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https://www.pikaramagazine.com/2013/01/cultura-y-poder-el-constructivismo-de-la-antropologia-del-
genero/
La antropología social como disciplina científica, igual que otras ciencias sociales, no ha
permanecido ajena a la influencia de diferentes prejuicios teóricos en sus objetivos, intereses,
métodos y técnicas de análisis desde su gestación hasta su consolidación como disciplina científica.
Algunos de estos fueron el etnocentrismo y el androcentrismo, los cuales causaron una notable
distorsión en la mirada antropológica. El etnocentrismo significó un análisis de reflejo e inversión
desde el que se emitían juicios de valor "inconscientes» e «involuntariOS » que distorsionaban el
análisis de los antropólogos. Se trataba de una actitud del que creía que la cultura propia era
decididamente superior a las otras y que tendía a valorar las otras culturas a través de sus propios
prejuicios. Este presupuesto, del que se tomó conciencia a partir de los años cincuenta gracias a
Lévi- Strauss, fue posteriormente revisado desde algunas corrientes teóricas de la antropología. El
androcentrismo, por su lado, protagonizó una distorsión de la mirada antropológica que no se
evidenció hasta el impacto del feminismo en la antropología, a partir de los años 70. En sí, igual
que el otro «ismo» mencionado, se fundamentaba en un análisis desde parámetros erróneos: los
antropólogos estaban trasladando a las comunidades estudiadas la división de actividades según
sexo (enunciados desde la complementariedad o desde la exclusión sexual) que habían
determinado esferas de poder en las sociedades europeas y anglosajonas. El presente artículo va a
centrarse en el androcentrismo, en la distorsión de la mirada antropológica sobre la construcción
de género: el objetivo del análisis consistirá en recuperar las apreciaciones de los antropólogos
más influyentes de la disciplina respecto a la manera de pensar los sexos en las culturas que
estudiaron para poder comprender los lastres que arrastró la disciplina respecto a la manera de
interpretar las relaciones entre los hombres y las muJeres. Como veremos, el impacto de esta
distorsión fue desigual tanto entre los antropólogos como en su teorización en los campos más
influyentes de la antropología (parentesco, política, economía y religión), si bien la mayoría tuvo
en común ciertos razonamientos empleados para justificar la desigualdad sexual.
B. socio-histórico de las diferencias. Patriarcado.
Dado que este sistema de dominación se justifica a través del ‘sexo biológico’, el orden
que impone es normalmente percibido como natural y no como una construcción social
que puede ser transformada. Por lo tanto, los roles que desde el patriarcado se
imponen a las mujeres por el hecho de serlo, suelen ser percibidos como fijos y no
intercambiables. De la misma forma, aquellos comportamientos y preferencias
sexuales que difieran de lo que es tradicionalmente atribuido a los varones y mujeres,
son considerados como conductas desviadas y fuera de la norma, siendo condenadas
fuertemente por todas las instituciones sociales y políticas existentes, ya que éstas
actitudes ponen en tela de juicio la heterosexualidad, que es una de las bases más
firmes que dan permanencia y validez a las estructuras patriarcales (ver: persecución
por motivos de género).
El uso de la violencia sirve para imponer y ratificar a través del miedo, el sometimiento
de las mujeres, de lo femenino y de todo aquello que desafía la autoridad masculina,
ocasionando graves situaciones de vulneración de derechos humanos. Esto a su vez,
origina la necesidad de huída y búsqueda de protección de quienes se ven
amenazadas por dicha violencia, creando la figura de persecución por motivos de
género, relevante en el caso del derecho de asilo.
Otro ejemplo a referir, que relata el mismo Engels2 y que devela una cultura en la que
prevalece la ideología de la dominación del hombre hacia la mujer y que evidencia la
presencia del Patriarcado, es la familia Sindiásmica, en donde el hombre poseía varias
esposas. No obstante, también explica cómo en otras tribus en períodos referidos a la
barbarie, la mujer no solo era libre sino también muy considerada como es en el caso
de los iroqueses. Así mismo, señala Hessen3 "formas de organización familiar
denominadas comunistas de muchas familias, en donde las mujeres tomaban la
decisión de escoger a sus maridos, gobernaban sus casas", las provisiones eran
comunes y cuando el marido era holgazán, estos eran destituidos y rebajados a
simples guerreros, pués las mujeres en estos casos constituían una gran fuerza dentro
de los clanes.
Esto según Engels,2 hizo que el hombre empuñara en algunas culturas las riendas de la
casa. La mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria
del hombre y en un simple instrumento de reproducción sexual en la cultura griega,
surgiendo la familia patriarcal, sometida al poder paterno del jefe que esclaviza a la
mujer al cuidado del ganado y de los hijos.
De esta herencia cultural nace la familia urbana que hoy conocemos y con ellos, una
estructura de Estado implantada por el hombre desde la constitución, para sostener la
lógica naciente que desreguló al matriarcado. Es aquí donde se hace pertinente, la
definición, que Comesaña1 señala, acerca del Patriarcado como:
Una toma de poder histórico de los hombres sobre las mujeres, cuyo agente ocasional,
fue de orden biológico, si bien elevado este a la categoría política y económica, dicha
toma de poder, pasa forzosamente por el sometimiento de las mujeres a la
maternidad, la represión de la sexualidad femenina y la apropiación de la fuerza de
trabajo total del grupo dominado, del cual su primer pero no único producto son los
hijos.
Así, de ser el patriarcado una forma de organización social que se inicia con la familia,
se institucionaliza y toma forma de Estado, masculinizando todos los componentes que
lo conforman. De aquí, que todo lo que se construye, como la ciencia, la educación, los
programas educativos, la salud, las profesiones, las religiones, la cultura, la
arquitectura, el arte, la ideología, la política, la semántica, la lingüística, los roles, las
formas de organización de la familia, los valores, creencias y costumbres, la estética y
la feminidad y todas las estructuras de la sociedad en general, sean pensadas desde la
masculinidad, pues el varón se apropia del concepto de institucionalidad y Estado,
convirtiéndose esto en un hecho natural, que se consolidó en la Modernidad, desde
todas las cosmovisiones que la representan: Zeitlin (2008)5 "(racionalismo,
empirismo, positivismo, pragmatismo, estructural-funcionalismo y marxismo)" y que
solo desde la postmodernidad, el feminismo y el pensamiento complejo, como modos
de pensar incluyentes, intentan hoy desregularse.
http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932013000100010