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Los propietarios de prensa hacen todo lo posible por crear una oferta diversificada para
satisfacer las demandas:
Cada vez más revistas ilustradas sustituyen a los periódicos de textos largos y
complejos.
Los contenidos se amplían con el fin de hallar nuevos lectores entre un público recién
incorporado a la cultura gracias a las reformas educativas de las primeras décadas del
siglo XX.
Las informaciones de siempre se prestan a una mayor atención al gusto de las mujeres
en cuestiones de moda o de asuntos domésticos y a la pasión de los hombres por los
deportes y los coches
Uno de los resultados de esta evolución es la pérdida del compromiso político de muchos
periódicos. Los temas políticos se presentan de una forma aséptica con el fin de no herir la
susceptibilidad de nadie al tener que buscar un público lector lo más amplio posible para
aumentar la tirada y compensar los crecientes gastos en inversión para nuevas tecnologías.
La consecuencia de esta adaptación creciente a los gustos de los lectores es una evolución
distinta de la prensa en los diferentes países.
Los movimientos totalitarios tanto de extrema izquierda como de extrema derecha que surgen
en los años veinte ponen en duda la legitimidad del derecho a la libertad individual de
expresión y de impresión consagrada en la Revolución francesa de 1789 y recogida en las
constituciones liberales del siglo XIX.
El desastre bélico había suscitado entre las masas del viejo continente una sensación de
malestar y de angustia que el caos económico siguiente incrementó. En esta situación de
desamparo, la propaganda de los grupos antiparlamentarios halla un suelo fértil, sembrando el
germen de otra catástrofe mayor
Después de la guerra, Estados Unidos disuelve todos los organismos de propaganda. Comienza
una fase política aislacionista durante la que los norteamericanos vuelven a ocuparse de sus
propios negocios.
Los editores, que habían olvidado temporalmente la expansión de sus empresas para cubrir los
combates, vuelven a concentrarse en la “guerra” en casa contra sus competidores en la lucha
por el favor del público.
Arranca en Estados Unidos en 1919 con la creación del primer periódico de tamaño reducido,
tabloide: el New York Daily News de Joseph Medill Patterson.
Los temas presentados eran más escabrosos que nunca, preferentemente relacionados con el
sexo, los crímenes violentos y la vida íntima de personajes famosos
El tratamiento que reciben era el fiel reflejo del cinismo bajo el que la sociedad
norteamericana pretende olvidar el desgarro y el desencanto que sigue a la Primera Guerra
Mundial, mostrando también el cambio producido en su estilo de vida y costumbres.
Todos sobrepasan en estos años el millón y medio de ejemplares. Su éxito radica en titulares
chillones, fotografía de gran tamaño y textos breves y contundentes.
El Daily News alcanza el punto culminante de morbo y mal gusto en 1918 cuando su reportero
inmortaliza el momento de la muerte de Ruth Snyder en la silla eléctrica de Sing Sing mediante
una minicámara que había fijado en su pierna. La foto aparece en la portada del periódico con
gran éxito.
La prensa seria tuvo que adoptar algunos de sus recursos para mantener a la clientela, a pesar
del rechazo de sus métodos.
El furor causado por los tabloides disminuye a partir de 1930, pero tiene ya un hueco
permanente en el mercado del país.
La prensa de los barones ingleses sale beneficiada de la guerra gracias a su colaboración con el
gobierno y también a que Gran Bretaña no fue escenario directo de la conflagración, como
sucediera con el territorio francés.
En 1924, cualquier decisión de los grandes almacenes era de máxima importancia, de ahí el
grado de comercialización adquirido por la prensa inglesa.
Esta situación abre una perspectiva de ingresos prometedora, pero también genera nuevas
dependencias al contener publicidad no dirigida a un público determinado, sino a la gran masa
de compradores.
Los cambios alteran el carácter de la prensa nacional y del creciente proceso de concentración,
que destruye la estructura de la prensa de provincia.
En el sector de la prensa nacional se encuentran procesos de concentración en marcha y la
muerte de lord Northcliffe en 1922. Su hermano, lord Rothermere, siempre había
contemplado la prensa como fuente de riqueza y de poder financiero, por lo que no tuvo
reparo en sacar de ella los máximos beneficios. Los éxitos del grupo Rothermere son frenados
por su apoyo al nazismo germano.
A principio de los años 30 tiene que vender el Daily Mirror, comprado por Harry Bartholomew,
quien consigue elevar su tirada hasta los 1.3 millones de ejemplares en 1940.
Los hermanos Berry, quienes habían hecho su fortuna con la prensa de provincias y con la
prensa ilustrada, compran, en 1928, el Daily Telegraph. El primero adquiere, además, el
Financial Times.
El Daily Herald sobrevive con dificultades a la guerra. En 1922, las Trade Unions rescatan al
periódico socialista y lo convierten en órgano del partido laborista.
La prensa liberal recupera algo de su antiguo esplendor con el News Chronicle, nació en 1930
de la fusión del Daily News, el Daily Chronicle y el Westminster Gazette, superando en 1939 los
1,4 millones de ejemplares.