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“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche
que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo
tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en
mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas
las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga”.
1 Corintios 11:23-26
INTRODUCCIÓN
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche
que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo
tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en
mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí”.
1 Corintios 11:23-25
De todas estas opiniones, la de Urlico Zwinglio está más en armonía con la posición
de la iglesia evangélica de hoy en día, de tal forma el pan y el vino solo son un símbolo que
nos recuerdan el sacrificio vicario de Jesús y el establecimiento de un nuevo pacto donde
solamente la fe cuenta para ser salvo, y en este sentido la iglesia hace esto en memoria de
su Señor.
“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que él venga”.
1 Corintios 11:26
El otro significado que la cena del Señor tiene es que anuncia la muerte del Señor
hasta que Él venga a esta tierra: Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y
bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. Por un lado, al
practicar la cena del Señor estamos anunciando al mundo la muerte de nuestro Señor
Jesucristo, pero por el otro le estamos recordando que también Él regresara por su amada
iglesia: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos,
y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les
dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé
más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino
de mi Padre”, (Mateo 26:26-29). Hace más de dos mil años en una fiesta de la pascua
Jesús celebro con sus discípulos la primera cena y dijo que ya no la celebraría con ellos
porque tenía que partir de este mundo, pero prometió que un día regresaría y volvería a
celebrarla con todos aquellos que hemos creímos en su nombre, y posiblemente este
momento será cuando todos estemos en su presencia, en las bodas del Cordero: “Y el
ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”, (Apocalipsis 19:9). Sin
embargo, mientras ese día llega sigamos como iglesia celebrando la cena del Señor
recordando sus padecimientos con acción de gracias y anunciando hasta al mundo su
muerte hasta que Él venga.