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INSUFICIENCIA RENAL

La insuficiencia o fallo renal consiste básicamente es la incapacidad relativa o


absoluta de los riñones para filtrar adecuadamente la sangre circulante, eliminado
las toxinas y otras sustancias de desecho; este proceso puede ser reversible o no.
En unos casos, el deterioro de la función renal se produce de forma brusca o
rápidamente progresiva (extirpación traumática o quirúrgica de uno o ambos
riñones, hemorragia masiva, cuadros agudos de nefrotoxicidad inducida por tóxicos
o fármacos, etc.), dando lugar a la insuficiencia renal aguda. Por su parte, la
insuficiencia renal crónica consiste en el deterioro progresivo e irreversible de la
función renal, generalmente como resultado de la progresión de diversos tipos de
patologías, la cual desemboca en la pérdida no solo de la capacidad de depuración
del plasma sanguíneo y de su regulación hidro-electrolítica (filtración glomerular y
tubular), sino también de la importante función endocrina del riñón, caracterizada
por la secreción de hormonas como la eritropoyetina, la renina, prostaglandinas y la
forma hormonalmente activa de la vitamina D3.
Las causas de la insuficiencia renal son muy diversas, tanto en las formas agudas
como en la crónica. En general, se considera que la diabetes mellitus es la causa
más común (en torno al 40% de los casos) de insuficiencia renal crónica y se estima
que la prevalencia insuficiencia renal grave de origen diabético aumentará en la
Unión Europea en una media de un 3,2% anualmente hasta 2025 (Kainz, 2015). El
otro gran agente etiológico de la insuficiencia renal crónica es la hipertensión
arterial. Además de éstas, existen otras muchas condiciones patológicas que
pueden causar insuficiencia renal agudo o crónica, tales como ciertas
enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico o la
esclerodermia, algunas malformaciones renales congénitas (poliquistosis renal,
etc.), determinados tóxicos (ciertos medicamentos, metales pesados, etc.), y otras
patologías (trastornos arteriales renales, nefropatía por reflujo3 , infecciones,
cálculos, etc.).
La IRA implica un deterioro brusco (en horas o días) y sostenido de la tasa de
filtración glomerular (TFG) que produce un aumento en los niveles plasmáticos de
urea y creatinina, con o sin oliguria (producción de orina
Se caracteriza por una disminución del flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración
glomerular (TFG) sin que exista daño del parénquima renal. Es producida por
fármacos que reducen el flujo sanguíneo renal, ya sea por su acción
vasoconstrictora renal (noradrenalina, dosis altas de dopamina, anfotericina,
ciclosporina, contrastes radiológicos iodados, etc.) o por reducir la volemia
(diuréticos), la presión arterial sistólica a menos de 80 mmHg (vasodilatadores), la
presión hidrostática intraglomerular o el volumen minuto cardiaco
(betabloqueantes). La isquemia renal aumenta la concentración renal de Ca2+ , la
producción de radicales libres y de mediadores vasoconstrictores (endotelina 1,
angiotensina II, tromboxano A2), a la vez que disminuyen los niveles de mediadores
vasodilatadores (eicosanoides, óxido nítrico), dando como resultado es una mayor
reducción del flujo sanguíneo renal y de la TFG
En la insuficiencia renal aguda (IRA) renal la disminución de la tasa de filtración
glomerular (TFG) es consecuencia de alteraciones en el parénquima renal, ya sea
a nivel tubular, glomerular, intersticial o vascular. La orina del paciente presenta una
baja osmolaridad (< 250 mOsm/kg) y una fracción de excreción de Na+ >40 mEq/L.
La IRA renal se relaciona en distinta proporción con los diferentes cuadros que
pueden inducir los fármacos a los distintos niveles.

LITIASIS
La litiasis renal es una enfermedad crónica caracterizada por la formación de
cálculos en el aparato urinario, cuyo tratamiento no se fundamenta sólo en medidas
médicas o quirúrgicas.
La mayor parte de los pacientes tienen algún trastorno en la absorción, metabolismo
o excreción de los componentes de los cálculos, de las sustancias inhibidoras de la
formación de los mismos o del pH de la orina.
Las formas de presentación clínica de la litiasis renal son variables dependiendo del
tamaño, localización y composición de los cálculos en el aparato urinario. Algunos
pueden ser poco sintomáticos.
Cólico nefrítico: dolor muy intenso, que se produce por la obstrucción de la salida
de orina del riñón, aparece en la zona lumbar y se irradia hacia el abdomen anterior
y los genitales. Es un dolor intermitente, inquietante, que se asocia a náuseas,
vómitos y sudoración. Puede llegar a dar fiebre.
Hematuria: es la aparición de sangre en la orina. Puede ser visible a simple vista o
no. Se produce por las lesiones que produce el cálculo en su paso por la vía urinaria.
Infecciones de orina: los cálculos renales pueden ser causa o consecuencia de
infecciones frecuentes de la orina.
En las últimas décadas, se han realizado sustanciales progresos en el conocimiento
de los mecanismos fisiopatológicos responsables de la enfermedad litiásica, con lo
que se han podido desarrollar programas eficaces y racionales, tanto para su
tratamiento como para la prevención de la recurrencia.
Con los conocimientos actuales, se puede alterar la cadena de acontecimientos que
acaba en la formación de cálculos, cambiando algunos factores ambientales, como
la dieta (hábitos alimentarios) de los pacientes, a quienes se pueden indicar normas
comprensivas para cada tipo específico de trastorno litiásico.
La mayor parte de los pacientes tienen algún trastorno en la absorción, metabolismo
o excreción de los componentes de los cálculos (calcio, oxalato, ácido úrico), de los
inhibidores de la formación de cálculos (citrato y magnesio) o alteraciones del pH
de la orina
El diagnóstico de la litiasis renal (piedras o cálculos renales) se realiza por los
síntomas clínicos y el análisis de la orina. La situación, tamaño y repercusión del
cálculo se valoran con métodos de imagen: ecografía, radiografía simple de
abdomen y TAC de abdomen. La composición de los cálculos expulsados se realiza
mediante análisis específicos.
Los principales constituyentes de los cálculos son diversas sustancias orgánicas o
inorgánicas. El oxalato cálcico es el más frecuente, ya que aparece en el 65% de
los cálculos.
Según la composición de los cálculos y de otros factores debe realizarse un estudio
metabólico-mineral para descartar la reaparición de la enfermedad litiásica o la
presencia de enfermedades asociadas con ellos.
El 80% de los cálculos situados en el uréter se expulsan espontáneamente en en
las primeras 3 ó 4 semanas, dependiendo de su tamaño y localización. Cualquier
cálculo no expulsado en 1-2 meses suele requerir actuación terapéutica.
Actualmente, la mayoría de los cálculos pueden eliminarse mediante
procedimientos mínimamente invasivos:
Tratamiento endourológico (extracción endoscópica de los cálculos mediante
ureteroscopia semirrígida o flexible) y nefrolitotomía percutánea mínimamente
invasiva (acceso endoscópico percutáneo y litotricia láser para eliminar los cálculos
de mayor tamaño).
Litotricia extracorpórea por ondas de choque, que consiste en romper los cálculos
en pequeños fragmentos que se pueden expulsar más fácilmente
El objetivo del tratamiento médico de la litiasis es prevenir la reaparición, sobre todo
en pacientes jóvenes menores de 40 años, con litiasis múltiples y bilaterales o
enfermedad recurrente.

REFERENCIAS:

https://www.cofbadajoz.com/wp-content/uploads/2018/03/INSUFICIENCIA-RENAL.pdf
https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/litiasis-
renal#:~:text=La%20litiasis%20renal%20es%20una,en%20medidas%20m%C3%A9dicas%20o%20qu
ir%C3%BArgicas.

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