Cfr. Encuentro con el Comité de Coordinación del CELAM
PONC CAPELL
La misionariedad es el talante o nuevo paradigma que impulsa la misión paradigmática,
de forma que, con su criterio, cambia los corazones de todos los cristianos y revela la caducidad de las estructuras incoherentes con el paradigma discípulos-misioneros y con la realidad socio-cultural del pueblo actual. Por otra parte, su espíritu configura una nueva forma de programación y de ejecución de la misión programática. Los desafíos de la misionariedad son, por un lado la renovación interna: En este sentido se promueve la dimensión pastoral sobre la administrativa, la participación y responsabilidad del laicado frente al clericalismo, los hábitos pro-activos frente a los reactivos, el bien de los fieles y de la sociedad frente al mero bien institucional eclesial, la experiencia de la fuerza del espíritu frente a la pastoral automatizada, el acompañamiento y discernimiento pastoral comunitario frente al iluminismo clerical- episcopal. Por otro el diálogo con el mundo actual: para ello requiere una nueva sensibilidad para percibir y empatizar con las situaciones existenciales de la humanidad, así como para percibir los requerimientos de la mentalidad y lenguaje actualizados y de la pluralidad cultural y contextual en que vive. La misionariedad debe evitar las ideologizaciones hermenéuticas, las propuestas de espiritualidad gnóstica, el restauracionismo pelagiano, el funcionalismo inmanente, y el clericalismo rancio. Por otra parte, la misionariedad se guía por el paradigma discípulo-misionero que vive el hoy como chispa de eternidad, el carácter esponsal de la iglesia que refleja en todo su amor por Cristo y su pasión por la humanidad, las actitudes de encuentro y cercanía y la espiscopalidad o ministerialidad, en general, en clave de servicio.