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Grecia Atenea Gordillo Ruiz Buscando la Brújula Planeación

Buscando la brújula. Políticas públicas para la educación superior en los noventas.


Sobre el autor: Wietse de Vries.- Profesor-investigador del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo
Estratégico (ICGDE) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en México. Estudió la
licenciatura en Trabajo Social (Hogeschool de Horst, Países Bajos, 1987), la maestría en Educación (
Departamento de Investigación Educativa, CINVESTAV, México 1992) y el doctorado en Educación
(Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 1997). Actualmente, realiza investigaciones sobre políticas
educativas y reformas en la educación superior, y los efectos sobre estudiantes, egresados y académicos. Tiene
experiencia amplia en procedimientos cuantitativos y cualitativos de análisis de datos. Es miembro del Sistema
Nacional de Investigadores desde 1995, actualmente es nivel II.
GLOSARIO DE TÉRMINOS:
Brújula.- La brújula es un instrumento que sirve para orientarse. Consiste en una aguja imantada que gira
libremente sobre un eje lo cual la hace que se dirija siempre al norte magnético. La palabra brújula viene del
italiano bussola que significa cajita, y esta del latín buxis que significa caja, en referencia a la cajita que
contenía y protegía la aguja imantada.
Política Pública.- Dada su naturaleza polisémica elegí esta definición dada por Frohock en 1979, por ser la más
amplia y completa y por adaptarse mejor a la realidad nacional mexicana. Dice así: Es una práctica social y no
es un evento singular ni aislado. Ocasionado por la necesidad de: Conciliar demandas conflictivas o establecer
incentivos de acción colectiva entre aquellos que comparten metas, pero encuentra irracional cooperar con
otros. Harold Lasswell (1902-1978), coautor con Daniel Lerner (1917-1980) del libro The Policy Sciences,
acuñó el término ciencias de la política o policy sciences para referirse al estudio de las políticas públicas
(1951). La publicación de este libro fue de singular trascendentica porque dio inicio a un vigoroso movimiento
que, apoyado en el conocimiento acumulado de todas las ciencias (exactas, naturales, políticas, humanas y
sociales), llamó a concentrarse en el estudio o análisis de los problemas públicos. Es decir, los que atañen al
colectivo y la sociedad en su conjunto. Este hecho fue también importante porque permitió reconocer dos
necesidades, por una parte, la de abordar con un cuerpo teórico propio los desafíos de la capacidad
gubernamental respecto a los problemas públicos, que por su propia naturaleza requieren de un trato diferente;
y, por otra, la necesidad de admitir de manera complementaria el avance de la investigación mediante el uso de
modelos matemáticos y estadísticos y la aplicación del método científico en apoyo a la toma de decisiones.
Simplificadora.- Que simplifica. La etimología del término simplificar nos lleva al latín. En concreto, podemos
establecer que se trata de un verbo que es fruto de la suma de dos componentes del latín: el adjetivo “simplex”,
que puede traducirse como “simple”, y el verbo “facere”, que es sinónimo de “hacer”. El concepto se vincula a
lograr que algo se vuelva más simple: es decir, menos complejo, difícil o complicado.

Calificación.- La palabra "calificar" viene del latín qualificare y significa "apreciar las cualidades de algo". Grado de una
escala establecida, expresado mediante una denominación o una puntuación, que se asigna a una persona para valorar
el nivel de suficiencia o insuficiencia de los conocimientos o formación mostrados en un examen, un ejercicio o una
prueba. Se conoce como calificación al acto de calificar a algo o a alguien. Este verbo, según se desprende de su
definición, significa evaluar y puntuar las cualidades o capacidades de un objeto o individuo, realizar un juicio de valor o
establecer el nivel de suficiencia de los saberes que los alumnos evidencian al realizar exámenes o determinados
ejercicios.

Moderno: Por mucho que algunos asocien la palabra moderno al término moda, lo cierto es que el adjetivo
moderno, palabra acuñada tardíamente en el siglo V con el significado de “reciente, actual”. A su vez modemus
proviene del adverbio latín modo “hace un momento, ahora”, cuyo étimo es el ablativo de modus, “modo,
media”. El sufijo -emus es el mismo de hodemus “de hoy”, de hibernus “ relativo a hiems “invierno” o de ae
(vi temus “eterno” que dura toda la vida). Con los albores del renacimiento empezó a usarse el vocablo
moderno “de ahora, de actual”. Así el propio poeta italiano Alighieri Dante (1265-1321), empleó la palabra a
comienzos del siglo XIV y en castellano se documenta desde principios del siglo XV. La expresión Edad
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Moderna se aplicó a la época histórica que arrancaba del 1492. Posteriormente moderno se contrapone a
antiguo, equivale a lo nuevo y desde el siglo XVIII se extiende a todos los dominios el término, francés en
origen, de modernité, modernidad. A las encíclicas de la iglesia católica se debe el concepto de modernismo,
compendio de las nuevas corrientes librepensadoras a los que la iglesia debe hacer frente. Este término es de
gran relevancia para la lectura de este texto ya que el término modernidad ha afectado a la humanidad desde las
diferentes etapas de la historia, que de acuerdo a los historiadores: La periodización de las cuatro edades de la
historia (Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea) es una forma relativamente reciente
de dividir el pasado de la humanidad. Esta es la razón por la que, hoy en día, esta periodización es la más
habitual y generalmente aceptada. Cuando Cristóbal Cellarius propuso en su obra Edad Antigua (1685) dividir
la historia de la humanidad en tres edades (Antigua, Media y Moderna), no existía un consenso claro sobre
cómo periodizar la historia. La forma más extendida de dividirla en Europa entre las escasas personas letradas
durante lo que hoy conocemos como Edad Media eran las Seis Edades del Mundo. La historia quedaba dividida
por los grandes hitos reflejados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, desde la creación del mundo o el diluvio
universal hasta el nacimiento de Cristo, que daría inicio a la sexta y última edad previa al Juicio Final. El
desarrollo del humanismo y el llamado Renacimiento llevaron a los eruditos de la época a repensar la
periodización de la historia en función de acontecimientos más terrenales. Partiendo de una idealización de la
antigüedad, entendida como el periodo clásico greco-latino, se definió por primera vez la Edad Media como un
periodo oscuro previo al renacer cultural de la época. Partiendo de esa base, Cellarius, profesor de Retórica e
Historia en la Universidad de Halle, en la actual Alemania, propuso el comienzo del reinado del emperador
romano Constantino (324) como punto de inicio de la Edad Media, que finalizaría con la caída de
Constantinopla a manos de los turcos en 1453. Un siglo después que Cellarius, el también historiador alemán
Johann Christoph Gatterer establecía los dos hitos generalmente más aceptados hoy en día para dividir estas tres
edades de la historia: la caída del Imperio Romano de Occidente (476) y el descubrimiento de América (1492).
El término de Edad Contemporánea, la cuarta de las edades de la historia según la periodización actual no se
introduciría hasta el siglo XIX. Entonces, diversos historiadores fundamentalmente de la academia francesa,
consideraron que se había producido una ruptura con el periodo conocido como Edad Moderna, establecida
finalmente en el año de la Revolución Francesa (1789). Aunque existen propuestas alternativas para los
acontecimientos que marcan el cambio de cada una de las edades, esta sería la forma más habitual y
generalmente aceptada de dividir las edades de la historia:
Edad Antigua (3.300 a.C. – 476 d.C): desde la invención de la escritura hasta la caída del Imperio Romano de
Occidente (476).
Edad Media (476 – 1492): desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta el descubrimiento de
América (1492).
Edad Moderna (1492 – 1789): desde el descubrimiento de América hasta la Revolución Francesa (1789).
Edad Contemporánea (1789 – actualidad): desde la Revolución Francesa hasta la actualidad.
La principal crítica a esta periodización de la historia es su eurocentrismo. Es decir, todos los grandes hitos que
marcan el cambio de las edades han sido elegidos desde una perspectiva histórica europea. Especialmente
evidente es el paso de la Edad Antigua a la Edad Media que carece de significado para las civilizaciones
orientales, africanas o mesoamericanas. Igualmente el propio concepto de Edad Media, como periodo entre la
edad dorada de la cultura grecolatina y el Renacimiento europeo no son útiles para el estudio de la historia fuera
del viejo continente. La primera gran propuesta alternativa de periodización histórica vino de mano del
marxismo, que se centraba en los cambios en las formas de producción (esclavismo, feudalismo y capitalismo)
y adelantaba una etapa futura de socialismo. Otras propuestas se han centrado en las grandes revoluciones
tecnológicas de la historia como la neolítica o la industrial, pero en general, ninguna ha sido capaz de generar
un consenso que permita la sustitución del viejo modelo de edades de la historia creado por Cellarius.
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Lo anterior es para comprender que la modernidad tiene que ver con todo aquello hace un cambio o una
transformación y en este caso es un término que tiene que ver con el contexto de la modernidad en Europa y
cómo esta modernidad cruzó hasta nuestro continente y ha permeado desde américa del norte hacia América del
sur con la modernización de América Latina mediante los acuerdos con las instituciones internacionales que
regulan el desarrollo económico mundial como el Banco Mundial y la OCDE.
Mejoramiento.- Acción y efecto de mejorar.- Perfeccionar algo, haciéndolo pasar de un estado bueno a otro más
acondicionado favoreciendo su utilidad o servicio para el que fue creado: Ponerse en lugar o grado ventajoso
respecto del que antes se tenía.
Metas.- Una meta o fin es el resultado esperado o imaginado de un sistema, una acción o una trayectoria, es
decir, aquello que esperamos obtener o alcanzar mediante un procedimiento específico. Las organizaciones, los
individuos, los colectivos, todos se trazan metas y procedimientos para tornarlas realidad.
Conservadora.- En filosofía política, se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas y movimientos
políticos que favorecen el uso del poder político o la fuerza del Estado para conservar o restaurar tradiciones —
creencias o costumbres— de un pueblo o nación que pueden ser de tipo religiosas, culturales o políticas (en
estos casos el término conservadurismo es entendido como un tradicionalismo en política o mantener intacto un
orden político presente —quizá el significado más extendido— o como reaccionarismo o restauración de un
orden político perdido), o para —aun estando a favor de una reforma en políticas de gobierno, sociales o
económicas— impedir que el cambio sea radical y solo permitir el cambio gradual (por ello para algunos grupos
políticos el término conservadurismo puede ser más equivalente a reformismo o gradualismo que a
tradicionalismo o reaccionarismo). El conservadurismo puede tomar o rechazar elementos de otras ideologías
políticas —como el liberalismo o el socialismo— con el propósito de conservar o restaurar o reformar
moderadamente determinado statu quo, un statu quo que evoluciona y con ello hace evolucionar al
conservadurismo que lo defiende.
Neoliberalismo.- El neoliberalismo es una «teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la
intervención del Estado». También ha sido definido como «una forma de liberalismo que apoya la libertad
económica y el libre mercado», cuyos «pilares básicos incluyen la privatización y la desregulación». En su
sentido más usual, se refiere a una serie de teorías y propuestas económicas que comenzaron a tomar auge en la
década de 1970, cuestionando al keynesianismo dominante hasta entonces, para volverse en los años siguientes
predominantes en el mundo occidental. El neoliberalismo propone que se deje en manos de los particulares o
empresas privadas el mayor número de actividades económicas posible. Igualmente propone una limitación del
papel del Estado en la economía, la reducción del tamaño del Estado, es decir, una reducción del porcentaje del
PIB controlado o administrado directamente por el Estado. Respecto a la actividad económica, el neoliberalismo
propone la eliminación de restricciones y regulaciones, así como la apertura de fronteras para mercancías,
capitales y flujos financieros.

Las políticas macroeconómicas recomendadas por teóricos o ideólogos llamados neoliberales (en principio
recomendaciones a países tanto industrializados, como en desarrollo) incluyen: Políticas monetarias restrictivas:
Aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero hasta lograr una inflación cercana a cero y evitar el
riesgo de devaluaciones de la moneda.
Políticas fiscales restrictivas: Aumentar los impuestos sobre el consumo[cita requerida] y reducir los impuestos
sobre la producción, la renta personal y los beneficios empresariales. También proponen eliminar regímenes
especiales y disminuir el gasto público.
Liberalización/desregulación: Los partidarios de políticas neoliberales defienden la liberalización o
desregulación para el comercio como para las inversiones por considerarlas positivas para el crecimiento
económico. Igualmente se considera positiva la eliminación de muchas reglas y restricciones, reduciéndolas a
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un mínimo necesario (sobre todo la garantía del régimen de propiedad y de la seguridad). En particular abogan
por aumentar la movilidad de capitales y la flexibilidad laboral.
Privatización de empresas públicas: Se considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y
eficientes que los públicos y que el Estado debe achicarse para ser más eficiente y permitir que el sector privado
sea el encargado de la generación de riqueza.
Exclusión.- Como exclusión nos referimos a la situación de marginación o segregación que afecta a grupos
específicos de la sociedad, como minorías étnicas, religiosas o raciales. La palabra proviene del latín exclusio,
exclusiōnis. Exclusión significa que determinados individuos o grupos de personas tienen condiciones
desiguales o desventajosas en el acceso a determinados bienes, servicios o recursos con relación a otros
individuos o grupos sociales, que se encuentran en posiciones privilegiadas. En la exclusión, los sujetos
marginados no tienen acceso (o experimentan serias dificultades para acceder) a oportunidades laborales,
formativas, culturales o políticas en la sociedad en que viven, a los servicios básicos de agua o electricidad, al
sistema de salud o de protección social. Todo esto repercute, a su vez, en una menor esperanza de obtener un
buen empleo, de mejorar la situación económica o de ocupar posiciones de influencia o poder en las
instituciones del Estado. La exclusión social se manifiesta en la pobreza, en los estigmas, en la discriminación,
o en las condiciones desventajosas en que son obligados a vivir los individuos. Así, pues, una persona excluida
no puede disfrutar plenamente de su condición de ciudadano o gozar de sus derechos como tal. La exclusión
está enraizada muy profundamente en las sociedades, y obedece a determinados sistemas de valores y códigos
según los cuales todas aquellas personas que no se ajusten a estos son rechazadas o apartadas. La exclusión
social a los individuos más vulnerables de una sociedad, así como a las minorías de todo tipo: étnicas, raciales,
religiosas, nacionales, políticas, sexuales, entre muchas otras. Lo opuesto a la exclusión es la inclusión. La
inclusión es la vía para superar los problemas de desigualdad que afectan a nuestras sociedades actuales.
Elitista.- Como exclusión nos referimos a la situación de marginación o segregación que afecta a grupos
específicos de la sociedad, como minorías étnicas, religiosas o raciales. La palabra proviene del latín exclusio,
exclusiōnis.
Autoritario.- Dicho de un régimen o de una organización política: Que ejerce el poder sin limitaciones.
Intervencionista.- Se entiende en un sentido amplio por intervencionismo a la acción de la administración
pública encaminada a regular la actividad de otro ámbito público o privado, fijando normas o realizando
actividades en sustitución de aquel. En un sentido estricto el término alude a un conjunto de acciones que
disminuyen notablemente la autonomía del ámbito intervenido; sin embargo, el término es más usado en el
terreno económico como la afectación de la actividad económica privada por parte del Estado o de cualquier
otra administración pública. El término intervención asume en un nivel filosófico que el Estado y la economía
deben estar inherentemente separados el uno del otro. Por lo tanto, la terminología se aplica a las economías
capitalistas basadas en el mercado, donde la acción del gobierno interrumpe las fuerzas del mercado en el juego
a través de regulaciones, políticas económicas o subvenciones. Sin embargo, las empresas estatales que operan
en el mercado no constituyen una intervención. El término intervención es usado típicamente por los defensores
del laissez-faire y el libre mercado, como también por nacionalistas económicos. Las economías de mercado
capitalistas que presentan altos grados de intervención estatal a menudo se denominan economías mixtas. Desde
una perspectiva de política internacional, el intervencionismo puede definirse como la intromisión de un Estado,
por medio de órganos gubernamentales o no gubernamentales, en la política interior de otro, u otros Estados, en
busca de inferir o cambiar la posición o conducta del Estado intervenido, en favor de sus propios intereses.
Gobierno Paternalista.- Un modo de ejercer el poder por medio del que quien lo ejerce retira la libertad y la
responsabilidad del otro argumentando el bienestar del este último. La conducta de los padres que toman todas
las decisiones que corresponderían a sus hijos creyendo que así se les protege y cuida. La autoridad política, sus
leyes y políticas, que busca cuidar a sus ciudadanos, protegiéndolos del daño que ellos mismos puedan causarse
y guiando su vida a lo que la autoridad cree que es lo mejor para ellos. Es una sustitución de decisiones por la
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que el gobierno toma las que corresponderían a una persona libre. La prohibición de bebidas alcohólicas. Los
impuestos elevados al tabaco y bebidas con calorías. Uso obligatorio de cinturón de seguridad en autos.
Combate a las drogas. Los planea educativos gubernamentales obligatorios. Los programas sociales que anulan
la responsabilidad personal.
Esquema tradicional.- Tradición es cada una de aquellas pautas de convivencia que una comunidad considera
dignas de constituirse y mantenerse de generación en generación. Después de esto sigue como una parte integral
de sus usos y costumbres y se mantiene para que sean aprendidas por las nuevas generaciones, como parte
indispensable del legado cultural. La tradición suele versar genéricamente sobre el conocimiento y también
sobre principios o fundamentos socioculturales selectos, que por considerarlos especialmente valiosos o
acertados se pretende se extiendan al común, así unas generaciones los transmitirán a las siguientes a fin de que
se conserven, se consoliden, se adecuen a nuevas circunstancias. También se llama 'tradición' a los patrones que
pueden formar idiosincrasias, como las tradiciones: egipcia, griega, romana, etc. El cambio social altera el
conjunto de elementos que forman parte de la tradición. La tradición es un modelo mental heredable, que se
transmite de manera individual o colectiva, con base en las enseñanzas o experiencias adquiridas en las
diferentes etapas de la vida de los seres humanos. Haciendo que este modelo mental pueda efectuarse de forma
similar en diferentes personas, con tradiciones idénticas en múltiples partes del mundo. También se emplea la
locución 'tradición popular' para aludir a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística
característicos de una comunidad, en especial a aquellos que se transmiten por vía oral. Lo tradicional coincide
así, en gran medida, con la cultura y el folclore o la sabiduría popular, como en los refraneros. Por ejemplo,
comer un huevo de chocolate en Pascua o un turrón en Navidad, almorzar pasta los domingos o vestir de negro
en señal de luto son algunas tradiciones extendidas en varios países.

La tradición, por lo tanto, es algo que se hereda y que forma parte de la identidad. El arte característico de un
grupo social, con su música, sus danzas y sus cuentos, forma parte de lo tradicional, al igual que la gastronomía
y otras cuestiones. Es importante destacar que, muchas veces, la tradición se asocia a una visión conservadora,
ya que implica mantener intactos ciertos valores a lo largo del tiempo. Por tanto, las creencias de quienes no se
interesan por las tradiciones de su tierra o que intentan cambiarlas suelen ser vistas como 'rupturistas'.
Estado.- Se entiende por Estado (usualmente con mayúsculas) la organización humana que abarca la totalidad
de la población de un país, estructurada social, política y económicamente mediante un conjunto de
instituciones independientes y soberanas que regulan la vida en sociedad.
Estado planificador.- el Estado “planifica” los fines que con su propia actividad va a perseguir, y los medios que
al efecto va a emplear él mismo. Caso típico en esta tendencia son los llamados “planes de trabajos públicos,” o
en general los planes de inversiones públicas.
Estado evaluador- Whitty et. al. (1999) sostienen que la presencia de un Estado Evaluador se caracteriza por
poseer mecanismos de control y rendición de cuentas, dejando el sentido de garantía del derecho a la educación
al espacio no estatal. Como explica Power (1997) “esto no equivale a un menor control estatal, sino
simplemente a la sustitución de los métodos de control directo por técnicas “liberales” de control indirecto, que
pueden ser más eficaces como instrumentos ejecutivos del Estado”
Surgimiento del Estado Evaluador
En América Latina, el Estado evaluador surge a mediados de los años ochenta como un mecanismo de
coordinación y regulación de los sistemas de educación superior para que las instituciones se pongan en
condiciones de responder a los desafíos y procesos del cambio económico, social, científico y tecnológico. Así,
la evaluación en las universidades, está estrechamente ligada a la visión de que, las dimensiones tanto sociales y
culturales deben subordinarse a propósitos económicos. La introducción de mecanismos de evaluación, por
parte del estado, inician como una medida para enfrentar la debilidad del gasto público educativo destinado al
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nivel superior, en el marco de la crisis económica mundial de los ochenta. La evaluación se comienza a
introducir en México primero en la educación superior y posteriormente se moverían a todos los demás niveles
de educación, tanto media superior como básica y se institucionaliza con el Programa de Modernización
Educativa (en 1989) que establece la evaluación permanente en las universidades. La idea de evaluación está
vinculada a la idea de la calidad, así, con esta, se busca elevar la calidad de los insumos, procesos y resultados
de la educación superior sometiendo a una evaluación constante a sujetos, programas, instituciones y el propio
sistema educativo.
Introducción.
Se analiza cómo han operado las políticas y sus objetivos. La capacidad del estado para cambiar el sistema ha
muy sido limitada. La política educativa carece de brújula. Al final de la década hay una modernización
conservadora, un gobierno paternalista tradicional que al estado evaluador que caracteriza actualmente a otros
países. Para defender estos puntos de vista el autor parte de que el estado mexicano adoptó la lógica de un
Estado Evaluador imitando a otros países. Arguye que en el caso mexicano, el gobierno regresó al esquema
tradicional del estado planificador. En segundo instancia resalta que la regulación que surgió en los noventas ha
sido una creciente exclusión y que resulta difícil hablar de política de educación superior. Un tercer punto que
analiza es la profundidad de los cambios propuestos, en la que solo se enfocaron en ajustes y acciones
remediales, perdiendo propuestas controversiales para cambios estructurales. Wietse termina con observaciones
sobre las cuestiones ineludibles para los años venideros.
1.-El ocaso del Estado Evaluador
En 1991, la revista Universidad Futura organizó una mesa redonda de expertos para debatir las políticas
públicas. Esta mesa motivada por la decisión que tomó el gobierno de que a partir de 1989: se diera inicio a
sistematizar distintas formas de evaluación, desde el sistema hasta el individuo, y se introdujeron fondos
especiales. El financiamiento estaría condicionado a los resultados de la evaluación, la calidad contaba como un
valor preciado después de dos décadas de crecimiento feroz que había dejado sus efectos perversos. Había
mucho desconcierto en el sistema, muchas dudas.. El consuelo era que el gobierno, a cambio de la aceptación de
la evaluación, ofrecía incrementos importantes en el financiamiento. Las nuevas políticas reflejaron los cambios
emergentes en otros países en la relación entre gobierno y educación superior. Se trataba del surgimiento del
Estado Evaluador, basado en el "timoneo a distancia", donde el gobierno fijaba las metas, apostaba fondos
al mejor competidor, y premiaba o castigaba según los resultados de la evaluación. Un gobierno menos
pesado en cuanto a la formulación de reglas y control directo, pero más intervencionista al condicionar el
financiamiento con el cumplimiento de las metas. Gestión de neoliberalismo recorriendo todas las instituciones
del mundo, y México no estaba exento de estas tendencias mundiales. Habría cambios drásticos en el sistema.
Al final de la década, se llegó a una situación polarizada. La cobertura y el crecimiento volvieron a ocupar el
lugar privilegiado que tuvieron en décadas pasadas y después de la introducción del Programa de Mejora del
Profesorado (PROMEP) en 1996, las metas principales son cuantitativas. Es importante señalar que al final
de los 90, la evaluación ya no figura como el eje central de las políticas. Aunque formalmente se sigue
realizando, la evaluación institucional dejó de tener importancia, después de haber sido el programa más
polémico al inicio de la década. Igualmente, la evaluación del sistema no figura. Continúa la evaluación de
programas a través de los Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES), y la
del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para el Padrón de Excelencia de posgrados. Se
aplican exámenes de ingreso y egreso a través del Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL). Siguen el
programa de estímulos a la docencia y el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Apareció un proceso
nuevo, con la evaluación de académicos para el perfil PROMEP, consistente en la entrega de documentos al
PROMEP, y la asignación de recursos para insumos personales de trabajo de los que cumplen el perfil definido.
Hay entonces continuidad en los procesos de evaluación, y el lector notará que incluso hay tres procesos e
instancias para evaluar académicos: el SNI, la institución y el PROMEP. Pero, aunque estos procesos
continuaron, el nuevo eje de las políticas es PROMEP y su lógica es distinta. Con la presentación de PROMEP
en 1996, se empiezan a introducir cambios en la regulación: el enfoque del gobierno federal cambió del
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"Estado Evaluador" hacia la planeación central. El postulado de PROMEP es que el cambio institucional
depende básicamente de una formación de posgrado para los académicos en servicio. Como tal, pareciera
inicialmente un programa de superación académica semejante a tantos anteriores. Aunque inició como tal,
posteriormente empezó a incluir otros aspectos. Se procedió a elaborar convenios de desarrollo con cada unidad
académica (convenios DES-PROMEP) para planear el número de profesores que necesita superarse. Sin
embargo, los convenios también incluyeron una planeación del número total de profesores, de la proporción de
tiempos completos, de la infraestructura (cómputo, bibliotecas, laboratorios, espacios físicos), de la oferta de
programas, del crecimiento de la matrícula y de las líneas de investigación a desarrollar, cada una con su cuerpo
académico. Posteriormente, tanto el Fondo para la Modernización de la Educación Superior (FOMES) como las
autorizaciones de nuevas contrataciones empezaron a basarse en los convenios. Así, hacia finales de la década,
FOMES otorga apoyo para la infraestructura contemplada en los convenios, mientras las autorizaciones de
contratación siguen lo plasmado en los planes, con la exigencia que los nuevos contratados deben cumplir con
el perfil PROMEP. Así, PROMEP desembocó en un ejercicio de planeación central, donde se asignan los
recursos extraordinarios y los incrementos de los recursos ordinarios a partir de planes de desarrollo con una
vigencia de diez años (hacia el 2006), acordados entre unidades académicas y el gobierno federal. El cambio
de estrategia también se observa en FOMES. Al inicio de la década, FOMES asignaba recursos para proyectos
de reforma institucional, ligados a la evaluación institucional. A partir de 1997, cambió de mega-proyectos
institucionales a proyectos presentados por cuerpos académicos, y de proyectos de cambio institucional hacia
apoyos para la infraestructura planeada en los convenios DES-PROMEP. Cabe acordarse que todavía en 1993
se consideraba que el FOMES asignaba demasiado a infraestructura (en ese entonces el 50% del total asignado)
ya que su objetivo estaba en cambiar las funciones sustanciales (Kent, et al., 1998). A partir de 1998, se
estableció que por lo menos el 80% de los recursos se debe destinar a la infraestructura, con preferencia para los
cuerpos académicos consolidados. Así, a primera vista, la década se destaca por la continuidad de políticas, a
diferencia del pasado. Sin embargo, aunque las políticas al final de la década son prácticamente las mismas que
al inicio, hay algunos que cambios merecen ser destacados. Los documentos oficiales siguen mencionando a la
evaluación institucional y a la CONAEVA, pero en la práctica no parecen existir. La estructura del SINAPPES
y COEPES aparece como algo que se instaló a finales de los setenta y que opera desde entonces, pero esa
estructura había desaparecido durante los 80. Otros programas, como el programa de estímulos, fueron objeto
de críticas, incluso en el PDE, pero continuaron sin cambios. Finalmente, se introdujo una política nueva para
mejorar los académicos, declarada posteriormente como eje central, con lo que cambió la lógica del
financiamiento para la modernización. Cabe destacar también que, mientras hay continuidad de políticas
lanzadas desde inicios de la década, algunas acciones nuevas anunciadas en el PDE nunca se llevaron a la
práctica. Aparecieron, pero no prosperaron, propuestas como el padrón de licenciaturas de alta calidad, las
becas para estudiantes de licenciatura, las fórmulas para el financiamiento, el sistema nacional de información o
la acreditación. Quizá más que la continuidad, debe sorprender que a pesar de la falta de operación de ciertas
políticas y el cambio de criterios o objetivos en otras, no hubo anuncio público de un cambio de rumbo. Sin
anuncios formales, la planificación central remplazó al estado evaluador.
Qué entiendes por ocaso del estado evaluador
El gobierno: Fijaba las metas, apostaba fondos al mejor competidor, premiaba o castigaba según los resultados
de la evaluación. El Gobierno fue menos pesado en cuanto a la formulación de reglas y control directo.
Gobierno Intervencionista al condicionar el financiamiento con el cumplimiento de las metas. Al final de la
década, la situación es diametralmente opuesta. La cobertura y el crecimiento volvieron a ocupar el lugar
privilegiado que tuvieron en décadas pasadas y después de la introducción del Programa de Mejora del
Profesorado (PROMEP) en 1996, las metas principales son cuantitativas. Al final de los 90, la evaluación ya no
figura como el eje central de las políticas. Aunque formalmente se sigue realizando, la evaluación
institucional dejó de tener importancia, después de haber sido el programa más polémico al inicio de la
década. La evaluación del sistema no figura. Continúa la evaluación de programas a través de los Comités
Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES), y la del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) para el Padrón de Excelencia de posgrados. Se aplican exámenes de ingreso y egreso
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a través del Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL). Siguen el programa de estímulos a la docencia y el
Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Apareció unproceso nuevo, con la evaluación de académicos para el
perfil PROMEP, consistente en la entrega de documentos al PROMEP, y la asignación de recursos para
insumos personales de trabajo de los que cumplen el perfil definido. La planificación central remplazó al estado
evaluador. Así, la modernización educativa se centra en la creación de condiciones de primer mundo para un grupo
reducido: unos 20 mil profesores de tiempo completo que laboran en las universidades públicas, para los cuales se
crean mecanismos de normalidad académica, normalidad entendida como estándares del primer mundo. Para
retomar una caracterización de Manuel Gil, la política pública define a este grupo reducido como actores (o quizá
rehenes, pero incluidos al fin de cuentas), al mismo tiempo que declara a los demás como espectadores. No que lo
demás opera mejor por el mercado y la autorregulación, sino lo considera como mal necesario para mantener la parte
que si vale la pena, como algo que permite la continuidad, que desvía presiones.

Conclusiones
La evaluación en la educación es tan vieja como la escuela misma, claro con sus diferentes etapas e intenciones. No se
evalúa para lo mismo, es decir, la evaluación que se realizaba en otros tiempos no busca los mismos fines que se buscan
ahora. Todo eso depende del papel que el Estado ha ido desarrollando en los últimos años. En las últimas décadas y
gracias a la introducción de nuevas políticas neoliberales se han traducido esos objetivos en la evaluación, cambiaron de
ser únicamente para llegar a conocer los puntos débiles y tratar de cambiarlos a crear un ambiente competitivo y de
condicionar apoyos sujetos a dichas evaluaciones, abandonando, el Estado, su papel de proveedor de servicios públicos
(no sólo de educación sino de otros servicios como la salud). En respuesta a esta incapacidad se presentan dos opciones
para el Estado: la desregulación por medio de la privatización y la regulación indirecta mediante el Estado evaluador. En
comparación con otros países destaca la ausencia de cambios, para bien o para mal (no todos los cambios en otros
países fueron tan felices). No hay reestructuración del sistema, cambios importantes en el organizacionales,
reestructuración de programas. Es, básicamente, una política centrada en la mejora de las calificaciones de los
profesores y de la infraestructura, de crecer, no de cambiar.

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