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EXPRESO CORTADO

El TIGRE

Gilberto Medina Casillas

México, independiente y posrevolucionario, se caracteriza por la


desigualdad social, el subdesarrollo y la mórbida política de los grupos
en el poder, quienes se llenan los bolsillos con el erario sin pudor
alguno; afianzados por el ejército mexicano, que no va a ninguna
guerra internacional, sino que se encarga de la represión, al cabo, es
el gran sicario de los gobiernos autocráticos.

Parece que escribo obviedades, pero no es así, puesto que no existe


conciencia social ni responsabilidad política. Se ha perdido la civilidad
y la moral de una sociedad que en lugar de héroes se llena de villanos
fatuos, a quienes el rebaño santifica.

El PRI como partido/gobierno, fue, durante setenta años, la dictadura


perfecta, como le llamó el peruano Vargas Llosa en un coloquio
organizado por Octavio Paz.

El corporativismo como modelo clientelar del partido/gobierno


implementado por Lázaro Cárdenas, sobrevivió hasta los años 1980 y
se desbarató al finalizar la década de 1990.

Tras la alternancia exigida por los Estados Unidos, el PAN siguió por
el mismo camino de la economía mixta, agregando una mayor
transparencia al gasto público y un combate frontal al crimen
organizado, el cual, en opinión de los perenes disconformes, hacía
que las huestes criminales, como las cucarachas, atacadas en estados
donde predominaban descaradamente, huyeran, a otras ciudades para
seguir con lo mismo.

Volvió el PRI, más bien el grupo Atlacomulco, al poder y siguió, mal


que bien, por la vía salinista que Zedillo no pudo interrumpir, dados el
control obrero, el modelo ejidal, la connivencia con el magisterio, los
acuerdos internacionales y los compromisos con la burguesía
nacional.

Con base en este marco lógico, paso a describir la efervescencia de la


inconformidad, producto de la desigualdad económica, la cual los
gobiernos de ‘la revolución’ contenían, pero no resolvían.

En un ensayo,  Mariluz Gentile Pappalardo, nos narra sucintamente


las movilizaciones populares ocurridos en México, entre 1950 y 1980.
Cito: “La década de los 50 se caracterizó por manifestaciones cívicas
– y algunas armadas – que rechazaban las difíciles condiciones
económicas y pretendían mejoras salariales, por lo que el sector
sindical tuvo gran protagonismo, incluyendo a los profesores y a los
médicos, esto últimos fueron a la huelga exigiendo mejores salarios y
mejores condiciones de trabajo.

El levantamiento iracundo por parte de la población campesina de


Morelos, extendida a Oaxaca, Veracruz y Puebla, fue uno de los
fenómenos a destacar. Otro fue el movimiento ferrocarrilero, un
conflicto iniciado por el sindicato del sector que decidió paralizar sus
actividades, exigiendo mejoras en su contrato colectivo.
 Durante estos años también aparecieron los grupos que defendían los
derechos de la mujer y consignaban al voto electoral para las mujeres.

Para los años 60 se mantuvo la lucha por mejorar las condiciones


laborales, cabe destacar que, en el sector internacional, los
movimientos estudiantiles y el triunfo de la Revolución cubana con sus
ideales comunistas, despertaron el debate político y fortalecieron a los
grupos izquierdistas de los llamados países del tercer mundo, incluido
México.

Además, se presentaron manifestaciones que exigían la liberación de


los presos políticos, pero el fenómeno social más emblemático de esa
década fue el conocido movimiento estudiantil de 1968, en el cual, el
horrendo 2 de octubre, se ‘lució’ el ejército masacrando personas
indefensas.

Durante la década de 1970, se generó un auge de grupos guerrilleros


tanto en entornos rurales como urbanos, que dieron pie a
ajusticiamientos extrajudiciales. Los presos políticos iban en aumento,
mientras se mantenía la lucha por reivindicaciones económicas desde
el campesinado y el sector obrero”.

La guerra de guerrillas más conocidas fueron las guerrerenses,


Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, ambos maestros egresados de la
normal de Ayotzinapa, liderearon grupos armados que mantuvieron en
jaque al gobierno de Echeverría, quien destacaba batallones en la
sierra para combatir a los guerrilleros, mimetizados con la población
rural paupérrima.
Pero, quizá, el verdadero ´Tigre’ se encarnó en la Liga Comunista 23
de septiembre (LC23S, por sus siglas); quienes plantearon la lucha
armada con bases teóricas que lograron aglutinar a muchos
inconformes beligerantes.

Estos procesos desembocaron en el Partido del Pueblo, cuyos


cabecillas tienen veinte años en el penal de alta seguridad de Puente
Grande, Jalisco.

Voy a citar dos pasajes de un análisis académico, con el cual muestro


de lo que era capaz la LC23S y cómo opera el ejército mexicano:

“Eugenio Garza Sada murió en un enfrentamiento con la Liga


Comunista 23 de septiembre en 1973, mientras la Liga pretendía
secuestrarlo. En el acto, quedaron cuerpos inánimes de integrantes de
la Liga, Garza Sada y guardaespaldas de éste. Esta acción fue
comandada por la Liga con la intención de negociar la liberación de
presos políticos de la organización, así como la adquisición de
financiamiento para sus actividades políticas.

La venganza del gobierno recayó en Salvador Corral García, dirigente


de la Liga y en Ignacio Olivares Torres "Sebas", del ex grupo de
cristianos radicales en Monterrey. Ambos fueron detenidos por el
ejército y sus cadáveres, destrozados, en 1974. El primero fue
encontrado en Guadalajara con hematomas en el cuerpo, huesos
rotos, clavos de viga en las rodillas y hombros, quijada quebrada y
masa encefálica expuesta; al segundo se le encontró en Monterrey
con múltiples fracturas, pues había sido seriamente lastimado, antes
de ser asesinado por los militares”.
A López Portillo le tocó lidiar con sindicatos emergentes en las
universidades, una fuerte escisión en el sindicato magisterial, la
tendencia democrática del sindicato de electricistas, graves problemas
agrarios y guerrillas en Guerrero y Oaxaca.

De la Madrid tuvo que pactar con el ascenso y empoderamiento del


cártel Jalisco, comandado por Ernesto Fonseca, Caro Quintero y Félix
Gallardo.

Con Salinas emergieron nuevos carteles de droga, la rebeldía del líder


del sindicato petrolero, la legitimación de su mandato, la corrupción de
su hermano Raúl, los homicidios de Ruiz Massieu y Colosio, fueron
funestos, estos últimos levantaron ámpula en la población.

La vacilada del EZLN en Chiapas no cuenta en absoluto, fue una


distracción.

En síntesis, en México no todo es ‘Lara Lara y ja ja já’, es un país que


no resuelve la desigualdad ni la pobreza, las cuales revientan en
convulsiones sociales.

La organización independiente, la protesta social, la inconformidad, la


crítica y el desacuerdo, la diversidad de opiniones y el activismo cívico
electoral no eran, desde la concepción de los dirigentes
posrevolucionarios, más que conspiraciones, subversión, presiones
ilegítimas o actos desestabilizadores que no podían tolerarse. Su
lógica era la de anular al adversario para preservar la paz y el orden.

En realidad, antes que causas válidas o razones genuinas, lo que


imperó en los cuerpos de seguridad fue la inducción, utilización o
tergiversación de inconformidades, acusando mala fe e intereses
facciosos en las movilizaciones, disidencias e inconformidades en
contra de la soberanía nacional. Todo tipo de movilizaciones que
planteaban un tinte político debía ser reprimido y censurado. Eso le
pasó a los petroleros en 1947, la candidatura presidencial de Miguel
Henríquez Guzmán en 1952, los ferrocarrileros en 1959, los maestros
en 1960, el líder campesino morelense Rubén Jaramillo en 1964, los
médicos en 1965, los estudiantes en 1968, las guerrillas de 1971 a
1981.

El ‘proyecto López Obrador’ resultó fallido, la oligarquía, entendámosla


como el ‘estatus quo’, deseando contener al ‘Tigre’, como se le ha
dado en llamar al conjunto de los movimientos sociales reivindicativos,
pensó que un populista sería el indicado, pero no contaban con el
profundo resentimiento y confusión mental de un demente incapaz de
gobernar, quien, con arrogancia estulta, decepcionó a todos, rompió
con el ritmo de la vía del desarrollo instaurada por el presidente
Salinas y llevó al país a la quiebra. Dejó de combatir y se alió con el
crimen organizado, quienes trafican droga, secuestran mujeres y niños
para la trata de personas, aquellos que se valen del secuestro para
extorsionar, los que exigen a los comerciantes pago de piso, los que
trafican con órganos humanos, los ladrones de hidrocarburos y los
más aviesos delincuentes, que hoy son asociados de los gobiernos
morenistas, y dada la naturaleza de la Mafia, se van convirtiendo en
sus jefes.

Sus solidarios piensan que, con canonjías, nepotismo, despilfarro del


erario y dádivas a viejos y ninis está conteniendo al ‘Tigre’.
¿Usted, qué piensa?

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