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VÍCTIMA DE BULLYING – PSICOTERAPIA GESTALT

Se contempla la posibilidad de que el cliente se encuentre inhibido ante el deseo de


expresar sobre su situación de violencia, y que la presencia de la madre, el padre o
representante sea un factor influyente en ello (aunque no el único); por ello se recomienda
que los primeros 15 a 20 minutos de la primera sesión se realice la entrevista con el
responsable del infante, y el resto de la sesión se continúa sólo con el infante. En el
momento en que se encuentren cliente y terapeuta solos, se espera fomentar la conversación
entre los antes mencionados tocando temas de interés, como caricaturas preferidas, comidas
favoritas, actividades de interés, entre otras cosas; y se espera observar conexiones
argumentales que lleven al tema central, que es el abuso por bullying.

Se espera que en las primeras sesiones (entre 2 y 3) se explore sobre el estado


emocional del cliente. Teniendo en cuenta que el enfoque Gestalt propone que todo trabajo
terapéutico se plasme desde el “aquí y el ahora”, se espera que a lo largo de esta
exploración las verbalizaciones se hagan en esa índole; es decir, motivar al infante a que
reconozca cada emoción que siente con respecto a su situación y utilice expresiones como
“yo estoy” en lugar de “yo estaba”; del mismo modo, aquellas emociones que tuvieron
lugar en el pasado y se extiendan en el momento presente (coraje o tristeza ante la
humillación que perdure a través de la memoria) se le motivará al infante que las reconozca
como emociones actuales, que vienen a jugar un papel fundamental en su presente, así
como aquellas cosas que llegó a lamentar durante el abuso.

Desde esta misma exploración se le invitará al cliente a que exprese sus


incomodidades sobre su situación y sobre cómo desearía actuar ante ella, qué quisiera
decirla a su victimario, cómo quiere reaccionar, en fin, que libere toda aquella carga
afectiva que posiblemente esté conteniendo consecuente a su abuso. Ante cualquier
hallazgo se le propondrá al infante desempeñar esta expresión a través de la técnica de
“expresar lo no expresado”, bien sea a través de un desplazamiento de roles con juguetes o
siendo el mismo niño quien exprese estas incomodidades hacia un objeto inanimado
propuesto por el terapeuta (un cojín, por ejemplo); de esta forma permitir al cliente que se
exprese y que libere aquellas verbalizaciones y reacciones corporales (si así lo desea). Este
trabajo se espera que sea extendido entre 2 y 3 sesiones máximo.

Posteriormente, y para atender a las posibles incapacidades de reacción ante


situaciones de abuso por bullying, se espera trabajar las siguientes 4 a 6 semanas en
desarrollar la capacidad del infante de crear nuevas formas de hacer frente a su situación
partiendo de aquellas cosas que ya conoce, o que lleva dentro de sí pero no se ha permitido
reconocer. A su vez, se planteará, por medio de paradojas (en el marco de las técnicas
integrativas) aquellos obstáculos que encierren al cliente en una “calle ciega” de
posibilidades de reacción ante el bullying; este trabajo se debe complementar con un
proceso de detección de negativas irracionales, en el marco de las técnicas supresoras, ante
verbalizaciones como “no puedo evitar que me humillen” buscar la razón del por qué
nacen, y trabajar para transformarlas en “no me permito pensar en cómo evitar que me
humillen”, por ejemplo.

Puesto que lo anterior sugiere un esfuerzo cognitivo moderado, se recomienda que


el trabajo paradójico y la búsqueda de entendimiento de negativas sean trabajados a nivel
terapéutico a través del juego guiado, por medio de representaciones de la realidad con
juguetes e historias.
DROGODEPENDENCIA – PSICOTERAPIA FILIAL

Es importante mencionar que la drogodependencia per sé se recomienda ser


trabajada desde un proceso terapéutico particular, ya que el trabajo que se propondrá desde
la psicoterapia filial está orientada al objetivo de fortalecer el vínculo familiar del paciente,
mejorar la calidad de la relación y comunicación y fomentar la integración de los parientes
pertenecientes a la familia nuclear de dicho paciente. Dicho esto, desde el marco de la
terapia familiar multidimensional se espera realizar un proceso de psicoeducación y
orientación continuo para el entrenamiento en habilidades sociales, toma de decisiones,
autocontrol y de prevención de recaída.

En este sentido se plantean 6 sesiones con los padres o representantes del paciente
(2 de exclusiva exploración, elaboración de hipótesis y establecimiento de objetivos,
seguida de otras 4 de trabajo psicoeducativo y de seguimiento) y en paralelo otras 8
sesiones dirigidas exclusivamente al paciente (entre 2 y 3 sesiones de exploración,
elaboración de hipótesis y establecimiento de objetivos, seguido de 5 a 6 sesiones de
trabajo psicoterapéutico). Se recomienda que, adicional a las sesiones planteadas se
establezca una sesión al inicio y otra al final dirigida a todo el sistema familiar, es decir,
padres y paciente; la primera para realizar observaciones relevantes y detectar la dinámica
de comunicación y convivencia, y la última a modo de cierre del proceso terapéutico.
Sesiones con los parientes y sesiones con el paciente han de ser intercaladas, comenzando
con la primera sesión con el paciente y cerrando con dos sesiones con el mismo.

En las primeras sesiones de exploración con el paciente se espera recopilar todos los
datos posibles sobre la dinámica familiar, esto es, rutinas, responsabilidades, nivel de
interacción y convivencia, nivel de implicancia entre la vida de los otros integrantes del
hogar y calidad de comunicación. Con ello se espera obtener una base de datos que pueda o
no corroborarse en observaciones posteriores y en entrevistas con parientes, y
posteriormente permitan generar hipótesis sobre el caso.

La terapia filial desde el tratamiento de la drogodependencia juvenil se centra en


motivar a los parientes a implicarse en el proceso de recuperación del paciente, por un lado,
y preparar al paciente en el desarrollo de toma de decisiones, integración en redes sociales y
prevención de recaídas por el otro; es por ello que para las sesiones de exploración con los
parientes se espera obtener información sobre la dinámica familiar entre los integrantes del
hogar, de manera que se pueda o no detectar una posible causa a nivel de interacción entre
componentes del sistema que pueda estar generando un desbalance emocional en la vida del
paciente; esta dinámica deberá ser contemplada desde lo ajeno al paciente y desde aquello
que es directamente dirigido al paciente, es decir, la interacción entre componentes del
sistema por un lado, e interacciones entre componentes del sistema con el paciente por el
otro.

Del mismo modo se espera indagar sobre posibles conflictos de carácter social,
atendiendo del mismo modo a la dinámica de interacción entre componentes pertenecientes
al mezzo sistema (social) desde los distintos ámbitos constituyentes (escolar, comunitario,
de amistad, entre otros). Esto con el fin de conectar las historias de los parientes con la
historia del paciente y corroborar la veracidad de los datos recopilados.

Por parte del trabajo terapéutico con el paciente, se le debe proponer un


compromiso terapéutico en el que el paciente se entregue plenamente al proceso de la
terapia y trabaje en conjunto con su terapeuta para la obtención de los resultados.
Posteriormente se deben establecer los factores de riesgo y de protección inmersos en el
entorno del joven; a través de un ejercicio de autoevaluación se espera que estos factores
sean identificados por el mismo joven. Destacando los más resaltantes se inicia el
entrenamiento en solución de problemas y de toma de decisiones, en donde se evaluará el
nivel de influencia de cada factor de riesgo, jerarquizando los mismos y atendiendo a cada
uno con un proceso de reflexión que concluya en una decisión adaptativa y funcional.

Puesto que lo que se espera de los factores de riesgo es que sean eliminados o
suprimidos de la vida del paciente, el vacío que estos puedan generar en el paciente (al
tratarse de mantenedores de la drogodependencia) se recomienda que, a la par de la
resolución en los factores de riesgo se aproveche cada factor protector que contrarreste el
duelo que pueda generarse. De manera que, ante el retiro de un círculo social que fomenta
el consumo, el apoyo de nuevas redes sociales que fomentan la realización de actividades
auto conservadoras y/o recreativas (de ejercicio, por ejemplo) opaquen el duelo ante la
pérdida de las anteriores amistades. La canalización de la ansia de consumo a través de
actividades de gran esfuerzo cognitivo (como el desempeño de artes o de ejercicios
intelectuales) es otra vía de protección ante el consumo, es necesario explorar, entonces
sobre los intereses personales del joven en relación a su autorrealización.
El trabajo de psicoeducación con los parientes del paciente debe estar basado en 3
puntos focales: el aumento de consciencia y sensibilización sobre la severidad de la
situación actual del paciente, el nivel y naturaleza de la influencia de la dinámica familiar
en el deterioro del paciente, y el campo de acción y posibilidades de acompañamiento.
Atendiendo al primer punto, se debe combatir toda invalidación ante las emociones y
reacciones del paciente por parte de los parientes, en lugar de ser cuestionadas y castigadas
con severidad, deben ser comprendidas y recibidas como reales y no como actos de rebeldía
sin fundamento. En cuanto al segundo punto, se debe trabajar un breve proceso de
autoevaluación sobre los conflictos intrafamiliares presentes en el hogar, cualquier
conflicto no resuelto o que pueda considerarse grave entre los afectados es directamente
considerado influyente en la situación actual del paciente; este trabajo debe culminarse con
reflexiones al respecto y la recomendación del trabajo por la conclusión de dichos
conflictos (bien sea a través de un proceso psicoterapéutico particular o a través de
intervenciones breves en la terapia presente).

Pese a que el tercer punto se ubique en dicho lugar, debe ser iniciado desde la
primera sesión con los parientes a través de un compromiso en el que se motive el apoyo
incondicional del paciente, esto es, sus decisiones, preocupaciones, quejas, malestares,
entre otros aspectos que apunten al crecimiento personal y no fomenten el mantenimiento
de la conducta dependiente. La participación activa ante los recursos sociales con los que
cuenta el paciente es un factor indispensable a lo largo de la terapia, puesto que esto
brindará validez a sus decisiones tomadas en pro de mejorar, así como también percibirá el
apoyo y amor filial por parte de sus parientes, aspectos que puedan brindar fortaleza y
motivación al mantenimiento de la sobriedad.

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