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Tarea 2: Comentario de imagen


La economía del esclavismo


Marta López Fernández

Facultad de Filosofía, Uned

Grado en Antropología Social y Cultural

70021096- Historia Moderna

Tutor: Marcial Tenreiro

31 de agosto de 2022
El grabado, datado en 1682, representa un ingenio o molino de azúcar en Brazil. Los ingenios eran
las instalaciones en las que la caña de azúcar se procesaba para producir azúcar de diferentes
calidades y ron.

El centro de producción del azúcar se llamaba fazenda. Se sembraba un área y se dejaba madurar
la planta durante más de un año antes de su primer corte y después se podía cosechar o realizar la
zafra cada 9 o 10 meses. Una vez cortada la caña, ésta debía procesarse rápidamente para que no se
secara o se agriara el jugo. La carga se procesaba en el ingenio o molino para triturar la caña.
Algunos eran manuales y otros hidráulicos a los que se les llamaba reales. De estos molinos salía un
jugo que se iba cociendo en calderos que se debían mantener a una temperatura determinada.
Cuando el jugo se enfriaba originaba un jarabe. Una parte se usaba para producir ron y la otra
azúcar blanco de gran calidad o el azúcar negro o mascabado de menor calidad.

La caña de azúcar fue implantada en 1532 en Brasil y pronto generó gran prosperidad económica
en el área de costa situada entre la desembocadura del río Amazonas y Espíruto Santo, gracias a la
gran fertilidad de la tierra, una climatología acorde a las necesidades del cultivo de la caña de
azúcar y un amplio litoral marítimo que garantizaba buenos puertos para la exportación de este
producto.

En 1549 ya había en la zona más de 100 molinos para triturar caña, número que se multiplicó
considerablemente en el lapso de un siglo. En la costa noroeste de Brasil se constituyó una sociedad
esclavista centrada en el dominio del amo blanco, senhor do engenho, que, ante la escasez de
trabajadores indígenas, esclavizaba a personas negras traídas en cantidades cada vez mayores
desde las costas de Angola. A la casta de estos grandes señores del azúcar se la llamaba
sacarocracia.

Brasil se convirtió en el mayor productor de azúcar del mundo. El azúcar llegaba a Portugal donde
los flamencos de los Países Bajos absorbieron casi toda la producción para distribuirla por Europa.
Dado que la inversión en tierra, mano de obra esclava y tecnología requerida para procesar la caña
era muy elevada y riesgosa, gran parte de la financiación de la industria azucarera brasileña
provino de los Países Bajos, tanto para la producción como para la compra de esclavos,
permitiendo así una ampliación de la capacidad productiva.

La trata de esclavos africanos promovida por portugueses y neerlandeses solventó el problema de


la mano de obra de las fazendas a la vez que definió drásticamente la sociedad colonial de Brasil. Se
estima que hacia Brasil viajaban entre 4000 y 8000 esclavos anuales. Esta cifra es muy difícil de
calcular dada la alta mortalidad durante el viaje o por el intenso ritmo de trabajo, pero se estima
que en 1680 era de alrededor de 150.000 esclavos africanos. De este modo, el Brasil azucarero
quedó insertado dentro de la ruta comercial del comercio triangular, un modelo económico que
reguló el comercio entre Europa, África y las Américas entre el siglo XVII y el XIX.


Los barcos salían desde Portugal y Países Bajos con armas, licor y productos manufacturados de
baja calidad que una vez en la costa occidental africana eran intercambiados por esclavos
suministrados por comerciantes y élites locales. Una vez en Brasil, los esclavos eran vendidos y los
barcos cargados de nuevo con metales preciosos, cacao, tabaco y sobre todo azúcar. En estas idas y
venidas, los marineros tenían permitido embarcar pacotilla, es decir una porción de género que
podían embarcar por su cuenta libres de flete. Gracias a la pacotilla, los marineros tenían cierto
margen para especulación y podían pagar tratos de favor a las diversas contrapartes de la ruta
comercial. Las principales potencias esclavistas dentro del comercio triangular fueron los imperios
portugués, británico, francés, español y neerlandés, y a partir de su independencia en 1776, Estados
Unidos.

Los esclavos eran usados para todo tipo de trabajos, la mayoría trabajaba en los ingenios y en los
campos de caña. La mayoría de éstos eran escravos de fouce e enxada (esclavos de hoz y azada),
pero los que tenían una especialización artesanal o los que trabajaban en el engenho como
caldereros en la delicada tarea de controlar la temperatura de la caldera, eran más valorados por
los amos. Solo una minoría de los esclavos eran destinados a las labores domésticas de la casa
grande, y a menudo eran los mulatos, fruto de la violencia sexual ejercida por los hombres blancos
hacia sus esclavas negras. Hay que recordar que aunque la ley portuguesa prohibiera el matrimonio
con una mujer de color, la sociedad brasileña de aquella época se llenó de hijos mestizos. Entre los
propios esclavos, también se diferenciaban entre recién los llegados y los ladinos, (que ya estaban
aculturados). Fueron muchos los que se convirtieron en cimarrones, es decir, esclavos fugitivos que
huían escondiéndose en los palenques, lugares alejados y de difícil acceso.

La sociedad brasileña que se generó en aquel momento mantenía una rigurosa estratificación social
y racial, pero estaba llena de vínculos complejos y profundos entre etnias, culturas, amos y
esclavos. Fruto de este contacto surgió una civilización que reflejó su originalidad a través de la
religión y el arte. El barroco y cristianismo importados de Europa se mezclaron con las muchas
influencias africanas y generando un barroco de marcado acento brasileño.

Sin embargo, pese a todo el mestizaje cultural que se dio en la sociedad brasileña, técnicamente no
se puede hablar de sincretismo religioso sino de «sincretismo de máscara», es decir que la práctica
de la religión de los colonizadores blancos, se usa como pantalla para enmascarar el culto a otras
divinidades yorubas. Por ejemplo, que un rezo obligado a San Jorge pudiese esconder una
invocación a un orisha. Tampoco se puede calificar como sincretismo a las religiones
afrobrasileñas, es decir, que se originaron en África pero se desarrollaron en Brasil por los
seguidores esclavizados. Entre estas religiones destacan el candomblé o la quimbanda.


En resumen, el comercio de algo que hoy en día tenemos tan normalizado como el azúcar, en el
siglo XVII fue capaz de provocar un cambio tan profundo en la naciente sociedad brasileña colonial
cuyas huellas transcienden hasta nuestros días, sin olvidarnos de la profunda herida que dejó los
pueblos africanos la trata de cientos de miles de vidas humanas.

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