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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

LICENCIATURA EN HISTORIA
TERCER SEMESTRE
VESPERTINO

¿LITERATURA BARROCA EN INGLATERRA?

Materia:
Profesora: Cecilia Urbán
Pérez Morales Landi Cirse
200604907
Fecha de entrega: 26-11-07
Índice

1. Introducción……………………………………………………… 3
2. Siglo XVII. Contexto histórico……………………………………4
3. ¿Qué es el Barroco, en general?.......................................................6
4. Características literarias del Barroco (Generalidades)…………….8
5. ¿Literatura Barroca en Inglaterra?…………………………………9
a) Poesía metafísica………………………………………………….10
6. Conclusiones………………………………………………………12
7. Bibliografía………………………………………………………13

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Introducción

Aunque el Barroco es una expresión de la Contrarreforma por obvias razones políticas,


aunado a un espíritu de angustia ante una situación que se llega a ver como el fin del
mundo, y que en el mejor de los casos es el inicio de una decadencia, existe también un
ámbito de apego a lo visible, con mayor racionalismo.
En Inglaterra, el término Barroco plantea un problema de terminología en la
periodización, pues supuestamente, para algunos literatos, llega el Renacimiento inglés a su
fin con Sydney y Spencer (XVI). Sin embargo, otros historiadores de la literatura
denominan como renacentistas a Shakespeare e inclusive a Milton, quien propiamente,
debido a su temática, pertenecería al Barroco o Baroque. Por tanto, no tomaremos el
derecho de hablar de Barroco en la literatura inglesa, debido a sus particularidades
artísticas, más que acaso, en referencia a los poetas metafísicos.

I. Siglo XVII. Contexto histórico

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Al siglo XVII se le conoce en el mundo del arte como “El siglo del Barroco”,
aunque dicho estilo comenzó a finales del XVI y se prolongó hasta el siglo XVIII.
Algunos historiadores no han llegado a un acuerdo sobre la base material de esta
vasta crisis. Sólo está claro que la inflación del siglo XVI fue perniciosa y que la población
tal vez creció más que los recursos de las diversas entidades europeas. El punto es que el
siglo XVII será un último estancamiento demográfico en Francia, sumamente poblada
desde la Edad Media. Pero los países germánicos disminuyen desde ese mismo nivela poco
más de la mitad; mientras Inglaterra pasa de algo menos de 5 millones a algo más de ellos,
y España desciende alrededor de los 8.
Un aspecto relevante de la crisis económica es que la actividad de los impresores
disminuye hacia 1580, después de un secular estallido, aunque no disminuya la calidad de
la literatura ni de los libros como objetos.
En el siglo XVI inicia el sistema que maduraría en el siglo XVII: el mercantilismo,
no en sentido de mercado libre, mas bien, como un programa donde los negociantes se
aliaron con el poder de las grandes monarquías nacionales, que peleaban entre sí (en
Europa y los ámbitos coloniales) para acumular oro y plata, como substancias y signos de
fuerzas. Lo anterior se tradujo en una guerra económica donde todos luchaban contra todos.
En ese entonces no se pensaba en un aumento constante de bienes y servicios que mermara
ese continuo robarse los unos a los otros. Las expansiones económicas no lograron suprimir
esa batalla y continuaron requiriendo del saqueo de vastas regiones humanas.
Dicho mercantilismo tiene mucho de “refeudalismo”, debido a que las monarquías,
con las ganancias extraídas de los agricultores pequeños comerciantes, armaban ejércitos y
flotas que respaldasen a las compañías en la expansión de ultramar. El capital, poco a poco,
fue asumiendo al grado de comenzar a despersonalizar.
Dicho mercantilismo acaba por hundir a casi todas las monarquías en la insolvencia,
pues a la corona le toca pagar la guerra, el lujo y la administración, mientras que las
sociedades conquistadoras se benefician del apoyo armado.
Desde un panorama general, puede decirse que ningún país aumentó su riqueza de
conjunto, dados los gastos de batalla, sino que sólo hubo un desplazamiento de propietarios
y un crecimiento de distancias entre clases.

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Si desea observarse este escenario desde una perspectiva espiritual, podría decirse
que la crisis extrema en el proceso de disgregación y ruptura, iniciado desde comienzos del
siglo XVI, debe ponerse la vista en la consolidación reformista en términos políticos y
nacionales.
No obstante, para observar la literatura inglesa en el período citado, deben
considerarse las peculiaridades de su historia nacional en este tiempo. Aparentemente
marginal por su condición insular, pero a la vez decidida para preparar su hegemonía
mundiales el siglo XVIII, Inglaterra va mucho más allá de su modesto nivel de población,
despojando de la hegemonía marítima de Holanda y resolviendo en una guerra civil la
primera revolución moderna: la mengua del poder real en beneficio de la gentry (tipo
burguesía). En esta entidad el mercantilismo del que ya se ha hablado, no se hace muy
visible, ya que la nobleza pierde fuerza inmediatamente, no sin haber tomado parte en
algunas compañías coloniales, en unión con accionistas privados, como Rusia Company
(1555), la East India Company (1600) y la Virginia Company (1606). El parlamento sale
victorioso de una larga lucha contra la corona, basado en una creciente hueste de
comerciantes y tejedores, con base agrícola.
En la segunda mitad del reinado de Isabel I, la Iglesia sigue siendo la base de unidad
patriótica, bajo la corona, libre de la potestad pontificia, pero sin unirse tampoco al radical
protestantismo continental.
En Inglaterra no hay patriciado urbano como en el Renacimiento italiano o de los
Países Bajos, sino un fuerte estratote yeomen (pequeños propietarios) y de activos señores
que explotan intensamente sus tierras, desplazando a los miserables campesinos por el
ganado.
La creciente separación entre un proletariado rural cada vez más pobre y una nueva
clase cada vez más favorecida, hará que la vieja corona, así como nobleza, se unan al
pueblo en su espíritu tradicional y en su derrota entre los rumbos sociales, por tanto, el
teatro shakesperiano será un terreno común a toda clase social.
La tensión política se enlaza con la tensión religiosa. Jacobo I, en su pugna contra el
parlamento, comienza a aparecer enfrentado con el creciente puritanismo. Jacobo I muere
en 1625: Carlos I llegará al punto de ruptura. Tras cerrar el parlamento en 1626, desde 1629
a 1640 pretende gobernar como soberano absoluto: la Cámara de los comunes, antes de

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cerrarse en 1629, rechaza todo lo que parezca desviarse del estado de cosas, el equilibrio
anglicano. Pero los contribuyentes niegan el dinero. En 1642 empieza la guerra civil, que se
decide con la victoria del New model army de Cromwell, en 1649. El rey es decapitado, y la
cámara de los lores es abolida: la guerra civil prosigue hasta 1652. Un año después se
constituye el parlamento de los santos. Sin embargo, Cromwell se siente desbordado por la
innumerable cantidad de sectas, propugnando por la tierra como propiedad de todos,
sufragio universal para las mujeres y un seguro de enfermedad para los pobres.
En 1660 se restaura la dinastía con Carlos II, hijo del rey decapitado, pero ya con un
nuevo parlamento de fuerzas. El rey entra en pelea con el parlamento y la burguesía,
inclinándose al catolicismo y tratando de excluir de todo cargo al que fuese anglicano.
Hasta su muerte, en 1685, Carlos II prescinde del parlamento y sus impuestos, viviendo del
dinero que le pasan los franceses. Su sucesor, Jacobo II continúa su línea, haciendo bautizar
por lo católico a su hijo; pero en 1688 los ingleses suprimen la dinastía y llaman a un
príncipe protestante holandés: Guillermo III de Orange.

II. ¿Qué es el Barroco en general?

Cuando se habla de Barroco siempre se hará referencia a un estilo y a toda una


época. Se desconoce el origen de la palabra; no obstante, para algunos procede de
barrueco, vocablo castellano que sirve para designar una perla deformada, irregular o
defectuosa. Hay algunos que sustentan que procede del apellido del pintor Barucci, quien se
perfeccionó en esta tendencia. Lo cierto es que desde un inicio se usó en sentido
peyorativo, ya que fue considerado como una fase decadente del Renacimiento y no como
una creación representativa de una época. En términos generales, el espíritu barroco
desconfía cada vez más del mundo y de su propia capacidad para dominarlo y entenderlo,
cayendo en la tentación de replegarse a su interior para buscar allí la verdad (moral o
matemática, si se desea). Esta nueva visión del mundo, basada en la ciencia natural, partió,
en gran medida, del descubrimiento de Copérnico (s. XVI). La doctrina de que la Tierra
gira alrededor del Sol, en lugar de considerar, como hasta entonces, que el Sol gira
alrededor de la Tierra, cambió definitivamente la tradicional posición señalada por la
Providencia al hombre en el Universo. Ya que tan pronto como la Tierra no se considerase

6
el centro de todo, el hombre no significaría el sentido y finalidad de la creación. Sin
embargo, la doctrina copernicana no significaba solamente que el mundo cesaría de girar en
torno a la Tierra y los hombres, sino que aquél ya no tendría cómo significar el sentido de
la creación.
El hombre se convirtió en un factor pequeño e insignificante en el mundo
desencantado. No obstante, adquirió un sentimiento de confianza y orgullo en sí mismo.
Así, es como entendemos el por qué del arte Barroco lleno de estremecimientos del eco de
los espacios infinitos y de la correlación de todo el ser. La obra de arte pasará a ser en su
totalidad, como un organismo unitario y vivificado en todas sus partes.
Surgió en Italia y de allí se extendió a toda Europa, imponiéndose al Neoclasicismo,
debido a que la Iglesia abandona la lucha frente a la exigencia de la realidad histórica y
procura acomodarse a ella en lo posible. Se hace, respecto de los fieles, cada vez más
tolerante. A Roma le corresponde representar el papel de capital de la cristiandad, así que el
Barroco entre como héroe salvador, siguiendo una dirección liberal, gozando de los
sentidos. La lucha con el protestantismo ha mermado; la Iglesia católica ha renunciado a los
países perdidos y se siente más segura en los conservadores. Así comienza un período de la
más rica y fastuosa producción artística.
Cabe señalar que la denominación del término Barroco es moderna, debido a que el
concepto, tal cual, comienza a aplicarse hasta el siglo XVIII, para denominar a la teoría
clasicista de entonces, esto es, a los tonos desmesurados, extravagantes y exagerados, con
los que solía interpretarse la realidad. Otro vestigio lexicográfico se encuentra en el
Diccionario de la música (1767) de J.J. Rousseau quien escribió: La música barroca es
aquella cuya harmonía [sic] es confusa, cargada de modulaciones y disonancias; el canto,
duro y poco natural y el movimiento forzado 1. Durante mucho tiempo el Renacimiento
representó el ideal de la armonía y la perfección; el hombre era el centro del universo, no
perdiendo así el profundo sentido cristiano en algunas regiones, pues el humanismo no
negaba a Dios sino que el hombre se integraba en el mundo y en sus límites encuentra el
universo entero reducido. Sin embargo, el hombre barroco pierde ese equilibrio, la
proporción, la segura ubicación en el universo. Sus límites no le permiten expandirse sino
que toma conciencia de ellos como mutilación. La finitud, el tiempo, la decadencia y la
1
Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal, Tomo 5,Barcelona, Barsa
Planeta, 2007.

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muerte llegan a agobiarlo. De igual manera, observa que el mundo que lo rodea no le ofrece
mayor seguridad: conflictos religiosos, cruentas guerras, problemas económicos y las
tensiones sociales le ofrecen un marco de inestabilidad y crisis. El Barroco intenta huir del
mundo como síntoma de fatiga de las guerras de religión y de la disposición a un
compromiso que disuelve la intransigencia confesional de los tiempos tridentinos.
Éste es un arte que en sus inicios se percibe como carente de reglas, hecho con el
capricho del artista. No obstante, encontramos un canon rígido para el hacer barroco desde
el sentido visual y objetivo:
1. La disolución de la forma plástica y lineal en algo movido, palpitante e inaprensible.
2. Borrar los límites y contornos para dar la impresión de lo ilimitado,
inconmensurable e infinito.
3. La transformación del ser personalmente rígido y objetivo en un devenir, una
función, un intercambio entre sujeto y objeto.2
Considerando el punto de vista social, existe una clara diferencia entre el Barroco de los
ambientes cortesanos y aquél de las esferas católicas; de igual manera, encontramos
distintos aspectos entre el cultivo de esta corriente ya sea en las zonas burguesas a las
protestantes. Surge con una complejidad formal y estructural en todos los niveles:
arquitectónico, pictórico, literario, que es, ante todo, teatralidad de la soledad meditativa, es
decir, un alejamiento del mundo, que se presenta al individuo como algo ajeno, borroso.

III. Características literarias del Barroco (Generalidades).


El Barroco es una corriente artística que comprende una gran diversidad de
manifestaciones, atendiendo a la cultura donde empiece a cultivarse. Desde el ámbito
literario se caracteriza por los siguientes rasgos:
1. Cierto pesimismo y una total desconfianza en los factores humanos.
2. En el aspecto ideológico, hay un predominio de las obras literarias de carácter
moral, ascético, religioso y satírico.
3. Se da un “retorcimiento” en la expresión, ya sea a expensas del contenido o de la
forma. En este aspecto, el Barroco representa la continuidad y máximo
aprovechamiento de los elementos renacentistas.
2
Arnol Hauser, Historia social de la Literatura y el Arte I. Desde la prehistoria al Barroco, Barcelona,
Bolsillo, 2005. Pág. 500.

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La poesía barroca se apodera de colores, perfumes y sonidos pretendiendo retener las
sensaciones. Encontramos así dos vertientes: conceptismo y culteranismo. El primero se le
denomina así porque el centro de la expresión es el concepto; de allí sus características de
síntesis y profundidad del pensamiento. Utilizan temas polémicos, agudos, satíricos y
filosóficos. El culteranismo se caracteriza por la búsqueda de la excelente expresión formal,
el brillo de la palabra, la construcción y búsqueda de la metáfora inusual. A este aspecto se
inclinará la poesía metafísica.

IV. ¿Literatura barroca en Inglaterra?

La peculiaridad de la literatura inglesa comienza por plantearnos la problemática de la


terminología en la periodización. Los últimos diez años del siglo XVI sale a escena otra
tendencia mental y literaria, que, en el caso español, italiano y francés, todos llamaron
Barroco. Sin embargo, en Inglaterra se reconoce al teatro shakesperiano y a la poesía de
Milton como Renaissance. Por tal razón, no se habla de Barroco, en el sentido estricto del
término, en la literatura inglesa, mas que acaso, en referencia a los “poetas metafísicos”,
por lo demás, cabría señalar que la producción restante, tiene más un tono manierista que
cualquier otra cosa.
Es curioso que en Inglaterra, donde sólo cabe hablar de Barroco en un sentido muy
moderado, apareciera de manera temprana una especie de pre-Barroco. Este estilo no va
más allá de una afición a juegos verbales con cierta intención moralizadora. Exaltan su país,
donde según ellos todos eran modelos de virtud, hacen referencias a la Antigüedad y al
saber natural, pero sin experiencia directa:
Muy graciosa y temida soberana, el tiempo no puede obrar mis peticiones ni mis
peticiones el tiempo…Trece años siervo de vuestra Alteza, pero todavía nada. Veinte
amigos que, aunque dicen que serán seguros, los encuentro seguros de ser lentos.Mil
esperanzas, pero todo nada; cien promesas, pero todavía nada. Así, sacando el inventario
de mis amigos, esperanzas, promesas y tiempos, summa totales asciende exactamente a
nada3.

3
Shakespeare, Milton, Donne, Antología Poética, México, Editorial Origen, 1984, pág.15

9
Tal retorcimiento para pedir dinero puede hacernos pensar en la prosa barroca española,
aunque los contenidos humanos escasean.

Los ingleses tienen la tendencia a minimizar la importancia de las novedades,


disimulando la curiosidad bajo un manto conservador, especialmente por lo que
corresponde a la nominación y a las formas visibles. Por eso resulta difícil comprender el
camino social y literario.

a) Poesía metafísica.
Dentro de este rubro encontramos a Robert Southwell, mártir jesuita, en aquellas épocas de
persecución religiosa, con algún eco de la poesía barroca italiana (como después el también
católico Crashaw, entre los metafísicos), con un poema manierista a San Pedro o con más
moderna concisión en su fantasía navideña The burning babe ( El niñito ardiente) donde
aparece el Niño Jesús con llamas de amor entre las nieves del campo. Y, como enlace
también a los metafísicos, conviene situar aquí a un autor que quizá no tiene el prestigio
que se merece como poeta, a fuerza de tenerlo como famoso corsario, terror de las Indias
españolas y explorador de las Guayanas, como autor de las relaciones marineras y como
pensador más o menos filosófico, antes de ser ejecutado por cuestiones políticas: sir Walter
Raleigh. Hasta finales del siglo XIX no se publicó, por ejemplo, un poema como El último
libro del Océano, a Cinthia, que hace entrar en el clima de la poesía metafísica, con su
riqueza de imágenes y paradojas.
En la prosa religiosa y moral se valoran cada vez más a los exiliados católicos. Entre
el disperso ambiente de la lírica inglesa, al entrar el siglo XVII, surge una figura
disconforme: Jhon Donne (1572-2631). A su lado aparecen otros poetas: George Herbert,
Vaughan, Traherne, Crashaw, que, en ciclo cerrado poco después con Andrew Marvell.
Todos ellos forman el grupo más alto en la historia de la poesía inglesa antes del siglo XIX
y sus grandes románticos. La obra de estos creadores, por su radical originalidad, no fue
comprendida suficientemente en su tiempo, y quedó eclipsada por la poesía elocuente de
Milton y por la poesía didáctica del racionalismo. Sólo en nuestro siglo se ha rescatado
lentamente esa lírica.

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Estos poetas toman ideas y creencias no como hechos abstractos o doctrinas
definidas, sino como experiencias personales y vividas, materia para la poesía. Por ejemplo,
la obra de Donne quizá recalca agresivamente las novedades su acento, en polémica con su
tiempo: el poeta desdeña el tono todavía algo renacentista que dominaba; su verso
desprecia la fluidez y emplea un lenguaje coloquial, dramático, usando rupturas y
encabalgamientos4 que lo acercan al tono de conversación animada. Eso se ve, sobre todo,
en los arranques irónicos y emocionales a un tiempo, de casi todos sus poemas:
For God’s sake, hola your tongue, and let me love:
or chide my palsy, or my gout,
my five grey hairs, or ruin’d fortune flout:
with wealth your state, your minds with arts improve,
take you a course, get you a place,
observe His Honour, or His Grace,
or the king’s real, or his stamped face
contemplate; wath you will, approve, so you will let me love5.

Donne, como lírico, solo a través de sus montajes de conceptos e imágenes, vierte
en confesión sus sentimientos y experiencias: desde sus agitados amores y su inquietud
entre la vida cortesana. Su poesía está traspasada de nerviosidad, de excitación y de
inteligencia: se hunde en la meditación de las últimas intimidades del hombre como la
muerte:
Since I am comino to that holy room,
Where, with thy choir of saints, for evermore,
I shall be made thy music…6
4
Figura retórica que consiste en que la última sílaba o palabra del verso, coincide con la primera o última,
También, del siguiente verso.
5
Por dios, callaos la lengua y dejadme amar,
O burlaos de mi reuma, o de mi gota,
Mis cinco pelos blancos o mi arruinada fortuna escarneced,
Mejorad con riqueza vuestra situación, vuestra mente con artes.
Seguid una carrera, buscaos un puestos,
Atended a Su Excelencia o Su Alteza,
o el rostro, verdadero o acuñado, del rey
contemplad: aprobad lo que queráis,
con tal de que me dejéis amar.
6
Puesto que voy llegando a esa sagrada estancia
Donde, con tu coco de santos, para siempre

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Donne utilice una amplio repertorio de ilustraciones librescas y geográficas,
siguiendo la costumbre elisabetiana, pero empleando metáforas sobre su cuerpo enfermo,
que se encadena con otras metáforas de Cristo crucificado, para terminar con un tono
frecuente de oración. Es característico de su poesía el método de ahondar y complicar cada
imagen buscándole tres o cuatro sentidos metafóricos derivados, para pasar después a
enlazarla con otra nueva imagen cuyo significado conceptual se deduce también del
significado de imagen anterior.
En parte de su obra, el autor, toma tonos místicos de autoaniqilación para expresar
su hundimiento:
…for I am every dead thing…
…a quintessence even from nothingness..
…and I am re-begot
Of absence, darkness, death: things whitch are not.7

Finalmente, el poeta vuelve del revés el concepto, como suele ocurrir en todo el
Barroco. En las épocas en que la poesía sólo manejaba ideas consabidas, la obra de Donne
pareciera extravagante. Es quizá su producción un tanto limitada, un tanto monótona.

CONCLUSIONES

Cuando hablamos del Barroco con frecuencia viajamos a la península Ibérica o a los
jardines de Versalles, pocas veces pensamos en la bruma inglesa debido a que su
producción no conlleva una fuerte carga gongorina o tipo Quevedo. La lírica inglesa del
período puede acercarse a “la perla rebuscada” a través de Donne, mejor conocido como “el
poeta metafísico ingles” debido al magistral y torcido( en el sentido positivo del término)
de la palabra.
Lo que aquí se intentó demostrar, es que las corrientes artísticas se encuentran fuertemente
ligadas a las cuestiones sociales, políticas, religiosas y económicas, así, considerando las

Me haré música tuya.


7
…pues soy todas las cosas muertas…
…una quintaesencia de la misma nada…
…y soy reengendrado
De ausencia, tiniebla, muerte: cosas que no son.

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peculiaridades de esta ínsula, el Barroco adquirió sus perfiles etéreos, sublimes, pero al fin,
Barrocos

BIBLIOGRAFÍA

♦De Teresa, Adriana y María Angélica Prieto. Literatura universal, México, Mc Graw Hill,
1998, 312 pp.
♦Guzmán Leal, Historia de la Cultura. México, Porrúa, Decimosexta edición, 1994. 486 pp.
♦Hauser, Arnold, Historia social de la Literatura y el Arte I, Barcelona, DeBolsillo,
Segunda edición, 1998, 568 pp.
♦Riquer, Martín de y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal, Tomo
5,Barcelona, Barsa Planeta, 2007, 567 pp.
♦Shakespeare, Milton, Donne, Antología Poética, México, Editorial Origen, 1984, 150 pp.
♦Historia social de Inglaterra, Asa Briggs ; vers. española de Guillermo Carrascon Garrido,
adaptacion y rev. técnica de Juan Pan-Montojo, Madrid, Alianza, 1994.

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