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EL VERBO, SEGÚN LA DOCTRINA DE LA

UNICIDAD DE DIOS

En Juan 1:1 dice: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”,
el verbo es la palabra de Dios, esa voz que se escuchó en la creación; pero también se nos
hace mención de que esa palabra o verbo “era CON Dios”, esta conjunción (con) une y hace
énfasis en lo inseparable de Dios y su verbo (palabra).

Por medio de la innovación tecnológica nuestra voz puede ser escuchada en cualquier parte
del mundo y nadie puede decir que esa voz tiene una identidad diferente a la de nosotros ya
que fluye de nuestro interior, es CON nosotros, es inseparable de nosotros; y aunque sea
capturada en un CD u otro medio no podemos decir que es otro ser distinto, por eso Juan
expresa, inspirado por el Espíritu, que el verbo (la palabra) “era Dios”.

Juan 1:14 dice: “y aquel VERBO FUE HECHO CARNE, y habitó entre nosotros”, Jesús es el
verbo hecho carne; 1 Juan 1:1 lo menciona diciendo: “… lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al verbo de vida (Jesús
hecho carne). 

La palabra es la expresión de Dios. El mismo escritor de Hebreos menciona que “en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:2), quien es la palabra hecha carne. 

El Espíritu de Dios (Dios mismo porque “Dios es Espíritu”) se hizo carne, Jesús es Dios
manifestado en carne, así lo declara el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:19 “Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo”, por eso el apóstol Pablo dice que “en él habita,
corporalmente, toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2:9).

Se puede decir Dios (Espíritu) y el verbo hecho carne (su humanidad) no se pueden separar,
Dios y su verbo o palabra son inseparables; pues como alguien en cierta ocasión expresó:
“la palabra es el vehículo del pensamiento”, y en el pensamiento de Dios, su plan de
salvación, estaba el redimirnos manifestándose en un cuerpo a quien el mundo conoció con el
nombre de Jesucristo, esto es, Dios manifestado en carne, algo explicado bíblicamente en la
doctrina de la unicidad de Dios.

UNICIDAD DE DIOS, DIOS MANIFESTADO EN


CARNE

Jesucristo no era otra persona, era Dios encarnado, un hombre. En Isaías 35:4 se profetizó:
“… vuestro Dios viene…Dios mismo vendrá, y os salvará…”, habría señales de su
venida tales como: “los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se
abrirán… el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo…” (v5-6);  Jehová del
antiguo testamento prometió venir y no enviar a otro.

Juan el bautista mandó a preguntarle a Jesús: “¿Eres tú aquel que había de venir (Jehová),
o esperaremos a otro?”, siendo la respuesta del señor: “Id, y haced saber a Juan las cosas
que oís y veis (hechos y no palabras) los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
limpiados (señales profetizadas por Isaías) y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo
11:3-5).
Con estas palabras Jesús está citando la escritura y afirmando que él es Jehová del antiguo
testamento, quien prometió venir y salvar a su pueblo. 1 Timoteo 3:16 dice: “E
indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad: DIOS FUE MANIFESTADO EN CARNE”,
Dios se dio a conocer (se manifestó) en un cuerpo humano, “por cuanto los hijos participaron
de carne y sangre, él también participó de lo mismo…” (Hebreos 2:14). 

Nuestro Dios “se despojó asimismo” de su trono, de su gloria “tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres”, porque antes de ser humano es Dios (Filipenses 2:7).

Pablo dice que “estando en la condición de hombre, se humilló asimismo, haciéndose
obediente hasta la muerte…” (Filipenses 2:8), al estar en la condición de hombre y no de
Dios, se sometió a su propia palabra, humillándose asimismo, por ejemplo al orar; pues su
palabra lo manda al decir: “Tú oyes la oración, A TI VENDRÁ TODA CARNE” (Salmo 65:2) y
siendo carne tenía que sujetarse (ser obediente) a lo que estaba escrito.

Jesús tomó el título de Hijo de Dios. La razón por la cual se le otorgaría la manifiesta el ángel
Gabriel al decirle a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; Por lo cual también el santo ser que nacerá, será llamado Hijo de
Dios” (Lucas 1:35).

Es el poder de su Espíritu (Dios mismo) el que engendra o causa la formación de este ser
dentro del vientre de María. Ese ser, es Dios hecho carne, un hombre en el cual habita
"corporalmente, TODA LA PLENITUD DE LA DEIDAD” (Colosenses 2:9). Una unificación de
la Deidad y la humanidad en el hombre Cristo Jesús.

Su gloria es como la del unigénito, es decir, único engendrado o nacido (Juan 1:14), porque


es el único con una naturaleza humana y divina, esto es lo que se conoce como la doble
naturaleza de Cristo. 

Como hombre sintió hambre (Mateo 4:2), pero como Dios alimentó a multitudes (Mateo
14:21); como hombre se cansaba (Juan 4:6), pero como Dios él nos da el descanso (Mateo
11:28); como hombre tuvo sed (Juan 4:7), pero como Dios él nos da el agua de vida (Juan
4:14); como hombre lloró en la tumba de Lázaro (Juan 11:35), pero como Dios lo resucitó
(Juan 11:43-44).

Pablo dice: “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo
(naturaleza humana), el cual es Dios (naturaleza Divina) sobre todas las cosas, bendito
por los siglos. Amen”.

Cuando Felipe le dijo a Jesús “muéstranos al padre y nos basta”, el señor dejó clara su
respuesta al contestar: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido,
Felipe? el que me ha visto a mí ha visto al padre; ¿Cómo, pues, dices tú: muéstranos al
padre?” (Juan 14:8-9). Se deduce, por la misma palabra, que Jesús es el padre en su
Divinidad y que al mismo tiempo es Dios manifestado en carne. Esta es la doctrina de la
unicidad de Dios.

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