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LA SANTA CENA DEL SEÑOR

Lucas 22:14-20 “Cuando llegó la hora, [Jesús] se sentó a la mesa,


y con Él los apóstoles, y les dijo: Intensamente he deseado comer
esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que
nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino
de Dios. Y habiendo tomado una copa, después de haber dado
gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os
digo que de ahora en adelante no beberé del fruto de la vid,
hasta que venga el reino de Dios. Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias,
lo partió, y les dio, diciendo: Esto es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en
memoria de Mí. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por vosotros.”

Cuando Jesús celebró la Pascua, estaba celebrando, es decir recordando y honrando a


Dios por Su liberación para Su pueblo, tal como Dios había instituido que se hiciera. (Ver
Lucas 22:8-13, Éxodo 12:1-28)

Ese día Jesús le dio un nuevo sentido a la celebración, Él reveló a Su círculo más íntimo
de amigos la instrucción de cómo debían celebrar, recordar y honrar el Nuevo Pacto, antes
de que todo sucediera. (Ver Lucas 22:19-20) Parafraseando entendemos que Él les dijo:
“Este pan representa Mi cuerpo, tómenlo”, “Si entrego Mi cuerpo es por ustedes”, “Hagan
esto siempre para recordar lo que Yo he hecho por ustedes,” “Mi sangre los cambia a un
nuevo pacto, tómenla”, “Si entrego Mi sangre es por ustedes”, “Voy a volver a hacer esto
con ustedes cuando regrese con ustedes a reinar.”

Jesús instituyó una nueva estructura para esta celebración, la cual conmemora el sacrificio
perfecto, completo, terminado, que Él hizo por el mundo entero. (Ver Lucas 22:19) Para
esto, Él tomó dos elementos bastante comunes: pan y vino, los cuales hasta hoy podemos
encontrar en muchas mesas alrededor del mundo. Este es un claro indicador de que Él
estaba deseando que todas las personas puedan hacer esto en cualquier momento en el
que un trozo de pan y una copa de vino (o jugo, como se usa en la actualidad) llegue a
sus manos. (Ver Lucas 22:17, 19)
El pan simboliza el cuerpo de Jesús y en ese caso el pan utilizado fue el Matzá, un pan sin
levadura, horneado, con agujeros y rayas. El Matzá no lleva nada de levadura ya que en
la Biblia la levadura representa el pecado y Jesús es el Hijo de Dios, perfecto y sin pecado,
por eso Él fue capaz de tomar nuestros pecados sobre Sí Mismo. Su cuerpo fue quemado
debido a que la furia de la ira de Dios contra nuestros pecados cayó sobre Él, ese fuego
que debía caer sobre nosotros cayó sobre Jesús. Sus manos y pies fueros perforados por
los clavos con los que lo sujetaron a la cruz, Su costado fue traspasado con una lanza y Él
cargó con los latigazos y azotes sobre Su espalda para que nuestro cuerpo esté sano. La
naturaleza y apariencia del Matzá nos recuerda el cuerpo de Jesús sin pecado, juzgado,
quemado, perforado y latigado por nosotros, para reconciliarnos con el Padre. (Ver Lucas
22:19, Mateo 16:6-12, 2 Corintios 5:21, Juan 19:28, Lucas 22:63, Juan 20:27, Hechos 2:23,
Mateo 8:17, Isaías 53:3-6, 2 Corintios 5:19, 1 Pedro 2:24)

Así que, cuando te presentes a la mesa del Señor para tomar la Santa Cena asegúrate de
discernir Su cuerpo y cuando tomes el pan que ha sido partido, recuerda que Su cuerpo
fue partido para que el tuyo pueda ser restaurado y funcione perfectamente con salud
total. Mientras lo haces, algo sobrenatural está sucediendo en tu cuerpo, te estás
haciendo más fuerte, más saludable y más longevo a través del cuerpo de Jesús. (Ver
Isaías 53:5-6, 2 Corintios 3:18)

La copa con el vino representa la sangre de Jesús derramada en la cruz para el perdón de
nuestros pecados. Debido a que el Perfecto Hijo de Dios pagó el castigo por nuestros
pecados con Su sangre pura y sin mancha, nosotros podemos vivir siendo libres e
impunes al poner nuestra confianza en Su sangre que nos salvó. La sangre de Jesús nos
colocó en la posición correcta delante de Dios, de manera que ahora podemos acercarnos
con toda confianza a Su presencia, y al orar, podemos estar seguros que Él nos escucha y
que no hay nada, nada, nada que nos pueda separar de Su amor. (Ver Mateo 26:27-28,
Isaías 53:6-7, Romanos 3:25, Romanos 5:9, Colosenses 1:20, Hebreos 9:12, Hebreos 13:12,
Apocalipsis 5:9)

Pablo también enseñó acerca de la Santa Cena, pero quiero animarte a poner en primer
lugar la manera en que Jesús Mismo nos instruyó, en el relato de Mateo incluso se
menciona que después de tomar la Santa Cena, ellos cantaron un himno juntos antes de
salir. (Ver Mateo 26:26-30, Marcos 14:22, Lucas 22:14-20)
En 1 Corintios 11:17-34, Pablo está amonestando a la Iglesia de Corinto porque ya no se
reúnen a tomar la Santa Cena como el resto de la Iglesia Primitiva lo hacía, según Hechos
2:46 (NTV) “Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del
Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad.” Y sin tomar en cuenta este
contexto, muchas veces se malinterpretan las palabras de Pablo a los Corintios y la
bendición de la Santa Cena se convierte en una maldición sin sentido.

La interpretación de la amonestación de Pablo en 1 Corintios 11:27-29 es referente a la


acción de comer y beber, no a la persona que lo hace, así que Pablo no está diciendo que
si eres una persona indigna, no participes de la Santa Cena, sino que no participemos de
la Santa Cena de una manera indigna, él está refiriéndose a la actitud.

¿Y cuál es la manera indigna de participar de la Santa Cena? Según 1 Corintios 11:29, la


manera indigna de tomar la Santa Cena es no reconocer que el cuerpo partido del Señor
era para traernos salud y plenitud de vida, y Su sangre para el perdón de nuestros
pecados, sino tratarla como una comida común, sin comprender el importante y solemne
simbolismo del pan y el vino. Esto es lo que los corintios estaban haciendo y por eso
estaban siendo amonestados por Pablo. Las personas estaban muriendo porque no
podían reconocer el poder del cuerpo y la sangre de Jesús. (Ver 1 Corintios 11:27-34)

La noche de la Pascua, Jesús estaba celebrando este momento de comunión íntima y


revelación divina con Sus amigos más cercanos, y la invitación hoy es a que seamos uno
más de esos amigos cercanos de Jesús que celebran Su obra terminada siempre, y sobre
todo, que invitemos a alguien más a recibir la bendición de un momento de comunión
íntima con el Señor en Su mesa, a través de la Santa Cena. (Ver Juan capítulos 13 al 17)
TOMEMOS LA SANTA CENA

Tomemos la Santa Cena entonces, soltando nuestra fe en las promesas de sanidad y


perdón de Jesús. Antes de tomarla, recuerda que Dios quiere “que tú seas prosperado en
todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud.” (3 Juan 1:2)

Prepara el pan y la copa, y no te apresures, recuerda que esto no es un ritual sino que
estamos a punto de experimentar de nuevo el inmenso amor de Dios por nosotros, de
manera personal.

Escucha al Señor Jesús decirte: “Toma, come, este es Mi cuerpo que por ti es partido.”
(Mateo 26:26) Mira Sus ojos radiantes de amor mientras te dice: “Esta copa es el nuevo
pacto en Mi sangre, que es derramada por ti.” (Lucas 22:20) Mira al Señor llevando en Su
cuerpo todos tus pecados (presentes, pasados y futuros), y todas tus enfermedades. Así
como ves que Él llevó tus pecados en Su propio cuerpo en la cruz, míralo tomando en Su
cuerpo también tu condición física, mira tu enfermedad en Su cuerpo, ya no está en ti,
ahora en ti mira Su salud perfecta.

Él ciertamente llevó todas tus enfermedades, todos tus dolores y todos tus pecados en la
cruz, así que mientras participas del pan y la copa, libera tu fe y recibe Su plenitud.

Toma el pan en tu mano y di:

» Gracias, Jesús, por Tu cuerpo que fue partido por mí. Gracias por llevar mis síntomas y
enfermedades en la cruz de modo que yo pueda tener salud y sanidad. Declaro que por
Tus llagas, por los golpes que soportaste y los latigazos que recibiste sobre tu espalda, yo
soy completamente sano. Creo y recibo Tu vida de resurrección en mi cuerpo hoy. —
Come el pan.

Ahora toma la copa en tu mano y di:

» Gracias, Jesús por el Nuevo Pacto en Tu sangre. Tu sangre me trajo perdón y me lavó
de todo pecado. Te agradezco porque Tu sangre me hizo justo para siempre. Yo soy la
justicia de Dios en Cristo y al beber esta copa, celebro y participo de la herencia de los
justos, que incluye protección, sanidad, plenitud, restitución, prosperidad y todas Tus
bendiciones. —Toma la copa.

» Gracias, Jesús. Te amo porque Tú me amaste primero. Amén.


9 DEVOCIONALES SOBRE LA SANTA CENA

1. COMUNIÓN DIARIA CON EL SEÑOR

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, [Jesús] les dio, diciendo: “Bebed de ella
todos; porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.” Mateo 26:27-28

¿Por qué tomamos la Santa Cena? ¿Es para obtener algo del Señor? No, tomar la Santa
Cena nos recuerda lo que Jesús ya ha provisto y conseguido por nosotros en la cruz.

Amigo, ¿ha hecho ya Jesús la remisión por nuestros pecados en la cruz? ¡Sí! Entonces tú
ya no tienes que vivir sintiéndote condenado por tus pecados. ¿Ha hecho Jesús ya
provisión por nuestra sanidad en la cruz? ¡Sí! Entonces tú ya no tienes que aceptar la
enfermedad en tu cuerpo, y puedes comenzar a creer en Jesús por tu sanidad total. ¿Ha
hecho Jesús ya provisión para nuestra escasez en la cruz? ¡Sí! Entonces tú ya no tienes
que aceptar la escasez y puedes empezar a creer a Jesús por que Su abundancia empiece
a fluir y a manifestarse en tu vida.

Amado, toma la Santa Cena diariamente y ten una revelación fresca de todo lo bueno que
Jesús ya ha provisto para ti por medio de Su obra consumada.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

2. TOMA LA SANTA CENA CON FRECUENCIA

“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que Él venga.” 1 Corintios 11:26

La participación de la Santa Cena es un tiempo de comunión íntima con Dios, en la que


recordamos a nuestro Señor Jesús y lo que Él ha hecho por nosotros en Su sacrificio. (1
Corintios 11:24-25) Él llevo esas heridas para que nosotros podamos ser sanados. En la
cruz, Él no solo tomó nuestros pecados, sino también nuestras enfermedades y dolores.
(Isaías 53:4) Su sangre fue derramada para que nosotros pudiéramos ser perdonados de
todo pecado. (Mateo 26:28)
Dios quiere que recordemos “con frecuencia” lo que Jesús hizo. Su Palabra dice: “Pues
cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que
Él venga.” Los creyentes de la iglesia primitiva también tenían la costumbre de participar
de la Santa Cena juntos, “partiendo el pan de casa en casa.” (Hechos 2:46)

Así que, toma la Santa Cena con frecuencia. Si tienes alguna enfermedad grave o de larga
duración, te animo a tomarla diariamente. Esto te dará la oportunidad de proclamar la
muerte del Señor y recordar Su obra consumada, todos los días. De hecho, sé de personas
que son tan radicales que toman la Comunión tres veces al día. ¿Y sabes qué? ¡Ellas
consiguen resultados radicales!

Amado, no te des por vencido ahora. Sigue tomando la Santa Cena en fe. ¡Estás
haciéndote más fuerte y saludable cada vez que la tomas!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

3. PODER DEL CUERPO DE JESÚS AL TUYO

“… Tomad, comed; esto es Mi cuerpo.” (Mateo 26:26)

¿Te imaginas al Señor enfermo, resfriado o con fiebre mientras andaba en la tierra? ¡No,
nuestro Señor Jesús nunca estuvo enfermo! Él era vibrante, lleno de vida y lleno de salud.
Cuando Él les dijo a Sus discípulos: “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo”, ellos podían
visualizar prácticamente lo que significaba porque habían vivido y caminado con este
Hombre. Habían visto personas sin manos o pies, ser restaurados cuando tocaban Su
cuerpo. (Ver Mateo 15:30–31)

¡Incluso Su ropa estaba empapada con Su salud! Una mujer que tenía un flujo de sangre
durante 12 años —ningún médico pudo curarla— fue sanada de inmediato cuando tocó
el borde de Su manto. Si el borde de Su manto estaba empapado con Su salud, vitalidad,
energía y resplandor divino, ¡cuánto más Su cuerpo!

Como sabes, algunos de los versículos más alentadores en los Evangelios son estos: ”… y
todos los que lo tocaban quedaban curados” (Marcos 6:56), “… porque de Él salía un poder
que a todos sanaba.” (Lucas 6:19) ¡Yo amo esos versos! ¡Ese es nuestro Jesús!

La Biblia dice que ellos pusieron a los enfermos por las calles y Jesús caminó por allí, los
tocó y los sanó. Ahora, nosotros vemos a las estrellas de cine haciendo esto: ellos corren
aquí y allá, chocan las manos con sus fanáticos, pero ninguno resulta sanado. Sin
embargo, donde quiera que Jesús caminó, a quien quiera que Él tocó, Él lo sanó. Imagina
esto: Un camino de personas. ¡Los que están por delante a Jesús están postrados, pero
aquellos que han quedado detrás de Él, a quienes Él ha tocado, están saltando de alegría
y lo siguen! Así es como Jesús sanaba a los enfermos.

Entonces esa noche, cuando Él dijo: “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo”, mientras partía el
pan y se lo daba a Sus discípulos para que comieran, ellos sabían lo que esto significaba.
Y probablemente estaban pensando: “¡Vamos a ingerir Su salud en nuestros cuerpos!
¡Aleluya!”

Eso es lo que tú debes creer cuando participas de la Santa Cena. Esto no es solo un ritual
o un acto simbólico. ¡No, tú debes creer que Él es el verdadero pan del cielo que tomó
tu cáncer, diabetes y enfermedades del corazón, para que tú puedas tener Su salud
sobrenatural! Y cuando comas de Su cuerpo partido con esta revelación, ¡tú vas a tener
la vida en abundancia y la salud del Señor!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

4. PROCLAMA LA MUERTE DEL SEÑOR

Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor
proclamáis hasta que El venga. (1 Corintios 11:26)

En el Antiguo Testamento, cuando los hijos de Israel sacrificaban un cordero para el


holocausto mientras se enfrentaban a un enemigo poderoso, la victoria era suya. Por
ejemplo, en 1 Samuel 7:7-11, cuando los filisteos vinieron contra ellos, el profeta Samuel
ofreció un cordero en holocausto. Mientras este era ofrecido, el Señor irrumpió como un
fuerte trueno sobre el ejército filisteo, confundiéndolos. Esto llevó a la victoria a los
israelitas.

Cada vez que algo malo le pasaba a los hijos de Israel, al ofrecer el sacrificio de un cordero,
ellos estaban proclamando la muerte del Señor y la batalla cambiaba a su favor.

Hoy, cuando nos enfrentamos a un enemigo, ¿cómo ofrecemos nuestro “holocausto”?


¿Cómo proclamamos la muerte del Señor y salimos victoriosos? ¿Le pedimos a Jesús que
venga a donde estamos y muera en la cruz nuevamente?

Por supuesto que no. Jesús murió una vez por todos nuestros pecados —pasados,
presentes y futuros. (Hebreos 10:12) Su obra es perfectamente perfecta y completamente
completa, por lo cual Él no tiene que morir por nosotros de nuevo. Hoy en día,
proclamamos Su muerte simplemente al participar de la Cena del Señor.
Cada vez que participamos del pan y el vino, declaramos a los principados y potestades
de las tinieblas que la muerte del Señor vale para nosotros. Cada vez que los tomamos,
estamos diciendo que debido a que Jesús ha sido juzgado y castigado en nuestro lugar,
nosotros no podemos ser juzgados, ni castigados. Que debido a que Jesús murió joven
en nuestro lugar, nosotros vamos a vivir una larga vida. Y debido a que Él conquistó a la
muerte y despojó al diablo de sus poderes, nosotros no seremos derrotados. ¡La victoria
ya es nuestra!

Es por eso que el salmista David dijo: “Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis
enemigos…” (Salmo 23:5) La mesa del Señor está preparada para nosotros en presencia
de nuestros enemigos, ¡porque cuando participamos del pan y el vino, veremos a nuestros
enemigos temblar y dispersarse! ¿Por qué? Porque cuando anunciamos la muerte del
Señor a través de la Comunión de la Santa Cena, ¡estamos recordándole al diablo y a sus
cohortes, de su humillante derrota en la cruz del Calvario! (Colosenses 2:15)
Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

5. EL PODER DEL CUERPO Y LA SANGRE

Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor
proclamáis hasta que Él venga. (1 Corintios 11:26)

Hace algún tiempo, una miembro de nuestra iglesia desarrolló una trombosis venosa
profunda (TVP) durante un vuelo a Israel. Mientras estaba desembarcando del avión, ella
colapsó. Fue llevada de urgencia al hospital. Pero en el camino, su corazón dejó de latir.
Aparentemente, el coágulo de sangre en su pierna se había ido a su corazón, haciendo
que dejara de latir. Los médicos lograron revivir su corazón después de algunos intentos,
pero ella permaneció inconsciente.

Cuando yo llegué al hospital con algunos líderes de la iglesia unos días después, me
dijeron que su condición había empeorado. Ella estaba en la Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI). Los líderes y yo decidimos tomar la Santa Cena en la UCI, proclamando
que Jesús había llevado todas sus enfermedades, incluida la TVP, y que Su sangre la había
redimido de todas las maldiciones, incluidas las enfermedades y la muerte.

¡Al día siguiente, ella recuperó la conciencia! Su recuperación fue tan sobrenatural que
después de una semana de observación, ella fue dada de alta y pronto estuvo de gira por
Israel con el siguiente grupo de turistas que llegó allá.
En otro caso, la madre anciana de un miembro de la iglesia se sometió a una serie de
operaciones y su condición se deterioró hasta el punto en que el médico le dijo a la familia
que se preparara para lo peor. La familia tomó la Santa Cena en la UCI. Ellos incluso
pusieron una pequeña miga en la boca de su madre y vertieron un poquitito de jugo de
uva en su boca. Al tercer día, algo milagroso sucedió —¡su madre recuperó la conciencia,
se recuperó y fue dada de alta poco tiempo después!

Verás, cada vez que comes el pan y tomas la copa, tú proclamas la muerte del Señor por
ti. Tú disciernes que el cuerpo del Señor fue destruido para que tu cuerpo pueda estar
completo. Disciernes que Su cuerpo sano cargó tus enfermedades y tus dolores, para
que tu cuerpo pueda estar bien. Así que, cuando comes el pan, tú dices que por Sus
llagas tú estás sano. Y cuando bebes la copa, tú estás bebiendo la vida de Jesús, la cual
está en Su sangre.

Amado, la vida de Jesús está libre de dolor, libre de enfermedades y libre de pobreza.
Esta atrae el favor y las bendiciones de Dios. ¡Y debido a que tú tienes esa vida en ti, ésta
hace que las cosas buenas te sucedan!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

6. LA RAZÓN POR LA QUE LOS CREYENTES ENFERMAN

Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe
juicio para sí. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre vosotros, y muchos
duermen. (1 Corintios 11:29-30)

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos cristianos están débiles y enfermos y
unos incluso mueren jóvenes? Yo agradezco a Dios porque el Espíritu Santo nos da la
razón por la que esto sucede y también la solución. En 1 Corintios 11:29–30, Él nos dice
claramente que la razón por la que algunos cristianos están débiles y enfermos, y unos
incluso mueren prematuramente, es que ellos no disciernen el cuerpo del Señor cuando
participan de la Santa Cena.

Muchos creyentes no entienden que el pan perforado, rayado y ligeramente quemado,


que representa el cuerpo del Señor, es para su salud y sanidad. Y cuando participan sin
discernir esta verdad, participan de una manera indigna. Lo contrario es verdadero: Si
ellos disciernen apropiadamente el cuerpo del Señor, entonces ellos serán fuertes y
saludables, y vivirán mucho tiempo.
Desafortunadamente, la iglesia a través de los años ha malinterpretado esta enseñanza y
ha enseñado que si tienes pecado en tu vida, tú eres indigno y no puedes participar de la
Santa Cena, ¡para que no te debilites y enfermes, e incluso mueras! Hemos convertido
una bendición en una maldición. Debido a esto, muchos cristianos tienen miedo de
acercarse a la mesa del Señor y, por lo tanto, se les ha robado el poder sanador de la
Santa Cena.

Amigo, ¡no existe tal cosa como una persona digna! A lo mejor de nosotros todavía le
hace falta, por lo tanto, fallamos. Así que, personas indignas son las únicas personas que
participan de la Santa Cena. Pero debido a que Jesús murió por las personas indignas, Él
calificó a aquellos de nosotros que lo tomamos a Él como nuestra justicia, para que
participemos de todos los beneficios que Él murió para darnos.

De manera que, no es cuestión de si tú eres digno o indigno de participar, sino de cómo


lo haces. Acércate a la mesa del Señor con confianza y participa de la Santa Cena porque
Jesús te ha calificado con Su preciosa sangre. No la trates como un ritual, sino libera tu
fe hacia la salud y sanidad, mientras disciernes que el cuerpo de Jesús fue partido para
que el tuyo pueda estar sano y completo hoy. Cuando tú participas así, estás participando
de una manera digna, ¡y no serás débil ni enfermizo, ni morirás prematuramente!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

7. DISCERNIENDO EL CUERPO DEL SEÑOR

Y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Esto es Mi cuerpo que es para vosotros; haced
esto en memoria de Mí.” (1 Corintios 11:24)

¿Alguna vez has visto de cerca el pan de Matzá que los judíos comen durante su cena de
Pascua? El pan, que es sin levadura, está traspasado con hileras de pequeños agujeros
que forman rayas. También está ligeramente quemado. Muchas iglesias usan hoy en día
este pan para la Santa Cena.

¿Sabes por qué el pan está traspasado, rayado y quemado?

Amigo, el pan que tomas en tus manos cuando participas de la Cena del Señor, habla del
cuerpo de nuestro Señor Jesucristo cuando Él llevó nuestros pecados y enfermedades en
la cruz.

Al igual que el pan, Él fue traspasado en Su frente por la corona de espinas, así como en
Sus manos y pies, por los clavos. Él también fue traspasado en Su costado por la lanza
de un soldado. El profeta Isaías dice: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones.” (Isaías
53:5, NVI)

Al igual que el pan, Él fue azotado en Su espalda hasta que Su carne quedó desgarrada y
sangrando, y Sus huesos quedaron expuestos, de modo que hoy, tú puedes decir: “Gracias
a Sus heridas yo fui sanado.” (Ver Isaías 53:5)

¿Y qué acerca de las marcas quemadas en el pan? El fuego completo de la ira de Dios
cayó sobre Jesús, quemando nuestros pecados hasta convertirlos en cenizas y al mismo
tiempo, sacando la fragancia de la ofrenda de Jesús. ¡Hoy, tus pecados y actos fuera de
la ley no son más que cenizas y tu Padre en el cielo ya no los recuerda! (Ver Hebreos 8:12)

Así que, la próxima vez que participes del pan durante la Santa Cena, recuerda que Jesús
fue traspasado por tus pecados y azotado por tu sanidad. ¡Él llevó el juicio ardiente de
Dios para que tú nunca seas juzgado por tus pecados! ¡Él también llevó tus enfermedades
y cargó tus dolores para que tú puedas caminar en salud divina!

Cuando tú disciernes estas preciosas verdades acerca del cuerpo de nuestro Señor, estás
participando de la Santa Cena de una manera digna. Y no serás ni débil, ni enfermo, ni
morirás antes de tu tiempo. (Ver 1 Corintios 11:27–30) ¡No, tú serás fuerte y saludable, y
vivirás por mucho tiempo!
Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

8. MÁS SALUDABLE Y MÁS FUERTE CADA DÍA

Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares,
comían juntos con alegría y sencillez de corazón. (Hechos 2:46)

En aquel entonces, en la iglesia primitiva, los cristianos se reunían todos los días, ya fuera
corporativamente en el templo o de casa en casa en grupos más pequeños. Y cuando
ellos se reunían en sus casas, la Biblia nos dice que ellos partían el pan. Esto se refiere a
la Santa Cena, ¡y ellos la tomaban todos los días!

Ahora, yo no estoy diciendo que tú debes tomar la Santa Cena todos los días. Pero si tú
te sientes dirigido a hacerlo y quieres hacerlo, ¡adelante! El problema de tomar la Santa
Cena a diario es este: Si tú estás enfermo, puedes recuperarse gradualmente. Esto
significa que te vas haciendo más saludable y más fuerte día con día —¡primero al treinta
por uno, luego al sesenta por uno, luego al ciento por uno!
Verás, nosotros podemos recibir sanidad a través de la oración de fe (ver Marcos 11:24),
esto a veces pone presión sobre nosotros porque requiere que creamos que lo
recibiremos todo —sanidad completa— en el momento en que oramos. No hay nada de
malo en la oración de fe, pero es posible que nos hallemos a nosotros mismos diciendo:
“¡Debo creer que lo recibo todo ahora! ¡Debo creer que lo tengo todo, ahora!”

Sin embargo, la Santa Cena nos permite recibir una medida de sanidad cada vez que
participamos de ella con fe, de manera que vamos mejorando cada vez. Cuanto más la
tomas, mejor te haces. No está la presión de creer que lo recibes todo de una vez. ¿No
es bueno Dios? ¡Él se encuentra contigo en tu nivel de fe!

Ahora, hay casos que conozco en nuestra iglesia, en mi familia y en mi propia vida, donde
la manifestación de sanidad es inmediata y completa. Si sucede de esta manera, ¡alabado
sea Dios! Pero si no sucede así, no te preocupes. Cuanto más tomes la Santa Cena, mejor
te harás.

Sé de personas que toman la Santa Cena tres veces al día, ¡como si fueran sus
medicamentos! ¿Y por qué no? Amigo, si tú estás muy enfermo y toma tus
medicamentos diligentemente tres veces al día, ¿por qué no prestar la misma atención a
la Cena del Señor? ¿Por qué no aumentar tu tasa de recuperación? ¡Y la próxima vez que
comas el pan y tomes la copa, es posible que descubras que tu enfermedad ha
desaparecido por completo!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

9. COMIENZA TU DÍA CON JESÚS

Bueno es dar gracias al Señor, y cantar alabanzas a Tu nombre, oh Altísimo; anunciar por
la mañana Tu bondad, y Tu fidelidad por las noches. (Salmos 92:1–2)

Es sorprendente la cantidad de personas que se levantan por la mañana y lo primero que


hacen es leer el periódico, el cual a menudo trae malas noticias acerca de guerras,
disturbios, desastres, colapsos financieros, violencia, desempleo, hambruna y nuevas
cepas de virus mortales.

Por favor, comprende que no estoy en contra de leer o ver las noticias, pero quiero
invitarte a que comiences tu día con Jesús, practicando Su presencia, reconociéndolo a Él,
encomendando tus planes a Él y confiando en Él por Su favor inmerecido, sabiduría y
fuerza para el día. Recuerda ser como José de la Biblia. ¡El Señor estaba con José y él era
un hombre exitoso! Tu éxito no viene como resultado de que estés al día sobre los virus
más recientes o de que te hayas informado respecto al último desastre. ¡No, tu éxito
vendrá como resultado de que estés sintonizado con la presencia de Jesús en tu vida!

Hay muchas personas en mi iglesia que comienzan el día cada mañana tomando la Santa
Cena, no como un ritual, sino como un tiempo para recordar a Jesús y el poder de Su cruz.
Mientras toman el pan, ellos buscan a Jesús por Su fuerza, recibiendo Su vida divina para
sus cuerpos físicos. Mientras toman la copa, ellos renuevan su conciencia acerca del
regalo gratuito de la justicia, comprada por la sangre de Jesús en la cruz, ¡qué manera de
comenzar el día!
Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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