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Artículo de opinión

La afirmación de la vicepresidenta sobre que hay demasiadas psicólogas y sociólogas que


no ganan lo suficiente no puede ser negada en lo más mínimo, claro, si a esto se le entiende
como una acusación de la infravaloración de estas profesiones.
En días pasados la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, en el conversatorio denominado
Gira para la equidad de las mujeres, dijo que las mujeres deberían estudiar carreras
relacionadas con la ingeniería y los sistemas, en las cuales, a su parecer, tienen expectativas
de generar mayores ingresos y contribuyen más al progreso del país. Su intención no era
mala, pero, por otra parte, la idea de que hay demasiadas psicólogas o sociólogas está
peligrosamente cercana a una especie de reproche hacia estas vocaciones que, bajo la
máscara de promoción de la igualdad de género, estigmatiza las decisiones de miles de
mujeres que eligieron la psicología o la sociología y que desde esas áreas ofrecen un
servicio como según se ve poco valorado, aun así, es cierto que el país requiere aumentar su
inversión en ciencia y tecnología y alentar a los jóvenes a estudiar carreras relacionadas con
estas áreas. Sin embargo, no creo que la solución sea que se deje de estudiar una carrera
igual de importante que el resto, además, según la Organización Mundial de la Salud
(OMS), el 4,7 % de los colombianos sufren de depresión, evidenciando un porcentaje más
alto que el promedio mundial, un porcentaje alarmante que no se ha tomado en cuenta por
la vicepresidenta por estar sumisa bajo el falso ideal de la igualdad de género.

Luego de estas declaraciones, el Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic) le recordó a


la vicepresidenta que la psicología “es una ciencia sustentada en la investigación y una
profesión que estudia los procesos de desarrollo cognoscitivo, emocional y social del ser
humano, con la finalidad de propiciar el desarrollo del talento humano y las competencias
humanas en los diferentes dominios y contextos sociales” y, por tanto, “es una profesión
que no se puede descalificar a partir del número de graduados”. Al rechazar la frase de la
funcionaria, el comunicado de Colpsic agrega que “las necesidades de salud mental que
enfrenta el país requieren ser atendidas por los psicólogos profesionales que actualmente
tenemos, los cuales no están encontrando oportunidades laborales que les permitan
contribuir al bienestar de la comunidad”. Más aún, hay que ampliar más estas declaraciones
de colpsic y es que en el país son demasiados los profesionales que no ganan lo suficiente,
incluso los de las carreras denominadas más “productivas” en el país y esto aplica
especialmente a los jóvenes recién graduados. Colpsic también reparó en que las palabras
de la vicepresidenta buscan “seguir justificando los pésimos salarios y precarias
condiciones laborales y de contratación que sufren actualmente, no solo los psicólogos y
sociólogos, sino todos los profesionales del país”. Y es que si hay algo cierto es que en este
país podrán ser muchas las profesiones que sobren, pero las que mencionó la señora
vicepresidenta son todo menos prescindibles.
En mi opinión lo más preocupante de estas declaraciones es la aceptación de las carreras
más directamente “productivas” o “mejor remuneradas” sobre las humanísticas o las
vocaciones de cuidado. También parece alarmante la minúscula valoración de la atención
de la salud mental, social y afectiva, como, por ejemplo, la afirmación de que hay
demasiadas psicólogas. ¿Sobran los psicólogos cuando abundan los ambientes laborales
tóxicos?, ¿O cuando las relaciones familiares son alarmantemente inestables? También
podemos decir que, ¿en un país en el que la violencia ha sido la constante durante más de
sesenta años, no es razonable pensar que la psicología tiene mucho que aportar a la
sanación colectiva de la sociedad?, ¿no es un derecho de todos poder sanar las heridas del
pasado?, algo similar ocurre con la sociología, la sociedad colombiana se ha acostumbrado
a llamar normal a la guerra, a la corrupción o la desigualdad, aun así, esto no parece ser
suficiente y son muchas las situaciones que no se toman en cuenta tras el comentario de la
vicepresidenta.
Es entendible que tal vez la intención de la vicepresidenta no haya sido menospreciar estas
profesiones. También puedo entender que simplemente uso las palabras equivocadas al no
especificar su verdadera intención, un comentario espontáneo, aun así, la verdadera
preocupación no debería ser que existan demasiados sociólogos o psicólogos, sino que son
demasiados los que no son suficientemente valorados y remunerados, por lo tanto, no
pueden llevar a cabo su cometido que es contribuir al cuidado de la salud mental de los
ciudadanos del país. Tal vez y como propuesta creo que seria mejor usar ese fondo del que
hablo la vicepresidenta para mejorar las oportunidades de trabajo de los psicólogos y así
mismo mejorar sus ingresos para no tener que llegar a al punto de hacer que las mujeres
dejen de estudiar dichas carreras para irse a estudiar otras carreras que les den mejores
ingresos y así mismo se cumpliría su ideal de igualdad de genero en lo que respecta al
salario de las mujeres que a mi perecer es lo único que le interesa a la vicepresidenta con su
declaración.

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