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Escuela Dominical

IGLESIA BAUTISTA BETANIA


13 de diciembre de 2020

LA CENA DEL SEÑOR

1Co 11:23-26  Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado:


Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;  (24)  y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.  (25) 
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la
bebiereis, en memoria de mí.  (26)  Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga.

INTRODUCCION
En nuestros estudios más recientes hemos estado introduciéndonos en la
doctrina de la palabra de DIOS, pero hoy vamos a hacer una pausa con
motivo de uno de los mandamientos más solemnes que hemos recibido de
su parte, nos referimos a LA CENA DEL SEÑOR, ceremonia que
celebramos constantemente, pero que debido a que este año ha
sido diferente por la soberanía del Señor, lo hemos hecho pocas
veces de manera presencial; no obstante así como nuestro Dios, es
soberano, también nos muestra su misericordia al permitirnos
hacerlo esta vez terminando el año, reunidos y comunión, para
que gocemos de los beneficios que encontramos en ella.
La confesión de fe Bautista de Londres de 1689 cita que (no es una
regla autoritativa ni como un código de fe, sino que la uso como una
ayuda, para comprender mejor este tema):
La Cena del Señor Jesús fue instituida por él la misma noche que fue
entregado. 1 Co 11:23, para que se observara en sus iglesias hasta el fin
del mundo, para el recuerdo perpetuo y para la manifestación del sacrificio
de sí mismo en su muerte para confirmación de la fe de los creyentes en
todos los beneficios de la misma

En otras palabras, la cena del Señor lleva este nombre porque fue Él
mismo quien la estableció, para que la iglesia guardara y cumpliera este
mandamiento, de tal manera que permaneciera a través de las
generaciones hasta el fin del mundo para dar a conocer su sacrificio y
muerte con el objetivo de corroborar la verdad a los creyentes que
creemos que su sacrificio, es suficiente para nuestra redención y perdón
de pecados.

Desde que fue establecida y hasta nuestros días, esta tradición ha


permanecido en la iglesia de Cristo.
Robert Charles Sproul, mas conocido como R.C Sproul, teólogo reformado
estadounidense y pastor en una iglesia presbiteriana en su serie de
preguntas cruciales, en el libro 16 que habla acerca de la cena del Señor
escribió lo siguiente:

Jesús murió hace dos mil años, y no pasa ni un segundo en el reloj sin
que haya personas en algún lugar de este mundo que se sienten, partan
el pan, beban vino, y recuerden la muerte de Cristo hasta que él venga.

Y eso es justamente lo que usted y yo vamos a hacer en este día, vamos


a recordar la muerte de Cristo y los beneficios que recibimos y lo
seguiremos haciendo hasta que el venga y si partiéramos antes de ese
gran día, tendremos la seguridad que su iglesia seguirá atendiendo a esta
santa ordenanza que Cristo mismo instituyó.
Pero no podemos continuar sin antes conocer el significado de esta cena
del Señor ya que debemos considerar varios símbolos y cosas que se
declaran cuando participamos en ella.

1. ANUNCIAMOS LA MUERTE DE CRISTO


Cuando participamos en la Cena del Señor,
simbolizamos la muerte de Cristo, porque nuestras
acciones dan una imagen de su muerte por nosotros. El
partimiento del pan simboliza el quebrantamiento del
cuerpo de Cristo y cuando la copa se vierte esto
simboliza la sangre de Cristo que se derramó por
nosotros, claramente vemos esta figura en Lucas:

Luc 22:17-20 Y habiendo tomado la copa, dio gracias,


y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre
vosotros; (18) porque os digo que no beberé más del
fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.  (19) 
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio,
diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado;
haced esto en memoria de mí.  (20)  De igual manera,
después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros
se derrama.

Podemos decir que esta participación, es una proclamación, porque cada


vez que comemos de este pan y bebemos de esta copa anunciamos la
muerte del Señor hasta que el venga.

2. DECLARAMOS NUESTRA PARTICIPACION EN LOS BENEFICIOS


DE LA MUERTE DE CRISTO.
En (Mat_26:26). Jesús mandó a sus discípulos diciendo: «Tomen y
coman; esto es mi cuerpo» Cuando individualmente nos
adelantamos y tomamos la copa, cada uno de nosotros proclama
con esta acción: «Me apropio de los beneficios de la muerte de
Cristo». Cuando hacemos esto simbolizamos el hecho de que
participamos o nos apropiamos de los beneficios ganados para
nosotros por la muerte de Jesús.
¿Cuáles beneficios?
Podríamos mencionar varios como:

 Que hemos sido reconciliados con Dios.


 Que hemos sido hechos hijos de Dios.
 Que hemos recibido la Justicia de Cristo.
 Que tenemos un camino abierto al cielo.
 Que hemos sido fortalecidos porque Cristo ha tomado nuestra
debilidad.
 Que hizo nuestra su inmortalidad asumiendo nuestra mortalidad.
Pero el que más sobresale de todos es, que por su sacrificio recibimos
redención de nuestros pecados y que ya no podemos ser condenados.
3. LA CENA DEL SEÑOR TAMBIÉN SIMBOLIZA ALIMENTO
ESPIRITUAL
Justo como la comida ordinaria alimenta nuestros cuerpos físicos,
así el pan y el vino de la Cena del Señor nos dan alimento. Pero aquí
algo muy importante que también debemos notar, es lo que se
refiere al alimento espiritual, de hecho, esta ceremonia que Cristo
instituyó está destinada a enseñarnos esto.
En Lucas leímos que el pan representaba su cuerpo y el vino su
sangre, pero también leemos en Juan lo siguiente:

Jua 6:53-57  Jesús les dijo: De cierto, de cierto os


digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.  (54) 
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.  (55) 
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida.  (56)  El que come mi carne y
bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.  (57) 
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el
Padre, asimismo el que me come, él también vivirá
por mí.
Evidentemente el Señor no habla de ingerir literalmente su cuerpo y su
sangre y si no habla de un comer y beber literales, entonces lo que nos
quiere decir claramente es que tenemos una participación espiritual en los
beneficios de redención que Él conquista “El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”

4. LA CENA DEL SEÑOR PROCLAMA LA UNIDAD DE


LOS CREYENTES
Cuando los creyentes participamos juntos de la cena del
Señor, también damos una clara señal de unidad de
unos con otros. De hecho, Pablo dice: (1Co_10:17).
«Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo»

Entonces, Cuando unimos estas cuatro cosas, comenzamos a darnos


cuenta del rico significado de la Cena del Señor: cuando participo vengo a
la presencia de Cristo; recuerdo que él murió por mí; participo en los
beneficios de su muerte; recibo alimento espiritual; y estoy unido a todos
los demás creyentes que participan en la Cena. ¡Qué gran motivo de
acción de gracias y gozo se debe encontrar en esta Cena del Señor!
Pero además de estas verdades visiblemente expuestas por la Cena del
Señor, el hecho de que Cristo haya instituido esta ceremonia para
nosotros así mismo quiere decir que por medio de ella él nos
promete o nos asegura ciertas cosas también. Cuando participamos
en la Cena del Señor, se nos recuerda una y otra vez las siguientes
afirmaciones que Cristo nos hace:

5. Cristo confirma su amor por mí. El hecho de que puedo participar en


la Cena del Señor—de hecho, Jesús me invita a venir—es un vívido
recordatorio y confirmación visual de que Jesús me ama, individual y
personalmente. Por consiguiente, cuando me acerco a tomar la Cena del
Señor se restablece una y otra vez la confianza del amor personal de
Cristo por mí.

6. Cristo afirma que todas las bendiciones de la salvación están


reservadas para mí. Cuando me acerco a la invitación de Cristo a la
Cena del Señor, el hecho de que él me haya invitado a su presencia me
asegura que tiene abundantes bendiciones para mí. En esta Cena de
hecho saboreo de antemano la comida y la bebida del gran banquete en la
mesa del Rey. Vengo a esta mesa como miembro de su familia eterna.
Cuando el Señor me da la bienvenida a su mesa, me asegura así mismo
que me dará la bienvenida a todas las otras bendiciones de la tierra y el
cielo, y especialmente a la gran cena de las bodas del Cordero, en la que
se ha reservado un puesto para mí.

7. Yo afirmo mi fe en Cristo. Por último, cuando tomo el pan y la copa,


por mis acciones proclamo: «Te necesito y confío en ti, Señor Jesús, para
que perdones mis pecados y concedas vida y salud a mi alma, porque solo
por tu quebrantado cuerpo y tu sangre derramada puedo ser salvado». De
hecho, al participar en la partición del pan cuando lo como y en el verter
la copa cuando bebo de ella, proclamo una y otra vez que mis pecados
fueron en parte la causa del sufrimiento y la muerte de Cristo. De esta
manera, la pena, el gozo, la acción de gracias y un profundo amor por
Cristo se entremezclan ricamente en la belleza de la Cena del Señor.

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