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En este sentido se plantean 6 sesiones con los padres o representantes del paciente
(2 de exclusiva exploración, elaboración de hipótesis y establecimiento de objetivos,
seguida de otras 4 de trabajo psicoeducativo y de seguimiento) y en paralelo otras 8
sesiones dirigidas exclusivamente al paciente (entre 2 y 3 sesiones de exploración,
elaboración de hipótesis y establecimiento de objetivos, seguido de 5 a 6 sesiones de
trabajo psicoterapéutico). Se recomienda que, adicional a las sesiones planteadas se
establezca una sesión al inicio y otra al final dirigida a todo el sistema familiar, es decir,
padres y paciente; la primera para realizar observaciones relevantes y detectar la dinámica
de comunicación y convivencia, y la última a modo de cierre del proceso terapéutico.
Sesiones con los parientes y sesiones con el paciente han de ser intercaladas, comenzando
con la primera sesión con el paciente y cerrando con dos sesiones con el mismo.
En las primeras sesiones de exploración con el paciente se espera recopilar todos los
datos posibles sobre la dinámica familiar, esto es, rutinas, responsabilidades, nivel de
interacción y convivencia, nivel de implicancia entre la vida de los otros integrantes del
hogar y calidad de comunicación. Con ello se espera obtener una base de datos que pueda o
no corroborarse en observaciones posteriores y en entrevistas con parientes, y
posteriormente permitan generar hipótesis sobre el caso.
Del mismo modo se espera indagar sobre posibles conflictos de carácter social,
atendiendo del mismo modo a la dinámica de interacción entre componentes pertenecientes
al mezzo sistema (social) desde los distintos ámbitos constituyentes (escolar, comunitario,
de amistad, entre otros). Esto con el fin de conectar las historias de los parientes con la
historia del paciente y corroborar la veracidad de los datos recopilados.
Puesto que lo que se espera de los factores de riesgo es que sean eliminados o
suprimidos de la vida del paciente, el vacío que estos puedan generar en el paciente (al
tratarse de mantenedores de la drogodependencia) se recomienda que, a la par de la
resolución en los factores de riesgo se aproveche cada factor protector que contrarreste el
duelo que pueda generarse. De manera que, ante el retiro de un círculo social que fomenta
el consumo, el apoyo de nuevas redes sociales que fomentan la realización de actividades
auto conservadoras y/o recreativas (de ejercicio, por ejemplo) opaquen el duelo ante la
pérdida de las anteriores amistades. La canalización de la ansia de consumo a través de
actividades de gran esfuerzo cognitivo (como el desempeño de artes o de ejercicios
intelectuales) es otra vía de protección ante el consumo, es necesario explorar, entonces
sobre los intereses personales del joven en relación a su autorrealización.
El trabajo de psicoeducación con los parientes del paciente debe estar basado en 3
puntos focales: el aumento de consciencia y sensibilización sobre la severidad de la
situación actual del paciente, el nivel y naturaleza de la influencia de la dinámica familiar
en el deterioro del paciente, y el campo de acción y posibilidades de acompañamiento.
Atendiendo al primer punto, se debe combatir toda invalidación ante las emociones y
reacciones del paciente por parte de los parientes, en lugar de ser cuestionadas y castigadas
con severidad, deben ser comprendidas y recibidas como reales y no como actos de rebeldía
sin fundamento. En cuanto al segundo punto, se debe trabajar un breve proceso de
autoevaluación sobre los conflictos intrafamiliares presentes en el hogar, cualquier
conflicto no resuelto o que pueda considerarse grave entre los afectados es directamente
considerado influyente en la situación actual del paciente; este trabajo debe culminarse con
reflexiones al respecto y la recomendación del trabajo por la conclusión de dichos
conflictos (bien sea a través de un proceso psicoterapéutico particular o a través de
intervenciones breves en la terapia presente).
Pese a que el tercer punto se ubique en dicho lugar, debe ser iniciado desde la
primera sesión con los parientes a través de un compromiso en el que se motive el apoyo
incondicional del paciente, esto es, sus decisiones, preocupaciones, quejas, malestares,
entre otros aspectos que apunten al crecimiento personal y no fomenten el mantenimiento
de la conducta dependiente. La participación activa ante los recursos sociales con los que
cuenta el paciente es un factor indispensable a lo largo de la terapia, puesto que esto
brindará validez a sus decisiones tomadas en pro de mejorar, así como también percibirá el
apoyo y amor filial por parte de sus parientes, aspectos que puedan brindar fortaleza y
motivación al mantenimiento de la sobriedad.