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POLICIA NACIONAL DEL PERÚ

ESCUELA NACIONAL DE FORMACIÓN PROFESIONAL POLICIAL


Escuela de Educación Superior Técnico Profesional PNP

TRABAJO APLICATIVO GRUPAL


DELINCUENCIA Y PERSONALIDAD

Alumnos : ALO PNP VILCHEZ NUÑEZ, Luis Alberto

ALO PNP SORIANO FLORES, Adrián

ALO PNP YNFANTE ARBOLEDA, Juan Diego

ALO PNP VILLANUEVA IZAGUIRRE, Steven

ALO PNP SILGADO PEREZ, Mariano Martín

U.D. : PSICOLOGÍA DEL DELINCUENTE

Sec : “3”

Prom. : Protectores de la Democracia

Docente : SS PNP BENITEZ SANCHEZ, Segundo Arcadio

CHICLAYO – PERÚ

2022
Contenido
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.......................................................................3
1. INTRODUCCIÓN: ........................................................................................................4
2. Descripción General ....................................................................................................6
3. Delincuente y Delito .................................................................................................. 10
3.4.1 Conducta de Robo......................................................................................... 13
3.4.2. Conducta de Daño en propiedad ajena..................................................... 14
3.4.3. Conducta de Lesiones .................................................................................. 14
3.4.4. Conducta de Daños a la Salud.................................................................... 15
3.4.5. Conducta Delictiva Sexual ........................................................................... 15
4. Conducta Delictiva .................................................................................................... 17
4.4. Conceptos de Conducta Delictiva .................................................................. 17
4.5. Factores de la Conducta Delictiva ................................................................. 21
4.5.2. Dinámica familiar............................................................................................ 21
4.5.3. Aspecto Psicológico ...................................................................................... 26
4.5.4. Estructura socioeconómica .......................................................................... 29
4.6. Estudio de la Conducta delictiva en Perú..................................................... 31
5. Delincuente: ............................................................................................................... 33
5.4. Historia del menor infractor en el mundo...................................................... 33
5.5. Historia del infractor en Perú........................................................................... 36
5.6. Consejo Tutelar para Infractores.................................................................... 39
6. Personalidad del delincuente: ................................................................................. 41
7. CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS O CONGÉNITAS ...................................... 42
8. CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS................................................................. 44
9. CARACTERÍSTICAS SOCIALES ........................................................................... 44
10. CAUSAS ................................................................................................................. 46
11. CONSECUENCIAS ............................................................................................... 47
12. ESTUDIOS DE CASOS:....................................................................................... 48
MIRYAM FEFER ........................................................................................................... 48
VAN DER SLOOT......................................................................................................... 49
13. REFERENCIAS: .................................................................................................... 51
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:
En 2001 se contaba en el país con 157 instituciones para menores
infractores donde fueron puestos a disposición 2694 casos; se
proporcionaron 16756 asistencias jurídicas a menores, cifra mayor en
1% con relación al año 2020. Para el 2022 el registro nacional de
menores infractores quedo conformado por 136 instituciones, 21
instituciones menos que el año anterior; este año fueron puestos a
disposición 2760 menores lo que significó un incremento del 2.4 respecto
del 2001; el 23.1% de los casos fueron reincidentes. En este año se
proporcionaron 19349 asesorías jurídicas dato mayor en 15.5% al
2001. En 2022 fueron puestos a disposición 8960 menores cifra
superior en 30.1% al 2001. De estos, 811 reincidieron representando un
23.1%. Finalmente, en 2020 se emitieron 10122 resoluciones, 45.5%
superior a las del año 2022.

Si bien este estudio propone lograr un acercamiento a la


problemática referida a los delitos cometidos por los niños y adolescentes
a partir del análisis de los expedientes que aporta el sistema judicial, no se
aborda el tema de la delincuencia desde un punto de vista legal, sino
más bien se propone sostener un punto de vista psicológico desde el cual
se puedan explicar cuestiones psicosociales implicadas en la delincuencia
observando este fenómeno como una manifestación colectiva de los
problemas de ajuste y mala adaptación del individuo que se daña a sí
mismo, a la vez que daña a su grupo social.

El objetivo de este estudio es conocer y definir la problemática de la


población juvenil que ingresó a las instituciones de readaptación social en
los Lima, Amazonas y Madre de Dios, en un lapso de tiempo que
comprende del 2020 al 2022.
Como consecuencia de lo expuesto durante la investigación se
desprende el hecho de que se pueda decir que la conducta delictiva de los
jóvenes se incrementa gradualmente y toma diversas formas de
expresión; parece iniciarse en edades más tempranas del desarrollo
manifestándose en estratos de la población con un nivel de instrucción
escolar bajo.

A partir de analizar los registros de ingreso de estas


instituciones de readaptación, se pueden identificar las características de
mayor importancia asociadas con el comportamiento antisocial.

1. INTRODUCCIÓN:

Nuestro país llegó a un punto crítico, en los últimos años, tanto que la
delincuencia se convirtió en parte de nuestra vida cotidiana, es de sumamente
importante identificar la trascendencia de la delincuencia como un problema social
que perjudica en el desarrollo total o parcial de todos los países, a la nación en
general, a las culturas y grupos étnicos de las diferentes regiones de nuestro país,
esto conllevó al estado a buscar una definición puntual sobre la delincuencia. Por
estas razones, en el Perú se define la delincuencia como “El conjunto de
infracciones de fuerte incidencia social cometidas contra el orden público”
(Velásquez, 2012).
Entonces; cuando hablamos de delincuencia nos referimos al conjunto de actos
que van en contra de la ley, juzgados por la misma y muchas veces, merecedores
de castigo por la sociedad, en diferentes grados según se indique en el Código
Penal. También podría definirse como una conducta que no se acoplan con las
normas o lineamientos establecidos. Por lo antes mencionado, la delincuencia n o
coincide con el código penal de cada país. En conclusión, delincuente es quien
comete un delito, siendo considerado, un ser antisocial, resaltando que este tipo
de acciones perjudican el funcionamiento de nuestra sociedad, poniendo en
peligro a toda la población.
La delincuencia es el tema que más preocupa a la sociedad actual,
DEBIDO principalmente al aumento del número de delincuentes y a que cada vez
los delitos que se cometen sean realizados por menores, en nuestra sociedad la
delincuencia es muy común y aun mas cuando los hechos delictivos son
cometidos por menores de edad, es lamentable que esto sea ya muy común ya
que en lugar de que los menores asistan a un centro educativo se dedican a
robar algo que no es adecu ado a su edad porque bien dice el dicho que “Árbol
que crece torcido jamás sus ramas endereza y esto traerá como consecuencia un
alza en el índice de delincuentes en un tiempo no mayor a 5 años, los delitos
cometidos por los adolescentes e incluso niños pueden ser de carácter menor o
también llegar a ser graves y clasificados lo que cabe recalcar es que en muchas
ocasiones estos actos no son planeados para afectar en gran manera a la
sociedad sino que solamente lo realizan como tarea diaria, entre los del itos más
resaltados en nuestra sociedad podemos mencionar a: los asaltos, robos, fraudes,
violaciones, vandalismo, grafitis y pinturas en muros y monumentos, entre otros.
En Perú existen dos aspectos de gran influencia que pueden llevar a una
persona a convertirse en delincuente, éstos son la conducta y la violencia de la
persona, así como el ambiente en que se desenvuelve. Además, en la conducta y
la violencia hay diversos factores que los determinan, éstos pueden ser factores
internos, externos y psicológicos. La delincuencia, siendo un problema tan grave,
ha llevado a que se divida en categorías o tipos, entre los cuales se menciona la
delincuencia organizada, la delincuencia común y la delincuencia juvenil, en
nuestro país la máxima manifestación de delincuencia la generan los grupos
denominados “bandas” o “pandillas”, los cuales realizan actos delictivos que van
desde el crimen organizado hasta el crimen común, logrando de esta forma el
apoderamiento de las diferentes áreas del país, cabe men cionar que estos grupos
tienen sus propios rituales y una cultura definida, en la que se establecen leyes y
deberes e incluso un orden jerárquico, que les proporciona medios para alcanzar
un crecimiento sustancial.
Debido a este crecimiento se ha generado una delincuencia que crea una esfera
de miedo en todos los pobladores, a causa de la cual se exigen al estado que se
cumpla con el derecho a la seguridad, que éste debe garantizar; sin embargo, y
ante la ineficiencia de los organismos encargados en velar por la seguridad de las
personas, se ido perdiendo la credibilidad en ellos y se han conformado con vivir
en estas condiciones precarias que prohíben la libertad y realización plena de las
personas.

2. Descripción General

La delincuencia juvenil es un problema que se ha tratado históricamente desde


diversos puntos de vista morales, religiosos, psicológicos, jurídicos e inclusive
biológicos. Las causas que se le han atribuido inicia lmente son los factores
personales refiriéndose con esto a alteraciones congénitas o trastornos de la
personalidad, y aunado a estos un inadecuado desarrollo moral y psicológico en la
infancia. Así mismo, se ha hecho referencia en la literatura a factores que se
encuentran externos al individuo como sería el caso de la condición económica en
la que vive, el medio familiar en el que se desenvuelve y los grupos sociales con
los que convive.

El estudio de la conducta delictiva debe hacerse siempre en función de la


personalidad y del inseparable contexto social en el que está inmersa, ya que el
individuo se adapta al mundo a través de sus conductas y que la significación y la
intencionalidad de las mismas constituyen un todo organizado que se dirige a un
fin (Marchiori,1989).

La finalidad de una conducta delictiva se puede interpretar como la necesidad


natural por resolver tensiones producidas, la conducta es siempre respuesta al
estímulo, como defensa, en el sentido de que protege al organismo de la
desorganización. Generalmente, la conducta delictiva es una conducta defensiva
para mantener el equilibrio, logrando a través de este cierto ajuste, pero sin
resolver el conflicto (Marchiori, 1989).
Por otra parte, Austin (1978) habla de que las conductas agresivas de los jóvenes
carecen de una verdadera meta y que son actos impulsivos difíciles de controlar.

Hablar de delincuencia juvenil obliga a establecer un marco de referencia que


reconozca esta etapa de la vida como una era turbulenta, en el sentido de que es
una etapa transitoria con severos cambios corporales, hormonales y sobretodo
mentales que representan una gran confusión para poder definir una identidad
con madurez intelectual y social que permita afrontar al sujeto su propia
existencia.

El ser humano tiende a satisfacer sus impulsos instin tivos, buscando con ellos el
goce de un placer, más si estos impulsos chocan con los principios éticos,
morales y religiosos o con el orden jurídico vigente, ellos son reprimidos. Dicha
represión crea un estado de displacer o de sufrimiento interno. La liberación de
tales impulsos contenidos descarga esa tensión penosa (Tocaven, 1990).

Vemos pues, que la delincuencia juvenil es reflejo de una personalidad que


carece de estructura y que se observa como un obstáculo para enfrentar la
transición a la vida adulta; el sujeto adopta una actitud defensiva y quizá de
rebeldía contra las normas en general; lo que le lleva a la marginación de su
medio, alterando esta oposición de manera patológica en actos de delincuencia.

Comenta Tocaven (1990) que, las características psicológicas del infractor se


manifiestan con claridad y nitidez en su acción social, estas representan una serie
de peculiaridades entre las que destaca un desbordamiento de la agresividad, que
va pasando por todas las formas y fases evolutivas por las que ha pasado la
humanidad en su evolución histórica.

Así, el término “delincuencia” se emplea con distintos alcances y en un amplio


sentido comprende todas las formas de conductas marginales del menor en su
interacción con la sociedad que atentan contra los principios básicos de
convivencia en ella establecidos.
El problema de inadaptación social de los menores data de mucho tiempo atrás,
pero ha adquirido especial gravedad en esta época y por ello amerita una
cuidadosa reflexión y un adecuado tratamien to.

Ciertamente, en los últimos años, se ha registrado un aumento en la conducta


antisocial de los menores y esto se debe a que el fenómeno delictivo obedece a
situaciones como el desempleo, la pobreza, la insatisfacción de las necesidades
básicas, el acceso marginal a la educación y la salud, la violencia, la
desintegración familiar y el rápido crecimiento demográfico, entre otros.

El menor infractor puede ser resultado de la suma de estos factores y actúa de


manera desconfiada limitando el ejercicio de su libertad y viviendo un clima de
inestabilidad, lo que se traduce ya a las grandes masas como una incapacidad por
lograr orden, armonía y equilibrio por garantizar la paz y justicia social del medio
en el que vive.

La población peruana está integrada por u n porcentaje importante de menores de


edad quienes son víctimas de los problemas urbanos mencionados lo que origin a
la necesidad social inaplazable de rescatar de estas adversas circunstancias a
este importante sector de la población.

En nuestro país durante el transcurso de los últimos 10 años, los medios de


comunicación han transmitido incesantemente un discurso que expresa un
incremento de la delincuencia y de la participación niños y adolescentes en la
comisión de delitos, así como también un aumento en su reincidencia. Hoy día,
estando conscientes de la problemática, debemos asumir responsabilidades para
la solución de esta problemática.

El análisis de la criminalidad en Perú revela un incremento en relación directa a la


cantidad de la población total en razón de más de 3% anual, comparado con un
2.5% para el resto de los países de acuerdo con la ONU.
Innegablemente los índices de delincuencia han crecido en todo el país. Por
ejemplo, según los datos estadísticos disponibles durante el periodo de 1990 –
1994, en el ámbito nacional, hay un reflejo de una tendencia delictiva creciente del
13%. Para mediados de 1995, entre las 10 regiones con mayor incidencia se
encontraban Lima y El Callao.

En ese mismo año, las entidades que presentaron el mayor número de ingresos a
instituciones tutelares de manera considerable fueron el Piura y Trujillo con un
promedio de edad de entre 15 y 18 años, siendo el total de ingresos a nivel
nacional en ese año de 32551 menores. El tipo de infracción que más se cometió
fue el robo; le siguieron los delitos de daños contra la salud y el daño en
propiedad ajena cometidos en un 90% por varones .

Según la estadística presentada en el cuarto informe de labores de la Secretaria


de Seguridad Publica, en este 2004, respecto del tratamiento de menores
infractores se anota que se atendieron a 3mil 736 menores tan solo en Lima
Metropolitana, cifra que representa el 33.2 por ciento mas respecto a los 2 mil 804
registrados en el mismo periodo del año anterior. De los menores puestos a
disposición de septiembre de 2003 a julio de 2004, el 25.8 por ciento fueron
reincidentes. En el mismo periodo del año anterior, el porcentaje de reincidentes
fue del 22.4 por ciento, es decir, 3.4 puntos porcentuales menos. La mayoría de
los ilícitos cometidos (87% en el 2004) los realizan aquellos que tiene entre 15 y
17 años de edad, descartando el mito que sugiere que los jóvenes inician cada
vez a edades más tempranas la carrera delictiva.

Respecto de la tipología de las infracciones, el robo es la prin cipal causa por la


que los jóvenes son puestos a disposición del Consejo Tutelar; en sus diversas
modalidades registra el 78% del total de las infracciones en el periodo de
septiembre 2002 a julio de 2003, en tanto que en el periodo de septiembre de
2003 a julio de 2004 este porcentaje se incrementó a un 81% del total de las
infracciones (70% robo calificado, 8% robo simple y 3% tentativa de robo)
Conforme a los registros del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante los
últimos tres años se han impulsado acciones que permitieron que, a pesar de su
tamaño, densidad poblacional e importancia económica, Puebla se ubicara en los
últimos lugares de delincuencia, pasando del lugar número 20 al 22 de los índices
de delincuencia en el contexto nacional.

En este punto debemos reconocer la importancia del estudio de la delincuencia


juvenil como responsabilidad social, pues no solo apartando a los jóvenes de la
carrera criminal se evita en gran parte que delincan cuando sean adultos, sino que
está claro, que, si la sociedad no les proporciona los medios y oportunidades, les
deja precipitarse por el camino del crimen. Básicamente, la complicidad de la
sociedad radica en que no emplea métodos adecuados para educar y corregir a
tiempo las inclinaciones y tendencias agresivas de los jóvenes pudiendo evitar
que a largo plazo lleguen a delinquir.

3. Delincuente y Delito
a. Diferencias psicológicas entre delincuente y no delincuente

Kvaraceus (1970) opina que el delincuente juvenil es generalmente un niño lleno


de odio y hostilidad tal, que despierta poca simpatía de parte de una comunidad
que se siente ofendida, lo que da pocas esperanzas a la adaptación y disminución
del problema juvenil en la comunidad.

Los niños delincuentes, según Kvaraceus (1970), se distinguen de lo no


delincuentes porque tiene una menor aptitud de inteligencia verbal y abstracción,
tienen poca concentración, una necesidad de hacerse valer, confusa ambivalencia
hacia la autoridad, poca tolerancia a la frustración y poco concepto de sí mismos.

Así mismo, identificó que estos niños provienen de hogares con relaciones
interpersonales negativas, con carencias y daños emotivos, tensiones económicas
e inseguridad, con una disciplina exagerada o floja y con unos padres indiferentes,
hostiles y castigadores. Sus actitudes hacia la escuela se definen como cargadas
de odio, hay ausentismo y deserción, poca participación y aceptación.
b. Aspecto legal y psicosocial del delincuente

Legalmente, el joven que no ha alcanzado cierta edad, que varía de un estado a


otro (18 años en la mayoría de estos), es delincuente solo cuando un juzgado de
menores lo sentencia por haber cometido un acto de violación de la ley del
estado, o que por costumbre, se comporta de manera de dañar o poner en peligro
la moral y salud propia o la de otros (Kvaraceus, 1970).
La ley para el tratamiento de Menores Infractores de Lima Metropolitana en
materia común y para toda la República en materia central, define al delincuente
juvenil como aquel menor de 18 años que:

I.- Haya infringido las Leyes penales o de Defensa Social, o los Reglamentos de
Policía y buen Gobierno; o que
II.- Manifieste otra forma de conducta que haga presumir, fundadamente,
una inclinación a causar daños a sí mismo, a su familia o a la sociedad; y que
III.- Se encuentre en estado de peligro social, por estar moralmente abandonado,
pervertido o en trance de serlo.

Psicológicamente, el delincuente juvenil es un especialista que conoce solo un a


manera o unas pocas formas de expresar exteriormente sus sentimientos o
conflictos, y de modo tal que infringe daño a otros o así mismo, lo que representa
una conducta de adaptación deliberada desde su punto de vista; pero desde el
punto de vista social, representa un comportamiento inaceptable y contrario al
sistema de valores (Kvaraceus, 1970).

Para Iglesias (1990) la etapa adolescente se cursa con un gran conflicto entre
dependencia y autonomía que hace un comportamiento impredecible y extremista;
el conflicto básico de la crisis de identidad se manifiesta en un aumento de la
agresividad y el debilitamiento de las actitudes críticas de los controles de
comportamiento. Al dejar de satisfacer la familia las necesidades infantiles el
adolescente busca satisfactores en grupos antisociales adquiriendo costumbres
desaprobadas.
c. Conceptos de Delito

El delito ha existido siempre y no puede desaparecer de la naturaleza humana, es


una constante histórica. La definición de delito ha cambiado con el paso del
tiempo y obviamente de un lugar a otro, así como cambia la cultura, sin embargo,
la opinión general refiere que “un delito es un acto que es capaz de ser seguido
de procesos judiciales” (Williams 1955, citado por Rutter 1988).
Se define al delito como el acto u omisión que sancionan las leyes penales; es
decir, es la más grave infracción o violación de las normas jurídicas que regulan la
vida social y que reclama una reacción severa (Ramirez, 1993).
El código penal define como delito al hecho ilícito que está amenazado con una
pena privativa de libertad de mínimo inferior a un año o multa.
Para Tocaven (1990) el acto criminal es expresión de una personalidad y adquiere
un significado en tanto que nos habla del modo de ser particular y de la vida
interior de un sujeto que se atreve a cometer un delito y que no ha de comportarse
conforme a lo establecido por la ley.
Marchiori (1982) afirma que, el delito es la expresión de la psicopatología
particular del delincuente, de su alteración física, psicológica y social; que es una
conducta que trasgrede las normas de la sociedad a la que pertenece y a través
de la cual proyecta sus perturbaciones.
d. Tipos de delito

El acto delictivo revela por sí mismo una gran variedad de aspectos de la


personalidad del delincuente, de tal manera que cada tipo de delito tiene un valor
de criminalidad asociado a ciertas características frecuentes de la personalidad
delictiva.
3.4.1 Conducta de Robo

El Código Penal define en el artículo 367 al robo como sigue:

“Comete delito de robo el que se apodera de una cosa mueble ajena,


sin derecho y sin consentimiento de la persona que puede disponer de
ella con arreglo a la ley.”
La conducta delictiva que más frecuentemente se manifiesta es el robo.
Esta conducta manifiesta un deseo disimulado de seguridad y falta
de lazos

afectivos. El sujeto se caracteriza por mantener relaciones conflictivas, es


inestable, irresponsable, puede provenir de un núcleo familiar de zona
marginal con carencia de posibilidades para un sano desarrollo social
(Marchiori, 1982).

La conducta se ejecuta con un ánimo de apoderamiento es decir,


con el propósito del sujeto de retirar la cosa del ámbito de control de su
dueño para pretender hacerla suya o quizá solo utilizarla temporalmente
(Ramírez, 1993).

El robo representa una actitud hacia los objetos ajenos con


motivaciones difíciles de captar, más allá de una conducta utilitaria. Por
otro lado, el hurto es la sustracción de la propiedad ajena sin violencia.

El trasfondo psicológico de esto manifiesta un deseo disimulado de


seguridad y un interés obsesivo por poseer. Característico de sujetos con
un inadecuado control familiar, abandono y frustraciones a sus
necesidades internas y materiales. Personalidades inestables,
irresponsables, con mínimos sentimientos de culpa, impulsividad, agresión
e incapacidad de crear lazos afectivos duraderos y profundos (Marchiori,
1989).
3.4.2. Conducta de Daño en propiedad ajena

El artículo 399 del Código Penal advierte que:

“Cuando por cualquier medio se causen daño, destrucción o


deterioro de cosa ajeno o cosa propia en perjuicio de tercero se
aplicara sanción”

Esta conducta consiste en dañar de cualquier modo un objeto ajeno.


Se comete de manera individual o grupal dirigida a objetos que pertenecen
a personas con las que el sujeto tiene relación y problemas de autoridad
en general y hacia las cuales dirige su agresividad encontrando especial
satisfacción (Marchiori, 1982).

La conducta es impulsiva y desplazada a objetos y no a personas.


Se manifiestan tendencias agresivas y narcisistas, debilidad intelectual,
personalidad inmadura, masoquista, dependiente, sensaciones depresivas
de soledad, actitud de rebeldía, dificultades de relación y búsqueda
inconsciente de destrucción. La conducta de destruir es un modo de
exhibir fuerza (Marchiori, 1989).

3.4.3. Conducta de Lesiones

Se define el concepto de Lesiones en el artículo 288 del Código Penal como:

“No solamente las heridas , excoriaciones, contusiones, fracturas,


dislocaciones, quemaduras sino toda alteración en la salud y
cualquier otro daño que deje huella material en el cuerpo humano
si son producidos por una causa externa”
Este comportamiento se refiere a un tipo de agresión dirigida a las
personas que impone una afirmación narcisista y sádica de sí mismo. La
instancia psicológica del YO pierde el control normal de sus movimientos
dando lugar a fuertes tendencias agresivas que pueden exhibir una actitud
pasiva o rígida, carente de afecto como una reacción inconsciente a la
violencia y hostilidad (Marchiori, 1989).

3.4.4. Conducta de Daños a la Salud


La conducta de daños a la salud se refiere a los delitos de peligro
que solo ponen en riesgo el bien, pero no lo destruyen. Se trata de
problemas de drogas, de alcoholismo o prostitución considerados como
delitos.

Quienes manifiestan esta conducta se identifican como individuos


dependientes, con dificultades para soportar la ansiedad, con trastornos
de lenguaje y percepción, irritabilidad, violencia, estados de pánico,
desorientación y paranoia. A su vez, refieren un estado de inestabilidad
en todos los ámbitos de la vida, rebeldía, oposición, y una marcada
necesidad de destacar y buscar autonomía (Marchiori, 1989).

El comportamiento inestable e inseguro del sujeto puede entender


se en relación a su estructura familiar, ya que proviene de una familia
autoritaria con un padre rígido, castrador exigente y una figura materna
ambivalente que transmite inseguridad y labilidad (Marchiori, 1989).

3.4.5. Conducta Delictiva Sexual


Se definen en el Código Penal como delitos contra la libertad y el normal
desarrollo psicosexual:

“El delincuente quebranta la libertad sexual cuando impo ne a


la victima una conducta no deseada o aceptada por ella que
altera el desarrollo psicosexual normal por el comportamiento
del agresor.”
Los delitos de problemática sexual de tipo agresivo y violento los
realizan individuos con una honda conflictiva en la personalidad. Comen ta
Marchiori (1982) que la conducta sexual agresiva se caracteriza por ser
sumamente repentina, impulsiva, sin control y con marcado sadismo.

Un delito sexual es un acto que atenta contra las costumbres


sexuales de la sociedad en la que el sujeto vive, y ofende principalmente
porque genera ansiedad entre los miembros de esa sociedad (Karpman
1973, citado por Marchiori 1982)

La violación es el típico delito sexual, en el que la relación sexual es


impuesta y consumada con violencia, donde la víctima es forzada a
realizarla. Esta considerada como la mayor patología del individuo por qu e
denota total inmadurez emocional y desequilibrio afectivo, así como una
inseguridad básica resultado de una infancia conflictiva; y una n egación
de la necesidad de afecto y seguridad. Significa en general, el rechazo y
la destrucción de la figura femenina (Marchiori, 1982)
El estudio de esta conducta revela que la satisfacción ha sido
producida más por la experiencia de agresión violenta que por la
significación genital de la conducta; algunos sujetos se complacen sin
llegar a la violación a herir a la mujer, golpearla o matarla (Garma,
1960, citado por Marchiori, 1982)

El mecanismo de la violación está basado en sentimientos agudos


de inferioridad, en el temor oculto de las actitudes masculinas fren te a
la mujer. Los que cometen violación no pueden aceptar las pautas
sexuales de la masculinidad por que su sientes acosados por el temor de
exteriorizar su ineficacia sexual (Marchiori, 1982)
La personalidad del de lincuente sexual se caracteriza por una
acentuada inmadurez emocional, proyección de una conducta que realiza
con profunda conflictiva patológica existiendo un desequilibrio afectivo que
se proyecta en conductas repetitivas. Se desarrolla un pensamiento con
ideas obsesivas en relación a los aspectos sexuales, sentimientos de
inferioridad, dependencia y angustias.

4. Conducta Delictiva
4.4. Conceptos de Conducta Delictiva
La Psicología criminal es la parte de la Psicología que estudia el
comportamiento del delincuente; esto es, que pretende estudiar el modo
de conducirse del criminal en cuanto esta conducta es expresión de su
vida interior (Tocaven, 1990).

Sabemos que a nivel psicológico toda conducta se halla sobre-


determinada, es decir, que tiene una poli causalidad muy compleja, qu e
deriva de distintos contextos o múltiples relaciones. Sin embargo,
podemos afirmar que la conducta delictiva está motivada especialmente
por las innumerables frustraciones a sus necesidades internas y externas
que debió soportar el individuo (Marchiori, 1989).

El delincuente proyecta a través del delito sus conflictos


psicológicos ya que esta conducta implica siempre conflicto o
ambivalencia. La conducta delictiva posee una finalidad que es
indudablemente la de resolver las tensiones producidas, la conducta es
siempre respuesta el estímulo configurado por la situación actual, como
defensa, en el sentido que protege al organismo de la desorganización;
es esencialmente reguladora de tensiones. Es una conducta simbólica
cuya motivación surge de un mecanismo inconsciente (Marchiori, 1989).
Dicho esto se puede hacer referencia a una especie de tipificación
de la conducta delictiva en base a ese mecanismo inconsciente que
manifieste según se al caso el menor infractor.

Según Weiner (1975) se podrían clasificar como delincuencia


sociológica cuando la conducta delictiva tiene un origen en una banda
juvenil, por ejemplo, que obtiene dinero ilegal, o cuando recurre a la
violencia o al consumo de drogas. Asi también apuntaríamos una
delincuencia caracterológica con una connotación total de individualidad a
la hora de la comisión del delito, de agresión, frustración y ansiedad.
Finalmente, nos hallamos frente a una delincuencia neurótica cuando la
reacción emocional es inadecuada a situaciones de tensión sin motivo
aparente.

Reconoce Marchiori (1989) pues, que la conducta delictiva es un


síntoma, es decir, una forma de organizar la experiencia; aunque sea de
exponerla a la destrucción. La conducta delictiva es entonces como una
defensa psicológica que utiliza el sujeto como medio para no caer en la
disgregación de su personalidad.

Desde el punto de vista psiquiátrico, comenta Friedlander (1981)


que, hablamos de conducta delictuosa en todos aquellos casos en los
cuales la actitud del trasgresor frente a la sociedad es tal que
eventualmente lo conducirá a la violación de la ley.

En conclusión, cuando se presenta un comportamiento delictivo, en


ese momento se manifiesta como la conducta más adecuada, en el
sentido de que es la mejor elaborada que el sujeto puede presentar y
organizar, y que como respuesta defensiva pretende conservar estabilidad
a través de ajustar las tensiones, pero sin que en realidad se solucione la
dificultad psicológica.
Un análisis completo y exhaustivo del hombre delincuente
requiere de por sí un trabajo interdisciplinario que permita la exposición
del hábitat de los individuos: de su familia, de su cultura con los diferen tes
aspectos de sus procesos de endoculturación, educación, enseñanza y
organización social, de sus estructuras políticas, de su religión y de su
arte (Marchiori, 1989).

La conducta delictiva, en el contexto social así tal cual se acaba de


describir, genera en la población en general una sensación de inseguridad
pero mas que nada de conflicto interior entre la mediación de los impulsos
de cada miembro y el acatamiento a las normas culturales bajo las cuales
de haya sometido por el simple hecho de pertenecer a este hábitat.

Lamo de Espinoza (1989) califica la conducta delictiva como


denigrante, como algo perverso y repulsivo para cualquier conciencia
honesta, algo cuya maldad se impone sin necesidad de razonar y al
margen de la mejor o peor educación.

Partir del supuesto de que el comportamiento adulto está


moldeado por el ambiente ha aportado grandes avances al estudio de la
delincuencia. Dice Friedlander (1981) que se ha abandonado el antiguo
concepto del “criminal nato” y que se comenzó a indagar sobre las
diferencias ambientales que se dan entre los delincuentes y los no
delincuentes.

Afirma Marchiori (1989) que, el hombre no comete delitos porque


nació criminal sino que el delincuente al igual que el enfermo mental
realiza sus conductas como una proyección de su enfermedad. Mientras
que algunos consiguen reprimir sus tendencias e inclinaciones
criminales y las dirigen de una manera más sana socialmente, el
delincuente fracasa en ese proceso de adaptación al momento en el que
sus impulsos antisociales, presentes de igual manera en la fantasía del
individuo normal, son realizados activamente.
La conducta antisocial es resultante de una variedad de factores
etiológicos que pueden dividirse en dos: individuales y ambientales
(Rojas, 1977).

Al respecto, Friedlander (1981) indica que la conducta delictiva es la


resultante de los trastornos en la fuerza de las tres instancias intra
psíquicas, el ello, el yo y el superyó, cuando el criminal no acepta el
código ético de la sociedad en que vive y adopta una conducta antisocial.

Por otra parte, Ibañez (1977) afirma que el ambiente social es


responsable de la forma y grado de delincuencia para toda la sociedad,
y es, por tanto, en las variaciones del medio ambiente y de las
costumbres sociales donde es preciso encontrar las razones que
conducen al individuo a actuar de manera antisocial.

Marchiori (1978) concluye acertadamente en que la delincuencia


siempre involucra un doble fracaso. Por una parte, desde un enfoque
individual es el fracaso de los mecanismos de defensa psíquicos que
controlan los impulsos agresivos que están presentes en todo individuo
pero que en el delincuente se proyectan realmente de un modo
destructivo. El planteamiento individual está en relación a los aspectos de
la personalidad de cada individuo, que es único en sus procesos de
formación y evolución, es decir, los factores biopsicosociales que
configuran una personalidad son diferentes en cada persona. Desde un
enfoque social, la delincuencia es el fracaso del medio familiar y social
para brindar a ese individuo los medios adecuados para su sano
desarrollo.
La delincuencia y el delincuente son para Iglesias (1991)
manifestaciones de una conducta denominada antisocial caracterizada
principalmente por una marcada inclinación a pasar por alto y no respetar
las reglas de la convivencia social y familiar en la que el sujeto de
desarrolla.

4.5. Factores de la Conducta Delictiva

González (1982) afirma que la conducta delictiva no tiene su origen en una


sola causa o factor influyente aislado, sino que cada factor puede actuar
como desencadenante con la ayuda de otros factores, es decir, se trata de
una interrelación de todos ellos.

Se manifiestan como principales factores que dan origen a la


conducta delictiva la dinámica familiar, el aspecto psicológico y la
estructura socioeconómica.
4.5.2. Dinámica familiar
Indudablemente la familia constituye una de las instituciones más
importantes de la sociedad. Es básicamente una especie de mediador
entre el individuo yla cultura cimentando la organización social en base a
sus normas y tradiciones. Afirma Friedlander (1981) que la familia es el
primer agente de socialización; es la adecuada correa de transmisión de
valores.

Define Marchiori (1989) a la familia como un grupo que funciona


como un sistema de equilibrio, inestable o dinámico, estructurado en torn o
a la diferencia de sexos, edades y alrededor de algunos roles fijos y
sometido al inter-juego interno y a un inter-juego en el extra-grupo que,
por lo tanto, se puede percibir como portadora de ansiedad y conflicto.

La familia constituye una institución de profundas raíces humanas.


Representa una sociedad simple que surge espontáneamente en el
desarrollo de la vida del hombre al impulso de ciertos e importantes
instintos que son: el social, el sexual y la repulsa a la soledad (Tocaven,
1979).
La familia está obligada con sus miembros a proveerles de las
necesidades materiales para sustentar su vida, proveerles de un vinculo
afectivo en sus relaciones, desarrollarles una identidad que garantice su
integridad psíquica, y entre otras muchas cosas a educarlos y
orientarlos para que puedan integrarse responsablemente a la sociedad.
Asípues, la familia no es más que el reflejo del ambiente afectivo,
psicológico, moral y social en el que se desarrolla el individuo, de ahí
que, según sea el tipo de familia, así serán lógicamente las pautas y
normas que transmita a los hijos.

Es evidente que la dinámica familiar y los procesos de interacción


tienen gran influencia en el comportamiento humano, y aun más en las
manifestaciones de la conducta delictiva pues consideramos al
delincuente como producto de grupo familiar quien expone en
consecuencia las tendencias de dicho grupo. Así pues, la estructura
familiar y sus actividades contribuyen a determinar de cierta manera la
naturaleza específica de su conducta delictiva.

El delincuente es agresivo, impulsivo y poco sociable, estos rasgos


pueden fortalecerse o debilitarse por la familia pues es en ella donde se
manifiestan por primera vez reacciones antisociales, es en la familia
donde el niño adquiere o no este tipo de comportamientos.

La integración del joven en el orden social como comenta Ludwing


(1985), depende en gran medida de los ejemplos e influencias del hogar.
La edad de las impresiones primeras deja huellas intensas. Se ha
demostrado que la ausencia de alguno de los padres, influye de
manera determinante en la evolución del niño, así como las peleas
continuas y las tensiones provocadas a consecuencia, por ejemplo, del
alcoholismo. El autor comenta que las verdaderas influencias, las
decisivas para el desarrollo son las del medio. La acción de las personas
que rodean al niño de corta edad tiene una importancia relevante para la
formación de su carácter.
Los constantes cambios en la sociedad actual han motivado un
cambioen la estructura familiar del que resultan numerosas problemáticas
para cada uno de los miembros que la componen, especialmente para
los niños que en ella se desarrollan, dado que los modelos con los
cuales antes se educaban alos hijos hoy día son prácticamente obsoletos
e inclusive han desaparecido, no hay una cultura estable sobre la cual se
pueda educar a los niños.

Podemos afirmar que las experiencias durante los primeros años de


vida tienen una importancia fundamental en el desarrollo de la
personalidad y que un clima familiar trastornado puede favorecer al
desarrollo antisocial del individuo. La unión familiar y el afecto previenen
se cierta manera una conducta delictiva, mientras que, por el contrario,
una disciplina inconstante, la indiferencia o ausencia de los padres se
asocia con un comportamiento criminal.

Shutherland, citado por Bandini y Gatti (1990), señala condiciones


de las familias de las que provienen delincuentes tales como: la presencia
de criminales de uno o ambos progenitores, la muerte de los padres, el
divorcio o el abandono, la ausencia de vigilancia de ambos padres; la
mala atmósfera familiar por favoritismos, negligencia, celos o
sobrepoblación; las diferencias respecto de las reglas y las dificultades
económicas como el desempleo o quela madre tenga que trabajar.

Ya entre los primeros estudios sobre conducta antisocial se observa


una relación directa entre las actitudes negativas de los padres y las
patologías de los hijos. Se refiere a padres que no deseaban hijos, que
estaban en constante conflicto entre ellos y que abusaban de los castigos
físicos; en consecuencia se observaron hijos muy hostiles, que fingen ser
victimas y que no manifiestan sentimiento alguno de culpa por sus
conductas antisociales (Jenkins, 1960, citado por Bandini y Gatti, 1990).
Por su parte, Satir (1982) también afirma que cuando el sistema
familiar presenta alteraciones como la desorganización y la
desintegración, es factible que se produzcan conductas antisociales en
alguno de los miembros de lafamilia.

En este punto seria importante distinguir entre las alteraciones


antes mencionadas. Ackerman (1982) señala que la desorganización
familiar es aquella en la que los roles dentro familiares están invertidos,
mientras que la desintegración indica que uno o más miembros de la
familia están ausentes por cualquier causa.

Bandini y Gatti (1990) señalan que se han realizado diversos


estudios de factores de la delincuencia asociados con un alto número de
hijos, al orden de nacimiento, la disgregación familiar, la carencia de
cuidados maternos, la privación paterna, la disciplina familiar y las
alteraciones de la dinámica familiar.

Bandura y Walters (1959) encontraron en un estudio sobre agresión


con adolescentes que estos eran menos amados y que sus padres los
rechazaban mayormente respecto de adolescentes menos agresivos,
concluyendo que la calidad de las relaciones interpersonales con los
padres constituye un factor de desarrollo muy importante.

Loeber, Weisssman y Reid (1983) realizaron un estudio para


analizar la interacción y organización familiar de los hogares con men ores
con conducta antisocial y observaron que los padres utilizaban técnicas
disciplinarias a temprana edad inadecuadas y que en general eran men os
afectuosos y más hostiles con los niños, de tal manera que ellos
manifestaron que sus padres no eran buenos modelos de conducta.
Estudios que comparan familias “completas” presentan una tasa de
criminalidad mas baja respecto de las familias “rotas”, inclusive de
aquellas que han lo han sido de manera involuntaria, esto es, que se
presento la muerte de algún miembro. Sin embargo, una familia
desintegrada puede considerarse una condición nec esaria pero no
suficiente para que se lleve a cabo un comportamiento criminal; es decir
una familia desintegrada puede propiciar el comportamiento pero solo si
se cuenta con la existencia de otros factores que se den
independientemente.

Así mismo, diversos estudios señalan una correlación entre la


calidad de figura parental que percibe el menor y su conducta delictiva. La
falla en el aprendizaje de normas y valores es una parte significativa del
desarrollo de la personalidad que concluye en una conducta delictiva o
en el peor de los casos en una enfermedad mental. López (1961) atribuye
a la familia como institución primaria de control social la limitación de las
tasas de criminalidad siendo responsable de inculcar en los individuos las
normas sociales de sana convivencia.

Como podemos ver, la comunicación y las buenas relaciones con


los miembros de la familia son factores fundamentales en el desarrollo,
pues si una familia procura un ambiente satisfactorio garantiza en gran
medida el éxito de los hijos; pero si al contrario, los hijos crecen en un
ambiente hostil y de inestabilidad emocional, se propicia una inadecuada
formación psicológica del niño quien seguramente recurrirá a alguna
variante conducta antisocial. Los padres son un importante modelo de
identificación y constituyen una valiosa influencia sobre las actitudes de
los hijos para controlar sus impulsos delictivos.
La familia es el primer contacto social que recibe el ser humano. Es
necesario que esté bien estructurada para lograr una mejor armonía entre
los integrantes y facilitar el buen desarrollo de la personalidad del niño.

4.5.3. Aspecto Psicológico

Para conocer la conducta de una persona debe conocerse la manera


como vive, sus circunstancias y acontecimientos, lo que determina la
conducta no es el medio ambiente en sí, sino su representación cognitiva
en la persona (Fisseni, 1987)

Analizar los diferentes aspectos de la personalidad del adolescente


es importante pues es en esta etapa en la que el joven se enfrenta con
sus problemas de identidad y tiene la necesidad de adoptar diferentes
roles para poder finalmente encontrarse a sí mismo. Si el menor no
desarrolló debidamente su nivel de adaptación al núcleo familiar
aparecerán algunos signos de conducta antisocial.

Friedlander (1981) concibe a la delincuencia juvenil como una falta


en el proceso de adaptación social y comenta que es raro que una
carrera criminal se inicie en edad avanzada. Los actos delictuosos o al
menos ciertocomportamiento antisocial aparecen entre los 7 y 9 años.

Para Iglesias (1991) existen diversos criterios para explicar desde


el punto de vista psicológico la criminalidad en los menores, pero identifica
dos posturas básicas: el enfoque conductual y el psicoanalítico. El primero
concibiéndolo como una falla en la adquisición de actitudes y conductas
opuestas a los actos delictivos que en consecuencia tendría una conducta
socialmente aceptable
El proceso de interiorización de las figuras parentales se acompaña
de incorporar conductas prohibidas asociadas a la ansiedad con
reforzamientos positivos a las conductas aceptables; de manera que está
claro que el castigo recibido inmediatamente a una conducta impropia es
más efectivo que si se pospone.

El enfoque psicoanalista por su parte, propone que el niño en sus


etapas iniciales se rige por el principio del placer y que sus conductas no
se acompañan de vergüenza o culpa alguna, es mas ni siquiera tiene idea
de que sus actos tienen consecuencias y es el proceso de integración
a la cultura lo que le permitirá internalizar valores, normas, costumbres y
hábitos que harán posible la aparición de la conducta adaptada a sus
circunstancias. Así, un individuo normal convertirá sus tendencias
criminales en algo socialmente aceptable o en síntomas neuróticos;
mientras que el criminal fracasa en su intento por adaptarse. En el
criminal no se define el proceso entre el superyó como parte social de la
personalidad y el YO. No puede detener al ello y vive sus impulsos sin
medir las consecuencias externas. Para Friedlander (1981), los
impulsos antisociales inconscientes en el ciudadano obediente de las
leyes son los que llegar a realizarse activamente en el individuo criminal,
claro que en perjuicio suyo y posteriormente de la sociedad.

La mala resolución del conflicto de Edipo será la que caracterice al


delincuente. Según Freud muchos crímenes de adultos se explican por
el deseo de ser reprimido; por ese deseo de cariño o por el temor al
castigo el hombre sacrifica sus instintos y los somete a la instancia del
superyo.

La formación de un código ético es uno de los prerrequisitos


indispensables para la adaptación social. A esto de le llama conciencia
y es mejor conocido por los psicoanalistas como superyo.
Para Friedlander (1981) es esencial conocer la estructura de la
conciencia a fin de poder comprender el problema de la adaptación social
y el comportamiento antisocial.

Dice Fisseni (1987) que si una persona no llega a armonizar su


propio sistema colorativo y el sistema de valores asumidos se pueden
producir trastornos de la conducta. Esta discordancia entre los dos
sistemas de valores produce ansiedad y la persona busca disminuir su
angustia recurriendo a mecanismos de defensa que llevan a un círculo
vicioso.
Conforme vaya creciendo físico y psíquicamente el niño será capaz
de hacer aquello que se desea de el, y de hacerlo también en
ausencia de los padres, pero sobretodo cuando sabe del
cumplimiento de su deseo le acarreara dificultades inmediatas. Los
padres dejan de ser objetos amorosos y han sido introyectados. Cuanto
mayor haya sido la hostilidad con cualquiera de los padres mayor será
la severidad de la introyeccion, la conciencia, frente a los deseos
infantiles prohibidos. Si el niño deja de vivir bajo las exigencias delos
padres introyectados comenzara a percibir tensión entre los
requerimientosde la conciencia y los deseos de su personalidad infantil
en forma de sentimiento de culpa. Las raíces de las tendencias
inconscientes que determinan nuestros actos se remontan a la
experiencia de la primera infancia. (Friedlander, 1981).

La investigación psicoanalítica del comportamiento criminal se


apoya principalmente en el hecho de que los impulsos antisociales
inconscientes del ciudadano obediente de la ley, son los que llegan a
realizarse activamente en el criminal, en perjuicio suyo, y en menor grado,
también de la sociedad. Los psicoanalistas destacan también que el
ambiente ejerce su influencia sobre el individuo desde el nacimiento y de
ahí la importancia de concentrar las investigaciones de la delincuencia
juvenil ( Friedlander, 1981)
Saber porque algunas personas son antisociales y otras no, no es
tan sencillo a primera vista. Debemos intentar comprender como se
produce laadaptación social del niño siguiendo su desarrollo emocional. El
niño es un ser exclusivamente gobernado por sus impulsos, en cuya
satisfacción encuentre placer, muchos de estos impulsos son antisociales
y la modificación de los mismos conlleva a la formación del carácter
adaptado o no, determinado en gran parte por los factores ambientales
que acusan una correlación positiva con la frecuencia de la delincuencia.

4.5.4. Estructura socioeconómica


La situación socioeconómica contribuye en gran parte a la conducta
infractora de los menores. Problemas como el crecimiento de la
población, el desempleo, el rezago educativo y la marginación pueden
orillar a los menores a cometer ciertos actos delictivos debido a la
desproporción entre lo que algunos poseen y lo que idealmente añoran
tener.

Advierte Friedlander (1981) que la ausencia de disciplina, la mala


compañía, la falta de organización del tiempo libre y los factores
económicos se hayan vinculados con la criminalidad. La investigación de
estos factores obligaa examinar las condiciones sociales que producen la
conducta delictiva.

Comenta acertadamente Iglesias (1990) que la pobreza por un lado


y la riqueza como valor cultural, son fuentes de presión, sobre todo para
los adolescentes varones en los cuales la expectativa es la adecuada
realización profesional y la obtención de un empleo exitoso. Entre la
pobreza y el logro de estas metas existe una gran distancia sentida como
injusticia; e interiormente como fracaso. En esta condición mental la
conducta delictiva va exenta de culpa y con esta disposición y la
intervención de grupos que fomentan violar las normas aparece la
delincuencia juvenil.
Diversos estudios indican que los delincuentes aparecen en las
ciudades sobre todo en las zonas que presentan deficientes condicion es
socioeconómicas: privaciones, viviendas en mal estado, desintegración
familiar, y pocas oportunidades educativas y profesionales. Para Vaz,
citado por González (1991), la causa primera de la delincuencia de halla
en los medios económicos débiles, pobres y de baja cultura.

El censo de población del año 2000 indica que la densidad de


población del DF. era de 5799 habitantes/Km² , en comparación con
Puebla de 148 habitantes/Km² y Tlaxcala de 241 habitantes/Km².
Aparentemente el incremento de la población va de la mano con el
incremento de la delincuencia pues con la explosión demográfica se
dificulta satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos y entonces
hay quienes se valen de sus propios medios para conseguir lo que desean
adoptando conductas delictivas. El índice de criminalidad en las ciudades
es mayor pues un nivel de vida mayor representa una fuente inagotable de
oportunidades para la delincuencia.

Por otra parte, el desempleo se puede relacionar con el crimen


cuando este se lleva a cabo por necesidad, es decir, se puede asumir que
una persona desempleada sufre cierto estrés que le conduce a realizar
conductas criminales por sobrevivir, sin embargo esta correlación no
significa del todo que un factor cause al otro. También se encuentran
sujetos quienes realizan actos criminales solo porque esto les parece más
rentable que un trabajo seguro o simplemente porque experimentan una
sensación de envidia o codicia hacia los demás que les impulsan a
realizar un acto criminal. En síntesis, no se podría concluir que el
desempleo cause un incremento en la tasa del crimen debido a las
inconsistencias que se han planteado pero se considera un factor que
predispone al sujeto.
Los factores ambientales son un problema agudo en las zonas
altamente marginadas económicamente pues en estas zonas la conducta
antisocial suele tomar un carácter más global al realizarse los actos
delictivos como el vandalismo. Podemos afirmar por un lado que, las
pandillas alteran los valores del individuo a través de ciertos refuerzos
como el reconocimiento y la aceptación en el grupo, y por otro lado
podemos decir que los miembros ya son delincuentes antes de
pertenecer a estas y que realmente poco les importa lo que piensen los
demás. Sin embargo, esto no es una regla pues a la vez, hay jóvenes que
viven sin carencia alguna en clases sociales bien establecidas y qu e se
desenvuelven en conductas antisociales.

Los grupos marginales se describirían como una estructura instable


con mecanismos precarios de adaptación al sector urbano moderno que
tiene como consecuencia una serie de desajustes en sus miembros
participantes quienes se ven en la necesidad de generar recursos para
subsistir enfrentándose a valores culturales que prevalecen. No se puede
precisar entonces, que la pobreza sea único factor causal y más
influyente de la delincuencia, así pues, el factor socioeconómico no es
con certeza responsable de la conducta delictiva al 100 %.

4.6. Estudio de la Conducta delictiva en Perú


Es Julio Guerrero quien en 1901, comienza un vasto estudio de la
criminalidaden Perú describiendo condiciones geográficas e históricas del
contexto peruano.

En un sin fin de estudios se ha insistido en los factores


ambientales como la pobreza, la habitación, la situación económica, el
trabajo prematuro y las compañías. En segundo término se mencionan
los factores personales como la herencia y se hace hincapié en la
responsabilidad de padres, maestros y gobierno para evitar la delincuencia
de menores.
Cuarón (1958) realiza un estudio de las manifestaciones de la
delincuencia apuntando objetos materiales con los que se com eten
delitos, que clase de delitos se cometen y la reincidencia de los actos
delictivos. Este autor ha descrito los aspectos sociales del desarrollo
económico en relación con la prevención y el tratamiento de los
delincuentes.

Quiroga (1971, citado por Arenstein 1971) opina que el término de


“Menor Infractor” es más apropiado que delincuente, y dice que
superficialmente se puede distinguir de un menor no infractor por tres
elementos: este ha sido detenido mientras que a algunos otros no, y n o
todos los son; el menor infractor sufre de carencias afectivas físicas y
materiales (el adolescente peruanos en general sufre de las mismas
carencias dentro de un cierto nivel socioeconómico), y el menor infractor
comete delitos “en trayectoria” y no solo de vez en cuando.

Afirma Arenstein (1970) que la delincuencia no puede ser


hereditaria porque no es natural, sino que surge de la convivencia
humana. La agresividad y el impulso no controlados pueden ser
hereditarios pero aquí también mucho va del medio ambiente.
Los estudiosos Peruanos de la delincuencia juvenil se inclinan por
las teorías ambientales, lo que parece lógico dado que en Perú se
presentan una serie de factores múltiples que conducen o predispon en a
la delincuencia.
5. Delincuente:
5.4. Historia del menor infractor en el mundo
Antiguamente se dio trato semejante al adulto y al menor de edad que
infringían la ley penal: ambos eran delincuentes y debían afrontar las
penas correspondientes a su comportamiento ilícito. Con el tiempo se
inicio y desarrollo un trato especial para el menor en virtud de su falta
de discernimiento para apreciar las características de la conducta en
que incurría. Se llego a hablar de que era incapaz de entender o valorar
el carácter ético de su comportamiento y de gobernar su conducta
respecto de esta valoración.

No siempre se ha colocado a los menores en una situación legal


excepcional, ya que hubo pueblos en los que el derecho de sancion ar fu e
tan duro con ellos, como con los adultos, al aplicar la cárcel y aún, la
muerte, en condiciones especiales de crueldad (Franco, 1980).

Se sabe que los jóvenes en Grecia que caían en la malicia e


intemperancia eran sancionados con la pena de azotes por el Tribunal de
Eforos. En Roma desde los primeros tiempos se estableció una legislación
de menores que distinguía entre púberes e impúberes, estos últimos no
eran sancionados con una pena sino con un castigatio que tenía carácter
de advertencia. Esta distinción tenía validez en el área de los delitos
privados y no así de los crímenes públicos donde el impúber era
responsable de sus actos y de los cometidos por sus progenitores o por
aquellos bajo cuya potestad se encontraba.

Apunta Viña (1983) que en la primitiva legislación de las XII tablas


del derecho romano solo se hallan algunas atenuaciones para los
menores que cometían delitos y eran sancionados con una pena menor.
Ya en el imperio, conforme a previsiones de la ley Cornelia de Sicaris , la
consideración variaba según las edades, hasta lo 7 años el niño era
considerado como loco; los niños
En la era clásica del derecho romano la clasificación de los menores
se perfecciona distinguiendo tres categorías: Los infantes que eran los
niños de hasta 7 años considerados plenamente irresponsables por su
incapacidad de dolo; los impúberes varones de hasta diez años y medio
y mujeres hasta nueve años y medio considerados en general
irresponsables, pero los mayores de hasta catorce y doce años que
eran sometidos a una prueba de discernimiento para poder
considerarles responsables criminalmente. Finalmente los menores se
denominaban a los mayores de 14 o 12 años según sexo, hasta los 18 y a
los jóvenes de 18 años hasta 25, siendo este el límite de mayoría de edad
(Sánchez, 1995).

En el primitivo derecho anglosajón el límite de irresponsabilidad


penal eran los 10 años. En la legislación franco- visigódica el límite de
imputabilidad eran los 14 años (Viña, 1983).

En el derecho germánico se admitió un periodo de irresponsabilidad


absoluta a todos los menores de 12 años, la cantidad que a razón de delito
se pagaba al estado recaía sobre aquellas personas responsables del
menor. A lo largo de la edad media en la mayoría de los países europeos
se aplicaba la máxima crueldad en la represión de los delitos cometidos
por menores los castigos figuraban desde ser castigados con látigo o
varillas, hasta el destierro, la cárcel o penas corporales por hechos de
gravedad, como el colgamiento por las axilas. Esa dureza obligó a los
gobiernos a establecer ciertas medidas protectoras. Así, en Inglaterra,
desde el siglo X, se estableció que no se podía imponer la pena de muerte
a menores de 15 años que habían delinquido por primera vez. En el siglo
XIII, se estableció que los menores de 12 años no serían condenados por
robo (Sánchez, 1995).
Para el siglo XV los niños no corrompidos eran separados de sus
padres inmorales o vagos e internados en instituciones para su
reeducación. En el siglo XVI, en Europa si se acreditaba la malicia del
menor al cometer una falta se le castigaba con varillas o látigos; los niños
de 12 y 14 años podían sufrir destierro y cárcel, la pena capital se
reservaba para casos de suma gravedad: En Leipzing se dictaron
sentencias de decapitación en lugar de pena de hoguera para dos
menores por causa de incendios intencionales (Viñas, 1983).

En Inglaterra se dispuso la irresponsabilidad absoluta de los


menores de 7 años y se estableció el Tribunal de Equidad para tutelar a
los menores. En el siglo XVII en Alemania se impusieron penas de
muerte en la hoguera a niñosde 8 y 10 años por crímenes de hechicería
(Sánchez, 1995).

La edad contemporánea elimina gradualmente las penas capitales


apareciendo una etapa de imputabilidad absoluta para la infancia ya que
el menor carece de maldad y las medidas al respecto deben ser
preventivas- correctivas que requerían un examen facultativo de
discernimiento (Viña, 1983).

En el siglo XIX se fijan muchos derechos particulares y un tope


mínimo de edad por debajo del cual la in imputabilidad será absoluta de
entre los 8 y 21 años y entre ambos topes se atenuaban las penas. En el
periodo clásico del derecho penal en general aparece una etapa de in
imputabilidad absoluta para la infancia y las medidas son solo preventivas-
correctivas.

Entiende Barbero Santos (1972, citado por Viña 1983) que, la


primera institución correccional destinada a jóvenes fue el Hospicio de
San Michele, erigido en Roma por el Papa Clemente XI en 1703 con fin es
de corrección y enmienda, uso de disciplina y formación moral y
profesional.
Nacen los tribunales de menores con la ley belga de 1912 y húngara
de 1913 sobre la educación correccional. El crecimiento de estos
tribunales especiales se generaliza y se ponen en marcha esfuerzos para
poner en marcha instrumentos legales de prevención del delito en
países como Alemania, Italia, Francia, E.E.U.U. y toda Latinoamérica
(Viña, 1983).

Desde fines del siglo pasado en todo el mundo, se trabaja en una


honda transformación de las instituciones, desde el Derecho penal que
se aplicaría a los menores con la idea de perder ese carácter represivo
para convertirse en un medio de educación moral, intelectual y físico del
menor que pudo delinquir y que permita rehabilitarlo y reinsertarlo
socialmente, hasta la nueva concepción pedagógica de sustituir
expresiones como “delincuente” por otras como “niño problema”.

5.5. Historia del infractor en Perú

El derecho peruano se caracteriza por la severidad de sus penas. Los


padres tenían la patria protestad de los hijos pero no el derecho de
vida o muerte sobre ellos. Podían venderlos como esclavos cuando eran
incorregibles o cuando la miseria de la familia era grave (Sánchez, 1995).

Carrancá (1986) hace referencia de los castigos de los niños de


entre 7 y 10 años del código Mendocino cuando les daban pinchazos con
púas de maguey en el cuerpo desnudo, les hacían inhalar humo, los
ataban de pies y manos durante todo el día o solo les alimentaban con
una tortilla al día.
El Código establece que los menores de 10 añosestaban exentos
de pena y después de esta edad podía fijárseles pena demuerte,
esclavitud o destierro: Aquellos que se embriagaban eran castigados
con pena de muerte por garrote, aquellos que vendían los bienes de los
padres sin su consentimiento eran castigados con esclavitud si fuesen
plebeyos y con muerte si fuesen nobles (Sánchez, 1995).

En el derecho inca las penas corporales y de muerte eran comunes; en caso


de homicidio el menor pasaba a ser propiedad de la familia de la víctima
para compensar laboralmente el daño causado. El robo también era delito
grave (Sánchez, 1995).

Durante la colonia se conserva la in imputabilidad en diez años y


medio para la mayoría de los delitos: calumnia, injuria, hurto, lesiones,
homicidio, etc. Los frailes que se ocupaban de los menores actuaban con
criterio religioso orientado mas a castigar que a proteger o educar a los
jóvenes.

En el código penal de 1871 se excluye de responsabilidad penal a


los menores de 9 años. Al menor de entre 9 y 14 años se aplicaba la
carga de prueba de discernimiento. Al mayor de 14 y menor de 18 se
aplicaba una pena disminuida. Se establece la reclusión preventiva se
fuese necesaria sin exceder los 6 años.

El primer tribunal para menores en Perú fue el 24 de marzo de 1824


y en 1928 se promulga la ley sobre Previsión Social de Delincuencia
Infantil en la capital consolidando el Tribunal para menores como
dependencia dela Secretaria de Gobernación (García, 1993).
El artículo 18 de la Constitución dispone que:

“Los gobiernos de los estados establecerán instituciones


especiales para el tratamiento de Menores Infractores”

Esto expone una garantía constitucional que diferencia al men or de


régimen Penal del adulto y hace hincapié en que el propósito del Estado
es establecer instituciones especiales para el tratamiento del menor y no
solo de castigo.

En 1941 se expidió la Ley orgánica de los Tribunales de menores.


En 1973 se crea la ley que crea los Consejos Tutelares de Menores
Infractores en Lima Metropolitana. Finalmente, en 1991 aparece la Ley
para el Tratamiento de Menores Infractores para la capital en materia
común y para toda la República en materia central y jurídica.

En el transcurso del último medio siglo se elevó la edad límite entre


la minoría y mayoría de edad primero, quedando fuera del Derecho
para adultos los menores de quince años, luego de dieciséis y finalmente
los de 18 años. Varios estados reconsideraron y establecieron la edad
límite de dieciséis años, sin embargo hoy día, la mayoría de las entidades
conservan la edad límite de dieciocho años.

Respecto de la orientación de Estado existen dos corrientes. La


primera hace referencia a la ley de 1973 enmarcando una corriente tutelar
donde queda fuera la intervención del Ministerio Publico donde se atien de
al menor con un carácter pedagógico. La segunda orientación, regida por
la ley de 1991, establece un proceso de juicio penal donde el tratamiento
impuesto no se interrumpe con la mayoría de edad sino que se transforma
en una pena equivalente a un individuo adulto; además establece una
serie de medidas de orientación y protección respecto del tratamiento
externo en el medio social familiar o un hogar sustituto, o en el caso
de un tratamiento interno en los centros que disponga el Consejo de
Menores (García, 1993).
5.6. Consejo Tutelar para Infractores

De acuerdo con lo establecido en la Ley para el Tratamiento de Menores


Infractores, para el Lima Metropolitana, en materia de lo Común y para
toda la República en materia Jurídica (1991), MENORES INFRACTORES
son todos aquellos sujetos entre 11 y 18 años de edad que han infringido
las leyes penales, a los cuales es preciso garantizar un procedimiento que
se les facilite todas las posibilidades y recursos para su defensa.

Los menores infractores aun cuando cometieron una infracción, n o


pueden ser considerados delincuentes ya que se trata de menores y
por lo tanto in imputables para los efectos de la ley, es decir que por su
escasa edad, no tiene la madurez suficiente para ser responsables por
la comisión de un delito. La autoridad debe protegerlos y proporcionarles
el tratamiento integral adecuado, buscando siempre el bienestar de los
mismos.

La Dirección General de Prevención y Tratamiento de Menores,


representa un órgano Administrativo la Secretaria de Seguridad Pública
del Gobierno, con atribución en materia de menores infractores y tiene
facultad de imponer diferentes medidas de tratamiento que pueden llegar
hasta el internamiento, que en ningún caso excederá de 5 años. Además
deberá ser garante de respetar las garantías constitucionales y procésales
de adaptación y reinserción social que les permitan desempeñarse
provechosamente (Programa de Prevención y Readaptación social 1995-
2000).
Se establece en el articulo 2do. De la Ley del Consejo Tutelar de
Menores (1994) que:

“El Consejo Tutelar es una institución creada con el objeto de la


protección y readaptación social de los menores que hayan
cometido alguna infracción las leyes penales o de defensa social o
los reglamentos de policía y buen Gobierno; o que hagan presumir,
fundadamente, una inclinación a causar daños a sí mismo, a su
familia o a la sociedad; y que se encuentre en estado de peligro
social, por estar moralmente abandonado, pervertido o en trance
de serlo”.

El Consejo Tutelar para Menores Infractores estará integrado por un


Licenciado en Derecho, que tendrá el carácter de Presidente; un Médico,
un Pedagogo, un Psicólogo, un Trabajador Social y un Representan te del
Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado (DIF).

El Consejo Tutelar para menores tiene por objeto la readaptación


social de los menores mediante el estudio de la personalidad, la
aplicación de medidas educativas correctivas y de protección y de
vigilancia del tratamiento.

Las medidas que el Consejo Tutelar adopte para la protección o


readaptación social de los menores, serán de naturaleza Tutelar y no

sancionatoria, y se dictarán con base en los estudios que en cada caso


serealicen pudiendo aplicar las siguientes medidas tutelares:
I.- Reintegración al hogar, previa amonestación.
II.- Reintegración al hogar, en libertad vigilada.
III.- Colocación del menor en hogar substituto.
IV.- Internación del menor en Institución Asistencial Médica o
Psiquiátrica, ya sea pública o privada.
V.- Internación en el Centro de Observación y Readaptación Social
para Menores.

El objetivo de la internación es proporcionar un tratamiento integral


al menor sujeta a un término de revisión de seis meses en que finalmente
se tomaran en consideración los resultados del tratamiento para ratificar,
modificar o hacer cesar la medida dispuesta

6. Personalidad del delincuente:

El hombre es la única especie que puede controlar sus impulsos, característica


que lo distingue del resto de los animales, sin embargo, ese mecanismo inhibidor
en algún momento no funciona provocando una descarga impulsiva que no llega a
pasar por la corteza cerebral e impide la oportunidad de reflexionar.

Desde el punto de vista psicológico un criminal es una persona con algún tipo de
trastorno mental. En la gran mayoría de los casos se trata de personas que han
sufrido experiencias traumáticas de abandono o abuso en la niñez que han
alterado su proceso de pensamiento y su conducta o criados en un ambiente con
valores opuestos a las normas qu e rigen en la sociedad en que viven.

Una mente criminal puede razonar coherentemente, como por ejemplo los
psicópatas, pero con un razonamiento que parte de premisas falsas. Su modo de
ver el mundo difiere del de la mayoría y no puede aceptar las reglas de
convivencia, prefiriendo respetar sólo sus propios códigos.
El diagnóstico de un psicópata es difícil, porque suelen ser muy inteligentes con
una capacidad de razonamiento complejo pero se ponen de manifiesto cuando se
descubre su idea delirante.

Las investigaciones realizadas con personas con reacciones antisociales revelan


distintas formas de comportamiento según los trastornos de la personalidad.

Estas conductas anormales se presentan ya sea como impulsiones automáticas


inconscientes, como excesos, o como obsesiones de 10 y medio y niñas de 9 y
medio eran irresponsables de los ilicitos. Los varones de hasta 14 años y mujeres
de hasta 12 años no podían ser sancionados con pena de muerte, si se les
castigaba e inclus ive se les eximia de sanción. Los menores de entre 12 y 18
años eran mencionados con penas algo mitigadas.

7. CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS O CONGÉNITAS


Un enfoque que considere las conductas antisociales como comportamiento
con evidente base evolucionista y una visión antropológica que considere qu e
la sociedad ha reaccionado contra las conductas que la amenazan y
subvierten, favoreciendo las actitudes altruista y castigando las tácticas
desintegradoras, necesariamente conducirá a admitir que el crimen tiene
primordialmente una base genética.

Adrián Rain resume en los siguientes puntos las consideraciones que


enturbian el análisis de la influencia de la genética de la conducta Antisocial.

a. ¿Un gen es responsable de la conducta criminal?


Los genes codifican proteínas y enzimas e influencian los procesos
fisiológicos cerebrales que podrían predisponer biológicamente para
determinar conductas criminales.
b. ¿La influencia de la herencia entraña que todos los crímenes
son genéticamente determinados?
La conducta criminal es el producto de los genes y del ambiente. Por otro
lado, los genetistas de la conducta no tienen una posición radical; ellos
no excluyen la importancia del ambiente, aunque obviamente privilegian
las bases biológicas de la violencia.

c. ¿La investigación genética puede explicar por qué algunos


individuos específicos comenten crímenes?
Una heredabilidad de los 50% para el crimen no puede extrapolarse
para inferir la conducta antisocial de un individuo en particular.

d. ¿Si el crimen es genéticamente determinado entonces es


irremediable?
Obviamente no hay un destino ineluctable. Admitimos que se trata de
una predisposición constitucional influenciable por los parámetros
sociales.

e. ¿Son los estudios genéticos más orientados hacia la herencia


que hacia el entorno?
En rigor los estudios en gemelos y en adopción, si bien están
presididos por la genética informan al mismo tiempo, que esta no
explica todo.

f. ¿Los factores genéticos que subyacen en el crimen no pueden


invocarse en un proceso legal?
No puede heredarse algo que es un constructo social y legal y cuya
definición está abierta a debate; sin embargo, esto valdría para muchas
enfermedades mentales.
g. ¿Las bases genéticas excluirán a los investigadores sociales?
Obviamente nunca sucederá esto.
Hay razones incontrovertibles para sostener que los factores
socioculturales son claves en el desarrollo del crimen y todo señala que
la genética actuará en un vacío si no considerara el medio ambiente.

8. CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS

Ofensores que padecen patologías mentales acompañadas o no de


físicas. La personalidad del delincuente puede variar desde una person a
psicótica (que padece una enfermedad mental) hasta una que presente
desórdenes hormonales a nivel cerebral. Por tanto, los especialistas se
enfrentan a individuos con grandes desórdenes psicológicos.
Diversos estudios confirman que la presencia de trastornos de salud
mental incrementa la conducta violenta y antisocial. Estudios en
Dinamarca identificaron en 324,401 personas que aquellos que tenían
historial de hospitalizaciones psiquiátricas tenían más probabilidad de ser
convictos por ofensas criminales (tanto en hombres como en mujeres) en
una proporción de 3-11 veces más que aquellos que no tenían historial
psiquiátrico. La esquizofrenia, específicamente, aumenta la probabilidad
en 8% en hombres y en 6.5 en mujeres. El desorden de personalidad
antisocial aumenta la probabilidad en 10% en hombres y 50 en mujeres
de conducta homicida.

9. CARACTERÍSTICAS SOCIALES

Se incluyen factores como la raza, familia y cultura en la medida en que


incidan en la comisión de hechos delictivos.

En términos generales, los resultados muestran que los siguientes


factores explican la probabilidad de que una persona tenga un historial
de reincidencia delincuencial:
I) Nivel educativo. Los reclusos con poca escolaridad tienen más
probabilidad de ser reincidentes criminales.

II) Desempleo. Las personas que no tienen empleo tienen más


probabilidades de ser reincidentes criminales.

III) Pandillero. La pertenencia a las pandillas es un factor que aumenta


la probabilidad de vivir en el circuito del crimen.

IV) Vivir en una comunidad con alto desempleo. Las personas que
viven en comunidades con mucho desempleo tienen menos
probabilidades de sufrir por la violencia criminal de cualquier tipo.

V) Vivir en una comunidad con presencia policial. En la medida en


que hay más presencia policial en una comunidad, en esa medida
sus miembros tienen menos probabilidades de sufrir por la violencia
criminal.

VI) Vivir en una comunidad con poca desigualdad económica. Esta


condición disminuye la probabilidad de ser víctima de un delito con
motivaciones económicas, pero aumenta la probabilidad de sufrir un
hecho de violencia de cualquier tipo.
10. CAUSAS
En la conducta delictiva influyen tanto los elementos biológicos como el
desarrollo social. También tienen mucho peso:

– La educación recibida
– El estatus económico de la persona y su entorno
– La percepción de riesgo
– La alta impulsividad y distorsión de la realidad
– La necesidad de emociones
– La inadaptación al medio
– La agresividad
– La falta de habilidades sociales

No necesariamente los factores antes mencionados son determinantes


para que alguien se convierta en un delincuente.
Muchos estudios determinan que el delincuente no nace, sino que se
hace.

Uno de los problemas que surgen en teoría es cuando se pretende


formular las tipologías de diagnóstico y tratamiento, estableciendo
necesariamente diversos tipos de delincuentes. A mi criterio la
elaboración de tipologías, así como los postulados que se fundan en
tales clasificaciones son verdaderamente tomados de una etiología, los
cuales tienen un carácter exploratorio y que simplemente tienen una
formulación de teorías sobre las causas del crimen y la delincuencia.

Las normas que se siguen para la clasificación de los transgresores,


según la ley se establecen en función de: la tipología del delincuente o
criminal, el color de cabello, su raza, su edad, existencia de reincidencia
urbana o rural. Lo ideal sería que la elección del delincuente fuera
atinada al cuadro clasificatorio, los cuales exhiban los esquemas
clasificatorios de este; sin embargo esta muestra se distingue ya que
ninguno de los hechos delictivos nos permite establecer una clasificación
segura.
11. CONSECUENCIAS

No existe una única razón para explicar la delincuencia, más bien se


trata de una espiral de donde emergen múltiples factores entrelazados:

1) El empeoramiento de las condiciones sociales de vida produce un


aumento de los delitos, como consecuencia de la inseguridad económica
y la falta de recursos, dándose respuestas agresivas.

2) La delincuencia es una consecuencia de una sociedad mundial donde


se prima el "tener" antes que el "ser", donde se es más cuando se tiene
más. Es la consecuencia del mito del bienestar.

3) La sociedad se defiende del delito creando mecanismos de miedo qu e


generan nueva delincuencia: miedo a la calle, miedo a la vida, miedo al
futuro

4) La sociedad se defiende creando una imagen deteriorada del


delincuente, presentándolo como un monstruo más que como una
persona humana.

5) La sociedad se defiende creando mecanismos de castigo. Las


cárceles no funcionan, siendo generadoras de delitos. Son los
porcentajes de reincidencia los que ponen en cuestión la capacidad
regeneradora de las prisiones.

La delincuencia o se reprime o se previene. Nosotros creemos que


solamente a través de la prevención es posible ir disminuyendo el
alarmante aumento de nuevos delincuentes. Estamos absolutamen te en
contra del delito, pero queremos inten tar encontrar las causas profundas
de la delincuencia, no negando nunca la posibilidad de cambiar.
12. ESTUDIOS DE CASOS:

MIRYAM FEFER

Todo indica que el asesinato de la empresaria Myriam Fefer Salleres, de 50 años,


es uno de los más misteriosos de los últimos años. Cuarenta y cuatro días
después de que su cuerpo fuera encontrado estrangulado en su residencia de
San Isidro, aún no es identificado el asesino material, pero pistas hay y muchas.
No era cuestión de mirar muy lejos. La Policía corroboró que Fefer Salleres tenía
tantos enemigos como amigos, incluso en su propia familia. Un día después del
crimen dos misteriosos amigos de los hijos herederos llegaron con sus valijas a la
casa de San Isidro, lo que ha despertado la sospecha de los agentes. ¿Guarda
esto alguna relación con el homicidio? Quizá. En todo caso, la única certeza que
se tiene es que la víctima conocía a su asesino. Aunque más de uno deseaba su
muerte.

El curtido policía se apoltrona en su destartalado sillón de cuero y prende un


cigarrillo. Son aproximadamente las seis de la tarde y, a esta hora, la División de
Homicidios luce particularmente lúgubre y desolada. –¿Quieres ver unas fotos?–,
pregunta con voz aguardentosa, quebrando el silencio de la oficina. No espera la
respuesta. De una gaveta de su escritorio saca un sobre manila en el que se lee
"Caso Fefer" y, en un acto mecánico, extrae una por una las 80 imágenes a color
de la escena del crimen.

Un cuerpo ensangrentado golpea la vista en la primera fotografía. El cadáver de


Myriam Fefer Salleres aparece sobre el piso de su propio dormitorio, a un lado de
la cama. Su pijama está cubierto de sangre, pero eso no es lo que impresiona.
Dos surcos grises (de 34 x 0.4 centímetros) recorren su cuello producto del
estrangulamiento con un cable de la computadora.
Sus uñas aún pintadas de rojo están quebradas porque se aferró, se aferró a la
vida. El desorden del dormitorio, perennizado en esta serie de fotos nunca antes
mostrada a la prensa, confirma que ella, una mujer fuerte y explosiva, luchó con
su asesino en medio de la oscuridad y el pavor.

Una herida en el muslo, moretones en los brazos y sangre salpicada en las


sábanas blancas completan el cuadro macabro. Los agentes de Homicidios han
repasado estas imágenes una y otra vez desde el crimen, la madrugada del
pasado 15 de agosto, y siempre arriban a una certeza perturbadora.

–Ella conocía a su asesino -, dictamina el agente soltando una bocanada de


humo. El homicida, está claro, no forzó la puerta para ingresar a la residencia de
Paul Harris, en San Isidro. Cruzó el jardín sin alertar a los perros e ingresó como
un alma en pena al dormitorio de la empresaria. Sin mayor aspaviento. Si hubiese
sido un criminal contratado (o experto), apunta el investigador, habría llevado
consigo su propia arma homicida.

Aun así, los policías creyeron inicialmente que sería difícil hallar a algún
sospechoso de su círculo íntimo que pudiese haberla odiado lo suficiente como
para matarla. Con los días quedaría claro que estaban equivocados.

VAN DER SLOOT

En el casino Atlantic City, según se vio en las imágenes captadas por dos
cámaras de seguridad del local, Stephany- vestida con zapatillas blancas,
pantalón negro y polo azul- llegó a la mesa de juegos en la que se encontraba
Van der Sloot, lo saludó y se sentó a su lado. Ambos jóvenes, que participaban en
Latin American Póker Tour, permanecieron juntos durante dos horas y media
antes de irse con dirección al hotel Tac, ubicado en la avenida República de
Panamá 6160.
Al promediar las 5:15 a.m., la pareja ingresó al hospedaje y subieron a la
habitación 309. Aquí, señaló el holandés en la confesión que hizo ante la Policía
Nacional, la estudiante de la Universidad de Lima le propuso jugar póker a través
de Internet. Él aceptó e ingresaron a una web de juegos, pero en ese momento
recibió un correo en el que detallaba información sobre la desaparición de Natalee
Holloway.

A continuación, Van der Sloot le habló a Stephany sobre el caso y le contó que lo
habían detenido por ese delito. Ella -siempre según Joran- tuvo una fuerte
reacción y le dio un golpe de puño en ellado izquierda la cabeza. El holandés
aseguró que reaccionó con el codo y la golpeó dejándola "medio desmayada".
Sostuvo, además, que la reacción de la joven le afectó tanto que la tomó por el
cuello con las dos manos y "la estrangulé por espacio de un minuto".
13. REFERENCIAS:

http://html.rincondelvago.com/psicologia-de-la-personalidad-delincuente.html

http://html.rincondelvago.com/delincuentes.html

http://www.monografias.com/trabajos31/psicologia-juridica/psicologia-juridica

http://es.wikipedia.org/wiki/Delito

http://espanol.getlegal.com/legal-info-center/Clasificaciones-y-definiciones-de-los-
delitos

http://definicion.de/delito

http://es.wikipedia.org/wiki/Delito#Crimen_y_delito

http://es.wikipedia.org/wiki/Delincuente

http://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctima

http://es.wikipedia.org/wiki/Control_social

http://ayudaycultura.blogspot.com/2008/08/el-ser-humano-como-unidad.html

http://esimerobotica.tripod.com/UNIDAD_2.pdf

Dimensiones Del Ser Humano


http://pochicasta.files.wordpress.com/2009/11/dimensiones-hombre.pdf

http://www.monografias.com/trabajos31/psicologia-juridica/psicologia-
juridica#factor

http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&idE=691&idS=228

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