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CRÍTICAS

Emil KRAEPELIN, Cien años de psiquiatría, la Escuela Psiquiátrica Alemana, en el con-


Madrid, AEN, 1999. texto de la Europa del siglo XIX.
Decíamos que el texto no contiene capí-
Casi un siglo después de haberlo escrito tulos, y los temas se suceden sin solución
nos llega la primera traducción al castella- de continuidad. No obstante, el peso funda-
no de Cien años de psiquiatría, de Emil mental gravita sobre los aspectos institu-
Kraepelin, obra que vio la luz en 1917. Su cionales, destacándose las penosas condi-
título puede inducir a error al lector que se ciones y las vejaciones a las que fueron
acerque al texto en busca de lo que parece sometidos millares de enfermos mentales.
indicar, una Historia de la Psiquiatría, ya Cadenas, correas, camisas de fuerza, man-
que no se trata de eso sino más bien de guitos, silla de fuerza, camas de fuerza, cel-
narrar las particularidades de la asistencia das, jaulas, eméticos, purgantes, irritantes
de los enfermos mentales y sus transforma- de la piel –como las hormigas o la inocula-
ciones en el período comprendido entre ción de la sarna–, los baños por afusión, las
finales del siglo XVIII y los del siglo XIX. duchas con chorro, el galvanismo o las téc-
El énfasis se pone en aspectos instituciona- nicas disuasorias –como las amenazas de
les aunque sin olvidar otras cuestiones mandar al paciente con los incurables–,
como la etiología de la locura, las clasifica- constituyen todo un conjunto de herramien-
ciones de las enfermedades mentales, la tas que, como se señala en el prólogo de
docencia, así como las diversas modalida- Ramón Esteban, nos hacen preguntarnos
des de tratamientos y el papel de las fami- hasta qué punto el loco ha servido de obje-
lias. Sin embargo, esos Cien años de psi- to para el goce vesánico de sus médicos.
quiatría lo son en un sentido restringido no Sirva la siguiente cita como paradigma:
sólo desde una perspectiva geográfica «Cuanto más dura el asco, más intensa es la
–Inglaterra, Francia y Alemania, básica- atención, antes inexistente, que la psique
mente– sino también psicopatológica –el aporta a este nuevo proceso, más se aleja de
espacio dedicado a las neurosis es casi sim- su territorio trascendental, y más clara y
bólico–, así como epistemológica –no se nítida es la conciencia de la personalidad
hace ninguna referencia al psicoanálisis. El que vuelve, pues un asco duradero impide
texto, escrito de forma continua, sin capítu- totalmente al loco dar libre curso a sus
los, tiene una estructura con ciertas conno- ideas» (p. 79). En general, se articulan dos
taciones narcisistas y nacionalistas: cada factores: por un lado, se trata de alejar de la
referencia a un autor, escuela o estableci- conciencia del enfermo las representacio-
miento extranjeros va seguida de su corres- nes locas, esto es, las que resultan insopor-
pondiente contrapunto alemán. Valga como tables al otro de la medicina mental; por
muestra la siguiente cita: «Hoy, todas las otro, se trata de no reparar en medios para
facultades alemanas de Medicina disponen ello, y en pro de una supuesta ciencia empí-
de cátedras de psiquiatría, y a menudo tam- rica serán en consecuencia utilizados diver-
bién de excelentes establecimientos de sos métodos de tortura, que más parecen
enseñanza perfectamente equipados; sobre extraídos de un manual de inquisidores
este punto, somos muy superiores a todos antes que de un tratado de enfermedades
los demás países». Así pues, el texto se mentales.
refiere fundamentalmente a los avatares de Otro punto desarrollado en el texto es el
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que se refiere a la etiología de las enferme- jo, se mostró siempre muy preocupado por
dades mentales. Aquí, el autor se decanta las dificultades inherentes a las manifesta-
totalmente por el lado de las explicaciones ciones exteriores de la locura; en efecto,
orgánicas; en este sentido, no son casuales como observador incansable de la clínica
las numerosas citas a Griesinger, quien, psiquiátrica pudo constatar que los diversos
como se sabe, consideró que las enferme- intentos de clasificación habían fracasado
dades mentales eran enfermedades del porque era imposible introducir en entida-
cerebro. Pero Kraepelin llegó a ser más des bien delimitadas los cuadros constante-
explícito y defendió que la constitución mente cambiantes e intrincados que se
fundamental del ser humano, condicionada observan en los enfermos. De ahí su reco-
ante todo por las influencias de la herencia, nocimiento a Kahlbaum al decir que éste se
desempeña frecuentemente un papel decisi- había esforzado por poner un poco de
vo en la génesis de la locura. Por el contra- orden en la clasificación de los trastornos
rio, los avatares de la vida cotidiana son un mentales y había conseguido distinguir
factor absolutamente irrelevante para este entre los denominados cuadros de estado,
autor, quien llegó a afirmar que las supues- formas de manifestación pasajeras de una
tas causas psíquicas, el amor desgraciado, afección, y los procesos patológicos, rela-
los fracasos profesionales, el agotamiento, cionados directamente con la base de los
no engendran la afeccción, sino que son sus mismos.
consecuencias. Una concesión, sin embar- Un apartado notable es el constituido
go, la referente a algunas neurosis; así, las por el lugar de la psiquiatría en el contexto
afecciones histéricas –citando a Charcot social, así como las cualidades que ha de
pero no a Freud–, las neurosis de renta y las tener el médico psiquiatra. Así, Kraepelin
neurosis de guerra. Aquí sí que son admisi- resaltó «el papel de nuestros predecesores,
bles las causas psíquicas en tanto se trata de los cuales consiguieron superar las dificul-
trastornos constituidos por influencias tades que les imponían sus enfermos y,
afectivas. Más adelante, Kraepelin enuncia sobre todo, la sinrazón y la indiferencia de
un desideratum relativo a las aportaciones las masas, así como la indigencia de los
que las investigaciones futuras pudieran medios de los que disponían para llevar a
hacer. Se trataría de mostrar cómo la con- cabo esta tarea». Indiferencia de las masas
junción de los daños exteriores y de las e insuficiencia de medios, términos que,
peculiaridades de personalidad afectada hasta hace pocos años, eran perfectamente
darían lugar a la diversidad infinita de las aplicables a nuestro propio entorno y que,
manifestaciones patológicas. Edad, sexo, en la actualidad, todavía tienen una cierta
raza, así como la constitución familiar, se- vigencia en tanto que en nuestro país la
rían para Kraepelin elementos decisivos en asistencia psiquiátrica sigue siendo la ceni-
la configuración particular de los cuadros cienta del sistema sanitario. Por otro lado,
patológicos. el psiquiatra había de ser una persona dota-
Relacionada con este último punto apa- da de cualidades excepcionales; así, se
rece la cuestión de la clasificación de las esperaba de él que mostrara un gran amor a
enfermedades mentales. En efecto, Kraepe- la ciencia y un vivo interés por el destino
lin, que hizo de la mencionada clasifica- de sus enfermos; ello debería mantenerle
ción uno de los pilares básicos de su traba- en una actividad infatigable; pero, además,
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el médico debería ser una persona irrepro- solamente a los médicos, ya que la coerción
chable, íntegra, justa y dueña de sí misma y la tortura, ejercidas a gran escala, no son
hasta el punto de que, en las múltiples si- sólo responsabilidad de quienes las llevan a
tuaciones que se le presentaran, nunca per- cabo sino también del entramado social que
mitiría la mínima malversación y daría a las legitima o las autoriza. La pregunta que
sus subordinados un modelo poderoso de hay que plantearse ahora es el grado de
noble entrega, por el bien de sus enfermos. vigencia que tienen en la actualidad las
Finalmente, hagamos una referencia al palabras de Kraepelin. En efecto, si bien en
papel de las familias. Para Kraepelin se tra- la mayoría de las llamadas sociedades
taba del último eslabón de la asistencia psi- democráticas la asistencia a los enfermos
quiátrica. El cuidado familiar suponía la mentales ha descartado la utilización de los
inserción de enfermos adecuados entre métodos coercitivos, ello no constituye per
parientes o personas extrañas, bajo vigilan- se una garantía de que lo que se lleva a
cia médica. Esta modalidad de tratamiento cabo sea totalmente ético. Sin pretender
rehabilitador, en la que el enfermo tenía negar los avances que se han producido en
libertad total de movimiento, una ocupa- los últimos años así como las notables
ción regular y un apoyo afectivo, era muy mejoras en las instituciones (hospitales
superior a la asistencia ofrecida por los monográficos, hospitales generales, cen-
establecimientos. A ello había que agregar tros de salud mental, hospitales de día, cen-
el papel desempeñado por las asociaciones tros de día, etc.), no hay que olvidar que en
de ayuda, que facilitarían el regreso a la la actualidad asistimos a la emergencia de
vida de los pacientes que hubiesen curado o un nuevo fenómeno: la desustanciación de
mejorado, y que les respaldarían por todos la subjetividad y la desresponsabilización
los medios posibles con el fin de consolidar del sujeto frente a lo que le sucede. De esta
los resultados de los tratamientos médicos. manera, el paciente es colocado en el lugar
Como se ve, todos ellos conceptos perfec- de un organismo –con sus frágiles equili-
tamente aplicables a nuestra actualidad. brios de neurotransmisores y neuromodula-
Este libro, que llega a nuestras manos dores–, inerme y, en consecuencia, irres-
con unas décadas de retraso, contiene, ponsable de lo que le sucede: el sujeto
como se ha intentado resumir, los elemen- reducido a la categoría de órgano, víctima
tos más significativos de una historia que, inocente de las malas pasadas de la biolo-
aun con evidentes lagunas y sesgos particu- gía y objeto pasivo de sus desencuentros
lares, describe los diversos avatares de los con los semejantes. En este contexto, la
enfermos mentales y de los profesionales psiquiatría corre el peligro de convertirse
que intentaron atenderlos. Las numerosas en una rama de la robótica en la medida
citas de autores –ingleses, franceses, ale- que su preocupación fundamental se centre
manes y algún italiano– constituyen un en los «circuitos neuronales» y olvide un
claro exponente de las diversas respuestas hecho fundamental, específico de la espe-
vesánicas a lo insoportable de la locura; en cie humana: el lenguaje. Muy probable-
muchos casos, esas respuestas implican la mente sea éste, el lenguaje, el que se encar-
puesta en escena de un goce que, para algu- gue de recordarnos las propias palabras con
nos desgraciados, supuso la muerte. Sin las que Kraepelin finalizaba su texto:
embargo, no sería justo responsabilizar «Incluso en el mejor de los casos, los frutos
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de la actividad científica suelen madurar ofrece hoy La vista, el mundo del ojo y ver
con mucha lentitud, y precisamente en sin ojos. Por tercera vez, aunque de modos
nuestra disciplina no hay que pensar en éxi- distintos, Groddeck tiene que ver con esta
tos rápidos y deslumbrantes». Pretender empresa giennense, todavía pequeña pero
avanzar olvidando que los hombres –y, por ya notable: antes aparecieron en su catálo-
tanto, los pacientes– hablan, es exponerse a go unos Escritos del original analista, ade-
caer en el engaño de lo efímero. Al fin y al más de la monografía sobre él de Cagigas,
cabo, como dijo un conocido psiquiatra, el que es el equilibrado introductor y cotra-
cerebro es una sopa de letras. ductor de este notable texto de 1932, fecha
cercana a su muerte, sólo recuperado en
Josep Moya alemán en una edición de trabajos psicoso-
máticos suyos de 1966.
La vista, el mundo del ojo y ver sin ojos
Georg GRODDECK, La vista, el mundo del es breve, es un extraño, denso, raro escrito;
ojo y ver sin ojos, Jaén, Del Lunar, 1999. está plagado de observaciones agudas y de
matices filológicos tan atractivos como
Hasta ahora, no se ha difundido dema- obsesivos (que sólo en una buena traduc-
siado en España la obra del llamado ción como ésta podrían resaltar). Aquí
«psicoanalista salvaje», Georg Groddeck Groddeck aparece centrado en la visión
(1866-1934). Hace veinticinco años se –«no existe percepción sin represión»,
había publicado en castellano El libro del dice–; y su intenso estudio sobre este senti-
Ello (Madrid, Taurus, 1973), con prólogo do de tantas ramificaciones se inicia con
de Castilla del Pino, y poco después apare- secuencias de experimentos de censura de
cieron, en la empresa estatal venezolana, imágenes (frutas, pájaros, animales terres-
unos Estudios psicoanalíticos sobre litera- tres, peces), que le sirven de trampolín para
tura y arte (Caracas, 1975) y, en Argentina, ir asociando elementos simbólicos propios
Las primeras 32 conferencias psicoanalíti- de nuestra cultura sobre la vista, con sus
cas (Buenos Aires, 1983). Años antes, en el mutilaciones, opacidades y ocultaciones
F.C.E. se había impreso el estudio de correspondientes.
Grossman, El psiconalista profano (Méji- El texto a continuación se eleva, y de ahí
co, 1967). A ello se añaden las cartas de la atención que suscitan a su autor temas
Freud al propio Groddeck (y, a veces, sus como el de la ceguera o el del vidente: no
respuestas), que se han recogido en ciertas en vano Groddeck en ese momento apelará
publicaciones. Sin embargo, por entonces, el teorizador de los colores, de la naturale-
es decir por los años críticos de los sesenta za y del saber finito, Goethe. Ahora entran
y setenta, tuvo ese autor bastante eco en treinta páginas de vértigo filológico-asocia-
Francia, mucho más que aquí: sólo en la tivo puesto en acción durante tantos años:
editorial Gallimard aparecieron cinco videre-ver, wissen, eidos-idea, ojeada, pa-
libros de Groddeck entre 1963 y 1982, e recido, imago, espectro, opthalamos, testis-
incluso fueron reimpresos en colecciones testigo-varón, ave, ego-yo-eye-Auge, son
populares. algunas de las cascadas de asociaciones de
Pues bien, la valiosa factoría Del Lunar, Groddeck, muchas de ellas personalísimas.
entre otros textos del analista alemán, nos El simbolismo del ojo, llega a decir, lo
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abarca todo, hace crear y acrecer todo el buena referencia aquí acerca de la persona
campo de la visión en general: su órbita y el significado de Groddeck, una vez que
evoca la circularidad universal, su cavidad se conozca mejor la editorial de Jaén. Pues
equilibraría su membrana dura, córnea, en con su Georg Groddeck, el soñador de
él se entrecruzarían hymen y miembro; en mundos no sólo ofrece una buena biografía
fin, huevo e isla se asociarían asimismo al intelectual del singular analista, sino tam-
mundo ocular (al menos en alemán). bién –y de un modo muy preciso, pulcro y
Groddeck concluye provisionalmente discreto– nos proporciona un buen número
esta proliferación verbal afimando que «la de datos acerca de este clínico silvestre.
vista no es sólo una función del ojo, sino de Groddeck fue ayudante de Schweninger, el
todo el ser humano, que la vista está aso- médico de Bismarck, entre 1896 y 1900, y
ciada a todas las funciones humanas». El pudo independizarse y poner una casa pro-
ojo y la mirada atraviesan la historia de las pia en Baden-Baden siguiendo una carrera
ideas: están muy presentes en Heródoto y muy personal, aunque entrase en un diálo-
Aristóteles, en los platónicos, en Descartes go final con los freudianos (especialmente
o Leibniz, en los ingleses, en todos los ilus- con el maestro y con el desprejuiciado
trados, en Kant y el idealismo alemán, en el Ferenzi).
psicoanálisis, en la hermenéutica, en Batai- Dos aspectos llaman de antemano la
lle y toda la última crítica artística. Está sin atención en el desarrollo de Groddeck,
duda presente en el pensamiento del siglo según nos hace ver esta síntesis: su depen-
XX acerca del reconocimiento del otro, de dencia con palabras, giros, ideas y obsesio-
la percepción, de la visión interior o de la nes del romanticismo alemán, culminando
ceguera. El texto de Groddeck, a veces con la Filosofía de lo inconsciente de
ortodoxo freudiano, a veces creador hetero- Hartmann (1869), y su dedicación paralela
doxo, es necesariamente inconcluso, des- a la literatura, teniendo como viejos mode-
bordante, y supone por ello un ejemplo los a Rabelais, el renacentista deslenguado,
abierto de inquietudes incancelables para el o a Shakespeare (como todos los románti-
mundo del pensamiento. Su recuperación cos), e interesándose por los dramas de
hoy supone disponer en castellano de un Ibsen y por las renovaciones expresivas de
capítulo original sobre la mirada y su mate- entresiglos. Como dice Cagigas, «se trata
rialidad –más allá de una rígida estela ana- de un intento de eliminar la dicotomía entre
lítica–, quizá porque no pretendía desvelar acontecimiento y sentido: una vía es la que
nada de un modo definitivo. el lenguaje sea acontecimiento, que sea el
lenguaje lo que sucede, como ocurre en
Consejo de Redacción (M. J.) Mallarmé por ejemplo, y otra postura es la
expresionista que considera el lenguaje
como algo que se controla y dirige a sí
Ángel CAGIGAS, Georg Groddeck, el soña- mismo». Groddeck, de hecho, escribirá un
dor de mundos, Jaén, Del Lunar, 1999. artículo sobre el expresionismo en 1918.
Por otra parte, el método expeditivo de
De nuevo damos noticia de otro libro su maestro Schweninger (hidroterapia,
editado por Del Lunar, esta monografía de mecanoterapia, curaciones ligadas sobre
Cagigas que puede convertirse en una todo a la máquina somática), así como su
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comportamiento descarnado debieron Por desgracia, el visceralismo de Groddeck


pesar en Groddeck, cuyos textos semianalí- le llevó a sostener opiniones sobre la diver-
ticos o literarios se caracterizaron por el sidad humana y sobre el gobierno social
uso de un lenguaje desenfadado y nada poco confesables moral e ideológicamente,
convencional, que escandalizará incluso a si bien por su extremada sinceridad verbal
muchos analistas. El «panteísmo» de acabó sufriendo persecución por parte de
Groddeck, autor de la novela El buscador los verdugos alemanes. En este punto,
de almas, se conjuga bien con el «somati- como en todos los demás, su biógrafo y
cismo» radical de muchos de sus textos. Un comentarista, Ángel Cagigas, es a la vez
resumen de su posición la hace con ironía prudente, claro y generoso.
Cagigas al comentar que los «insanos» no
disfrazan sus perversiones por contraste Consejo de Redacción (M. J.)
con los «sanos», pues para Groddeck «la
única diferencia es que los sanos sólo dejan
salir sus tendencias a la superficie cuando Alfred HOCHE, Emil KRAEPELIN, Oswald
está de moda, mientras que los perversos BUMKE, Los síntomas de la locura.
no son modernos». Madrid. Fundación Archivos de Neuro-
Toda la trayectoria paralela de Groddeck biología. Triacastela. 1999.
con el psicoanálisis –ya tardía– quedará
definida a partir de la carta que escribe a La Fundación Archivos de Neurobiolo-
Freud en medio de la primera gran guerra, gía publica en esta ocasión un libro donde
en mayo de 1917 (Freud le adivinó la edad, se recogen tres textos esenciales para la
como siempre). Esta etapa ocupa dos ter- comprensión del desarrollo de la psicopato-
cios de Groddeck, el soñador de mundos y logía del siglo veinte.
está muy bien delineada, aunque se centre En los años que transcurren desde 1912
más en la corriente de afectos que genera a 1924 van apareciendo estos artículos que
esta gran amistad analítica que en una más giran en torno a varios puntos de debate de
ordenada relación de los sucesos; pero ello la psiquiatría de la época pero que conflu-
es adecuado ya que afecta a la vida intelec- yen esencialmente en la discusión del con-
tual de un hombre ya entrado en años, que cepto kraepeliano de demencia precoz.
por cierto morirá poco antes que Freud. Cada una de estas argumentaciones va
Ahora bien, con independencia de su precedida en este libro por una introduc-
vínculo con esa gama de ideas, ya Grod- ción donde se expone el contexto social,
deck iba señalando, en cada uno de sus profesional e ideológico de sus autores. El
pasos más o menos solitarios, cómo la cien- marco histórico social es importante a la
cia, más que representar la busca de la ver- hora de comprender cómo fueron evolucio-
dad, supone para él un juego de símbolos, nando las concepciones de la psicopatolo-
símbolos que se hallan siempre pegados a gía de la época.
lo real («nunca conoceremos la realidad, el Tom R. Dening y Germán E. Berrios
objeto», dice). Y este es el punto de partida introducen la conferencia que presentó
de todos sus escritos: la inteligencia freu- Hoche en 1912 en el congreso anual de la
diana, más que la de los freudianos, supo Asociación Alemana de Psiquiatría en Kiel.
apreciar bien su novedad y su radicalismo. «El significado de los complejos sintomáti-
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cos en psiquiatría», es una revisión crítica ticos serían unidades de conducta que
de las entidades morbosas psicopatológicas modularían también perfiles de personali-
que Kraepelin defendía por aquella época. dad en sujetos normales.
Hoche plantea su desacuerdo con concep- En 1920 Kraepelin escribe un artículo en
tos nosológicos como la demencia precoz o el que pretende en parte contestar a las crí-
la locura maníaco depresiva por considerar ticas de Hoche. Paul Hoff y Dominic Beer
que éstos engloban multitud de trastornos reseñan este trabajo exponiendo una visión
mentales con una gran heterogeneidad en global de las ideas de Kraepelin y los pun-
sus manifestaciones sintomáticas. tos más importantes que se tratan en este
Los esfuerzos de reagrupación de cate- escrito.
gorías diagnósticas, en un intento frenético En «Las manifestaciones de la locura»
por encontrar formas puras de enfermedad Kraepelin presenta un concepto de enfer-
mental, son catalogados por él como estéri- medad mental más amplio y diferenciado,
les en resultados. Mantiene que estos inten- que tiene en cuenta ideas nuevas. Sin em-
tos están fundados en la creencia errónea bargo y a un nivel más profundo, Kraepelin
de una analogía entre enfermedad mental y no cambió substancialmente de opinión ni
somática donde toda manifestación patoló- renunció a sus conceptos anteriores. Por el
gica debe tener un substrato anatómico. contrario mantuvo la opinión de que hay
Muestra por tanto su escepticismo fren- entidades morbosas psiquiátricas distintas,
te al objetivo de encontrar lesiones cerebra- naturales y científicamente reconocibles.
les que pudieran explicar entidades nosoló- Llega a aceptar sin embargo, que no puede
gicas puras como la demencia precoz. No haber un camino directo de los síntomas a
descarta la etiología orgánica de ciertas las enfermedades.
manifestaciones sintomáticas pero conser- En este texto pone en tela de juicio si la
va una visión más modular. Así mismo, demencia precoz, la psicosis maníaco
mantiene la posibilidad de influencia de depresiva, la histeria o la epilepsia, eran la
factores exógenos en algunos procesos psi- mejor representación de sus procesos mor-
copatológicos. bosos subyacentes o si eran fenómenos más
Junto con esta crítica a las entidades complejos resultantes de la combinación de
morbosas puras, Hoche también reconoce distintos procesos morbosos naturales y de
la dificultad de conceptualizar los trastor- factores sociales y psicológicos. Este plan-
nos mentales basándose exclusivamente en teamiento dio lugar al malentendido de que
los síntomas básicos. Kraepelin aceptaba los puntos de vista de
Frente a estos dos polos opuestos, él Hoche.
sugiere el concepto de complejos sintomá- La nueva visión de Kraepelin diferen-
ticos preformados. Estos serían grupos ciaba tres niveles. Existirían en primer
pequeños de rasgos psicopatológicos que lugar las entidades morbosas naturales y
podrían tener o no origen orgánico pero distintas que desencadenarían unas condi-
que, en todo caso, no tendrían una anato- ciones preformadas biológicas y psicológi-
mía patológica. Adhiriéndose al modelo de cas que darían lugar a las manifestaciones
continuidad de los síntomas psiquiátricos sintomáticas.
típico del siglo XIX, Hoche propone que En este trabajo podemos encontrar, por
los componentes de los complejos sintomá- último, la opinión de Kraepelin sobre las
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teorías psicoanalíticas coetáneas. Rechaza alumno de Kraepelin entre los años 1912 y
el carácter científico de los postulados 1914. Desde su regreso a Madrid fue uno
freudianos por su subjetividad así como sus de los impulsores de la actividad psiquiátri-
hipótesis etiológicas de la psicosis. ca de la época y se encargó de extender la
Reconoce, no obstante, su influencia en el doctrina de su maestro en España. En este
campo de las neurosis y acepta, no sin cier- artículo de 1946, Sacristán hace una revi-
tas dudas, la utilidad del conocimiento sión de los escritos anteriores planteando
empático como una herramienta diagnósti- las repercusiones que tuvieron en la con-
ca de los trastornos psicógenos. ceptualización de la psiquiatría de media-
Per Dalén nos presenta, por último, el dos de siglo.
marco social donde se inscribe el artículo
de Oswald Bumke en 1924. La posición Ana Isabel Segura
crítica frente a las ideas de Kraepelin no se
repitió ni antes ni después de este trabajo.
«La disolución de la demencia precoz» Eric LAURENT, Hay un fin de análisis para
expone la pérdida de sustento de esta enti- los niños, Buenos Aires, Diva, 1999.
dad nosológica como proceso morboso
endógeno a favor de otros conceptos como No existen demasiados buenos libros
constitución esquizotímica, personalidad sobre niños. De los recetarios podemos
esquizofrénica o esquizoide y formas de pasar a naufragar con los imaginativos o
reacción esquizofrénicas. los ideológicos. Encontrar un buen libro
Bumke se opone a la concepción de la que oriente al profesional de la clínica
esquiocidia defendida por Kretschmer, infantil en perspectivas amplias, compren-
Hoffmann y Bleuler como: «un tipo de ser sivas, en definitiva que le permitan pensar
y de reaccionar psíquico presente en todos su práctica sin caer en los aspectos mera-
los casos de forma más o menos pronun- mente instrumentales, metodológicos, en el
ciada que se manifiesta en forma de esqui- consejo pedagógico, se hace tarea harto
zofrenia durante sus exacerbaciones mor- difícil entre el enjambre de publicaciones
bosas». Él mantiene una concepción pato- en que navegamos. El libro de Eric Laurent
lógica orgánica de lo que llama formas de es una notable excepción en esa serie. Es
reacción esquizofrénicas que parecen ser más, se hará un clásico entre quienes se
adquiridas en algunos casos o heredadas acercan a entender los modos de operar del
recesivamente en otros. Toma posición a psicoanalista que sigue la orientación que
medio camino entre estos dos polos etioló- se desprende de la enseñanza de Lacan, y
gicos defendiendo la posibilidad de un fac- que se decide a recibir niños.
tor constitucional heredado que se manifes- El autor, alumno de Lacan, doctor en
taría en esquizofrenia cuando se combinase Psicoanálisis por la Universidad de París
con factores ambientales determinados. VIII, no improvisa, más bien da cuenta de
El apéndice del libro contiene una pre- una apreciable experiencia cuando por
sentación del psiquiatra español José Mi- ejemplo narra un caso analizado por él rela-
guel Sacristán, a cargo de Saulo Pérez Gil y tivo a una niña de cuatro años y medio.
José Lázaro, y su artículo «Kraepelin y la Señalará el fin del tratamiento en el mo-
psiquiatría clínica actual». Sacristán fue mento en que ella opta por ir a un cumple-
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años de un amiguito en vez de a la sesión: tasma, construir alguna ficción que le per-
«Muy bien. Es una elección, si tú vas al mita tocar eso que causa su deseo, saber
cumpleaños de tu amigo, entonces no tie- poner obstáculos cuando se ve empujado a
nes necesidad de volver aquí». la transgresión de los límites.
Es la cuestión del fin de análisis en los El libro está organizado a modo de reco-
niños una cuestión central. Si se considera pilación de artículos de intervenciones del
que el niño es un analizante de pleno dere- autor en distintos foros a lo largo de varios
cho, sin merma respecto al adulto, sin espe- años de enseñanza. Hay tres grandes blo-
cificaciones diferenciales, no se entiende ques: neurosis, psicosis y otros trabajos.
cómo el niño no va a tener su fin de análi- El artículo que da título al libro puede
sis y no posponer a un posterior momento considerarse central en los problemas que
en la vida adulta donde haría un supuesto aborda, pero no menos puede decirse del
análisis en serio, siendo el infantil uno de capítulo sobre psicoanálisis con niños y
bromas. Sustraer a los niños su final supo- sexualidad femenina que bascula en rela-
ne considerar al análisis infantil poco ción a una frase del autor: «Para Lacan, la
menos que un juego. investigación sobre la sexualidad femenina
Los modos de proceder de los más céle- era una cuestión preliminar a todo trata-
bres psicoanalistas de niños a lo largo de la miento posible de los niños». Pero de des-
historia del movimiento psicoanalítico han tacar son los trabajos de Eric Laurent sobre
ido plasmándose en una amplia literatura las psicosis y el autismo. La puesta al día
donde no siempre es fácil caminar sin per- de las investigaciones interrelacionando las
der el norte, las más de las veces por el uso distintas escuelas psicoanalíticas que traba-
de nociones y conceptos de difícil encaje y jan con niños autistas y psicóticos, y sobre
otras por lo farragoso de la cansina enume- todo analizando los problemas de superfi-
ración de las sesiones y de lo que en cada cie al recordar que en la clínica de las psi-
una va pasando. Incluso en los mejores mo- cosis del niño se recurre a la topología por
mentos de los casos de Melanie Klein, co- cuestiones clínicas, formulando las pregun-
mo en el famoso caso Richard, se hace tor- tas adecuadas: la problemática de los agu-
tuoso seguir las 93 sesiones, de ahí que se jeros y cómo hacerlos surgir en un sujeto
agradezca la labor de desciframiento que el que no los tiene, y más importante aún:
autor emprende para mostrar la confusión cómo se curan estos niños, indicando justa-
de los planos imaginario y simbólico sola- mente el camino de la introducción del
mente investigando las dos primeras sesio- agujero. La interpretación al autista pasa
nes. por el «no», un no a un goce estático. Así,
La salida del análisis de un niño por la desde la transferencia, podrá operar el ana-
metáfora fálica, la salida por la fijación al lista de niños para tratar de posibilitarle la
propio fantasma o por haber dado una sustracción del objeto y permitirle entrar en
buena versión del padre, haber creído lo la metonimia psicótica.
suficiente en el padre siempre aparecerá En suma, indicaciones muy valiosas
como una salida insuficiente. Sería la sali- para los practicantes de la clínica infantil,
da adaptativa. Frente a ello se alza la salida que deseando situarse en posición de ana-
por la responsabilidad ante el goce: cómo listas de niños huyan de las tentaciones
el niño puede dar alguna versión de su fan- pedagógicas tan al uso y puedan acompa-
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ñar el sufrimiento de estos niños sin equi- famosa tesis de Medicina de Jacques Lacan
vocar los maternajes y los cuidados con la De la psychose paranoïaque dans ses rap-
terapéutica. ports avec la personnalité (1932). Así pues,
Asimismo hay una clara orientación al los objetos que ciernen esta investigación
final del libro al abordar los problemas de son dos: por una parte, el «caso Aimée»;
la familia, tras seguir la pista a los pronun- por otra, las primeras elaboraciones de La-
ciamientos de Lacan a lo largo de la evolu- can sobre la psicosis. Empero, el lector ad-
ción de su enseñanza desde el artículo de vertirá, tan pronto como franquee las pri-
«La familia», de 1938, a «Dos notas sobre meras páginas, que el libro en cuestión pre-
el niño», de 1969, textos donde Lacan pre- senta una interpretación del mencionado
sentará de distinta forma la función de resi- caso partiendo de la enseñanza desarrollada
duo que sostiene la familia en la evolución por Lacan en los años cincuenta.
de las sociedades. El texto final del libro es La estructura que conforma las dos pri-
claro en ese sentido; Eric Laurent afirma: meras partes de dicho trabajo alterna y arti-
«La familia misma sólo es digna y respeta- cula los aspectos históricos del «caso
ble si puede ser un lugar en donde cada uno Aimée» con la lógica y los pasos evoluti-
pueda encontrar un espacio para lo que es vos que se despliegan en ese tipo clínico de
su particularidad residual». paranoia, nombrado por Lacan «paranoia
Un libro que marcará una época en la de autopunición». Abundantes y bien elegi-
reivindicación del niño como sujeto prota- das las referencias a los clínicos franceses,
gonista, prestando atención a su decir dife- a sus teorías y modelos nosológicos, Silvia
renciador y singular, uniéndose a la aún E. Tendlarz organiza sus pesquisas como lo
exigua lista de estudiosos en profundidad haría un clínico sagaz. Procede así a desen-
del niño sin descuidar ni su entorno de in- trañar la coyuntura previa al desencadena-
fluencias ni eso que subjetivamente repre- miento paranoico (bovarismo), la emergen-
senta para sus referentes y transmisores. cia del delirio y su rumbo erotomaníaco, el
desenlace en el pasaje al acto asesino y,
Fernando Martín Adúriz finalmente, el valor estabilizador de ese
acto autopunitivo.
Tras el estudio clínico de la paranoica
Silvia E. TENDLARZ, Aimée con Lacan. Aimée, el libro nos arrastra nuevamente a
Acerca de la paranoia de autopunición, las contribuciones de los psicopatólogos.
Buenos Aires, Lugar, 1999. La autora revisa algunos de los modelos
nosológicos más al uso en aquellos años: el
Diez años después de la defensa de su Automatismo Mental, la noción jaspersiana
tesis doctoral Le cas Aimée. Étude histori- de «reacción» y las distintas argumentacio-
que et structurale –excelente investigación nes sobre la causalidad psicogenética.
dirigida por el psicoanalista Prof. Serge Baillarger, Ballet, Clérambault, Claude y
Cottet– Silvia Elena Tendlarz ha reordena- Kretschmer, entre otros, son examinados y
do y traducido al español aquel celebrado ponderados en relación con las aportacio-
trabajo, por entonces conocido sólo por un nes de Lacan en sus primeros trabajos psi-
pequeño número de estudiosos de la psico- copatológicos.
sis. Se trata, por tanto, de una tesis sobre la En las últimas páginas, como no podía
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ser de otro modo, Silvia E. Tendlarz apun- orientados al cambio incluida la abstinen-
ta un intento de desvelar los elementos de cia. Para ello el libro agrupa, ordena y
estructura que son comunes a Aimée y a expone con claridad los conocimientos
Schreber, aún a pesar de tratarse, como acumulados sobre la materia y, de esta
bien sabemos, de psicosis de muy distinta manera, favorece el debate sobre el desa-
evolución. Además de la formación deli- rrollo de estos programas y contribuye a su
rante y del recurso a la escritura, presentes regularización, homogeinización y mejora
en una y otro, la autora nos muestra esa de la calidad de los mismos en nuestro país.
«comunidad de estructura» que se orquesta El texto comienza con un imprescindi-
a partir un único mecanismo causal ble repaso a la evolución histórica de estos
siguiendo, en este caso, la referencia del tratamientos desde el siglo pasado hasta la
llamado «esquema I». actualidad en los distintos países con espe-
cial hincapié en el desarrollo en España. Le
José María Álvarez sigue un capítulo sobre la farmacología de
los agonistas opiáceos en donde se propor-
ciona la información necesaria para el
J. J. FERNÁNDEZ MIRANDA, P. A. MARINA conocimiento y manejo de estos fármacos,
GONZÁLEZ (eds.), Manual de los trata- incluidos los de más reciente incorporación
mientos de mantenimiento con opiáceos, en nuestro país en este tipo de programas:
Asturias, Gráficas Papiro, 1999. el LAAM y la buprenorfina. Se echa de
menos en este apartado la descripción de la
A veces sucede que, paradójicamente, propia heroína, empleada como tratamiento
uno se da cuenta de lo mucho que echaba sustitutivo en países como Suiza y pen-
de menos algo justo cuando lo obtiene. En diente de ser aprobada para estos fines en
España, en los últimos años, los programas medio de la polémica en Andalucía. El
de mantenimiento con agonistas opiáceos siguiente capítulo es una auténtica guía de
(PMAO) se están desarrollando a gran enorme valor para la práctica clínica diaria
velocidad y, sin embargo, faltaba un donde se revisan todos los aspectos genera-
manual de referencia como éste, escrito en les de los tratamientos de sustitución. Aquí
nuestro medio, que abordara todos los uno se da cuenta de que no estamos ante un
aspectos terapéuticos de estos programas. manual sobre cómo pautar la metadona
Desde sus páginas se reivindican los (que también lo explica perfectamente)
PMAO como auténticos programas de tra- sino ante un texto que da cuenta de cómo se
tamientos (y no de segunda clase respecto a hace un abordaje pluridisciplinar, desde la
los libres de drogas, rompiendo así esta evaluación a los tratamientos, de los con-
falsa dicotomía) cuya utilidad está mucho troles de orina a los peritajes judiciales
más allá de su carácter de paliativos y de pasando por la farmacoterapia, las psicote-
ayudar a controlar la epidemia de SIDA. rapias (revisando las distintas orientaciones
Son descritos como un abordaje integral de y encuadres), la coordinación y derivación
tratamientos (y el plural no es ninguna erra- a otros dispositivos, etc. contado por y para
ta en el título del libro), hechos por distin- médicos, psicólogos, enfermeros y trabaja-
tos profesionales, con objetivos de reduc- dores sociales. Además de esta información
ción de daños y también adaptativos y tan valiosa, los autores no se olvidan de
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repasar todas las circunstancias que com- tiempos, nuevos libros? Con este interro-
plican el abordaje de esta población y que gante comienza esta revisión sobre los tras-
no son nada excepcionales, como la patolo- tornos del humor realizada por un nutrido
gía orgánica concomitante (VIH, hepatitis, grupo de autores españoles de reconocidos
tuberculosis, la anestesia en estos pacien- méritos clínicos y académicos, todos ellos
tes...), el embarazo, la politoxicomanía y coordinador por M. Roca Bennasar bajo los
los trastornos psiquiátricos asociados. Hay auspicios de la Sociedad Española de
dos aspectos también tratados en el libro Psiquiatría y la Sociedad Española de
que merecen una mención especial, la rein- Psiquiatría Biológica. El objetivo: redactar
serción desde estos programas (comenzan- algo más que un manual y algo menos que
do por la integración de los propios progra- un tratado, con aportaciones actualizadas
mas en la comunidad) y la evaluación de sobre el tema. El libro no sólo revisa el
los mismos, donde se hace un repaso de su estado de la cuestión sino que también
valor mediante una revisión de la biblio- toma partido en numerosas ocasiones, no
grafía y propone los parámetros y los ins- elude cuestiones complejas, dejando al lec-
trumentos para medir su efectividad. tor su aceptación o no.
El texto es claro, directo y actualizado, ¿Por qué la elección de este tema? En
con un enfoque predominantemente prácti- primer lugar por su creciente importancia
co, haciendo honor a su título de manual, como causa de discapacidad y muerte pre-
con sus bondades y limitaciones. Para ello, matura (riesgo de suicidio), así como por el
la información se proporciona de forma peso económico que las depresiones oca-
muy jerarquizada y la bibliografía se va sionan de forma directa o indirecta; en
reseñando en cada uno de los apartados de segundo lugar por los numerosos interro-
cada capítulo, lo que facilita mucho su con- gantes que despierta en cualquiera de sus
sulta (aunque aparecen algunos errores for- vertientes. Son muchos y muy variados los
males tanto en la jerarquización respecto al aspectos de que trata este libro. Comienza
índice como en las normas de las reseñas con una revisión bastante compleja de los
bibliográficas). Se trata, en definitiva, de un rasgos históricos de la melancolía desde la
libro necesario para todos aquellos profe- tradición aristotélica hasta la configuración
sionales que trabajen en el campo de las de la psiquiatría como especialidad dentro
drogodependencias o estén interesados en él de la medicina, pasando por las principales
y que se va a convertir en la guía de refe- teorías de cada época.
rencia para la práctica clínica cotidiana en En el capítulo dedicado a la nosografía,
los programas de mantenimiento con opiá- crítica tanto la inconsistencia de ciertas
ceos. categorías diagnósticas, ahora en auge,
como los trastornos depresivos mayores y
Alberto Ortiz Lobo distimia, en detrimento de otras categorías
clásicas bien establecidas como la melan-
colía o la depresión endógena. En este libro
M. ROCA BENNASAR (eds.), Trastornos del se consideran en capítulos independientes
humor, Médica Panamericana, 1999. la depresión mayor, la depresión psicótica,
la distimia y la melancolía así como los
¿Nuevos tiempos, viejos libros? ¿viejos trastornos bipolares. La filosofía que ampa-
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ra estos capítulos es tratar en profundidad influencia los factores de vulnerabilidad


cada categoría bajo un prisma crítico que sobre los sociodemográficos (o viceversa)
avale o refute su condición de trastornos para establecer las diferencias de grupo que
independiente. Se plantea también el papel la epidemiología psiquiátrica describe?
de la personalidad en la etiopatogenía de Las respuestas, para el autor de este
estos trastornos, cuestión fundamental capítulo, pasan por un planteamiento de
sobre todo en las depresiones no melancó- estudios longitudinales e intervenciones
licas, así como su influencia sobre el curso experimentales que superen la metodología
y respuesta al tratamiento. Otros capítulos transversal usada hasta el momento; este
se ocupan de problemas específicos como esfuerzo supondría un avance no sólo en el
las depresiones atípicas, los trastornos conocimiento de la etiopatogenía sino tam-
esquizoafectivos, la depresión postpsicóti- bién en la terapéutica y el pronóstico de
ca las depresiones de causa orgánica y las estos trastornos. Y para aquellos que quie-
depresiones en el seno de alcoholismo y las ran profundizar más en algún aspecto con-
toxicomanías, asociaciones estas últimas creto, al final de cada capítulo encontrará
cada vez más frecuentes y que ensombre- una extensa bibliografía para consultar.
cen el pronóstico.
Tampoco faltan capítulos dedicados a la Loreto García García
etiopatogenía de los trastornos afectivos.
En ellos se señalan las ventajas de los
modelos neurobiológicos, basados en las Alfredo CAPELLÁ, El psicoanálisis dialécti-
disfunciones de determinados circuitos co. Aportes para un psicoanálisis actual
neurológicos –que integran los conoci- del campo de la salud mental, Barcelo-
mientos de la clínica con los nuevos datos na, Herder, 1998.
procedentes de las técnicas de neuroimagen
y los avances obtenidos en la investigación Entre las múltiples controversias que
neuroquímica–, frente a los modelos clási- atañen al psicoanálisis unas se abordan y se
cos dominantes hasta hace poco en los cua- tramitan en el seno de la escuela donde han
les se atendía tan sólo a una determinada surgido, su resolución suele servir para
orientación (psicología, neuroquímica, marcar las diferencias con escuelas rivales,
fenomenológica, etc.). cuando no para dirimir cuestiones de lide-
Seguidamente, y enlazando con lo ante- razgo dentro del grupo o para argumentar
rior, se analizan los factores de riesgos im- una escisión en el mismo. Cuando la con-
plicados en los trastornos afectivos, desta- troversia se plantea desde fuera del psico-
cando como más relevantes ser mujer, edad análisis, los propósitos pueden ser muy
joven, estado civil soltero y/o divorciado, variopintos: desde la mera descalificación,
nivel socioeconómico bajo. Algunas de las hasta la indagación sincera en algunas de
preguntas planteadas aquí son: ¿constitu- sus propuestas que finalmente podrán ser
yen estas variables por sí mismas factores asumidas –tras un proceso de asimilación
de riesgo o lo son en la medida en que se que a menudo implica cierta deformación
asocian a otras de tipo psicosocial como el de la propuesta original– por el modelo o
estrés, el apoyo social, las estrategias de escuela psicopatológica o psicoterapéutica
afrontamiento...?, ¿de qué manera ejercen de que se trate. Este ha venido siendo desde
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antaño –al menos desde el clásico trabajo –psicoanálisis dialéctico– que nos propone.
de Dollard y Miller de los años cincuenta– Después de que en anteriores trabajos se
un modo muy activo y fértil de penetración ocupara de actualizar, desde el psicoanáli-
del psicoanálisis en otros modelos, de sis, problemas clínicos –«Imágenes de la
modo que ha dado lugar a la generalización angustia: el aporte de varios modelos»
de conceptos provinientes del psicoanálisis (1992), «La histeria y lo obsesivo: análisis
en modelos a menudo muy distintos (lo de la clínica psicoanalítica» (1996), «Sexua-
inconsciente es ampliamente estudiado lidades humanas, amor y locura» (1997)–,
desde el cognitivismo como la información lo que Alfred Capellá (psiquiatra catalán,
subliminal o implícita; el concepto de que trabaja en un centro de salud mental de
transferencia ha dado lugar a que otras la red de Barcelona) se propone es un reco-
escuelas estudien los aspetos relacionales y rrido por los postulados básicos del psico-
reconozcan la importancia de la alianza análisis –desde la metateoría a las técnicas–
terapéutica; los mecanismos de defensa han a la búsqueda de su lugar, de su tarea, de su
sugerido los mecanismos de afrontamiento, función en la práctica clínica tal y como
y un largo etcétera). En el caso de la obra hoy se nos presenta, desde la perspectiva de
que ahora comentamos es un psicoanalista los servicios de salud mental, con sustan-
quien se interroga –desde dentro del propio ciales diferencias –desde las demandas
psicoanálisis– y dialoga consigo mismo hasta los contextos de tratamiento– con la
–con su propia experiencia clínica–, con práctica clínica de los tiempos freudianos.
sus maestros y predecesores, y con otros El proyecto es, pues, totalmente pertinente.
modelos –también el diálogo transcurre Con rigor y orden, sigue un proceso tan
hacia fuera–, con el propósito de actualizar atrevido como sensato, pues si en su
la concordancia entre los conceptos / fun- momento no duda en rechazar aquellos ele-
damentos teóricos y la praxis, la clínica. mentos que no resisten la criba de su análi-
Por otra parte, el proceso fundante del sis, por más que gocen de alto estatus en el
psicoanálisis sucede en medio de un rico edificio conceptual (como sucede con el
diálogo de la nueva ciencia (o del nuevo instinto/pulsión de muerte, y con ciertos
método de observación/exploración/trata- aspectos de la retórica y el reduccionismo
miento del psiquismo) con otros ámbitos en torno al triángulo edípico, o con la
del saber, ya fueran la literatura, la física, la «imposible» neutralidad del analista/tera-
biología, la historia o la filosofía; en el peuta), el autor insiste en su propósito de
curso de su ya centenaria historia, el diálo- identificar los ingredientes esenciales, «el
go del psicoanálisis con las ciencias socia- oro del psicoanálisis», que habrán de man-
les y (en menor intensidad) con las ciencias tenerse por encima de coyunturas de la
naturales, no ha cesado. Y éste es uno de demanda y de contextos asistenciales. Y su
los anclajes de la obra que comentamos: la conclusión es clara: el oro del psicoanálisis
dialéctica como ingrediente constitutivo no reside tanto en formulaciones técnicas
del propio psicoanálisis, a lo que se añade como en su propuesta ética fundamental,
la dialéctica como método («transdialécti- que identifica como una ética de la veraci-
co») para indagar acerca de su actualiza- dad. Desde ahí, tras destilar las esencias, es
ción y como instrumento básico de referen- posible proceder a una actualización del
cia para sentar las bases del tratamiento edificio conceptual y adecuarse a los reque-
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rimientos con que hoy se plantean las inter- co y del médoto de tratamiento, con impor-
venciones terapéuticas en salud mental tantes observaciones y aportaciones:
(integración de lo psicológico con lo bioló- Algunas son consecuencia de su propósito
gico y lo social, abandono de toda actitud de liberar de lastre y de corsés innecesarios
hierático-secretista por parte del terapeuta, al psicoanálisis (ya mencionado su rechazo
adopción de lenguaje comunicable con los a la actualidad de la pulsión de muerte, a la
pacientes y con otros colegas, predisposi- neutralidad imposible del terapeuta, o al
ción favorable al intercambio y mutuo enri- lugar central del triángulo edípico). En
quecimiento con otros modelos y técnicas otras ocasiones, formulando nuevas pro-
que han mostrado coherencia y eficacia, puestas o acertando al formular de forma
etc.). clara conceptos ya conocidos (define su
Su propuesta de reformulación (actuali- modelo de sujeto como de racionalidad
zación según el autor) del edificio concep- pulsional; propone el concepto de pulsiona-
tual y técnico, desde la reafirmación de la lidad intersubjetiva, y argumenta el con-
ética sustancial de la veracidad, engarza el cepto de pulsionalidad transferencial, que
planteamiento terapéutico que expone en se despliega más allá del contexto terapéu-
los capítulos finales, cuya tarea central es tico: nos habla de las transferencias como
abordar «los falseamientos de la trama pul- modelos relacionales «que, si llegado el
sional conflictiva». Las intervenciones pri- caso se pusiera en tratamiento (el sujeto),
vilegiadas son las «interpretaciones escla- establecería de algún modo con el analis-
recedoras», dirigidas no solamente a facili- ta»; propone dar relevancia a otras pulsio-
tar el desvelamiento de verdades ocultas, nes, particularmente la pulsión a saber y la
sino también a propiciar el surgimiento de pulsión a comunicar). Otras propuestas
«verdades pulsionales», a menudo portado- son más especulativas (tales como el consi-
ras de un efecto de innovación y un impor- derar un sistema COSP «conector y organi-
tante potencial transformador. El trata- zador somato-psíquico», o su modelo de
miento, cuya duración no es predefinida, ha funcionamiento psicótico en el que recono-
de continuar «hasta que el sujeto haya ce dos variantes –la tradicional expresión
alcanzado la suficiente transformación sub- sindrómica alucinatorio-delirante, y la
jetiva como para empezar a funcionar por somatización–) que deben entenderse, en
sí mismo», aceptando que las mayores mi opinión, como sugerencias muy perti-
transformaciones se han de producir, la nentes, pero necesitadas de más explora-
mayor parte de las veces, a la larga, a medi- ción contrastada en la clínica y más argu-
da que el tiempo transcurra tras el fin del mentación teórica.
tratamiento. El trabajo de Capellá inserta en la refle-
Y si los aspectos hasta ahora comenta- xión teórica casos, viñetas y situaciones
dos constituyen en mi opinión el núcleo clínicas; es riguroso (las especulaciones se
denso de su trabajo, tanto en el proceso de presentan como tales), claro y hecho a con-
acercamiento a la esencia del psicoanálisis, ciencia. En mi opinión cumple con su pro-
como en la elaboración de su popuesta más pósito de actualizar el psicoanálisis a los
genuina (el psicoanálisis dialéctico), el requerimientos de su trabajo (y del de la
autor va desgranando y poniendo a prueba mayoría de nosotros) desde la perspectiva
los distintos ingredientes del edificio teóri- amplia, flexible y necesariamente integra-
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dora de la clínica en los servicios de salud


mental. Es también, como no podría ser de Miguel A. GRANADA, El umbral de la
otro modo, una obra inacabada: el diálogo modernidad. Estudios sobre filosofía,
con otros modelos puede dar mucho más de religión y ciencia entre Petrarca y
sí, especialmente con algunas de las aporta- Descartes, Barcelona, Herder, 2000.
ciones que, formuladas desde otras pers-
pectivas originalmente bien distintas, apun- Gran traductor de la obra italiana de
tan en la misma dirección. Así por ejemplo, Giordano Bruno, así como de diversos tex-
muchas de sus observaciones en torno a tos de Erasmo, Maquiavelo, Campanella y
cuestiones del proceso terapéutico o a los Francis Bacon (sobre quien se doctoró en
ingredientes terapéuticos recuerdan pro- 1978), Miguel A. Granada es hoy una figu-
puestas de terapeutas del campo experien- ra mayor de los estudiosos renacentistas en
cial, como Leslie Geenberg y cols. que for- nuestro país. Tras la publicación de
mulan su teoría y técnica del cambio emo- Cosmología, religión y política en el Rena-
cional desde una perspectiva que definen cimiento (Barcelona, Anthropos, 1988) y
como dialéctico-constructivista evolutiva, de un trabajo especializado, El debate cos-
u otros más específicamente constructivis- mológico en 1588. Bruno, Brahe, Roth-
tas, sea que provengan del cognitivismo mann, Ursus, Röslin (Nápoles, Bibliopolis,
–Mohoney, Feixas–, o del campo sistemáti- 1996), aparece ahora El umbral de la
co –como Manrique y su «Psicoterapia modernidad, obra apoyada, como la ante-
como conversación crítica». rior, por el Istituto Italiano per gli Studi
Su propuesta de psicoanálisis dialéctico Filosofici de Nápoles. Pues en el caso de
bien podría enriquecerse de la obra de otros los ‘renacentistas’ como él su trabajo inter-
psicoanalistas «dialécticos» como Igor nacional, tan evidente y reconocido ya, le
Caruso o de otros autores, especialmente permite ir ahondando en sucesivas capas en
Castilla del Pino, que ha hecho brillantes el complejísimo mundo de las ideas del
aportaciones a la psicopatología y a la psi- siglo XVI al trabajar junto con los estudio-
coterapia desde la antropología dialéctica sos europeos.
(Un estudio sobre la depresión, Dialéctica De hecho, próximamente aparecerá en
de la persona, dialéctica de la situación). Les Belles Lettres de París otro libro suyo,
Esta obra es de gran interés para aquellos recuperando su vasta investigación sobre
psicoanalistas más interesados en la prácti- Giordano Bruno (su versión de La cena de
ca clínica según la ética del psicoanálisis las cenizas data de 1983). Esperemos que
que el propio Capellá identifica, que con el sea traducido pronto, de modo que con esa
tradicionalismo a ultranza; y también será contribución a la memoria de quien fue
de gran interés para cuantos psicoterapeu- quemado vivo en Roma hace cuatrocientos
tas de otros modelos no incuben prejuicios años (el 17 de febrero de 1600), sigan nor-
insalvables en contra del psicoanálisis. malizándose las relaciones de nuestra cul-
Unos y otros quedamos a la espera de la tura con un europeo importantísimo pero
continuidad de su trabajo. de quien faltan por difundirse muchos estu-
dios centrales: nuestro atraso en la biblio-
Mariano Hernández Monsalve grafía bruniana es, en verdad, enorme. Con
todo ya en El umbral de la modernidad hay
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algunos excelentes artículos brunianos, y fía antigua, mantenida en este gran renaci-
su nombre es el más abundante del índice miento de las letras, permitiría conjugarla
onomástico. Y, además, toda la segunda con un intento de unidad doctrinal a finales
parte del libro, centrada en problemas cos- del siglo XV, incluso luego, en el caso sin-
mológicos, roza una y otra vez aspectos gular del escritor entusiasta León Hebreo.
que afectaron a los debates que suscitó Por otra parte, Granada dedica otros dos
Bruno; y, por cierto, nos muestra cómo el capítulos a territorios aparentemente más
diálogo entre ciencias y letras es funda- conflictivos: en primer lugar, a la recupera-
mental para entender nuestro pasado y ción inicial del escepticismo (base acaso
nuestro presente. para el espacio mental de las ideas moder-
Pero aquí, pese al interés indudable de nas) y, de inmediato, al encuentro entre
esta otra mitad, destacamos las trescientas Maquiavelo y el amenazador, luego decli-
páginas de la parte primera, que se acercan nante, Cesare Borgia, que le da pie para
a problemas más generales de nuestra ahondar en los clásicos temas de la virtù y
modernidad. El libro se abre con un inte- la fortuna en el canciller y pensador floren-
rrogante que ha venido abriéndose una y tino enfretándole con una descarnada pra-
otra vez desde los inicios del siglo XX, xis política como la borgiana. A continua-
¿qué es el Renacimiento? Las precisiones ción, un extensísimo apartado sobre la pre-
históricas de Granada en su bello análisis sencia y las modificaciones de la idea de
cultural del problema, valorando las tesis dignidad del hombre hasta Bruno, le per-
italianas, anglosajonas y alemanas, permi- mite a Granada hablar acerca de motivos
ten restringir mejor a un movimiento inte- renacentistas fundamentales, desde el elo-
lectual el debatido rótulo ‘Renacimiento’, y gio de la mano hasta la busca de una nueva
decidir no utilizarlo como un período histó- moral, pasando por el acentuamiento de la
rico, pues la economía y la política en abso- idea de ignorancia, la asinidad, tan caro a
luto fueron similares por doquier entonces, Giordano Bruno. Este innovador filósofo y
y sobre todo la vida material europea no escritor –destacado erasmista sin duda–
difería sustancialmente, pese a los nuevos será motivo también del último capítulo de
mundos, de su pasado inmediato. esta primera mitad, «De Erasmo a Bruno:
Situados en el centro de un debate cultu- caza, sacrificio y metamorfosis en la divi-
ral, el libro elige y recorre con hondura nidad», que atraviesa tantos debates bru-
diversos temas de peso intelectual. El pri- nianos acerca de la naturaleza o la religión,
mer paso de Granada es el de rastrear la definiendo muy bien su valor subversivo a
presencia de Virgilio como poeta, teólogo y partir de la idea de «sacrificio».
profeta en el humanismo –y en el neoplato- Universalismo, reforma del conocimien-
nismo–, a partir de Petrarca. Algunos de to y crítica de la religión; teorización sobre
esos rasgos mezclados (la parte de esa el poder y centralidad del hombre; animali-
herencia romano-cristiana que el gran dad, estulticia y afán de superación... La
poeta ha llegado a evocar a través de los cultura europea, sin poder realizar una
siglos) aparecen tratados a continuación, criba del pasado, sí exploró con valentía
cuando analiza las ideas universalistas entonces el ámbito de los valores colecti-
tanto de Ficino como de Giovanni Pico y vos, y buscó una nueva identidad al menos
Hebreo: la concepción unitaria de la filoso- lo hicieron destacados individuos. Miguel
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Ángel Granada, que hace poco ha recupe- también en Almanaque aparecen intuicio-
rado cuatro textos importantísimos de Eras- nes que iluminan una poesía o una literatu-
mo, en estas seis secciones de El umbral de ra complejas como la suya (marcada por el
la modernidad, lleva a cabo una cata extra- autor de las Metamorfosis, Ovidio), que
ordinaria en el pensamiento renacentista; recorre una y otra vez sus cambiantes sen-
las restantes doscientas páginas son asimis- saciones vitales. No olvidemos que el gran
mo claras, rigurosas y a menudo, como las poeta –cuyo mundo es el del paso de las
anteriores, están dotadas de una gran inten- horas, del envejecimiento y de la experien-
sidad. cia diaria–, fue también autor de tres tomos
de memorias (Años de penitencia, Los años
Consejo de Redacción (M. J.) sin excusa, Cuando las horas veloces)
acaso las más destacadas que se han escri-
to en los últimos años y una de las mejores
Carlos BARRAL, Almanaque, Valladolid, redactadas en lengua castellana.Y su expe-
Cuatro (distr. Siglo XXI), 2000. riencia concreta se recuerda en la excelente
cronología que cierra Almanaque.
Almanaque es un libro verdaderamente El libro se abre con un fragmento de una
atractivo que se suma a los escritos del gran de las últimas poesías del «latino» Barral:
poeta y editor cuya memoria está reforzán- «Como siglos / de cristal instantáneo, ricas
dose en estos últimos meses. Carlos Barral, horas / lentísimas, quemadas mientras
desaparecido en 1989 (recién cumplidos hunde / el sol triste sus barbas luminosas /
los sesenta años), tiene una parte de su obra en el quieto almanaque de las sombras». Y
aún no recogida en volumen. Sólo reciente- las páginas de este Almanaque representan,
mente se ha traducido, incluso, Con el en efecto, unas pruebas anímicas para
favor del viento (Madrid, Alfaguara, 1999), Barral, un calendario personal del poeta y
un ensayo extraordinario sobre la mar cata- editor, de alguien que no estaba muy con-
lana. Pues bien, este inédito Almanaque tento de vivir en nuestra época («tal vez el
acoge entrevistas así como intervenciones mundo clásico, el antiguo, era menos rigu-
en debates literarios o políticos y en pro- rosamente feo»); son por consiguiente las
gramas culturales en diversos medios, pruebas en el tiempo de quien dijo preferir
hasta reunir unos cincuenta capítulos de la justicia y la libertad frente el orden o la
historia cultural española. La mayoría de seguridad, y quien tuvo que vivir su juven-
los textos se publicaron en España, pero tud en una realidad hostil, sufriendo a con-
bastantes proceden de varios países de tinuación experiencias ingratas debido a los
América Latina, y otros de aún Suecia, bruscos cambios culturales experimentados
Francia o Norteamérica según indica la cui- por nuestro país. Por ello, puede convertir-
dadosa editora literaria, Rosario Ibañes. se en un excelente documento para com-
El nuevo libro, de grata lectura, trata del prender a su generación, más aún, a la cul-
paso del tiempo y de las crisis personales y tura española entre 1964 y 1989.
profesionales que atravesó Barral. Pero
LA CLÍNICA DE LA PINTURA

Una de las primeras cosas que impresio- Esta postura, más cercana a la del inter-
na en Charcot es lo que podemos llamar su nista que a la del psiquiatra, le llevó a pres-
método visual, evidente en sus clases en la tar más atención a la base real de los sínto-
Salpêtrière donde intentaba entrar en la mas indagando en el sistema nervioso para
mente de sus estudiantes a través de sus buscar su causa. Cuando consideró acabada
ojos, en lo que sin duda era una gran inno- la teoría explicativa de las enfermedades
vación pues nunca hablaba de un enfermo nerviosas orgánicas se dedicó exclusiva-
ni analizaba un síntoma sin ponerlos ante la mente a la histeria, tras devolver a la enfer-
vista de su auditorio; aunque haya quien medad su dignidad intentó la búsqueda de
afirma que las sesiones que dedicó a la his- un sustrato neurológico para su explica-
teria adolecían de una teatralidad excesiva. ción..., y aunque no lo encontró se interesó
En cualquier caso no hay que olvidar que por sus factores desencadenantes. Entonces
no llevaba a sus clases sólo a los histéricos empezó a trabajar directamente sobre la
pues allí comparecían enfermos de otros histeria traumática, preferentemente sobre
muchos tipos: paralíticos, neurasténicos..., las parálisis histéricas, incidiendo en el
y concedía tal importancia a este estudio vi- hecho de que son enfermedades reales
sual que prescindiendo de su reserva habi- desencadenadas por un determinado suceso
tual no vacilaba en imitar él mismo determi- que el paciente no logra asumir; de esta
nados síntomas como las asimetrías faciales forma proponía denominarlas parálisis psí-
de las parálisis, las gesticulaciones de los quicas, parálisis dependiente de una idea o
coréicos, los tics y los temblores, diferentes parálisis por imaginación, aunque dejando
aspectos de la hemiplejia… Además ese claro que no eran parálisis imaginarias al
método visual no se limitaba a mostrar pa- ser tan reales como las dependientes de una
cientes o a la imitación de síntomas pues en lesión orgánica. Sus trabajos le llevaron a
sus clases utilizaba sin cesar la pizarra y las establecer el síntoma principal de la histe-
tizas de colores para esbozar posturas, ges- ria, el ataque histérico, que podía ir prece-
tos, y así ver era comprender. Esta es una de dido y acompañado de alucinaciones,
las fuentes de los estudios que realizó con desórdenes de la sensibilidad u otras per-
Richer sobre los endemoniados y sobre los turbaciones orgánicas, y que dividía en
deformes en el arte, y también el impulso cuatro fases: epileptoide, clownismo, acti-
que dirigió la edición de la Iconographie tudes pasionales y delirante; y la definió
photographique de la Salpêtrière, donde se como una neurosis funcional del sistema
recogían fotografías, grabados y dibujos de nervioso debida a una degeneración nervio-
todas las curiosidades neuropatológicas que sa de origen hereditario y que se desenca-
habían pasado durante el año por el estable- dena por la acción de diversos agentes,
cimiento. Esta es la esencia también de lo como intoxicaciones o infecciones.
que llamó su método nosológico mediante Recorrió esta senda neurológica pero
el que con pequeñas pinceladas elaboraba por más que se esforzó no logró dar con la
los llamados tipos mediante lo que ordena- degeneración nerviosa heredada que supo-
ba entonces el caos haciendo surgir los cua- nía causa de la histeria. Esto le llevó por
dros patológicos al enlazar ciertos grupos último a plantearse un fundamento sólo
de síndromes, y resaltando los casos com- psicológico de la histeria, y a propósito del
plejos y extremos, o sea los «tipos». caso de la señora Dutemple escribía en una
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lección inédita de 1892 que lo fundamental vés de este texto se hace también una teoría
en la parálisis de esa paciente era la acción de la pintura, parcial pero que inaugura un
de una idea obsesiva que no podía evocar- nuevo campo del saber, algo que podría-
se, pero que mediante sugestión, en el esta- mos denominar la clínica de la pintura.
do hipnótico, podía liberarse la fuerza evo- Ciertamente algunos de los datos que se
cativa y de esa forma los recuerdos volve- ofrecen en este libro no se pueden sostener
rían a la conciencia; de hecho afirmaba con a la luz de los conocimientos actuales sobre
agrado que ese tratamiento puramente psi- la historia del arte, pero estos pequeños
cológico bastó para restablecer a la pacien- errores no tienen importancia pues el gran
te confirmándose de ese modo el diagnósti- valor de esta obra radica en haber sabido
co y el pronóstico que él había establecido. aunar Historia, Arte y Medicina en un dis-
Charcot murió poco después de redactar curso polivalente y circular donde determi-
este caso y no pudo llevar más allá sus nadas imágenes artísticas prueban la exis-
investigaciones, pero es obvio que su con- tencia de la histeria en épocas pasadas y a
cepción de la histeria había ido cambiando, la vez una determinada concepción de la
dejó de creer en su esencia neurológica en histeria nos permite interpretar en un senti-
favor de una concepción psicológica. Aquí do particular esas imágenes.
se puede pensar en la influencia de alum- Charcot y Richer trabajaron juntos para
nos como Janet, Binet o Guinon, pero no elaborar este texto aunque al parecer cada
podemos dejar de lado su propia evolución; uno tuvo un cometido bien delimitado: el
aunque quizá lo más clarificador sea imagi- segundo escribió la mayoría de los comen-
narse a Charcot preso en una contradicción: tarios del largo capítulo central que da títu-
por un lado desarrolló un método anatomo- lo al libro mientras que el primero escribió
clínico propio de estudios neurológicos de los dos capítulos finales donde se habla de
mentalidad localizacionista; y por otro lado las características de la histeria tal como la
su capacidad de observación y su propia veían en su hospital en esos momentos y el
práctica clínica le condujeron poco a poco prólogo donde se da cuenta del conjunto de
hacia una concepción dinámica de la mente la obra y de su objetivo, además de ejercer
que confiere un mayor poder a la psicoge- como supervisor y mente creadora del
nia en la etiología de la enfermedad mental libro. Los endemoniados en el arte se
y al tratamiento exclusivamente psicológi- puede dividir en tres partes: la primera
co. aborda la pintura como representación de la
Un punto intermedio en el recorrido que histeria, y alcanza su cima con los poseídos
acabamos de esbozar lo constituye Los de Rubens. A continuación se pasa a una
endemoniados en el arte (Jaén, Del Lunar, parte histórica donde se habla de los con-
2000), donde Charcot y Richer elaboraron vulsionarios de san Medardo, aquí la parte
un discurso teórico sobre la histeria a partir artística pierde importancia en detrimento
de la historia, de la pintura y de la clínica, de los datos históricos. Este avance tiene
pues aquí se dan cita los tres ámbitos. El gran importancia para la articulación de
concepto de histeria se transfigura con este Charcot pues permite el paso de la imagen
paso por la historia que muestran las obras a la historia para poder llegar así a una ter-
de arte; pero no sólo se elabora este cami- cera parte donde se habla de los convulsio-
no sino también la senda inversa pues a tra- narios y los extáticos tal como los estaban
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viendo en la clínica. Se parte así de la pin- pues ésta se da de forma repentina, mila-
tura para pasar por los datos históricos grosa, y simplemente presenciar este hecho
aportados por la obra ejemplar de Carré de hace que se produzca la conversión, que se
Montgeron que a la postre permiten llegar crea. La curación viene rodeada de una
a la actualidad, a la concepción de la histe- serie de fenómenos, el más importante es el
ria que Charcot elaboró y que da unidad a de las convulsiones, indescriptibles y como
esta visión: de las posesiones de la Edad tales fuera de cualquier representación,
Media a los endemoniados convulsionarios pero representativas en todo caso de otra
y de ahí a los histéricos de la Salpêtrière. cosa pues simbolizan otros sufrimientos de
Por sí sola la obra de Carré de Montge- otra metamorfosis, la de Cristo. Así la
ron, La Vérité des miracles opérés à l’in- enfermedad, las convulsiones, los gestos, el
tercession de M. de Pâris et autres appe- sufrimiento, los socorros que se infligen a
lans, demontrée contre M. l’Archevêque de los enfermos, todo son símbolos que repre-
Sens, merecería un estudio detallado. sentan otro sufrimiento, y entre estos otros
Consagró cinco años de su vida y toda su sufrimientos hay uno que sobresale, la cru-
fortuna a su realización, incluso llegó a for- cifixión; como las de sor Suzanne, que se
zar los aposentos de Luis XV para ofrecer- hizo crucificar trescientas sesenta y cuatro
le un ejemplar y fue encarcelado a pesar de veces, según Montgeron ésta es la forma en
que había dedicado el libro al mismo rey; a que Dios se representa, así hace carne su
continuación hubo de exiliarse del país y verbo. Aunque habría que señalar, en con-
durante unos diez años estuvo recopilando tra de la opinión de Montgeron, que esos
material con el que escribió dos volúmenes enfermos sufrían realmente y que eran casi
de Démonstrations. En su obra Carré de invariablemente mujeres las que se some-
Montgeron se pone de inmediato en una tían a estos tormentos en los que se las cla-
doble posición de sujeto y objeto pues el vaba a una cruz de la que luego había que
primer capítulo relata la conversión que él desclavarlas con tenazas, se rodeaban sus
sufrió el 7 de septiembre de 1731, esta frentes con coronas de espinas y se lacera-
doble posición le permite mostrar y demos- ban sus costados. La Condamine presidió
trar a la vez. De esta forma demuestra y un proceso verbal sobre el caso y llegó a la
explica el fenómeno milagroso gracias a la conclusión de la obviedad del sufrimiento
convicción surgida de la evidencia de su de las mujeres y niñas que se sometían a
conversión, conversión realizada por mor esos tormentos, ahora bien, lo que sí le
de las numerosas curaciones de las que es maravillaba era la constancia y la alegría
testigo y que a su vez dan testimonio del con que se sometían a ellos, lo cual no
hecho. Montgeron hace acompañar su libro tomaba como prueba de ningún prodigio
de toda una serie de grabados que repre- sino del fanatismo de estas personas.
sentan los presuntos milagros y que ilustran Milagros decía Montgeron, y Charcot es
la curación; estos grabados siempre van por muy receptivo a estas palabras pues en su
parejas, mostrando el antes y el después del práctica clínica se encontraba en innumera-
milagro, la metamorfosis que convierte la bles ocasiones con estas crucifixiones, con
enfermedad en salud y que sólo se explica estas representaciones encarnadas en sínto-
mediante la fe. No se habla del espacio mas. La histeria imita, la histeria reproduce
intermedio, de la dinámica de la curación, en vivo lo que ve representado en otros
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enfermos, en cuadros de escenas bíblicas, o no tiene forma y se convierte en un para-


en cualquier otro lado, imita incluso la imi- digma interpretativo. Charcot tomó el con-
tación, y el prodigio de la curación a partir cepto de endemoniado del campo religioso,
de los socorros es en sí mismo un síntoma lo tamizó al trasladarlo a los campos de la
más de la histeria, así como las técnicas historia y del arte y lo aplicó a los síntomas
experimentales como la hipnosis que se de algunos de sus enfermos para así inter-
desarrollaron en la Salpêtrière y que permi- pretarlos; de esta forma el estudio de la his-
ten suprimir o reproducir el síntoma. teria encuentra una justificación en el estu-
Charcot supo también hacer milagros al dio del pasado, los antiguos relatos de
decir Levántate y anda a una religiosa posesión no son más que descripciones de
enferma con una parálisis funcional y ella la histeria, los estigmas, las curaciones
le obedeció, pero él siguió siendo un sabio milagrosas, las crucifixiones, los exorcis-
modesto asumiendo que él no hacía mila- mos, no son más que histeria: el endemo-
gros, los hacía el cuerpo. Milagros decían niado es la imagen viva de la histeria en la
otros, pero esos milagros tienen unas leyes historia.
que se llaman histeria. Se pasa así de una sintomatología histó-
Veinte años antes de la aparición de Los rica a una iconografía pictórica del síntoma
endemoniados en el arte ingresó en la pues esto permite figurar lo que antes era
Salpêtrière una enferma llamada Célina a la irrepresentable, los gritos de Célina.
que se diagnosticó como histeroepiléptica. Rubens en sus cuadros representa de forma
Por entonces ya se había empezado con el inmejorable las crisis que Charcot descri-
primer volumen de la Iconographie photo- bió después en sus obras clínicas, y cuando
graphique y se realizaban fotografías ins- éste convirtió la pintura en un argumento
tantáneas de los enfermos en los momentos demostrativo el mostrar se convirtió en
de sus crisis, aunque para ello era preciso demostrar. Esto le sucedió por primera vez
un momento de estasis en el ataque, una al contemplar Los milagros de san Ignacio
parada, breve pero suficiente para que la de Rubens en la iglesia de san Ambrosio en
cámara pudiera captar la pose, y muchos Génova: se paró ante este cuadro que repre-
enfermos subyugados por la cámara se senta una escena de exorcismo impresiona-
prestaban a ello manteniendo su posición do por el espectáculo que presenciaba, veía
para que fuese captada por el fotógrafo, una poseída que en su opinión había toma-
pero no pasaba así con Célina. Ella gesticu- do prestadas las características de las esce-
laba, se movía, saltaba y no paraba de gri- nas convulsivas de las que él mismo era
tar, algo que la cámara no podía captar pues testigo cotidiano en su trabajo.
su esencia es la inmovilidad; esta perpetua Charcot y Richer calificaban como natu-
movilidad de Célina hacía imposible la ralistas estos máximos exponentes de la
descripción precisa de sus ataques, la dis- representación de poseídos. Es obvio, pues
criminación de sus rasgos pertinentes, y para que sus ideas fuesen válidas los cua-
Charcot acabó categorizándolos como dros han de representar la realidad y así se
demoníacos. Pero este predicado no es una repite una y otra vez en el texto. La palabra
descripción clínica sino el exponente de la naturalismo remite a la precisión con que
imposibilidad de describir una tipología de un autor representa la naturaleza, en este
ese síntoma, lo endemoniado es así lo que caso los síntomas del ataque histérico: las
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contracciones, el arco de círculo, la convul- sucesión de fotografías en muchas ocasio-


sión de los ojos...; es decir la representa- nes no proporciona la mejor pose para este
ción de un caso como si se tuviese delante análisis. Gombrich es de la misma opinión
un modelo del que copiar la realidad. al decir que la presunta cima en lo referen-
Desde esta perspectiva naturalista Rubens te a la representación fiable de la realidad
proporciona una regla para identificar el que es la fotografía muchas veces parece
síntoma y el síntoma mismo se convierte en sumamente irreal y por eso las de los carte-
criterio para valorar la obra de arte, de esta les de cine no suelen proceder de fotogra-
forma arte e histeria se interpretan recípro- mas sacados de la película sino que los
camente. El recorrido es el siguiente: pri- actores posan ex profeso; la misma razón
mero la obra de arte interpreta el síntoma hacía reconocer a Richer que en sus traba-
pues lo reproduce, como pasa con la poseí- jos en este medio las figuras que parecían
da del cuadro de Rubens que es un ejemplo expresar mejor el movimiento eran las que
de histeria; en segundo lugar el síntoma más se alejaban de su objetivo desde el
interpreta la obra de arte pues la explica, le punto de vista real o científico.
proporciona un sentido, se hace así una crí- Por eso en numerosas ocasiones hacían
tica pictórica tomando como base la clíni- fotografías a partir de las cuales elaboraban
ca; y en tercer lugar la obra de arte vuelve grabados o dibujos en una suerte de contra-
a interpretar el síntoma al suministrar sig- dicción que desde el naturalismo les llevó a
nificantes para la categorización clínica ya la creación de formas ideales que retratasen
que desde este punto de vista toda ficción el movimiento que la cámara no captaba.
debe encontrarse en la naturaleza pues Richer incluso llegó a establecer un tipo
aquélla es su copia. Así el buen pintor ha de ideal de figura, un ideal corporal, este tipo
tener un ojo clínico para saber reconocer y provenía de la asunción de un canon estéti-
reproducir el síntoma de una manera natu- co que trasladaba a la realidad para encon-
ral; el mal pintor está ciego a la vida y se trar así encarnaciones de ese ideal, que a la
equivoca al reproducirla probablemente postre era un criterio para establecer la
por no haber presenciado lo que desea pin- salud de la persona; de esta forma la cien-
tar; cabe la posibilidad del pintor visiona- cia se convertía en sirviente y guía de la
rio, sobre el que luego volveremos, que pintura debiendo encontrar en la realidad lo
pinta lo que presencia en su interior. que el criterio estético naturalista demanda-
Los endemoniados en el arte utiliza ba para el arte.
como herramienta obras de arte pero en la En el caso de Richer este planteamiento
Salpêtrière también se había empezado a acabó derivando por unos derroteros un
utilizar la fotografía en el proyecto de la tanto oscuros pues su búsqueda de la belle-
Iconographie photographique, y Richer za le llevó a asimilarla con la perfección.
rápidamente apreció la importancia de esta En este sentido estaba a favor de eliminar a
técnica. En sus investigaciones utilizaban los individuos cuyos rasgos morfológicos
la cronofotografía, sucesión de instantá- fueran catalogados como inferiores, los
neas que dan cuenta del movimiento, de la deformes, los subnormales, los enfermos, y
vida. ¿Pero es esto así realmente? El análi- por último quienes no representasen en
sis necesita en último término una deten- toda su pureza el tipo de la raza superior.
ción, una parada sobre lo analizado, y esta ¿Pero quién ha de regular esta escala entre
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las razas y los individuos para elegir a los trar y para demostrar, para hacer y para des-
supervivientes? Según Richer los médicos, hacer el síntoma, para explicar la enferme-
jueces de la salud física y moral de la socie- dad y su curación; mediante este método
dad; ésta fue una postura que floreció en experimental Charcot intentó sacar a la luz
esa época y contra la que lucharon autores el determinismo de lo que hasta entonces se
como Panizza o abogaron otros como tenía por milagro. Pero ese milagro, la
Weininger, ambos vivieron en carne propia curación, se expresa en los mismos térmi-
los resultados de esta discusión. nos que la enfermedad, el gesto simbólico
Pero volviendo al tema, tanto Charcot del exorcista con los tres primeros dedos
como Richer elaboraron dibujos que mues- extendidos en señal de bendición es el
tran la plasticidad del síntoma, sabían cap- mismo que el de las contracturas histéricas.
tar al primer golpe de vista lo que hay de Charcot analizó y reprodujo el síntoma
importante en un movimiento, en una pos- mediante la hipnosis y así intentó también
tura, su dibujo era sintético, en muchas curarlo tomando como eje la credibilidad,
ocasiones simplemente un esquema; pero la sugestión, la curación por la fe de la que
un esquema genial en el que cada línea habla en uno de sus últimos artículos y
resumía una serie de rasgos de forma que el cuyo poder se manifiesta explícitamente en
conjunto daba una desbordante impresión aquellos casos cuya curación sólo requiere
de vitalidad. Charcot dejó muchos dibujos de ese poder que la mente tiene sobre el
donde definía una patología, pero también cuerpo; pero ¿por qué el gesto que cura es
hizo dibujos humorísticos e incluso se con- el mismo que el del síntoma? Dejó sin res-
serva uno realizado bajo la influencia del ponder esta pregunta dejando así de lado
haschisch. Este dibujo aislado pone a algo que pronto retomó Freud, el asunto de
Charcot en la posición del artista visionario la transferencia: los médicos estaban tan
del que hablábamos antes, que dibuja su poseídos por el síntoma como los histéricos
mundo interno al tiempo que desvela la y Charcot mismo entraba en el juego. El
posición de alguien que desea conocer y mismo demonio de la pintura que a él le
adueñarse de un saber, en este caso del sín- poseyó, poseyó a la postre a sus enfermos
toma histérico, y que lo intenta por dos que veían sus pinturas en su despacho y en
caminos, mostrando y demostrando. muchas de las paredes de la Salpêtrière;
Estos dos caminos del arte y de la clíni- Charcot no sólo logró un saber sino que
ca se imbrican en una cadena de explica- además lo inventó, lo pintó, lo vio.
ciones recíprocas mostrando y demostran-
do sin fin; y quizás en esta dialéctica se Angel Cagigas
puede situar la hipnosis que sirve para mos-

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