HOMILÍA DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Eclesiástico 3,19-21. 30-31.
Canon de Alejandría (deuterocanónico). Revelación de
Dios. Lo conocemos por su versión griega pero
posiblemente fue escrito en hebreo por Jesús Ben Sirá,
contiene una serie de consejos para vivir sabiamente.
El texto usa la pedagogía de los contrarios
(contraposición), típico del método sapiencial, enseña
que la actitud con la que debemos compartir la vida es la
humidad. La ruta de la madurez cristiana tiene sus inicios
en la humildad.
La humildad nos aproxima al otro más que la
generosidad, más que cualquier otra virtud, porque con
un humilde uno se encuentra con una persona que se
coloca al nivel de uno. La humildad me permite una mejor
relación con los demás, me invita a descubrir que no soy
más que los otros.
La relación con Dios se plantea desde la humildad. Esta
relación no depende de la riqueza que se tenga, de los
títulos, de los honores que posea. Cuando se ocupa el
propio lugar uno se encuentra en disposición de
encontrar a Dios; esta disposición es fundamental para
levantar el edificio de la fe. Porque la misericordia de
Dios sólo fructifica en la humildad. Recordemos que la
revelación se dirige a los humildes: "Padre, te doy
gracias..." (Mt.11,25). Cuidado con los honores, los
aplausos, nuestra relación con Dios es de amor y el amar
no tiene su base en lo que se tenga, en los triunfos, se
fundamenta en lo que uno es. Mi relación con Dios debe
darse desde la humildad. Los secretos de Dios son
propiedad de los humildes.
"Hazte pequeño en las grandezas humanas"(Si.3,20): La
humildad es la consecuencia sabia de aquel que sabe
constatar las propias limitaciones, y lo ve mucho más
claro aquel que se da cuenta de su situación ante Dios,
como criatura a quien debe la vida, y como pecador a
quien debe la paciencia y el perdón. Dios ha manifestado
siempre una predilección por los pequeños: toda la
historia de la salvación es una constatación de ello.
La Encarnación de JC es un misterio de humildad en su
misma esencia. Y su desarrollo lo fue también, puesto
que el misterio pascual es la gran humillación y, por esta
misma razón, la gran revelación. Recordemos Flp. 2,6.
(El cual siendo de condición divina, no retuvo ávidamente
el ser igual a Dios).
La humildad está a mano, no es como el tener, la
riqueza. Todos podemos estar en comunión con Dios
siendo humildes.
Lo contrario de la esperanza es el orgullo. Humildad es
medida exacta de las propias cualidades y capacidades.
La vanidad, la autosuficiencia, la ambición, el orgullo, la
soberbia..., son actitudes que hay que examinar.
Hebreos 12,18-19. 22-24a.
La experiencia religiosa del Sinaí fue, en primer lugar, la
experiencia de la majestad de Dios, de su trascendencia. La
teofanía del Sinaí, con todo el aparato de señales visibles y
pasajeros, con toda su solemnidad, infundió el temor a un
pueblo que no se atrevió a subir a la montaña sagrada. Y Dios
se mostró entonces como tremendo e inaccesible (Cfr. Ex. 19,
12-19; Dt. 4, 11-14; 5, 21-30). El propio Moisés, que fue el
único que subió a la cumbre para recibir la Ley de Dios, fue
presa del santo temor. Muy distinto es el estilo de la revelación
de Dios en la Nueva Alianza. Pues cuantos han sido
bautizados y pertenecen al nuevo Israel, tienen ahora acceso
libre a la morada de Dios, han ascendido al monte Siòn y a la
ciudad del Dios vivo. Con estas imágenes bíblicas se nos
habla de la nueva y más íntima comunicación de los hombres
con Dios. Por Cristo, en cuyo rostro se adivina el rostro del
Padre, pues él es la imagen visible del Dios invisible, los
creyente son recibidos en la gran asamblea de los ángeles y
los santos e introducidos a la presencia de Dios.
Hebreos trata de enseñarnos que Cristo es el único sacerdote,
y el sacrificio de Cristo es el único sacrificio. Las
manifestaciones de Dios del AT son una sombra de lo que
debía venir y hacerse claridad en Cristo Jesús. Nuestra
liturgia, nuestro culto es una praxis de amor, es una manera
de vivir, marcada por la simplicidad, la sencillez. Nuestro culto
a Dios es solemne, elocuente, que no habla, nos dice, nos
hace experimentar la presencia de Dios. La realidad cristiana
es superior al pasado ritual, Cristo y su sacrificio en que se
inicia la nueva alianza que se une a nosotros, esto es lo
esencial, lo que debemos vivir en nuestra celebración. Una
eucaristía que no se hace vida, que no impregna de Dios el
corazón no es verdadera eucaristía. Cuidado con quedarnos
en lo superficial, la liturgia no puede ser un obstáculo para el
encuentro, esta debe predicarme, enseñarme.
 de humillar a ese pobre «que siempre está en deuda frente al
sistema que lo exprime» (H. Echegaray).
Jesús piensa en unas relaciones humanas basadas en un
San Lucas 14,1. 7-14.
nuevo espíritu de libertad, gratuidad y amor. Un espíritu que
Jesús vivió un estilo de vida diferente. Quien quiere seguirlo está en contradicción con la práctica y el comportamiento
con sinceridad, se siente invitado a vivir de manera nueva e normal del sistema.
innovadora, algunos dirán revolucionaria en el sentido de lo
Unas relaciones propias de una humanidad nueva, germen de
novedoso, lo modificador, en contradicción con el modo
una comunidad diferente a esta sociedad que siembra la
«normal» de comportarse que observamos a nuestro
muerte y desprecia al pobre.
alrededor.
De esta manera, los creyentes debemos sentirnos llamados a
Jesús en un sábado, como señalando esa actitud de Jesús
prolongar la actuación de Jesús, aunque sea en gestos muy
contra la religiosidad que obstaculiza el encuentro con Dios,
modestos y humildes.
este día del descanso, Jesús camina, no se deja someter por
la ley religiosa. Y va a comer, Jesús es el hombre de las Esta es nuestra misión evangelizadora. Dinamizar la historia
comidas, tanto así que lo acusaban de borracho y comilón, es desde ese espíritu revolucionario de Jesús. Contradecir la
que él celebra la vida, quienes seguimos a Cristo debemos ser lógica de la codicia y la acumulación egoísta. Romper con
alegres, nuestra celebración debe expresar esto. nuestro comportamiento esa escala de valores que nos está
deshumanizando a todos.
Se reúne con fariseos, hombres piadosos, cumplidores de la
ley y que gozaban de la estima de la gente. Jesús los critica Quizás, no lograremos cambios espectaculares y, menos, de
por su actitud religiosa, pero estos no es que eran malas manera inmediata. Pero, con nuestra actuación solidaria,
personas, tal vez tomaban el camino equivocado creyendo gratuita y fraterna, criticaremos el comportamiento social
que es el correcto. actual como algo caduco y llamado a desaparecer, y
anunciaremos así el hombre nuevo que nacerá un día en la
Jesús cuenta esta parábola aprovechando para enviar un
plenitud del Reino.
mensaje y ¿Cómo no sentirse desconcertado e interpelado
cuando se escuchan estas palabras enormemente claras y El que sigue de cerca a Jesús sabe que su actuación resulta
sencillas? «Cuando des una comida o una cena, no invites a absurda, incómoda e intolerable para la «lógica» de la
tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los mayoría. Pero sabe también que con su actuar está apuntando
vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás a la salvación definitiva, cuando, por fin, el hombre podrá ser
pagado... Cuando des un banquete, invita a los pobres, humano.
lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque no pueden
pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».
Los banquetes eran signos de comunión, de compartir, una
expresión de unidad. También expresaban la alegría el gozo
de una comunidad que va unida. Aquí viene Jesús y señala
que tengamos cuidado con los títulos, con los
reconocimientos, estos no nos hacen superior a nadie. Los
creyentes debemos ser ejemplo evitando esto, dejemos de
creernos los más importantes. Cuando somos humildes los
otros te abren el camino al encuentro, cuando te sientes más
recibes el rechazo.
También debemos tener cuidado con el beneficio, la ventaja,
eso es lo que se buscaba invitando a gente importante. Se
nos invita a actuar desde una actitud de gratuidad y de
comunión con el pobre, opuesta totalmente a la lógica de
quien busca acumular, aprovecharse y excluir a los demás de
la propia riqueza.
Se nos llama a compartir nuestros bienes gratis, sin seguir la
lógica de quien busca siempre cobrar las deudas, aun a costa