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Alfred de Musset fue uno de los primeros poetas y dramaturgos del romanticismo francés. Nació
en la ciudad de la luz, París en el año 1810. A los 19 años después de abandonar sus estudios de
derecho, medicina, dibujo y piano se entregó a la carrera literaria, a los 20 ya era famoso entre los
círculos literarios por su precoz talento poético pero también por su imagen de dandy mujeriego.
Poco después se enamoraría de la escritora de seudónimo masculino, George Sand, con la que
mantendría una breve relación pasional y conflictiva que marcaría sus vidas, relación que se vería
reflejada en Confesiones de un hijo del siglo, una de sus mayores obras. Y es que Musset era un
claro ejemplo de lo que se llamaba el mal del siglo, el desencanto de la juventud postnapoleónica,
la desorientación de ésta ante un mundo que no es como el prometido y que se entrega a
cualquier voluptuosidad para llenar un abismal vacío espiritual. De ahí que la prostitución, las
noches orgiásticas, el demonio del alcohol, la evasión en lejanías, el amor perdido, la tristeza, la
soledad, el embrujo hacia el suicidio sean los temas más recurrentes en la poesía de esta época y
en este autor. Alfred murió, tras un puñado de años negros, a los 46, en primavera, entregado a la
desesperanza, en plena decadencia personal y literaria, casi olvidado por todos (al igual que lo
fueron Poe y Baudelaire) cuando su vida fue un perfecto poema del romanticismo.
Poemas.
¡Acuérdate de mí!
¡Acuérdate de mí!
¡Acuérdate de mí!