece el principio inquisitivo del procedimiento,
en términos del cual, el juzgador tiene la facultad y la función de llegar a la
verdad de los hechos mediante el empleo de todos los medios a su alcance. 
En cambio, en los juicios de derecho privado, donde se afectan únicamente
intereses particulares, como son, salvo excepciones muy concretas, los juicios
del orden civil, debe prevalecer el principio dispositivo sobre el inquisitivo,
pues en términos del primero, son las partes quienes encauzan y determinan
el desarrollo del procedimiento, porque en éste se ventilan sus propios
intereses; de manera que el juez debe conformarse con llegar a la mayor
veracidad posible respecto de los hechos controvertidos, a través de los
medios de convicción y argumentos que aporten las partes.  Esto es, en este
tipo de procedimientos pesa sobre las partes el impulso procesal; de ahí que
al regular estos juicios, atento al mencionado principio dispositivo, el legislador
puede establecer cargas procesales relacionadas con el impulso procesal, con
fundamento en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en aras de procurar una pronta impartición de justicia y dar
celeridad al procedimiento, el cual es una concatenación sucesiva de etapas
en que la procedencia y naturaleza de cada una depende de la manera en que
concluyó la anterior.”

Asimismo, en el artículo 1078 del Código de Comercio, se establece que:


“Artículo 1078.- Una vez concluidos los términos fijados a las partes, sin
necesidad de que se acuse rebeldía, seguirá el juicio su curso y se tendrá por
perdido el derecho que debió ejercitarse dentro del término correspondiente.”

De tal precepto legal trascrito se obtiene que una vez transcurridos los

plazos, sin necesidad de que se acuse rebeldía, precluirá el momento procesal

para el cual se fijaron, debiendo continuarse con la tramitación del proceso.

Ahora bien, en el caso concreto, en seis de marzo de dos mil veinte,

Gregoria Palafox Balderas, Albacea de la sucesión testamentaria a bienes de

Manuel Palafox Balderas, promovió Incidente de Liquidación, Regulación o

Aprobación de Costas, que se admitió en auto de trece de marzo de dos mil

veinte, ordenando dar vista a la contraria a fin de que manifestara lo que a sus

intereses conviniera, quien la desahogó en escrito recibido en veintiuno de

septiembre del mismo año, lo que así se tuvo por hecho en auto de ocho de

octubre de dos mil veinte, por lo que se le concedió el plazo de tres días a la

actora incidental a fin de que expresara lo que estimara conducente, sin que lo

haya hecho así.

En atención a lo anterior, el demandado incidental, en escrito recibido el

veintiuno de junio de dos mil veintiuno, denunció la operancia de la caducidad del

Incidente de Regulación de Costas debido a la inactividad de las partes, en éste,

por más de treinta días hábiles, por lo que, en veintiocho del mismo mes y año,

tras el análisis de las constancias que integran el mismo, el primiinstancial declaró,

efectivamente, caduco el referido incidente.

Ahora, vía agravios, la apelante se duele de que, de conformidad con lo

dispuesto en el artículo 1078 del Código de Comercio, los plazos precluirán sin

necesidad de que se acuse rebeldía, debiendo el juicio, o el incidente en este

caso, seguir su curso, razón por la cual, no era su obligación impulsar el proceso,

sino del juez natural darle continuidad y, por ende, decretar la rebeldía y proseguir

con el citado para oír resolución.

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