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Marta Álvarez Vilches

TEMA 4: RELIGIÓN Y CULTURA MODERNA. INTERPRETACIONES


Y ACTITUDES ANTE LA RELIGIÓN.

I. EL PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN EN EL ATEÍSMO


MODERNO Y LA AUTOCRÍTICA DESDE EL CRISTIANISMO

El ateísmo moderno no surge como una negación de Dios, sino que se


posiciona contra los factores que parecen negar lo humano, pues defienden
que la religión y Dios amenazan a la libertad, autonomía, felicidad y razón
del ser humano.

Reconocer a Dios significa reconocer la relatividad del hombre. Si Dios


existe, el ser humano no es la medida de todas las cosas. Pero el problema
reside en que si el ser humano es relativo, el reconocimiento de Dios le
imposibilita su ejercicio de libertad, o por el contrario, que el
reconocimiento de Dios abre al hombre posibilidades que por su condición
no serían posibles.

La exposición inadecuada de la doctrina y los defectos de la vida religiosa,


moral y social de los creyentes se han apuntado como posibles causas de
estas falsas impresiones. La misma historia de la Iglesia está también llena
de luces y sombras. Esta institución es reticente a los avances de la ciencia
y la sociedad, y prima en ocasiones la lectura de la Biblia sobre los
descubrimientos científicos.

II. REACCIONES ANTE EL HECHO RELIGIOSO:


SECULARIZACIÓN E INCREENCIA

La secularización e increencia religiosa son rasgos de nuestro contexto


sociocultural. Las causas del ateísmo son diversas, y están relacionadas con
las interpretaciones de la religión que han dado diversos autores.
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Con la secularización nos referimos a la autonomía respecto a la religión,


pasando a la esfera privada de la conciencia. Una sociedad secularizada no
tiene por qué ser a-religiosa, sino que la religión coexiste con otras culturas
laicas. En España, esta situación ha puesto en crisis la religiosidad de los
españoles, pues la fe ya no es clave para la sociedad y la política,
desapareciendo así los controles que ejercía la Iglesia. Este hecho puede
presentarse como positivo o negativo, y lleva consigo el descubrimiento de
la fe como realidad desde la libertad personal. La secularización no es solo
social, sino sobre todo cultural, y lleva patente una ideología que se sitúa en
la línea del ateísmo, lo que recibe el nombre de secularismo.

Hablamos ahora del pluralismo cosmovisional. Dentro de un marco social


de democracia, encontramos el pluralismo en distintos ámbitos, ideológico,
cultural, religioso… En la sociedad conviven cosmovisiones que han
desplazado a la religión hacia la periferia. La sociedad moderna ha roto el
monopolio de la cosmovisión del cristianismo, dando lugar a un pluralismo
ideológico y ético. La razón humana está contaminada por la racionalidad
científico-técnica, apareciendo el pluralismo de racionalidades, y surgiendo
cosmovisiones y ofertas de sentido contradictorias y plurales, lo que
desfavorece la formación de una identidad estable. Así, según J.M.
Mardones, la cosmovisión que predomina es perspectivista, relativizando
así toda concepción del mundo.

El fenómeno de la increencia se ha dado a lo largo de toda la historia. Las


novedades que presenta este hecho en la actualidad son su carácter masivo;
la relevancia cultural; fenómeno ascendente; hecho positivo respecto a la
afirmación del ser humano; se le ha tachado además de postcristiana,
indiferente; y que rompe con las instituciones religiosas. La increencia se
hace presente en la vida del joven, afectando a la visión humanizante y
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liberadora del cristianismo. La increencia incluye tanto al ateísmo, como al


agnosticismo y la inferencia o ateísmo práctico.

En el ateísmo se niega a Dios. Los ateos teóricos justifican racionalmente


su postura, mientras que los prácticos no se justifican y viven como si Dios
no existiera (indiferencia religiosa. El agnosticismo, o imposibilidad de
acceder a Dios, se traduce también en un estilo de vida, e intentan justificar
que sobre Dios no se puede ni afirmar ni negar nada, pues no se puede
conocer. Por último, los indiferentes religiosos no se plantean la existencia
de Dios, solo viven como si no existiera. No es negación o duda, sino
despreocupación.

III. EL ÁMBITO DEL ATEÍSMO HUMANISTA DEL SIGLO XIX Y


XX: L. FEUERBACH, K. MARX, F. NIETZSCHE, S. FREUD.

Comenzaremos hablando de Feuerbach. Ludwid Feuerbach (1804-1872)


fue discípulo de Hegel. Presenta una concepción antropológica de la
filosofía, convirtiendo la teología en antropología: el único objeto de la
religión es el hombre. Destacamos sus obras La esencia del cristianismo y
La crítica de la filosofía de Hegel.

Para Feuerbach, la religión más perfecta es el cristianismo. Explica el


origen de la religión a través de la teoría de la proyección: el ser humano,
que se distingue del animal por tener conciencia de sí, proyecta fuera de sí
mismo su conciencia y atribuye a Dios lo que él mismo no es, pero que
desearía ser, pues no encuentra en sí mismo su plenitud. Dios es el espejo
en el que se refleja el hombre. Esta proyección tiene como consecuencia la
alienación, la negación del ser humano. Por ello, para Feuerbach negar a
Dios significa decir sí al ser humano, siendo el hombre el principio, centro
y fin de la religión: la reducción antropológica.
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En cuanto a Karl Marx (1818-1883), de familia judía, se convierte al


Protestantismo por razones profesionales y sociales. Recibe influencia tanto
de Hegel como de Feuerbach. Destacamos sus obras Manuscritos de 1844
y El capital.

Hegel plantea que en toda idea hay una parte que se afirma y otra que se
niega; nuestra expresión de la realidad siempre es incompleta, porque ella
es más grande. Por ello, propone que para llegar a la verdadera realidad hay
que enfrentar distintos puntos de vista, es decir, dialogar. La dialéctica
significa enfrentar lo positivo (tesis) con lo negativo (antítesis), y que en
ese dialogo surja la nueva idea más completa y cercana a la realidad. esta es
por tanto un proceso abierto que se descubre progresivamente. Karl Marx
lee todo esto y lo aplica no a las ideas, sino a la realidad.

Marx se da cuenta de que siempre ha habido clases dominadas y clases


dominantes, quienes imponían su razón, pero que nunca se daba la
dialéctica entre ellos de la que hablaba Hegel. Además, estas desigualdades
siempre han sido apoyadas por una superestructura (religión, filosofía…)
que oprimía a las clases desfavorecidas. Por ello, Marx ve en la religión el
opio del pueblo, y que si el proletariado contestara a los privilegiados, se
daría la transformación de la realidad. Así, Marx propondrá una dialéctica
basada en la luca de clases. Para ello es necesario que la persona no se
separe de la verdadera realidad, y que el proletario tome conciencia de su
situación de injusticia. Una vez concienciado, se iniciará una lucha que
deberá acabar con el poder del proletariado y el paraíso comunista. Para
ello es preciso por tanto desterrar la religión.

Hablamos ahora de Sigmund Freud (1856-1939), especialista en


neurología. Sus pacientes le aportarán datos para exponer su teoría de la
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religión. Destacamos sus obras El porvenir de una ilusión y El malestar en


la cultura.

Freud hace una interpretación de la religión desde el psicoanálisis, la


antropología y la teoría de la proyección de Feuerbach. Freud define al ser
humano como un ser pulsional al que la realidad exterior y la cultura
imponen la renuncia a la satisfacción de sus deseos, lo que da origen a
conflictos. Estos conflictos no resueltos conducen a la fuga de la realidad y
la búsqueda de soluciones sustitutivas. Freud afirma una relación entre la
neurosis y la conducta religiosa, pues la religión nace del intento por
encontrar consuelo a la dureza de la vida, luchando contra la opresión de la
naturaleza y la cultura.

Mencionaremos por último a Friedrich Nietzsche (1844-1900), cuya obra


más característica es Así habló Zaratustra. En esta obra hace una
descripción del ser humano como rival de Dios, o Dios como rival del
hombre, una de las razones fundamentales de su ateísmo. De su obra se
extrae que, para Nietzsche, Dios tiene que morir para que el hombre pueda
llegar a ser el superhombre. La religión se presenta para muchos ateos
como la dependencia a Dios, único agente y fin de la historia, la única
norma moral. La rebelión contra Dios para el ateo es la grandeza original
del ser humano. Como los hombres niegan lo que se opone a la felicidad, la
religión se contempla como algo que se opone a la felicidad terrestre,
dejando para la otra vida la esperanza que el ser humano tiene de esta. La
religión sustituye así la búsqueda de la auténtica felicidad, por una felicidad
ilusoria. El humanismo ateo de Nietzsche elige a la persona humana, a la
tierra y al presente, antes que el cielo o la eternidad. La esperanza religión
es un pecado contra el ser humano.
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IV. EL HECHO RELIGIOSO DESDE LA ESCUELA DE VIENA: V. E.


FRANKL

Víctor Emil Frankl, profesor catedrático de neurología y psiquiatría, se


considera el fundador de la logoterapia, es decir, de la psicoterapia a partir
de lo espiritual. Entre sus obras citamos La presencia ignorada de Dios,
Psicoterapia y religión, Ante el vacío existencial y El hombre en busca de
sentido.

La doctrina de Frankl está más de acuerdo con el sentido de la religión


cristiana, pues defiende que la religión es una dimensión natural del ser
humano. La logoterapia descubre un subconsciente espiritual en el ser
humano que se alimenta de la idea primaria de Dios, es decir, hay en el
hombre una inconsciencia intencional hacia Dios (presencia ignorada de
Dios). Este fondo religioso, si no se tiene en cuenta suficientemente, puede
dar origen a la neurosis. Según Frankl, el ser humano se define por la
pregunta y la búsqueda de sentido, que constituye una fuerza primaria, y no
una racionalización secundaria de sus impulsos. El hombre es un ser en
busca de sentido, y la religión aporta sentido a la vida.

V. EXPERIENCIA DE DIOS Y REALIZACIÓN DEL SER HUMANO

Nos centramos ahora en resolver el planteamiento de si la experiencia de


Dios es incompatible con la realización humana, como muchos autores han
sugerido.

Nos situamos en la perspectiva cristiana para la realización del ser humano.


desde ese Dios Padre de la Vida que resucita a Jesús, la existencia humana
se dota de una esperanza y una fe nueva; lo imposible ahora es posible. Se
ofrece al hombre y la mujer realizarse en plenitud, más allá de sí mismo,
renunciando a ser el centro de todo.
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El Dios creador y padre de os seres humanos es el que posibilita e impulsa


la humanización del mundo. La libertad humana no es un límite a la
omnipotencia de Dios, sino una manifestación de ella. La fe en Dios no
merma las posibilidades humanas, sino que las desarrolla, ensanchándose
así la experiencia humana. Dios permite la plenitud y realización humana
total.

VI. EL DIOS CRISTIANO COMO AFIRMACIÓN RADICAL DEL


HOMBRE.

Podemos acercarnos y descubrir a Dios de Jesús tal y como él nos ha


revelado. Dios no niega al hombre. Debemos acercarnos al ateísmo
moderno, ya que el interés por la autonomía es también la intención de la
experiencia cristiana.

La revelación de Dios en Jesucristo hace presente un Dios generoso y


entregado, haciendo posible lo imposible. En Cristo encontramos la
máxima afirmación del ser humano: la defensa del hombre, oponiéndose a
los que convertían al pobre, al enfermo, al pecador, en no-hombre. Jesús
Dios daba otra perspectiva al hombre sobre el sistema social y religioso,
que lo ponía en segundo lugar. Esta desvelación de Dios como afirmación
del hombre en la persona de Jesús llega a su momento culmen en la muerte,
pues entrega su vida por aquellos a quienes los demás no reconocían su
identidad humana.

La revelación del Dios cristiano y su pasión por el hombre en situación de


marginación suponen que el reconocimiento de Dios y Jesucristo implica
servicio a los hermanos.

El ateísmo moderno afirma al hombre y rebaja a Dios, pues se le considera


rival del ser humano para su autorrealización. La Iglesia, a lo largo de la
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historia no ha conseguido desvelar en ocasiones el rostro de Dios, debido a


una inadecuada presentación del mensaje. Pero esto no anula las
posibilidades humanizadoras y la capacidad transformadora del
cristianismo.

Finalmente, desde la perspectiva cristiana, se invita a quienes sospechan


ver como un impedimento la religión para la realización del ser humano, a
que se acerquen al cristianismo, pues confesar a Dios como absoluto y
afirmar la autonomía humana, no son en ningún caso hechos incompatibles.

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