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TEORICO 3

Marcelo Mazzuca

Antes de comenzar, quería detenerme en la primera unidad, sobre la


presentación que hizo Gabriel, porque en definitiva la definición de la clínica
con la que nosotros elegimos trabajar, deja en claro que nuestra perspectiva es
la del psicoanálisis, y nuestra orientación un poquito más precisa, es la que
tiene que ver con la lectura que hace Lacan de las referencias de Freud.
Entonces, esa oración que van a poder creo que ir recitando de memoria, es
además, una herramienta de trabajo. No se trata solo de recitarla, de
recordarla, para replicarla por ejemplo en un examen, sino de utilizarla.
Utilizarla para cada una de las unidades temáticas que tenemos en el programa
de teóricos, aplicarla a cada uno de los temas. Entonces, para hacer un breve
repaso de esa definición, querría por otro lado, acentuar que esa definición a su
vez esta hecha, construida, fabricada, con lo que para Lacan es su herramienta
fundamental, que son los tres registros: la distinción entre lo que en nuestra
experiencia humana de seres humanas registramos por la vía de lo real, lo
que registramos por la vía del símbolo y lo que registramos por la va de la
imagen, por lo imaginario. Lacan insiste mucho en que real, simbólico e
imaginario, si bien pueden definirse de diversas maneras, hay múltiples
definiciones de esos registros, pero más que categorías, conceptos,
definiciones, son un instrumento. Estamos hechos los seres hablantes de cada
uno de esos registros. Les hago notar entonces que Lacan en el año 76, en el
tramo final de su enseñanza, propone al abrir una sección sobre clínica en su
escuela, propone esta definición que esta armada siguiendo esa secuencia de
real, simbólico, imaginario. Los términos simbólico, imaginario, no están en el
enunciado de la definición de la clínica, pero se los encuentro fácilmente. Si
esta lo real, entonces hay en esta filmina les recordé que:
• LO REAL → Es lo imposible de soportar, lo insoportable, eso quiere
decir que la clínica del psicoanálisis vamos a insistir en eso, que no es la
experiencia, no es tal o cual tratamiento, no es la práctica, sino ya una
elaboración secundaria respecto de la práctica. La clínica es una
elaboración de saber, pero no cualquiera, múltiples elaboraciones de
saber, es una elaboración de saber respecto del padecimiento. Toda
clínica implica una elaboración de saber, sobre el padecimiento. Así es
que el nivel de la patología o de la psicopatología está presente
necesariamente en toda clínica, en distintos grandes, puede ser el
padecimiento, sufrimiento, el malestar, puede ser la inquietud, puede ser
algo más bien leve, pero en cualquier caso algo de esa afectación del
pathos tiene que estar presente para nosotros, sino, lo que estemos
elaborando como saber, no será una clínica. Y hemos insistido en que
desde el PSA la orientación implica intentar acceder a ese nivel en
donde el padecimiento se vuelve imposible de soportar.
• LO SIMBOLICO → En la definición está claramente implicado en el
punto en donde Lacan se refiere al icc como saber no sabido pero un
saber al fin, insistiendo en que el icc como saber es la huella y el
camino. Las dos cosas, distinguiría esos términos. Una huella es más
bien una marca, un rasgo, lo que designa que ahí paso algo, por ahí
paso alguien, es un acontecimiento, pero todavía no indica un camino, ni
una orientación. Entonces vamos a poder reconocer en los ejemplos
clínicos, que una cosa es la marca, la huella, y otra cosa es cuando uno
puede al menos situar dos referencias significantes, o tres, para ir
encontrando entonces la orientación del análisis.
• LO IMAGINARIO → En la idea del conocimiento, para Lacan está
implicado ese registro, engañoso, ilusorio, que es el de la imagen o lo
imaginario. Por eso Lacan indica que hay que repudiar toda idea de
conocimiento, una expresión bastante particular.

Una cuestión más, todo esto a modo de introducción ahora. Quiero hacerles
notar también, que en la clínica psicoanalítica están implicados por lo menos
otros dos planos: en este caso, he repartido la clínica del lado de lo real, lo
imposible de soportar, la lógica del lado de lo simbólico, y la ética del lado de lo
imaginario. Esto no es del todo correcto, no es del todo preciso, pero lo hago
para dar una vuelta más, para reflexionar un poco más sobre lo que está
implicado entonces en la noción de clínica que nosotros estamos eligiendo.
Toda clínica psicoanalítica implica una lógica, y vamos a recuperar eso en
distintos momentos del programa de teóricos, cuando Lacan insiste en que
efectivamente la cura tiene una dirección, tiene una orientación, pero además
tiene una lógica. Es decir que eso responde a una estructura que se puede ir
reconociendo, que ustedes saben es el lenguaje, y en términos más
particulares la del discurso, es decir, la del encadenamiento significante. Y
hacerles notar que, en la tercera parte de la definición, lo que esta acentuado
es el plano de la ética. Como les decía, el termino repudiar es fuerte, no es algo
así como no interesa, hay que dejarlo de costado, sino que implica una
posición y una responsabilidad para el analista de ocuparse de tratar entonces
de cuestionar toda la respuesta o todas las respuestas que provengan de ese
registro de la experiencia, del registro imaginario del pretendido conocimiento,
que en realidad más bien disimula lo que es un desconocimiento en otros
niveles.

Y finalmente, quería entonces darles por lo menos mi opinión sobre lo que


atraviesa como eje o como vector, todo el trabajo de nuestra materia. Como si
fuera una suerte de Leiv Motiv. Pensar en el Leiv Motiv que es la noción de
acto. Quise señalar con esa flecha, que en términos generales es un
reduccionismo, pero para insistir en el planteo inicial, la orientación del análisis
va de lo imaginario a lo simbólico, y finalmente a lo real. Es imprescindible
admitir trabajar con lo imaginario, esos distintos niveles.
La noción de acto es la que atraviesa todo el programa, de hecho, me parece
que, de manera más explícita, o menos, la van a encontrar en todos los textos
del profesor Lombardi. Es lo que le da un rasgo distintivo a nuestro trabajo. Y
por último agregar que es que no se trata de cualquier acto, sino que para el
caso del ser hablante, como plantea Lacan, es un acto que implica
necesariamente la palabra, en la medida en que la clínica del PSA es entonces
una clínica de la escucha, como propuso en un momento Bercherie, tal vez lo
recuerden de psicopatología, a diferencia de la clínica médica o psiquiátrica,
que es una clínica de la mirada, vamos a ir en dirección del acto entendido
como el acto de la palabra, esa palabra que Lacan primero nombró como
palabra plena, después de otros modos, pero a partir de la cual, las cosas ya
son distintas. Esa es un poco la orientación general.

Lo que pensé para la reunión de hoy y la de la semana que viene, la primera


parte de la unidad 2 la vamos a repartir en la tercera y cuarta semana de
clases, tiene como protagonista principal al síntoma, a la noción de síntoma,
pero como es una unidad temática extensa, la dividimos en dos partes, yo voy
a acentuar, como lo hice en el texto fundamentalmente, los modos o las formas
clásicas de presentación del síntoma, y voy a dejar a Florencia Farias quien va
a continuar con los teóricos, a ocuparse o poner el acento en las formas
actuales de presentación del síntoma.
El texto de mi autoría que ustedes tienen en el campus, no es simplemente una
guía, sino que es una clase que va siguiendo cada uno de los tres primeros
puntos de la unidad 2 que son los que tenemos que trabajar, y cada uno de los
3 textos. Hay un texto para cada uno de esos puntos. Como eso ya está, lo
pueden revisar y regresar a eso todas las veces que quieran, vamos a hacer
una lectura transversal. Hoy voy a tratar de trabajar más bien las formas de
presentación del síntoma, dar algunas referencias, algunas coordenadas. Es
decir, pensar desde el punto de vista de la clínica, de sus categorías, de la
relación de las categorías fundamentales, empezando por las de Freud,
Inhibición, Síntoma y Angustia.
Y voy a dejar para el jueves que viene, la otra perspectiva o el otro vector, que
sería ya empezar a situar la posición del analista, la intervención del analista
con respecto al síntoma en la lógica de la cura, o en la dirección de la cura.
Para insistir entonces en la entrada en las categorías freudianas, con las
herramientas de Lacan, tienen ahí una primera referencia, se trata de la última
versión de Lacan de los tres registros, apoyándose en la topología del nudo
borromeo. Ahí hay una versión, lo real en azul, lo imaginario en rojo, lo
simbólico en blanco. Y en el medio, el objeto a, que está vinculado con la
función de causa de deseo, que si hubiera podido poner el símbolo del virus en
el medio lo hubiera hecho, entonces les puse arriba que es ahí donde hay que
ubicar el virus analítico, lo que contagia desde el punto de vista de la
experiencia del PSA. Y verán que, con ese apoyo de los registros, es que
Lacan trata de esclarecer la tripartición freudiana entre Inhibición, Síntoma y
Angustia.
Vamos a darle unas vueltas a estas tres categorías:
Entonces tienen ahí una primera versión, en donde Lacan insiste que la
angustia es una suerte de ampliación de lo real, sobre lo imaginario. A esa
altura Lacan define lo real directamente como la vida, como lo bio, como lo
biológico, el cuerpo, pero en el sentido viviente. La angustia proviene, parte de
lo real de la vida, pero es una extensión de lo real hacia lo imaginario. La
incidencia de lo real por sobre lo imaginario, que Lacan define en ese momento
como el cuerpo, hay algo del registro real de la vida, que se entromete en el
cuerpo imaginario. Y el efecto de ese movimiento, es el afecto de la angustia.
La angustia es un avance de lo real, por sobre lo imaginario. Con eso se
aclaran y se manipulan mejor las referencias de Freud, y empiezo con esta
referencia porque creo que es el mejor ejemplo de lo que ustedes ya conocen
por haber cursado psicopatología, para entender lo que Lacan llama lo real
verdaderamente insoportable, lo imposible de soportar. Ahí podemos
tomar como ejemplo paradigmático, lo que Freud describió como la crisis de
angustia y lo que hoy se llama el ataque de pánico. Incluso hoy podríamos
preguntarnos en ese caso, si es una forma de presentación del síntoma o de la
sintomatología clásica o actual. Que esto sirva entonces para abrir un poco la
pregunta y el cuestionamiento, para ver a que le llamamos actual. Lo van a
trabajar un poco más adelante en esta unidad.
En Freud ya tenemos esa orientación que es la que nosotros tomamos, que es
entender lo actual como algo efectivamente vinculado al acto, a la acción en
presente de algo que no tiene elaboración. Ustedes recordaran que la
categoría clínica de la neurosis de angustia, Freud la calificaba como una
neurosis actual, es decir que eso no remite a la memoria, al pasado, a los
acontecimientos pasados resignificados, sino a la actualidad de un goce sexual
claramente, como lo plantea Freud. Es decir, algo del orden de lo real, del
organismo para Lacan que avanza por sobre el cuerpo imaginario. Es tal cual lo
que hoy llamamos ataque de pánico, la misma semiología clínica Freud la
describió hace más de 100 años, y digo que es el ejemplo más claro de lo que
se convierte en insoportable, porque efectivamente no se si les ha pasado,
pero cuando el pánico ataca, se hace presente bajo esa forma, la
sintomatología de la angustia como algo disruptivo, eso es imposible de
soportar. La experiencia es justamente la de una vivencia que no tiene
representación, que no se acompaña de ideas, de sentido, que no hay
posibilidad de elaborar psíquicamente, subjetivamente, y si se presenta algo
del orden de la muerte, no se trata del temor obsesivo a que alguien se pueda
morir, etc, no es del orden de la representación, sino que la idea de la muerte o
la idea de la locura es la traducción mínima de esa experiencia que es algo asi
como que el cuerpo a uno le va a explotar. Razón por la cual la mayoría de las
veces eso termina en una medicación, una intervención farmacológica.
Ese es el ejemplo más claro de una forma de presentación del síntoma que
lleva a lo insoportable, pero con lo cual es un poco difícil trabajar. Mas bien es
casi imposible trabajar analíticamente. En muchos casos esa experiencia del
pánico, puede convertirse en algo elaborable. Recuerdo un ejemplo que
trabajamos en la materia electiva que tenemos que se llama Usos del Síntoma,
casualmente eso demuestra que el síntoma es una de las categorías clínicas
más importantes para el PSA. Un ejemplo de un paciente que consulta por
ataques de pánico, él lo nombra así, un poco identificado a la moda, a las
categorías de moda en la actualidad. Y cuando el analista le pregunta que
entiende el por ataque de pánico, el paciente dice la radio me habla, lo que
pasa es que la radio me habla, y cuando interroga un poco mas ese “la radio
me habla”, empieza a surgir un discurso que le da algún sentido, en ese caso
claramente psicótico y paranoico, a una experiencia que inicialmente parecía
ser simplemente la de la angustia. O para tomar un modo de presentación
neurótico, recuerdo un paciente que consulto también por ataque de pánico,
efectivamente era un paciente que tuvo que terminar en una guardia antes de
consultarme a mí, y llegó al consultorio realmente todavía con las
consecuencias de ese ataque, por momentos angustiado, sin poder entender
muy bien que era lo que lo angustiaba, hasta que luego de la primer sesión,
vuelve con un sueño muy cortito, prácticamente una imagen y no mucho mas,
esos sueños que son más una foto que una película. El sueño hasta donde lo
recuerdo, era el de un traje, pero sin ninguna persona adentro. Era un sueño
que tenía algo de siniestro, para ese paciente tenía algo de familiar, era un traje
sin nadie adentro y en vez de tener una corbata tenía una especie de nudo
como si fuera una horca. Creo que eso es un buen ejemplo de lo que Lacan
llama la huella significante, la marca. Todavía no el camino, todavía él no
podía decir que significaba esa imagen que al mismo tiempo de angustiarlo le
resultaba familiar. Luego de varias sesiones, pudo asociar sobre todo esa
corbata horca, con su historia, alguien que había sido adoptado en la época de
la dictadura militar, el va abriendo camino a sus referencias historias e icc.
Entonces tenemos ahí dos ejemplos para el lado de la psicosis y para el lado
de la neurosis, de lo que más bien se inicia con una presentación más bien
insoportable, y que después deviene en algo analizable, a partir de poder
ubicar al paciente que se va convirtiendo en analizante de sus propios dichos
un camino, el camino del icc.
Hay otras presentaciones donde es mucho más difícil lograr eso, o
directamente imposible. Hay ciertos fenómenos psicóticos, por ejemplo, que
ustedes los conocen bien, en donde si bien se puede encontrar en muchos
casos una huella significante, ese es un significante que no remite a ningún
otro. Lacan recuperaba de la psiquiatría clásica esa expresión del estribillo
propio de la esquizofrenia, hay que pensar entonces en el estribillo de alguna
canción pegadiza, que en realidad pierde su sentido y uno queda un poco
fascinado repitiendo como disco rayado, el estribillo de alguna canción de
moda que escucho por la radio, por ejemplo, sin reparar en que eso tiene un
sentido. Esos síntomas en muchos casos son difíciles o imposibles de analizar,
y requieren de otro tratamiento. Algo parecido pasa con el fenómeno
psicosomático, a tal punto que Lacan durante mucho tiempo, más que hablar
de síntoma psicótico hablo de fenómeno psicótico. Con lo psicosomático ocurre
lo mismo, no estamos seguros de poder darle la entidad analítica de síntoma,
no estamos seguros de que ese fenómeno, ese modo de presentación
subjetiva, pueda convertirse en un síntoma analizable. Un ejemplo habitual de
fenómenos psicosomáticos son todos esos fenómenos que tienen que ver con
la afectación de la piel. Recuerdo particularmente un caso al que me dedique
especialmente, el vitíligo de Charlie García. Charlie testimonia la aparición de
ese fenómeno, que claramente es una huella, una huella en el tiempo, una
marca en su cuerpo. Algunos creen que el bigote bicolor de Charlie es una
suerte de cosmética, de performance, y no , en realidad es un síntoma, un
fenómeno psicosomático, que secundariamente puede ser utilizado, se le
puede sacar algún provecho al síntoma. Pero estrictamente hablando, tiene
que ver con algún acontecimiento muy puntual de su infancia cuando los
padres tienen que dejar a sus hijos solos porque perseguidos por el gobierno
de turno de ese momento, tienen que exiliarse a Europa. Charlie no puede
decir mucho más que eso, pero lo claro es que ese es otro ejemplo de algo que
desde la angustia lo que resulta insoportable deja una marca que después no
puede ser leída. En el caso de Charlie García tenemos, además, los dos
ejemplos, el fenómeno psicosomático, y el fenómeno psicótico que desarrolla
Charlie alrededor de eso.
Pregunta de un compañero: Entonces, el síntoma es únicamente aquello que
pueda ser analizado, ¿la angustia en si no es un síntoma?
Respuesta del profesor: Esta muy bien la pregunta, porque en realidad
vamos a plantearlo de este modo: el síntoma para nosotros es la categoría
clínica del PSA, por eso nuestra unidad temática se llama Formas de
presentación del síntoma. Eso quiere decir que el síntoma puede estar
vinculado con alguna de esas otras categorías, puede estar disimulado en
alguna de esas otras categorías, puede tomar la forma de la angustia, y
entonces clínicamente hablando, como forma de presentación, uno puede decir
que la angustia puede convertirse en síntoma, incluso Freud decía que la
inhibición puede convertirse en síntoma.
Avanzo entonces con ese comentario. La inhibición Freud la definía como una
limitación de una función del Yo. Acá en el esquema, verán que Lacan plantea
a la inhibición como un avance del registro de lo imaginario por sobre lo
simbólico. Hay que agregar entonces que es una limitación de la función del yo,
o del cuerpo, o de la realidad. Parece que es lo que se aclara cuando uno
aplica la categoría de los 3 registros lacanianos a esa noción. La inhibición
siempre tiene que ver con una limitación, con un detenimiento de alguna
función que tiene que ver con el yo o con el cuerpo. Pero Freud insiste en que
si esa inhibición se convierte en signo, en índice, de un proceso patológico o de
una satisfacción pulsional en juego, pues bien entonces esa inhibición toma la
forma del síntoma.
Son dos razonamientos distintos pero articulables. Por un lado, uno puede
hacer el esfuerzo clínico para intentar de definir cada una de esas categorías
por separado: inhibición, síntoma y angustia. Completemos, la angustia como
un desborde de lo real por sobre lo imaginario del cuerpo; la inhibición como un
avance del registro de lo imaginario por sobre el registro simbólico, las
categorías del icc; y el síntoma en esta primera versión es un avance de lo
simbólico hacia lo real. Y así podemos hacer el esfuerzo por distinguir esas
categorías, y es lo que hace Freud en el texto Inhibición, síntoma y angustia.
Insistiendo por ejemplo en que la inhibición tiene que ver con el terreno del yo
siempre, la limitación de una función yoica, mientras que el síntoma tiene que
ver con el ello, es un modo de satisfacción pulsional. Lacan dice el síntoma es
goce, es su esencia.
Ahora bien, para pensar luego en el síntoma analítico, ahí si hay que ir
articulando las distintas referencias, y entonces vamos a ver que la orientación
que ya planteo Lombardi, es tratar de lograr que el síntoma se exprese en esa
conjunción, en ese punto intermedio entre lo real y lo simbólico a partir de una
huella significante como lo verdaderamente insoportable. Y vamos a ver que la
fantasía, por ejemplo, cumple la función de disimular el síntoma, de darle una
forma de presentación distinta, de convertir el síntoma en un fenómeno de
inhibición.

Aquí tenemos otra versión del esquema, hay muchas referencias, no importa
mucho cada una de esas referencias. Simplemente la elegí esa filmina porque
lacan por momentos define al síntoma como un avance de lo simbólico por
sobre lo real, como en la filmina anterior, y por momentos lo define como un
avance de lo real (rojo) sobre lo simbólico (azul), como en esta filmina, el
síntoma está ubicado en ese lugar. En cualquier caso, el síntoma que nosotros
queremos producir en el análisis, como condición necesaria, todavía no
suficiente, pero necesaria para que pueda haber análisis, síntoma analítico, es
que se exprese como división subjetiva cercana a la angustia, puede estar
acompañado por la angustia, de hecho verán que en el medio efectivamente
hay un punto donde se calzan los 3 registros, donde la zona de intersección
entre lo simbólico y lo real, donde se experimenta el síntoma en su forma más
dura, más insoportable, puede conectar con el registro de lo simbólico.
Pregunta de una compañera: No entendí que diferencia hay entre la
concepción de la primera y la segunda versión del síntoma.
Respuesta del profesor: Es una sutileza, pero una cosa es decir que el
síntoma proviene de lo real, y otra es decir que el síntoma proviene de lo
simbólico. Lacan da esas dos versiones. Lo que tienen en común es que el
síntoma implica una intersección entre simbólico y real. Pero una cosa es decir
que el síntoma proviene de la experiencia de la vida, de lo biológico y que va
hacia el campo del lenguaje, lacan ese caso lo nombra como el campo del
significante, de la muerte también de lo mortificante, y otra cosa es entender
que el síntoma proviene de lo simbólico, es decir que es un significante que
entra en lo real. Es un matiz, quise indicarlo porque puede ser que se
encuentren con esa bibliografía y encuentren esas dos versiones. Un avance
de lo real por sobre lo simbólico, o un avance de lo simbólico por sobre lo real.

La experiencia de la inhibición no es tanto la experiencia subjetiva, sino la


experiencia yoica. La vivencia de la inhibición es una vivencia del yo, se
traduce en el discurso de los pacientes como una versión del “yo no puedo
hacer tal cosa”, lo que sea. No puedo estudiar, no puedo concentrarme cuando
llega la hora del parcial, no puedo moverme, no tengo energía, cuando se trata
de la inhibición del cuerpo, por ejemplo. Es decir que uno encuentra ese
fenómeno de la inhibición en el discurso de los pacientes con una fuerte
enunciación yoica. Mientras que el síntoma, que provenga del Ello, es decir de
la satisfacción de la pulsión, en términos de Lacan seria la versión del síntoma
que proviene de lo real, que avanza hacia lo simbólico, avanza hacia la huella
significante, como les decía en uno de los ejemplos que tomaba, pensemos
entonces la categoría de síntoma atravesando estas 3 categorías: inhibición,
síntoma y angustia. Y le vamos a sumar después dos categorías más, pero
como si todas esas categorías fueran nombres del síntoma, distintos estados,
estatutos o formas de presentación del síntoma, distintas maneras en que El
síntoma, en singular, de cada quien, de cada paciente, se hace presente o se
presenta.
El síntoma se puede presentar bajo la forma de la angustia, bajo la forma de la
inhibición, bajo esas formas degradadas del acto.

Van a estudiar con un poco más de detalle más adelante en el programa, las
nociones de acting out y pasaje al acto, pero que probablemente ya las
conozcan, tengan una idea de esas dos nociones. Son dos versiones
degradadas, atenuadas del acto. Una, el acting es más bien del orden de la
acción escénica, de la puesta en escena, el acting como cuando un actor hace
un acting. Y el pasaje al acto de una acción más impulsiva.
Nuestra perspectiva es, por un lado, hacer el esfuerzo clínico de distinguir cada
una de esas categorías, esa es una manera de entender la clínica, una
elaboración de saber que implica clasificaciones, y una definición de cada una
de esas categorías lo más precisa que se pueda. Eso es lo que intenta hacer
Freud en Inhibición, Síntoma y Angustia que es un texto más bien del final de la
obra, lo cual quiere decir que recoge todo un trabajo y un esfuerzo clínico de
Freud por tratar de distinguir cada una de esas categorías. Pero al mismo
tiempo, lo cual queda más claro con la lectura que hace Lacan, el síntoma
sigue siendo LA referencia.
Tomemos el caso clásico que el propio Freud toma en el cap. 4 de Inhibición,
Síntoma y Angustia que es el de Hans. Se corresponde con el tipo clínico de la
histeria de angustia, que evoluciona hacia una fobia. Que evoluciona quiere
decir entonces esto que estamos tratando de tomar como segunda referencia,
que hay distintos modos en que el síntoma se va haciendo presente o se va
presentando. Entonces en el caso de Hans, claramente primero es la angustia,
una angustia que por momentos tiene algo de actuación, el padre describe
esas escenas, esos actings de Juanito con sus amigos, para con su madre
embarazada, que recién se transforma en síntoma cuando se le suma al menos
un significante, cuando hay ahí la marca de un acontecimiento, dice Freud.
Para Freud es el acontecimiento de la represión, es decir, que se puso en
marcha la mecánica de la defensa, el mecanismo de la defensa psíquica, y
entonces el caballo, además de ser un objeto de la realidad, empieza a
demostrar su estatuto significante, que funciona como un significante. Y un
significante que divide al sujeto, ahí si tenemos entonces la división subjetiva,
eso quiere decir que, si se hace presente, si se hace demasiado presente, el
caballo, como referencia sintomática, aparece la angustia. Mientras que, si
Juanito se mantiene un poquito a distancia, y ordena ese mundo subjetivo, a
partir de ese objeto fóbico, entonces se trata del miedo, del miedo al caballo.
Que luego puede ser tratado por los mecanismos del yo, Freud le llamaba
mecanismos auxiliares, o a veces, técnicas auxiliares, que en el caso de la
histeria de angustia puede ser tomar efectivamente precauciones hasta quedar
verdaderamente inhibido. Podríamos pensar en alguna versión un poco más
actual, no necesariamente el miedo al caballo, puede ser el miedo a volar en
avión, como por ejemplo es el caso de un paciente adulto, al que atiendo hace
ya varios años, cuyo tipo de síntoma se corresponde con la histeria de angustia
masculino, como la de Juanito. Es un adulto que llega al tratamiento por una
crisis de angustia vinculada a sus estudios, y que después lamentablemente a
través de los sueños, va encontrando en el avión un primer significante,
alrededor del cual se va luego montando el fenómeno de inhibición. O piensen
en la fobia a los ascensores, a los colectivos, para buscar un equivalente al
caballo en Juanito en ese momento, que era algo que estaba ahí todo el tiempo
en la realidad todo el tiempo, era el transporte, pensemos en algo más
cotidiano.
Entonces, por un lado, podemos tratar de definir al síntoma de la manera mas
precisa posible, y es lo que Freud intenta hacer con el caso de la histeria de
angustia de Juanito, que es el paradigma de la dificultad de poder situar al
síntoma. Freud se hace esa pregunta incluso, ¿Cuál es el síntoma en el caso
de histeria de angustia de Juanito? Y dice literalmente así Freud, ¿el síntoma
es la angustia? ¿El síntoma es el miedo al caballo? ¿o el síntoma son el
conjunto de acciones, comportamientos, actitudes del yo a lo cual Freud le
llama los parapetos de la fobia? Entonces uno puede decir, como dice Lacan,
que son 3 modos de presentación de lo sintomático, que corresponden a
instancias distintas para resumir entonces: la inhibición corresponde siempre al
yo o a su relación con el cuerpo, y hasta cierto punto la relación con la realidad,
la realidad de Juanito o de un fóbico parece la realidad objetiva, la realidad
exterior, pero es claramente la realidad psíquica. El síntoma pertenece al Ello,
proviene del Ello, agreguemos nosotros también del Superyó, lo cual
demuestra que efectivamente el síntoma está en ese punto de encuentro entre
lo real y lo simbólico, entre el Ello y el Superyó. Freud dice que el Superyó
hunde sus raíces el Ello, pero el Superyó claramente es una instancia que tiene
algo de simbólico, el superyó se experimenta, se presenta siempre como un
imperativo: tú debes, tu no debes, etc. Puede ser un imperativo insensato, que
no tenga mucho desarrollo, pero siempre es algo de la palabra y del
significante.
Entonces, el síntoma, un avance de lo real por sobre lo simbólico, o un avance
de lo simbólico por sobre lo real. Versión freudiana, el síntoma lo encontramos
en su esencia entre el Ello y el Superyó, el yo puede tratar de responder al
síntoma, y la angustia no pertenece estrictamente hablando ni al terreno del
Yo, ni al terreno del Ello ni al terreno del Superyó, ni a la realidad, pero tiene
relación con todas esas categorías. La angustia es más bien un fenómeno
de borde.
Pregunta de una compañera: ¿Se puede pensar entonces al síntoma como la
respuesta singular de ese sujeto frente a la angustia que genera lo real de esa
satisfacción pulsional controversial con respecto a la realidad?
Respuesta del profesor: si exactamente, se puede pensar así, y conviene
pensarlo así. Efectivamente es nuestra propuesta, y lo vamos a ver la próxima
clase. Eso tiene un matema, entender al síntoma como la división subjetiva,
eso quiere decir, s tachada. Es la rta subjetiva al encuentro con ese fenómeno
de la angustia que no tiene coordenadas. Y para ir adelantando entonces algo
de la dirección que tiene que tomar la cura, y la orientación, la referencia sobre
la cual el analista tiene que poner el acento, es trabajar cuando es necesario ne
esas entrevistas preliminares, como le llamo Lacan, para que el síntoma si no
se ha expresado de ese modo, como división subjetiva, eso quiere decir como
desgarramiento, como conflicto, como padecimiento,, que algo moleste,
inquiete, divida, que este al borde de la angustia, quizás no en el desarrollo
pleno de la angustia porque ahí ya perdemos la referencia y los pacientes
totalmente angustiados no pueden siquiera asociar con lo que les molesta.
Pero por el otro lado, tenemos ese otro inconveniente que es que a veces el yo
quiere curar la división subjetiva y entonces hay pacientes que ni se anotician
de su síntoma, como dice Freud lo incorporan al yo, el síntoma empieza a
entrar en sintonía con el Yo. El ejemplo que me parece más paradigmático de
eso, son los rituales obsesivos, hay uno que me gusta mucho en la casuística
de Freud que está en la Conferencia 17, que es una mujer que varias veces al
día corre de la habitación al living, entre otras cosas me gusta porque evoca el
yendo de la cama al living de la canción de Charly García. Es un acto
compulsivo y ritualizado, típico de la obsesión, una forma obsesiva de
presentación del síntoma, pero que la paciente como muchos obsesivos, lo ha
incorporado a su rutina, entonces eso puede molestar un poco pero no divide.
Entonces efectivamente el síntoma ven que está en el centro de operaciones
de lo que tratamos de situar como primer movimiento para que un análisis sea
posible. No alcanza con la división subjetiva para que haya análisis, pero es
condición necesaria, si alguien no se encuentra con ese polo un poquito más
real del síntoma de lo que molesta, incluso de lo que se torna prácticamente
insoportable y entonces, uno empieza a tener la necesidad, la urgencia de
tener que ocuparse de eso, si eso no es así, y si no se llega a la sensación
cercana a la angustia que es “no me reconozco en eso, pero lo experimento, lo
vivo”. La expresión de Lacan es que el síntoma es lo que se conoce, en el
sentido vivencial, se experimenta porque eso molesta, duele en el cuerpo o
duele en la conciencia, cuando a uno le empieza a picotear el pajarito de la
culpa, por ejemplo. Entonces uno no se puede hacer del todo el distraído, no lo
reconoce como propio y al mismo tiempo tiene que admitir la responsabilidad
que le toca en esa vivencia por ejemplo de la conciencia moral. Entonces
efectivamente es el primer movimiento que, si no se produjo ya, el analista
tiene que ocuparse con su manera de escuchar, con su manera de preguntar,
interrogar, o a veces de señalar, de una forma mas bien interpretativa, es decir
tratando de evitar las explicaciones, los consejos. Por el contrario, el analista
tiene que ir en búsqueda de esa forma de presentación del síntoma que es
la división subjetiva.
Pregunta de un compañero: Si el analizante no presenta esa división
subjetiva, ¿para que arranca la terapia entonces? Yo pensé que esa división
subjetiva se presentaba ante el analizante y era la razón por la que arrancaba
el análisis.
Respuesta del profesor: Muy buena pregunta, es fundamental, porque en
realidad puede haber muchas razones y muy diversas por las cuales un
paciente puede consultar a un analista, a un psicólogo, a un psicoterapeuta, a
un psiquiatra, los pacientes en muchísimos casos no esas hacen esas
distinciones. Muchas veces a lo sumo, llegan a registrar que lo que les sucede
como fenómeno es un fenómeno psi, de lo psíquico, entonces pueden buscar
un psicólogo, un psiquiatra, un psicoanalista, un psicoterapeuta, y pueden
hacerlo por distintas razones, no para analizarse. Incluso, si extremamos la
lógica del planteo, nadie va directamente a analizarse, porque estrictamente
hablando, no se sabe bien que es analizarse hasta que eso no ocurre, hasta
que uno no hace la experiencia. Uno puede conocer sobre la teoría del
psicoanálisis, sobre Freud, sobre tal o cual concepto, pero eso no es lo mismo
que analizarse, conocer o saber sobre el PSA no garantiza que haya
verdaderamente un análisis, incluso en algunos casos lo dificulta. En algunos
casos hay personas que se entusiasman con la teoría del PSA, consultan a un
analista, y después uno verifica que no pasan de esa instancia. Dicho de otra
manera, la demanda de conocerse a uno mismo, y tratar de avanzar en el
autoconocimiento, es una demanda que un analista tendría que, sino rechazar,
por lo menos cuestionar para ver si se puede reformular.
Entonces podríamos pensar, y haber si logro volver unos puntos atrás en las
filminas, en la diferencia entre lo que podríamos llamar paciente y lo que
podemos llamar luego analizante.

Son dos nombres distintos. Son maneras de nombrar posiciones subjetivas


distintas, y por eso también podemos hacer una diferencia entre el paciente
quien demanda un tratamiento, y lo que entendemos por caso clínico.
Subrayo ahí el termino clinca, para volver a insistir en que la clínica, no es la
experiencia de lo que le pasa a un paciente a un tratamiento, sino ya una
elaboración, poner en cuesiton lo que ahí sucede para hacer de eso una
lectura. Y esa elaboración de la clínica la puede hacer el analista o la
puede hacer el analizante. Lacan insistió mucho en eso, que cuando uno se
convierte en analizante, pasa de ser paciente, lo cual quiere decir estar en una
posición padeciente, se padece, se sufre, hay algo que molesta, pero la actitud
es mas bien pasiva. El paciente es mas bien padeciente y pasivo al momento
de tratar de encarar responsablemente lo que a él le pasa y buscar, tomarse el
el trabajo de tomar las razones y las causas. Mientras que el término
analizante, que no está en Freud, Lacan lo introdujo justamente para marcar
esa distancia, incluso para marcar esa línea divisoria. Cuando un paciente se
convierte en analizante se empieza a curar, empieza a tomar una posición
mucho más activa, que es la que ustedes ya han trabajado con bastante
detalle. Eso quiere decir que alguien admite la regla de juego analítica, que
quiere decir esforzarse y trabajar para asociar. Para asociar en apariencia
libremente, que no es tan libremente, y convertirse activamente en un
analizante.
Pero es muy importante la pregunta que haces, porque de ningún modo se
puede decir que todos los pacientes que consultan logran finalmente, como lo
dice Lacan, formalizar una demanda de análisis. Algo que puede ser aceptado,
para que el analista también decida tratar de producir ese movimiento de
entrada en el trabajo analítico, tratar de promover la regla fundamental y llevar
las cosas hacia la experiencia analítica.
Completo la respuesta, diciendo donde hay muchos casos donde no hay caso.
Hacemos ese otro juego de palabras también, si por caso entendemos no al
paciente que consulta, Ida Bauer, sino el caso Dora, ahí tenemos un ejemplo
de cómo el nombre es el nombre del caso, es decir lo que se pudo elaborar
clínicamente a partir de lo que dijo y lo que asoció Ida Bauer, el nombre propio
de Dora, y de lo que se pudo registrar como movimientos desde la escucha del
analista, la asociación del paciente, la interpretación del analista, etc.
Hay pacientes con los que no hay caso en el sentido analítico. Hay pacientes
con los que incluso el analista piensa que no conviene tratar de forzar ese
trabajo de entrada en análisis. A veces eso tiene que ver con el diagnóstico
diferencial, porque hay muchos pacientes psicóticos que no logran
estrictamente hablando analizarse, es decir convertirse en analizantes. Hay
otros casos que sí, o por lo menos esa es otra de las orientaciones que
nosotros planteamos en la catedra, que hay un análisis posible de ciertos casos
de psicosis, no todos. Y a veces, bueno, no es estrictamente el diagnostico
diferencial.
En mi experiencia, yo podría agregar que sigo utilizando esas categorías que
ustedes conocen de psicopatología que son la neurosis de angustia, la
neurastenia, que es una versión cercana a la versión de neurosis de angustia,
o la hipocondría, que sería algo así como la neurosis actual “neurosis” a partir
de la que se puede desarrollar una psicosis, un ejemplo clásico es el de
Schreber, cuya primer enfermedad, la primera forma de presentación del
síntoma en el caso de desencadenamiento de la psicosis de Schreber es una
hipocondría. Incluso clasificada como hipocondría grave. Nos viene muy bien
para tomar otro ejemplo de lo imposible de soportar, realmente para Schreber,
a los 39, 40, 41 años, a partir de cierto acontecimiento algo se tornó
insoportable, imposible de soportar. Tuvo que terminar medicado porque no
había grandes recursos e internado. Y en ese caso la fenomenología era mas
bien una experiencia de dolor, sensación dolorosa y penosa en el cuerpo, así
se define la hipocondría. No me refiero a las versiones light, cuando uno dice
que es un poco hipocondríaco, que tiene un poquito de miedo a contagiarse el
coronavirus por ejemplo, sino la hipocondría grave.
Ustedes saben que el tratamiento de Schreber en esa primera presentación, no
fue un análisis, no fue un trabajo analizante, sino que fue un trabajo mas bien
de contención, un tratamiento psiquiátrico. Bueno muchas veces ocurre eso, y
hay muchas psicosis que no pasan de ese modo de presentación. Hay otras
psicosis como le ocurrió a Schreber, es cierto que no estuvo acompañado por
un analista, tuvo que arreglárselas un poco solo, buscar un interlocutor un
poquito mas imaginario, mas virtual, la ciencia los científicos, la religión, que es
ante quien Schreber da testimonio por escrito, una apoyatura, para lograr
finalmente adoptar una posición analizante. Es decir que sin contar
estrictamente hablando con el dispositivo analítico, Schreber de algún modo
logra analizar su propio síntoma, logra tomar una actitud analizante y
responsable para tratar de dar cuenta de lo que le pasa.

Entonces les dejo también esa indicación, que toda una serie de cosas que uno
puede hacer con un paciente en el ámbito de las entrevistas preliminares a un
análisis, que a veces no son siquiera preliminares porque no se convierten en
un análisis, muchas cosas valiosas que quizás no son estrictamente hablando
un análisis, sino un tratamiento con un psicoanalista, que de todos modos es
algo distinto a un tratamiento con un psiquiatra, o con un psicoterapeuta.
Pregunta de una compañera: En relación con esto de las entrevistas
preliminares en las que el analista trata de buscar o de producir con sus
intervenciones, esta división subjetiva, ¿no hay que tener cierto recaudo o ser
precavido con esto? Porque pienso que la división subjetiva puede generar
además de angustia, otro tipo de respuestas que pueden ser perjudiciales para
esa persona, mas del orden del acto, ¿cómo tomar esos recaudos para no
terminar complejizando aún más el cuadro que ya se presenta?
Respuesta del profesor: Excelente pregunta. Efectivamente, ahí hay que
acentuar, creo yo, el plano de la ética, de la responsabilidad. Responsabilidad
es un término que proviene, etimológicamente hablando, de respuesta, de
capacidad de responder. Eso quiere decir que el analista tiene que estar
formado en clínica, es importante conocer de todas estas categorías, es
importante saber de otras disciplinas, de psiquiatría clásica, o de
psicopatología, por indicación de Lacan.
Es decir que el analista puede tener un saber previo, que es un estatuto del
saber, que es el saber mas bien clasificatorio, referencial, que luego sirve para
ir captando lo que le pasa a ese paciente. Entonces, es cierto que, en la gran
mayoría de los casos, un analista no se va a mandar a tirarse de cabeza a la
pileta. Las entrevistas preliminares tienen entre otras funciones esa, hacerse
una idea del paciente, del caso, si va a haber caso o no va a haber caso. Y
entonces es, sin duda una responsabilidad compartida, pero el mayor
responsable, es el analista. Y en ese punto lo que habría que agregar es que,
al mismo tiempo, hay algo incalculable en el trabajo del analista, en su modo de
intervenir. Uno puede escuchar a un paciente, puede, y debe, conviene, que el
analista sea mas bien activo en el primer tramo de las entrevistas preliminares.
Eso quiere decir que pregunte, repregunte, que pida aclaración, lo cual implica
no dar por empezado el análisis desde la primera entrevista, es decir no
necesariamente aplicar la regla fundamental, dejar que el paciente asocie
libremente. El analista puede, e insisto, en muchos casos conviene detenerlo,
preguntarle lo que él cree que es conveniente para hacerse una idea de, Freud
lo decía así, si el caso es apto o no para el psicoanálisis. Para darle una vuelta
a esa expresión, habría que entender que no se trata de que la persona sea
apta o no para el PSA, no dividimos entre gente que se puede analizar o gente
que no se puede analizar, por eso yo repararía en que la expresión de Freud es
si el CASO es apto, es decir, esa persona, ese paciente, en ese momento, tal
como se le presenta el síntoma en esas coordenadas y tal como formula la
demanda en ese momento. Entonces, si se puede reformular la demanda, y
uno ve que hay posibilidades de que el propio paciente se convierta en
analizante, sin que haya como vos decís, grandes riesgos de que un paciente
pase al acto, bueno, alguno de esos pasajes al acto mas peligrosos como el
intento del suicidio, entonces ahí el analista es el que decide incitar ese trabajo
de entrada en análisis.
Pero entonces para terminar con la respuesta, hay de todos modos algo que el
analista no puede calcular de antemano: puede saber bastante, puede tener
experiencia, una buena formación, puede incluso hacerse una buena idea del
caso (hacer un diagnóstico, etc), y aun así nunca puede prever del todo las
consecuencias o los efectos de tratar de ir a poner a prueba la división
subjetiva. Hay que decirlo, y por eso, efectivamente, la noción de acto es la que
esta en el centro de la ética. El analista más allá del calculo que pueda hacer,
lo que hace es desencadenar un proceso o una operación que estrictamente
hablando no sabe muy bien donde va a ir a parar.
Aquí les muestro otra filmina:

Una nueva presentación de ese cuadro que encuentran en el Seminaro 10, las
categorías uqe interesan son Inhibición, Síntoma, Angustia, Acting out y Pasaje
al acto, las otras las podemos obviar.
En este caso ven que el acto no está dentro del cuadro, es un agregado que
está mas bien en ese vértice donde la angustia lo que señala es algo asi como
un mayor grado de dificultad para un paciente, y un mayor grado de agitación.
Por eso, vamos a ver, un poquito la vez que viene y otro poco lo van a ver más
adelante, que la angustia tiene distintas presentaciones. Esto esta en el
texto de Lombardi que se llama Las 3 versiones de la angustia. Para resumir,
podemos decir que se trata de:
• La angustia más bien disruptiva, automática le llamaba Freud, la
que no tiene elaboración psíquica, como el ataque de pánico.
• Angustia neurótica → Es la que se transforma en síntoma, este
movimiento que estamos comentando. En el caso de Juanito es la
angustia que se transforma en miedo.
• Angustia mas cercana del acto → El acto le arranca a la angustia su
certeza. La angustia, que es mas bien un afecto, algo que afecta, no
necesariamente es algo patológico, es decir que no necesariamente es
algo que se transforma en un síntoma, y luego en una inhibición, hay
distintos usos de la angustia. Y en muchos casos, efectivamente, la
angustia puede servir para señalar algo inequívocamente,
certeramente, Lacan insiste que es el afecto que no engaña respecto de
lo real. Y entonces, puede ser una suerte de apronte o incitación al acto,
a tomar una decisión, a hacer una elección, etc. Esa es la orientación
que nosotros vamos a darle a esta lectura.
Voy tomando todos estos esquemas, grafos, matemas de Lacan, no porque
tengamos que estudiarlos o entenderlos en sí mismos, uno puede elegir
cualquiera de ellos. La idea es ir aprendiendo e incorporando una lógica, como
Lacan y Freud piensan en una articulación entre esas nociones clínicas. EN el
cuadro anterior, veíamos que la dirección que va tomando el análisis es de la
inhibición del yo hacia el síntoma, y desde el síntoma entonces hasta lo que
puede llegar al borde de la angustia, es decir, lo que puede hacer del síntoma
algo que se experimente como división subjetiva.
Si ya conocen el grafo del deseo, tenemos otra forma de representar esa
misma lógica: el camino de la neurosis es mas bien el camino que va de la
angustia, que uno puede situar en un punto allí cercano al de esa división
subjetiva, que se experimenta justamente cuando faltan las respuestas.
Cuando la pregunta es una pregunta no yoica, no filosófica, sino cuando esa
pregunta duele, inquieta. Luego esta el camino o la respuesta de las fantasías,
ustedes ubican al síntoma ahí, bueno no se ve muy bien, pero es el significado
del otro s (minúscula) de A (mayúscula). El caballo me morderá, por ejemplo.
Es el caso de la expresión efectiva del síntoma de Juanito. Expresión efectiva
quiere decir ahí una puesta en forma de palabras, una puesta significante del
síntoma, que no es simplemente zoofobia, o fobia a los caballos, sino yo tengo
particularmente que, si paso el dedito por los alrededores, por el borde de la
boca de ese caballo que tiene una cosita negra, entonces el caballo me
morderá. Esa es la expresión significante del síntoma.
Luego está el yo M (mayúscula), que generalmente toma fuerza, se sostiene,
toma consistencia de los ideales del yo. Por ejemplo, en el obsesivo “yo soy un
hombre moralmente intachable” podemos tomar ese ejemplo del Hombre de las
Ratas, que trata de fortalecer su yo en espejo con su amigo, su compañero, al
cual le consulta, si efectivamente el es un criminal, ahí tienen la versión no solo
del Ello, sino del Superyó en el caso de la neurosis obsesiva. Una satisfacción
pulsional invocante, en donde lo que está en juego la voz. Tenemos el ejemplo
entonces de la presentación del síntoma obsesivo, que intenta en el Hombre de
las ratas, afianzarse en la idea, en el convencimiento de que él es un hombre
honesto altruista, moralmente intachable, lo cual al mismo tiempo lo deja en un
lugar de inhibición, porque hay algo de lo que pulsiona, de lo que empuja, un
poquito más allá del Yo, algunas formas de satisfacción que en el caso de ese
paciente son mas bien sádicas, sádico anales, escópicas, le gusta mirar,
espiar, meterse cuando era niño por debajo de las polleras, etc. Algo que lo
podría dividir subjetivamente, pero que lo trata por la vía de las identificaciones
yoicas.
Entonces, tenemos ahí también esquematizado lo que vamos a retomar la vez
que viene, que es la diferencia entre el camino de la formación de
síntomas, el camino de la neurosis, que es desde la angustia hacia el
síntoma, hacia la inhibición. Y el camino del análisis que es el contrario, que
es partir del Yo, su relación con los ideales, es decir de una presentación más
bien imaginaria, hacia el síntoma, lo simbólica, lo realmente simbólico o lo
simbólicamente real, hacia lo real, no solo lo real pulsional, el real padecido,
sino (lo interrumpe un alumno para que vuelva a repetirlo).
Estaba diciendo, que podemos graficar con este esquema del grafo, del
deseo, lo que en Freud encuentran como caminos de formación para el
síntoma, que son los caminos de la neurosis. Y podríamos llamarle caminos
del análisis del síntoma, que son caminos contrarios. Un análisis consiste
justamente en ir en contra, hacerle la contra, combatir, de ir a la guerra como
decía Freud con sus metáforas bélicas, contra la neurosis, contra la posición
neurótica. La posición neurótica es básicamente la del desconocimiento, que
quiere hacer la vista gorda y tratar de fortalecer su Yo para de ese modo,
no encontrarse con el padecimiento, con lo sintomático, o con la división
subjetiva que efectivamente puede llevar el síntoma hasta el terreno más
real de la angustia.
Ese camino neurótico, es más bien este que vemos de arriba hacia abajo,
encuentran ahí las referencias del goce, del significante de la falta en el otro,
que quería agregar eso es, donde se pueden inscribir una versión de lo real,
que seria no lo real pulsional, sino lo real como imposibilidad lógica, es decir, la
falta de respuesta, lo que no esta inscripto, entonces bueno, tenemos el
ejemplo de la muerte y del sexo, o de la sexualidad. Las dos cosas están
implicadas en la vivencia de la neurosis de angustia, según Freud.
Entonces, en el caso de la neurosis, vamos de arriba hacia abajo, ese real
tratado por lo simbólico del síntoma que a su vez está tratado por lo imaginario
del Yo y su relación con los ideales. Mientras que el análisis, lo digo a groso
modo ahora, insisto, no es para entender el grafo del deseo, sino para ir
incorporando, aprendiendo, lo que es la lógica o la dirección de la cura. El
analista va en contra, va desde los ideales o el Yo, hacia el síntoma, y trata de
llevar el síntoma por la vía que sea, hasta el borde de la angustia, hasta la
división subjetiva. Como decía la compañera, no se trata de angustiar al
paciente, no es nuestro objetivo, no se trata como analistas de gozar con el
sufrimiento o con la angustia de nuestros pacientes. Se trata mas bien de una
metodología que trata de graduar, de dosificar, ahí esta el tacto del analista, lo
vamos a ir viendo la próxima clase distinguiendo entre los niveles de la
táctica, la estrategia y la política de la dirección de la cura. Se trata
entonces de ir en esa dirección, para hacer aparecer esa dirección subjetiva,
necesaria para que alguien se haga verdaderamente responsable de las
causas y de las determinaciones de lo que le pasa.
Quiero agregar entonces una última cosa, que es muy importante, y lo
podemos ubicar aquí en el grafo del deseo, y en ese sentido es más útil este
esquema que el del cuadro del Seminario 10 de Inhibición, síntoma y angustia.
Ustedes acá pueden distinguir dos niveles de lo imaginario, está la relación
imaginaria del Yo con su semejante, el yo y el otro yo, m (minúscula) e ida
(minúscula), la relación especular, la relación narcisista. Pero hay otro
imaginario, que es el de la fantasía (escrita s tachado, rombo objeto a, a
minúscula) y el deseo. Esto que van a estudiar mas adelante, quiere decir que
la división subjetiva esta camuflada. En la fantasía no hay propiamente una
experiencia de la división subjetiva, puede ser mas bien el fading como le gusta
decir a Lacan, la fansis. El sujeto en la fantasía, más que dividido está
borrado, está oculto, está disimulado atrás de alguno de esos objetos
fantaseados, eso quiere decir la fórmula. Y la fantasía, hay que ubicarla
claramente del lado de una formación imaginaria, esto quiere decir, traducido a
nuestras categorías clínicas, que la fantasía, lo que produce, estrictamente
hablando, es una inhibición. La fantasía lleva a la inhibición del deseo.
Insisto bastante en el texto que tienen que leer, porque puede llevar a
confusiones la fórmula de Freud. La fantasía es una realización de deseo,
como el sueño, sí, cierto, pero eso es cierto en el sentido imaginario, es una
realización imaginaria, imaginada, lo cual es una irrealización del deseo.
Estrictamente hablando, y el neurótico es el que da pruebas más claras de eso,
la fantasía consiste en una inhibición del deseo, el deseo mas que ser
llevado al acto en sus relaciones con la pulsión, en la fantasía se
mantiene como algo posible, mantiene imaginariamente realizado
entonces en la fantasía todo es posible. Y cuando todo es posible, eso es
sinónimo finalmente de que nada es posible, que nada ocurre.

Entonces, para completar esta suerte de primera vuelta sobre estas nociones
clínicas de las cuales tenemos que, no solo obtener definiciones, sino ir
entendiendo cómo eso se presenta con los pacientes en la experiencia, y para
eso, insisto, la distinción lacaniana entre los registros, como referencia general.
Y los distintos instrumentos con los que Lacan va tratando de esquematizar.
Vamos a terminar con esta filmina, en donde está subrayado, ese plano, en
rojo, en donde conviene también empezar a hacer lugar en la escucha del
analista, a las fantasías que tiene un paciente. Fantasías a veces diurnas, y
más o menos conscientes, fantasías nocturnas (sueños), a veces fantasías no
del todo conscientes, que cuesta hacer aparecer, y que además justamente a
muchos pacientes les cuesta confiarle esas fantasías al analista, testimoniar de
eso, porque a veces angustian, muchas otras veces dan vergüenza, dan culpa.
Pero lo que para nosotros es importante, y me detengo hoy acá, es entender
que en el caso de la fantasía encontramos también una forma de presentación
del síntoma que lleva a la inhibición, pero, además, a la inhibición de algo que a
nosotros nos interesa especialmente, que es la inhibición del deseo. Porque
la categoría del deseo es ineliminable para pensar la clínica del PSA de
entrada, el campo del icc es el campo del deseo icc. De modo que la fantasía
es otra forma de presentación del síntoma que transforma la división
subjetiva, propiamente sintomática, que podría acercar el síntoma a la
angustia, la transforma en una forma de la inhibición.
Pregunta de una compañera: Entonces, ¿para poder acceder a la división
subjetiva, o a la cara real del síntoma habría que desmontar las fantasías
imaginarias del paciente?
Respuesta del profesor: Desmontar…bueno, no se si seria ese estrictamente
hablando el término porque, en fin, el desmontaje, es una expresión que usa
Freud para referirse a la transferencia, más concretamente a la neurosis de
transferencia, es decir, la neurosis artificialmente creada en el análisis. Es una
expresión para referirse mas bien al final del análisis. Lacan a veces habla ahí
de atravesamiento de la fantasía, de desmontaje. Y lo vamos a trabajar en la
Unidad 5 cuando trabajemos los criterios con los cuales tanto Freud como
Lacan pensaron el fin del análisis. Pero de todos modos me parece muy bueno
que vos utilices ese término, porque si no tomamos de manera rígida la idea
del fin del análisis, y pensamos más bien en la finalidad del análisis, su
objetivo, y pensamos también en que la lógica de un análisis consiste pasar
varias veces por el mismo punto, pensemos entonces, que el analista tiene
que tratar de lograr situarse en el lugar del significante de la falta del otro.
El analista en el lugar del Otro, eso puede producir el efecto de la angustia. A
veces no es un efecto muy pronunciado de la angustia, a veces la angustia
simplemente un toqeucito, un golpecito, de la orden de una señal, algo molesto,
algo del orden del instante. A veces no se experimenta como angustia, sino
como sorpresa. Cuando uno logra que el paciente se sorprenda, en el sentido
mas cercano a la división subjetiva, que algo lo descoloque un poco, mas
cercano a ese modo de presentación del síntoma del Hombre de las ratas
cuando Freud dice “lo sacudió la representación de que al padre que ya estaba
muerto le pudiera pasar algo malo en el más allá” ven ahí la consistencia
imaginaria de la fantasía, creer que el Otro sigue viviendo, fantasía de la
eternidad, de la inmortalidad, muy típica de la respuesta obsesiva, de la
manera obsesiva de la presentación del síntoma, ahí tenemos un ejemplo
paradigmatico de cómo el síntoma puede llegar hasta la inhibición, bien
paradigmático, incluso muy actual. Porque a mí me parece que esta situación
de aislamiento y de encierro, propia del coronavirus, no solo produce una
vivencia extraña de la relación con el espacio, que uno está ahí encerrado en
su departamento, yendo de la cama al living, sino que también se produce un
efecto extraño con la vivencia del tiempo, la vivencia subjetiva del tiempo. El
tiempo pasa de otra manera, cuando los días son mas o menos iguales como si
fuera el dia de la marmota, una forma de la repetición de lo mismo.
Y al mismo tiempo creo que la otra vivencia en este momento respecto del
tiempo, es que como hay algo que amenaza de una manera un poco mas real,
cada uno lo trata y elabora a su manera, pero bueno, hay algo de lo real de la
muerte, de la enfermedad, del peligro que puede angustiar, que hace que uno
tome un poco mas en serio que la vida es finita y el tiempo en algun momento
se termina.
Bueno, el obsesivo hace exactamente lo contrario. El obsesivo fantasea con la
idea de que el tiempo no tiene fin. El hombre de las ratas fantasea con que el
padre ya muerto sigue en algún lugar viviendo, viviente, vigilando, y eso, mas
bien, lo deja en una posición de inhibición del deseo, que es muy sencilla ahí la
lógica. Si alguien supone que tiene todo el tiempo del mundo, del cosmos,
puede esperar un poco mas para hacer lo que tiene que hacer, lo que quiere, lo
que le gusta, lo que su deseo le indica y lo empuja.
Sin embargo, una de las finalidades del análisis es hacer vivir y experimentar
de una manera más real y subjetiva que el tiempo es finito. Entonces, volviendo
a la lógica de la fantasía y su desmontaje: podría no ser de entrada un
desmontaje. Podría ser lo que Lacan llama una vacilación de la fantasía. El
ejemplo del Hombre de las ratas es muy claro, tiene toda su parafernaria
imaginaria al punto tal que supone que el padre vive en el mas allá, pero en
algun momento lo sacude la representación, esa es una expresión para situar
efectivamente una vacilación de la fantasía, la otra expresión de Lacan es una
realización de la fantasía, pero la lógica es la misma. Que la fantasía, si no se
desmonta totalmente, pierde un poco su consistencia, la pierde por un
momento, y al menos por un instante, bajo la forma de algo que sacude, hace
su aparición esa forma de presentación del síntoma que es la división subjetiva
con su señal de angustia. Algo así como, por ahí viene la mano.
Por ahora, nos quedamos con los términos: vacilación de la fantasía, en su
función de inhibición del deseo, o realización de la fantasía que es donde algo
del goce que puede estar articulado con la fantasía, Freud decía algo de la
satisfacción que puede estar soldada con la fantasía, que la fantasía es una
formación imaginaria, pero a través del libreto de la fantasía, de su aspecto
mas simbólico, puede insertarse, puede fijarse una forma de satisfacción
pulsional. Algo de ese goce se puede incrementar, Lacan le llama a eso goce
del Otro, goce fantaseado, pesadillezco.
Entones, por último, podemos tomar el ejemplo de la pesadilla, o del sueño de
angustia, que es el que despierta. Ese sueño que, por llegar hasta el borde de
la satisfacción pulsional insertada en el sueño, o por llegar hasta el borde de
ese lugar donde el sueño ya no tiene representación, una especie de ombligo
dice Freud, aparece la angustia, la señal de la angustia y eso despierta. La
sorpresa, el despertar, la señal de angustia, son todas experiencias que dan
cuenta al menos de una vacilación de esa función inhibitoria del deseo que es
la función básica de la fantasía.

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