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El papel de los micronutrientes y el efecto de la

inmunomodulación en la era de las vacunas

Investigaciones recientes han demostrado que la deficiencia micronutricional se asocia de


forma común con una respuesta inmunitaria comprometida, infecciones del tracto respiratorio
e incluso el incremento a la susceptibilidad de infección por COVID-19. El mantenimiento de un
equilibrio micronutricional es esencial para reducir la morbilidad y la probabilidad de ser
infectado por patógenos.

Vitamina A:

La vitamina A afecta de forma significativa la regulación de la inmunidad celular, a través del


crecimiento y diferenciación de los linfocitos B y de la inmunidad innata, vía las células NK
(Natural Killer), macrófagos y neutrófilos. También juega un papel en la respuesta inflamatoria,
tomando parte activa en la señalización por citoquinas y en la inmunidad humoral por
anticuerpos. Por ejemplo, la vitamina A y otros retinoides pueden incrementar la eficacia del
interferón-1 (IFN-1), una citoquina antiviral muy significativa liberada por el sistema
inmunitario innato. Durante la etapa inicial de la infección viral, el sistema inmunitario innato
responde liberando el IFN-1, no obstante, SARS-CoV-2 puede suprimir la actividad del IFN-1.
Los retinoides, entre los que destaca el ácido retinoico, son metabolitos activos de la vitamina
A que comparten propiedades inmunomoduladoras y pueden mejorar las acciones del IFN-1.
La vitamina A interviene en la función inmune, la salud ocular y todas las actividades
requeridas para el crecimiento del organismo y su deficiencia da lugar a un incremento en la
susceptibilidad a la infección a través de la mucosa ocular, respiratoria y gastrointestinal,
puesto que la vitamina A tiene un papel destacado en la integridad del epitelio de la mucosa
(piel y membranas mucosas). Actualmente, se están llevando a cabo estudios que sugieren que
la suplementación con vitamina A puede ser un tratamiento complementario recomendado
para casos confirmados de COVID-19, tanto para el tratamiento asistido del virus SARS-CoV-2,
como en la prevención de la infección pulmonar.

Vitamina C:

La vitamina C es un antioxidante eficiente que no sólo dona electrones, sino que también
elimina las especies reactivas de oxígeno, hecho que fortalece la función y actividad de las
células inmunitarias (la función leucocitaria y la migración de los glóbulos blancos a través de
la movilización de monocitos y neutrófilos) y evita que los tejidos sean dañados por agentes
oxidantes. Durante una infección, los niveles de vitamina C se reducen, por lo que se requiere
de mayor cantidad para conseguir un equilibrio. La vitamina C estimula la actividad
neutralizadora de los radicales de oxígeno de la piel, y mejora la función barrera de la piel. Su
deficiencia altera la inmunidad y conduce a una mayor susceptibilidad a la infección, que acaba

aumentado aún más la gravedad de la enfermedad y el riesgo de neumonía. La alteración de la


función de la barrera epitelial puede recuperarse mediante la administración de vitamina C. Su
suplementación puede tratar y prevenir de forma efectiva las infecciones del tracto
respiratorio (ITR) y la severidad de neumonía presente en personas de edad avanzada
hospitalizadas. Respecto al tratamiento de la COVID-19, una dosis oral de 1 a 2 gramos diarios
puede ser de ayuda a nivel profiláctico, y en casos severos, una dosis mayor puede ser
considerada. Además, el ácido ascórbico, ya sea de forma aislada o junto otros compuestos
naturales pueden inhibir la expresión de la ECA2 (Enzima convertidora de angiotensina) en las
células pequeñas del alveolo epitelial limitando la entrada del SARS-CoV-2.

Vitamina D:

La vitamina D presenta la capacidad para suprimir la tormenta de citoquinas y fortalecer la


respuesta inmunitaria, ya sea innata o adaptativa. La inmunidad innata de personas con
COVID-19 incrementa la producción tanto citoquinas anti como proinflamatorias. Los
receptores de la vitamina D (RVDs) pueden ser expresados por las células inmunitarias y
diferentes células inmunes (macrófagos, monocitos, células dendríticas, células T y células B)
pueden convertir la vitamina D en su forma activa 1,25 dihidroxivitamina D (1,25-(OH) D). Este
mecanismo permite una regulación local de la vitamina D activa para poder intervenir en la
zona donde se produce la inflamación. Existen niveles elevados de RVDs, particularmente en el
epitelio pulmonar, por lo que una depleción de vitamina D reducirá la integridad de la barrera
pulmonar, incrementando la permeabilidad pulmonar. De este modo, ante una infección viral,
la activación de la vitamina D en el pulmón, puede atenuar las citoquinas inflamatorias y la
permeabilidad pulmonar, estimulando el efecto antimicrobiano en la barrera pulmonar. La
suplementación con vitamina D ha demostrado ser efectiva para combatir las ITR, tuberculosis,
asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Más importante aún, un
metaanálisis de estudios controlados aleatorios, indica que la suplementación con vitamina D
reduce la frecuencia de ITR. Además, un estudio con casos de COVID-19 ha postulado que la
toma oral de vitamina D puede ser una manera fácil de restringir la infección viral regulando a
la baja el receptor de ECA2, atenuando la severidad de la enfermedad y reduciendo la
frecuencia de la tormenta de citoquinas y la respuesta pulmonar proinflamatoria.

Vitamina E:

La evidencia nos demuestra que la deficiencia en vitamina E compromete tanto la inmunidad


celular como la humoral. Apoya las funciones mediadas por los linfocitos T, optimiza la
respuesta Th1 y suprime la Th2. La suplementación con vitamina E ha demostrado fortalecer la
inmunidad e incrementar la resistencia frente a diversos patógenos. La mayoría de estudios en
humanos se han centrado en personas ancianas, ya que son grupos poblacionales que de
forma común contraen enfermedades respiratorias, y los resultados nos indican que el estrés
oxidativo es uno de los mecanismos patológicos que desencadena el síndrome de distrés
respiratorio agudo (SDRA) relacionado con la infección por la COVID-19. La suplementación
con vitamina E puede reducir la producción de radicales superóxido recuperando el equilibrio
del sistema antioxidante, beneficiando así el progreso del tratamiento de la COVID-19.

Zinc (Zn):

La deficiencia en Zn se asocia con disfunción inmunitaria y un incremento de la susceptibilidad


a enfermedades infecciosas. Juega un papel esencial tanto en la inmunidad adaptativa, la
innata y en la producción de citoquinas. También muestra propiedades antioxidantes, por lo
que el mantenimiento de unos niveles adecuados proporciona un estado antiinflamatorio que
optimiza la respuesta inmunitaria posibilitando una reducción de la tasa de infección. Las
enzimas virales dependientes de Zn son las que inician el proceso infeccioso y publicaciones
recientes indican que los niveles de Zn están directamente asociados con la mejora de los
síntomas de COVID-19. Resultados procedentes de personas hospitalizadas diagnosticadas con
COVID-19 han demostrado que los síntomas mejoraron tras una dosis oral de Zn.

Hierro (Fe):

La deficiencia de Fe se relaciona con un descenso de la eficacia de las células NK y los linfocitos


y una reducción de la producción de citoquinas. De forma opuesta, un exceso puede producir
toxicidad celular, por lo que su monitorización resulta imprescindible. Respecto a la COVID-19,
niveles bajos de Fe predisponen hacia síntomas severos del SARS-CoV-2.

Selenio (Se):

Las selenoproteínas, que actúan como antioxidantes celulares, están involucradas en la


respuesta inmune y dependen de los niveles de selenio. Principalmente, participa en la
diferenciación, proliferación y el normal funcionamiento de la inmunidad innata. También es
parte de la inmunidad adaptativa dando apoyo a la producción y desarrollo de los anticuerpos.
La deficiencia en Se puede reducir la concentración de anticuerpos, reducir la citotoxicidad de
las células NK, comprometer la inmunidad celular y atenuar la respuesta a la vacunación. La
suplementación con Se puede recuperar e incluso mejorar la respuesta inmunitaria frente al
virus.

La inmunidad de la vacunación.

Hasta la fecha, las autoridades sanitarias recomiendan tres vacunas: dos son vacunas de
nanopartículas lipídicas de ARN mensajero (ARNm) y la tercera utiliza un vector viral. De las de
ARNm una de ellas codifica para el dominio de unión del receptor para la proteína S del virus,
la segunda codifica para la proteína S vírica, mientras que la tercera introduce el ADN de la
proteína S mediante un adenovirus no infeccioso. La nanopartícula lipídica de ARNm entrará
en la célula humana y se traducirá en una proteína antigénica que será presentada a los
linfocitos citotóxicos a través del complejo de histocompatibilidad tipo I y posteriormente
presentada a los linfocitos T helper y linfocitos B a través del sistema de histocompatibilidad
tipo II. El adenovirus no infeccioso, por su parte, transporta el ADN al interior de la célula, que
lo transformará en ARNm para posteriormente traducirlo en proteína S. La proteína S iniciará
la respuesta inmunitaria de manera similar a la expuesta en el caso de las vacunas de ARNm.
Los micronutrientes están involucrados en la respuesta ante la entrada del virus, tanto en la
respuesta inmunitaria innata como la respuesta inmunitaria adaptativa. Además, son
indispensables en la respuesta inmunitaria frente a la vacunación (Figura 1): La vitamina A, C,
D, E, el Fe y el Zn pueden mantener la integridad epitelial y la función barrera del tracto
respiratorio. La vitamina C, E, Zn y Se son antioxidantes eficientes. En la inmunidad innata, la
vitamina, E, Zn y el Se regulan la función de las células Natural Killer. Las vitaminas C y D
apoyan la actividad, movimiento y función de las células inmunitarias. En la inmunidad
adaptativa las vitaminas A y E median el desarrollo de la respuesta Th1 y Th2. La vitamina E
incrementa la memoria de los linfocitos T. Las vitaminas A, C y el selenio ayudan en la
producción de anticuerpos por parte de los linfocitos B.
Ante lo anteriormente expuesto y considerando los datos recientes, para mejorar la respuesta
inmune y descender los contagios de diversas enfermedades infecciosas, una suplementación
micronutricional profiláctica adecuada es una herramienta clave a tener en cuenta.

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