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BLOQUE 5: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN ESPAÑA (1808 – 1833)

1. LA CRISIS DE 1808 Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA


En los primeros años del siglo XIX la monarquía de Carlos IV se encontraba muy desprestigiada
a causa de una crisis del sistema gobierno, cuyas figuras más destacadas eran el rey, su mujer,
y Manuel Godoy .La fuerte oposición se expresó en dos corrientes contrarias, una en un
sentido conservador y otra de signo liberal.

La desamortización ordenada por Godoy en 1798 había enemistado a la Iglesia con el valido.
Otro motivo del descontento era la subordinación de la político exterior española a las
necesidades de la Francia de Napoleón, que llevo a la derrota española en la batalla de
Trafalgar. Un nuevo acuerdo con Francia, el Tratado de Fontainebleau (1807), permitió la
entrada de tropas francesas para ocupar el reino de Portugal.

Esta política levantó la oposición de un llamado “partido antigodoyista o fernandino” integrado


por nobles y clérigos favorables al príncipe Fernando, hijo Carlos IV, que preparó una
conspiración contra el rey, el llamado proceso de El Escorial (1807).

En marzo de 1808, el motín de Aranjuez provocó la destitución de Godoy y la abdicación de


Carlos IV en su hijo Fernando. Aunque el motín de Aranjuez ofreció una apariencia de protesta
popular, la alta nobleza del partido fernandino estuvo implicada en él.

Las tropas napoleónicas, ya en España, eran mal vistas por los españoles. A la vez, Napoleón
intervino en los asuntos de la familia real española y la convocó a la ciudad de Bayona. Los
últimos miembros de la familia real debían salir de Madrid el 2 de mayo. Esto provocó que el
pueblo de Madrid se alzó contra las tropas francesas, las cuales reprimieron duramente el
levantamiento popular. Mientras tanto, en Bayona, Napoleón obligó a Carlos IV y a Fernando
VII a renunciar al trono y cedérselo a él, para entregárselo a su hermano José Bonaparte, José I
de España, lo que es conocido como las abdicaciones de Bayona.

La insurrección se extendió por España donde se publicaron bandos contra el invasor y se


formaron juntas para organizar el gobierno y la defensa. Aunque se ha insistido en el origen
popular de estos movimientos, una parte notable de cargos del Antiguo Régimen integraron
juntas o dirigieron y organizaron la defensa frente al ejército invasor.

La guerrilla fue el instrumento que canalizó la lucha del pueblo llano contra el invasor. Este
fenómeno de resistencia popular surgió de forma espontánea y pronto fue regulado por la
Junta Central.

Los franceses intentaron instaurar por la fuerza en España un sistema plasmado en el estatuto
de Bayona, un texto redactado por ilustrados españoles, siguiendo las direcciones de
Napoleón. Era una carta otorgada, todos los poderes estaban concentrados en el rey, aunque
había tres órganos consultivos. Pero el gran avance era que incluía una limitada declaración de
derechos y algunas reformas de carácter liberal.

DESARROLLO DE LA GUERRA (1808 – 1814)

La victoria española en la batalla de Bailén en 1808, obligó al rey José I a abandonar Madrid y
las tropas francesas se retiraron al norte de la península. Napoleón, al mando de un ejército,
entró en Madrid el 2 de diciembre de 1808 y el rey José I regresó también.
La victoria francesa en Ocaña en 1809 y el avance hacia el sur permitieron a Napoleón ocupar
casi toda España, quedando libres Cádiz y el este peninsular. En el período de 1810–1812 las
tropas napoleónicas alcanzaron el máximo control sobre suelo español. En 1812, los efectos
adversos de la campaña de Rusia, obligaron al emperador a retirar tropas de España, lo que
fue aprovechado por las tropas angloespañolas de Wellington. El avance de estas tropas obligó
a José I y a los franceses a abandonar Madrid y dirigirse a Valencia. La guerra se inclinó desde
entonces del lado angloespañol, la derrota francesa en Vitoria (1813) precipitó el abandono de
España de José I y una nueva batalla triunfal en San Marcial obligó al ejército a cruzar la
frontera. Finalmente, Napoleón firmó con Fernando VII el Tratado de Valençay en diciembre
de 1813, por el que finalizaban las hostilidades en España, y Fernando VII era repuesto en el
trono.

2. LA REVOLUCIÓN LIBERAL, LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812


Al inicio de la Guerra de la Independencia, la población contraria a la ocupación francesa va a
formar las juntas en muchas localidades ante el vacío de poder producido por la invasión. Estas
dieron lugar a las provinciales y estas promovieron la Junta Central en 1818.

La revolución adoptó forma jurídica con la convocatoria de Cortes por la junta Central. Quienes
defendían las reformas optaron por unas cortes generales, elegidas por sufragio universal
masculino indirecto y en las que la representación fuera de la nación y no por estamentos
como en el Antiguo Régimen. Esta forma de convocatoria triunfó y abrió la puerta a los
grandes cambios que impulsaron las Cortes de Cádiz.

Durante la ocupación francesa, el pueblo español adoptó dos actitudes. Los patriotas que eran
contrarios a Napoleón, entre ellos unos eran partidarios de la reforma y adoptaron el
liberalismo y otros eran absolutistas. El bando afrancesado se comprometió con la nueva
dinastía de José I y colaboraron con ella.

La revolución contemplaba una convocatoria de Cortes” generales y extraordinarias” cuya


iniciativa partió de la Junta Central, aunque la llevó a cabo la regencia, que sustituyó a dicha
Junta en 18010. Las Cortes se reunieron en Cádiz por ser fácil de defender y estar libre de
ocupación francesa. Entre los diputados existían varias sensibilidades: un grupo absolutista,
otro que grupo que pretendía un régimen intermedio entre el viejo absolutismo y el modelo
constitucional y los liberales que proponían una cámara única que asumiera la soberanía
nacional y elaborara una constitución. Esta última posición triunfó.

La composición social de los diputados estaba formada por miembros de los antiguos
estamentos, representantes de las clases medias urbanas, de servidores del Estado y de las
profesiones liberales o de la actividad mercantil.

LA LABOR LEGISLATIVA DE LAS CORTES

La obra legislativa de las Cortes de Cádiz fue ingente y representó una ruptura radical con los
principios hasta entonces vigentes. El primer decreto de las Cortes, de 1810, ya estableció que
la soberanía residía en la nación y que las Cortes asumían la representación, se proclamó la
igualdad ante la ley y se planteó un conjunto de reformas: libertad de imprenta, abolición de la
tortura, supresión de viejos tributos, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales y los antiguos
consejos, y se implantó la desamortización de bienes del clero, una nueva división provincial, la
creación de los diputados provinciales, una reforma de la Hacienda y la libertad de comercio e
industria.

LA CONSTITUCIÓN DE 1812

En diciembre de 1810 se creaba la comisión encargada de elaborar un proyecto de


constitución. Tras año y medio de discusión, se promulgó el 19 de marzo de 1812 y se conoció
popularmente como “La Pepa” por ser aquel día la fiesta de San José.

Los diputados quisieron sumar la tradición española con el nuevo espíritu revolucionario. Los
principales fueron:

*Afirmación de la soberanía nacional: el poder residía en la nación.

*Reconocimiento de los derechos y libertades individuales y de la igualdad ante la ley.

*División de poderes: el poder legislativo correspondía a las Cortes, de cámara única; el poder
ejecutivo quedaba en manos del rey y del gobierno por él designado, y el poder judicial era
independiente.

*La religión católica era la única de la nación española.

*Elección de los representantes en las Cortes por sufragio universal masculino. Los candidatos
a diputado debían tener rentas propias.

*Creación de la Milicia Nacional, cuerpo de civiles armados para la defensa del sistema
constitucional.

*Monarquía moderada: en la que el rey promulgaba las leyes y tenía derecho de veto
transitorio.

*Libertad económica con la supresión de los gremios, abolición de los señoríos, libertad de
cercado de tierras para poner fin al predominio ganadero de la Mesta, libertad de industria y
de contratación, desamortización de las propiedades de manos muertas, etc.

La constitución apenas pudo aplicarse debido al contexto de guerra. La restauración


absolutista de 1814 la abolió. Pero su espíritu y su programa fueron una referencia durante la
mayor parte del S.XIX. Y se convirtió en un mito para el liberalismo universal y un modelo para
las revoluciones liberales.

3. EL REINADO DE FERNANDO VII : SUS ETAPAS


1º ETAPA: SEXENIO ABSOLUTISTA (1814 – 1820)

Tras el tratado de Valençay de 1813, Fernando VII regresó a España. A partir de 1814 se
produjo un contexto internacional favorable al absolutismo, pues Napoleón había sido
derrotado y la Santa Alianza unía a casi todas las monarquías europeas contra cualquier brote
liberal.

Fernando VII desembarcó en Valencia en abril de 1814, coincidiendo con la publicación del
Manifiesto de los Persas, escrito público de apoyo al absolutismo, firmado por 69 diputados
absolutistas. El decreto de Valencia de 1814 supuso un golpe de Estado: restauró el poder
absoluto del monarca y abolió toda la legislación de las Cortes de Cádiz.
La política aplicada por Fernando VII consistió en la vuelta al pasado: se restauraron la
Inquisición, los antiguos consejos, la Mesta, los gremios, el régimen señorial, las instituciones
feudales, se estableció la devolución de los bienes desamortizados, etc.

La represión significó cárcel, destierro o pena de muerte para los líderes de la revolución
liberal. Resultado de ello fue el primer exilio de la España contemporánea que afectó a
afrancesados y a liberales.

España debía enfrentar una guerra abierta por la independencia en las colonias americanas,
mientras la Hacienda real estaba en la ruina. Los continuos y caprichosos cambios de gobierno
conllevaron una gran inestabilidad. Al mal gobierno se sumó la quiebra de la Hacienda. Se
restauró el viejo sistema fiscal derogando la contribución única establecida en 1812, por lo que
era preciso reformar la Hacienda real, a lo que se negaban los grupos en los que se apoyaba el
absolutismo. La represión iniciada en 1814 no detuvo la acción de los liberales, muchos en el
exilio. Se inició así una larga serie de pronunciamientos militares, aunque todos fracasaron por
ser facciones minoritarias del ejército.

El 1 de enero de 1820 se sublevó el ejército concentrado en Las Cabezas de San Juan (Sevilla),
dirigido por el teniente coronel Rafael del Riego, que debía ir a reprimir la insurrección
americana. La revolución se extendió, por lo que en marzo de 1820 Fernando VII tuvo que jurar
la Constitución de 1812.

2º ETAPA: EL TRIENIO LIBERAL (1820 – 1823)

Tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII juró la Constitución de 1812, formó un


gobierno integrado por destacados liberales y se inició una labor legislativa que recuperaba
decretos de las Cortes de Cádiz.

El primer gobierno liberal estableció un sistema de libertades políticas: libertad de los presos
políticos; supresión de la Inquisición; reposición de las autoridades constitucionales en
ayuntamientos y diputaciones: elecciones a Cortes y la creación de la Milicia Nacional.

Fue un periodo de reformas políticas y económicas basadas en las normas de las Cortes de
Cádiz. Sin embargo, la situación política de los liberales se topó con dos grandes enemigos: la
situación internacional, ya que predominaban en Europa las monarquías absolutas y la actitud
beligerante de Fernando VII, que conspiró cuanto pudo para derribar el sistema constitucional.

El liberalismo se dividió en dos tendencias: los liberales moderados, que deseaban un


compromiso con las antiguas clases dominantes y el rey, y los liberales exaltados, que querían
volver a la Constitución de 1812. Los moderados mantuvieron el poder casi todo este periodo.

De entre las medidas de los gobiernos moderados destacó la ley de supresión de órdenes
monacales y reforma de regulares. Otras reformas como la abolición de los gremios, la
desamortización de los bienes de la Iglesia y la supresión de las vinculaciones y mayorazgos de
la nobleza iban dirigidas a sanear la Hacienda.

Los gobiernos de esta etapa estuvieron inmersos en una crisis constante. A las conspiraciones
de los exaltados se sumaron las intrigas del rey, la acción de la guerrilla realista y la guerra de
la Independencia de las colonias, las maniobras internacionales de la Santa Alianza y la
permanente crisis económica.
El intento de golpe de estado de la Guardia Real de 1822 cambió el signo de esta etapa. A
partir de ese momento se formaron gobiernos exaltados y aumentó la presión internacional
sobre el régimen constitucional.

La Santa Alianza decidió intervenir y Francia envió un ejército, los Cien Mil Hijos de San Luis,
que invadió España en 1823 y ocupó el país con apoyo de tropas realistas españolas. El 1 de
octubre de 1823 Fernando VII restauró su poder absoluto y ordenó una persecución
implacable contra los liberales.

3º ETAPA: LA DECADA “OMINOSA” (1823 – 1833)

Los primeros años fueron de una acentuada represión política, con juicios de purificación del
ejército. Muchos liberales abandonaron España y casi todos huyeron al Reino Unido y a Francia
desde donde conspiraron para derrocar a Fernando VII. Quienes no pudieron huir fueron
perseguidos, encarcelados o ejecutados. El aparato represivo absolutista se articuló con cuatro
instrumentos básicos. La Superintendencia general de la policía y de las comisiones militares,
el cuerpo de voluntarios realistas, los tribunales de justicia y las juntas de Fe.

El decreto del 1 de octubre de 1823 restableció las instituciones anteriores a 1820. La labor de
los gobiernos se centró en la reforma de la Hacienda y la administración. La pérdida de las
colonias agravó aún más la crisis de la Hacienda, por lo que era imprescindible una reforma
fiscal. Además se llevaron a cabo cambios en la administración del Estado.

Las reformas y la suavización del Antiguo Régimen extendieron la idea entre los absolutistas de
que Fernando VII estaba en manos de los liberales. Lo más radicales se organizaron en torno al
hermano del rey, Carlos María Isidro y fruto de este clima fueron las insurrecciones
absolutistas.

El rey quería asegurar su sucesión, por lo que se publicó la Pragmática Sanción que derogaba la
ley Sálica, lo que permitía reinar a las mujeres. En octubre de 1830 nacía la futura Isabel II y
comenzaba así la llamada “cuestión sucesoria” y la aparición del carlismo. Este nacimiento
radicalizó a la facción absolutista, que apoyaba como sucesor a Carlos María Isidro.

En 1833, dos amnistías permitieron el regreso de los exiliados liberales. El clima de guerra civil
se anunciaba cuando Fernando VII falleció e Isabel II, con solo dos años, fue proclamada reina.

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