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EL ACTO DE FE

El símbolo de la fe recibe el nombre tradicional de «credo», que es la


expresión del contenido de la fe vivida y profesada de los discípulos de
Cristo. El «credo» se estructura de manera triádica: tres partes dedicadas a
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta estructura es una confesión de la
igualdad en cuanto a su divinidad.
La fe no fuerza a la naturaleza humana, sino que es una posibilidad dentro
del hombre, quien no se encuentra en plenitud hasta que se encuentra con
Dios. El ser humano tiende a trascenderse, es esencialmente religioso. Sin
embargo, esto no significa que esté “sentenciado” a creer. El hombre es
libre de rechazar esta inclinación natural. Actualmente hay muchos motivos
que parecen llevar al hombre a este rechazo, pero el principal es la creencia
de la contraposición entre fe y ciencia. La fe se considera una actitud
inferior al conocimiento, que pertenece al ámbito de lo que no es verdad
porque no es demostrable y, por tanto, un elemento que está en
confrontación con la verdadera grandeza del ser humano: su racionalidad.
Esta postura olvida que la fe no elimina la razón. De hecho, la fe presupone
una razón libre.
Existe una concepción de la fe como “creer lo que no se ve”. Desde esta
comprensión es fácil establecer una ruptura entre ciencia y fe. El primer
referente que tenemos sobre lo que significa la fe es Abraham. La fe se
considera como una relación personal con un Dios único, fundamentada en
la confianza que Abraham deposita sobre Dios, quien se preocupa
directamente por el hombre. La fe está marcada por la confianza, por la que
se acepta que la palabra de Dios se cumplirá, y la fidelidad, actitud propia
de Dios para con el hombre que le ha dado su fe, lo que exige también la
fidelidad del hombre. Es necesario atender a dos categorías fundamentales:
la esperanza, por la que el futuro no es oscuro e incierto, sino un lugar
donde se sigue manifestando la fidelidad, y la alianza, por la que se
establece un dialogo permanente entre Dios y su pueblo, quien debe vivir
conforma la voluntad de Dios.
La encarnación del Hijo de Dios supone una novedad en la fe y el diálogo
entre Dios y Pueblo. La fe se convierte en un acto interpersonal. Jesús pidió
la confianza en él, y en ello consistía la fe, puesto que él comparte con el
Padre la misma condición divina. la fe sobrepasa el ámbito de la sola
intelectualidad y afecta a toda la persona. Por eso las categorías más
acertadas para hablar de fe son: confianza, fidelidad, esperanza, alianza y
entrega.

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