Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando tenemos una conducta que es a lo mejor más de regaño a sí mismo, de exigirnos
a nosotros mismos y de hablarnos con dureza, se refleja en unas partes del cerebro. Son
partes del cerebro que se ha visto que están más asociadas a generar estrés, a generar
ansiedad y a esta se le conoce como hipotálamo. Cuando al contrario, reconozco las
debilidades, reconozco el problema, pero soy amable conmigo mismo, eso no significa no
ser ambicioso y no querer mejorar, pero lo haces desde un trato un poco más amable, más
cuidadoso, más respetuoso, más compasivo con nosotros mismos, las zonas del cerebro
donde se refleja son otras. Cuando nos criticamos a nosotros mismos se activan zonas que
también son de dolor, pero cuando se activa ese comportamiento de más amabilidad, se
activan zonas como es la corteza orbitofrontal, que están más relacionadas con el
optimismo, con la felicidad, con el bienestar.
La corteza orbitofrontal está estrecha y ampliamente conectada con las estructuras
mediales del lóbulo temporal y talámicas mediales, responsables del procesamiento y
consolidación de la memoria. Igualmente esta corteza se activa de forma constante en los
procesos de adquisición de memoria
Una de las variables que siempre nos sale más importante desde el punto de vista
estadístico es cómo han cambiado su nivel de amabilidad consigo mismas. Este es un
estudio que se hizo en Alemania, un estudio de nueve años, donde se vio que fomentar la
amabilidad con uno mismo repercutía la calidad del sueño.
No sirvo para nada', 'soy tonta', 'soy culpable de todo'. Son preguntas que uno se hace en
raras ocasiones. Hablarnos con cariño no es un consejo de poco interés. Es un mensaje
que se viene transmitiendo a lo largo de la historia y, que desde hace unos años, también
lo hace la neurociencia. El cerebro sabe cuándo te hablas bien y cuando estás siendo dura
y exigente contigo misma. La ciencia nos explica cómo la amabilidad beneficia
el bienestar, la capacidad de aprendizaje, la memoria y la calidad del sueño. Y esta es la
parte más importante de la neurociencia de la meditación: identificar cuáles son las partes
del cerebro que a ti te permiten darte cuenta de que te has distraído.
Los estudios más modernos, realizados en voluntarios, han demostrado que si se produce
un dolor somático de cualquier tipo, con una sustancia, con calor, con frío o mediante una
punción, el dolor asciende por las vías clásicas hasta dos áreas cerebrales corticales
importantes: la corteza somatosensorial y la corteza cingulada anterior dorsal. Las zonas
encendidas del SPECT corresponden a las áreas corticales que se activan en la corteza
somatosensorial y que son las que definen dónde y cómo duele.
Determina que el paciente sienta que ese dolor no le gusta y que debe evitarlo (en general,
los estudios actuales se realizan con voluntarios, pero se han hecho estudios de todo tipo,
incluso cortando corteza en animales, con distinta sofisticación). La corteza cingulada es
todo lo que está alrededor y encima del cuerpo calloso y, por tanto, forma parte del lóbulo
frontal.
Si ponemos en alerta a nuestro cerebro durante una media hora al día, adiestramos a
nuestro cerebro a estar más presente en una cosa en concreto, pero sobre todo,
adiestramos a nuestro cerebro a dar cuenta de nosotros mismos. Y esto no solo es válido
para aprender a estar en el presente, sino que además nos es válido para aprender a
identificarnos a nosotros mismos.
La amígdala es una estructura localizada en el lóbulo temporal de los mamíferos formada
por diferentes núcleos y tradicionalmente relacionada con el sistema emocional del cerebro.
Eso está correlacionado con una menor sensación de estrés, menos sensación de
ansiedad. Es decir, nuestro cerebro es muy plástico y además, lo que se ha visto es que no
hace falta ser un gran meditador ni meditar ocho horas al día ni vivir en un monasterio, sino
con meditar, practicar la atención una media hora al día, ya se producen cambios en el
cerebro.