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l término como otras fuentes más fuente del derecho designa todo lo que contribuye o ha

contribuido a crear el conjunto de reglas jurídicas aplicables hoy por las personas. Como regla
general las principales fuentes del Derecho, fueron la religión y las costumbres. 

Se considera como fuentes del derecho: La Constitución Política, la ley, el tratado


internacional, el decreto con fuerza de ley, el decreto ley, el reglamento, la ordenanza, la
instrucción, la jurisprudencia, la costumbre y la doctrina jurídica.

Cuáles son las fuentes de derecho?

Tradicionalmente, se distinguen tres fuentes del derecho que tienen relación


directa con el ordenamiento jurídico de un Estado, sus condiciones
culturales e historia.
 Fuentes formales. ...
 Fuentes materiales o fuentes reales. ...
 Fuentes históricas. ...
 Fuentes del derecho según su jerarquía.
¿Cuáles son las 5 fuentes formales del derecho?
Las fuentes formales del derecho son:
 La Legislación-Iniciativa, ley, promulgar. ...
 La Costumbre-Uso reiterado de costumbres.
 La Jurisprudencia-Resolución de los tribunales.
 La Doctrina-Opiniones de Juristas.
 Los principios Generales del Derecho-De dond parte la ley.

Un Tratado Internacional es un acuerdo


celebrado por escrito entre Estados, o
entre Estados y otros sujetos de
derecho internacional, como las
organizaciones internacionales, y
regido por el Derecho Internacional.
Fuentes del Derecho Civil
Derecho Civil

«Fundamento o modo de producción de las normas jurídicas existentes y


reconocidas en una sociedad».

No obstante, junto a ese significado, se emplea también el término fuente


para referirse a los instrumentos materiales para saber
el Derecho existente (fuentes de conocimiento), así como a
los fundamentos en que puede hacerse descansar
una pretensión o derecho subjetivo.

Bajo aquella acepción se obvia la importancia del tema que ha llevado a


la doctrina -a diferencia de momentos históricos anteriores- a una total
sistematización de la teoría de las fuentes; lo que se explica, porque,
como pudo resaltar DE CASTRO, cada forma de expresión
del Derecho no es sino expresión de un poder. El advenimiento histórico
de la burguesía como poder último y natural (según su propia ideología),
había de significar un esfuerzo del pensamiento burgués, dirigido a
elaborar todo un conjunto de principios de pretensión inmutable, como
expresión de la propia estructura de poder.

Cuatro son, inicialmente, los principios fundamentales a que se pretende


sujetar la teoría de las fuentes:

a) Unidad y jerarquía del ordenamiento. La unidad del ordenamiento se
consideró como algo natural hasta la época codificadora. Los códigos,
considerados normalmente como plasmación escrita de la expresión
del Derecho natural universal (bajo la perspectiva inherente y opuesta a
las monarquías absolutas, naturalmente), trajeron como consecuencia
inevitable la disgregación del Derecho en una pluralidad de
Derechos nacionales. Se hizo necesario sustituir
la unidad del Derecho por la Unidad del Ordenamiento dentro de
sus fronteras, unidad referida a todos y cada uno de
dichos ordenamientos. Esa unidad requería, consecuentemente,
determinar una jerarquía de normas (por la de sus fuentes) como criterio
para que el juzgador (de que en ese momento se desconfía, dada la
experiencia con lo jueces reales) debe orientarse para determinar el
modo adecuado de aplicar las diversas normas jurídicas, evitándose así
contradicciones y dudas. Esa jerarquía se fijó, tanto con respecto a las
normas de distinto origen, o jerarquía de las fuentes en sentido propio,
como respecto normas de igual origen, o jerarquía en sentido impropio.
Propiamente, dicha jerarquía quedó fijada así: ley, costumbre, principios
generales del Derecho.

b) Primacía de la ley. La exactitud del principio, en el plano sociológico,


no siempre es exacta; pero es evidente que en el ámbito técnico jurídico,
por razones de previsión, claridad y seguridad, debe
concederse primacía a la norma legislativa. Entendida la ley en sentido
amplio, como toda norma con origen estatal, se afirma y reconoce dentro
de ella un conjunto de clases, que quedan así mismo, sujetas a un
criterio de rango preferente (por ejemplo, prelación del Derecho respecto
de una Orden ministerial).

c) Sujeción a normas reconocidas. Fijada la jerarquía, ¿puede el juez


apartarse de ella en la aplicación de las normas? ¿Puede justificar su
fallo en fuentes distintas a las predeterminadas? Aunque el tema es hoy
objeto de discusión -llegándose a afirmar que una pluralidad de fuentes
es sistema moderno y avanzado, lo que resulta muy discutible-,
el reconocimiento de la norma supone también para
el legislador ajustarse a un procedimiento conforme al cual nazcan las
normas mismas (v. gr., la ley secreta no es ley).

d) Libertad de interpretación. La sujeción a las normas no supone para


el juzgador o hermeneuta verse privado de la
inherente libertad intelectual para indagar el sentido que pueda tener la
norma.

El artículo 1.1. C.C. señala de modo taxativo que «las fuentes


de ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho», indicando el artículo 1.7 del mismo texto que
«los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo
caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes
establecido». Por su parte, la Constitución fija en su artículo 9.3
la garantía del «principio de legalidad, la jerarquía normativa...». Con lo
cual se eleva el Título preliminar del Código Civil, al menos en este
punto, a norma de rango constitucional. Así mismo,
dicho precepto asume la garantía constitucional de la seguridad jurídica,
y como quiera que la jerarquía y enumeración de fuentes es expresión de
dicha seguridad, también por esta argumento resulta
nuevamente constitucionalidad el Código Civil en dicho tema. Además,
como quiera que «los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a
la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico» (art.
9.1, Constitución), la Constitución es, pues, parte de ese ordenamiento,
por lo que la garantía de la norma máxima es imperativa para todo
miembro de la sociedad.

La Constitución se remite, pues, al Código Civil. Y el Código


Civil establece un sistema de fuentes. Veamos las líneas generales de
ese sistema y a qué responde.

1. La primacía de la ley. Es unánime el criterio de que el Código


Civil acoge en su artículo 1.1 la primacía de la ley sobre las
restantes fuentes del Derecho, por cuanto costumbre y principios
generales solamente son aplicables en defecto de ley. Se ha seguido con
ello, al menos aparentemente, la tendencia tradicional, aunque se ha
podido plantear el alcance de ciertas innovaciones metodológicas que se
apuntan en los artículos 1.6, 1.5 o 3.2 C.C. Es igualmente unánime el
pensamiento que ve en la expresión ley una consideración de sensatez
elemental, de manera tal que por función del principio de jerarquía
normativa (art. 1.2 C.C., respecto del art. 9.3, Constitución), queda
asegurada la juridicidad formal de las normas legales, consustancial a
la organización de un Estado que se llama democrático y de Derecho.
Esta primacía de la ley queda asegurada por el sistema
de recursos constitucionalmente previstos y por las normas que la
propia Constitución destina a regular el régimen jurídico de las leyes de
diverso orden.

2. Alcance subordinado de la costumbre. Pues «la costumbre sólo regirá


en defecto de ley aplicable y siempre que no sea contraria a la moral o
al orden público y que resulte probada» (art. 1.3, primero, C.C.). Se
añade, no obstante, un siguiente párrafo, que dice: «Los usos jurídicos
que no sean meramente interpretativos de una declaración de
voluntad tendrán la consideración de costumbre» (art. 1.3, segundo,
C.C.). Parece cierto que la equiparación -por un lado- de ciertos usos a
la costumbre, y la supresión para ésta de la tradicional exigencia de ser
local -de otro-, hacen que la costumbre general, propia de
ciertos sectores profesionales, industriales, comerciales,
financieros, españoles o extranjeros, pueda ser invocada como norma
vinculante (basta con que no haya ley). El requisito de que
la costumbre resulte probada, al no fijar la carga de la prueba, admite
incluso su aplicación de oficio por el juez. Con lo cual, en defecto de ley
aplicable, el uso y la costumbre, equiparados, pueden convertirse en una
norma de realidad más abundante y abarcadora que la misma ley y, por
ello, con un alcance muy poco subordinado; por el contrario, por encima
de la norma máxima como cuestión de hecho.

3. Función de los principios generales. Siendo, de un lado, aplicables


en defecto de ley o de costumbre, se entiende ello «sin perjuicio de su
carácter informador del ordenamiento jurídico». Dos, pues, son los
ámbitos de los principios generales: ser fuente del derecho de
carácter subsidiario, pero también y
fundamentalmente, informar al ordenamiento jurídico, por ello, también a
la Constitución, que es parte de ese ordenamiento. Los principios pueden
considerarse el resultado recabado, finalmente, de una serie de
abstracciones y de generalizaciones, que, en expresión de BETTI,
pueden empujar al ordenamiento jurídico, en ausencia de ley
o costumbre. Pero también se presentan como suma de valoraciones
normativas, principios y criterios de valoración que son el fundamento de
todo el orden jurídico, aspecto bajo el cual arrastran a éste, por ser
expresión de exigencias de política legislativa que vinculan a todos (v.
gr., art. 9.2, Constitución). Y así actúan como elemento progresista,
renovadores -e imperativamente renovadores- del ordenamiento entero.

Como quiera que dichos principios pueden hallarse en niveles diversos,


así y por ejemplo, en el marco del Derecho Civil, pero también en el
ámbito de la propia Constitución, estando la interpretación de ésta
reservada en nuestro sistema jurídico a un Tribunal particular (el Tribunal
Constitucional), hay que reconocer que los principios generales del
Derecho del ordenamiento constitucional deben ser interpretados
precisamente por ese Tribunal, al menos cómo y en cuánto es «intérprete
supremo de la Constitución» (art. 1.1 L.O.T.C.) y «único en su orden»
(art. 1.2 L.O.T.C.). Y dado que dichos principios constitucionales, aunque
parte del ordenamiento, como la Constitución misma, se sitúan como
nivel máximo del ordenamiento todo, tiene carácter informador para ese
resto del ordenamiento, tendiendo a llenar su espíritu del propio e
inherente a los principios constitucionales que informan a
la Constitución misma.
4. Carácter atribuido a la Jurisprudencia. Siempre se ha discutido entre
nuestros autores, si la jurisprudencia era o no fuente del Derecho. El
T.S., al amparo de las normas rituarias, y en concreto por
la regulación dada a las causas para fundar el recurso de casación,
había usado de la ventaja de su situación jurisdiccional, para estimar
que, si el recurso debía de fundarse en infracción de ley y doctrina legal,
ésta era la recogida en sus sentencias. Resultando así, y
como cuestión de hecho que la Jurisprudencia, concebida como doctrina
legal, permitía la casación, operando, pues, como norma infringida. Y
aunque en la doctrina mayoritaria se ha advertido siempre que
la separación entre jurisprudencia y doctrinal era total, esto no impedía a
un sector minoritario (fundamentalmente de lo que puede llamarse
Escuela catalana) afirmar para la jurisprudencia un carácter fontano,
no formal, sino real.

El Título preliminar del C.C., en su actual redacción, determina que


«la jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con
la doctrina que, de modo reiterado, establezca el T.S. al interpretar y
aplicar la ley, la costumbre y los principios generales del Derecho» (art.
1.6 C.C.). Y si bien la expresión del cuerpo legal puede ser criticada, no
parece que haya alterado la función tradicionalmente asignada a
la Jurisprudencia, la de no se fuente del Derecho, pero sí
un instrumento que, por la vía de la interpretación, puede hacer
evolucionar el sentido de las normas aunque sin llegar a «sacar la norma
de la nada».

5. Régimen postconstitucional. Hasta aquí cabe decir


que Constitución y Código Civil mantienen una línea tradicional en tema
de jerarquías y enumeración de fuentes, con la particularidad dada al uso
jurídico y a su equiparación con la costumbre. No obstante, ya se
avanzaba entre los autores, que la jurisprudencia del T.C., por agotar
las instancias y por ser dicho Tribunal oráculo del sentido de
la Constitución toda, provocaba como resultado práctico, convertir sus
decisiones en «fuente del Derecho». Pero ese carácter podría
considerarse como igual afirmación, mutatis mutandis, que la establecida
por el T.S. para sus decisiones convertidas en doctrina legal.

No obstante, dos normas posteriores, la ley de reforma urgente de la Ley


de Enjuiciamiento civil, de 6 de agosto de 1984 y la Ley
Orgánica del Poder Judicial, de 1 de julio de 1985, parecen haber
cambiado el sistema de fuentes.

La primera de las leyes aludidas modifica el fundamento del recurso de


casación, que queda abierto ahora por infracción de las «normas
del ordenamiento jurídico o de la jurisprudencia» (art. 1.695.5 L.E.C.).
Naturalmente, el ordenamiento jurídico lo es todo, desde los principios
generales constitucionales y la Constitución misma, hasta el
último principio general de Derecho de índole sistemática que pensarse
pueda. Lo que antes no permitía acceso
de casación (costumbre y principio general infringidos, por no ser ley
ni doctrina legal), ahora sí lo autoriza. Incluso la infracción de «la
jurisprudencia» cabría estimarla como expresión equiparada a doctrina
legal. Salvo que la alusión a «normas» que hace la L.E.C. pudiera
pensarse como «normas de la jurisprudencia»; lo que no tiene sentido
inicial, porque la jurisprudencia actúa caso por caso, aplicando normas,
pero no confeccionándolas.

La segunda de las leyes citadas, la Orgánica del Poder Judicial, eleva en


su artículo 5.1 a la jurisprudencia constitucional al rango de fuente
del Derecho: «La Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico y vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y
aplicarán las Leyes y Reglamentos según los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte
de las resoluciones dictadas por el T.C. en todo tipo de procesos».
El precepto, en su totalidad, pero destacadamente en este primer
apartado, ha sido calificado de esencial en su discusión parlamentaria,
eje de la reforma traída por dicha L.O. Al ser las sentencias del T.C.
expresión del sentido de la Constitución misma, y de los principios
generales que informan al ordenamiento todo, pero principalmente al
constitucional, son ellas mismas parte del Ordenamiento, por lo que
su infracción deja abierta la puerta a la casación: «En todos los casos en
que, según la Ley, proceda recurso de casación» (esto es,
por infracción de las normas del ordenamiento o de la jurisprudencia),
«será suficiente para fundamentarlo la infracción de
un precepto constitucional» (y, con mayor fundamento, cuando se infrinja
un principio informador del ordenamiento jurídico, que tiene mayor
rango). El Tribunal Competente es, siempre el Tribunal Supremo.

Se explica la reforma. Como quiera que numerosos preceptos


constitucionales son expresión de principio sin significado concreto
(igualdad, libertad, democracia avanzada, etc.), es menester referirles
el supuesto de hecho que permita hacer realidad la eficacia normativa
abstracta. La sentencia del T.C. cumple tal función, se integra en la
norma y ella misma es norma; luego opera como fuente del derecho.

Pero no es sólo la Jurisprudencia constitucional la que opera como


fuente normativa. No expresaría el artículo 1.692.5 y concordantes,
L.E.C., que es motivo de la casación la infracción de las normas
del ordenamiento jurídico o de la jurisprudencia, para ludir simplemente a
las decisiones del T.C.: a) si éstas son parte del ordenamiento, lo son por
sí mismas, no por ser jurisprudencia; b) y su infracción estaría
comprendida en la proposición primera del precepto rituario aludido, y
sus concordantes. Hay, pues, otras jurisprudencia que deja la puerta
abierta a la casación; que es una jurisprudencia referida a
la Constitución y a sus principios generales informadores, pero que
expresa una interpretación distinta a la del T.C. (por exclusiva de éste;
art. 1 L.O.T.C.), si bien enmarcada dentro del sentido que el T.C. otorga
a la norma máxima y a sus principios informadores; que es
una jurisprudencia vinculante para Jueces y Tribunales, pero que no
afecta la independencia de éstos en su labor interpretadora (art. 12
L.O.P.J.). Se trata de una jurisprudencia constitucional, con perfecto
encaje en el artículo 1.692.5 y concordantes, L.E.C., que sujeta a su
sentido a Jueces y Tribunales, que permite el acceso a la casación, y que
no es elaborada por el T.C.: se trata de la jurisprudencia elaborada por el
T.S., en cumplimiento «de las resoluciones dictadas por el T.C. en todo
tipo de procesos» (art. 5.1 L.O.P.J., y no desvirtuadora de
la libertad judicial en el campo de interpretación, que se convierte en
fuente formal para los organismos inferiores, en tanto en cuanto
transmite aquel sentido constitucional elaborado por el T.C. Son
aquellas sentencias del T.S. que, en cuanto expanden o generalizan
la jurisprudencia constitucional, en cuanto conformes con ésta, son
también parte del ordenamiento jurídico, pero parte formulada
jurisprudencialmente, que por no seguirse por quien compete, abren así
mismo el acceso a la casación.

Por último, la incorporación de España como miembro de la Comunidad


Europea (C.E.) conlleva la apertura del ordenamiento jurídico español a
la totalidad del comunitario, al tener que ser plenamente asumido éste
por todo nuevo Estado miembro (Tratado de Adhesión de 12 de junio de
1985 con entrada en vigor el 1 de enero de 1986). De ahí que en materia
de fuentes del Derecho, la integración de España en la C.E.E. trae como
obligada consecuencia la incorporación a nuestras fuentes del
Derecho de un nuevo sistema de producción informativa. A modo
de síntesis del conjunto normativo comunitario cabe señalar por su
relevancia:

1. El Derecho Primario u originario: los Tratados constitutivos de


las Comunidades europeas y los que después los completan o modifican
(así, T.C.E.C.A. 1951; T. de Roma de 25 de marzo de 1957, por el que
se constituye la C.E.E.; T. de Roma de 25 de marzo de 1957,
EURATOM).

2. El derecho Derivado o secundario: conjunto de normas jurídicas que


emanan de los órganos competentes del poder legislativo, en base a
la competencia atribuida por los distintos Tratados funcionales (que
constituyen Derecho originario como se ha expuesto). Está constituido
por: los Reglamentos (de alcance general, obligatorios y directamente
aplicables en cada Estado miembro, a 189 T.C.E.E.), las Directrices
o Directivas (obligatorias para todos los estados miembros,
dejándoles libertad para elegir la forma y los medios para llegar
al resultado obligatorio), las Decisiones C.E.E./C.E.C.A. (obligatorias
como las Directivas, pero no con un destinatario general, sino individual,
ya sea uno o varios Estados miembros, ya una o varias personas físicas
o jurídicas, a 190 T.C.E.E.). Aparte están las Recomendaciones y los
Dictámenes que el ser actos no vinculantes no son fuentes de Derecho,
aunque tampoco carecen de relevancia jurídica.

3. Y el Derecho Complementario: integrado por un heterogéneo conjunto


de fuentes del Derecho que no constituyen ni Derecho Primario ni
Secundario, así: los Acuerdos Internacionales (entre los Estados
miembros de la C.E.E. y entre ésta y Estados no miembros de la misma),
la Costumbre, los Principios Generales del Derecho (art. 215 T.C.E.E.) y
la Jurisprudencia. Entre los principios generales del Derecho destacan
los de «referencia comunitaria», «no discriminación intracomunitaria»,
«equilibrio, solidaridad».

Es destacable por su importancia que: las fuentes del Derecho


comunitario, los actos de las instituciones no propiamente fuentes y
el Derecho complementario integran el llamado
ACQUIS. ACERVO depósito comunitario, innegociable
(V. contrato; costumbre; equidad; jurisprudencia; ley; negocio
jurídico; norma jurídica; principios generales del Derecho; derecho
Civil; Derecho Comunitario; reglamento; directiva; acervo comunitario).
Ley
[DCiv] Norma emanada de las Cortes en el ejercicio de
su potestad legislativa. Ramón Soriano destaca como notas
caracterizadoras de la ley la validez, bilateralidad, protección
institucionalizada, eficacia y legitimidad. Existen muchos tipos de leyes,
siendo los más importantes, en sentido amplio, la Constitución, ley
orgánica, ley ordinaria, decreto legislativo, decreto-ley, ley marco y ley de
armonización.
Fuentes del Derecho.

. Norma escrita, general y permanente, redactada por el parlamento.


Ley imperativa: ley que no puede ser eludida por aquel a quien se aplica.

Derecho Civil

«Norma de Derecho emanada del Estado, de forma escrita y con


un procedimiento solemne».

El término es multívoco, porque se alude con él a las reglas que regulan


los fenómenos de la naturaleza, a las normas específicamente jurídicas,
y distintas de las reglas naturales, a la norma de Derecho
positivo (incluyendo, así, la costumbre), a un concepto tipo de norma
aprobada por el legislativo y promulgada conforme a
un procedimiento previo; en fin, actualmente entre nosotros, ciertas
disposiciones emanadas de los entes autonómicos en que se organiza
el Estado. Aquí interese el concepto de norma emanada del Estado.

Concebida como norma jurídica de convivencia, se dice de la ley que


debe estar dirigida al bien general, en función de lo cual debe estar
dirigida al bien general, en función de lo cual se le atribuyen
unos requisitos, intrínsecos y extrínsecos («ordenación de la razón
dirigida al bien común» la definió Santo Tomás).

Entre los primeros destaca la obligatoriedad, o necesidad de que la ley


significa un mandato; porque el legislador, ha escrito FIORE, no
da consejos, sino preceptos jurídicos. Naturalmente, no significa esto que
la ley incumplida no sea ley, sino que tiene por fin ser vinculante
como previsión de conducta que reclama exigencia.

Se predica de la ley su generalidad, esto es, que contenga


una decisión tomada en abstracto de particulares situaciones, referida a
todos los posibles casos y situaciones, referida a todos los posibles
casos y situaciones fácticas que puedan darse. La igualdad ante la ley,
que es principio fundamental del ordenamiento (arts. 9.2,
14, Constitución), sólo adquiere significado y relevancia pensando que
el legislador no uso de ella si no es en beneficio de todos. generalidad
que expresa, además, que el régimen de gobierno no es caprichoso, sino
que se sujeta al imperio de la ley. Esto no significa que la ley no pueda
regular particulares situaciones (privilegio), si bien debe hacerse un uso
moderado del mismo y nunca con referencia a una singular persona.

Se debe reclamar en la ley autenticidad, es decir, que surja a la vida del


modo y forma que se previenen para la ley misma, en nuestro caso, con
sujeción a lo previsto en los arts. 81 y ss. Constitución.

Desde el plano extrínseco, la forma en que adviene el texto, incluso


en función de su contenido, a convertirse en norma vinculante determina
una variedad de tipos de leyes. Dejando a un lado la Constitución, que es
norma, pero no ley en sentido formal jurídico, podemos distinguir en
nuestro ordenamiento actual las siguientes modalidades:

a) Leyes orgánicas, cuya especialidad deriva de su materia y


del régimen de aprobación. Deben regularse por ley Orgánica las
materias «relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y
las libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de Autonomía y
el régimen electoral general y las demás previstas en la Constitución»
(art. 81.1, Constitución). Su aprobación, modificación
o derogación reclama una mayoría absoluta del Congreso de los
Diputados «en una votación final sobre el conjunto del proyecto» (art.
81.2, Constitución).

b) Leyes ordinarias. No definidas en la norma máxima, se concretan por


deducción excluyente, al no ser las orgánicas ni las otras modalidades
legislativas que luego se aluden. Son así la expresión ordinaria del poder
legislativo, quedando sujetas, como las restantes, a
la promulgación y publicación.

c) Leyes de bases, que son las que enmarcan legislación


delegada en principio del Ejecutivo, en cuyo caso el texto provocado por
éste tiene rango formal de ley (art. 81.1 y
2, Constitución); delegación que debe ser expresa y sobre materia que
no sea de exclusiva competencia de las Cortes, debiendo fijarse
un término para actuar dicha legislación (art. 82.3 y 1, respecto del art.
81, Constitución).

d) Leyes ordinarias delegantes, que son las que autorizan al gobierno a


refundir diversos textos legales en uno solo (art. 82.2, Constitución), que
habrán de determinan el ámbito normativo de la delegación,
«especificando si se circunscriben a la mera formulación de un texto
único o si incluye la de regularizar, aclarar y armonizar los textos legales
que han de ser refundidos» (art. 82.5, Constitución).

e) Derechos legislativos, que son normas con rango formal de ley, que


expresan disposiciones del gobierno contentivas de legislación
delegada (art. 85, Constitución), que quedan sujetas a los
marcos impuestos por las leyes de bases y leyes delegantes; agotándose
la facultad delegada en el uso de la misma, no pudiendo entenderse
concedida la delegación de modo implícito o por tiempo
indeterminado; potestad delegada que es, a su vez, indelegable por
el gobierno.

f) Decretos leyes, o normas para las que es competente el gobierno,


dictadas en situaciones de extraordinaria y urgente necesidad, que en
caso alguno pueden referirse al ordenamiento de las instituciones
básicas del Estado, derechos, deberes y libertades fundamentales
referidos en el Título I de la Constitución, ni al régimen de
las comunidades autónomas ni al Derecho electoral en general (art.
86.1, Constitución), y que, en todo caso, deben ser inmediatamente
sometidos a debate y a aprobación por el Congreso, convocado al efecto,
si no estuviere reunido, en el plazo de treinta días siguientes a
la promulgación de la norma.

También establece la Constitución un régimen de elaboración de las


normas legales, en trámite de
iniciativa, aprobación, sanción y promulgación (arts. 81 y ss).

Concebida como fuente del Derecho, la ley es recogida y elevada al


rango de primera en el artículo 1.1 C.C. Su referencia a la ley, sin más
calificativo, se entiende, como es tradicional entre nosotros como alusión
a toda norma estatal escrita, de modo tal que bajo este enfoque es ley,
por ejemplo, una orden ministerial y, destacadamente, el reglamento,
concedido al gobierno dentro de su potestad normativa (art.
97, Constitución), cuyo control y adecuación a la legalidad viene
sancionada en diversos preceptos de la norma máxima (art. 105.1,
respecto de los arts. 9.1 y 3, 103.1 y 2, etc.). Es, por tanto, de aplicación,
el principio de jerarquía normativa (art. 1 C.C. y 9.3, Constitución).
En función de lo dicho, es de aplicación para las normas dictadas por
la Administración, lo previsto en el artículo 23 de la Ley de Régimen
Jurídico de la Administración del Estado, que fija la
siguiente jerarquía: decretos, órdenes acordadas por las comisiones
delegadas del gobierno, órdenes ministeriales y disposiciones
de autoridades y órdenes inferiores, según su respectiva jerarquía.

En las comunidades autónomas suele emplearse el término ley para


expresar las normas de máximo rango emanadas de sus
respectivos parlamentos, variando no obstante la nomenclatura de otras
disposiciones legales. Entre comunidades y legislación estatal juega el
marco de las competencias respectivas, en lugar de la jerarquía
normativa, con sujeción a la Constitución (V. fuentes del Derecho
Civil; norma jurídica).

Es la expresión de la voluntad del Estado, a través del órgano


competente, para regular la vida comunitaria de todo el país, de forma
justa y racional. La ley ha de ser general, en el sentido de estar
concebida en términos amplios que permita su aplicación a un número
indeterminado de casos. También ha de ser obligatoria y prever
la igualdad en el tratamiento de las situaciones que son esencialmente
iguales. Dejando a un lado la Constitución, que puede considerarse como
super ley o ley fundamental, encontramos, en primer término y por orden
de jerarquía, las llamadas leyes orgánicas, que desarrollan
los derechos fundamentales y las libertades públicas previstas en
la Constitución. Son un tipo de disposición general intermedio entre
la Constitución y las leyes ordinarias; la aprobación de las leyes
orgánicas ha de hacerse con una mayoría reforzada del parlamento. Las
leyes ordinarias tratan de las materias que no están reservadas a
las leyes orgánicas.

Código civil, artículo 1. Constitución, artículos 81 a 92.

La palabra ley se utiliza, desde el punto de vista científico, en diversos


sentidos.

O bien se refiere a las leyes naturales, propias del mundo físico, y


entonces expresa las relaciones de causalidad que regulan los
fenómenos estudiados por las ciencias de la naturaleza (en este sentido
debe interpretarse la clásica definición de montesquieu: "las leyes, en su
acepción más amplia, son las relaciones necesarias que derivan de la
naturaleza de las cosas" (de l\'esprit des Lois I, 1).

O bien significa las reglas imperativas que regulan la actividad del


hombre, y así habla de las leyes morales, de las leyes del arte o de las
leyes del derecho. Pero en este sentido estas leyes se llaman con
mayor propiedad normas éticas o regalo técnicas, según su naturaleza y
aplicación.

Las leyes físicas no son reglas imperativas sino enunciativas, que


traducen en una fórmula genérica lo que necesariamente ocurre en el
reino de la naturaleza, ajeno a toda disposición humana.

Pertenecen, por lo tanto, al mundo del ser. Las leyes que se imponen
al libre albedrío de los hombres tratan, en cambio, de

indicarles lo que debe ser, en que forma deben obrar para conseguir
los resultados a que aspiran (reglas técnicas) o para que su conducta
sea recta (normas éticas). Entre estas últimas se destacan las normas
jurídicas y su fuente principal se llama también ley en sentido estricto.

Esta palabra tiene así en el vocabulario jurídico un significado mas


limitado a la vez mas preciso que en el usual: es una de las fuentes del
derecho, y por lo tanto uno de los modos -sin duda el más importante- en
que se manifiestan las normas que regulan con
carácter obligatorio la convivencia humana, la expresión sugiere de
inmediato la idea de una orden, de una imposición, de
un precepto establecido para orientar y dirigir la actividad de los hombres
en la vida social. Y sugiere también la existencia de
una autoridad competente que la ha sancionado, y que se llama
el legislador. De ahí provienen dos sentidos diferentes que el vocablo
adquiere en el derecho, los cuales hacen referencia directa al contenido y
al origen de la ley a) un sentido material o sustancial, que señala el
contenido de la palabra y la caracteriza como una norma general,
abstracta y permanente, destinada a regular obligatoriamente un número
indefinido de casos. En esta acepción son leyes las constituciones, las
leyes emanada del Poder legislativo, los decretos y reglamentos que
dicta el Poder ejecutivo, las ordenanzas, los edictos, los cánones de la
Iglesia catolica y las demás reglas que provienen de
otras autoridades públicas, siempre que sean formuladas por escrito y
contengan normas generales y no individuales.

B) un sentido formal, que se refiere exclusivamente al origen de la ley:


desde este punto de vista sólo son leyes las disposiciones obligatorias
que emanan del órgano legislativo del estado.

Las reglas así sancionadas se llaman leyes, cualquiera sea su contenido,


tanto en el caso de que impongan normas generales, como en el de que
solo originen normas particulares. El Poder Legislativo, en efecto, no
sanciona únicamente leyes de carácter general, aplicables a un número
indefinido de casos, sino también leyes que contienen simples
normas individuales, como cuando otorga un subsidio, resuelve rendir un
homenaje, autoriza al presidente a ausentarse del país o dispone un
gasto especial. Estas últimas, que solo contienen una norma
jurídica particular son leyes en sentido formal, pero en sentido material.

Una correcta definición de ley deberá, por consiguiente, incluir en


el concepto ambos puntos de vista, pues los dos participan del carácter
de fuente del derecho, según lo admitimos anteriormente.

Entre las numerosas definiciones que se han dado de la ley,


mencionaremos la clásica de santo tomas de Aquino: ordinatio rationis ad
bonun commune, ab eo qui curam communitatis habet,
promulgata("precepto racional orientado hacia el bien común, y
promulgado por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad"
(suma teológica, I-II, Q. 90, art. 4).

La ley, dice Renard, es la regla emanada de la voluntad autoritaria de


los gobernantes.

Planiol enuncia una fórmula, en la que resalta menos el carácter


autoritario de la ley. Dice que "es la regla social obligatoria establecida de
modo permanente por la autoridad pública y sancionada por la fuerza".

Es, puede decirse, una tentativa de aprisionar el porvenir sujetándolo a


una reglamentación.
Caracteres: la ley presenta los siguientes caracteres:

1) socialidad. Se dicta para el hombre en cuanto miembro de la sociedad,


y se dirige a gobernar las relaciones interindividuales.

2) obligatoriedad. Esto supone una voluntad superior que manda y


una voluntad inferior que obedece. También supone la libertad del
hombre por oposición a la necesidad del mundo de la naturaleza.

Tampoco ha de confundirse con la idea de utilidad, pues quien obra para


lograr un cierto resultado sigue una regla técnica, lo que es dable llamar
un método o vía para alcanzar el objetivo propuesto, sin que tal sujeción
tenga nada que ver con el comportamiento que impera la ley bajo la
coercion de la autoridad pública.

3) origen público. La ley emana de la autoridad pública y por ello actúa


en la línea de la soberanía política diferenciándose de las reglas
impuestas por poderes privados tales como la patria potestad o los
poderes convencionales.

4) coactividad. Esta característica propia de todo derecho en la ley que


es su medio de expresión típico y privilegiado, en tanto que aparece
velada en las otras fuentes del derecho. Las sanciones de la ley son
resarcitorias y represivas:

las primeras procuran un restablecimiento de la situación precedente a


la infracción, Ver Gr., El resarcimiento de daños y perjuicios; las
segundas se inspiran en el castigo corrector del infractor.

5) normatividad. Abarca un número indeterminado de hecho y rige a


quienquiera quede comprendido en el ámbito de su aplicación, lo que
distingue a la ley de otras expresiones del poder público tales como los
actos administrativos.

No es indispensable que la ley sea perpetua, pues


su vigencia temporaria puede haber sido establecida desde su origen,
Ver Gr, algunos impuestos.

Tampoco es imprescindible que rija a todos los habitantes, pero si que su


aplicabilidad a los sujetos contemplados sea indefinida, es decir que
tenga un carácter general y abstracto de manera de no quedar agotada
su vigencia con la aplicación a un caso determinado.

Importancia: en nuestro tiempo la ley constituye la fuente de


derecho más importante.

En los ordenamientos jurídicos primitivos la ley cedía en importancia a


la costumbre. Pero cuando las relaciones sociales adquirieron mayor
complejidad cada vez mas quedaron sujetas al dictado de leyes que
imponía la autoridad pública. Ese proceso llegó a
culminar durante el siglo pasado en que llegó a pensarse, con la escuela
de la exégesis, que la ley agotaba el derecho, o sea que la
ley era la única fuente o medio de expresión del derecho.

Para una buena parte del pensamiento jurídico contemporáneo la ley es


la principal y más importante de las fuentes de derecho, pero no excluye
la existencia de otras fuentes con virtualidad bastante para provocar en
ciertas situaciones excepcionales hasta la caducidad de la misma ley. Es
lo que ocurre con la costumbre contra legem y con la equidad.

Finalmente, la escuela del derecho libre reduce exageradamente la


importancia de la ley y traslada el elemento principal de solución de
las controversias entre particulares, de la ley a la prudencia del juez.
ESte ha de computar la ley como una guía de su decisión sin
quedar estrictamente sujeto a lo que aquella dispone.

Genéricamente, modo de ser y obrar los seres. | Propiedades y


relaciones entre las cosas, según su naturaleza y coexistencia. | Regia,
norma, precepto de la autoridad pública, que manda, prohíbe o permite
algo. | La expresión positiva de] Derecho. | Regla de conducta obligatoria
dictada por el Poder legislativo, o por el ejecutivo cuando lo sustituye o
se arroga sus atribuciones. | Ampliamente,
todo reglamento, ordenanza, estatuto, decreto, orden u
otro mandamiento de una autoridad en ejercicio de sus atribuciones. |
El Derecho escrito, como contraposición a la costumbre. |
Cualquier norma jurídica obligatoria. | El Derecho objetivo.
Además, fidelidad, lealtad. | Requisitos o condiciones para un acto. | En
el orden físico, sucesión invariable de los fenómenos con arreglo a
la relación de causa a efecto. | Religión. | Calidad, peso o medida. |
Aleación de los metales, de las monedas. | Conjunto de leyes o código;
como la Ley de Enjuiciamiento Civil. | En los textos antiguos, última de
las subdivisiones de los cuerpos legales, luego de
libro, título, capítulo y epígrafe, correspondiente a los actuales artículos;
pero con numeración especial para cada una de tales partes. |
ADJETIVA. La que regula la aplicación de otra, llamada substantiva,
limitada por lo común a exponer el precepto. | ADMINISTRATIVA. La
relativa a la organización general del Poder ejecutivo, al funcionamiento
de sus órganos y a los servicios públicos. | AGRARIA. Entre los romanos,
la que ordenaba la distribución de las tierras conquistadas a otros
pueblos. | La que determinaba el máximo de yugadas de tierra que podía
poseer cada ciudadano. | Por antonomasia, la de los Gracos,
(V. DERECHO AGRARIO) | Proyecto de reparto de las tierras entre los
que las cultivan o entre los menesterosos. | Ley agraria es toda aquella
que se refiera a la agricultura; como la tan notablemente estudiada por
Jovellanos. | También, toda reforma agraria que tienda a una
mejor distribución de la tierra, dando participación en su propiedad a los
que la labran, base de su mejor explotación y de la mayor
riqueza nacional. | ANTIGUA. La ya derogada. | La vigente desde mucho
tiempo ha. | En Derecho Canónico, la de Moisés o Antiguo Testamento,
derogada, al menos en lo ceremonial, por la ley nueva, la de Jesucristo.
Las normas morales se mantienen por la Iglesia, y están resumidas en
el Decálogo. | CANÓNICA. La de la Iglesia católica; el conjunto de
cánones, leyes, constituciones, decretos y otros mandamientos que,
dados por los pontífices o por los concilios, integran el Derecho
Canónico (v.). | CIVIL. La que regula los derechos que los hombre gozan
entre ellos y la que establece las formas y los efectos de las
convenciones privadas. | El código civil. | La que declara los derechos,
fija las obligaciones y prohíbe determinados actos; en contraposición a la
penal, que castiga las omisiones de lo ordenado y las in fracciones de lo
prohibido. | Ley privada, frente a la ley pública. | Ley substantiva. | Ley
referente a los individuos en su generalidad, para distinguirla de la ley
militar, de la canónica, concretadas a un estado especial o a un aspecto
de la vida. | COERCITIVA. La que reprime las acciones perniciosas: el
dolo y la mala fe, el daño material o espiritual, toda clase de perjuicios y
los atentados contra la moral o las buenas costumbres. | DE BRONCE
DEL SALARIO. Teoría económica de Marx, completada por Lasalle,
según los cuales el obrero solamente llega a ganar el salario necesario
para poder vivir él y su familia. Se funda en la ley de la oferta y de la
demanda; y establece que el trabajo constituye una mercancía que se
compra y se vende, con un precio en el mercado: la venden los obreros y
la compran los patronos, y el salario es su precio. | DE DERECHO
PRIVADO. Cualquiera de las normas positivas que pertenecen
al Derecho Privado (v.). | DE DERECHO PÚBLICO. Toda regla jurídica
escrita, debidamente formada y obligatoriamente impuesta, relativa
al Derecho Público (v.). | DE DIOS. Teológicamente, con indirecto reflejo
en el Derecho positivo, la voluntad divina y la recia razón. |
DE EMERGENCIA. Anglicismo difundido en América para referirse a las
leyes de excepción, impuestas por necesidades de orden público o ante
imprevistas y graves circunstancias, que exigen, con carácter transitorio,
medidas radicales y expeditas para remediar el malo evitar su
propagación. (V. LEY DE EXCEPCIÓN.) | DE ENJUICIAMIENTO CIVIL.
En España, la que establece las reglas de procedimiento civil, análoga a
los Códigos procesales de otros países. |
DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL. La que regula
las actuaciones judiciales en materia penal. | DE EXCEPCIÓN. Esta
denominación parece chocar con uno de los caracteres de la ley: la
generalidad, enemiga de la excepción, siempre con resabio de privilegio.
| DE LAS XII TABLAS. Denominadas Lex o Legis XII Tabullarum y Lex
deceniviralis, fueron redactadas en Roma las diez primeras el año 33 y
las dos últimas el 304. Era el Código donde aparecía compendiado el
antiguo Derecho nacional romano; esto es, la codificación de
Derecho vigente en Roma en el momento de su redacción. | DE ORDEN
PRIVADO. La permisiva o la supletoria; es decir, la que deja
en libertad para obrar o abstenerse, y para proceder de una forma u otra,
dentro de la esfera de tolerancia o autonomía reconocida. Tales son casi
todos los preceptos en materia de obligaciones y contratos. (V. LEY DE
ORDEN PÚBLICO.) | DE ORDEN PÚBLICO. En sentido amplio, lo mismo
que ley coactiva; o sea, la que establece una prohibición rigurosa (como
en ciertas legislaciones, la relativa al divorcio vincular) o aquella que
impone una obligación ineludible (como todas las contributivas, las
penales, las militares, las relativas a la paz pública ya la moral
predominante). | DE TÉRMINOS. Locución peculiar de las naciones
angloamericanas, en las cuales se hace con ello referencia a las
disposiciones legales que establecen los límites perentorios para entablar
las diferentes acciones o procedimientos ante los tribunales de justicia o
ante los órganos de la Administración pública. | DEL EMBUDO. Ingeniosa
expresión popular para referirse a la desigualdad de trato, amplio o liberal
para lo que nos interesa o para los de uno, y riguroso y estricto para el
prójimo y en especial para el contrario o enemigo. | DEL ENCAJE. Fallo
o dictamen discrecional de u n juez sin atenerse a lo dispuesto en las
leyes. | DIRECTA. La que manda o prohíbe el acto mismo que
quiere producir o prevenir. El precepto que establece la mayoría de
edad al cumplir determinados años es una ley directa; la que prohíbe
la importación o exportación de artículos determinados lo es asimismo,
aunque con carácter negativo. | EN BLANCO. La de índole penal cuando
establece la sanción sin concretar la figura delictiva. | ESCRITA. La
verdadera ley, al menos en sentido estricto; la que, como su mismo
nombre indica, está escrita en un documento, que hoy día es el papel;
pero que en otros tiempos ha sido el pergamino, el papiro e incluso la
piedra, como el Decálogo en la descripción bíblica (Éxodo, XXIV, 12). |
ESPECIAL. La relativa a determinada materia, como la de aguas,
minas, propiedad intelectual, caza, pesca, hipotecaria, de contrabando,
etc. | EXTRATERRITORIAL. La que sigue al ciudadano de un país allí
donde vaya, o aquella que surte efecto fuera de su nación de origen; y
esto, ya por convenios diplomáticos o por principios de Derecho
Internacional Privado. (V. LEY PERSONAL.) | FORMAL. La ley
substantiva que determina ciertas solemnidades para la validez y eficacia
de los actos y contratos jurídicos o la que reconoce la libertad de
las partes para probarlos por cualquiera de los medios establecidos
en Derecho. | FUNDAMENTAL. Se designa con este nombre a
la Constitución del Estado, por ser el verdadero fundamento de todas las
otras leyes. | GENERAL. La que comprende por igual a todos
los habitantes, súbditos o ciudadanos. | INDIRECTA. La que manda o
prohíbe ciertos actos por la conexión más o menos inmediata con
el hecho principal. | MARCIAL. La de orden público, que entra en vigor al
declararse el estado de sitio. | Bando o precepto penal que en tal
situación se establece. | NO ESCRITA. Denominación de
la costumbre como fuente del Derecho. (V. LEY ESCRITA) |
ORDINARIA. La común o civil en cuanto no es ni privilegiada
en relación con una persona ni para un estado. (V. LEY DE
EXCEPCIÓN.) | ORGÁNICA. La dictada con carácter complementario de
la Constitución de un Estado, por ordenar ésta la formación de una ley
especial para desenvolver u n precepto o institución. | Asimismo,
la disposición legal que estructura una rama fundamental de
la Administración pública. | PARTICULAR. Es la que comprende tan sólo
a una clase de ciudadano. Se contrapone a ley general. | PENAL. La que
define los delitos y las faltas, determina las responsabilidades o las
exenciones y especifica las penas o medidas de seguridad que a las
distintas figuras delictivas o de peligro social corresponde. | PERFECTA.
La que contiene un precepto positivo o negativo (mandato o prohibición),
y la acción o castigo que procede en caso de infracción o abstención. |
PERMISIVA. La que regula una materia sin mandar ni prohibir
definitivamente, por Cacuitar a los interesados par regirse con libertad.
En caso de no ejercer tal derecho la ley permisiva rige como supletoria y
de modo forzoso. | PERSONAL. N o se refiere en forma alguna a
la individual, al privilegio; sino a la que acompaña, en cuanto a
determinadas relaciones jurídicas únicamente, a la persona, aun cuando
no se encuentre en su país de origen. | POLÍTICA. La constitución de
un Estado. | La norma jurídica que regula las relaciones entre la nación o
el poder público y los ciudadanos o habitantes del territorio sometido a
su jurisdicción. (V. DERECHO PÚBLICO.) | También, las leyes
reguladoras de las relaciones internacionales. | En sentido más
restringido, la referente a la organización y relaciones de los
Poderes ejecutivo y legislativo, al nombramiento del jefe de Estado, a la
materia electoral, a las asociaciones o partidos políticos y a los derechos
y garantías individuales. (V. LEY PRIVADA.) | POSITIVA. La escrita que
procede del legislador. | La vigente. (V. DERECHO POSITIVO. LEY.) |
PRIVADA. La concerniente a los intereses particulares de los individuos,
en sus personas y cosas, y la que rige el régimen de sus convenciones.
(V. DERECHO PRIVADO) | PROCESAL. La que rige
la tramitación contenciosa o voluntaria de causas o negocios ante jueces
y tribunales. | PROHIBITIVA. La que impide una acción. | La que
declara ilícito un proceder. | REMUNERATORIA. La que estimula el noble
proceder en la vida pública o recompensa, mediante premios honoríficos
o materiales, los actos de utilidad o sacrificios. | SÁLICA. La establecida
por los antiguos francos o salios (de los cuales toma su nombre), luego
de dejar los bosque de Germania, y mantenida después por
la monarquía francesa, muy poco cortés en este aspecto, para privar a
las hembras, a falta de descendientes varones, de! derecho a heredar
la corona. También queda excluido de la sucesión regia todo varón que
entronque con la realeza por rama femenina. | SECA. La que prohíbe el
consumo y el tráfico de las bebidas alcohólicas. | SUBSTANTIVA. La que
concede un derecho o impone una obligación; la que permite o prohíbe
ciertos actos; la reguladora de las instituciones jurídicas. Se contrapone a
la ley adjetiva (v.), que establece los medios
para efectividad y garantía de las relaciones y normas de fondo.
(V. DERECHO SUBSTANTIVO.) | SUNTUARIA. Aquella que se propone
implantar moderación en los gastos y gravar el lujo hasta su destrucción
si es posible. | SUPLETORIA. La que por expresa disposición suya, o
por precepto de u n texto especial, rige las materias no reguladas o no
previstas por éste. | SUPREMA. En el ordenamiento positivo, la ley
suprema es la Constitución de un pueblo. | Para los canonistas, suprema
no es sino la voluntad divina en su revelación al hombre. | También se
aplica esa denominación para referirse al interés máximo en u n
momento dado o como principio de la vida pública; y así
se proclama como "ley suprema" el bien y la grandeza de la nación
propia. | TERRITORIAL. La obligatoria para toda persona, goce
de ciudadanía o no, que habite o se encuentre en el territorio de la nación
que la promulga. | TRANSITORIA. La de vigencia limitada por ella
misma. | La que ha regido durante muy poco espacio de tiempo. | Aquella
intermedia entre dos momentos diversos de un régimen o de
una institución. | La reguladora de las situaciones especiales derivadas
de las innovaciones legislativas; ya para prolongar la aplicación de la ley
antigua en cuanto a las situaciones creadas a su amparo o como
consecuencia de la misma, o para darle mayor o menor efecto
retroactivo a la ley nueva.

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