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TEOLOGÍA SISTEMATICA II
2. El alma
En el Nuevo Testamento, la palabra “alma” es traducida casi siempre a partir del término
griego “psyche” (ψυχή), de donde se deriva también la palabra moderna “psicología” que es
definida como “el estudio de alma” según su etimología, y como el “estudio de la mente” desde
una interpretación secularizada. No hay en la Biblia ningún capítulo dedicado exclusivamente
a describir en su totalidad o con detalladas explicaciones el papel, las funciones, los procesos
o las experiencias que ocurren dentro del alma, pero sí hay muchas declaraciones bíblicas
que nos ayudan a inferir a través interpretaciones teológicas algunas de sus características y
particularidades.
En los Evangelios, Jesús enseñó que el alma [la psychen] es más importante que la comida
y la vestimenta de esta vida (Mateo 6:25) y esto implica que lo que ocurre con con nuestro
ser inmaterial o interno es más importante, trascendental y sobresaliente que lo que ocurre
con nuestro cuerpo físico, material, externo o terrenal. De ahí la importancia de su estudio y
comprensión.
En la Escritura, la palabra “psyche", “psychēn" y todas sus formas compuestas, según el
contexto son traducidas como "alma", “almas” y "vida" en su esencia inmaterial. Más del 90%
de ocasiones es una palabra usada en referencia exclusiva al alma humana (tanto de
creyentes como incrédulos). Sin embargo, también se usa para referirse a la vida de animales,
por ejemplo, en Apocalipsis 16:3, razón por la cual se concluye que los animales también
tienen un alma, dentro de las limitaciones a sus capacidades establecidas por Dios.
Tanto animales como seres humanos tienen la capacidad de moverse a voluntad propia, con
sentimientos y pensamientos propios. En base a esto, podemos decir que el alma es la parte
invisible de la existencia o vida inmaterial que alberga las ideas, los pensamientos,
sentimientos y afecciones, ejerciendo una voluntad individual y teniendo una identidad,
carácter o personalidad en particular. La visión comúnmente aceptada por los teólogos
cristianos es que el alma humana es la parte interna de nuestro ser de donde provienen o se
originan los pensamientos, ideas, decisiones personales, motivaciones, la voluntad
inmaterial, los pensamientos y las intenciones internas, siempre todo a un nivel individual. Las
plantas nunca son descritas con alma, pues no piensan, ni sienten, ni tienen voluntad, pero
las almas de los animales sí, como sugiere la historia de Números 22:21-23.
El hecho de que la mente y el corazón sean partes inmateriales de nuestra alma es
indiscutible para todo creyente serio. No existe ninguna máquina médica que pueda meterse
dentro de nosotros y leer nuestros pensamientos para mostrarlos sobre un papel. De igual
forma, ninguna computadora puede identificar qué piensa nuestra mente, qué es lo que
soñamos, qué siente nuestro corazón, o cuáles son los recuerdos que teníamos cuando
éramos niños. Aunque somos conscientes de que hay aparatos que detectan manifestaciones
físicas a nivel neurológico o fisiológico, esas máquinas sólo detectan reacciones corporales
a dichas experiencias. No podemos aceptar la visión materialista que explica estas reacciones
como si fueran procesos químicos causantes de esas experiencias. Si nos apegamos a las
Escrituras, podremos ver que tales fenómenos no son las causas sino los efectos físicos, la
consecuencia o el resultado físico de esas experiencias que se originan en el alma. En otras
palabras, el alma invisible e inmaterial tiene un efecto sobre el cuerpo visible y físico (soma o
sarx).
Los oponentes podrían alegar que las personas con accidentes cerebro vasculares o daños
cerebrales, al perder la capacidad para hablar, de moverse, o de recordar cosas, no caben
dentro de esta explicación. Sin embargo, como muestra el testimonio de la niña autista Carly
Fleischmann, la imposibilidad de realizar o controlar ciertas reacciones del cuerpo puede ser
totalmente independiente de lo que ocurre dentro de la mente o el pensamiento de la persona.
Asimismo, cientos de testimonios de personas que debido a accidentes han estado en coma,
en estado vegetativo o han sido declarados clínicamente muertos para luego despiertan y
contar historias de experiencias cercanas a la muerte, demuestran que incluso la ausencia
médica de actividad neuronal o “muerte cerebral” no significa que el alma pierda su capacidad
de tener sus propias experiencias independientes del mundo material. De allí la gran
curiosidad que muchos médicos e investigadores han tenido en estudiar estos casos y
testimonios documentados por todo el mundo.
Cabe citar la conclusión que declaró el neurofisiólogo John Eccles, Premio Nobel de Medicina
y Fisiología, quien dijo que “el misterio humano es increíblemente degradado por el
reduccionismo científico, con su pretensión en el materialismo promisorio de considerar todo
lo del mundo espiritual en términos de patrones de actividad neuronal. Dicha creencia debe
ser calificada como una superstición. Tenemos que reconocer que somos seres espirituales
con almas existentes en un mundo espiritual, así como seres materiales con cuerpos y
cerebros que existen en un mundo material.”
Para referirse al alma en general, la Biblia también ocupa la raíz hebrea “nephesh” /nép̄eš/
( )ׁ ֶֶ֫נפֶ שen el Antiguo Testamento. Dicha palabra, normalmente considerada equivalente de
psyche, aparece en su forma base unas 115 veces y es traducida mayormente como “alma”
o “almas”. En otros versículos es traducida como “ser” o “seres” vivientes (aprox. 12 veces),
“persona” o “personas” (cerca de 35 ocasiones), “vida” (alrededor de 35 versículos,
incluyendo Levíticos 17:14), e incluso como “ánimo” (en 2 Sam. 17:8 y Éxodo 36:5). Los
animales de la Creación son descritos como [nephesh] vivientes que se mueven a voluntad
propia (Gén. 1:20-21, 1:24, 1:30, 9:10, 9:12, 9:15, 9:16) y Proverbios 1:19 nos dice que la
codicia le arrebata la “vida” [nephesh] a quienes le tienen.
Hay muchas palabras compuestas y derivadas con iniciales o terminaciones añadidas a la
raíz nephesh, formando un total de 754 ocurrencias bíblicas2 por lo cual el análisis de cada
una llevaría un largo tiempo que necesitaría una profundización de cada versículo que en
estos momentos no resulta posible realizar. Pero un contador bíblico de palabras nos permite
darnos una idea de los significados que toma según el contexto. Como ejemplo, en la Biblia
inglesa King James Version (comúnmente considerada una de las traducciones más
apegadas a los escritos originales) el término “nephesh” se traduce como “alma” o “almas” un
promedio de 475 ocasiones, se traduce como “vida” 117 veces, como “persona”, 29, como
“corazón”, 15 y como “mente”, 15.3 La derivación "nā·p̄eš" /naphesh/ también es traducida
como "vida" (Gén. 37:21, Lam. 1:11), "persona" (Gén. 46:18), "hombre" (Pr. 27:9), "alguien"
(Pr. 28:17), "aquellos" (Pr. 31:6), "alguno" (Ez. 33:6) y demás.
3. El espíritu
En el Antiguo Testamento, el término hebreo para referirse al “espíritu” de una persona es
“ruah” o “ruach” (.) ַ רֶ֫ ּוחEs usado 377 veces en el Antiguo Testamento, pero tiene diversas
acepciones y no siempre es usada para expresar lo mismo. En algunas ocasiones es usado
en la Biblia para para expresar “aliento de vida” o respiración. 96 veces es usado para referirse
al “viento” o “vientos” (físico o material). Pero, sobre todo, es traducido 245 veces como
“espíritu” (como parte inmaterial de la vida). En diversas ocasiones, “ruaj” es usado para
referirse al espíritu, en muchas otras veces, es usado para referirse al Espíritu de Dios.
Algunas ocasiones, el término “espíritu” es incluso usado en la misma manera en que el
Nuevo Testamento usa el término “alma”, pero en otras, es usado de forma distinta. Es muy
difícil establecer una etimología sistemática en vista de las muchas ocasiones en que el
término es usado de formas distintas, pero podemos decir que el significado depende de cada
contexto o pasaje bíblico para develar sus sentidos.
En el Nuevo Testamento, el término griego “espíritu” /πνεῦμα/ (pneuma) es usado con más
observaciones o explicaciones teológicas. La palabra aparece 383 veces, con las formas
pneuma, pneumati y pneumatos que ocurren 160, 92 y 90 veces respectivamente. Según el
contexto en el que se usa, “pnesuma” puede usarse para hablar del Espíritu de Dios (e.g.
Mateo 3:16, 3:20, Marcos 13:11, Lucas 1:35, 4:18, Juan 3:8, 4:24), el espíritu del ser humano
(Marcos 14:28), e incluso al espíritu de demonios inmundos (e.g. Mateo 12:43, Marcos 7:25,
9:17). Pero no se usa para referirse a plantas o animales.
En las cartas a los Gálatas y a los Romanos, el Apóstol Pablo usa el término "pneuma" para
hablar de un modo de existencia opuesto a la carnalidad. Cristo también dijo que “Dios es
Espíritu [Pneuma] y aquellos que le adoran, deben rendirle culto en espíritu y verdad” (Juan
4:23-24). Esta adoración no debe depender del lugar, o la cultura, sino de la espiritualidad o
la vida apegada al espíritu. ¿Pero qué ocurre en el espíritu, que es tan necesario apegarse a
él?
La Biblia dice que es “El Espíritu [Pneuma] mismo” el que “da testimonio a nuestro espíritu
[pneumati] de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). En 1 Juan 5:6 se nos dice que “el
Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad”. En Mateo 26:41, en un
contexto de orar y buscar a Dios, Cristo nos dice que, aunque la carne es débil, el pneuma
del hombre está dispuesto a buscarle. En Juan 6:63, en un contexto de ascensión al cielo,
Jesús declaraba a sus discípulos que "el espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha:
las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Los versículos anteriores nos llevan a concluir que el espíritu es la parte inmaterial del ser
humano cuyo papel esencial es estar en contacto con Dios. En el Nuevo Testamento, cada
vez que se habla del pneuma o espíritu humano, casi siempre tiene que ver con conocimiento
de Dios y comprensión de las cosas de Dios, las cuales se pueden racionalizar o entender
intelectualmente por la mente de los religiosos, pero NO se pueden conocer en verdad
personalmente sino sólo por medio del espíritu.
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que
Dios ha preparado para los que le aman. 10Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu,
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios 11. Porque entre los
hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios 12 Y
nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para
que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente, 13 de lo cual también hablamos, no
con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu,
combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales. 14 pero el hombre natural
no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede
entender, porque se disciernen espiritualmente. 15 En cambio, el que es espiritual juzga todas
las cosas; pero él no es juzgado por nadie. 16 Porque ¿QUIEN HA CONOCIDO LA MENTE
DEL SEÑOR, PARA QUE LE INSTRUYA? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1
Corintios 2:11-16)
El espíritu es la parte del ser que puede tener una relación o comunión directa con Dios. En
el espíritu recibimos entendimiento y luz divina acerca de Su voluntad y de Su reino, por
medio de las palabras testificadas de Su Espíritu. Su Espíritu se conecta con nuestro espíritu
y nuestro espíritu confiesa que Jesucristo a venido en la carne (1 Juan 4:3). Fue el pneuma
divino el que revela a al pneuma de Juan las profecías acerca de las iglesias en los primeros
3 capítulos del libro de Apocalipsis. Asimismo, es el Espíritu de Cristo es el que dio a los
profetas la revelación de Él y esta inspiración al espíritu fue siempre recibida en el hombre,
no por voluntad humana, sino por voluntad de Dios (1 Pedro 1:11-13; 2 Pedro 1:20-21).
Conclusión
La doctrina de la Trinidad del hombre nos ayuda a entender qué es el ser humano y cómo
está conformado o cómo se percibe en el Reino de Dios. Creemos que ningún creyente tendrá
problema reconociendo que el cuerpo es la parte humana externa que vemos por fuera
(nuestro exterior) y que hay otra parte invisible interna que mora dentro dentro de nosotros.
Pero muchas veces es difícil para la gente distinguir con exactitud entra los conceptos aquí
expuestos debido a la gran variedad de referencias bíblicas que deben considerarse para
entender el tema de forma consistente.